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Thief: Capítulo 11


Capítulo 11

Presente
Primero llevé a Junsu a casa. Cuando sale del coche, besa mi mejilla y me mira a los ojos por un segundo más de lo normal. Yo sé que lo siente. Después de todos estos años de Jaejoong y yo, ¿cómo puede no sentirlo? Le asiento y él mete sus labios y sonríe. Cuando entro de nuevo, Jaejoong me está mirando.
—A veces, siento como si tú y Junsu hablan sin hablar —dice él.
—Tal vez lo hacemos.
El resto del viaje es tranquilo. Me recuerda a nuestro viaje de campamento, cuando había mucho que decir y sin valor de decirlo. Estamos mucho más mayores ahora, han pasado tantas cosas. No debería ser tan difícil.
Llevo su bolso arriba. Él sostiene la puerta abierta para mí cuando llegamos a su piso, así que paso por delante de él y entro en el vestíbulo. Otra vez siento la ausencia de Changmin. Se siente como si él hubiera estado viviendo aquí por su cuenta. El aire es cálido. Puedo oler los rastros de su perfume en ciertos puntos. Enciende el aire acondicionado y nos adentramos en la cocina.
— ¿Té? —Pregunta él.
—Por favor.
Puedo fingir durante unos minutos que ésta es nuestra casa y que me está haciendo el té como lo hace cada mañana. Lo veo encendiendo la caldera y tomar las bolsas de té.
Se frota la nuca y mete un pie detrás de su rodilla, mientras espera a que el agua hierva. Luego lleva un frasco de vidrio de terrones de azúcar y una pequeña jarra de leche a la mesa y los coloca frente a mí. Me aparto y finjo que no lo estaba mirando. Esto hace doler mi corazón un poco. Siempre dijimos que tendríamos terrones de azúcar en lugar de azúcar granulada. Él consigue dos tazas de té del gabinete, poniéndose de puntillas para llegar a ellos. Miro su cara mientras deja caer cuatro cubos en mi taza. Lo remueve por mí y vierte la leche. Alcanzo la taza antes de que retire la mano y nuestros dedos se tocan. Sus ojos se mueven rápidamente a los míos. Se alejan. Él toma su té con un solo cubo de azúcar. Encontramos el mantel de la mesa cada vez más interesante a medida que pasan los minutos.
Finalmente, bajo mi taza. Tintinea contra el plato. Se avecina una tormenta entre nosotros. Tal vez por eso estamos saboreando la calma. Me levanto y llevo nuestras dos tazas al fregadero. Las lavo y las coloco en el escurridor.
—Todavía te quiero —le digo.
Me sorprendo a mí mismo diciendo esto en voz alta. No sé si él está teniendo la misma reacción, porque le estoy dando la espalda.
—Vete a la mierda.
Sorpresa, sorpresa.
Él no puede esconderse de mí con su boca sucia. Veo cómo me mira.  Siento el aguijón de arrepentimiento cuando nuestra piel se toca accidentalmente.
—Te construí esa casa —digo, dándome la vuelta—. La conservé incluso después de que me casé. Contraté a un jardinero y un chico de la piscina. He tenido un servicio de limpieza yendo una vez cada dos meses. ¿Por qué yo iba a hacer eso?
—Porque eres un tonto nostálgico que sólo deja ir el pasado el tiempo suficiente para casarse con otro hombre.
—Tienes razón. Soy un tonto. Pero, como puedes ver, soy un tonto que nunca lo dejó ir.
— Déjalo ir.
Niego con la cabeza.
—Uh -uh. Esta vez tú me encontraste, ¿recuerdas?
Se sonroja un poco.
—Dime por qué me has llamado.
— ¿A quién más conozco?
—Tú marido, por ejemplo.
Él mira hacia otro lado.
—Bien —dice finalmente—. Tenía miedo. Fuiste el primero en quien pensé llamar.
—Porque...
— ¡Maldita sea, Yunho! —Él cierra el puño sobre la mesa y el frutero se bambolea.
—Porque... —digo de nuevo. ¿Cree que me asusta con sus pequeños berrinches? Lo hace un poco.
— Siempre estás queriendo sobrehablar todo.
—No hay tal cosa como sobrehablar algo. La falta de comunicación es el problema.
—Deberías haber sido un psiquiatra.
—Lo sé. No cambies el tema.
Se muerde la uña del pulgar.
—Porque tú eres mi refugio. Acudo a ti cuando estoy hecho un lio.
Mi lengua se tuerce, se hace nudos, se congela. ¿Qué se supone que tengo que decir a eso? No esperaba eso. Tal vez más maldiciones. Más negación.
