Capítulo
1
Corea, enero de 1871
Casi doscientos años después…
Novios
hasta donde alcanzaba la vista. Hombres rubios, castaños, morenos, pelirrojos… ¿aquel
tenía el pelo verde? Jaejoong estaba rodeado por miles de manos enfundadas en
guantes blancos que empuñaban docenas de flores multicolores, todas
pertenecientes a rostros sonrientes.
—
¡Cásate conmigo! —gritó uno. Era viejo, muy viejo, pensó Jaejoong; le recordaba
vagamente un dibujo que había visto del filósofo Platón.
—
¡No! ¡Cásate conmigo! —canturrearon otros.
¿Canturrearon?
¡Sí, prácticamente estaban cantando! ¡Ay, Señor! Tenía que ser un sueño. Una
auténtica pesadilla…
—
¡Vamos, Jaejoong, sabes que quieres casarte conmigo!
—
¿Príncipe Sang? —Preguntó Jaejoong, víctima de la conmoción—. ¡Pero si
moristeis hace diez años, de fiebres tifoideas! ¡La reina Wook aún os llora!
Sang subió y bajó las cejas con lascivia y Jaejoong dio un paso
atrás.
—
¡Un momento, yo no quiero casarme, y si tuviera que hacerlo, no elegiría a
ninguno de vosotros!
Tras
su frustrante declaración reinó el silencio. Miró alrededor con cautela. Las
sonrisas se estaban desvaneciendo rápidamente y Jaejoong vio caer al suelo
algunas flores brillantes.
—
¿Caballeros?
—
¡Monstruo! —La palabra llegó de lejos y resonó de manera inquietante. Ahora
eran acusadores los ojos que sólo un momento antes lo miraban con devoción.
—
¡Monstruo!
—
¡Monstruo!
—
¡Un momento, dejad que os lo explique! — Jaejoong elevó la voz para hacerse oír
por encima del griterío, pero fue inútil. La ansiedad que había empezado a
notar en el estómago se transformó rápidamente en miedo.
—
¡Matad al monstruo! —Gritó Sang, señalándolo con su dedo majestuoso—. ¡Matad al
monstruo! —repitió.
El
hombre que tenía más cerca lo sujetó para que no pudiera librarse de ellos.
—Esperad.
Por favor, no soy un monstruo. ¡Soy inocente! Por favor, yo no pedí esta maldición.
¡No! ¡Socorro!
Jaejoong despertó de súbito y vio a su hermano mirándolo con una
sonrisa sarcástica en su rostro infantil.
—
¿Es que nadie te ha dicho que es de mala educación dormirse sobre la mesa del desayuno?
En la comida o en la cena puede ser, pero en el desayuno es una gran metedura
de pata, querido.
Jaejoong tardó un momento en orientarse. Recorrió la mesa con la
mirada para asegurarse de que ninguno de los hombres de su sueño se encontraba
en la soleada habitación. No había ninguno. Claro que no, pensó con gran
alivio.
Changmin lo miraba con tal expresión de intriga que consiguió sacarlo
de sus pensamientos. Arreglándose el cabello con mano experta, Jaejoong alejó
los restos de su sueño y sonrió a su hermano.
—Al
menos yo he bajado a desayunar. Si anoche hubieras dormido tan poco como yo, te
habrías saltado el desayuno directamente.
Changmin no le hizo caso y
siguió burlándose y riéndose de su hermano mientras se tomaba una taza de té
caliente.
—No
sé qué es más escandaloso, si quedarse dormido en la mesa del desayuno o gastar
todas las velas leyendo por la noche.
—Bueno,
si no te empeñaras en arrastrarme a cenas y bailes nocturnos todos los días de
la semana, no tendría que quedarme despierto hasta las tantas de la noche, ¿no
te parece?
Changmin elevó los ojos al techo y dejó escapar un suspiro.
—No
es posible que sigas enfadado por tu debut, Jaejoong. Tarde o temprano tenías
que ser presentado en sociedad. ¡Y en tu caso ha sido definitivamente tarde!
