Capítulo 14
Le había
dado a él tres malditos días, ¡mejor que estuviese allí!
Jung
abrió la puerta de su SLAM Fitness y Training Center y entró.
El
área pública del gimnasio vibraba con energía y sudor. La música vibraba con
fuerza, el sonido metálico de las pesas golpeando y las voces aumentaron en un
ritmo tan familiar como su propia respiración. Apenas asintiendo a los saludos
variados que le lanzaron, Yunho se centró en la búsqueda de la única persona
que quería ver.
Su
sangre hervía al borde de la violencia que a él lo predisponía para pelear o
follar. Desde que le habían llegado noticias de que el asesino de su hermana
había salido de la cárcel como un hombre libre, sus emociones cabalgaban
demasiado cerca de la superficie. Tenía que concentrarse en su objetivo ahora
más que nunca. Sin distracciones.
Y Jaejoong
Kim era una distracción infernal.
Pero
no podía olvidarlo, no pudo conseguir sacar fuera de su mente el sabor de su
boca o la sensación de él. Se había apoderado de su mente, recorriendo sus
pensamientos día y noche.
Suficiente.
Tenía que encontrarlo ahora. Con renovada determinación, buscó en el gimnasio a
Jaejoong.
No
había aparecido. No lo veía por ninguna parte. ¿Tenía su auto en el
estacionamiento? Había estado tan obsesionado con llegar a él, que no había
tenido un segundo para mirar.
Vete
a casa. No te necesito para arreglar esto, tengo que ser fuerte, y yo no estoy
seguro de poder hacerlo contigo alrededor.
Sus palabras desde el domingo resonaban en su cabeza, mientras sus hermosos
pero atormentados ojos lo perseguían.
Inaceptable.
Habían hecho un trato, y maldición Jaejoong lo cumpliría hasta el final. No
permitiría que el idiota gilipollas de su ex novio arruinase esto.
¿Jaejoong
quería llegar a ser lo suficientemente fuerte como para hacer frente a ese
imbécil? Entonces entrenaría con él. Yunho giró para irse. Si Jaejoong no tenía
las agallas para aparecer, iría a buscarlo.
Cherry,
una de las recepcionistas, le salió al paso.
—Sr.
Jung.
Se
resistió a la urgencia de pasar de largo frente a ella. Solo quería una cosa:
encontrar a Jaejoong y arrastrar su culo aquí para entrenar o hacia la cama más
cercana.
Ellos
no habían terminado. Lo necesitaba, necesitaba terminar lo que habían empezado
para poder aclarar su cabeza.
Pero
Yunho no había construido su SLAM Inc. imperio sin tener auto- control.
—¿Qué
necesitas, Cherry?
La
niña dio un paso atrás.
—Uh,
el Sr. Kim está en la sala de entrenamiento privado. Parecía nervioso, así que
pensé que estaría más cómodo allí.
El
alivio fluyó desde sus sienes hacia abajo aliviando mandíbula, cuello y
hombros.
—Gracias.
—Se dio la vuelta, encontró la puerta, marcó el código y entró.
Santo
Cristo.
La
sangre de Yunho se detuvo ante la visión. Jaejoong extendido sobre la alfombra
azul de entrenamiento, con su cabello negro con mechones rosados, dejando al
descubierto sus auriculares para iPod. Tenía los ojos cerrados mientras repetía
sus estiramientos de yoga. Cuando se impulsó hacia abajo, flexionado hacia
adelante, haciendo la postura del perro, culo al aire, cabeza gacha, espalda
recta, la belleza de sus largas líneas le secó la boca.
Todo
menos su pierna derecha. Esa, la tenía inclinada para acomodar las placas y
tornillos que mantienen su tibia unida.
Jaejoong
se levantó, alzó los brazos y la espalda curvada en un salto mortal hacia
atrás. El arco reveló la línea de su vientre plano desde sus caderas hasta sus
costillas. Sus pantalones moldeados por las caderas hasta la V de sus muslos.
Yunho
ansiaba tocarlo. Observarlo dio calor al oscuro y frío hueco en sus entrañas,
el lugar donde empujó la mierda que le perseguía su mentor muriendo y un
asesino en libertad para vivir.
