Pasaron cuatro años.
Supieron como el carbón.
Soy diferente. Estoy a una galaxia de
distancia de quien solía ser. Vivía en el sistema solar “Si que continué con mi
vida”.
El señor X ahora es solo un recuerdo. Caray,
ni siquiera estoy seguro de que incluso eso haya pasado. Mi realidad es que fui
a la escuela de derecho, me gradué, conseguí un trabajo en una gran firma...
Después de que me gradué, compré una casa con
Junsu con el dinero que me quedaba del seguro de mi madre. Es algo bueno que también
tuviera el trabajo, porque mi cuenta
bancaria estaba casi vacía.
Bebíamos un montón, comíamos fuera, y
pasábamos nuestro tiempo libre en el gimnasio, trabajando para quitarnos de
encima el alcohol y la comida de restaurante. Junsu está trabajando en la
decoración, una carrera prácticamente extinta en estos días, pero de alguna
manera se las arregló para encontrar un trabajo con una empresa que decora para
los inmensamente ricos. Ambos lo hicimos bien. Ganaba la mayoría de mis casos. Todavía tenía la habilidad para
torcer la verdad, algo que era útil en mi campo.
Hace un mes, me llamó mi antigua jefe, Heechul.
Él quería que fuera y trabajara en su firma, dice que si lo hago bien él me
haría socio. Junsu y yo lo procesamos toda
una semana. Él quiere mudarse de regreso hace años. Junsu dice que es tiempo
de que encare de nuevo. Dice que es donde pertenezco. Yo pertenezco a un lugar
de pasos rápidos y rudos. Decidimos vender nuestra casa y trasplantar nuestras
vidas.
Tengo un chico, bueno, un amigo, ¿mencioné
eso? Él es maravilloso. Promete que podemos hacer que funcione nuestra relación
a larga distancia hasta que él pueda ser transferido conmigo. Yo le creo. Él
quiere casarse conmigo, me lo dice todo el tiempo. También le creo eso.
Empaco mis cosas en un camión de mudanza con
la ayuda de Daniel, que es mi novio, y manejamos por la frontera de tres
estados escuchando lo mejor de los ochenta. Junsu llama cada treinta minutos
para revisarme. Él me seguirá en unos cuantos meses, probablemente con tres camiones
de mudanza.
Daniel masajea mi cuello mientras conduzco.
Él es un dulce. Cuando llegamos a mi nuevo apartamento, el cual no compartiré
con Junsu, hay hombres esperando para cargar mis muebles a mi nuevo hogar. Daniel
los contrató para ayudar, para que no tuviéramos que hacerlo solos. A mí no me
hubiera molestado, pero Daniel odia ensuciar sus manos.
Después de que los señores de mudanza se
fueran me la pasé deambulando de habitación en habitación admirando la muy
impresionante vista. Desde las ventanas del lado sur puedo ver como el océano
se funde en el horizonte y por el oeste, cada tejado en un radio de una milla. Me
costó más que todo lo que mi madre hizo en su vida. Soy un buen abogado
defensor, soy un excelente mentiroso. La vida ha resultado ser todo lo que
siempre quise. Excepto por… de cualquier manera… amo mi departamento. Daniel y
yo no dudamos en bautizarlo esta noche. Diversión. ¡Yay! Él es muy guapo en una
manera convencional y limpia. Es alto, de piel oliva, y pretencioso. Él usa
todo el tiempo camisas de vestir. En serio… lo hace. Es también un abogado, así
que tenemos mucho, mucho en común. Derecho en Bienes Raíces, pero aun así…
Oh y él odia el básquetbol, justo como yo.
Fabuloso, ¿no?
Lo conocí el día que fui a la Corte. Él me
pidió prestado un lápiz.
¿Qué clase de idiota
viene a la Corte sin un lápiz? pensé. Cuando se lo di él solo se sentó ahí y
me miró.
— ¿Qué? —dije, sin tratar de esconder mi
impaciencia.
—También necesito tu número —dijo él tan
“tranquilo” de que se lo iba a dar. Yo respetaba las agallas.
