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La propisición


Capítulo 17
Finalizando su llamada, Yunho miró a Jaejoong. Estaba pálido y tranquilo, observando a través de la ventana de la limusina mientras se dirigían a su casa. Un vaso de café se mecía entre sus muslos. Las cosas se habían descontrolado esta mañana. Estaba patinando, ¡maldita sea!, y dejando que Jaejoong se acercase demasiado.
Trazaba líneas con cuidado por una razón. Pero, ¿cómo diablos podía recordar eso cuando Jaejoong se acomodaba en sus brazos y lo abrazaba? ¿Consolándolo? Yunho había hecho entonces lo único que sabía, se había mostrado frío con él.
Le había dicho que tenía cosas de las que ocuparse.
—Si aparece algún periodista, quiero que me lo digas. Me encargaré de eso. —Hizo una mueca ante otro pensamiento. —La próxima semana me voy a Sudamérica, pero mi ayudante se encargará de cualquier problema.
Jaejoong asintió sin mirarle.
Mierda.
—Te recogeré a las seis el sábado para el evento en la bodega.
—Está bien. —Eso le tranquilizó un poco. Jaejoong no se estaba echando atrás en su promesa de ser su acompañante. Bajó el teléfono.
—Quería que durmiéramos hasta tarde esta mañana. No te habría pedido que te quedaras si supiera que esto iba a convertirse en un jodido caos.
Yunho odiaba eso. Jaejoong tenía que levantarse antes del amanecer la mayoría de los días para mantener en funcionamiento su pastelería. Y lo había mantenido despierto la pasada noche, después su conversación telefónica lo había despertado temprano.  
—No hay problema.
Una quemazón en las costillas se encendió ante su voz monótona. Realmente Cuando Jaejoong se alejó, hizo saltar un interruptor en Yunho.
Jaejoong se volvió.
Yunho hizo un gesto de dolor cuando vio que sus ojos estaban cansados, casi amoratados.
—¿Qué quieres de mí? Hay cosas de las que tienes que ocuparte. Lo entiendo.
Era un bastardo. Jaejoong no merecía su fría actitud. Había sido más fácil concentrarse en controlar los daños desde que reconoció que Jaejoong tocaba lugares en su interior como ningún otro. No podía pensar en ningún momento en el que alguno de sus acompañantes le hubiese consolado. Era completamente ridículo. Ellos le utilizaban para el sexo y cualquier cosa que quisieran. Era conocido por ser generoso.
Excepto con Jaejoong. No le había dado nada más que feos pedazos de su alma. Lo poco que tenía. No lo había llevado a un bonito hotel donde pudiera disfrutar del servicio de habitaciones, tratamientos de spa y masajes. Lo había arrastrado a su casa donde Jaejoong hizo magdalenas como hacía cada maldito día en el trabajo.
Furioso consigo mismo, dijo,
—Me gusta más cuando te lanzas a mis brazos. —Una sonrisa apareció en su boca.
—No estoy enfadado contigo. Has tenido una mala mañana. Solo me estoy apartando de tu camino. —Su comentario le pateó en los huevos.
—Jesús, no estás en mi camino. —Así es como lo trataban sus padres como alguien a quien apartar a un lado e ignorar.
—Para. Estamos bien. —La limusina redujo la velocidad y giró en su bloque de apartamentos.
—Gracias por la cena de anoche y por todo. Te veré el sábado.
—Ya deberías saberlo. —Como si Yunho pudiera dejarlo tirado y marcharse, como si no pudiera molestarse en ver si él llega sano y salvo al interior de su casa. Lo acompañó fuera cuando Kang Joon abrió la puerta.
—Diez minutos. —Su chófer asintió, volviendo al auto.
Dentro del apartamento, Yunho oyó el agua corriendo.  
—¿Eso es la ducha?
—Junsu. Está todavía de baja por enfermedad. Yoochun está en el trabajo. — Jaejoong fue al fregadero y empezó a lavar la taza de café.
No podía dejarlo así. Ver a Jaejoong en su cocina moviéndose alrededor como si perteneciese a ese lugar había derretido el hielo que corría por sus venas. Pero cuando Jaejoong se había lanzado a sus brazos en la terraza, su pequeño cuerpo enroscándose alrededor de él, se encontró aferrándose a Jaejoong. No por sexo, sino por una conexión. Solo que… no sabía qué hacer con todo eso. Especialmente la forma en que Jaejoong entendió lo enfermo que estaba Young Jae y le hizo al hombre magdalenas.
