Capítulo 12
Pasado
Cuatro en punto, cinco, seis, siete. Todavía no
había abandonado el edificio. Había estado esperando por horas por los papeles.
¡Papeles! Como si el resto de mi vida dependiera de que firme mi nombre en un
pedazo de papel. Miré el reloj. Se suponía que iba a estar en la casa de Jaejoong
hace una hora. Revisé mi teléfono. No me había llamado. Quizás él se encontraba
ocupado empacando.
—Yunho —mi compañero de
trabajo, Neal, metió la cabeza a través de la puerta—, ¿quedándote para la
fiesta?
Sonreí.
—No, tengo que ir a otra
parte esta noche.
Levantó una ceja.
— ¿Tienes que ir a algún
lugar mejor que una cena que tu jefe está lanzando para clientes potenciales?
—Mi jefe también es mi
padrastro —dije, escribiendo en el teclado—. Estoy seguro de que puedo
saltarlo. —Mi secretaria metió su cabeza junto a la de Neal.
—Yunho, Sydney Orrico
está aquí. Dice que tiene cosas para que firmes.
Salté fuera de mi silla.
—Hazla entrar.
Neal levantó sus cejas,
pero su cabeza desapareció y fue reemplazada por la de Sydney.
—Hola —dijo ella.
Me puse de pie y rodeé
el escritorio para saludarla.
Sydney Orrico: rizos
marrones, hoyuelos, piernas largas. Fuimos vecinos, fuimos a la misma escuela,
y nuestras madres nos arrastraron juntos a eventos sociales y luego nos
forzaron a interactuar. Nos vimos regularmente, y a la fuerza o por la
naturaleza, nos volvimos amigos. Y luego nos convertimos en más. Empezó con un
beso el cuatro de julio. Tras el primer beso, nos habíamos ocultado en la sala
de recreo de mi casa y nos besuqueamos en la mesa de billar cada vez que
pudimos. Luego de unas semanas, había reclamado su virginidad. Cuando empezamos
la escuela en el otoño, las cosas se pusieron un poco incómodas… realmente,
realmente incómodas.
Sidney quería un novio.
Yo quería una amiga con beneficios. Mi yo de quince años intentó explicarle
esto a ella, pero empezó a llorar y luego la besé sólo para reprimir las
lágrimas. Después tuvimos sexo, y luego tuve que explicarle el todo asunto de
no- novios otra vez. Me abofeteó en la cara y juró que nunca más iba a volver a
hablarme.
Para nada cierto. Ella
no dejaría de hablarme. Las chicas de quince años son intensas, en especial cuando
creen que están enamoradas. Cuando me atrapó en una popular heladería en una
cita con otra chica, se volvió loca, vertiendo un cuenco entero de helado de
chocolate en mi regazo.
Sidney Orrico.
Afortunadamente para mí,
se echó atrás luego del accidente del helado. Salió con mi hermano por un
tiempo, y luego rompió con él por un mariscal de campo. Nos vimos azaroOh Joongente
luego de eso, en fiestas, fiestas de graduación, el centro comercial. Para
cuando estaba saliendo con Jaejoong, no la había visto por lo menos en un año.
Ella había descartado la universidad y había ido a una escuela de bienes
raíces. Mi madre me dijo que estaba trabajando para la compañía de desarrollo
de su padre. Ahí fue cuando las cosas se pusieron delicadas.
Yo estaba construyendo
una casa para Jaejoong. Nuestra casa. Fue una decisión que había tomado tan
pronto como me di cuenta que quería casarme con él. Contraté un arquitecto para
trazar los planes de las semanas antes de comprarle el anillo y contactar a
Greg Orrico, el padre de Sidney.
—El proyecto tomará un
año, Yunho. Especialmente con todas las inspecciones adicionales que tendremos
que pasar para el mirador.
Golpeteé con mi pluma el
escritorio. Estaba bien, mientras los cimientos fueran puestos en el momento
que le pidiera a Jaejoong casarse conmigo. Quería ser capaz de llevarlo a ver
algo. Los cimientos de lo que íbamos a ser.