Soy feliz.
Después de que los señores de mudanza se
fueron, ordenamos sushi, o yo lo hice, porque Daniel no come “pescado crudo”.
Caminé alrededor de mi nuevo departamento con una de sus playeras porque yo aún
no había desempacado mis cosas. Tuvimos sexo. La mañana siguiente me lleva a la
concesionaria de la BMW y me compra un carro como un regalo de bienvenida a
casa. Maravilloso, ¿cierto? A las seis en punto esa tarde, lo lleve al
aeropuerto en mi nuevo auto deportivo rojo, y nos besamos antes de que subiera
en el avión.
—Esto funcionará —me dice.
— ¿Cómo lo sabes? —dije, suavizando las
solapas de su chaqueta.
—Porque nos vamos a casar.
— ¿Lo haremos? —contesté con sorpresa.
Él siempre dice esto, y yo siempre digo eso.
—Lo haremos —afirma y luego se pone sobre su
rodilla y saca una cajita de su bolsillo.
Manejo a casa, comprometido. Miro al anillo
todo el camino, como si me fuera a morder. Es un iceberg de Tiffany, grande y
llamativo. Me recuerda de algo que no puedo recordar desde que compleeeetamente
seguí con mi vida.
En tres meses tomé el Examen de la Corte y
pasé. Empecé mi nuevo trabajo como defensor para Spinner y Asociados. La
secretaria hace oohs y aahs a mi anillo. Me pregunta por Daniel, que hace, cómo
luce. Tiene una ligera separación entre su dos dientes delanteros lo que me
hace verla mientras ella canta los nombres de sus dos cockapoos: Melody y
Harmony. Me cuenta como los gnomos del jardín de su abuela han sido robados de
su patio a pleno día. ¡A pleno día! Simpatizo
con la situación de los gnomos y hago una cita de juegos para Melody, Harmony y Pickles.
Cuando me siento detrás de mi escritorio por vez
primera, me siento consumado. Mis cosas están desempacadas en mi apartamento,
mi licencia de conducir ha sido cambiada, tengo llena la alacena y ayer visité
la tumba de mi madre para contarle sobre mi compromiso. Esta es mi nueva vida,
me doy cuenta con sorpresa, y entonces bajo mi cabeza al escritorio y lloro
porque esta es realmente mi vieja vida pero con mejoras. Llamo a Junsu para
decirle esto y decirle que cometí un gran error al mudarme para acá.
Gran. Enorme. Él me escucha llorar y me dice
que soy estúpido y que él estará aquí en tres semanas, para sostenerme, y que
las cosas se pondrán mejor.
—Bien —digo, pero no lo creo… ni siquiera por
un segundo.
Pero las cosas se ponen mejor. Al principio,
me ajusto a mi nueva rutina con ansiedad. Cuando volé hace cuatro años, había
llegado prácticamente con las manos vacías. Construí allí una nueva vida,
llenando mis armarios con platos y vasos y con una nueva fotografía de Thomas
Barbey para el corredor. No había nada que me recordara de mis aventuras.
Ahora, cuando camino por mi nueva casa, estoy poniendo las mismas lámparas y
haciendo té en la misma tetera que era parte de mi vida. Es confuso. Pero con
todas las cosas nuevas, hay una etapa de unanimidad incómoda. Después de unas
cuantas semanas, se convierte en mi hogar, y Spinner y Asociados se convierte
en mi trabajo. Junsu llega con Pickles una semana después de lo establecido. Se
queda conmigo por un mes antes de mudarse a su casa, que está a una corta
conducida de treinta minutos de distancia. A Junsu no le gusta Daniel. ¿Ya lo
había mencionado? Él dice que es predecible
como el período de una virgen. Me refiero a que, él no lo odia, pero él
podría hacerlo perfectamente sin él, como me recuerda en muchas ocasiones.
Pero me gusta Daniel. En realidad, mucho.
Él me visita cada dos semanas o antes si su
horario lo permite. Él siempre le lleva a Pickles un par de sus viejos
calcetines para que juegue con ellos, los cuales ella rompe en dos horas.
