Punto muerto (s.):
La incapacidad de dos partes para llegar a un
acuerdo negociado.
Jaejoong
Pocos días después…
Me
seguía doliendo el corazón tambaleándose, y aunque le había dicho a Yunho que
nunca me volviera a llamar y que no quería saber nada de él, no podía seguir
adelante hasta recibir una disculpa.
Lo
necesitaba.
Me
sentí mal del estómago después de darle ese reloj, y tontamente esperaba que
llamara y digiera, "yo también te amo" pero actuó como si eso no
significara nada.
Sin
llamar, abrí la puerta de su oficina y la cerré detrás de mí.
Alzó
una ceja mientras me acercaba a su mesa, pero no colgó el teléfono.
—Sí,
eso estará bien —habló en el auricular.
—Necesito
hablar contigo —solté—. Ahora.
Hizo
un gesto para que tomara asiento, pero siguió hablando.
—Sí.
Eso funcionará también.
Me
senté y cruce los brazos, intentando no mirarlo demasiado duro. Era la
perfección absoluta hoy luciendo más follable que de costumbre con un fresco
corte de cabello y un nuevo traje gris de marca. Sus ojos me observaron
intensamente como siempre, y me di cuenta de que en realidad estaba usando el
reloj que le di. Incluso lo combinó con gemelos a juego.
Tal
vez estoy exagerando después de todo…
—Correcto
—Se recostó en su asiento y escribió algunas cosas sobre su teclado—. Te veré a
las ocho en punto de esta noche, Joong. Habitación 225.
Mi
estómago cayó.
—¿Algo
con lo que lo pueda ayudar, señor Kim? —Colgó el teléfono—. ¿Hay alguna razón
por la cual irrumpió en mi oficina sin llamar?
—¿Te
has follado a alguien ya?
—¿Es
esa una pregunta sería?
—¿Te
has follado a alguien ya? ¿Lo hiciste?
—¿Importaría
eso?
—Sí,
eso malditamente importaría —Mi sangre hervía mientras me levantaba—. ¿Te
has acostado con alguien más?
—Aún
no. —Entrecerró los ojos y también se levantó, acercándose a mí—. Sin embargo,
realmente no veo cómo eso es asunto tuyo.
Miré
su muñeca.
—¿Por
qué llevas ese reloj si no sientes lo mismo que yo?
—Es
el único reloj que combina con mis nuevos gemelos.
—¿En
serio eres tan ciego? —Había lágrimas brotando de mis ojos—. ¿En serio?
—Te
dije hace mucho tiempo que no hago eso de los sentimientos, que si alguna vez
fallábamos, ese sería el final de nosotros. —Colocó un mechón de cabello detrás
de mi oreja—. Sin embargo, me doy cuenta de que al cruzar la línea contigo,
personal y profesionalmente, un porcentaje de la culpa es mía.
—¿Un
porcentaje?
—¿Te
gustaría que traiga al contador de la empresa? Estoy seguro de que él puede
calcular la cifra exacta.
—Yunho
—Estaba a punto de perderlo.
—Ya
que en realidad rompimos los límites, y éramos, de hecho, amigos antes, estoy
dispuesto a volver a ese acuerdo.
Sacudí
la cabeza cuando él levantó mi barbilla y me miró a los ojos.
—Todavía
podemos hablar por teléfono por la noche —dijo—. Puedes hablarme acerca de tu ballet,
tus padres, tu vida. Y, para ser considerado con tus sentimientos, voy a
hablarte acerca de mi vida, pero voy a dejar fuera a mis ligues de una noche
hasta que hayas superado por completo lo que sea que pienses que teníamos.
—Te
dije que te que te amaba. —Las palabras
se precipitaron de mi boca.
—Te
dije que no deberías.
—Realmente
no puedes ser una persona tan insensible y fría, Yunho.
—¿Qué
quieres que te diga, Jaejoong? —Su tono cambió—. ¿Que tu culo era tan mágico
que me abrió los ojos y me hizo querer cambiar todas mis maneras de ser por ti?
¿Que no puedo vivir ni respirar sin saber que estás a mi lado? ¿Es eso lo que
estás esperando que diga?
—No.
—Intenté no llorar—. Una simple disculpa por…
—¿Echar
tu curioso culo de mi apartamento? —Me miraba fijamente—. ¿Por tratar de evitar
que te sientas como lo haces en este momento? Bien. Lo siento por no
hacerlo antes.
Resistí
el impulso de escupirle en la cara y di un paso atrás. Oficialmente lo despreciaba.
—No
eres para nada el hombre que pensé que eras.
—Bien,
porque estoy seguro de que ese hombre es bastante patético. —Cerró los ojos
brevemente y suspiró—. Mira, Jaejoong…
—Es
señor Kim —siseé mientras caminaba hacia la puerta—. Señor. Kim. Pero no
te preocupes, nunca tendrás que preocuparte por usarlo, ya que no me verás otra
vez.
