Capítulo 17
Daniel decidió mudarse
después de yo ganar el caso. Vendió su casa, compró un nuevo vestuario de
camisas pastel, y cambió su Lexus por un brillante Corvette amarillo. Me siento
invadido cuando llego a casa un día y encuentro mi sala de estar llena de sus
cajas prolijamente etiquetadas. Armario
de la planta baja, sala de juegos, oficina, proclaman en escritura a mano, que yo sé muy bien que
es de su madre. Me paseo a través del laberinto de pertenencias de Daniel y
espero que no planee desembalarlas aquí. No tengo espacio para dianas y fotos
autografiadas de Diego Maradona. Discutimos sobre ello durante una semana y,
finalmente, él se compromete a poner sus pertenencias en un depósito. Sin las
cajas, trabajo en la adaptación a mi nueva “vida en” que patrulla los pasillos
de mi apartamento en jockeys blancos, cantando canciones de espectáculo en un
acento tejano. Mi nevera está llena de cerveza y salsa, y por alguna razón
salvaje esto me molesta más que las pilas de ropa sucia que encuentro arrojadas
en todas partes de la casa.
Una mañana me despierto
para encontrar las palabras “Eres caliente” garabateadas en mi espejo del baño.
Aprieto los dientes tirando el tubo de cincuenta dólares destruido de Wine Gum
y luego paso los siguientes diez minutos fregando el residuo con vinagre.
Cuando ocurre una segunda vez. Entre los meses de marzo y mayo, encuentro
diecisiete curiosas manchas en el sofá marfil, doce rozaduras de zapatos en mi
pared y treinta y siete botellas de cerveza dejadas al azar alrededor de la
casa. Él me lleva a cenar en nuestro aniversario y usa una camisa de botón bajo
verde azulada, con pantalones blancos y mocasines de cocodrilo blanco. Recuerdo
la elección de buen gusto de Yunho en cuanto a ropa y me siento avergonzado por
la extravagancia de Daniel. Esto no es un
juego de comparaciones, me
recuerdo a mí mismo. Me dice que me quiere un montón de veces y cada vez me estremezco por dentro.
Oh, ¿qué sabes sobre el amor? Me quejo, en silencio. Nunca has engañado para tenerlo.
El hermoso Daniel, quien
me adora y me trata como un accesorio caro, incluso odio la forma en que su
almohada huele.
Yunho provocó esto,
maldito. Yo estaba feliz, en una especie de manera delirante, pero feliz, no
obstante. Y ahora… y ahora, lo único que puedo pensar es en su sonrisa torcida
y su olor y la forma en que sus ojos asimilan el mundo con diversión. Yo
psicoanalizo mi relación con Daniel y cuándo no llego a una conclusión sólida, Junsu
y yo nos reunimos para discutir el asunto.
Elegimos un pequeño café
francés en la Avenida y bebemos café de una prensa francesa.
—Él es una carga —dijo Junsu
con más convicción que un atacante suicida.
— ¿Qué significa eso?
—Estoy estudiando el menú, contemplando un croissant de almendras.
—Ya sabes… cargar cosas
en tu corazón rápidamente para evitar que se agriete y se abra… que se
desangre...
—Quiere decir que, ¿salí
con Daniel para dejar de pensar en Yunho?
Junsu asiente.
— ¿Por qué no pudiste
decir eso?
—Porque, cuando hablas
en sentido figurado, te hace sonar más inteligente.
Parpadeo hacia él un par
de veces antes de tirar a un lado mi menú.
—Entonces, ¿qué sugieres
que haga, pantalones elegantes? Yo ya había absuelto a su esposo de sus
crímenes.
—Espera —dijo Junsu—. Ni
siquiera estoy hablando de Yunho, aquí. Todo lo que estoy diciendo es que Daniel
está mal, terrible, muy mal para ti.
Suspiro. ¿Por qué todo
el mundo sigue diciendo eso?
Dos semanas más tarde,
estoy resuelto a terminar de “fingir” ingeniosamente. Daniel está todo sobre mí
y estoy cansado de apartarlo y encontrar excusas. Decido tomar un día para mí.