Yunho
se deshizo de sus zapatos y calcetines, y cruzó la alfombra mientras Jaejoong
se enderezaba.
Sus
ojos como un remanso se ensancharon.
—Oh,
no te oí entrar. — Jaejoong tiró de sus auriculares.
Su
polla se hinchaba, palpitando. Yunho envolvió las manos alrededor de su
cintura, sus dedos le quemaban por la franja de piel desnuda.
—Es
bueno que hayas aparecido. —Lo miró fijamente a los ojos, tratando de ver más
allá de sus barreras. Yunho no estaba acostumbrado a esta necesidad en su
interior, esta compulsión a desnudar su alma.
No
solo su cuerpo, sino todo Jaejoong.
Acarició
con sus pulgares sobre su vientre.
—No
estoy listo para dejarte ir. Aún no.
Jaejoong
incitaba, provocaba algo que no existía hacía mucho tiempo, muerto dentro de
él. Pero esta lujuria podría consumirse, siempre lo hacía.
Y
pensar que era algo más era tonto en el mejor de los casos.
Peligroso
en el peor.
Jaejoong
contuvo el aliento, su rostro sonrojado.
—No
fue tu elección. Era mía.
Tal
vez fuese una elección para Jaejoong. Para él, se trataba de una urgencia
incontrolable.
—¿Qué
te hizo decidirte?
Su
estómago se tensó bajo sus dedos.
—Yo
estoy en control de mi vida, y esto es lo que quiero. Tal vez fallé en detener
a Ryu Jin esta vez, pero la próxima vez no lo haré. Estoy aprendiendo a
defenderme.
Eso
es lo que lo atrajo hacia Jaejoong con una fuerza magnética. Jaejoong no quería
ser rescatado, Jaejoong quería rescatarse a sí mismo. Eso le atraía como
ninguna otra cosa. Su madre aún culpaba a Yunho por la forma en que su vida
había resultado. Ella culpaba a todos menos a sí misma.
Jaejoong
no. Trabajó para cambiar lo que no le gustaba. Y lo que no podía cambiar, como
el daño a la pierna, se adaptaba.
Yunho
bajó la cabeza, inhalando su aroma. Jaejoong debe haber cocido rollos de canela
en el trabajo hoy. Se le hizo la boca agua al pensar en lamer su piel, en busca
de cualquier rastro de canela.
—¿Esa
es la única razón por la que estás aquí? ¿Para aprender a luchar? —Necesitaba
esto de Jaejoong, tenía que saber que estaba tan afectado por él como él lo
estaba por Jaejoong.
—No.
Lo
provocó, escarbando más a fondo.
—¿Qué
más quieres?
—Tú.
Me gusta la manera en que extiendo mis límites contigo. — Jaejoong tragó—.
Todos ellos. Física y sexualmente.
El
aire de la habitación, ardía, despedía chispas, por la conexión entre ellos,
formando un arco como un cable de alta tensión. Tenía que tener algún tipo de
control de nuevo antes de que Jaejoong le hiciera caer de rodillas con su
honestidad y confianza.
—Estás
en mi gimnasio ahora, chico pastelero. Es hora de extender algunos de esos
límites.
La
vulnerabilidad en sus ojos endurecidos con determinación.
—Me
estiré. Estoy listo para trabajar.
—Todavía
no. —Un tono ronco cubría su voz.
—¿No?
— Jaejoong inclinó la cabeza hacia arriba.
—No
hasta que te bese. — Yunho rozó sus labios sobre los de él, cubriéndolo de
besos mientras se dirigía a su oreja—. Y tú arderás por mí como yo he estado
quemándome por ti. Durante tres días de mierda.
Y
noches. Incluso mientras entrenaba, algo inaudito antes de Jaejoong.
Su
indudable estremecimiento le excitaba más. Yunho ladeó la cabeza hacia atrás
para arrasar su boca. Dios, su sabor.
Tan
lujurioso, perversamente placentero que disminuyo el asalto para disfrutarlo y chupó
suavemente su lengua.
Jaejoong
se derritió contra él y entrelazó los dedos en su cabello.
El
tirón en su cuero cabelludo le ardió derecho hasta su ingle. Ahuecando sus
caderas, levantó a Jaejoong presionando su erección hacia el centro caliente
entre sus piernas.