Hicimos planes para
encontrarnos y firmar los papeles. Antes de colgar, Greg me dijo que Sidney
sería la directora del proyecto.
—Mierda —dije, acunando
el teléfono. Si Sidney era como la recordaba… Sidney me abrazó y sacó una
gavilla de papeles de su bolso.
— ¿Estás nervioso?
—Para nada, me propongo
al amor de mi vida todos los días.
Ella sonrió y me golpeó
en la cabeza con los papeles.
—Bueno, vamos a hacerlo.
Desparramamos todo en mi
escritorio, y Sidney habló conmigo sobre cada formulario. Acababa de firmar la
mitad de ellos, cuando Sang Woo entró en mi oficina con su esmoquin.
— ¡Sidney! —Observé
mientras la abrazaba—. Has perdido todas tus pecas, ¿y qué le pasó a todo ese
metal que solías llevar en tus dientes? —Sidney y Sang Woo se veían mutuamente
regularmente, pero este era su juego. Leí a través de mis papeles y esperé a
que acabara.
— ¿Es tu manera de
decirme bonita?
Sang Woo se echó a reír.
— ¿Te quedarás a la
fiesta?
Por primera vez noté que
Sidney estaba usando un vestido. Me pareció que ella tenía toda la intención de
permanecer en la fiesta. Mi madre debe haberle dado un aviso.
—Me voy a quedar —dijo
ella—. Estaba esperando que Yunho se tomara una copa conmigo antes de alejarse
rápidamente en su corcel.
—No puedo —dije, sin
alzar la mirada—. Jaejoong me está esperando.
—Yunho —dijo Sang Woo—.
Necesito que des algunas vueltas por aquí antes de irte. Algunas de estas
personas son tus clientes.
— ¡Sang Woo!
Cerré de golpe mi
portátil y lo miré con fijeza.
—Voy a proponerme a mi
novio esta noche. No puedes hablar en serio.
—Unos pocos minutos es
todo lo que necesitarás. Simplemente llama a Jaejoong y dile que llegarás
tarde.
—No. —Me puse de pie y
agarré mis llaves.
La cabeza de Sidney se
levantó de golpe de donde estaba revisando los papeles.
—Vas a odiarme.
Suspiré.
— ¿Qué olvidaste?
Se ruborizó.
—Puedo correr de regreso
a la oficina y agarrarlo. Volveré en quince minutos.
— ¿Qué es Sidney? ¿No
puede esperar hasta el martes?
Carraspeó.
—Las llaves de la puerta
de la propiedad. No serás capaz de entrar.
Arrugué los labios y
parpadeé hacia ella con frustración. Calma,
mantén la calma.
—Muy bien. ¡Ve!
¡Apresúrate! —Ella asintió y se levantó de un salto. Me volví hacia Sang Woo—.
Treinta minutos, mientras Sidney está fuera. Eso es todo. —Me palmeó la espalda.
Llamé a mi secretaria que ya estaba usando su vestido para la fiesta.
— ¿Puedes llamar a Jaejoong,
decirle que me retuvieron, pero que llegaré tan pronto como pueda?
Ella asintió y fui al
pequeño armario de mi oficina donde mantenía mi chaqueta.
Deslicé los brazos en
las mangas, jurando en voz baja. Era un mal inicio a lo que se suponía sería
una gran noche. Treinta minutos, eso era todo. Luego saldría de aquí.
Para el momento en que
ella regresó, otra hora y media había pasado. Yo había renunciado a socializar
y me retiré a mi oficina a esperar. Llamé a Jaejoong dos veces sin respuesta.
Probablemente estaba furioso conmigo.
Sidney entró
enérgicamente por la puerta, sosteniendo en alto su falda y pareciendo
arrepentida.
—Tráfico, Yunho. Lo
siento tanto.
Asentí y extendí la mano
por la llave. Se veía tan triste cuando las dejó en mi palma que tomé su muñeca
antes de que pudiera apartarse.
— ¿Sidney? ¿Qué sucede?
Su labio inferior
tembló. Se alejó de mí y caminó hacia mi escritorio, apoyándose contra un costado.