—Reservaré una habitación en un hotel para nosotros el sábado por la noche. En cualquier lugar al que quieras ir. — Jaejoong no levantó la vista.
—Tengo que estar en el trabajo hacia las 4:30 de la mañana del domingo. Si quieres tener sexo en un hotel, me encontraré contigo allí para que puedas irte cuando terminemos.
—Maldita sea, Jaejoong. —La frustración le desgarró.
—Estoy tratando de hacer algo agradable para ti. Tómate el día libre.
—Lo siento, no puedo. —Ese tono seco de voz se clavó en su cerebro.
No sabía cómo hacerlo bien.
—Estoy intentando…
—No quiero que lo intentes. —Agarrando el borde de la encimera, Jaejoong cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás.
—Solo quiero…
—¿Qué es lo que quieres?
—Ser capaz de manejar esto. —Su mirada encontró la de Yunho. —Tener sexo contigo y no convertirlo en algo más.
Yunho lo miró fijamente, su cuerpo entero vibrando en reacción. Fuerza y vulnerabilidad irradiaban de Jaejoong.
Tan bello y marcado. Por fuera y por dentro. La emoción le abrasaba como papel de lija. Jaejoong le comprimía el pecho y secaba la boca. Doce años atrás, cuando Yunho lo vio por primera vez, era una cría de dieciséis años, una joven belleza a la que él odió por tener lo que él consideraba una vida como-de-cuento-de-hadas mientras su hermana estaba muerta.
Pero ahora, la inocencia le había sido arrebatada, dejando a un luchador peleando por mantenerse en pie sobre suelo resbaladizo.
Jaejoong sacaba a relucir sus instintos protectores como nadie más desde Mi Ja.
Yunho fue hacia Jaejoong, encajando el pecho contra la espalda de él, rodeándolo con sus brazos. Sintiendo su peso contra él, posó la barbilla en su cabeza.
—Demasiado tarde. Los dos sabemos que esto es más.
Jaejoong hundió los dedos en el granito.
—No sé si podré sobrevivir cuando esto termine. — Jaejoong tomó aire. —¿Harías algo por mí?
—¿Qué? —Cualquier cosa. Se sentiría mejor si pudiera hacer algo por Jaejoong.
—No me mientas. Solo no mientas. Puedo lidiar con esto mientras me digas la verdad.
Debería alejarse de Jaejoong ahora. Dejarlo. Jesucristo, Yunho sabía que aquello iba a terminar.
Y terminar mal.
Podía ocultárselo durante un tiempo, pero Jaejoong era demasiado listo para no descubrir su meta.
Matar al hombre que asesinó a Mi Ja.
Pero Yunho no podía dejar marchar a Jaejoong. Todavía no.
* * *
Unas pocas horas de trabajo en la cocina de su pastelería lo ayudaron a poner en orden sus pensamientos. No podía arreglar la vida de Yunho. Pero había algo más que lo molestaba.
Como le había dicho a Yunho, creía que quien lo atacó la noche del supuesto atraco todavía suponía una amenaza. La nueva parte de su flashback2 le preocupaba. No le habían hecho daño a Ryu Jin, no mucho al menos, pero le habían obligado a mirar mientras lo herían. Le dijeron Consecuencias. Si habían ido a por Jaejoong como alguna clase de represalia, ¿qué pasaba ahora con otra gente en la vida de Ryu Jin? No había oído hablar de un novio, pero su hermano Changmin era amigo de Ryu Jin. Sus padres no lo escucharían a él, pero ¿lo haría Changmin? ¿Debería advertirle que pensaba que Ryu Jin podía estar metido en algo peligroso?
Tomando un sorbo de agua, siguió trabajando en la elaboración de las galletas con forma de corazón de frambuesa. Eran una gran superventa. Extendió la mermelada sin semillas por la galleta de mantequilla con forma de corazón, después marcó en la parte superior el contorno de un corazón y espolvoreó con azúcar en polvo.
Colocó las galletas en piloto automático, pensando en Changmin. No estaban realmente en sus respectivas vidas. Él había elegido a Ryu Jin para estar en su boda, mientras que Jaejoong sería solo un invitado. Aun así cuando lo veía, su hermano lo trataba con su habitual afecto distraído, como siempre lo había hecho.