Envolviendo
las piernas alrededor de su cintura, Jaejoong gimió en su boca y Yunho arrojó
los últimos vestigios de control al infierno.
O se
detenía ahora, o lo tomaría con fuerza contra la pared de la sala de
entrenamiento. Tan tentador como era, tampoco sucedería, no cuando existía la
posibilidad de que alguien pudiese entrar. Jaejoong desnudo era solamente para
sus ojos. Esto podría ser temporal entre ellos, pero maldición lo protegería
mientras fuera suyo. Se liberó del beso, pero el deseo que había visto en sus
pupilas dilatadas no le ayudó. Apoyando su frente contra la de Jaejoong,
contuvo el oxígeno.
—Ahora
nos calentamos.
Yunho
no quería dejarlo en el suelo. Demonios, si pudiera salirse con la suya, lo
habría llevado a su casa, encerrado en su dormitorio y perderse en él. Por
horas o días, el tiempo que le tomase calmar la necesidad ardiendo en su
sangre.
—¿Para
entrenar o para el sexo? —Su respiración rozando ligeramente su rostro, como si
fuera una pluma, mientras sus palabras burlonas eran más profundas.
—Ambas.
Entrenar primero. —Porque sabía lo importante que era para él. Jaejoong
necesitaba superar sus ataques de pánico—. Después de eso vamos a ducharnos, e
ir a cenar, luego voy a desnudarte y mantenerte de ese modo.
Durante
el tiempo que ardiese el fuego entre ellos, entonces podría concentrarse en lo
que tenía que hacer.
Vengar
a su hermana.
* * *
Las
miradas les siguieron hasta la mesa y no habían cesado, pero Jaejoong
decididamente ignoró a los mirones. Esas miradas indiscretas no lo observaban a
él. No, eran el metro ochenta y cinco de belleza salvaje al lado de él que
habían dominado la atención desde el segundo en que habían entrado.
Yunho
ocupaba la mayor parte del reservado, y demasiado espacio en su cabeza. Durante
tres días, no había pensado en nada más, excepto en Yunho y su negocio. Cuando Yunho
lo había rescatado de Ryu Jin, había estado sorprendido por el deseo salvaje de
arrojarse a los brazos de Yunho. Esa necesidad de contar con Yunho lo había
aterrorizado. Hizo muy fácil apoyarse en él. Temía perderse, perder al hombre
que estaba trabajando tan duro para llegar a ser.
Jaejoong
había tenido que dar un paso atrás. Pero ahora aquí estaba, de nuevo con Yunho.
—Prueba
la fondue de alcachofa y espinacas.
Saliendo
bruscamente de sus pensamientos, se concentró en Yunho sosteniendo un tenedor
con un cubo de pan que goteaba una salsa cremosa.
Sonrió.
—Ahora
que tengo tu atención.
—Nunca
la perdiste. —Mierda. Probablemente no debería haberle dicho eso.
Después
de bajar el tenedor, Yunho se inclinó más cerca, el calor resplandecía en sus
ojos marrones.
—Pensaste
en mí.
—Demasiado.
—No lo dejó retirarse a ese lugar seguro en su cabeza donde podía distanciarse
del placer o dolor. Que hacía que el estar con él fuese estimulante y
aterrador—. Y luego, por tres días... me deslice nuevamente a ese estado gris
entumecido. —Jaejoong no quería ser más un cobarde, temeroso del rechazo, la
crítica y el pánico. No quería simplemente existir, quería vivir.
—¿Lo
sientes ahora?
Su
voz profunda, ardiente y centrada calentaba su piel.
—Sí.
Un
desafío irradiaba de Yunho.
—No
voy a dejar que retrocedas. Si te retiras, voy a por ti. ¿Me escuchas, gatito?
Su
pulso se aceleró. Yunho lo había logrado antes, sujetándolo a una pared y
burlándose de Jaejoong hasta que se defendió. A Jaejoong le había encantado,
emocionado con la poderosa sensación. Aunque, Jaejoong tenía el arma
definitiva.
—Puedo
golpear ligeramente hacia afuera. —Su gesto seguro.
Yunho
se inclinó, rozando sus labios con los suyos.
—Siempre.
—Tomando un tenedor nuevo mojó otro cubo de pan en la salsa—. Come. —Deslizó el
pan en su boca.