— ¿Puedo ver el anillo?
Ladeé la cabeza y
resistí la urgencia de mirar el reloj. Finalmente, asentí y fui a sacarlo de mi
cajón. Abrí la caja y se lo mostré. Sus ojos se agrandaron.
—Es hermoso —dijo.
Y luego empezó a llorar.
Cerré la caja y lo puse en mi bolsillo.
— ¿Sidney? ¿Qué es? ¿Qué
pasa? —La agarré de los hombros, y me miró con la máscara corriendo por su rostro.
—Estoy enamorada de ti.
Sus palabras me
sacudieron. Llevé mi dedo índice y pulgar a mi frente. Esto no estaba
sucediendo en este momento. Tenía que encontrar a Jaejoong. No podía lidiar con
esto. No quería.
—Sidney, yo…
Sacudió negativamente la
cabeza.
—Está bien. Solo estoy
emocional porque estás listo para comprometerte y todo eso…
Apreté los dientes y
consideré cómo proceder. Todo lo que podía ver era Jaejoong. Pero, Sidney era
mi amiga. No era un hábito en mí decirles a las mujeres llorosas que se vayan
al carajo. Bien, podía hacer esto rápidamente. Le tendí un pañuelo y procedió a
limpiarse la cara.
—Sidney, mírame.
Ella lo hizo.
—He estado solo. Toda mi
vida. Era el chico popular. Siempre he estado rodeado por un montón de
personas, pero era indescriptiblemente solitario. No sabía cómo curarlo. Hasta
el día que vi a Jaejoong. Lo vi por primera vez parada bajo un árbol. —Reí y me
froté la mandíbula, recordando. No me había afeitado. Debería haberme
afeitado—. Cuando lo vi, supe que él era lo que estaba faltando. Es una locura,
pero es cierto. Tuve un flash en mi mente, cuando lo vi sentado en la mesa de
mi cocina a mi lado, su cabello desordenado, bebiendo café y riendo. En ese
mismo instante, supe que iba a casarme con él.
Sidney me estaba mirando
con tal sobrecogimiento que no supe si le estaba haciendo más daño que bien.
Tuve un breve momento cuando deseé que Jaejoong me mirara así. Tuve que luchar
para que me amara. Estaba en una constante lucha emocional con él. Podía estar
con una mujer como esta, que me adorara. Podía reunir viejos sentimientos por
Sidney. Ella era hermosa y amable. Negué con la cabeza. Termínalo, Yunho. Le dije a ella lo que sabía que era cierto.
—Cuando lo encuentres,
su nombre atravesará tus venas. Jaejoong atraviesa las mías. Atraviesa mi
corazón y cerebro y dedos y mi pene.
—Sidney se echó a reír entre lágrimas.
Sonreí.
—Lo encontrarás, Sidney.
Pero, no soy yo. Yo le pertenezco a alguien más.
La abracé. Ella estaba
sentada en mi escritorio y le palmeé la pierna.
—Regresa a la fiesta,
tengo que irme.
Cuando miré arriba, Jaejoong
estaba parado en mi entrada. Sentí que una ráfaga de sangre iba a mi cabeza.
¿Habrá escuchado él lo que le dije a Sidney? ¿Habrá visto la caja del anillo?
Tuve un momento de pánico donde no sabía qué hacer.
Él dijo mi nombre. Miré
a Sidney levantarse del escritorio y caminar rápidamente para salir de la
habitación. Ella se atrevió a mirar a Jaejoong por encima del hombro antes de
cerrar la puerta.
Las emociones de Jaejoong
estaban congeladas en su rostro. Lentamente, me di cuenta de lo que él había
visto cuando él salió por la puerta. Debió haberlo visto. Luchaba con saber qué
decirle. Si le explicaba quién era Sidney, tendría que contarle sobre el anillo
y la casa. Estaba a punto de explicarle todo, cualquier cosa para quitarle esa
mirada de su rostro, cuando él me dijo que me amaba por primera vez.
—Te amaba.
