Mi lista de blogs

El Oportunista


Capítulo 18

 

Ocho horas después, estoy sentado en la clase ejecutiva, bebiendo una coca- cola y dando golpecitos con mis dedos impacientemente en la bandeja con bebidas en frente de mí.

Yunho y la Bestia Escarlata están en Roma. Sí, eso es lo que dije, Roma. Las Bahamas no era lo suficientemente bueno para él y tampoco lo era Marco Island, ambos de los cuales estaban catalogadas como localizaciones superiores en el historial de Internet de su computadora. En su lugar, optó por el hotel La De Ville Inter-Continental, donde su actriz favorita Susan Sarandon quedó embarazada. ¿Cómo sé de un detalle tan personal?

Porque, además de irrumpir en su casa con mi mejor amigo psicótica, también hackeé su  cuenta  de  correo  electrónico  y  leí  una  correspondencia  entre  su  madre  y ella.

— ¿Es tu primera vez en Roma?

Miro y veo un par de ojos castaños mirándome desde el asiento de al lado.

—Um, sí —cortó las palabras para sonar tan desagradable como sea posible y miro por la ventana.

Estúpida habladuría de mierda. No estoy de humor para conversar. Estoy en la misión más importante de mi vida.

—Vas a amarlo. Es el mejor lugar del mundo.

—Sí, para hacer bebés —murmuro.

—Lo siento ¿qué?

—Oh, nada —digo—. Voy por cosas de negocios, así que es puro trabajo y nada de diversión para mí — Me río estridente y pretendo hurgar en el bolso por algo.

—Es una lástima. Al menos debes hacer tiempo para ver el Coliseo, absolutamente increíble.  —Lo miro ahora,  porque eso no es  realmente  una  mala idea.  ¡Santo cielo!

¡Voy a Roma! Ahora estoy emocionado oficialmente. En toda la conmoción de reservar un boleto, tirar las cosas en una maleta y romper con Daniel, se me escapó por completo.

—Tal vez lo haga —le digo, sonriendo. No era mal parecido. En realidad, era maliciosamente guapo con el pelo negro, la piel de caramelo, y una mandíbula cincelada. Tenía una de esas narices claramente judía. De repente me siento acomplejado por mi tez pálida.

—Shim Changmin —me ofrece su mano y la tomo.

—Kim Jaejoong.

—Kim Jaejoong —repite—. Ese es un nombre muy poético.

—Bueno, esa es una de las cosas más extrañas que alguien me ha dicho.

Pongo una cara y él sonríe.

— ¿Qué haces para vivir? —pregunto, tratando de sonar agradable.

Oh, dios mío… acabo de romper con Daniel… ¡oh-dios-mío!

—Tengo mi propio negocio. ¿Tú?

—Abogado —digo.

Bajo la mirada y veo mis manos temblar.

—Tengo que ir al baño, ¿te importa? —El niega con la cabeza y sale al  pasillo para que yo pueda pasar. Casi choco con una niñita y una azafata mientras me dirijo a trompicones hacia el baño.

Una vez que estoy dentro, colapso en frente del inodoro y vomito.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

Mi vida entera ha cambiado en las últimas pocas horas y apenas me doy cuenta ahora. Pero él me amaba ¿no? ¿Lo amé? No. Era lo correcto, romper con él. Era la única cosa que quedaba por hacer.

Me enjuago la boca en el lavabo y me recuesto contra la pared. Esto era una locura, corriendo a Italia, persiguiendo a mi ex-novio, todo por un capricho. ¿Qué diría mi madre? Me ahogo un sollozo y muerdo el labio. Solo en Roma, ni siquiera hablo italiano, por amor de Dios. Esto era malo. Esto era muy, muy malo.

Vuelvo a mi asiento y Chanmgin amablemente me deja entrar sin decir una palabra sobre mi cara hinchada. Después de tomar unos cuantos grandes tragos de mi refresco, deslizo dos dedos por debajo de los ojos para aclarar cualquier marca y me giro hacia Changmin, con el ceño fruncido.

—No voy a ir a Roma por negocios —digo, y él no se ve sorprendido. ¿Por qué habría de hacerlo? Él no sabe que yo soy un mentiroso perpetuo.