¿Entonces lo escucharía? ¿O simplemente creería a Ryu Jin?
Ana se dejó caer en el otro taburete en la mesa de acero inoxidable.
—¿Tomándote un respiro? —Jaejoong terminó la primera hornada y se puso a trabajar en la segunda.
—Quería hablar contigo.
La preocupación capturó su total atención. Miró a Ana.
—¿Algo va mal? —Por favor no entregues tu renuncia. Al final Ana se marcharía, estaba trabajando en su título de marketing y avanzaría. Pero Ana era fácilmente la empleada favorita de Jaejoong.
—Nada de eso. —Ana cogió las figuras horneadas con forma de corazón, colocándolas con cuidado sobre las galletas, una vez Jaejoong extendió la mermelada.
—Pero hay algo que me gustaría probar.
—Hmm. —La ambición de Ana era una de las cosas que le gustaban de ella.
—¿Una nueva receta?  
La chica se rió.
—Me temo que no. No tengo tu asombroso talento.
—¿Por qué siento como si me estuvieras adulando aquí? —Después de dejar el cuchillo en el bol con agua, se puso a trabajar colocando las galletas en la bandeja de exposición. —Oigámoslo.
—Quiero convertirte a ti y a Sugar Dancer en un proyecto para una de mis clases. La tarea consiste en un video promocional con un plan de marketing. Por favor, Jaejoong. Sé que haré un gran trabajo. Y si te gusta, entonces podemos enviar el producto final a algún programa de televisión de repostería.
Hundiéndose en el taburete, Jaejoong se frotó la pierna. Los ojos de Ana brillaban detrás de sus modernas gafas, su cara estaba sonrojada por la excitación. Decepcionarla era como golpear a un gatito. Pero tenía que ser realista.
—Quieres que salga en el video.
—Eres la cara de Sugar Dancer. Lo tengo todo planeado. Haremos dos videos. Uno será un avance publicitario. Lo recopilaremos a partir de una pieza más larga biográfica.
—¿Una biografía sobre mí? —A Jaejoong no le entraba en la cabeza.
Ana asintió.
—Tú eres Sugar Dancer, Jaejoong. Y la cosa es que tu historia es interesante e inspiradora.
Frunció los labios. Le gustaba Ana, realmente le gustaba, pero la chica estaba exagerando.
—Apenas. —Ana tocó su brazo.
—Lo es realmente. Lo verás si confías en mí. Tendrás que grabar durante horas, pero algunas serán durante tu trabajo normal cuando puedes ignorar al equipo de cámara. Pero también necesitamos piezas de demostración de ti preparando, horneando, decorando y quizás una gran pieza montando un pastel de boda en un evento. Es mucho pedir. Pero te lo estoy pidiendo.
La idea lo aterrorizaba. Lo excitaba.
—Jaejoong, tendríamos buen material fotográfico para enviar a los programas.
Se deslizó del taburete, fue a la mesa y cogió su iPad. Después de volver al taburete, puso el ordenador en la mesa al lado de Jaejoong.
—He elegido tres. Es parte de mi plan de marketing. —Giró la cabeza, y Jaejoong agarró el borde de la mesa.
—Ana, probablemente puedo hacer la grabación en mi pastelería. Pero no puedo ir a un programa de cocina.
Odiaba su debilidad. Pero esta parte del discurso de Ana no era nueva. La chica había estado persiguiéndolo para que fuera a un programa de repostería.
—Cruza ese puente cuando llegues a él. Siempre puedes decir que no si, no cuando, te llega una llamada para que vayas a un programa.
Descansando el codo sobre la mesa, añadió,
—¿Cuál es tu objetivo final para Sugar Dancer?
Jaejoong sonrió.
—Abrir pastelerías por todo el país y convertir Sugar Dancer en una marca de paquetes preparados para cocinar en casa.
Ana la había animado en su sueño más de una vez.
—Pero necesito capital adicional para abrir más pastelerías. —Además de todo el tema de buscar locales, encontrar empleados adecuados y entrenarlos, suponía una gran inversión de tiempo y dinero.