Luego me vuelvo loco. Realmente loco. Es la tensión de quererlo y querer que él admita que me quiere.
Tengo las manos detrás en mi nuca mientras me paseo por su pequeña cocina. Quiero golpear algo. Lanzar una silla a través de la caja de cristal que es su condominio. Me detengo de pronto y lo enfrento.
—Déjalo, Jaejoong. Déjalo o este es el final.
—El. Fin. De. ¿Qué? —Él se inclina sobre el mostrador, sus dedos extendidos hacia fuera como su ira. Sus palabras golpean—. Nunca hemos tenido un comienzo, o un desarrollo, o un maldito minuto de estar enamorados. ¿Crees que quiero esto? ¡Él no ha hecho nada malo!
— ¡Pura mierda! Se casó contigo y sabía que estabas enamorado de mí.
Él retrocede, parece inseguro. Lo veo caminar por la longitud de su cocina, con una mano sobre su cabeza, y la otra en la cadera. Cuando se detiene y me enfrenta, su rostro está arrugado.
—Lo amo.
Cruzo la cocina en dos segundos. Agarro su brazo para que no pueda escapar y me inclino hacia abajo hasta que estoy justo en su cara. él tiene que ver la verdad. Mi voz suena más animal que humana; un gruñido.
— ¿Más que a mí?
Sus ojos se ensombrecen y trata de mirar hacia otro lado.
Lo sacudo—. ¿Más que a mí?
—Yo no amo a nada más de lo que te amo a ti.
Mis dedos se aprietan en su brazo.
— ¿Entonces por qué estamos jugando estos juegos estúpidos?
Aparta su brazo lejos de mí, con los ojos brillantes.
— ¡Me dejaste en Roma! —Me empuja y me tropiezo hacia atrás—. Tú me dejaste por ese perro pelirrojo. ¿Sabes lo mucho que eso duele? Vine a decirte cómo me sentía, y te alejaste de mí. — Jaejoong rara vez muestra su dolor. Es tan inusual que no estoy seguro de cómo tratar con ello.
—Él estaba inestable. Su hermana se pegó un tiro. ¡Se tragó una botella de píldoras para dormir, por el amor de Dios! Yo estaba tratando de salvarlo. Tú no me necesitabas. Nunca. Hiciste un punto mostrándome que no me necesitabas.
Deambula hacia el fregadero, coge un vaso, lo llena de agua, toma un sorbo y me lo tira a la cabeza. Me agacho y golpea la pared, rompiéndose en mil pedazos. Echo un vistazo a la pared donde el vidrio golpeó, luego otra vez a Jaejoong.
—Dándome una conmoción cerebral no va a resolver nuestros problemas.
—Fuiste un cobarde de mierda. Si hubieras hablado conmigo ese día en la tienda de discos, sin mentiras, no estaríamos aquí.
Sus hombros, que hace un segundo habían estado tensos en posición de batalla, se pusieron flácidos. Un solo sollozo escapa de sus labios. Él lleva a una mano para contenerlo, pero es demasiado tarde.
—Te casaste... tuviste un bebé... —Las lágrimas fluyen libremente —. Se suponía que te casaras conmigo. Se suponía que ese iba a ser mi bebé. —Él se deja caer en el sofá detrás de él y envuelve sus brazos a su alrededor.
Su pequeño cuerpo tiembla por los sollozos. Su cabello cae en cascada sobre su cara y él inclina la cabeza con el fin de ocultar su rostro.
Voy hacia él. Lo saco en brazos y lo llevo hasta el mostrador, sentándolo de manera que estamos frente a frente. Él está tratando de ocultarse detrás de su pelo.
—Odio que siempre te hago llorar. —Froto pequeños círculos en su muñeca con el pulgar. Quiero tocarlo más, pero sé que no debo.
—Duque, no fue tu culpa. Fue mía. Pensé que si teníamos un borrón y cuenta nueva... —Mi voz se apaga porque no hay tal cosa como un borrón y cuenta nueva. Ahora lo sé. Sólo envuelves tus cuentas sucias y construyes sobre ella.
Le beso la muñeca.
—Deja que te cargue. Nunca te dejaré caer. Me hicieron para sostenerte, Jaejoong. Estás jodidamente pesado con toda tú culpa y auto-odio. Pero, yo puedo hacerlo. Porque te amo.
Él tiene su meñique apretado contra sus labios como si estuviera tratando de mantener todo adentro Este es un nuevo Jaejoong. Me gusta.