Jaejoong no respondió. Era inútil decirle a su hermano que habría
preferido de todo corazón estar viviendo en su casa de campo, donde, para
empezar, no habría sido necesario celebrar aquel estúpido debut. No,
definitivamente no podía contarle aquel deseo a su hermano, y menos cuando
tenía que quedarse en Seúl para no perderlo de vista.
Al
no recibir más respuesta que un suspiro de contrariedad, Changmin se encogió de hombros con
desenfado.
—Y
bien, ¿qué planes tienes para hoy?
—
¡Oh! Varias cosas, aunque antes tendré que cambiarme de ropa, ya que volvimos cabalgando
por Hyde. Juraría que es el camino más polvoriento de este lado del globo terráqueo.
Changmin trató valientemente de esconder su sonrisa.
—Ya
veo que nuestros paseos a caballo antes del desayuno se cobran un tributo mucho
mayor en ti, querido hermano. La próxima vez ve por Mile.
Jaejoong no se molestó en responder a aquella tontería. Los que
cabalgaban para lucir los vestidos y peinados nuevos iban por allí. Nadie que
montara a caballo por el placer de cabalgar pensaba siquiera en aquella ruta.
Aunque también es cierto que nadie que disfrutara cabalgando se iba a Hyde, donde los miembros más famosos del lugar podían ser
vistos invariablemente todas las mañanas.
—Como
te decía, tengo que cambiarme —dijo Jaejoong rápidamente. Recogió el periódico que
había estado leyendo antes de quedarse dormido y añadió—: Aunque si te digo la
verdad, no tengo ningún plan. ¿Qué puede hacer un joven en Seul durante estas horas
del día? Puede comprar, para lo que no estoy de humor, pagar recibos, que ya he
hecho, o devolver visitas, lo que no puedo hacer.
Changmin bajó su periódico para mirar a su hermano con cara de
desconcierto.
—
¿Podría preguntar por qué no puedes visitar a mis amigos? Anoche mismo te vi hablando
animadamente con la mujer del embajador español. Por no hablar de aquel alemán…
Jaejoong recordó su breve conversación con Ji, la mujer del
embajador, y apenas pudo reprimir un suspiro. La mujer parecía muy agradable,
pero Jaejoong no había sido capaz de concentrarse ni en uno solo de sus comentarios.
Había estado muy ocupado deseando encontrarse en casa con un buen libro.
—Apenas
hablé cinco minutos con la mujer del embajador. En cualquier caso, una
persona bien educada nunca va a visitar a un conocido por la mañana. — Jaejoong imitó la voz aguda de su tía con una burlona
expresión de seriedad. La tía Yoon Joon era su único pariente vivo y disfrutaba
mucho de sus visitas mensuales, durante las que aleccionaba a Jaejoong sobre
todos los aspectos del comportamiento que debe desplegar un joven para cazar
marido. La pobre mujer no parecía entender por qué su pupilo no se comportaba
como un joven normal. Jaejoong pensaba que habría tenido más oportunidades de
comportarse como un joven normal si no fuera por el pequeño contratiempo que
suponía su habilidad para oír los pensamientos de los demás.
Changmin sonrió mientras levantaba de nuevo el periódico.
—Ya
veo. Supongo que como eres tan puntilloso con las convenciones sociales, te ocuparás
en otras costumbres señoriles, como has hecho desde mi llegada a Seul.
Ante
el deliberado silencio de Jaejoong, Changmin volvió la página del periódico haciendo mucho ruido, y
preguntó:
—
¿No te vi leyendo Los principios de filosofía
moral y política el
otro día?
Jaejoong revolvió tímidamente el té con la cucharilla.
—Ya
casi he terminado. A propósito, William Paley tiene algunas
ideas interesantes; creo que te gustarían sus reflexiones.
—Seguro
que sí —dijo Changmin con regocijo
y mirando por encima de la taza de té a su hermano, que de nuevo se había
puesto a leer el periódico—. Si de ti dependiera, esta casa estaría repleta de
libros, ¿verdad?
