Libro de Jade: Capitulo 26... Final.

CAPÍTULO 26

TRES DÍAS. Tres días sin que Jaejoong reaccionara. Heechul, María y Changmin cuidaban de él por la mañana. Junsu, Yoochun y Jong Hyun lo hacían de noche.

Su abuelo y los berserkers lo visitaban a diario y siempre se iban tristes y cabizbajos al ver que Jaejoong joven no mejoraba.

Yunho descansaba en la habitación contigua, Yoochun se encargaba de darles alimento intravenoso, pero ambos sabían que Jaejoong estaba en algún lugar mucho más tranquilo y debía de haber algo fuerte que lo trajera de vuelta. Permanecía más de setenta y dos horas en coma profundo.

Yunho ordenó, antes de sumirse en un sueño profundo, que le extrajeran toda la sangre que pudieran para dársela a Jaejoong. No dormía. No lo hacía desde que los cogieron a los dos y los llevaron a su casa para cuidarlos.

Yunho permanecía el día en horizontal, con los ojos cerrados, a oscuras —ya que sin que Jaejoong le alimentara no podría soportar de nuevo el sol— y no hablaba con nadie. Ni siquiera con Yoochun, que se encargaba de limpiar y desinfectar las heridas y de extraerle la sangre.

En su habitación, Yunho intentaba como siempre darle fuerzas a Jaejoong. Hablaba con él de todo, hacía tres días que había derribado sus barreras bruscamente y Jaejoong no tenía fuerzas para resistirse. Sabía que su cáraid estaría perdido, levitando entre este y el otro mundo, y Yunho sería su ancla para que volviera.

Le contaba todo lo que él había visto desde su transformación, cómo era antes de que los dioses acudieran a ellos. Le contó como hacía enfadar a su hermano cuando eran niños y cómo Junsu lo hacía rabiar a él.

Le explicó cómo se sintió la primera vez que lo vio a través del cristal de su casa en Corea. Lo arrepentido que estaba de haberlo tratado tan mal. Lo arrepentido que estaba de no haberse abierto a él como se merecía.

Jaejoong había dado una razón de vivir de nuevo a todos los inmortales que estaban hastiados de su longeva existencia. Una nueva razón para rechazar a Loki y sus tentaciones. Jaejoong había demostrado que la gente puede cambiar, que puede unirse y luchar juntos por algo bueno en común, aun tratándose de clanes que habían estado eternamente enfrentados. Jaejoong les demostró, que el amor no conoce de barreras ni de leyes ni de razas. Y que además todo era posible.

—Yo estaba muy unido a Seong Hun —le explicaba. —El era un modelo a seguir para mí y aunque el clan nos respetaba tanto a él como a mí yo todo lo que sabía lo aprendí de él. Tú eres como él, Jaejoong. No puedes rendirte. Porque sé que he cambiado estos días, y todo lo bueno que han empezado a ver los demás en mí te lo debo a ti. Tú me has hecho un hombre mejor y siento que ya no podré continuar mi vida si tú no estás. ¿Puedes llegar a imaginar el don que me has regalado? Puedo volver a caminar bajo el sol, pequeño. Tú eres mi mejor regalo, mi mayor sorpresa. ¿Y yo cómo te lo pago? Cayendo en una trampa y poniéndote en peligro. Soy un inepto.

— ¿Yunho?

Yunho se quedó inmóvil. Jaejoong le estaba hablando.

—     Yunho, no pares. Sigue hablándome. ¿Eres tú, verdad?

—Sí, mi corazón  —tenía los ojos cerrados pero las lágrimas salían igual.

—No sé... no sé cómo encontrarte. Tú voz es como un bálsamo.

— ¿Jaejoong? ¿Dónde estás? ¿Por qué no vuelves conmigo?

—No sé cómo hacerlo. Enséñame. Guíame.