—Necesitas publicidad. Dame esta oportunidad. Y confía en mí. Si no te gusta el proyecto final, solo lo utilizaré para mi curso. Firmaremos un contrato para que solo pueda utilizar el trabajo para mi curso salvo que des tu aprobación.
—¿Cuándo necesitas una respuesta?
Ana parecía avergonzada.
—Tengo que empezar a grabar mañana o el sábado como muy tarde. —Tocó la pantalla del ordenador—. Tengo una propuesta aquí para que le eches un vistazo. Pero necesito una respuesta esta noche.
—¡Ana! ¿Por qué esperaste tanto para preguntar?
—Por una cosa, he estado trabajando en ello y no quería que lo vieras hasta que estuviera bien. Y no quería que te lo pensaras demasiado y te convencieras de no hacerlo. A veces solo necesitas dar un salto.
La campana sonó, indicando que un nuevo cliente entraba por la puerta.
Levantándose, Ana dijo,
—Haré que Sugar Dancer y tú brilléis. No tienes nada que perder, si no te gusta el resultado final, puedes negarte a dejarme hacer con él otra cosa que no sea utilizarlo en mi curso. —Se marchó para atender al cliente.
Jaejoong puso el iPad en su regazo y empezó a leer la propuesta de Ana. Se le oprimió el pecho. Mientras Jaejoong no solía hablar de su pierna o del atraco públicamente, Ana quería usarlo como parte de la historia de fondo de Jaejoong, junto con dejar el negocio familiar para seguir su sueño.
La idea lo ponía nervioso. Pero también entendía lo que Ana estaba haciendo, dándole a Jaejoong una historia de triunfo sobre la tragedia. Exponer su vida después de años de esconderse le dio una sensación de mareo. ¿Podría hacerlo?
Bien, nunca lo sabría si no lo intentaba, ¿lo haría ahora? Hace un mes, habría jurado que tener una relación con un hombre era imposible. La estaba teniendo. Quizás fuera solo sexo, pero aun así era un progreso. Excitación y nervios corrían por sus venas, animándolo. Levantándose, guardó el iPad de Ana y después recogió la bandeja con los bonitos corazones de frambuesa. En frente, con destreza deslizó la repisa de galletas recién hechas en la vitrina de cristal.
Miró a su alrededor de Sugar Dancer, deteniéndose en las mesas redondas cromadas con asientos de color rojo-fuego. La mitad de las mesas tenían clientes comiendo golosinas y charlando. Unos pocos chicos se sentaban en la barra en taburetes que se extendían a lo largo de la pared trasera. Paredes de nogal decoradas con lienzos con siluetas de bailarinas de colores brillantes. A Jaejoong le encantaba el modo en que el artista había hecho parecer que cada bailarina estaba hecha de cristales de azúcar.
Luz natural inundaba la pastelería a través de ventanas que iban desde el suelo hasta el techo a la derecha de Jaejoong.
—¿Pensando en ello? —Ana le entregó una taza de café previamente edulcorado y bajo en calorías.  
—Eres persuasiva. —Jaejoong dio un sorbo a la bebida. Todavía tenía una larga tarde por delante, incluyendo dos degustaciones de pastel para futuras novias.
—¿Entonces, lo harás? —Jaejoong dejó el café sobre la mesa.
—Soñé con tener mi propia pastelería desde que mi hermano me regaló un horno Easy-Bake —Changmin. Su estómago se agitó con el recuerdo. Mientras que sus padres habían considerado que él cocinase era una pérdida de tiempo, él lo había apoyado.
—¡Oh! Mira, esa es una gran anécdota para tu pieza biográfica.
El entusiasmo de Ana era contagioso.
—Pero ahora quiero más. Sugar Dancer es solo el principio.
La sonrisa de la chica iluminó su cara.
—Vamos a intentarlo. Seré tu proyecto de marketing. Si nos gusta la grabación, envíala, y si recibo una llamada en respuesta, entonces veremos si puedo controlar mis ataques de pánico lo suficiente para hacerlo.
Y mientras tomaba riesgos, Jaejoong sacó su móvil y llamó a su hermano. Tenía que intentarlo.
—Huele genial aquí. ¿Qué hay para desayunar?