Encuentro sus regalos de calcetines ligeramente inquietantes, especialmente
cuando empiezo a encontrar remanentes de lana empapada entre los cojines de los
sofás. Desearía que en cambio comprara cuero. Le hago esta sugerencia una noche
mientras conducimos a un nuevo restaurante en el lado sur. La humedad se ha
sosegado y el aire que está soplando por la ventana abierta del carro es
azotante y frío. Me recuerda a un cálido invierno de hace mucho tiempo.
—Hay huesos para morder —me escucho decir en
una voz ligeramente aburrida y distanciada—. A ella le gustan.
—Está bien, cariño. —Daniel pone si mano en
mi rodilla y empieza a mover su cabeza al ritmo de la música en la radio. Él
tiene un gusto tan cuadrado en la música. Cuadrado, cuadrado. Yo tarareo el
tema de Bob Esponja Pantalones Cuadrados y miro por la ventana. Mi cuerpo se
congela casi instantáneamente, y Daniel me mira con preocupación.
— ¿Qué está mal, cariño? —me pregunta y
reduce la velocidad del carro.
Cariño.
—Nada, nada —sonrío para esconder el agua
salada en mis ojos—. Solo que tengo un calambre en mi pierna… eso es todo. —Pretendo
frotarla.
Pero eso no es todo.
Mientras veo afuera de la ventana, el
parpadeo de luces de colores capta mi mirada. Cuando los enfoco mi estómago se
aprieta dolorosamente.
Era como una puerta abierta y todos recuerdos
que había tenido escondidos vinieron de golpe. Centavos y besos y piscinas y
todas las cosas que había mandado al infierno. Una ráfaga. La última cosa que
sentía que quería hacer esta noche era entretener un corazón de mal humor.
— ¿Por qué no vamos a cenar allí? —digo en
una voz falsa, entusiasmada.
Daniel me mira como el hombre loco que soy.
— ¿Allí? —dice él.
El disgusto tan obvio en su voz que me
estremezco.
—Seguro. ¿No te cansas de todos esos
restaurants fru-fru a los que vamos? Hagamos algo diferente. Vamos… —Saco un
poco mi labio porque eso usualmente me funciona para salirme con la mía. Él
suspira dramáticamente y gira hacia el centro comercial. Me pregunto qué
demonios hago y porque me encanta castigarme. Quiero probarme que es solo un
establecimiento más donde conseguir comida. No hay magia, no hay ningún romance
intenso, y sobre todo, quiero ser capaz de estar en un lugar que tiene
recuerdos y no tener una crisis nerviosa.
Es casi lo mismo que hace siete años. Veo su
foto en la pared en la caja y debajo de ella hay unas fechas 10 de Agosto de 1937- 17 de Marzo de 2006.
Le sonrío tristemente y nos llevan a nuestra mesa por una adolescente que hace
bombas de chicle. Ella no tiene clase. Pienso
con tristeza.
—Buen lugar. —No dejo escapar el sarcasmo de Daniel
y miro a las mesas de la buena y la mala suerte.
—Cállate. Deja de comportarte como un snob.
Inmediatamente se suaviza.
—Lo siento corazón —dice tomando mis manos en
las suyas—. Seré mente abierta ¿bien?
Corazón.
Asiento con la cabeza y vuelvo a estudiar el menú.
Hasta ahora todo bien. Al menos no estoy
temblando o llorando o algo así. Tal vez esté bien. Comemos nuestra cena y
ordenamos postre. Trato de no pensar en la conversación que ocurrió debajo de
este techo años atrás, pero ocasionalmente frases como: “porque, me importa más
saber sobre ti que ganar otro estúpido juego” me venía a la mente. Las aparté
rápidamente y miré a mi maravilloso prometido quien había bajado sus estándares
esta noche para comer conmigo aquí. Bendecido. Estoy tan bendecido.
Cuando nos vamos, me paro en la máquina de
los centavos y mi corazón se acelera.
Tal vez Daniel lo note,
pienso. Pero, Daniel ya estaba caminando hacia afuera y yo lo sigo,
decepcionado. No tuve sexo con él esa noche.