Yunho se esforzó en levantarse de la cama. No iba a perder el contacto mental ni loco. Abrió la puerta de la habitación contigua y tambaleándose se internó en ella. El cuerpo de Jaejoong yacía inmóvil y pálido en la cama. Las sábanas blancas no disimulaban su cuerpo esbelto y precioso. Había perdido algo de peso, pero a Yunho le siguió pareciendo hermoso.

Se arrodilló a su lado y cubrió su mano con las de él. Apoyó su frente en Jaejoong.

—Jaejoong, haz un esfuerzo por mí. Te necesito. Sigue mi voz.

—Tengo frío.

—No, cariño. Mi voz te dará calor. Yo te daré calor.

—Estoy en un pasillo y no sé qué puerta escoger... Estoy perdido.

—Elije la mía. Mi puerta.

— ¿Cómo es esa puerta? ¿Qué hay detrás?

Yunho tenía desgarrado el corazón. Vio que dos lágrimas caían sobre la sábana blanca e impoluta. Eran de Yunho.

—Tras la puerta está mi corazón.

— ¿Tu corazón? No te puedo ver.

—Sí. No hace falta que me veas. Sólo siénteme.

— ¿Qué más hay en esa puerta?

—Hay un enorme letrero que pone AMOR. Yo te daré el amor más sincero, el más profundo y vinculante. Elígeme, Jaejoong. Yo... yo... —tragó saliva. Qué poder tenía esas palabras que le hacían sentirse diminuto y terriblemente frágil. —Yo te amo. Lucharé por ti, por lo que tenemos. No lo entendía antes. Pero tú me has abierto los ojos a un mundo lleno de emociones. Ven a mí. Déjame compensarte. Elígeme. Te quiero.

Yunho esperó temblando una respuesta de Jaejoong, arrodillado, humilde y sincero como nunca lo había sido. Subyugado a Jaejoong.

— ¿Jaejoong? —alzó los ojos para ver el rostro amado.

No contestaba. Miró su nudo perenne. Volvía a picarle. Miró el de Jaejoong por encima de sus cicatrices que poco a poco y con el tiempo se sellaban. Maldito Ryu Jin. No podía quitarse de la cabeza todo el sufrimiento que le había provocado a Jaejoong.

—Jaejoong, por favor... No me dejes. Quédate conmigo.

Tras esas palabras, Yunho se desmayó y cayó al suelo.

* * *

— ¿Cuándo podré verle? —preguntó Jaejoong acomodándose la almohada detrás de los riñones.

—Espera a mañana, don impaciente —lo reprendió Junsu quitándole la venda del muslo. —Mi hermano quiere estar fuerte para ti y antes de que te despertaras cayó desmayado al suelo. Llevaba tres días sin dormir y había perdido mucha sangre.

—Yunho me trajo de vuelta —murmuró Jaejoong mirando por la ventana. Sí lo trajo de vuelta con sus palabras. El dolor quedaba atrás, pero no las ansias de volver a oír de su boca las palabras que él le había dicho mentalmente. — ¿Cuándo se despertará?

—Pronto. ¿Todavía te duele la cabeza? —le preguntó admirando la fina cicatriz que le quedaba en el muslo. —Chico, qué rápido te curas.

—Es tu hermano. No entiendo cómo permitió que Yoochun preparara tantas botellas llenas de su sangre para mí. Y sí. Aún me duele un poco.

Claro que le dolía. Yunho había fundido su muro defensivo haciéndolo estallar por los aires. Pero nunca, jamás, se lo reprocharía. Gracias a Yunho él vivía.

—Tú has hecho posible que hoy estemos a salvo, Jaejoong —le comentó Junsu. —El ataque no nos cogió por sorpresa y aunque cayeron en la lucha unos cuantos de nosotros, la mayoría sobrevivió. Gracias —le apretó la mano en un gesto de sincero agradecimiento.

Jaejoong le sonrió y asintió inclinando la barbilla.

Heechul asomó la cabeza por la puerta y tocó con los nudillos.

— ¿Se puede?

Los dos se alegraron de verlo. Junsu le dio un beso en la mejilla y luego se lo dio Jaejoong. Heechul llevaba una caja de bombones para ellos. — ¿Cómo te encuentras hoy? —le preguntó Heechul.