—Una
habitación sin libros es como un cuerpo sin alma, —citó Jaejoong con seriedad
y, sonriendo a su hermano, añadió—: Lo dijo Cicerón, no yo. Si no te tomas en
serio las palabras de tu hermano, estoy seguro de que tomarás en serio las
suyas.
Changmin no dio mayor importancia al comentario. Su hermano sabía
muy bien que él respetaba su inteligencia.
—
¿Has leído el artículo sobre el Ladrón de Sangre? ¡Esta debe de ser al menos su
quinta víctima! —dijo Jaejoong, soltando la cuchara para no derramar más té
sobre el mantel. Arrugó el entrecejo mientras leía con interés.
—Jae.
—
¿Qué?
—
¡Jaejoong!
El
tono contrariado de Changmin lo alertó y
levantó la vista del periódico.
—
¿Qué ocurre?
Changmin suspiró y trató de seguir el hilo de la conversación
anterior.
—Sabes
que estaría preocupado si no fuera por los rumores que corren por ahí.
—
¿Eh? —Jaejoong, que sabía de buena tinta que los rumores poco tenían que ver
con la verdad, no se mostró muy interesado y trató de terminar el artículo con
disimulo.
—Sí
—dijo Changmin mientras
observaba los ojos de su hermano recorriendo las páginas blanquinegras del periódico—. La gente está muy interesada por
cierta princesa coreana (referencia a
Jae, pero como es una época antigua viste como mujer) que parece haber robado
el corazón de los solteros más cotizados. Hay quien está convencido de que
pronto será marquesa, mientras otros aseguran que ni siquiera consigue atraer
la atención de cierto vizconde.
Jaejoong no apartó la mirada de la página. Ya no se molestaba en
disimular.
—Pues
qué princesa tan afortunada.
—
¿Podrías no ser tan indiferente? —dijo Changmin irritado—. ¿Acaso no te interesa ninguno de esos
muchachos?
Jaejoong lo miró por encima del periódico y sonrió. No quería
defraudar a su hermano que, desde su regreso de la Universidad en Estados
Unidos, se había empeñado en casar a su hermano. No
quería que su hermano supiera lo difícil que le resultaba conocer a otras
personas, en particular hombres. Escuchar los pensamientos de la gente tenía
muchas desventajas, y conocer las fantasías carnales de los hombres sólo era
una.
Había
intentado convencerse, al menos al principio, de que esas fantasías eran sencillamente
parte de la naturaleza masculina, pero parecía que no pensaban en otra cosa, al
menos en su presencia. ¡Muchos lo dejaban hablar sólo para seguirle la
corriente! Hasta el momento, sólo había encontrado tres hombres cuya compañía
podía soportar: el vizconde del que se ocupaban las habladurías, un embajador
extranjero y un hombre encantador que no parecía sentir nada por él.
No,
aunque no quería decepcionar a su hermano, no tenía intención de buscarse
marido si podía evitarlo, y máxime cuando la mayoría de los hombres lo querían
como un accesorio y un criador de hijos.
—Me
cuesta hablar con los hombres que me presentan, eso es todo —dijo al final.
—
¡No puedes decirlo en serio! — Changmin miró al techo con cómica resignación—. He estado intentando,
y debo añadir que con mucho valor, que dejes de hablar desde… bueno, francamente,
desde que aprendí a hablar yo. ¿Y ahora me dices que te cuesta conversar con
esos hombres? ¿Quiénes son? ¡Dame sus nombres para que pueda ofrecerles oro a
cambio de sus secretos!
Jaejoong arqueó una ceja ante el mordaz comentario de su hermano y
se cruzó de brazos, adoptando una postura muy poco elegante.
—Supongo,
querido hermano menor, que tendrías mucho de qué hablar con un hombre que acaba
de imaginar que podría ponerte entre los pechos su…
—
¡Jaejoong! —exclamó Changmin, totalmente estupefacto y ya sin rastro de humor en sus facciones.
—Oh,
vamos —dijo Jaejoong sonriendo—, sólo estaba bromeando.
Su
hermano no parecía estar para bromas y lo miró con seriedad.