Los
sabores ricos e intensos se deslizaron sobre su lengua.
—¿Bueno?
—Oh,
sí. —Mejor que cualquier cosa que hubiese comido en días.
—Sigue
así, y no voy a ser capaz de ponerme de pie para irnos.
Al
menos no era solo Jaejoong el que se ahogaba en deseo.
Jaejoong
hundió un trozo de verdura en la olla.
—Parece
ser un problema recurrente. Me di cuenta en el gimnasio.
—Tú
fuiste la causa directa de ello en el gimnasio.
Había
estado nervioso como el infierno acerca de verlo. ¿Qué sucedía si su atracción
había muerto? ¿Y si Yunho hubiera perdido el interés?
Entonces
lo había besado y todas sus dudas habían desaparecido.
—Y,
sin embargo, insististe en ejercitarnos, ducharnos y comer.
Jaejoong
había estado dispuesto a saltarse la parte de comer.
—Tengo
motivos ocultos para alimentarte. — Yunho le tentó con más pan sumergido, en
fondue—. Come, chico pastelero, necesitarás la energía para sentir.
Tan
seguro de sí mismo, ¿y por qué no lo estaría? Un beso, y Jaejoong se había
derretido en un charco de doloroso deseo.
—Lo
siento, estoy demasiado cansado para un ejercicio más fuerte después de la hora
y media de ejercicios que me hiciste pasar.
Yunho
jugó con un mechón de su cabello.
—No
te creo, Jaejoong. Amas entrenar. Si no le hubiese puesto fin, todavía
estaríamos en el gimnasio. Tienes más determinación que algunos de los
campeones luchadores que conozco.
Distraídamente
se frotó la pierna. El temor de ser una víctima indefensa se agitó de nuevo en Jaejoong.
—Necesito
ser mejor. Una vez que tenga la habilidad y el conocimiento de cómo manejarme
en una situación difícil, creo que mis ataques de pánico residuales se
detendrán.
La
curiosidad centelleó en sus ojos.
—¿Qué
te convenció?
—Ryu
Jin. —Unos pocos días le habían dado una mejor perspectiva. No había fallado en
cuidar de sí mismo, sino más bien, había dado pasos hacia volverse cada vez más
fuerte. Se había enfrentado a Ryu Jin en un principio, y estaba orgulloso de
ello—. Me las arreglé para romper su dominio sobre mí de una vez. Y se siente
condenadamente bien. Era la primera vez que me sentí en control desde que los
dos fuimos supuestamente asaltados.
Un
asalto que no fue un robo. Al menos... Jaejoong no lo creía. Ryu Jin no quería
que sus recuerdos de esa noche volviesen, pero Jaejoong sí. Necesitaba saber la
verdad.
Yunho
sonrió.
—Apuesto
a que sí.
—Pero
luego Ryu Jin se abalanzó sobre mí, sujetándome contra la pared. He intentado
golpearlo con la rodilla, pero lo hice mal. —Con el ceño fruncido, admitió—:
Fue entonces cuando perdí el control, y el pánico se apoderó. Pero si me
entreno lo suficiente, va a convertirse en un reflejo. —La determinación se
manifestaba en su voz—. Sabré qué hacer. No voy a entrar en pánico.
—Le
vas a patear el culo un día. Y voy a estar viéndolo.
Eso
hizo brotar una risa sobresaltada por parte de Jaejoong.
—Bueno,
está a salvo esta semana ya que está en la costa este. Y yo todavía estoy
entrenando.
Yunho
tenía razón, le encantaba entrenar y adquirir las herramientas para vencer el
pánico. Había pasado mucho tiempo, pero Jaejoong estaba casi llegando a un
punto en que podía ver un futuro en el cual no tuviese miedo de vivir.
Yunho
hizo a un lado su plato.
—Estás
llegando allí, Jaejoong. Pero se necesita tiempo y práctica. — Yunho se echó
hacia atrás mientras los camareros vinieron a recoger los aperitivos y poner la
cena en la mesa.
Jaejoong
revolvió su mahi mahi —pescado—, probando las salsas mientras Yunho abordó su
filete y la langosta fría. Pero sus pensamientos estaban todavía en el
entrenamiento.