— Ya estoy bien. Necesito salir de aquí. Sácame. Heechul — sonrió y miró a Junsu.

—No puedo —se encogió de hombros.

—Heechul —le dijo Jaejoong quitándole la caja de bombones de las manos. La abrió y los invitó a que comieran con él. —Tenemos que hablar de tus... aptitudes. Ayudaste a salvar tanto a vanirios como a berserkers.

—No —contestó Heechul negándose como un niño mientras masticaba un bombón. —Fue casualidad.

—No digas estupideces. ¿A qué le tienes miedo? Heechul, sólo quiero saber de dónde vienen tus facultades para poder hablar mentalmente con la gente.

—Oye, mira. No quiero ser un conejito de indias, ¿vale? Ustedes aprovéchense de esto que me pasa siempre que quieran, pero déjenme tranquilo. Suficiente tengo con todo lo que nos encargó hacer el nazi de tu novio como para tener que someterme a pruebas de ningún tipo.

— ¿Changmin se encuentra bien? —preguntó Jaejoong preocupado.

—Sí. Acompañó a Jong Hwa para encontraros. Él estaba desesperado por verte otra vez en plenas condiciones. ¿Sabes que con la sangre se marea? Pues cuando vio el suelo de ese lugar tintado de rojo casi se desmayó.

—Me ha venido a ver esta mañana. No paraba de abrazarme —pobre Changmin. Cuánto miedo había pasado por él.

—Me voy. Cuando Yunho se recupere quiero que vea que tengo listo todo lo que me pidió, si no tanto yo como Changmin nos iremos de cabeza a un campo de concentración —le sonrió maliciosamente a Jaejoong.

Definitivamente para Heechul, Yunho era un dictador. Pero Jaejoong sabía que Heechul ya le tenía cariño.

—Heechul, no deberías esconderte —espetó Junsu.

— ¿Qué? No me escondo.

—Eres especial. ¿Qué hay de malo en eso? —le preguntó Junsu saboreando un bombón de almendras.

—Todo. Mira en qué mundo estoy. Hombres lobo, vampiros... Y yo con un supuesto don para comunicarme con ustedes. Soy humano, por Dios, no tendría que hablar de esto con nadie.

—Por eso. Eres humano, Heechul. Un nuevo pasó para la evolución. ¿No te parece?

—Basta. No quiero oír más —los reprendió con la mirada. —Por cierto, he visto a tu abuelo comiéndole la boca a María —lo soltó como quien no quería la cosa. — ¿Quieres que hablemos de eso?

Jaejoong y Junsu se rieron a carcajadas.

— ¿Sabes cómo mi abuelo supo lo que estaba sucediendo y se preparó antes de que nadie le avisara para estar en Wolverhampton? —le dijo Jaejoong tomando aire.

—Ilumíname —puso los ojos en blanco ante el delicioso sabor de un bombón de chocolate negro.

—Porque estaba con María cuando yo me comuniqué con ella.

— ¿En la cama?

—Aha — Jaejoong alzó las cejas.

—Entonces María pasa a ser tu abuela —comentó Junsu.

—No. María será María, para mí. Mi María —comentó Jaejoong sin querer pensar en que tuviera una relación con su querido abuelo As.

—Entonces tienen que preguntarle a María por qué pudo recibir tu mensaje mental como yo, ¿no?

—No hace falta —sonrió Jaejoong. —Ella ya me dijo que tenía un don. Tú no.

—Bueno, chicos. Ya no quiero oír más, me ponen la piel de gallina — Heechul se levantó agitando su melena del color del fuego. —Además, tengo que ir a esclavizarme de nuevo.

Junsu y Jaejoong sonrieron y lo despidieron con amplias sonrisas.

—Cuídate, Jaejoong. Y coge fuerzas porque cuando Yunho te coja...

—Heechul…

* * *

Eran las doce de la noche. Jaejoong se moría de ganas de ver a Yunho y el maldito todavía no se había despertado.