Me despido de mi novio con el ceño fruncido en la puerta principal, dándole un
beso apresurado en los labios. Él llama tras de mí, preguntando cuándo voy a estar en casa, pero
yo lo ignoro y sigo caminando. Cuando las puertas del ascensor se cierran, me
deslizo hasta el suelo y coloco la cabeza entre las piernas. Siento como si
pudiera respirar de nuevo. Comprar suena bien o tal vez un tiempo en el spa,
conozco a una chica que me puede conseguir un cupo a último minuto. Pero
entonces mi pensamiento se ríe y deriva hacia el hombre del que todavía estoy
enamorado, y sé que un día en cualquier parte, es un día lejos de él. Por lo
tanto, me conformo con la segunda mejor opción, algo que no he hecho en mucho
tiempo. Saco mi teléfono celular de mi bolso demasiado caro y marco el número
“uno” en mi marcación rápida.
—Junsu, soy yo —le
susurro en el teléfono, aunque obviamente estoy solo y nadie me puede oír. Me
siento culpable por lo que voy a decir—. ¿Te acuerdas de los viejos tiempos en
el móvil Detective Gadget? —Hay una larga pausa en la cual reviso la pantalla
para asegurarme de que todavía estamos conectadas.
—Estás demente —dice
finalmente. Luego, después de una larga pausa— ¿a quién estamos espiando?
— ¿A quién crees?
—le pregunto, jugando con las tiras en mi bolso.
Otra pausa.
— ¡NO! Absolutamente…
¡NO! Ni siquiera puedo creer… ¿dónde diablos estás?
—Vamos, Junsu, si
tuviera otro amigo a quien preguntar, lo haría…
—Por supuesto que no le pedirías a nadie que haga algo tan
psicótico. Y, si lo hicieras, estaría
muy ofendido.
—Estoy en mi camino a tu
casa —digo arrojando mi coche en marcha atrás y recortando fuera de mi puesto…
al estilo diva.
—Bien. Voy a estar listo
y esperando. Asegúrate de traer café.
Treinta minutos más
tarde, llego a la pulcra casa de Junsu al final del callejón y estaciono mi
coche descuidadamente en su camino de entrada. Él tiene cajas de flores en las
ventanas y gnomos de jardín entre las peonías, una hermosa casa de campo como
para que viva tal bruja. Él abre la puerta antes de que pueda llamar al timbre
y me tira en el interior de la cintura de mis pantalones.
— ¿Qué coche vamos a
llevar? —dice todo profesional.
—Pensé que no querías
ir.
Arrebató el café de mi
mano y me mira por encima del borde.
—Por supuesto que
quiero, pero me vería como una mala persona si no me opongo en absoluto.
Me encojo de hombros.
Dejé de tratar de calmar mi conciencia años atrás, pero a cada uno lo suyo.
—Tu auto. Él nunca lo ha
visto, así tenemos menos posibilidades de ser descubiertos.
Él asiente, mientras
agarrar una bolsa de lona del sofá.
— ¿Sabes dónde vive este
payaso?
—Por supuesto lo sé —me
burlo de su tono de voz y lo sigo en el garaje—. Yo soy su abogado… ¡duh!
— ¿Ah, sí? Entonces, ¿en
qué posición estaban…? —En este momento Junsu dice algo muy crudo. Me estremezco. He llegado a
rechazar la palabra “c”. El bonito y delicado Junsu comenzó a maldecir después
de Steven, quien lo engañó dos veces y robó mil setecientos dólares de su cajón
de la cómoda. Desde aquella fatídica tarde cuando encontró a Steven copulando
con su secretaria, él desarrolló una obsesión con la palabra “c”, y llamar a
las chicas “perras rastreras.”
—Probablemente en la
misma posición que Steven y Tina estaban cuando los encontraste haciendo lo
desagradable —le digo.
—Touché —responde él —.
Así que, ¿estamos espiando al perro rastrero, también, o simplemente al Sr.
Maravilla?
—Yunho —digo
decididamente—. Quiero espiar a Yunho. — Junsu asiente y pone en reversa su
camioneta negra entrando en la carretera.
—Llama a su oficina.
— ¿Por qué? —pregunto
hurgando en la bolsa de lona para comprobar los
suministros.
—Así sabemos dónde está
y lo que está haciendo hoy, genio.
—No puedo —digo, mi dedo
posicionado por encima de los botones. Junsu arrebata el teléfono de mi mano y
marca por sí mismo.