—¿Cómo
te volviste tan bueno? —Haciendo un gesto indiferente con su mano ante Yunho,
dijo—: Aparte de haber nacido grande y musculoso. ¿Cómo aprendiste? —No solo
había ganado tres campeonatos de la UFC, sino también había creado SLAM Inc.
¿Que había desarrollado tal ambición en él?
Yunho
puso algo de langosta en el plato.
—Crecí
pobre y rudo. Aparte de eso, tengo un par de cinturones negros. Eso no solo me
ayudó a desarrollar una cierta habilidad, sino también disciplina.
Jaejoong
se olvidó de su comida.
—¿Dos
cinturones negros? —Oh quería desesperadamente preguntar más acerca de sus años
de crecimiento. Se citaban, pero no estaban construyendo una relación, entonces
frenó su curiosidad.
—En
jujitsu y tae kwon do. —Echando un vistazo a su plato, Yunho le dio un gentil
empujón a su mano—. Prueba la langosta.
Jaejoong
sumergió la langosta en salsa mientras que pensaba en la seria dedicación que
debía haberle tomado conseguir cinturones negros en dos disciplinas diferentes.
—¿Qué
te hizo querer llegar a ser un luchador?
Yunho
conservó su atención en cortar el filete.
—Fui
a una pelea de UFC y descubrí mi pasión.
Demasiado
fácil. E irritante.
—¿Me
veo como un periodista?
Con
sorpresa levantó las cejas.
—¿Qué
significa eso?
—Esa
ha sido la respuesta estándar para tu biografía y entrevistas. Me gustaría
saber algo más sobre el hombre con el que me acuesto.
Yunho
lo hacía sentir como que lo entendía. Quería conocerlo a ese mismo nivel.
Se
quedó mirándolo hasta que Jaejoong se empezó a mover incómodo.
—Bien,
no tienes que decírmelo. —Incomunicado, excluido por su silencio, Jaejoong comió
mecánicamente. No tenía importancia, no estaba entrevistando al hombre con el
que pasaría su vida…
—No
me gusta pasar hambre, y odiaba ser invisible o digno de lástima. —Su voz era
tan oscura como sus ojos—. La gente no quiere verte cuando eres pobre o sin
hogar o desesperado. Créeme, eso creó una determinación para conseguir que
ellos te vean. Por entonces tenía doce o trece años y era un chico furioso,
problemático, dirigiéndose a prisión o a una muerte prematura.
Odiando
su sufrimiento, Jaejoong rodeó con su mano su antebrazo de granito. ¿Qué podía
decir? Había crecido en una familia rica, y Yunho lo sabía. Sus orígenes no
podían ser más diferentes. Y sin embargo, hoy Yunho era el que estaba centrado
y Jaejoong el que tenía todos los problemas. ¿Cómo era eso de irónico?
—Conocí
a un hombre que me introdujo a las artes marciales mixtas y UFC. Ese fue mi
billete de salida. —Los desagradables recuerdos contaminando sus ojos se
desvanecieron—. Usé toda esa ira para entrenar, sabiendo que un día lo lograría.
Se
había arrancado a sí mismo de una vida de pobreza. Jaejoong no fingió que
realmente podía comprender eso, pero sabía lo que era ser juzgado por algo que
no podía controlar.
—Lo
hiciste. Y les hiciste ver que eres lo que has logrado por ti mismo, no lo que
naciste.
Yunho
giro su brazo y le cogió la mano.
—Tú
arrastras más mierda fuera de mí que cualquier otra persona que conozco.
Oh,
a Jaejoong le gustó eso, aunque a Yunho no.
—Me
parece justo, ya que tú me haces lo mismo a mí.
—¿Listo
para el postre?
Jaejoong
dejó pasar la intromisión de la voz del camarero.
Yunho
miró su plato.
—Estamos
listos.
Durante
la intensa actividad mientras se removían los platos, el carrito de postres
presentaba la combinación flambeada de chocolate con leche, caramelos y nueces,
Yunho mantuvo su atención en Jaejoong.
Cuando
estuvieron solos de nuevo, eligió una fresa, la mojó y se la extendió a Jaejoong.
—Abre
la boca.