Había tomado la decisión de despertarlo él mismo. Sí, señor. Se había puesto una bata de color lila claro hasta los tobillos. Debajo nada. Sólo piel.

Pensaba a cada minuto sobre todas las cosas que Yunho le había revelado. Cómo lo había mantenido en su paso entre los dos mundos. Cogido de la mano, no lo había soltado en ningún momento.

Realmente se reprochaba el tener que ir a despertarlo, Yunho debía descansar, pero su necesidad de él lo animaba a seguir con su propósito. Hoy Jaejoong iba a ser el cazador y Yunho el cazado.

Abrió la puerta con cuidado y se deslizó dentro como una serpiente.

La habitación olía a él. A mango sabroso y suculento. Enseguida sintió cómo le hormigueaban los colmillos.

Yunho llevaba días sin alimentarse como era debido y aunque Yoochun sacara sangre de Jaejoong para transferírsela no era suficiente como para que Yunho recuperara toda su fuerza.

Se acercó a la cama. Ya le habían retirado las sondas. Su cuerpo, algo más delgado pero igualmente musculoso, se delineaba a través de las sábanas.

Jaejoong se quedó inmóvil al ver su rostro. Estaba tan enamorado de Yunho que le dolía el pecho al verlo tan desprotegido.

Se inclinó para darle un beso inocente en la frente y lo observó anonadado mientras le acariciaba el pelo sedoso y negro como el ala de un cuervo.

—Hola, nene... — se acarició el nudo perenne de su muñeca y se le erizaron los pezones. El nudo había recuperado su color y su tonalidad natural. Se veía perfectamente.

Por mucho que lo deseara no podía abalanzarse sobre Yunho. Yunho necesitaba un poco más de descanso. Y Jaejoong decidió que se lo iba a dar por sacarlo de la oscuridad y por decirle que lo amaba.

Porque habían pasado horas después de eso, y Jaejoong estaba seguro de que Yunho se había confesado. Quería creer que le había dicho eso.

Suspiró. Esperaría hasta mañana para oírlo de su boca. Pero tenía tantas ganas... Todos lo habían puesto al día de los acontecimientos y de las proezas de Yunho. De cómo había luchado. De cómo todos se habían replegado.

Se dio media vuelta para salir de la habitación, tontamente deprimido por no poder calmar el ardor que sentía entre los muslos y en el corazón.

Intentó abrir la puerta pero esta no se abrió. Parecía atrancada. Con un poco más de fuerza intentó sacudirla de nuevo. Nada. Miró hacia arriba y vio la poderosa mano de Yunho, que sostenía la puerta para que él no saliera de allí.

Jaejoong se giró bruscamente y chocó contra su pecho desnudo y duro.

— ¿A dónde crees que vas, nene? —su voz ronca y seca después de no ejercitarla en días.

—Yo... no quería despertarte. Y entonces... me... —demonios, ¿por qué estaba tan nervioso?

—Estaría loco si dejara que te marcharas ahora mismo, pequeño.

Yunho lo estrechó entre sus brazos con tanta fuerza que a Jaejoong le costaba respirar. Hundió la cara en su pelo e inhaló cerrando los ojos de placer.

—Cariño... —murmuró con ternura y deseo.

—Yunho.

Jaejoong le rodeó el cuello y lo abrazó también con fuerza hundiendo el rostro en su cuello. Yunho lo alzó y lo llevó a su cama.

—Estás, estás temblando —Jaejoong enredó sus dedos en su melena.

—Y tú, cariño. Y tú —musitó Yunho.

Jaejoong sonrió y dejó que Yunho lo subiera a la cama y lo dejara de pie, allí. No parecía que quisieran hablar de nada. Todo lo que podían decirse se lo dirían con gestos, con caricias, besos y con gemidos.

— ¿Tienes hambre? —le preguntó Jaejoong poniendo las manos sobre su pecho y jugando con sus pezones.

Yunho asintió como un animal que necesitara su ración diaria. Lo atrajo hacia él cogiéndolo de las caderas.