—Debilucho —murmura y, a
continuación—: Hola, oye, trabajo en Sunrise Dental y estoy tratando de
localizar al señor Jung Yunho. Se perdió su cita de esta mañana y… ¿ah, sí? ¿En serio? Bueno, eso es
perfectamente comprensible entonces… bien… voy a llamar de nuevo para volver a
programar, gracias. —Cuelga el teléfono y sonríe triunfante—. ¡Están fuera de
la ciudad!
—Está bien —le digo
moviendo la cabeza en confusión—. ¿Por qué estás tan contento?
— ¡Porque ahora podemos
entrar en su casa! —afirma, haciendo una cara verdaderamente demoníaca hacia
mí.
—Estás loco —digo
alejándome de él y mirando por la ventana—. ¿Por qué es que tengo que vomitar
de repente?
—Te va a encantar,
confía en mí. Entré en la casa de Steven después de que se cogiera a esa perra
rastrera y encontré todo tipo de cosas interesantes.
— ¿Entraste en el
apartamento de tu ex? —Mi cabeza me daba vueltas ahora—. ¿Cómo no sé acerca de
estos chanchullos y cuándo te convertiste en mí?
—Has estado muy ocupado.
Lucy y Ethel no irrumpieron para espiar… Ethel irrumpió para encontrar los
pendientes de su abuela que había dejado allí.
—Bueno, en primer lugar,
dejar de referirte a ti mismo en primera persona, Ethel, y en segundo lugar,
¡no voy a irrumpir en su casa!
— ¿Desde cuándo te convertiste
en la policía moral? — Él tomó un sorbo de su café violentamente.
—Soy un abogado.
Él frunció el ceño.
—Y un adulto.
Él soltó un bufido.
—Y ya le he causado un
montón de problemas para toda la vida a ese hombre.
Esta última afirmación
parece enfurecerlo, porque él comienza a chisporrotear. Él viene a mí con todo
su acento.
— ¡Y él a ti! —Me señala
con el dedo y luego golpea el volante—. ¡Él siempre vuelve! Maldita sea Jaejoong,
siempre termina encontrándote y tú tienes el derecho de saber por qué. Ha destrozado
tu vida por lo menos cuatro veces para ahora. ¡ODIO CUANDO LAS PERSONAS NO
UTILIZAN SUS INTERMITENTES! — Él alza su dedo medio a un Mercedes mientras
aceleramos al pasar—. Además, no olvidemos que Luhan hizo un poco de su propia
irrupción y entrada aquel día, cuando iba todo Atracción Fatal en tu apartamento.
Eso era oh-tan-cierto.
—Sé el código de alarma
de su casa —digo con voz débil.
— ¿Cómo? —Sus ojos se
abren de admiración.
—Algo la desactivó una
vez mientras Yunho, Luhan y yo estábamos en una reunión informativa y la
empresa de seguridad llamó a su celular para verificar el código antes de que
la desactivaran.
—Ahora todo lo que
necesitamos es una llave. —Me sonríe y gira en la salida.
—Mantienen un repuesto
en un comedero para pájaros en el patio trasero.
— ¿Cómo sabes eso?
—Oí que le decía a la
criada en el teléfono cuando ella se quedó por fuera.
Él maldice, utiliza la
palabra “c” y me llama espeluznante.
—Sí, y tú eres una perra
rastrera.
Estamos de pie en el
vestíbulo de la gigantesca casa de Luhan y Yunho. Yo, con aire de culpabilidad,
mientras me muerdo las uñas, y Junsu sin preocupación está dando un paseo
alrededor tocando sus cosas. Lo miro y me pregunto: quién ganaría si él y Luhan
estuvieran por entrar en una pelea.
— ¿Mira esto? —Dice,
levantando un huevo de filigrana de una mesa adornada de oro—. Esto debe costar
al menos un centenar de bolsos.
—Deja eso —le siseo,
escupiendo un pedazo de acrílico de la comisura de mi boca. Su casa era un
museo y Luhan era su principal atractivo. Dondequiera que miraba había pinturas
y fotografías de la bestia de cabeza roja, algunas de ellas lo suficientemente
amable para incluir a Yunho. Me estremecí bajo su mirada y me fui a parar bajo
una alcoba.
—Ya hemos irrumpido, muy
bien podríamos sacarle provecho —me dije animadamente.
La sigo a la cocina,
donde miramos dentro de la nevera. Está equipada con todo, desde caviar Bulga,
a budín de chocolate Jell-O. Junsu extrae una uva de un racimo y la mete en su
boca.