Una semana después hay un golpe en la puerta
de mi oficina.
— ¿Sr. Kim? —es la secretaria—. El Sr. Heechul quisiera verlo en su oficina.
¡Maldición! Heechul siempre sabe que me
pasa algo. Me compongo, corriendo mis dedos al frente de mi pantalón. Me
gustaba comprar cosas caras. Si usaba algo que me costaba más que un salario
mínimo, sentía ampliamente que el cadáver putrefacto que era al menos estaba
muy bien envuelto.
Me dirijo hacia la oficina en la esquina,
practicando mi sonrisa de “la vida es maravillosa”. Toco y él me deja entrar.
—Tengo noticias buenas y malas para ti —dice
cuando entro. El mismo viejo Heechul, siempre iba directo al grano. Haciendo un gesto a que me sentara en una de
sus sillas de tapizado de vaca, me siento y cruzo mis piernas. — ¿Cuál quieres
escuchar primero? —pregunta. Heechul tiene algo de plateado en su cabello ahora
y su compañera de vida se llama Felecia.
—La buena —mordiéndome la parte inferior de
mi labio. Las malas noticias de Heechul podían ser cualquier cosa desde “Estoy
cerrando la firma para convertirme en un agricultor” a “Perdí el número de mi
charcutería favorita”. Sentí la necesidad de estar mentalmente preparado.
—La buena noticia —comienza él—. Es que te
estoy dando, tu primer gran caso… y es uno grande, Jaejoong.
—Oh… bien —digo sintiendo una burbuja de
emoción en mi estómago. Tenía la urgencia de saltar y decir ¡ra ra a la bim bom ba!
— ¿Cuál es el caso? —digo calmadamente.
— ¿Has escuchado de una pequeña compañía
farmacéutica llamada OPI-Gem? — pregunta.
Niego con la cabeza.
—Son unas de estas farmacias pequeñas. Seis
meses atrás sacaron una nueva droga llamada “Prenave” en el mercado. Tres meses
después de su fecha de lanzamiento, veintisiete reportes de hospitales
diferentes fueron llenados en los cuales Prenavene fue encontrado en los
sistemas de casos de ataque al corazón, dos de los cuales tenían menos de
treinta años sin ningún tipo de problemas de salud anterior. Hubo una
investigación formal y los federales excavaron toda una cantidad de mierda en
estas personas.
— ¿Qué clase de… mierda? —pregunto.
—Durante su período de prueba, coagulación de
sangre apareció en treinta y tres por ciento de sus ratas humanas. ¡Treinta y
tres por ciento Jaejoong! ¿Sabes lo grande que es esto? Es tan grande como un
pene de dos metros.
—Lo suficientemente grande como para que la
FDA no
dejara salir el producto seis meses antes de que OPI tuviera la oportunidad de
comercializarlo.
Heechul me lanza un archivo gigantesco.
—Entonces, ¿cómo se meten en el mercado sin
la aprobación de la FDA? —le pregunto.
—Oh, ellos obtuvieron la aprobación. Ellos
falsificaron los datos presentados en la búsqueda de la autorización de la FDA
para comercializar Prenavene, que es un medicamento genérico. Presentaron su
versión original para las pruebas de la FDA.
Ahhh, el viejo truco del cambiazo.
— ¿Pero por qué OPI tomó ese riesgo después
de lo que sus pruebas independientes encontraron? Ellos debían saber que
eventualmente toda la cosa se iría a pique alrededor de ellos.
—El mayor fraude en los ensayos clínicos es
poco probable que se detecte alguna vez. La mayoría de los casos, que llegan a
la atención pública, sólo lo hacen por descuido extraordinario por el médico
criminal.
—Mmm… —le digo.
—Ellos no son nuestro caso —dice él
arrancando el archivo de mis dedos y sustituyéndolo por otro.
—El Gerente y co-fundador de la compañía tuvo
un ataque al corazón y murió hace unas dos semanas atrás. Todos los ojos
cayeron en su hijo, un veinteañero malcriado, con educación de la Ivy league y
mucho poder para firmar.