—Me muero por ti, Jaejoong. Nunca más vuelvas a asustarme de esta manera. ¿Me oyes?

Jaejoong casi se echa a llorar. Le empujó el pecho y lo apartó ligeramente. Lo miró a los ojos y se quitó la bata como un seductor.

Yunho gruñó y pasó su mirada por el cuerpo maravilloso de Jaejoong.

—No me provoques —le advirtió Yunho.

—No lo hago —dio un paso hacia Yunho y se pasó la lengua por el labio inferior.

Aquello fue suficiente para Yunho. Lo atrajo hacia él y saqueó su boca con pericia y dedicación. Lo estiró en la cama, debajo de él. Su boca y su lengua arrasaron con toda la razón de Jaejoong, excitándolo y atormentándolo. Con las manos cubrió sus pezones y los acarició con reverencia.

No podría amar a aquel hombre más de lo que lo amaba. Quería gritarlo y decirlo en voz alta.

Yunho se quitó los pantalones de un tirón y su pene saltó en toda su gloria. Se colocó entre sus piernas y dejó caer todo su peso sobre Jaejoong.

—Jaejoong, me haces tanta falta... No me dejes nunca más —le suplicó con los ojos llorosos.

—No —contestó Jaejoong mirándolo fijamente a los ojos.

— ¿Estás enfadado conmigo? —lamió su garganta como un gato.

— ¿Enfadado?

—He vuelto a entrar en tu cabeza. La otra noche me fui sin avisarte, sin...

—Chist —le puso un dedo en los labios. —Tú no has hecho nada mal, Yunho. La otra noche te engañaron. Yo y cualquiera podría haber caído ante esas artimañas. Sin embargo, nadie habla de eso ahora. Todos dicen que no hay guerrero más poderoso y más mortal que Yunho. Eso está en boca de todos. Sean vanirios o berserkers. Y yo como tu cáraid me enorgullezco de ti. Luchaste por mí. Peleaste por mí. Y me salvaste. Y entraste en mi mente otra vez a la fuerza. Gracias a eso, yo estoy aquí contigo, de nuevo. ¿Cómo podría enfadarme? Quiero que recuperes el contacto mental conmigo. Fundámonos, Yunho — Jaejoong abrió un poco más las piernas para acomodar las caderas de Yunho. —No se me ocurre otro lugar mejor en el que estar que aquí, a salvo, contigo.

—     Jaejoong, me gusta tanto lo que me dices.

Yunho inclinó la cabeza y lamió sus pezones. Temblaba por el deseo tan poderoso que sentía por Jaejoong. Divisó una ligera cicatriz sobre el montículo izquierdo.

—El te mordió aquí —gruñó como un perro herido.

—Sí — Jaejoong tragó saliva.

—Yo te borraré ese recuerdo —abrió la boca y le succionó ese punto dolorido. Lamiéndolo y besándolo con cuidado y dedicación.

Jaejoong movía las caderas ante el placer de su boca. Quería que Yunho entrara de una vez por todas.

Deslizó su mano entre sus cuerpos y tomo el pene de Yunho. Éste brincó en su mano. Estaba ardiendo, suave y duro.

—Yunho...

—Cariño —le tomó de la muñeca apartándole la mano de su verga. —No me hagas esto o no duraré nada.

—No pasa nada —contestó Jaejoong.

—Sí que pasa —deslizó la boca por su pecho y descendió dándole sensuales besos hasta el ombligo.

— ¿Qué más te hizo Ryu Jin?

—Na... nada más —estaba caliente y Yunho lo iba a enloquecer.

—No soporto que él te haya hecho daño —susurro Yunho contra su estómago.

—Yunho, no me duele lo que él me hizo. Tú me has curado.

— ¿Yo? —siguió deslizándose hasta el triángulo de rizos negros. —Dime cómo. Lo único que he hecho ha sido estropearlo todo contigo una y otra vez.

Jaejoong lo miró, expectante ante lo que Yunho iba a hacerle.

—Pero ya se acabó —aseguró Yunho mordiéndole suavemente su carne.