—Sin semilla —murmura.
Chorros de jugo se derrama de sus labios y en la puerta del refrigerador. Yo
limpio la mancha con una toalla de papel y la arrojo a la basura.
Nos abrimos paso por un
tramo sinuoso de escaleras, nuestros zapatos resuenan contra el mármol de color
mantequilla.
Junsu se detiene en lo
que parece ser la puerta del dormitorio principal.
—Uh, oh, yo no voy a ir
allí —digo, retrocediendo unos pasos. Preferiría cortarme una mano antes que
ver su dormitorio.
—Bueno, yo voy a ver. —Y
con eso empuja la puerta y desaparece en el interior. Yo paseo en la dirección
opuesta. Camino por un largo pasillo que está lleno de fotografías 8x10 en
blanco y negro. Yunho y Luhan cortando su pastel de bodas, Yunho y Luhan de pie
en una playa, Luhan fumando un cigarrillo frente a la Torre Eiffel… me doy la
vuelta indignado. No quiero estar más aquí, este es su lugar; donde ríen y
comen y tienen sexo. No puedo creer cómo han cambiado las cosas. Me siento un
poco dejado atrás; como si me estoy despertando de un coma y descubro que el
mundo siguió adelante sin mí. ¿Por qué todavía me siento igual cuando todo el
mundo es diferente?
Me dirijo de nuevo a las
escaleras para esperar a Junsu. Y entonces lo veo… una puerta, una puerta oval.
Yunho siempre me dijo
que un día cuando construyera una casa quería tener una puerta a su oficina que
se asemejara a aquellas cosas pesadas medievales que uno ve en las películas.
Me acerqué lentamente y alcancé a levantar la perilla que es casi tan grande
como mi cabeza. Se abre y el soplo de una nueva casa y colonia me golpea en la
cara.
Ni siquiera huele a él.
En los últimos cuatro años ha cambiado de colonia, vuelvo a tener esa sensación
de coma.
Hay estanterías de nogal
alineadas a cada pared, llenas de novelas y libros de texto y las ocasionales
baratijas. Viro hacia el escritorio y me siento en su enorme sillón giratorio.
Supongo que por una vuelta y doy un giro. Esta es mi habitación favorita de la
casa. Puedo notarlo. Todo lo que le gusta y odia está aquí. Pelotas de béisbol
autografiadas en un estante en la pared. Casi puedo verlo quitando una de
su expositor y lanzándola unas cuantas
veces en el aire antes de devolverla amorosamente. Una selección de música muy
diversa está puesta en una pila desordenada junto al monitor de su ordenador.
Noto con tierno placer que el CD de la tienda de música está entre ellos y
luego está el modelo del caballo de Troya que su padre le regaló cuando se
perdió su fiesta de cumpleaños número veintiuno. Estaba hecho de bronce sólido y sin necesidad de decirlo, era muy pesado.
Yunho odiaba esa cosa, pero
siempre lo mantenía a la vista para recordarse ser un hombre de palabra. Lo
recojo y lo doy vuelta hasta que el vientre del caballo está hacia arriba. Hay
una pequeña trampilla de la que nadie sabe. Yunho me dijo una vez que
almacenaba recuerdos en su interior, recuerdos que no quería que nadie más
viera. Me muerdo el labio inferior antes de abrirlo. ¿Qué era un crimen más,
cierto? Mi hoja de cálculo ya estaba más extendida del “mucho más”.
Mis dedos agarran algo
delgado y como de papel. Lo tiro hacia fuera con suavidad y desenrollo una
escritura de papel pergamino de algún tipo. Se trata de un dibujo hecho con la punta chata de un lápiz de
carbón. En la parte inferior de la página el artista ha firmado su nombre: C.
Price Carrol en letras largas y fluidas. Las ilustraciones son la cara de un
hombre. Está sonriendo y hay un pequeño borrón de un hoyuelo en su mejilla.
Miro el rostro que reconozco, pero no puedo ubicarlo, no porque sea una mala obra, sino porque ha
pasado ya largo tiempo desde la última vez que lo he visto.
—Karam —digo en voz
alta, estudiando sus ojos abiertos—, otra persona que confió en mí y jodí.
