Capítulo 10
Domingo por la mañana me
despierto en mi cama, mi pelo apestando a sudor y cigarrillos. Me quejo, ruedo
encima y vomito en mi papelera. ¿Mi bote de basura? No me acordaba haberlo
puesto allí. Entonces oigo tirar el inodoro.
¡Dios mío Yunho!
Me derrumbo contra mi
almohada y pongo mi mano sobre mis ojos.
—Hola precioso — Yunho
entra con una bandeja y una sonrisa que ilumina toda la habitación. Me quejo de
nuevo y escondo mi rostro en la almohada. Ayer por la noche: El alcohol, la
traición de un amigo, esa embarazosa llamada.
—Siento mucho que te
llamé. No sé lo que estaba pensando —grazno.
—No —dice colocando la
bandeja sobre mi mesita de noche—. Me siento honrado de haber sido tu primera
opción. —Toma un vaso de agua y una pequeña píldora blanca y los coloca tanto
en mi mano. Dejo caer mi cabeza de vergüenza y muerdo la uña del pulgar.
—Te traje un poco de pan
tostado también... si estás listo. —Tomo un vistazo al pan y la mantequilla y se me revuelve el estómago.
Niego con la cabeza y rápidamente quita la bandeja.
Mi héroe.
—Llamé al motel esta
mañana —dice sin mirarme.
Reboté en la cama y
sentí mi cabeza dar vueltas.
— Tu amigo desapareció
anoche. Al parecer, tenía prisa por salir de la ciudad. —Me apoyo contra la
pared y me mira a través de sus pestañas.
Si no estuviera tan
nauseabundo, habría sonreído al verlo a él en mi dormitorio.
—Un amigo, ¿eh? —Juego
con mi edredón.
—No fue tu culpa.
Hombres como esos deben ser castrados. —Asiento y resoplo mi acuerdo—. Pero, si
alguna vez se te acerca nuevamente Jaejoong, lo voy a matar.
Me gustó eso. Me gustó
mucho.
La canción 'Friends' se
está reproduciendo en mi pequeño televisor cuando salgo de la ducha. Arrastro
los pies en la sala de estar en bata y estoy de pie alrededor, no sé dónde
sentarme. Yunho se escabulle a hacer sitio en el sofá para mí y enrollándose en
la esquina. Decido hacer algo parecido a ser
honesto.
—Me gustas Yunho —dejo
escapar y luego me tapo la cara con las manos de la vergüenza —. Eso suena como
una confesión de quinto grado.
Él levanta la vista de
la TV, sus ojos dorados riendo.
— ¿Quieres salir en
serio?
Le pego en el brazo.
—No estoy bromeando.
Esto es serio. No somos una buena
idea. Tú no sabes quién eres tú y yo sé exactamente
quién soy, por lo que probablemente deberías estar corriendo por tu vida.
—Realmente no quieres
que lo haga. —Él estaba medio serio ahora, o al menos no estaba sonriendo ya.
—No. Pero sería lo
mejor. —Estoy rodeando mis manos en las mangas.
Me siento nervioso y
enfermo del estómago, además de la forma en que me mira no está haciendo las
cosas más fáciles.
—Tú estás enrollándote
como un yo-yo aquí —dice poniendo ambas manos sobre sus rodillas, como si se
estuviera preparando para ponerse de pie.
—Lo sé —digo
rápidamente—, estoy pensando que yo no soy el tipo de chico del que quieres ser
amigo.
—No sólo quiero ser tu amigo.
Tomo un instante, mi
visión oscila dentro y fuera de foco y mi miserable corazón se hincha como un
globo. Estoy muy confundido. No debería estar haciéndole esto a él, pero quiero
hacerlo. Me froto la sien. Todo esto era demasiado complicado e injusto.
Después de tres largos años, tengo lo que quiero y no es real. Él no sabe quién
soy, y si lo hiciera, no estaría sentado en mi sala de estar.