— ¿El qué?

—Vivo para servirte, amor —separó más sus piernas y colocó los hombros entre ellas para que no las pudiera cerrar. —No hay nada que yo no vaya a hacer por ti. Nada —sonrió e inclinó la cabeza para acariciar su entrepierna con la lengua.

Jaejoong movió la cabeza de un lado al otro, agarrándolo del pelo. Se le hacía difícil tomar aire. Gemía de placer emitiendo ruidos de desesperación con la garganta.

Yunho internó la lengua en su cavidad y lo moldeó por dentro.

—Quiero oírte gemir, Jaejoong.

—Yunho, ya... ya lo hago...

—No es suficiente —lo devoró con la boca, los labios, los colmillos y la lengua. Jaejoong estaba tan húmedo que creía que se estaba deshaciendo. Ondeaba las caderas de arriba abajo, y cuando llegaba ya al clímax... Yunho alargó más los incisivos y lo mordió, clavando profundamente los incisivos en su carne.

Jaejoong lo agarró y tiró de su pelo, clavó los talones en el colchón arqueándose contra Yunho y soltó un grito de sorpresa y liberación.

Yunho absorbía sediento todo lo que Jaejoong le daba, su miel y su sangre. Y Jaejoong sentía como Yunho se fortalecía con cada sorbo y el saber que él lo revitalizaba lo excitó muchísimo más.

Para Yunho, darle placer a su cáraid y ver cómo Jaejoong se desinhibía con él lo llenaba de dicha y de alegría.

Lo lamió hasta que los espasmos de su orgasmo cedieron. Luego pasó la lengua para limpiar un hilo de sangre y cerró así la incisión de sus colmillos.

Se incorporó y se acomodó entre sus piernas.

— ¿Te ha dolido?

Jaejoong todavía regresaba del cielo cuando Yunho le preguntaba eso.

—No... No. Sólo me ha impresionado —tragó saliva y lo observó detalladamente. —Yunho, tienes muy buen aspecto, ahora. — Yunho sonrió entregado a Jaejoong por completo.

—Tú me das vida. Me das la luz del sol. Yo siento que nada que pueda darte o hacerte se podrá comparar con el regalo que tú me has dado a mi —lo besó y juntó la frente con la de Jaejoong. —Yo era un hombre entregado a una causa. A la guerra —empujó entre sus caderas y deslizó la punta de su miembro entre la humedad de Jaejoong. Jaejoong tembló y Yunho también. —No sabía lo que era amar.

— ¿Y... ahora lo sabes? —acarició la nariz de Yunho con la suya en un gesto cómplice y cariñoso.

Yunho asintió como un hombre que estuviera sufriendo.

—Méteme dentro de ti, cariño —le ordenó tomando su cara entre sus manos. Las manos de un guerrero, se veían mucho más poderosas ante un rostro tan bello y frágil como el de Jaejoong.

Jaejoong asintió con los ojos inundados en lágrimas. Lo tomó con una mano y lo guió hasta su entrada. Yunho gimió y Jaejoong siseó. El mordisco lo había dejado muy sensible, pero lo matarían antes que detenerlo a Yunho y privarlo de estar en su interior.

—Tómame —le dijo Yunho mientras se introducía hasta lo más hondo.

Jaejoong abrió más las piernas para acomodarlo mejor y facilitarle el acceso. La sensación de sentirlo rozando y frotando todo su interior lo volvió loco. Le rodeó las nalgas con sus manos y le clavó las uñas ante la sensación de plenitud y fragilidad que sintió bajo su peso y sus estocadas potentes.

— ¿Lo sabes, Yunho? ¿Sabes lo que es el amor? —le preguntó Jaejoong besando su barbilla entre temblores estremecidos.

Yunho le impedía que girara la cara o desviara la vista. Quería verlo mientras lo tomaba.

—Sí.

— ¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?

—Porque... porque yo te amo, Jaejoong. Tú me has enseñado cómo hacerlo.