—Oh —dice, levantando una ceja—. Ok.

Tomo un profundo respiro. Se siente emocionante decir la verdad.

—Voy a encontrar a Jung Yunho y cuando lo haga, tengo que decirle la verdad acerca de todo. Estoy muy asustado.

Me mira con renovado interés. He pasado de ser un chico guapo, a un hombre con intriga.

— ¿Qué tipo de verdad es esa?

—Una muy loca.  Va a haber un montón que limpiar. —Suspiro.

—Me gustaría oír  sobre eso.

Me muevo ante su mirada. Él tiene la intensidad de un arma nuclear en esos dos orbes castañas.

—Es una larga historia.

—Bueno —dijo levantando sus manos y mirando alrededor de la cabina—. Va a ser un largo vuelo.

—Bien. Te diré con una condición —digo, poniendo mis piernas hacia mi pecho y manteniéndolas allí. Changmin mira mis rodillas y luego mi cara como si no pudiera entender como un hombre ya crecido se sienta como un niñito —. Tienes que decirme lo peor que has hecho.

— ¿Lo peor que he hecho alguna vez? —Mira a lo lejos en busca de algún recuerdo lejano y sonríe. —Estaba en noveno grado, había una chica en mi clase y la llamábamos Felicity Robusta. Como una broma me colé en su patio trasero y robé un par de ropa interior del tendedero y luego la colgué en la puerta de entrada de la escuela con un letrero que decía, Felicity Robusta Lleva Bragas De Paracaídas. Cuando lo vio, se echó a llorar, tropezó con su mochila y tuvo que ser trasladada al servicio de urgencias con cinco puntos de sutura en la barbilla. Me sentía muy mal, todavía lo hago en realidad.

—Eso fue cruel —digo asintiendo.

—Sí, es una chica sexy ahora. La vi en mi reunión escolar y le pedí que saliera conmigo. Se rio de mí, diciendo que ya había tenido sus bragas antes y que no pasaría de nuevo.

Me rio, una verdadera risa, así que todo mi cuerpo se sacude. Changmin se me une. Todavía estoy riendo, cuando me doy cuenta que tengo otro chico bueno en mis manos.

—Entonces, ¿Felicity? ¿Eso es lo peor que has hecho alguna vez?

—Una vez robé un imán de una tienda una vez.

—Oh dios —digo—. No estoy seguro que estés listo para mi historia.

—Pruébame.

Miro su cara y recuerdo cómo Yunho me dijo una vez que se podía juzgar la personalidad de alguien por su apariencia. Si esto es verdad, decido que puedo  confiar en Changmin porque tiene los ojos más amables que he visto en mi vida.

—Me enamoré  debajo de un árbol —comencé.

 

Tiempo después

 

Está lloviendo en Roma y estoy de pie fuera del De La Ville Hotel Inter-Continental, escondido debajo de un toldo amarillo que apenas me protegía de la lluvia torrencial. No sé por qué estoy aquí, justo en este momento, ya que nada se puede lograr  luciendo como una rata mojada. Sin embargo, siento la necesidad de ver a su ventana  y mirar la vista que sus propios ojos habían estado disfrutando toda la mañana. Su hotel es pequeño pero opulento y se asienta majestuosamente en la parte superior de la Plaza de España. Me imagino que se puede ver toda la ciudad desde su pequeño balcón. Qué romántico. Suspiro y sigo viendo. Hay un movimiento detrás de la ventana y luego surge una cabeza roja familiar con un cigarrillo que brilla intensamente en la mano. ¿Acaso no sabía que la nicotina afecta negativamente a la fertilidad?

—Sigue fumando —suspiro, entrecerrando los ojos. Un segundo después las puertas se abren de nuevo y como un Dios romano, Yunho emerge para unirse a él. Está sin camisa y su cabello está húmedo de la ducha, lo más probable es que lo acabara de tomar. Pretendo que mi corazón no está haciendo un correteo eléctrico y limpio con los dos dedos debajo de mis ojos para eliminar lo que se está acumulando allí. No lo toques, no… él extiende una mano y la corre a lo largo de su pecho seductoramente. Yunho lo atrapa en la cintura de sus pantalones y se ríe.