Cerrando y bloqueando la puerta de la pastelería ya que no abriría oficialmente hasta que pasara al menos una hora más, Jaejoong observó a su hermano. Tenía buen aspecto. Jaejoong estaba todavía un poco sorprendido porque Changmin accediera a encontrarse con él para desayunar menos de veinticuatro horas después de que le llamase.
—Hola a ti también.
Changmin sonrió.
—Minho me hace comer sano. No puedo dormir por las noches con el ruido de la sangre zumbando a través de mis venas asquerosamente limpias. Necesito un poco de grasa para taponar esas incautas.  
Sacudiendo la cabeza, Jaejoong se dirigió a la cafetera.
—Ve a la cocina. Tengo varias clases de magdalenas y un pastel de café en las rejillas enfriadoras.
—Dulce. —Changmin lo adelantó.
Así era Changmin. Tenía un doctorado en inmunología, trabajaba durante horas investigando y desarrollando mejores medicinas y protocolos para trastornos del tejido conectivo, pero cuando algo atraía su atención, se entusiasmaba como un niño pequeño. Al igual que había hecho con sus desastres al cocinar cuando era un niño.
Changmin llevó un plato lleno con magdalenas, pastel y galletas.
—Si Minho lo descubre —Jaejoong le regañó mientras le seguía a la mesa—, estarás en problemas.
Changmin dio un gran mordisco a una magdalena con pepitas de chocolate.
—Merece la pena. —Después de devorar otro pedazo, añadió—, Realmente lo merece.
—Intentando bloquear tus arterias en tiempo récord, por lo que veo. —El calor inundó su pecho. Changmin solía tapar sus errores y decir que él estaba mejorando. Había estado allí para él de la única forma que sabía. Ahora Jaejoong iba a sacar un tema que podría arruinar su relación.
—¿Cómo va el negocio? —Bien, cortesía primero.
—Bien. ¿Cómo estás tú? ¿Tienes dos fármacos en preparación? ¿Cómo van los protocolos de investigación? —Dirigir los grupos de prueba era un proceso intensivo y muy complejo.
—La prueba del Lupus es muy prometedora. —Sus ojos brillaban. —Cuando tengamos más tiempo, te hablaré de ello.
Eligió una magdalena de plátano y nueces.
—Pero vine aquí para averiguar cómo te va.
Una pequeña punzada golpeó su pecho. Había odiado su trabajo en SiriX, pero le encantaba oír a Changmin hablar sobre su trabajo. Él se preocupaba mucho por lo que estaba haciendo, determinado a encontrar mejores medicinas para ayudar a pacientes con Lupus. ¿Por qué no podía Jaejoong llamarle con más frecuencia?
Dejando la magdalena, Changmin se puso de pie.
Mierda, había estado soñando despierto en lugar de responder.
—¿Qué estás haciendo? —¿Se iba?
—Voy a por más café.
—Yo… —Él tiró de su cabello.
—Siéntate. Yo lo haré. —Volvió, con las tazas llenas—. ¿Más leche y azúcar?
—No gracias. —Sabía que Jaejoong lo tomaba con leche y azúcar. Changmin no era tan despistado como la gente pensaba. Veía y catalogaba todo lo que le rodeaba. Esa cosa de profesor-distraído que hacía era una forma de evitar las confrontaciones. Changmin no malgastaba energía discutiendo, hacía tranquilamente lo que quería hacer.
Sentándose, terminó su segunda magdalena.
—Me preocupo, Jaejoongie. Renunciaste a mucho por Sugar Dancer. Quiero saber si lo merece. —Fácil de responder.
—Sí. Me encanta. —Inclinándose, le contó hasta donde había llegado con la pastelería y le habló del proyecto de marketing de Ana.
Entornó los ojos.
—Una forma de volver locos a nuestros padres. Amplía la pastelería, pruébales que se equivocan. —Él comprobó la hora en su móvil. —Mejor dime por qué querías verme.
Se mordió el interior de las mejillas, una parte de Jaejoong no quería causar problemas. ¿Le creería Changmin? ¿O esto se interpondría entre ellos? Demonios, podía estar precipitándose al hacer suposiciones sobre Ryu Jin sin pruebas.
Aun así el dolor en su pierna le recordaba que lo que había sucedido había sido real. Y no había sido un atraco.
Tenía que intentarlo.
—Probablemente no quieras oír esto, pero creo que Ryu Jin podría estar metido en algo que no debería. Y si estoy en lo cierto, lo que sea en lo que está metido provocó el ataque de hace seis años. —Por favor, no te levantes y te marches. Jaejoong aguantó la respiración, esperando.