Incapaz
de resistirse, mordió la fruta que goteaba. Tan bien. Aún mejor era el modo en la
que Yunho lo hacía sentirse normal y deseable. Jaejoong no tenía que trabajar
duro para encajar, no tenía que medir cada palabra o acción. Disfrutando el
momento y bajo su completa atención, Jaejoong selecciono una rodaja de plátano
para Yunho.
Yunho
comió la porción, entonces capturó su muñeca y lamió una gota de chocolate.
Escalofríos
estallaron en su piel, sus pezones se endurecieron ante la sensación cálida,
húmeda y ligeramente áspera de su lengua.
—Tú
sabes mejor que cualquier postre. —Sus ojos ardían sobre Jaejoong —. Sigue
comiendo. Motivo ulterior, ¿recuerdas?
Jaejoong
había estado listo desde que lo había besado en la sala de entrenamiento.
—Ya
he tenido suficiente. Además, no es postre de lo que estoy hambriento.
En
cuestión de minutos, estaban fuera en la noche fría, dirigiéndose hacia el
servicio de aparcaautos. Una vez que el aparcaautos tomó el billete, guió a Jaejoong
a un lado. La gente se movía a su alrededor, pero Yunho estaba centrado en Jaejoong.
—Ven
conmigo a casa, Jaejoong. Quiero mostrarte el certificado de salud.
Se
quedó sin aliento. Había olvidado que habían hablado sobre hacer el asunto del
certificado de salud.
—No
tengo mi auto. —Había ido a casa después del gimnasio a ducharse, y Yunho lo
había recogido allí.
Envolviendo
su mano alrededor de la parte posterior de su cuello, Yunho se inclinó.
—Confía
en mí te llevare a tu casa cuando te quieras ir.
Jaejoong
podía confiar en Yunho. Le había demostrado eso. Cada vez que Jaejoong dibujó
una línea, Yunho la respetaba. No siempre le gustaba como cuando le dijo el
pasado domingo por la mañana que necesitaba unos días para resolver si podía
manejar este acuerdo entre ellos pero lo respetaba.
—Está
bien. Voy a ir a tu casa. Pero no tengo nada que mostrarte sobre mi salud. —La
excitación estremecía su estómago, tanto ante la posibilidad de ver su casa
como de estar a solas con Yunho. Temblores minúsculos recorrían como rayos por
su espalda.
Apartó
su boca de sobre la de Jaejoong.
—Tu
intervalo del sexo te exime.
También
confiaba en Jaejoong. Eso lo ayudó a relajarse y disfrutar del momento.
—Eh,
es un lado positivo estar fuera de práctica.
El
mercedes de Yunho se detuvo.
El
aparcaautos saltó, corrió por el frente y abrió la puerta del pasajero.
—Aquí
tiene, señor.
Yunho
se alejó, y Jaejoong dio un paso. Su atención estaba bloqueada por la forma en
que el aparcaautos sostenía la puerta... Jaejoong tropezó, golpeando sus manos
hacia abajo sobre el capo caliente del auto. Un terror helado le apuñaló. Un
zumbido llenó sus oídos. Líneas grises gruesas ondearon a través de su visión. Jaejoong
cerró los ojos, luchando contra el ataque.
Un
auto deslizándose hasta detenerse, alguien manteniendo la puerta abierta. Un
hombre saliendo.
Algo
le cubrió la boca. Jaejoong no podía respirar. Luchó, pero sus brazos estaban
inmovilizados detrás de su espalda.
—¡Alto!
¡Oh Dios, Alto! —gritó Ryu Jin.
—Consecuencias,
Dr. Lim.
Un
bate de béisbol se balanceó hacia...
No.
No iba a ceder al pánico y abrió sus ojos bruscamente. Empujando erguido, trató
de orientarse.
El
aparcaautos corrió hacia Jaejoong.
Jaejoong
retrocedió de un salto, porque no quería que lo tocara, y casi tropezó. Un
brazo alrededor de su hombro.
—Jaejoong
tranquilo.
Yunho.
Su calor irradiaba a través de su terror, calmando el
pánico salvaje.
—Lo
tengo. —Se acercó a Jaejoong pasando al aparcaautos y lo acomodó en el asiento.