Miro hacia otro lado cuando tira de él hacia él y envuelve sus brazos alrededor. Mi corazón empieza a doler, ese sentimiento del que he sido mejor amigo en los últimos nueve años. Piso con fuerza la acera y un gemido animal surge de mi boca. Estoy tan jodidamente harto de amarlo.

—Está bien Jaejoong, están a punto de poner la cosa de la fertilidad a la prueba. Tengo que detener a Luhan de que eso suceda —me canturreo mientras saco mi celular de mi bolsillo. La llamada me va a costar una fortuna, pero a quién le importa ¿verdad? No se puede poner un precio al amor.

Marcando el número de De La Ville, me meto debajo del alero de una tienda de perfumes y espero con impaciencia hasta que escucho el tono de llamada.

—Buona Sera, De La Ville Inter-Continental. Non ci sono titoli che contengano la parola? —responde una voz femenina.

—Mmm… hola… ¿Habla español?

—Sí. ¿Dígame en que puede ayudarle?

—Estoy tratando de conseguir un huésped en su hotel. El Sr. Jung Yunho… es urgente y me estaba preguntando si podían conseguirlo inmediatamente y que me devuelva la llamada. —Escucho que escribe algo en la computadora.

— ¿Y su nombre? ¡Uh oh! ¿Cuál es el nombre de su secretaria? Sonaba algo como Piña Colada…

—Rena Vovada —digo—. Lo estoy llamando de su oficina, dígale que es importante que me llame enseguida. Muchas gracias. —Y cuelgo antes de que tenga chance de preguntarme alguna otra cosa.

Con la tarea hecha me escabullo de nuevo en la lluvia en la que tengo una visión de su balcón. Yunho y Luhan están todavía allí. Él está apagando su cigarrillo con una mano permitiéndole tirar de él a la habitación de nuevo. Veo la estúpida cabeza de él metiéndose en el interior de su habitación y luego sus manos se separan mientras desaparece por la puerta. Me imagino que puedo oír el lejano trino de su teléfono en la habitación. Bueno. Eso me compraría al menos una media hora. Esperemos que el tiempo suficiente para matar el estado de ánimo.

Satisfecho, me dirijo de nuevo al Montecitorio, el hotel que me había reservado antes. No era tan llamativo como el De La Ville, pero era encantador, sin embargo, y no me importaba nada  Susan Sarandon.

Mis zapatos están empapados y salpicando agua cuando entro en el vestíbulo. La  chica detrás del mostrador me mira y toma el teléfono para llamar a mantenimiento.

— ¿Es usted el Joven Kim, no? —dice detrás de mí, mientras me dirijo hacia los ascensores. Dudo antes de dar la vuelta.

—Sí.

—Tengo un mensaje aquí para usted — extiende un pedazo de papel y lo agarre con cautela entre dos de mis dedos secos.

— ¿De quién? —Casi temía preguntar, pero cuando responde— Un Shim Changmin — siento una calma quitarme mi ansiedad. Changmin, el completo extraño al que se lo conté todo, fue genial que llamara. Me hacía sentir como si estar en Roma no fuera gran cosa. Tenía amigos allí.

Tomo mi nota y mi poncho todavía goteando hasta mi habitación y me meto a la ducha sin molestarme en leer el mensaje. Todo, incluyendo mi nuevo compañero Changmin estaban en suspenso hasta que estuviera cálido y seco.

Cuando finalmente salgo, me acurruco en la cama minúscula y despliego el papel mojado.

Cena a las ocho Tavernetta


Tienes que comer...

 

Sonrío. Sí tengo que comer y por qué no con alguien que realmente me gustaba. Cojo el teléfono y marco el número de celular que Changmin me entregó en el aeropuerto antes de separarnos.

—Solo para emergencias —me dijo guiñándome el ojo—. No abuses de mi número de celular secreto.

Dudé por solo un segundo antes de tomarlo. Estaba solo en Roma. Quizás lo necesitaría.

—Changmin, es Jaejoong —digo en el receptor.