Mi corazón dolía. Debió
ser uno de los momentos más felices de mi vida. Pero, él no me lo estaba
diciendo porque quería. Él me lo decía para herirme. Porque él pensaba que hice
algo para herirlo.
Escuché las palabras de
mi madre, sobre él estar demasiado roto. Todo cambió en ese momento. Desearía
que no, pero así fue. No podía repararlo. No podía amarlo lo suficiente para
alejar el dolor calcificado que afectaba todo lo que él hacía.
Mis penOh Joongientos
sobre nuestra vida juntos fueron de una casa bajo los rayos del sol y un patio
lleno de niños a Jaejoong llorando en una esquina, culpándome por apurarlo a
hacer algo que él no estaba listo para hacer.
Luego me acusó de ser
como su padre.
El dolor era profundo.
Especialmente desde que pasé el año pasado y la mitad de este tratando de
demostrarle que yo no era nada como él. Cuando él salió corriendo de mi
oficina, pensando que lo engañé, no lo detuve. Me paré congelado, la caja del
anillo estaba presionada contra mi muslo, y la habitación daba vueltas a mí
alrededor. Incliné ambas manos en mi
escritorio y apreté mis ojos, respirando por la boca. Cinco minutos. Mi vida
entera había cambiado en cinco minutos.
Él solo quería ver lo
malo. Quizás era lo mejor. Quizás todo lo que vi era mi amor y no había pesado
las consecuencias de ese amor.
Sang Woo entró en mi
oficina y se detuvo.
— ¿Acabo de ver a Jaejoong?
Lo miré, mis ojos se
estaban quemando. Él debió haber visto algo en mi rostro.
— ¿Qué pasó?
Él cerró la puerta y
tomó un paso hacia mí. Alcé una mano para detenerlo y bajé mi mano.
—Él me vio aquí con
Sidney. Él asumió…
—Yunho —dijo Sang Woo—.
Ve tras él.
Mi cabeza se levantó.
Eso es lo último que esperaba oír. Especialmente desde que no estaba seguro
cómo lo había cambiado mi madre.
—Él quiere zafarse
—dije—. Desde el inicio que estábamos juntos. Él siempre encontraba una razón
para que nosotros no estuviéramos juntos. ¿Qué clase de vida podemos tener si
él hace eso?
Sang Woo negó con la
cabeza.
—Algunas personas toman
más trabajos que otras. Te enamoraste de un hombre muy complicado. Puedes
sopesar lo dura que son y van a ser las cosas para los dos, pero lo que realmente
necesitas considerar es si puedes vivir sin él.
En el segundo después
estaba saliendo por la puerta. No. No,
no podía vivir sin él.
Tomé las escaleras.
Cuando él salió de mi oficina fue a la izquierda en lugar de tomar el elevador.
Tomé los escalones de dos a la vez. Para el momento en que salí por las
puertas, estaba oscuro afuera. Dios, ¿cómo hice que este día se alejara de mí?
Si me hubiera ido cuando se suponía que lo hiciera…
Su carro ya no estaba.
Tuve que volver a subir por mis llaves. Probablemente no me iba a dejar
explicarle. Si iba a su apartamento mientras estaba así, ni siquiera abriría la
puerta. Pero, si dejaba que la idea de que lo estaba engañando se asentara en
su cabeza por mucho tiempo, esta se solidificaría. Él la creería, y así sería.
Así que, ¿qué podía hacer? ¿Cómo podía maniobrar en esta situación? Paseé por
mi oficina. Él no era como los demás. No podía simplemente mostrarme y hablar
con él para que se quitara esos penOh
Joongientos.
Mierda. Esto era malo.
Tenía que descubrir una manera de alcanzarlo.
Junsu.
—Él está conmigo —dijo Junsu,
cuando le llamé.
—Déjame hablar con él, Junsu.
Por favor.
—No, él no quiere hablar
contigo. Necesitas dejar que él se enfríe.
Colgué, pensando qué es
lo que iba a hacer. Pero, después de unas cuantas horas, estaba manejando al
lugar de Junsu. Cuando llegué y no vi el carro de Jaejoong, supe que me estaba
mintiendo. Así que fui al hotel.
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