Changmin alcanzó el otro lado de la mesa y cogió su mano.
—No sé qué pasó aquella noche cuando Ryu Jin y tú fuisteis atacados. Es posible que la versión de Ryu Jin sea cierta. Tienes amnesia traumática y has experimentado algún cambio de personalidad quieras admitirlo o no. —Apretando su mano, él dijo rotundamente—, No recuerdas lo que pasó, Jaejoongie. Tus recuerdos pueden ser reales, o pueden ser una manifestación de tu mente tratando de rellenar los huecos. Sabes que es posible.
Jaejoong rechinó los dientes, luchando por encontrar la lógica que pudiera alcanzarle.
—Sí. Pero, ¿y si la versión de Ryu Jin es una mentira? Dijiste que no lo sabes. No estabas allí.
Changmin lo observó detenidamente.
—Lo mejor que has hecho nunca fue dejar a Ryu Jin y SiriX.
Caray, ese era un cambio de conversación que no esperaba.
—¿Qué significa eso? —Changmin miró hacia la mesa, después levantó la mirada.
—¿Sabes por qué no estás en mi boda?
Eso era como hurgar en una herida que no quería reconocer que tenía. Necesitaba permanecer impasible y concentrado si tenía alguna esperanza de conseguir que lo escuchara.
—Porque Ryu Jin es tu padrino. —Su boca palideció cuando apretó los labios.
—No. Es porque quiero que estés seguro. No eres el único que ha visto cambios en Ryu Jin. Ahora mismo, estás fuera del radar. Si Ryu Jin está metido en algo peligroso, tú no estás en su vida, no como su prometido o en el trabajo. Estás a salvo y vas a permanecer así. Mantente alejado de Ryu Jin y de SiriX.
La confusión dejó su mente en blanco, después lentamente desapareció.
—Estás… —¿Qué? Jaejoong no lo sabía.
—Protegiendo a mí hermano. No sé qué es lo que Ryu Jin está haciendo o no. No lo sé realmente, así que no me preguntes. Pero sé esto, él no hizo nada para protegerte esa noche. Prefiero verte con un hombre como Yunho que tiene las agallas de defenderte. No me malinterpretes. Si Yunho te hace daño, tengo acceso a drogas que le dejarán impotente permanentemente.
Toda la conversación era increíble, pero Jaejoong rió.
—Eso es malvado.
—Los genios son así, ¿no lo habías oído?
El alivio se mezcló con preocupación.
—¿Qué hacemos? ¿Cómo descubrimos si Ryu Jin está metido en algo? Podría afectar a SiriX y también a ti. —Jaejoong podía no seguir siendo parte de ese mundo, pero le preocupaba lo que podía suceder a su hermano, sus padres y a todos los empleados.
La determinación endureció sus ojos.
—No hagas nada. Mantente alejado de él.
—Pero estoy preocupado por ti. ¿Y si…?
Changmin sacudió su cabeza, cortándolo.
—Jaejoongie, si es cierto, ya has pagado un precio demasiado alto. Deja que me preocupe por eso. Ahora tengo que irme.
Jaejoong se levantó y se dirigió a la puerta. Siguiendo a su hermano mayor al igual que hacía cuando eran niños. Solo que ahora las apuestas eran altas y potencialmente peligrosas.
—¿Qué estás haciendo? — Changmin tenía capas que poca gente sospechaba.
—Despertando y usando mi inteligencia infinitamente superior. —Lo cogió por los hombros. —Céntrate en tu pastelería. Amplíala. Cuando estés listo, tengo un poco de dinero que puedo invertir, y te avalaré en un préstamo si lo necesitas.
Su garganta se tensó.
—¿Lo harías?
—¿Invertir en mi hermano? Sí.
La comprensión de que no había perdido a su hermano lo abrumó con emoción. Jaejoong agarró su brazo.
—Sé que Ryu Jin es tu amigo, pero ten cuidado. —Sus ojos adquirieron un peso solemne.
—No somos amigos desde hace años. Ryu Jin está en mi boda porque nunca conseguí mencionarle ese hecho. O a mamá y papá. O a nadie más salvo Minho.
Esa era exactamente la clase de capas de la que Jaejoong estaba hablando. Changmin estaba manteniendo cerca a Ryu Jin y vigilándole, pero sin enfrentarse a él.
—Maldita sea. Eres retorcido.
—Un genio malvado para ti, hermanito.