—No
hay que tomárselo tan a la ligera, Jaejoong. Si eso fuera cierto, tendría que
matar a ese hombre.
Jaejoong puso cara de arrepentimiento. Era absurdo explicarle a su
hermano que no podía desafiar a nadie simplemente por pensar.
—Perdona,
no volverá a ocurrir.
Changmin arqueó una ceja y se cruzó de brazos, adoptando la misma
postura que su hermano un momento antes.
—
¿Crees que puedes convencerme con esa penosa exhibición de falso remordimiento?
Jaejoong no pudo menos de sonreír.
—Muy
bien, tienes toda la razón, no lo siento tanto. ¡Tengo un hermano que mataría a
todos mis dragones!
Changmin cabeceó con tristeza.
—Me
temo, querido hermano, que cuando termines de hablar con tus dragones, a mí no
me quedará nada que hacer.
—
¡Patán!
Changmin hizo una mueca.
—Nuestros
padres fueron injustos, Jae.
Tendrían que haberte llamado Kate.
Jaejoong sonrió.
—Tú
lo has dicho, querido hermano, tú lo has dicho.
Changmin había hecho este comentario muchas veces a lo largo de los
años, refiriéndose a la Kate de La
fierecilla domada de Shakespeare, la obra que él le había
leído por la noche cuando eran pequeños y tenían miedo de la oscuridad. La
oscuridad que había traído el relámpago y el trueno, los escalofriantes
crujidos de las escaleras de madera… la oscuridad que había traído la noticia
de la muerte de sus padres.
—Entonces,
¿se acabaron las depresiones? —preguntó Changmin con voz esperanzada mientras
doblaba el periódico.
—
¡Yo no he estado deprimido! Yo no me deprimo —dijo Jaejoong indignado. Miró el periódico
que tenía en las manos e hizo una mueca—. Yo medito. Es mucho más intelectual, ¿no
te parece?
—Pues
bien, don Sabihondo, me voy al club a ver a mis amigos. Estaré de vuelta a las
seis, para cenar. — Changmin le guiñó un
ojo al levantarse de la silla y dirigirse a la puerta—. Pórtate bien.
Jaejoong sonrió tras la salida de su hermano; admiraba el modo en que
Changmin había entrado en sociedad. Tras el
accidente del coche de caballos en el que habían muerto sus padres sólo les quedó
un pariente, una mujer que difícilmente podía llevar a Changmin a los clubes y presentarle a las personas adecuadas. Se
las había arreglado solo.
Apenas
hacía cuatro meses que había regresado de la universidad, y en ese corto
periodo, Changmin había hecho
más amigos de los que podía contar. Aunque tampoco había que extrañarse. A edad
muy temprana, su hermano había aprendido a no tomarse nada muy en serio, ya que
diversos incidentes le habían revelado que tenía el corazón débil. Jaejoong seguía
preocupándose por él, pero Changmin se tomaba
su salud con cierta despreocupación y había adoptado una coraza que le hacía
singularmente agradable.
Su
hermano era capaz de cautivar a una serpiente de cascabel si se lo proponía.
—
¿Princesa Shim?
Jaejoong levantó la mirada y vio a su mayordomo abriendo la puerta.
—
¿Sí, Dae?
—Hay
un mensaje para vos —dijo, inclinándose y tendiéndole una bandeja de plata con
un papel blanco doblado.
—Gracias,
Dae —dijo Jaejoong, sonriendo al coger la misiva y leerla en silencio—. ¿Qué?
—La palabra brotó de sus labios espontáneamente y levantó la cabeza al instante
para asegurarse de que estaba solo. Tras comprobarlo, se levantó de la mesa del
desayuno y se dirigió a la ancha ventana.
Se
puso al sol y volvió a leer la misiva, como si la luz pudiera cambiar su
contenido.
Princesa Shim,
Me veo en la triste obligación de notificaros la
desaparición de los barcos Reina, Changmin y Katia. Casi todos los fondos de los Shim estaban
invertidos en el cargamento que tenía que ser entregado…
Jaejoong bajó la mano mientras daba
vueltas al significado de lo que le había escrito el abogado de su padre. Cinco
meses. Decía que sólo podría enviarle durante cinco meses el dinero que él
necesitaba cada treinta días; cumplido ese plazo, el dinero se habría agotado.