Resoplo aire por la
nariz. El Jaejoong bueno me está pidiendo poner fin a las cosas con él para
siempre. Él recuerda el azul aeropuerto de mierda y la pintura en el techo y lo
que sucede cuando esos recuerdos vagan en su vida vacía y le recuerda cómo las
cosas están frías. Nos dirigimos de nuevo a la TV, los dos avergonzados e
incómodos. Yunho se va un par de horas más tarde succionando la esperanza de
mis pulmones cuando se va.
—Bloquea todas las
puertas, y llámame si me necesitas, ¿de acuerdo? —Asiento con la cabeza
mordiéndose el labio inferior. No quiero estar solo, pero estoy demasiado
avergonzado para pedirle que se quedara más tiempo.
—Te veré mañana. —Yo
quiero que se quede, mirando su hermoso rostro. Parece que lo duda, y por un
momento, creo que está funcionando.
— ¿Qué pasa? —le susurro.
Por favor, que no que recuerde. Por favor, que recuerde.
—Nada... es sólo que me
siento como que hemos hecho esto antes... déjà vu, ¿sabes?
Lo sé, porque esta es la
forma en que nuestros adioses eran cuando estábamos juntos. Nunca pasó la noche
porque nunca lo dejé.
—Bueno, adiós.
—Adiós —le digo.
Me hago una taza de té y
me acomodo en el sofá. Lo perdí una vez debido a mi podredumbre interior. Mis
mentiras comenzaron a desentrañarse una tras otra hasta que estaba tan abrumado
por el tamaño de ellas, me miró a los ojos y me dijo adiós para siempre. Recuerdo
la sensación de entumecimiento cuando lo vi salir, y luego por el resto del
día, hasta que me di cuenta de que no iba a volver. Nunca. Fue entonces cuando las paredes de mi presa emocional se
vinieron abajo alrededor de mí. El dolor que experimenté fue tan potente y
punzante durante los primeros seis meses, dominando cada día como un dolor de
garganta. Después de eso, se convirtió en un dolor constante, una ausencia que
nunca salió de sus huesos. Yunho se fue, Yunho
se fue, Yunho se fue...
Incluso ahora que estaba
de vuelta en mi vida, todavía sentía su ausencia. Mi tiempo, sabía, era
prestado, y pronto el fiero dolor empezaría de nuevo. Sólo sería cuestión de
tiempo cuando se enteré de nuestro pasado y mi embutido de mentiras.
Decidido aprovechar el
día. Si el tiempo es corto, bien podría estar con él tanto como me sea posible.
Cojo el teléfono y presiono el número de su apartamento. Él no contesta, así
que dejo un mensaje en su máquina para pedirle que me devuelva la llamada, lo
que hace, unos diez minutos más tarde.
— ¿Jaejoong? ¿Estás
bien?
—Estoy bien, muy bien
—alejo su preocupación—. Voy para allá —le digo rápidamente—. Preferiría no
estar solo y tú me prometiste una cena de todos modos.
Espero, conteniendo mi
respiración.
Hay una pausa, durante
la cual aprieto ambos labios y los ojos. Tal vez él tiene planes con Luhan.
—Genial —dice
finalmente—. ¿Te gusta la carne?
—Yo soy todo carne. —Me
estremezco cuando se ríe—. Dame la dirección. —Anoto la serie de carreteras y
calles que está dictando, y lanzo mi pluma a un lado.
Sé el edificio que está
describiendo. Era el tipo de cosas que no puedes evitar mientras conduces en la
vía para llegar a la cadena de elegantes cafés y tiendas que se alineaban en la
playa. Tenía por lo menos treinta pisos, un pedazo de bienes raíces que
brillaba como OZ.
Cuando llegué, le
entrego las llaves de mi auto compacto al empleado que los estaciona y entro al frío vestíbulo.
Un portero me saluda.
Sus ojos comienzan con mis pies y suben lentamente a mi cara. Había visto esa
mirada un millón de veces desde los amigos de Yunho. Yo estaba entre ellos,
pero no uno de ellos. Sus ojos estaban sintonizados con Laboutin y Gucci, así
que cuando me presenté en mí ropa confeccionada, sus miradas se nublaron como
si les aburriera. La mayoría de sus conversaciones comenzaban: "Cuando yo estaba de vacaciones en
Italia el año pasado..." o "el
nuevo yate de papá...." a las que sería un silencioso oyente, ya que
jamás había dejado mi lugar de nacimiento, especialmente no en el velero de
juguete de mi irresponsable papi. Mi papá era el hombre que lanzaba sus
botellas de cerveza vacías a la suerte de los demás hombres.