— ¿Su cargo? —pregunto.
—Vicepresidente de asuntos internos. El
fiscal va duro con él. Están construyendo el caso en contra de él mientras
hablamos.
— ¿Qué tienen contra él? —reviso el archivo,
mis ojos escaneando la aburrida jerga legal.
—Su firma estaba en las formas de liberación
que fueron entregados a la FDA, lo que significa que estuvo a cargo de todo el
proyecto. Sabía que estaban probando el fármaco real y no Prenavene.
Di un silbido en respuesta a esta noticia. La
fiscalía ya tenía el infierno de un caso. Lancé el archivo en su escritorio.
—Has descubierto las malas noticias sin que
te lo tenga que decir —dijo sonriendo—. Es culpable como el propio pecado,
admitió toda la cosa a nosotros. —Arrebato el archivo de nuevo.
—Queremos tomar un riesgo con esta —dice
rebotando un bolígrafo en la pared—. Este caso va a estar en todos los medios,
nos impulsará al siguiente nivel de la firma.
—Entooonces, la siguiente pregunta sería…
¿por qué me estás dando este caso del tamaño de una roca?
—Dos razones, mi hijo pródigo. Una, porque me
gustas, y dos, porque el cliente te pidió específicamente.
— ¿Qué? ¿Cómo? —Había cubierto muchos casos,
pero nada que me ganara ninguna atención. Era prácticamente un abogado
desconocido.
—El cliente está apostando por ti.
— ¿Cuál es su nombre? —pregunto, no seguro de
que significaba todo esto.
—Smith, Johan Smith.
—Nunca he escuchado ese nombre antes.
—Deben haber leído tus casos o quizás te
recomendaron otros clientes, de cualquier manera, lo tienes, niño. No lo
arruines.
Tropiezo en mi despacho con el expediente agarrado
al pecho. ¿Estaba listo para esto? Un buen caso, corrección, un caso imposible,
si ganaba, me convertiría en un socio…
Me encierro en mi oficina por el resto de la
tarde, re-leyendo el archivo de nuevo y de nuevo hasta que las palabras se
convierten en un borrón y tenía dolor de cabeza. La secretaría ya se ha ido,
junto con casi todos los demás. Doy un saludo a la mujer de limpieza en el
camino hacia mi auto y mentalmente planeo la conversación que voy a tener con
Johan Smith en la mañana. ¡Maldición! El
caso era demasiado grande para mí.
En el camino a casa llame a Daniel para darle
la noticia e informarle del caso. Sonaba menos que emocionado.
—No lo sé Jaejoong. El fiscal va a ir detrás
de este chico con fuerza. ¿Estás preparado para perder tu primer gran caso?
—Gracias por el voto de confianza —le lancé.
—Mira, creo en ti… lo hago, pero este es un
difícil. Tienen evidencia directa que lo une al fraude, tienen dos testigos
deseosos de testificar que él estaba envuelto. Si pierdes este caso puedes
darle un beso de despedida a ser socio. Qué
imbécil. Le dije que mi jefe estaba llamándome por la otra línea.
Cuando colgué, mis ojos estaban llenos de
lágrimas.
— ¡Este es mi chance! —le grité al carro al
frente de mí— ¡y voy a tomarlo!
A las siete de la mañana siguiente, llegué a
la oficina para encontrar un Jaguar carbón en mi lugar de estacionamiento.
Encontré un espacio unos pocos puestos más
allá y marché a través de las puertas preguntándome quien tenía la audacia de
estacionar donde decía Reservado Kim.
La secretaria me saluda con una taza de café y luego me bloquea la entrada de
su oficina con su cuerpo.
—Hay algo que debo decirte antes de que
entres —dice mientras tomo un sorbo de mi taza rosada.
— ¿Envenenaste mi café? —le pregunto, mirando
por encima del borde.
—No, pero…
—Entonces puedes decirme mientras enciendo mi
computadora —paso de ella y giro el pomo de la puerta.