—No quiero hablar al menos que me digas que vienes.

—Lo haré.

—Bien.  El restaurante es un poco fastuoso, ¿estás equipado?

—Vamos a ver, he venido aquí para convencer al amor de mi vida que tiene que estar conmigo otra vez... Tengo cuatro “trajes acéptame de nuevo y ámame” ¿Cuál te gustaría?

—El negro…

—Está bien —suspiro—. Te veré a las ocho.

Me quedo con la sensación de vértigo de la emoción. Esto es todo. Estaba tomando el control de mi vida. Esta noche me gustaría cenar y relajarme. Mañana me gustaría encontrar a Yunho y le diré todo. La Tarta de Cereza no tenía ni idea de lo que se avecinaba. El Huracán Jaejoong estaba a punto de llegar a Roma y agitar las cosas.

Mientras me preparo para la cena, pienso en la última gota que colmó nuestra  relación. La forma en que mi corazón latía con fuerza mientras estaba fuera de la oficina de Yunho, a sabiendas de que la persona que amaba más que a nada me estaba traicionando en ese mismo momento. Consideré alejarme, fingiendo que había alguien más en su oficina con la chica coqueta. Entonces pensé en mi padre, y la forma en que su engaño había hecho daño a mi madre más que el cáncer jamás podría. Tenía que verlo. No sólo él, sino ella. ¿Quién era la chica que tenía el poder de apartarnos?

Este iba a ser súper malo. Hiriente. Alterador de vida. La puerta se abrió sin hacer ruido, tan silencioso, de hecho, que ni Yunho ni su colaboradora sabían que estaba abierta y que había un público muy sorprendido de pie mirando.

—Yunho —dije con una voz seca, porque en este momento, la vida ya estaba siendo absorbida de mí.

Sus dos cabezas se voltearon rápidamente y él dio un paso brusco hacia atrás. Miré la forma en que su vestido estaba subido por encima de su muslo con un nudo en el estómago. Esta era la realidad, ella, él, y mi vida cayendo a pedazos.

No había manera de que pudiera explicar esa distancia y no había ninguna posibilidad de que yo le creyera aunque lo intentara.

Miré su cara. Estaba muy, muy pálido.

—Yunho —dije de nuevo. Lucia tan sorprendido que me encogí. Lo siento por ser atrapado. Su boca se abrió y cerró, pero nada salió. La muchacha me miró con aire satisfecho. Quería gritar ¿Ella? ¿Por qué ella? —Te amé —dije y esa fue la primera vez que se lo decía.

Su rostro arrugado por la emoción. ¿Cuán cruel era para decirle algo que había estado esperando, en el momento de su falla? Era un golpe bajo, pero se trataba de una pelea y estaba listo para lo que fuera. La pequeña saltimbanqui desde la mesa nos miraba con diversión.

—Tú debes ser Jaejoong —dijo ella, levantándose del escritorio. Me sentí perturbado  ante el hecho de que ella sabía mi nombre. ¿Hablaban de mí? Un cuadro con mi foto estaba cerca de donde había estado sentado. Mi cara fue testigo de lo que ellos hacían. No la miré. No podría. Salió de la habitación arreglándose la falda, dejando dos personas heridas enfrentándose entre sí.

—Nunca quise  esto —dijo cuando la puerta se cerró.

— ¿Ser atrapado? ¿O ser infiel? —Traté de controlar el temblor de mi voz, pero fue inútil.

—Jaejoong — declaró dando un paso hacia mí.

— ¡No! —Levanté una mano para que se detuviera—. No te atrevas a acercarte. ¿Cómo pudiste? No hay nada peor que pudieras hacerme. Justo como mi padre —espeté.

—Tu padre y yo no nos parecemos en nada. Has usado su pecado demasiado tiempo ya como una excusa para no amar.

No podía creer que dijera eso. Amaba a las personas, amé a demasiadas personas. Sólo que no se los decía.

—Me haces sentir enfermo —le dije—. Podías haber sido un hombre y decirme que no me amabas ya.

—Siempre te querré Jaejoong. No es acerca de no quererte, ¡es acerca de quererte tanto y que tú no me quieras!