Cerré
la puerta con tanta fuerza que tembló la ventana al otro lado del pasillo.
Ignoré la sospechosa mirada de Heechul cuando irrumpí en el estacionamiento, y aceleré
todo el camino hasta el banco.
Retiré
cada dólar de mi cuenta de ahorros y llamé a la estación de autobuses del
centro preguntando cuál era la tarifa por un billete de ida a la ciudad de Seúl.
—Eso
sería setenta y nueve con ochenta y seis —dijo la operadora—. Es diez dólares
más barato si compra un billete de ida y vuelta.
—No
voy a necesitar un billete de ida y vuelta. —Dirigí mi coche hasta el
estacionamiento de mi apartamento—. ¿Puede decirme cuándo sale el próximo
autobús?
—Esta
noche. ¿Le gustaría que reservara ese para usted ahora?
—Ese
mismo. —Recité la información de mi tarjeta de crédito de memoria, y escuché
mientras ella me contaba acerca de que tenía que dar un paseo cada vez que
tuviera la oportunidad.
Al segundo
en qué colgué, conseguí un taxi y le envié un mensaje de texto rápido a mi
compañera de cuarto:
Algo
ha surgido y tengo que irme lo más pronto posible… voy a dejarle mi mitad de la
renta restante a nuestro casero y voy a encontrar una forma de hacer que me
envíen mis pertenencias. Dejo mis llaves bajo esa planta rosa que hay en el
cuarto de lavado —Jaejoong.
Agarrando
dos grandes maletas de mi armario, las llené con todo lo que pude encontrar, y
coloqué la carta de recomendación del señor Petrova en mi bolso.
Mientras
me escribía un recordatorio a mí mismo ("Ese idiota aún tiene mis
tangas… necesito comprar más."), llamó mi madre.
—¿Sí?
—contesté.
—¿Disculpa,
Jaejoong? —dijo.
Rodé
los ojos.
—¿Hola?
—Mucho
mejor. —Había una sonrisa en su voz—. ¿A qué hora deberíamos esperarte en The
Grove esta noche?
—Ninguna.
No voy.
—Ahórrame
de tus berrinches, Jaejoong. Hay un montón de dinero puesto en esta primera
cena. ¿Te gustaría que tu padre y yo te recojamos?
—Dije
que no voy. ¿No me oíste?
—Jaejoong—Bajó
la voz—. He estado intentando reprimir las últimas semanas, pero ¿sabes qué?
Estoy enferma y cansada de que seas tan desconsiderado y egoísta sobre las
aspiraciones de tu padre. A ninguno de nosotros personalmente nos importa un
comino tus pensamientos sobre la elección, pero ya que eres un miembro de esta familia,
exijo que…
—Vete
al demonio. —Colgué y continué empacando, incluso más rápido ahora.
Asunto:
Taxi.
Señor
Jaejoong Kim,
Su
taxi ha llegado a la dirección especificada. Esperará exactamente cinco
minutos.
—Taxi
Daegu.
Corrí
al baño y llené una bolsa de plástico con artículos de aseo, y luego los puse
en mi maleta y me dirigí afuera.
—Estación
de autobuses, ¿verdad? —El conductor del taxi, una mujer, sonrió mientras me
acercaba.
—Sí,
por favor.
Tomó
mis maletas y las colocó en el maletero mientras me deslizaba en el asiento
trasero. Sentí mi corazón dolorido con cada segundo que pasaba, y por más que
intenté bloquear los pensamientos sobre Yunho, imágenes de su rostro se
infiltraron en mi cerebro de todos modos.
Estaba
imaginando la última noche completa que pasamos juntos, la noche antes de que
me echara de su apartamento, y sin importar lo duro que traté de darle sentido
a lo que sucedió la noche siguiente, no pude. Todo lo que pude hacer fue
llorar.
Mi
teléfono vibró contra mi rodilla y lo volteé, esperando ver el nombre del señor
Petrova, pero era Yunho.
—¿Hola?
—contesté.
—¿Qué
estás haciendo?
—Tengo
practica de ballet los miércoles… ¿No deberías saber eso ya?
—Si
estuvieras realmente en la práctica de ballet no contestarías tu teléfono.
Silencio.
—¿Jaejoong?
—Sobaba preocupado—. ¿Estás llorando?
—No
—mentí, subiendo el volumen de la radio de mi coche.
—¿Qué
está mal?
—Nada.
Acabo de decir…
—Para
jodidamente de mentirme, Jaejoong —dijo—. ¿Qué está mal contigo?
—Me
enviaron a casa de la práctica de hoy.
—Está
bien. ¿Y?