—Vuelvo a enrollar el papel y lo pongo a un costado. Me pregunto cuán a menudo Yunho
sigue pensando en él. ¿Se imagina como hubiera sido su vida con él? ¿Se imagina
lo que habría sido conmigo? ¿Alguna vez piensa en mí? Vuelvo a agarrarlo y esta
vez saco algo que es redondo y de metal, el anillo del pulgar de Yunho: el de
la estrella y el diamante que le di para un cumpleaños. Suspiro mientras lo llevo a mis labios. Entonces, ¿él
lo esconde? Al menos lo conserva, ¿cierto? Quizás algunas noches cuando está
solo y escuchando ese CD, lo saca y piensa en mí. Un chico solo puede tener
esperanza. Después de eso saco un reloj de arena en miniatura, en el cual los
diminutos granos de arena son plateados, y luego un pequeño folleto, cuyas
páginas coloreadas de negro, rojo, blanco, dorado y verde no tienen palabras.
No sé de qué recuerdos provienen estas baratijas, luego de mí, supongo. Coloco
el adorno bien de vuelta en su escritorio y mi oído capta un pequeño tintineo.
¿Dónde he escuchado ese
sonido antes? Mi mirada barre el escritorio, y luego el suelo circundante,
buscando al culpable. ¿Dónde… dónde? ¡Ahí! Mis mano lo recogen y un balido escapa
de mi garganta. No sé si estoy sorprendida o si sabía que él lo encontraría con
el tiempo, pero mi boca se siente seca cuando giro el objeto en mi palma. El
centavo, nuestro penique. ¿Había ido
a mi departamento luego de que me fui, a buscarme? ¿Lo había visto encima de mi
maltratada mesita? Mis ojos se llenan de lágrimas cuando me imagino lo
confundido que debió haberse sentido. ¿Cómo había sabido tomar la única cosa
que simbolizaba el comienzo de nuestro romance? Luhan debió habérselo dicho, me
di cuenta con amargura. A pesar de la promesa que me hizo, debió haberle ofrecido la verdad con
una satisfacción enfermiza. Para mantenerlo alejado de mí, porque él debió
haber sabido que
él intentaría encontrarme. Estoy enojado, encorvándome, y
tengo náuseas cuando escucho que dicen mi nombre. Se hace eco a través de la
casa como si fuera cantado por una cantante de trasfondo.
— ¡Jaejoong! — Junsu
llega corriendo a la oficina, sacándome de mi aturdimiento. Él está ondeando
algo en sus manos, su cabello rubio rebotando debido a su entusiasmo—. Jaejoong
—vuelve a decir, con los ojos como platos—. Hay algo que tienes que ver.
Sostienen en alto un
sobre de manila, el que lanza hacia mí por encima del escritorio.
— ¿Dónde encontraste
esto? —No quiero tocarlo.
—Cierra la boca y
ábrelo. —Se cruza de brazos y no puedo evitar notar lo preocupado que parece.
Extiendo la mano para agarrarlo y suavemente abro la parte superior permitiendo
que su contenido se desparrame sobre el escritorio de Yunho. Cartas, fotos… las
estudio por un minuto, antes de sentir olas de sorpresa pasar a través de mi
cuerpo.
— ¡Oh, Dios mío! ¿Junsu?
—Lo miro negando con la cabeza. Estoy completamente confundido.
—Te lo dije —dice él—.
Léelas.
—Yaciendo en el
escritorio hay fotos de mí… y Daniel. Hay una toma del compromiso, la que había
sido tomada por un profesional luego de que se me propuso y una toma de
nosotros juntos en el zoológico durante nuestro primer año de noviazgo.
—No entiendo… —digo sin
expresión y Junsu, el querido detective Junsu, señala a la pila de cartas. — ¿Voy
a enfadarme? —pregunto mordiéndome el labio inferior.
—Mucho.
Saco la primera carta.
Está escrita a mano en una simple hoja de papel.
Hola Jo,
Sé que odias cuando te
llamo de esa manera, pero no puedo resistirme.
Es una extraña proposición la que me
has propuesto, y debo admitir que mi
curiosidad llegó a
la cima. No
sé en qué problemas te has metido ahora, pero si tiene algo que ver con la
preparatoria… ¡cuenta conmigo!
Bromas aparte, te debo una. Las entradas para el superbowl valen a mi
primogénito, así que si quieres que saque a un chico guapo en una cita, no voy
a quejarme.
De todas maneras, precioso, te seguiré actualizando sobre la situación.