Hay un hombre en mi oficina. Veo su espalda
primero, mientras estudia las numerosas placas y fotografías que tengo en mi
pared. Le doy a la secretaria una mirada y ella mueve sus labios diciendo silenciosamente
“El esposo de Johan Smith”, antes de hacer una discreta salida. Tiene lápiz de
labios en su diente.
—Sr. Smith —digo con confianza, aunque estoy
bastante nervioso por la sorpresa. Mi reunión con ellos no estaba previsto
hasta dentro de dos horas. Se gira lentamente, con las manos entrelazadas
detrás de la espalda. Veo su traje gris, la camisa blanca desabotonada en la
parte superior, el bronceado dorado, y me ahogo en mi café.
—Es Jung, en realidad —dice con voz
divertida.
Retrocedo, tratando de recuperar el aliento y
me encuentro presionado contra la pared.
—Sorpresa —dice, y luego se ríe por la
expresión de mi cara.
Me alejo de la pared porque luzco como una
víctima de un asalto e intento ir casualmente hacia mi escritorio. Colapso en
la silla y lo miro con ojos brillantes.
— ¿Qué demonios? —digo.
Aparte de un corte diferente y un poco más de
líneas de expresión en sus ojos, luce exactamente igual.
—Te busqué.
— ¿Lo hiciste?
—Por un año después que te fuiste…
—No debiste haber buscado lo suficiente —me
burlo, aunque sé que no es verdad. Un año después de que me fui, Heechul me
llamó para decirme que un caballero estaba llamando a la oficina preguntando
por mi paradero. Él dijo que tenía un acento británico.
—Me casé con él Jaejoong.
— ¿Con quién?
—Luhan.
— ¿Pensé que eras el esposo de Johan Smith?
—Mi cabeza está dando vueltas.
—Luhan es su segundo nombre, siempre usa Luhan
y mantuvo su apellido. Johan Luhan.
La palabra “casé” suena en mi mente repetidamente
y me masajeo las sienes por su fealdad.
Yunho estaba casado. Esposo. Atado a una sola
cama. Un hombre de familia.
—Yunho —me ahogué al decirlo—. ¿Qué haces
aquí? En realidad, no respondas a eso… sólo vete al demonio —levanto mi voz y
me paro.
—Quería verte, hablarte antes de que me
vieras por primera vez en frente de todo el mundo.
Me siento de nuevo.
— ¿Tú eras el que me buscabas? ¿Estabas
tratando de buscarme para tomar el caso de Luhan?
El asiente.
—No —digo—. De ninguna manera… nunca. Nunca.
No.
Tal vez él nunca le dijo
lo que hice. Él piensa que solo tomé mis cosas y me fui. ¡Todavía no ha
regresado su memoria!
—Si —dice él parándose—. Lo harás. Él es
culpable y tú eres el mejor mentiroso que conozco. —Bien, tal vez si le dijo.
Resoplo y miro hacia otro lado.
—No tengo ninguna motivación de ganar este
caso para ti. —Sonrio y me recuesto en mi silla.
—Me lo debes —sonríe—. Sé que no tienes mucha
conciencia, pero creo que por lo que me hiciste pasar, dos veces, deberías considerar el
caso.
—Te hubiese dicho la verdad eventualmente
—susurro.
Si Ariel fraude-farmacéutico no me hubiese
chantajeado, pero como sea…
— ¿Lo habrías hecho Jaejoong? ¿O estabas
esperando a que me volviera la memoria?
Miré al techo y fruncí el ceño.
—Mira, no voy a discutir el hecho de que eres
un mentiroso, manipulador y sin corazón.
Ouch…
—Te estoy pidiendo un favor personal. Sé cómo
te sientes sobre él. Se lo que hizo pero necesito que te asegures que no vaya a
prisión.
—Quiero que vaya a prisión.
Yunho me mira de forma extraña, sus ojos
vagan por mi cara luego mis manos.
—Yo no. Él es mi esposo. Y, te estoy pidiendo
que tomes en consideración mis sentimientos por una vez.
Duele tanto escucharlo decir “esposo”. Sé que
no debería, pero es así.