—No
hay un "Y" en esto… —Lágrimas brotaron de mis ojos—. Nunca he sido
enviado a casa antes. Me hizo sentir como una mierda hoy. Incluso le dijo a la
suplente que se preparara para tomar mi lugar justo enfrente de mí, y luego me
dijo que no volviera hasta la próxima semana…
—Te
he dicho la razón por la cual él hace eso. ¿Por qué no me crees?
—Porque
realmente estuve mal hoy —admití—. Mis pies están hinchados y no los vendé
correctamente, por lo que estuve fuera por un octavo de la cuenta la mayor
parte del día…
Suspiró.
—Estoy
seguro de que estuviste diez veces mejor que todos los demás. ¿No crees?
—No…
—Confía
en mí. Estoy bastante seguro de que él solo…
—¿Puedo
ir esta noche? —le interrumpí, esperando un sí, pero todo lo que oí fue
silencio. Sabía que empujé mi suerte el primer par de noches que pasamos
juntos, pero no quería una cosa ocasional. Quería más.
—¿Vas
a darme una respuesta, Yunho?
—Sí
—dijo—. Puedes venir. ¿Dónde estás?
—Afuera
de tu puerta.
La
abrió segundos después y me miró de arriba abajo, levantando su ceja.
—Te
habría pasado a buscar.
—Casi
te pedí…
Agarró
mi mano y me llevó dentro, manteniendo sus ojos fijos en los míos. A medida que
la puerta se cerró, me tomó en sus brazos y sacudió su cabeza hacia mí.
—¿Qué
estás haciendo, Jaejoong?
—¿Qué
quieres decir?
—¿Por
qué sigues insistiendo en romper cada regla que tengo?
—¿Por
qué sigues dejándome?
Sin
decir una palabra más, sus labios estuvieron sobre los míos y sus manos se
deslizaron alrededor de mi cintura desabrochando hábilmente mi pantalón,
empujándolo rápidamente hacia el suelo.
Sus
manos rozaron mi trasero, buscando mi tanga, pero no había ninguna.
—Recuérdame
devolverte tu colección. —Se rio en voz baja y me llevó hasta el sofá.
Me
soltó la mano y luego se sentó en el suelo, mirándome. Desabrochando su
pantalón, sacó un condón y lentamente lo hizo rodar por su polla.
Empecé
a inclinarme para poder sentarme a su lado, pero agarró mis muslos.
—Detente
—dijo—. No quiero que te sientes en el suelo.
—Está
bien. —Miré por encima de mi hombro—. ¿Quieres que me siente en la mesa de
café?
—No…
—Arrastró sus dedos por mis piernas—. En mi rostro.
—¿Qué?
—Pon
tu culo en mi rostro.
Me
detuve, mudo incapaz de procesar lo que acababa de pedirme que hiciera.
Sonriendo,
me acercó y me dio un golpecito en la pierna izquierda.
—Levanta
esta por encima del cojín que hay detrás de mí, me ordenó con los ojos, y
lentamente levanté mi pie y lo puse en el cojín.
—Buen
chico. —Pasó las manos a lo largo de la parte interna de mis muslos, colocando
besos en mi piel—. Agarra mi cabello…
Mis
manos encontraron el camino hasta su cabeza cuando deslizó dos dedos dentro de
mí, mientras lentamente los movía dentro y fuera.
Lanzó
su lengua contra mi miembro y gemí.
—¿De
verdad vas a seguir mis instrucciones hoy?
—Sí…
—Necesito
que estés lo más quieto posible. —Una de sus manos ahuecó mi culo, palmeándolo
mientras continuaba estirando mi miembro con sus dedos—. ¿Puedes hacer eso?
Asentí,
dejando escapar un suave gemido de mi boca.
—¿Eso
es un sí? —No me dio la oportunidad de responder. Recorrió mi hinchado miembro
con su boca, haciendo que mis rodillas se doblaran instantáneamente por debajo
de mí.
Cerrando
los ojos, grité mientras agarraba mis caderas y me mecí ligeramente contra su
boca lamiendo cada parte de mí con su lengua, lamiendo cada gota.
—Yunho…
—Apenas podía escuchar mi propia voz—. Yunho…
Mi
pierna derecha perdió su agarre del suelo y casi cayó hacia adelante, pero me
agarró y me mantuvo quieto sin alejar su boca.
Tiré
de su cabello con fuerza, rogándole que redujera la velocidad, que me dejara
intentar controlar el ritmo, pero fue inútil.
Siguió
follándome con su boca, ignorando todos mis gritos.
Mientras
mis caderas se sacudían y los temblores comenzaban a atravesar mi cuerpo,
envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y lentamente me movió, bajándome
sobre su polla.