¡Tenía
que ser un error! ¿Cómo podían hundirse tres barcos a la vez? ¿Cabía siquiera
la posibilidad? ¿Qué harían ahora?
Tenía
que contárselo a Changmin. Quizá él lo supiera… Detuvo el hilo de sus pensamientos. No
podía contárselo a Changmin, porque su corazón
se resentiría al conocer la noticia. Incluso podía darle uno de aquellos
ataques que tan a menudo sufría cuando eran niños. No, por Dios, no podía
decírselo por ningún concepto. No sabía cómo, pero tenía que resolver aquel lío
sin que él se enterase.
¡Joyas!
Su madre le había legado los diamantes Shim y algunos rubíes. Podía venderlas. Las
vendería si tenía que hacerlo. Pero pertenecían a su familia, a su madre;
además, ¿durante cuánto tiempo los mantendrían a flote?
Jaejoong apretó los labios mientras la inevitable respuesta se abría
camino.
—Boda.
Shim Lim
Jaejoong, el único miembro de la aristocracia que
quería vivir en la paz y la soledad de una casa de campo con una biblioteca
surtida y un piano de cola, necesitaba un marido. Un marido rico.
¡Inmediatamente!
Nota: Espero Misuzu Black que la historia te guste ya que esta mas encaminada al romance pero estoy buscando historias con un poco mas de acción y que tengan un poco mas de escenas con mas intimidad entre los personajes, gracias por comentar.
En verdad pinta para ser muy buena, me has dejado muy intrigada con todo este asunto.
ResponderEliminarY claro! por supuesto que me gusta el romance, es de lo que mas soy fan!!! aunque me gustan tambien las historias de aventuras y tu tienes muchas por aqui :)
Esperare por el siguiente capítulo!!!
se lee interesante :3
ResponderEliminarel primer cap pinta bn y con lo q me gustan las historias de vampiros *-*
asdasd -corre a seguir leyendo-
gracias x compartirlo :3
Me enganche, al parecer ya comienza tramarse la historia, siempre me causa gracia las historias que ponen a Jae vistiendose de mujer jajaja, estaré espereando que pronto entre en accion Yunho!.
ResponderEliminarContinuaré para seguir leyendo el siguiente capitulo.
Me dejo con ganas de leerla más...
ResponderEliminarMe gusto este primer cap...
Se tornó más interesante ...
Seguiré leyendo el fic me ha gustado
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta que JJ y CM sean hermanos ^^
ResponderEliminarPobre JJ , tener que soportar los pensamientos lujuriosos de los hombres >_>
Ahhhh ya te fregaste T- T mira q perder su patrimonio o.o!!!
Que horrible debe ser leer pensamientos obscenos contigo antes de hablar con un hombre... y ahora Jae tendrá que buscar un marido rico... Ya quiero que se encuentre con Yunho :D
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir el fic!!! Me encanta *O*
BUENO A LEER PARECE QUE VA ESTAR BUENO,VAMOS A VER QUE PASA CON LOS CHICOS,GRACIAS
ResponderEliminarMe gusta la historia pero no me late q las describan como princesas, si es una adaptación no podrían ser principes? En fin gracias x compartirla amo al yunjae y con eso m basta para amarla, gracias x tu esfuerzo
ResponderEliminarMe gusta la historia pero no me late q las describan como princesas, si es una adaptación no podrían ser principes? En fin gracias x compartirla amo al yunjae y con eso m basta para amarla, gracias x tu esfuerzo
ResponderEliminarJae se tendrá que casar. sospecho que el abogado le miente para quedarse con la fortuna familiar,él. gracias
ResponderEliminarEsa pesadilla de Jae donde todos quieren. Casarse con él es un reflejo de lo que le pasa en realidad, quién le manda ser tan hermoso.
ResponderEliminarQué interesante historia, gracias por compartirla!!!