¡él está increíblemente sexy!
Daniel.
Mi pared de la ira
comienza a agrietarse mientras un gemido y gradualmente escala hasta que suena
como la sirena de un camión de bomberos. Junsu parece preocupado, por lo que me
tranquilizo y me detengo.
—Siguiente. —Extiendo mi
mano hacia él, y él deposita otra hoja de papel entre mis dedos.
Jo-Jo,
¡No puedo creer que esto esté pasando! O sea, ¿qué diablos?
Estoy seguro de que estarás contento de que estemos por casarnos.
Finalmente seguí tu consejo y se lo pedí.
¡Vaya! Supongo que
debería decir gracias. ¡Gracias!
Estaré visitándote el
próximo mes, quizás podamos almorzar; tu hombre, J y yo. ¡No te matará hablar
con él!
Sé que hay alguna
especie de pasado sórdido entre ustedes, pero lo que haya sido, él lo superará.
Eres la fuerza que nos reunió después de todo. Hablemos pronto.
El comprometido, Daniel.
—Joder —digo.
—Eso es un eufemismo. — Junsu se acerca a
donde estoy sentado y abre la máquina copiadora de Yunho.
— ¡Me tendió una trampa! De alguna manera
supo donde estuve y tuvo a uno de sus amigos tratando de conquistarme, ¡para
mantenerme alejado de Yunho! —Mi voz se está elevando y Junsu me acaricia el
hombro compasivamente.
—Daniel es amigo de Luhan. Lo usó y él ni
siquiera lo supo.
—Bueno, él le dio tickets para el Superbowl.
No son fáciles de conseguir, sabes.
Junsu aprieta el botón y un sonido zumbante
llena la sala.
—Estoy comprometido con el pucho barato de Luhan.
Siento como mis ojos se llenan de lágrimas.
¿Cómo pude ser tan estúpido? No, no fui estúpido. Es imposible que haya sabido
que Daniel y Luhan estaban relacionados. Pero, debería haber sabido que él no
confiaría en mí para permanecer alejado de la vida de Yunho y que tomaría precauciones extra.
¡Yo estaba planeando una boda con su precaución!
—Quememos esta casa —digo poniéndome de pie.
—Espera, espera, esta también es la casa de Yunho.
No hay necesidad de castigarlo por lo que Luhan ha hecho.
A pesar del hecho de que se supone que sea
Ethel, usa un acento Ricky Ricardo.
—Acabo de salvarlo de una condena de veinte
años en la cárcel —gimo—. Defendí a ese asqueroso, malvado y traidor perro.
—Sí. Qué pena que seas tan malditamente buen
abogado, ¿huh? De todas maneras, hay más malas noticias…
— ¿Más? ¿Cómo puede haber más?
Él saca un palillo de su bolsillo trasero y
lo pone en mi palma.
— ¿Qué es? —jadeo, conteniendo las lágrimas. Junsu
pone sus ojos en blanco.
—Un monitor de fertilidad.
— ¿Huh?
—Es una tira reactiva usada para monitorear
los niveles de hormonas presentes en tu orina… así puede conseguir quedarte
embarazado…
Volteo mi mano y lo tiro.
— ¿Están intentando tener un bebé? —jadeo.
¿Por qué él no me lo dijo?
—Él está
intentando tener un bebé. Lo encontré escondido en una caja de zapatos
“secreta” con esas cartas —asiente hacia la correspondencia de Daniel — y un
gráfico de fertilidad. Si ambos estuvieran intentando tener un bebé, ¿no crees
que los artilugios de bebé estarían en el gabinete del baño?
Lo miro con una expresión en blanco.
— ¡Jaejoong! Está intentando quedarse embarazado
porque volviste a aparecer en escena. Está asustado de perderlo. ¡Yunho no lo
sabe! Tienes que detenerlos antes de que él esté atrapado para siempre.
— ¿Por qué? No puedo… —digo, deslizándome
miserablemente en la silla—. Un gráfico
de fertilidad —repito y no tengo idea de lo que es.
—Sí, y dice los días en que tendrá más
probabilidad de ser capaz de concebir. ¿En qué siglo estás?
— ¿El gráfico de fertilidad dice este fin de
semana? —Siento la respiración escaparse de mi ahora, como si alguien me
hubiera golpeado en el estómago.
Junsu asiente.