—Ahhhh…
—Respiré mientras se enterraba centímetro a centímetro—. Yo… yo…
—Tú,
¿qué? —Me besó la frente una vez que estuvo completamente dentro de mí—. ¿No me
quieres montar de esta manera? ¿Preferirías que me inclinara sobre ti?
Sacudí
la cabeza, y él cubrió uno de mis pezones con la boca, girando la lengua
alrededor hasta que se endureció.
Sin
que me lo dijera, envolví mis brazos alrededor de su cuello y me moví de arriba
abajo sobre su polla.
—Más
fuerte… —Me mordió el cuello—. Quiero que me folles tan duro como yo te follo…
Sacudí
mis caderas contra las suyas una y otra vez, tan fuerte como pude, pero me
agarró y comenzó a empujar sus propias caderas hacia arriba desde el suelo.
—Yunho,
voy a co… —grité cuando se hizo cargo por completo—. Voy a…
Golpeó
mi culo cuando mi cuerpo finalmente cedió, mientras el suyo también lo hacía.
Sin
aliento, me apoyé contra su pecho, pero no me dejó descansar mucho. Me sacó de
su regazo y se levantó, alejándose para tirar el condón.
Cuando
regresó a mí, me levantó en sus brazos y me llevó a su habitación, bajándome
suavemente sobre las sábanas.
Rodé
hacia el lado de la cama que prefería el lado de la ventana, y esperé a que se
acostara junto a mí, pero no lo hizo. Se sentó cerca del borde de la cama y
puso mis pies en su regazo.
Estaba
demasiado cansado para preguntarle qué hacía, y lo siguiente que sentí fue un
cálido y relajante líquido goteando sobre mi piel. Entonces sentí sus manos
extendiéndose lentamente alrededor de los lugares donde más me dolía la
hinchazón.
Gemí
cuando sus dedos masajearon mis talones, dije su nombre mientras sus dedos
acariciaban cada punto sensible.
—Shhh
—susurró, haciendo que me callara mientras seguía aliviándome.
Cada
pocos minutos me miraba y preguntaba—: ¿Te gustaría que me detenga?
Meneé
la cabeza y mantuve los ojos cerrados, disfrutando cada momento de esto.
Después
de lo que se sintieron como horas de felicidad, después de que me había dado el
mejor masaje de pies que jamás había tenido, se subió a la cama junto a mí y me
tiró contra su pecho.
—Buenas
noches, Jaejoong —susurró—. Espero que te sientas mejor.
Eufórico,
entrelacé los dedos por su cabello.
—¿No
vas a insistir en llevarme a casa esta noche?
—No,
a menos que sigas hablando —gruñó—. Duérmete…
—Gracias
por el masaje de pies… eso fue realmente…
—Deja
de hablar, Jaejoong. —Me puso encima de él—. Duérmete.
—Solo
estaba diciendo gracias. ¿No puedo decir gracias?
—No.
—Presionó sus labios contra los míos y me besó hasta que no pude respirar,
diciendo—: No me hagas follarte hasta que te duermas—, en medio de respiraciones.
Intenté
darme la vuelta, pero su agarre era demasiado fuerte.
Sonriendo,
coloqué mi cabeza contra su corazón y susurré—: ¿Puedes oírme? ¿Estás
durmiendo?
No
hubo respuesta. Solo profundas y somnolientas respiraciones.
Dudé
por unos segundos.
—Te
amo…
Bueno....
ResponderEliminarJaejoong no esperes algo más, deja que llegue solo, siento que Jae quiere forzar todo y no es así tampoco. Osea Yunho está colado por el, solo que tiene heridas, miedos, un pasado perturbador....algo así no se puede dejar de la noche a la mañana.
En fin, lo buscará
Muchas gracias 😀😄
Que fue esto una despedida sin aviso para Yunho y cuando despierte estará sólo por que Jae se ira por su culpa y no sacar sus sentimientos de amor por el haber si así Yunho lo piensa bien y va por Jae y ahora si le dise cuanto le ama
ResponderEliminarGracias
Yunho es un desgraciado sabe que Jae lo quiere y actua como si nada,lo peor es que el siente algo mas por Jae pero no lo acepta.
ResponderEliminarJae se ira lehos de el y cuando se de cuenta Yunho va a valorar mas a Jae
Que bueno que Jaejoong se va es mejor asi para que pueda olvidar ya que Yunho lo ha tratado tan mal y tambien que la familia de Jae se den cuenta del daño que le hacen a su hijo al dejarlo de lado y ojala que Jaejoong pueda salir adelante solo y que demuestre que sin ellos el esta bien gracias por este capitulo esperare el siguiente con andias
ResponderEliminarUna despedida con Yunho, será?, Esta bien que Jae se vaya para curar su alma de tanta falta de amor hacia él, tanto de sus padres como de Yunho.
ResponderEliminarGracias!!!