Quito su dedo meñique de sus labios, y en vez de soltar su mano entrelazo mis dedos con los de él. Dios, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que he sostenido su mano? Me siento como un niño pequeño. Resisto la sonrisa que está tratando de adueñarse de mi cara.
—Dime —digo—. Peter Pan…
—Changmin —exhala.
— ¿Dónde está él, Duque?
—Está en Munich ahora mismo. La última semana, en Estocolmo, la semana anterior a esa, en Amsterdam. —Aparta la mirada—. Nosotros no estamos… estamos dándonos un descanso.
Sacudo mi cabeza.
— ¿Un descanso de qué? ¿Del matrimonio o de estar juntos?
—Nos gustamos el uno al otro. Del matrimonio, supongo.
—Joder, eso ni siquiera tiene sentido —digo—, si estuviéramos casados no te dejaría salir de mi cama, sin mencionar de mi vista.
Hace una mueca—. ¿Qué se supone que significa eso?
—Hay tipos como yo allá afuera, y no los dejaría que se acercaran a ti. ¿A qué está jugando?
Se queda en silencio por un largo rato. Entonces suelta de golpe:
—Él no quiere niños.
La cara de Estella empaña mi visión antes de preguntar…
— ¿Por qué no?
Se encoge de hombros; tratando de pretender que no es nada.
—Su hermana tiene Fibrosis Quística. Él es portador. Ha visto lo mucho que su hermana ha sufrido y no quiere traer niños al mundo con el riesgo de tenerlo.
Puedo ver lo mucho que le molesta. Su boca está apretada y sus ojos están moviéndose rápidamente alrededor del tablero de la mesa como si estuviera buscando una migaja.
Trago. Este es un tema delicado para mí también.
— ¿Sabías eso antes de casarte con él?
Asiente—. No quería niños antes de casarme con él.
Me levanto. No quiero oírlo hablar sobre cómo Changmin lo hizo querer cosas que yo no podía. Debo de verme malhumorado porque pone sus ojos en blanco.
—Siéntate —espeta—. Veo que todavía haces piecitos con tu niño interior.
Camino hacia el ventanal que rodea su sala y miro afuera. Hago la pregunta que no quiero hacer, pero no puedo no ahora. Estoy celoso.
— ¿Qué te hizo cambiar de parecer?
—He cambiado, Yunho. —Se pone de pie y se para al lado de mí. Lo miro y veo que sus brazos están cruzados sobre su pecho. Está usando una camisa manga larga de algodón color gris y pantalones negros que caen abajo en sus caderas de tal manera que unos centímetros de piel está expuesta. Mira hacia afuera al tráfico que pasa zumbando debajo de nosotros. Se ve rudo. Sonrío con suficiencia y sacudo mi cabeza.
—Nunca me sentí lo suficientemente digno para tener bebés. ¿Duh, cierto? Tengo todas esas ediciones de papi súper genial.
—Aw, hombre. ¿Todavía trabajando en esos?
Sonríe.
—Un poco aquí y allá. Puedo tener sexo ahora.
Levanto una esquina de mi boca y entrecierro mis ojos.
—Estoy bastante seguro que te curé de eso.
Sus pestañas se baten tan rápidamente que podría soplar un cerillo. Muerde su labio para evitar sonreír.
Inclino mi cabeza hacia atrás y me río. A ambos nos encanta hacer sentir al otro incómodo. Dios, amo a este hombre.
—Lo hiciste, sin embargo —dice—. A pesar de lo que crees, no fue por tus movimientos en el dormitorio. Fue por lo que hiciste para conseguirme de vuelta.
Levanto mis cejas.
— ¿La amnesia? —Estoy sorprendido.
Asiente lentamente. Sigue mirando fuera de la ventana, pero mi cuerpo está girado hacia él ahora.
—No eres esa persona… el que miente y hace cosas locas. Ese soy yo. No podía creer que hiciste eso.
—Estás loco.
Me dispara una mirada molesta.
—Rompiste tu propio código moral. Me imaginaba que si alguien pelearía por mí, podría en realidad valer algo.
—Vales la pena para luchar. No me he dado por vencido contigo aún.
Levanta la cabeza de golpe. Se ve alarmado.
—Bueno, deberías. Estoy casado.
—Sí, te casaste, ¿no es cierto? Pero, sólo lo hiciste porque pensaste que habíamos terminado, y no hemos terminado. Nunca terminaremos. Si crees que ese pequeño pedazo de metal en tu dedo puede proteger tus sentimientos por mí, estás equivocado. Usé uno por cinco años y no hubo un solo día que en el cual no estuviera deseando que fueras tú.