—Ten. —Me entrega las fotocopias de las
cartas de Daniel —. Mira, es momento de que hagas algo. Y no estoy hablando de
tu habitual rutina de astuta y deshonesta. Esta vez tienes que decirle la
verdad y ser honesto acerca de todo.
— ¿Cómo qué? ¿Sobre qué queda ser honesto? Él
ya sabe lo más importante.
—Como, decirle que Luhan te echó cuando
fuiste y que intentó sobornarte con dinero… ¿qué tal eso?
—Eso no hará ninguna diferencia. Ya sabe que
él es tan corrupto como yo. Se vuelve loco por los chicos inmorales.
— ¿Qué hay de confrontarlo sobre sus
sentimientos por ti? Te volvió a encontrar, incluso después él supo lo que
hiciste cuando tuvo amnesia. Sigue enamorado de ti, Jaejoong. Solo tienes que
convencerlo de eso.
Pienso en cómo apareció él anoche en mi casa
antes de la sentencia de Luhan. Siempre aparecía, ¿no? Apareciendo en la tienda
de música, apareciendo en la tienda de comestibles, apareciendo en mi oficina.
Maldición. Junsu tenía razón, tenía que haber algo acerca de ello.
—Está bien —digo.
—Está bien —coincide—. Ahora enciende esa
computadora, tenemos que descubrir a dónde van.
Dos horas después, atravieso la puerta de mi
casa. Las ventanas están abiertas y el aire del mar salado me golpea en el
rostro. Lo tomo a grandes sorbos y empiezo a buscar a mi rata prometido- me
recuerdo estar calmado, actuar como un caballero, pero cuando lo veo tomando
sol en mi enorme patio juro en voz alta, por lo que se da la vuelta cayendo al
agua.
—Ten. —Me quito el anillo del dedo y se lo
lanzo. Va cayendo a través de la baldosa y gira hasta detenerse a sus pies—. Me
voy de viaje. Cuando regrese, MAS VALE QUE NO ESTÉS.
Se pone de pie de un salto pareciendo
confundido. Mira de derecha a izquierda como
si la respuesta para mi errático comportamiento pudiera estar allí.
— ¿Qué…?
Me fijo en su traje de baño color salmón, sus
gafas de sol Gucci, la manera en que se mueve como un robot, y siento
vergüenza. ¿En qué estaba pensando?
¡No pensaba! Estaba llenando con algo mi
corazón. ¡Junsu tenía razón!
— ¡Conoces a Luhan! ¡Todos estos meses estaba
defendiéndolo en la corte y nunca
dijiste nada!
La cara de Daniel se pone blanca, a pesar de
su ridículo bronceado. Sus manos aletean alrededor como si no pudiera decidirse
entre rendirse o señalarme.
— ¡Saliste conmigo por unos tickets para el
Superbowl! —le estoy gritando ahora.
—Sí, pero…
— ¡Cierra la boca! Solo cállate.
Me derrumbo en una silla y pongo mi cabeza
sobre mis manos. Siento como si tuviera noventa años.
—Daniel, no somos el uno para el otro. No
quiero casarme contigo, lo siento.
—Bueno —resopla— ¿No tengo nada que decir al
respecto?
Lo miro a través de mis dedos.
—En realidad, no. —Suspiro y me pongo de
pie—. Tengo que empacar.
Me dirijo dentro.
— ¿Por qué? —Grita detrás de mí—. ¿Por qué no
podemos resolverlo?
Me detengo mirando por encima de mi hombro.
—No hay nada que resolver. No puedo darte
algo que no tengo.
que buen amigo es Junsu y gracias a su idea de ir a meterse a la casa de Yunho descubrió con quien pretendía casarse y que el traicionero de Daniel junto con Luhan se aliaron para separarlo de Yunho pero les a salido mal pues no se alcanzó a casar Jae y pues Yunho puede mandar por un tuvo a Luhan y quedarse con Jae cuando se entere de toda la verdad y como el ama a Jae obvio que se ira con el amor de su vida que es Jae y espero que ese Luhan no se salga con la suya y le haga creer a Yunho que esta esperando bebe
ResponderEliminarGracias
Omg ese desgracido Luhan aishh que bueno que bueno que tiene un amigo como Junsu porque si no seguiría esta vil mentira y trampa ahora es tu momento Jaejoong no tenga miedo de enfrentarte y conseguir lo que siempre fue tuyo gracias
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