Me quité apresuradamente una lágrima de enojo que estaba haciendo estragos en mi cara y sonreí maliciosamente.

— ¿Entonces es por el sexo?

Yunho lanzó sus manos con exasperación y me miro con más rabia de la que alguna vez haya hecho.

—Creo que te he demostrado una y otra vez, que nunca es por el sexo —su voz era baja y amenazadora—. Te amé lo suficiente para poner al lado cada uno de mis sentimientos para amoldarme a los tuyos. ¿Qué me das en respuesta? Frialdad y desapego emocional. Eres egoísta y amargo y no vas a reconocer una cosa buena así cayera del cielo a tus pies.

Yo sabía que lo que decía era verdad. Yo era todas esas cosas y más, pero podría haberme dejado y ya, él no tenía que hacerme pasar por tonto.

—Bueno, entonces, deja que el proceso de curación comienza para ti en este  momento. —Lo dejé de pie en la penumbra y me fui tranquilamente a la salida más cercana.

No te lastimará, no te lastimará, no te lastimará…

Dolía como el infierno. Me dolía tan violentamente que apenas podía caminar por las escaleras, así que me senté. Me senté y me sacudí y deseaba que un meteorito cayera directo a la tierra en ese momento y cayera justo donde yo estaba sentado. Sentí como si  mi  exterior  estuviera  crudo  y  expuesto y  estaba  sangrando  por  todo  el suelo.

¿Cómo pudo suceder esto? ¿Por qué? Él era todo lo que tenía.

Oí la puerta de salida  abrirse por encima de y una explosión de música le seguía por las escaleras. Ante el temor de que Yunho viniera a buscarme, me paré y corrí los cuatro tramos restantes no parando hasta         que estaba en        mi auto. Giré la llave de encendido fuerza y el auto volvió a la vida.

Que se pudra. Podía amar. Lo tenía todo en mi interior. Si sabía tanto de mí, ¿por qué no podía ver eso?

Si no lo amaba, ¿cómo podía doler tanto? Nada, le daba el derecho a engañar… ¡Nada! En vez de ir a mi casa mis llantas se desviaron a la derecha y me fundí casi chocando por un lateral con una minivan. Él tenía todo lo que soy, todo lo que tenía para dar, y mira lo que hizo. Yo confiaba en él.

—No, no, no, no —las lágrimas comenzaron a salir—. Esto no puede estar pasando. — Me estacioné, con miedo a matar a alguien mientras manejaba.

Mi mente se desquicia, mi luz volviéndose oscura.

—Yunho, no — saboreé la sal en mis labios. Me odiaba, más de lo que lo odiaba a él y más de lo que odiaba a mi padre. Era un trágico desastre. La peor clase de persona. Comencé a conducir de nuevo. No podía volver a casa, iría a buscarme. Un hotel todavía estaba reservado, sólo un par de cientos de kilómetros al norte, me gustaría ir allí.

Yunho trató de llamar a mi celular. Lo envié al buzón de voz y subí el volumen de la música, cualquier cosa era mejor que el sonido de mis sollozos.

El hotel que Yunho reservó para nosotros era hermoso. Me acuerdo de las fuentes y los cuadros en el vestíbulo y la forma en que los empleados te recibían con sonrisas genuinas, pero esa noche, mis ojos estaban ciegos a todo excepto la traición de Yunho. Me registré y llevaba mi maleta por las escaleras, a la habitación.

Todavía era temprano cuando había tomado mi ducha y  me vestí. Saqué el traje  que había comprado sólo para este fin de semana. Lo saqué de mi cabeza y me fui a mirar en el espejo. Lucia hermoso. Era tan feo en el interior, sin embargo, ¿qué más daba? No podía quedarme aquí en este cuarto sola, me volvería loco.

Tomé mi bolso y corrí a la puerta, tratando de no ver su mano en su muslo.

Yo sabía lo que iba a hacer, algo que lo heriría a él más de lo que él me hirió a mí. Esa es la forma en que yo peleaba, sucio. Ojo por ojo.