Miro sus labios, labios que quiero besar. Me vuelvo y agarro mis llaves para irme antes de que empecemos a pelear, o a besarnos. Él se queda en la ventana. Antes de que salga de la sala, digo su nombre.
—Jaejoong.
Me mira sobre su hombro.
—Tu matrimonio no durará. Dile a Changmin la verdad; sé justo. Cuando lo hagas, ven a buscarme, y te daré ese bebé.
No me quedo a ver su reacción.
* * *
Me siento culpable de que le estoy ofreciendo a mi ex novio un bebé cuando mi actual novio está probablemente en mi casa, esperándome—esperando que le pida matrimonio. Mi vida entra en enfoque cuando cruzo mi puerta principal. La música está sonando ruidoOh Joongente en mi estéreo. Me acerco y bajo el volumen. Karam está en la estufa, dándole la vuelta a algo en el sartén. Me asombra que quiera cocinar incluso cuando no está en el trabajo. Pensarías que estaría enfermo de eso para entonces. Me siento en un taburete y lo observo mientras él se vuelve.
Debe ver algo en mi cara. Baja la cuchara de madera que está sosteniendo y limpia sus manos con una toalla para secar antes de caminar hacia mí. Puedo ver la salsa de lo que sea que está cocinando haciendo un charco en la encimera debajo de la cuchara. No sé por qué, pero no puedo parar de mirar la cuchara.
Rechino mis dientes mientras camina hacia mí. No quiero herirlo, pero si hago lo que hice con Luhan, acabaré quedándome sólo para proteger su corazón. Será sin entusiasmo, porque la única cosa que quiero en la vida es proteger el corazón de Jaejoong.
Cuando me alcanza, tomo sus manos y las sostengo. Puede ver el rompimiento en mis ojos; sacude su cabeza antes de que haya abierto mi boca.
—Todavía sigo enamorado de Jaejoong —digo—, nunca va a ser justo para nadie con quien esté. No quiero darte pedazos de mí.
Sus lágrimas se acumulan y se derraman.
—Creo que sabía eso —dice, asintiendo—. No la causa, pero eres diferente. Pensé que era por lo que pasó con Luhan y Estella.
Me encojo de dolor.
—Lo siento mucho, Karam.
—Él es un maldito, Yunho. Sabes eso, ¿verdad?
—Karam…
—No, escucha. Es una mala persona. Defiende a gente mala. Entonces de la nada, te llama a la mitad de la noche y quiere que vayas a rescatarlo. Es astuto.
Froto mi frente.
—No es así. Él no es así. Está casado, Karam. No consigo estar con él. Sólo no quiero estar con nadie más.
Miro la cuchara y entonces me forzó a mirar a Karam.
—Me gustaría tener niños.
Retrocede un paso—. Dijiste que no querías.
Asiento.
—Sí, dije eso cuando estaba herido. Por lo que pasó con… Estella. —Es la primera vez que he dicho su nombre en un muy largo tiempo.
Duele.
—Siempre he querido una familia. Pero, no quiero estar casado con alguien y pretender que no quiero niños.
Sacude su cabeza; comienza lentamente e incrementa la velocidad.
—Tengo que irme —dice.
Corre de la habitación y agarra sus cosas. No lo detengo. No hay motivo. Una vez más. He herido a alguien debido mis sentimientos por Jaejoong.
¿Cuándo se detendrá? ¿Se detendrá alguna vez? No puedo hacer esto a alguien otra vez. Tiene que ser Jaejoong o nada para mí.

1 comentario:

  1. Lord Zakuza reina para siempre. Mi novio me abandonó y se fue por otro debido a una razón que nunca supe, pero me di cuenta de que estaba actuando de manera extraña hacia mí hasta que finalmente se fue. No pude controlarme porque lo amaba tanto que podía hacer cualquier cosa por él para mostrar lo querido que lo amaba. Sufrí este corazón roto durante 1 mes hasta que me enteré de Lord Zakuka, contacto de WhatsApp +17405739483 en línea, que es un lanzador de hechizos y vi diferentes buenas críticas sobre él con un premio de costo para hacer el trabajo. Le envié un mensaje en WhatsApp +17405739483 y le expliqué mis penas y me cobró la suma de 380 euros para traer de vuelta a mi novio y preparó un hechizo para mí que trajo a mi novio dentro de las 48 horas y ahora estamos de vuelta juntos, así que Mucho amor y cuidado. WhatsApp Lord Zakuza ahora en +17405739483 si necesita su ayuda. Puedes WhatsApp para obtener más información sobre +32460221701 Soy Beatriz Kiger de Bélgica.

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Thief: Capítulo 16

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