***
Reina Sandoval. Claro tomo en cuenta eso mejora mi blog, espero que si hayas podido leer las historias, y que te sigas gustando la actual.

Lidia Tun Mex. Es bastante triste lo que le pasa a Young Jae, pero pronto se sabrá quien es el asesino de Min Jae.

Ginny Salazar. Muchas gracias.

Katherine Miranda. Jaejoong se esta convirtiendo en el apoyo de Yunho porque de alguna manera ambos estas solitos. Y que bueno que te este gustando, muchas gracias por leer.

Yunho Kim. Gracias Fer tu también eres una lectora muy agradecida no solo conmigo, y espero que no te haya decepcionado que me tarde bastante en actualizar.

Adara. Muchas gracias hermosa, ojala que no sea nada grave, deseo de todo corazón que te sientas mucho mejor y disculpa la tardanza. 

6 comentarios:

  1. Yunho no debe dejar que Jae se aleje y se encierre otra vez,debe demostrarle que lo quiere y no aolo es sexo.
    Ana es una gran amiga con este priyecto ayudara a Jae que buebo que acepto ya es hora de que enfrente su miedo y que demuestre que su pierna mala no le impide cumplir con sus sueños.
    Chamgmin tambien ya esta sospechando sobre Ryu Jin,me gusta la relacion de hermanos a pesar de que esten distanciados el sigue cuidando a Jae
    Gracias por el cap

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  2. Gracias a Dios que Changmin ya se está dando cuenta de que su disque amigo no es de fiar solamente que el debe de tener cuidado de que no le valla hacer nada a su familia y Yunho ten cuidado y no vallas a perder a Jaejoong solamente por tus inseguridades y por tus deseos de venganza ya qué ustedes dos se quieren gracias Patricia por este capítulo que cada día se pone interesante

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  3. solo espero que Jae no regrese al en sierro en su capsula de nuevo que yunho le ayude a salir de ahí y que el tampoco se aleje para que Jae pueda estar bien
    Ana es muy buena amiga al contribuir a que Jae salga a la luz y resplandezca con su proyecto creo que es lo que lo lanzará a su fama claro y su talento sus pastelerías serán lo máximo
    que bueno que Min esta enterado y esta tratando de ayudar y dar con los responsables así quitar de en medio de su camino a quien lo quiera lastimar y lo protege así como yunho así que Jae esta bien cuidado
    claro que no me decepcionas me desespero un poco pero vale la pena ya que cada capitulo se pone mejor Gracias a ti por tu tiempo y paciencia y del amor que le pones a cada trabajo que nos compartes espero leerte pronto cuídate y bendiciones para ti y toda tu familia

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  4. Jae es muy comprensivo con Yunho y solo se hace a un lado de su camino si Yunho no se deja ayudar o desahogar. Changmin intuye todo con respecto al ex de Jae y solo quiere protegerlo manteniéndolo alejado. Qué gran hermano es!

    Gracias!!!

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  5. Que mal por yh que solo lo quiera temporalmente
    Y tmbn por jj merece mucho mas que algo de temporada
    El MinJae como siempre unidos
    Gracias
    Pdt: me sigue gustando... :*

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  6. Ohhh su hermano si se da cuenta de las cosas Urra por el.. ya no estás solo Jae ya tienes a dos que te protegen.... Jajajaja ese monto le dará su merecido a Yunho si le hace algo a su hermano...

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Thief: Capítulo 16

Capítulo 16 Presente   Dejo a Jaejoong en su oficina. En el camino hacia allí, apenas me dice dos palabras. Después de lo que acababa ...