— ¡No puedes hacerme sentir culpable para
defender a esa víbora! Además, Luhan nunca accederá —le devuelvo— hay un odio
mutuo entre los dos, en caso de que
no lo hayas notado.
—Luhan hará lo que yo diga que haga. Necesito
tu garantía de que harás todo en tu poder para ayudarlo.
Siento una descarga de adrenalina. ¡Podría
tomar el caso y perder a propósito! ¡Sí! Sin embargo, sé que nunca lo haría.
Mis días de jugar con la vida de las personas han terminado. T.E.R.M.I.N.A.D.O.
—No puedo —clavo mis uñas en mis muslos para
evitar gritar.
—Sí, si puedes —dice, poniendo las dos manos
en mi escritorio e inclinándose hacia delante—. Eres obsesivo con tus propios
casos, siempre lo has sido. Tómalo. Gana el caso, Jaejoong. Serás rico, famoso…
y consideraré en perdonarte.
¿Perdón? Me imagino cenando en su casa; sólo
yo, Luhan y Yunho y sus niños. Casi me muero de risa.
Lo miro. Él todavía es el hombre más guapo
que he visto. ¡Casado con el pelirrojo, amnésico,
bastardo!
—Te veré en la sala de juntas a las nueve
para hacerte saber mi decisión —le digo, poniendo fin a la conversación. Me da
una mirada que no puedo descrifrar y se levanta para irse.
—Toma la decisión correcta, Duque —dice antes
de salir por la puerta.
—Duque —me rio y tiro un montón de notas
adhesivas en su estela.
Tomo exactamente una hora y cuarenta y cinco
minutos para serenarme. La conmoción indescriptible de verlo después de tantos
años me ha dejado desplomado en mi silla como un muñeco de trapo desechado. No
dejo de ver la parte en que se da la vuelta y yo salpico el café de mi nariz.
Hago ejercicios de respiración. Me
tranquilizo con pensamientos de arco iris felices y helados, pero los colores
siguen yendo a negro y el helado se derrite en un lío desalentador. Cuando
conquisto algo parecido a la calma apuñalando con un abrecartas en varias
ocasiones al expediente de Luhan, me dirijo a la sala de juntas.
— ¡Es tan caliente! —susurra la secretaria
mientras paso su escritorio. Siento mi ojo contraerse.
—Oh, cállate.
Cuando entro al salón, veo primero a Luhan.
¿Cómo no podría? Él todavía esta rodeado de su halo de cabello rojo. Luce más
brillante que hace cuatro años, más vibrante. Deseé haber escuchado a Dobson el
violador, ese día en la lluvia, y haber ido a casa, así nada de esto estuviese ocurriendo.
Yunho se para cuando entro. Encantador. Luhan aleja la mirada. Amargo.
—Jaejoong — dice Heechul sonriéndome—. Me
gustaría que conocieras a Luhan y su esposo Jung Yunho. —Todos nos damos la
mano y tomo mi asiento frente a ellos. Yunho, que tiene su brazo colgando de la
parte posterior de la silla de Luhan, me sonríe como si fuéramos viejos amigos
y luego me guiña.
Tan injusto.
Luhan me mira a través de sus pestañas y ni
siquiera intenta sonreír.
—He revisado su caso, señor Jung...
—Smith —me corrige.
—Claro. —Me enorgullezco de ser honesto, así
que voy a decir por adelantado que la acusación que tiene es un caso bastante
apretado.
Yunho gruñe un poco en mi mención de la
honestidad. Luhan se ve verde. Continuo, a pesar de las miradas sucias que Heechul
me está dando. Él piensa que voy a asustarlos y arruinar la oportunidad de la
empresa con el caso.
—Tienen testigos que están dispuestos a subir
al estrado y testificar que tenía todo que ver con manipular los resultados de
la droga, Prenavene.
Apreté las manos debajo de mi barbilla y veo
a Yunho retorcerse junto a su asqueroso, repugnante esposo.