Segundos después, Yunho se encerró en el auto con él y cerró su gran mano en
torno a las suyas—. Tienes frío. Tienes frío. —Arrancó su suéter negro de un
tirón por sobre su cabeza y lo envolvió alrededor de Jaejoong arropándolo como
una manta. Entonces arrancó el auto, encendió la calefacción y los llevó por la
carretera.
El
suéter caliente de Yunho olía a él. Ayudó a calmarlo, al igual que su voz y el
tacto habían pasado a través de su pánico. Incluso ahora, deseaba que lo
estirase hacia sus brazos y lo abrazara. Lo ansiaba y se odiaba por ello.
Decidido a conquistar su debilidad, Jaejoong trató de darle sentido a lo que
acaba de suceder.
—Consecuencias.
—Probó a decir la palabra en voz baja, pero le hacía retorcer el estómago.
—¿Qué?
No
estaba preparado para hablar de los detalles.
—Fue
un recuerdo. Uno malo. De repente me tropecé. —Lo tomó de la mano.
—
¿Estás bien? ¿Tu pierna?
—Alucinante,
fabuloso. —El asco y la frustración consigo mismo crecía en su pecho. ¿Acaso no
había estado aplaudiendo silenciosamente su casi salud mental? Sin embargo,
allí estaba, temblando como un niño asustado—. Públicamente me he humillado a
mí mismo y al hombre con el que estoy son el final perfecto para mi noche.
Su
mandíbula apretada, los hombros tensos tironeaban de la camiseta blanca, y las
venas se destacaban contra los duros músculos de sus antebrazos.
Jaejoong
apartó la mano de la suya.
—Estás
enojado. —Por supuesto que lo estaba. ¿No podía Jaejoong aguantar su mierda por
una noche? —. Puedes dejarme en casa.
Silencio.
No
era todo eso demasiado familiar. El silencio que gritaba su decepción. Sus
padres eran muy buenos en eso. Ellos estaban ignorándolo por ver a Yunho e
insistiendo que mantienen a Ryu Jin lejos por él. Jaejoong inclinó la cabeza
hacia atrás, determinado a dejar a Yunho solo. Yunho no había hecho nada malo,
incluso había tratado de ser amable. Jaejoong era el único que tenía el ataque
de perra.
—Si
necesitas una pelea, estoy dispuesto a dártela.
Su
garganta se apretó y apretó los dientes en contra de las ganas de llorar.
Necesitaba sentir, luchar contra la impotencia y Yunho vio eso en él. Era mucho
más fácil cuando abandonaba y no sentir el dolor del rechazo y el fracaso
¿Realmente había pensado que él podría ser algo cercano a lo normal?
—Lo
siento. Me estoy desquitando contigo. —Vaya modo de arruinar la noche.
—Ahora
me estoy cabreando. No te disculpes por necesitar eso de mí. — Yunho contuvo el
aliento—. Y para que conste, he luchado frente a miles, y a veces me pierdo.
Después de eso, muy poco me avergüenza.
Su
respiración se detuvo, y el aire en el auto se espesó mientras trataba de
descifrar lo que le estaba diciendo. ¿Aguantarse y manejarse como Yunho lo
había hecho? ¿O era Jaejoong la única cosa que le podría causar humillación?
—Tú
me haces algo a mí. —Una farola pasando iluminó la intensidad tallada en su
rostro—. Pero no me avergüenzas. —Yunho condujo el Mercedes a la vuelta de una
esquina—. Estamos aquí.
El
auto redujo la velocidad y giró. Una puerta de hierro forjado enorme se abrió
lentamente, dejando al descubierto un extenso camino que conducía a una casa
enorme enmarcada con luces suaves del terreno. El moderno edificio hacía alarde
al contemplarlo de ángulos rectos brutales y líneas limpias y duras.
Al
igual que Yunho.
***
Katherine Miranda. Si me gusta cuando Yunho es así, no puedo evitarlo. Gracias a ti por leerme.
Yunho Kim. Me enrojezco jajaja gracias por leerme tambien. Eres rete linda.
Ginny Salazar. Muchas gracias, y si yunho es un protector jajaja.
Lidia Tun Mex. Aquí el inicio de la segunda parte, espero te guste. Gracias por leerme.
Reina Sandoval. Si es una pareja encantadora, y gracias por tu comentario. Claro me pondré a revisar por eso cambie el formato porque logre notarlo en algunas actualizaciones.