Caminé por las calles concurridas, con la mirada perdida en los escaparates. Encontré exactamente lo que estaba buscando un par de cuadras de distancia, Swig Martini Bar. Era simple y desesperado, igual que yo. Entré por la ancha puerta y enseñé mi identificación al gorila. Una mezcla de humo y un perfume dulce me golpeó en la cara. El olor me recordó a la noche que fui a la fiesta de fraternidad de Yunho en una misión para reconquistarlo. Qué deprimente. Me voy a la barra llena de gente y pido un whisky. El camarero me miró con curiosidad cuando lo bebí de un solo trago y pedí otro. Lo vi verter una inyección extra en el segundo, que Dios lo bendiga. Tomé mi segundo vaso en un pequeño patio exterior donde conseguí una mesa con vista al océano. Era un buen escenario. Misterioso, solo y pensativo. Era un truco. Te separabas de la manada, luciendo hermoso  y un hombre venía hacia ti.

Él lo hizo. Alto, rubio, y en pantalones de vestir con una corbata desordenada alrededor de su cuello.

— ¿Día difícil? —preguntó, apoyándose en la barandilla y mirando por encima del agua.

—Sí. ¿Tú?

—Bastante. —Sonrió y vi por la amarillez de sus dientes que era un fumador.

— ¿Te puedo comprar un trago? —asintió a mi vaso vació y asentí con la cabeza.

—Un trago de lo que sea.

—Bien.

Vino con dos. Bien, pensé.  Mis viajes a la tierra perdida irían más rápido.

Bebimos más de una hora antes de que yo lo invitara a la pista de baile. Él era un bailarín mediocre pero ¿qué importaba en este momento? No hice caso de mi disgusto por la forma en que se estrellaba en la parte posterior de mí y me mantuve en movimiento, centrado en el remolino en mi cabeza. La noche se volvió espesa con besos apresurados y licor provocando caricias y a la medianoche estábamos saltando por las calles hacia mi hotel.

—Espera —dijo una vez que estábamos dentro y acostado encima de mí. Recuerdo verlo sacando un condón de su cartera. Le dio una palmada en su mano como había visto a la gente hacer con cartones de cigarrillos y luego rompió el envoltorio con los dientes. Me encogí, disgustado.

Y luego recuerdo no sentir nada. Solo me quede allí y a él no parecía importarle en absoluto. Así que de esta manera estoy perdiendo mi virginidad. Recuerdo haber pensado. Con un extraño, no con Yunho. Cuando terminó, se quedó dormido. Me quedé despierto toda la noche. En la mañana él se va temprano. Nunca obtuve su nombre. Esperé ansiosamente a que la culpa viniera pero todo lo que sentí fue entumecimiento. Sabía que si buscaba lo suficiente esos sentimientos que se  escondían debajo de la superficie,  iba a encontrar repulsión, pero no estaba dispuesto a odiarme. Estaba demasiado ocupado odiando a Yunho. Alrededor del mediodía oí algo fuera de la puerta. Sabía que iba a venir. Obtuvo una llave de la habitación en la recepción y entró. Estaba sentado en la ventana cuando la puerta se abrió, no me había duchado y mi pelo era un nido de ratas alrededor de mi cara.

No dijo nada cuando me vio, sus ojos vagaron por la habitación en busca de señales de dolor. El desorden, la ropa lanzada aquí y allá. Sus ojos se posaron en la envoltura del condón roto en la mesa de noche. Su mano en su muslo… mi envoltorio del preservativo. Estas dos imágenes están grabadas con fuego en ambos de nuestros recuerdos para siempre, metiendo su mano como un obstáculo a  relaciones futuras.

Sin yo saberlo, Yunho nunca volvería a ser capaz de mirar a la envoltura de un condón sin sentirse enfermo. Vi la realización en su cara. Su dolor vino en forma de una contracción en su cara y luego un suave drenaje de luz de sus ojos. Di un paso más allá, porque recuerda, peleo sucio.