—El fiscal actual tiene la tasa de
procesamiento más alta en el estado. Ellos van a venir por usted con sus armas
apuntando, ¿entiendes eso? Todo lo que usted es, quién es su padre… todo va a
salir en la corte. Cuando hayan terminado, no habrá una mentira más que
exponer.
Luhan me mira fijamente en blanco. Sé que lo
he asustado mucho más de lo que debería. Hay lágrimas nadando en sus ojos.
Disparo a matar.
—No siempre ganas —digo, mirándolo
intencionadamente.
Sube la mirada hacia mí, con el
reconocimiento en sus ojos. El salón esta callado. Todo el mundo está
consciente de que hay algo pasando o están dormidos. No muevo mis ojos de Luhan.
— ¿Puedes ayudarme? —dice, finalmente y
escucho la tensión desesperada en su voz. Me reclino en mi silla.
Esto es algo… mi enemigo me pide ayuda. Sabía
que vendría un karma para los dos, pero vaya, que realmente esto pasea su
trasero. Tengo el control de su vida. Miro a Yunho. Tengo el control de su vida
también. Me tomo mi tiempo para responderle. De pie, camino con las manos entrelazadas
detrás de la espalda.
—Si puedo.
Él parece hundirse visualmente en alivio.
— ¿Qué está dispuesto a hacer para ser
declarado inocente en este caso? — Él se queda en silencio por un momento
mientras estudiaba mi cara, igual que yo estaba estudiando la suya. A
continuación, se inclina hacia adelante en su asiento, apoyando las uñas de
color rojo brillante en la mesa de la conferencia como si estuviera tocando las
teclas del piano.
—Lo que sea. Haré lo que sea.
Y mientras me siento allí atado aún momento
tan fríamente tenso, se me pone la piel de
gallina. Le creo.
Somos lo mismo.
Ambos estamos dispuestos
a comerciar con nuestras almas para asegurar nuestra
felicidad. Hemos amado al mismo hombre. Hemos participado en una guerra sucia
para poseerlo, y ambos tenemos algo que expiar.
Tomo el caso. Voy a tener que desacreditar a
sus testigos, demonizar a su padre y pintar a Luhan como la buena persona que
no es. No estoy haciendo esto por mi carrera, a pesar de lo que Yunho piensa.
Estoy haciendo esto por el tiempo que se detuvo y se negó a seguir conduciendo
hasta que yo cantaba "Achey, Breaky, Heart ", y por aquel momento en
que me dio un beso en el suelo de su dormitorio, mientras agarraba mis manos
por encima de mi cabeza. Estoy haciendo esto porque todavía me llama Duque.
Es el mismo juego culpable que he estado
jugando todo el tiempo, para estar cerca de Yunho, independientemente de la
circunstancia o coste.
Yunho, Yunho, Yunho.
Terminamos nuestro encuentro con los planes
para el siguiente y todos hacemos una gran alharaca dándonos las manos.
Heechul es bueno en dar la mano. Después, me
apresuro al baño y meto mis manos debajo del agua hirviendo hasta que se
vuelven de color rojo brillante. Yo odio que tuviera que tocarlo. Heechul me
está esperando en mi oficina.
— ¿De qué fue todo eso? —suelta, lo cual no
es característico de él.
—Nada de tu incumbencia. Tengo el caso y voy
a ganarlo, así que apártate.
—Ese es mi chico —canturrea Heechul, y luego
se marcha sin nada más de mí.
no es justo si ese Luhan se a quedado con trampas con Yunho ahora pretende que Jae le ayude después de haberlo lastimado y quedado con lo que Jae mas ama que lo deje en la cárcel que se pudra el desgraciado por lo malo y ruin que es ese total así ese sabrá que con Jae no se juega sin que el también pierda y el es el culpable de todas maneras el se lo busco y que asuma sus culpas si los firmo savia sus riesgos no siempre tiene que salir victorioso de sus maldades
ResponderEliminarGracias
Caray Jaejoong yo que tu dejo que lo metan a la cárcel y que su altanería se pudra ahí pero bueno lograste que el te pidiera ayuda no es conmovedor jajaja veamos que es capaz de hacer para ser una "blanca paloma " XD
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