***
Katherine Miranda. Si me gusta cuando Yunho es así, no puedo evitarlo. Gracias a ti por leerme.
Yunho Kim. Me enrojezco jajaja gracias por leerme tambien. Eres rete linda.
Ginny Salazar. Muchas gracias, y si yunho es un protector jajaja.
Lidia Tun Mex. Aquí el inicio de la segunda parte, espero te guste. Gracias por leerme.
Reina Sandoval. Si es una pareja encantadora, y gracias por tu comentario. Claro me pondré a revisar por eso cambie el formato porque logre notarlo en algunas actualizaciones.
Solo comento lo que leo y lo que siento me han gustado mucho mucho tus historias están increíbles
ResponderEliminarGracias muchas gracias
También quiero agardecerte por tomar en cuenta mi comentario sobre el blog...lo que pasa es que ayer quería leer “Otra oportunidad" pero no pude y por eso mi comentario ♥♥♥
Oh no que fue lo que paso al parecer Jaejoong retrocedió un poco en lo que habia avanzado para no tener miedo a lo que pasó hace cinco años atras sera por lo que Yunho no estuvo a su lado ese tiempo que salió de viaje ojalá que Yunho pueda proteger y hacer que Jae pueda recuperar la confianza en sí mismo y pueda demostrar que el es fuerte y qué pasará con lo de Yunho y su venganza ya qué él hombre que mato a su hermana está libre no tendra el que ver también en el asalto que sufrió Jaejoong gracias Patricia por este capítulo esperare el siguiente por que cada día se pone más interesante
ResponderEliminarJae decidio seguir con su entrenamiento ademas de que extrañaba a Yunho,me alegro por eso el tiene la determinacion de poder defenderse solo y lo lograra.
ResponderEliminarEstos 3 dias Yunho ha sufrido por que no ve a Jae pero aun asi acepto el tiempo de Jae aunque estaba al limite cuando Jae aparecio,me encanta la quimica que tienen.
LO IMPORTANTE ES Q JAE ESTA RECORDANDO POCO A POCO Y YUN ESTA AHI PARA EL.OJALA LO HAGA PRONTO Y LE PATEE EL C... A SU ARROGANTE Y COBARDE EX Y SE SEPA LA VERDAD DE UNA VEZ MUERO POR LEERESA PARTE Y SOBRE TODO COMO LOS DOS POCO A POCO SE VÁN NECESITANDO MAS EL UNO DEL OTRO .GRACIAS .
ResponderEliminarJAE YA ESTA RECORDANDO POCO A POCO ES LO IMPORTANTE Y YUN ESTA ASU LADO .MUERO POR LEER EL MOMENTO CUANDO ENFRENTE CON LA VERDAD AL ARROGENTE Y COBARDE DE SU EX,Y COMO ELLOS POCO A POCO ESTAN NECESITANDO EL UNO DEL OTRO ES TAN TIERNO VER COMO EL AMOR VERDADERO ENCUENTRA SOLO Y SIN PRECIONES SU PROPIO CAMINO .GRACIAS
ResponderEliminarYa está la segunda paaarte!!!
ResponderEliminarQue genial, menos mal JJ ya está recordando que le sucedió realmente, después del final de la parte 1 pensaba que podía retroceder en su entrenamiento pero menos mal que no!!
Espero ansiosa el próximo capitulo!
Graaacias!!
Camila.
pobre Jae cada ves le llegan mas recuerdos a su memoria espero que pronto salga todo lo que lo atormenta y pueda liberarse al fin de tanta frustración y pues yunho estará ahí para darle su amor y a ese ex que le de una paliza por que nada me quita que el es el culpable de todo el dolor de Jae
ResponderEliminarGracias Pao por compartirnos tan bellas historias es un placer para mi leerte saludos y bendiciones para ti y tu apreciable familia
Jae en su coraje se desquita con Yunho pero lo bueno fue que esta vez Yunho no lo dejo, es muy lindo al dejar ser el receptor de la furia de Jae para así amansarlo.
ResponderEliminarGracias!!!
Wow de verdad que sus padres fueron tan malos con el par creer que todo mundo es igual a ellos... Y a Yun le toca los platos rotos... Ojalá Jae recuerde y todo se ponga en su lugar...
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