—Llevé a Karam a hacerse el aborto. Le dije que lo hiciera. —Le tomó un minuto captar lo que estaba diciendo. Miré los carros que estaban pasando. Me imaginé poniendo mis emociones en uno de esos carros y luego verlas irse. Sentir nada, me dije. Sentir nada como lo que él sintió cuando me engañó. —Te quería tanto que confabulé y manipulé para tenerte. Te perseguí por meses. Supe de todas las chicas y chicos con que saliste. Supe de todos los lugares a los que los llevaste. Lo planeé todo. —El todavía no había dicho nada y podía sentir su silencio haciendo estragos en algún lugar detrás de mí. Se estaba construyendo y saliendo de su cuerpo en oleadas. —Siempre te amé. Desde el momento en que me hablaste por primera vez. —Todavía nada. —Tuve sexo con un extraño, para herirte. —Esas palabras aspiraron el aire de la habitación. Sentí que mis pulmones se contraían como el peso de lo que había hecho comenzó  a presionar sobre mí. Oh dios, oh dios, oh dios...

Oí un ruido y me di la vuelta lentamente para ver a Yunho, de rodillas, con el rostro caído en sus manos. Pude ver su cuerpo temblar, por lágrimas o ira, no sabía. No hizo ningún sonido, no eran más que convulsiones silenciosas que recordaría para siempre. Mi cuerpo comenzó a temblar cuando me di cuenta lo que estaba sucediendo. Todo se ha ido. Yo, él, nosotros. Nos cambiamos para siempre. Yo no quiero vivir. Consideré arrojarme por la ventana, así que no tendría que enfrentarse a la agonía de todo.

Había hecho daño a la persona que más amaba, la única persona que tenía. Todo para vengarme. Y al final, me había destruido. Pasaron los minutos, y luego una hora. Quería ir con él, rogarle que me perdonara, decirle que me mataría si no lo hacía, pero no pude. Tenía demasiada frialdad en mí para eso. ¿Por qué no me di cuenta antes? La persona que realmente era. ¿Cómo nunca había sabido que yo era un agujero vacío incapaz de amar?

Cuando se levantó, alejé la mirada.

Lo siento, Jaejoong, por herirte —dijo con voz ronca y mi corazón se hizo pesado en mi pecho. ¿Por qué era su voz tan suave? ¿Por qué no me gritaba? Yo fui el que hizo daño. Era yo.

Mi falla. Mi pecado. Mi desastre.
—Nunca me veras después de hoy. —Hizo una pausa y sus siguientes palabras me golpearon tanto que nunca me recuperaría de ellas—. Amaré de nuevo, Jaejoong, estarás herido para siempre. Lo que has hecho es… no vales nada, porque te haces eso a ti mismo. Me recordarás todos los días por el resto de tu vida, porque yo era el indicado y tú me tiraste a la basura —Y luego se fue.

4 comentarios:

  1. no entendi bien este capitulo es un recuerdo de Jae de como lo lastimo Yunho con su infidelidad y el pago con la misma moneda y para rematar estuvo de acuerdo con el aborto de Karam pero el de todos modos lo quería perder no es tanto que Jae lo aya obligado el nada mas lo acompaño y el hizo el resto pero Yunho lo tomo mal y esto ya paso y se encuentran de nuevo para decirse de nuevo que esa duda me corroe
    Gracias por compartirlo

    ResponderEliminar
  2. Yo de Jaejoong lo dejo hacer su vida y trato de olvidarlo ya que tanto el uno como el otro se han hecho mucho daño y lo único que le quedaría es rehacer su vida por qué es una relación dañina ya que no hay mucha confianza entre los dos yo si entendí todo y espero con ansias el final

    ResponderEliminar
  3. wuuuuaaa es tan tormentoso lo de jae y yunho se aman xq jae estan terco espero que lo solucione ahora en Roma y que todo se mejore creo que los dos se merecen eso gracias por la actu!!!

    ResponderEliminar
  4. Esto es lo que lo atormentaba todos este tiempo wuuoo pero pagar con la misma moneda es caer un poco bajo Jaejoong yo pensé que había hecho otro cosa pero bueno que pasará ahora en Roma ...gracias

    ResponderEliminar

Thief: Capítulo 16

Capítulo 16 Presente   Dejo a Jaejoong en su oficina. En el camino hacia allí, apenas me dice dos palabras. Después de lo que acababa ...