Jaejoong tuvo que cerrar los ojos para que las lágrimas pudieran deslizarse y dejar de empañarle la vista. Yunho era hermoso. Con una mano le acariciaba la mejilla.

—Dilo otra vez.

—Te amo.

—Otra.

—Te amo, cariño. Te quiero. Te necesito. Te adoro —las embestidas eran más y más fuertes.

—Te amo, Yunho —le dijo Jaejoong atrayendo su cara a la de Yunho.

— ¿Cómo puede ser?

—Tiene explicación. Estoy loco —sonrió mordiéndose el labio.

—Dilo otra vez.

—Te amo. Te...

El beso que entonces se dieron fue casi criminal. No se podían dar más de lo que se daban en ese momento. Yunho le mantenía la cara cogida.

—Estoy a punto... —le dijo Yunho riendo y recuperando el aire.

—Sí. Y yo... — Jaejoong también se rió.

—Aliméntate, cáraid —lo embistió más duro, pues sabía que ya estaban al límite.

A Jaejoong se le oscurecieron los ojos y dilataron las pupilas. Tiró de su pelo atrayéndolo hacia él, frotó su nariz a su yugular para marcar el terreno. Yunho tembló de anticipación. Jaejoong clavó los colmillos en su piel y bebió de Yunho, y tanto Yunho como Jaejoong se corrieron a la vez. Sus mentes se abrieron, compartieron pensamientos, necesidades, anhelos, sueños y deseos.

Aquello era una verbena de orgasmos. Se sucedieron uno tras otro, y los elevaron hasta cuotas indecibles de placer.

Yunho seguía meciendo sus caderas dentro de Jaejoong, más suavemente, calmándose uno al otro con palabras cariñosas y besos dulces. Arrullándose con mimos.

—No te has cerrado a mí —le dijo Yunho asombrado.

—Ni tú tampoco.

—Estás loco por mi —alzó una ceja pirata y Jaejoong estalló a carcajadas. —No lo olvides.

—No seas presumido.

—Yo estoy loco por ti, pequeño, y no lo voy a olvidar.

—Entonces... ¿se acabaron las peleas? —preguntó Jaejoong acariciándole el mentón.

—No lo sé. Me gustan las reconciliaciones... —susurró mordiéndole el lóbulo de la oreja.

Yunho deslizó un dedo desde su entrecejo, pasó por su nariz, acarició sus labios y se detuvo en su barbilla.

—Te quiero, mi amor —le dijo Yunho dándole un beso en los labios.

—Te quiero mucho, mi amor —respondió Jaejoong aceptando el beso.

— ¿Para siempre?

—Lo que dure la eternidad.

Al amanecer, Yunho lo cogió en brazos, cubiertos sólo con las sábanas de la cama. Volaban juntos a través de un cielo claro, despejado y azul. El sol les bronceaba la piel cuanto más alto se impulsaban.

Jaejoong se abrazó a Yunho sin perder un solo detalle de su vuelo con él. Los ojos de Yunho parecían ahora mucho más claros con la luz diurna.

Yunho podía salir bajo la luz del sol, y eso se lo había dado Jaejoong.

—Sí, cariño. Tú me los has dado, todo —le susurró al oído.

Jaejoong sonrió con ternura.

— ¿A dónde vamos?

—Quiero enseñarte cuál va a ser tu función en nuestra comunidad.

— ¿Me has buscado trabajo? —le dijo Jaejoong incrédulo.

—No. Simplemente he pensado en todas las cosas que me has dicho — descendieron en un cerro montañoso rodeado de vibrante flores silvestres.

Jaejoong miró el lugar asombrado. Era precioso.

— ¿Qué hacemos aquí?

—Aquí —le explicó Yunho abrazándolo por la espalda, —se va a construir tu escuela.

— ¿Qué?

—Imagínate un edificio hermoso, de colores que vayan acorde con el ambiente y los alrededores. Y en el interior, un montón de niños que estén deseando escuchar a su nuevo profesor.