Cuando me quejé con Yunho,
me instruyó en el arte de esnobismo.
—Míralos como que tú
sabes sus secretos y los encuentras aburridos.
La primera vez que miré
abajo de mi nariz a una rica heredera, ella me preguntó dónde había comprado
mis zapatos.
—Payless —le
contesté—. ¿No es divertido? nuestros zapatos son idénticos, sin embargo, el
precio que pagaste por los tuyos podrían alimentar a un pequeño país por un
mes. —Yunho se había ahogado en su cóctel de camarones, y la heredera nunca
había hablado conmigo de nuevo. Sentí un nauseabundo poder. Tú no tienes que
ser rico e importante para intimidar a alguien, tenías que ser crítico.
No miré directamente al
portero, pero parpadeo rápido en su dirección como si estuviera molesto
conmigo.
Él sonríe.
— ¿Está de visita joven?
— ¿Está de visssita joven?
—Jung Yunho —le digo—.
¿Puede decirle que aquí está Jaejoong? —En ese momento escucho a la puerta del
ascensor abrirse y Ricky Ricardo asiente con la cabeza a alguien por encima de mi hombro.
—Jaejoong —dice Yunho,
poniendo su mano sobre la parte baja de mi espalda. Me estremece su contacto.
Sonríe al portero.
—Este hombre hace trampa
en el póquer. Me estafaron completamente con cien dólares la semana pasada. —El
pequeño imbécil sonríe radiante en respuesta. ¿Por qué la atención por parte de
Yunho convertía a las personas en luciérnagas
vivientes?
— ¿Señor? Fueron los
cien dólares más honestos que he hecho.
Yunho sonríe y me lleva hasta
el ascensor.
— ¿Te juntas con un
empleado? —pregunto cuando las puertas se cerraron detrás de nosotros.
—Juego póker con ellos
los martes —dice mirándome de reojo—. ¿Qué? Me gustan. No hay pretensiones.
Además, yo no recuerdo a ninguno de mis otros amigos. —Me deja salir del
ascensor y luego sigue detrás de mí.
Tengo la sensación de
que está mirando mi trasero.
—Es hermoso… este lugar.
Él hace una mueca.
—No es realmente
acogedor, ¿no es cierto? Es un poco macho-solterón.
—Bueno, tu eres ambas cosas,
por lo que encajas.
—Estoy seguro de que
podría haber comprado una casa por lo que pagué por esto.
—Y una camioneta
—Sonrío.
Hace una mueca.
—De eso no estoy tan
seguro. Es aquí —dice deteniéndose en el 749—. No te dejes intimidar por los dieciocho pies de cielo
raso y el plasma... son impresionantes, pero no es de temer. Sigo sus hombros a
la sala de estar.
Su condominio es
impresionante. El vestíbulo, resulta ser tan grande como mi habitación. Esta
desnudo a excepción de la enorme lámpara de araña que pende sobre las baldosas color
crema. Me siento absorbido por la elegancia. Él me lleva a la sala de estar,
que, tal como lo prometió, tiene techos increíblemente altos. Toda la pared
principal es una ventana, que muestra una vista del océano.
—Ahora, dime —digo
deteniéndome para admirar una pintura— ¿mamá te ayudó a decorar o acabas de
contratar a alguien?
—No lo sé —se encoge de
hombros—. Pero la palabra es... salí con una decoradora sólo para tener cosas gratis.
— ¿Así fue? —Extiendo la
mano y toco con el dedo a la cubierta de un atlas gigante que estaba
descansando en su manto.
—Esta es la cocina —dice
llevándome a una habitación llena de acero inoxidable. Me conduce a un pasillo
y se detiene antes de abrir la puerta.
—Mi oficina.