—Pero Yunho — Jaejoong se giró y lo tomó de la barbilla. —Yo no puedo dar clases a niños normales. No... No puedo. Se necesitan permisos... los padres podrían sospechar de mí. Mis colmillos, el color de mis ojos... No...

—Chisss —le puso el dedo sobre sus labios. —No te hablo de niños humanos —Yunho se divirtió al ver la cara de confusión de Jaejoong. — ¿Te acuerdas cuando me comentaste que si pudieras realizar un trabajo de conducta con la sociedad empezarías por nosotros?

—Sí.

—Tenemos niños y niñas, Jaejoong. Y necesitan de nuevos valores. Te los confiaríamos a ciegas si tú les educaras. Quiero traer aquí a los niños de los berserkers y que se mezclen con los nuestros.

—Yunho...

—Tú puedes transmitirles nuevos principios. Tú eres el ejemplo perfecto para ellos. Eres la mezcla de ambos. No somos incompatibles, ni debimos ser nunca enemigos. Tú puedes resarcir todo el daño que nos hemos hecho entre clanes, si empiezas uniendo a nuestros hijos. Ellos crearán una nueva sociedad, si te siguen. Odín sabe que yo te seguiría a ciegas.

—Yunho, yo... no sé qué decir.

—Di que sí —acarició su mejilla. —Este es el proyecto que esperabas. Démosle una lección a los dioses y a nuestros verdaderos enemigos. Enseñémosles que de ahora en adelante somos uno. Sus niños son los nuestros, nuestra tierra también es de ellos. Sé el pilar de esta iniciativa, mi amor.

— ¿Ya has hablado con mi abuelo?

—Por supuesto. No me atrevería a proponer nada así sin su beneplácito. Él me ha dicho que estaba orgulloso de mí —asintió emocionado.

Jaejoong no se lo podía creer. Su proyecto. Su ilusión, seguía estando ahí. Y se la ofrecía un vanirio, bruto y rudo, pero con un inmenso corazón que lo amaba más de lo que él creyó posible.

Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

—Espero que sean lágrimas de alegría —susurró Yunho.

—Lo son —dijo Jaejoong limpiándoselas con la mano. —Lo son.

— ¿Entonces? ¿Sí aceptas?

—Sí... Por Dios, claro que sí... —se cogió a sus hombros, saltó sobre Yunho, y rodeó su cintura con sus piernas, sentándose a horcajadas sobre su pelvis. —Sí, Yunho —lo besó en los ojos, las mejillas, la barbilla, las cejas.

Yunho cerró los ojos extasiado ante tanta dulzura.

—Hay mucho trabajo por hacer —le dijo Yunho arrancando la sábana de un tirón y colocándola en el suelo a modo de cama improvisada. Lo besó profundamente tomándolo de las nalgas y acariciándolo entre las piernas.

—Mucho trabajo por hacer... —repitió Jaejoong en tono desenfadado.

—Sí. Y debemos estar listos para cualquier cosa —aseguró Yunho cayendo de rodillas sobre la sábana con Jaejoong en brazos. Lo dejó estirada y dócil y Yunho se colocó encima. —Ha empezado una batalla. Y necesitamos del apoyo de todos para que llegue a un buen fin.

—Sí — Jaejoong tiró de Yunho y lo besó. —Cállate, Yunho... ya me hablarás luego de lo difícil que va a ser. Tú estás aquí y me haces feliz. Es de día y nadie vendrá a molestarnos. Hazme el amor y ya nos ocuparemos luego de todo lo demás, mi amor.

—Como desees, mi Jaejoong. Como desees.

Se besaron con dulzura y se hicieron el amor el uno al otro con absoluta dedicación.

Nadie les molestó.

FIN

Nota: Para quienes creyeron que haria la segunda parte de esta historia he de decir que no lo tenia planeado, porque seria un SiChul completamente con toques de amor Yunjae y menciones de amor odio Yoosu. Si estuvieran interesadas en que siguiera por lo menos deberían ser mas de seis chicas que lean y comenten para adaptarla, déjenme saber en sus comentarios. 

De todos modos gracias por comentar, y espero les haya gustado.