Me asomo por su hombro
en una habitación que estaba encajonado hasta el techo de estanterías. Mi
estómago se aprieta de la emoción y sentí una necesidad urgente de orinar. Libros. Maravillosos, magníficos libros.
— ¿Tú leíste todo esto?
—Espero que no. Eso
indicaría que no tenía absolutamente ninguna vida pre-amnesia.
—No lo sé —le dije, mis
ojos barriendo los títulos— creo que disfrutas de un buen clásico... quizás
Grandes Esperanzas. —Lo saco de la estantería y lo pongo en sus manos. Él hace
una mueca, pero no lo mete de nuevo, poniéndolo sobre la mesa en su lugar.
Una foto enmarcada de Luhan
se encuentra colocada estratégicamente, probablemente por él, junto al monitor
de la computadora. Lo miro con furia. Es una de esas fotos de estudio que el
fotógrafo cuidadosamente trató de hacer parecer natural. Luhan estaba mirando
un poco a la izquierda de la cámara, y su boca estaba ligeramente abierta y
sensuales. "Bésame, soy una puta
hermosa" dice en blanco y negro.
—Quiero tener una gran
oficina un día —dice, siguiendo mis ojos hacia la foto de Luhan —. Más libros
que no lea, una chimenea, y una de esas grandes puertas arqueadas con una
pesada fachada.
— ¿Vas a colgar esa foto
en tu nueva oficina? —le pregunto.
Me duele verlo allí, tan
fijado en su vida.
Yunho se encoge de hombros
y me mira con interés.
—Depende. El chico en el
marco podría ser diferente. Tengo una cosa por los de cabello oscuro.
Le hago una mueca.
—Y mi habitación...
Sus sábanas son de seda
negra y están arrugadas y sin hacer. Me pone enfermo pensar en todas las
mujeres y hombres que han rodado alrededor de sus sábanas.
— ¿Dónde está el baño?
—Le digo con voz débil.
Él me lleva a través de
la habitación y me mira fijamente. Hay una ducha con seis cabezales y profunda
que podrían caber fácilmente cinco personas. Hay incluso una pequeña bodega
construida en la esquina.
Se ríe de mi expresión.
—Este es mi sitio
preferido también.
—Guao —digo.
—Bueno, si quieres pasar
la noche puedes tener el privilegio de usarlo.
Toda la sangre se fue a
mi cabeza.
Regresamos de nuevo a la
sala de estar. Me desplomo en el sofá, mientras que Yunho va a buscar una
botella de vino de la cocina. Él vuelve con dos copas en una mano y una botella
de color rojo en la otra.
Llena las copas y me
entrega una, sus dedos rozando los míos
en el proceso.
Cuando desaparece de la habitación para comenzar la cena, vierto el vino
en mi garganta como una bala y relleno mi copa. Casi espero que Luhan o su
memoria hagan acto de presencia en cualquier momento y yo no quiero estar sobrio
cuando suceda.
—Así que, ¿puedo ver el
anillo que has comprado para tu pequeño dulce novio? —Le digo cuando entra a la
habitación. No sé por qué le pregunto esto, pero estoy seguro que el vino me ha
hecho más audaz.
— ¿Por qué quieres ver el anillo? —Me mira por
debajo de sus pestañas.
Hmmm, porque quiero ver lo que podría haber sido mío.
—Curiosidad. Soy un
chico y me gusta la joyería. No tienes que mostrármelo, si no quieres.
Desaparece en la
habitación y vuelve con una pequeña caja azul. Es Tiffany. Que predecible.
—Guao, hombre — le digo
abriendo la tapa. Es un pesado y enorme diamante. El adorno más bello y
desagradable que he visto. Bueno, aparte de Junsu de todos modos...
—Esta cosa necesita su
propio código postal.
—Pruébatelo. —Extiende
la caja hacia mí y mi mano automáticamente la empuja.
— ¿No es de mala suerte
probarse el anillo de alguien más?
—Mala suerte para el
novio, creo —se burla.
—En ese caso… —digo,
alcanzándolo—. ¡Espera! —Echo hacia atrás mi mano—. Tienes que proponérmelo
primero. —Le entrego la caja y me siento, esperando el show.
— ¿Todo tiene que ser
una producción contigo, no es así? —dice parándose y dándome la espalda.
—Pide y recibirás.
—Cuando se da la vuelta de nuevo sus facciones están agitadas y nerviosas.
—Bravo —aplaudo.
—Jaejoong —comienza él.
Lo miro en una sorpresa
fingida. Luego de repente él está serio… o eso parece. Yo tomo un respiro.
—Tú me perteneces. ¿Me
crees? —Siento mis glándulas sudoríparas abriéndose.
Aguantando la
respiración, asiento. Se suponía que esto era para reír, pero no suena
gracioso, suena como algo que estaría recordando por años desde hoy, cuando
este sentado solo en un cuarto lleno de gatos.
— ¿Te casarías conmigo, Jaejoong?
Eres el único hombre que sé cómo amar. El único hombre que quiero amar. —No se pone de rodillas y no lo necesita. Estoy
balanceándome al borde de una crisis emocional justo ahora.
Sé que tenía que dar
algún tipo de respuesta. Busco a tientas por mi ingenio, pero mi mente está tan
seca como mi boca.
El vino habla por mí. Lo
beso, porque está cerca y no hay otra respuesta lo suficientemente buena. Es
sólo un roce de labios, cálido y apresurado. Se congela y se me queda mirando
con cejas curvadas en sorpresa.
—Te hubiese dado
diamantes hace una semana, si hubiese sabido que obtendría eso.
Me encogí de hombros.
Levanto mi dedo y
estudio el diamante de Luhan.
—Luce…
—Estúpido… —termino por
él—. Aquí tienes, tómalo. —Tiro de la banda y choca contra mi nudillo. Lo
intento de nuevo.
Esta… atascado.
— ¡Mierda! —Me quejo—.
Lo siento mucho Yunho. Esta fue una idea estúpida.
—No te disculpes. Tus
dedos están probablemente hinchados. Dale un poco de tiempo y vamos a tratar de
nuevo más tarde—. Y luego desaparece en la cocina para ver la cena y yo me
quedo en el sofá con la mitad de una botella de vino y el anillo de Fresita en
mi dedo.
—No lo entiendo. ¿Cómo
puedes pensar tan diferente de antes? —pregunto mientras estamos sentados
comiendo la cena en su mesa de comedor. Estoy mareado por el vino y mi lengua se siente peligrosamente
suelta—. No te gusta el anillo que elegiste, antes de la amnesia, no te gusta
el novio… o tu apartamento. ¿Cómo puede ser la misma persona alguien totalmente diferente?
—Nadie dijo nada de no gustarle
el novio. Lo que pudo ser mis gustos en ese momento no lo es tanto ahora.
— ¿Así que la amnesia te
hizo una persona diferente?
—Tal vez o tal vez la
amnesia reveló que no soy la persona que pretendía ser.
Él tiene razón. Los años
que ha estado fuera de mi vida, se había transformado en un profesional soltero
con sus cursis sábanas de seda. No era mi Yunho. El que había puesto esa mancha
púrpura de pintura en mi techo.
— ¿Amas a Luhan? —las
palabras están fuera de mis labios antes de tener el chance de tragármelas. Mi
boca tiene un sabor amargo.
—Él es encantador. Muy
amable y sofisticado. Siempre dice las cosas correctas en el momento exacto.
Pero me parece que no puedo evocar las cosas que se supone que debo sentir por
él.
—Tal vez esos
sentimientos nunca estuvieron allí en primer lugar.
— ¿No crees que tal vez
estás cruzando la línea? — Él deja sus cubiertos y apoya los codos sobre la
mesa.
—Hey, sólo somos dos
extraños conociéndonos. No hay líneas todavía. —Me echo hacia atrás y cruzo mis
brazos.
Mi estado de ánimo se
había agriado como la leche vieja y yo quería pelear.
—Tregua —dice levantando
las manos.
Antes de que pudiera
estar de acuerdo, toma nuestros platos y los lleva a la cocina.
Le ayudo a apilar los
platos en la lavadora y luego Yunho consigue un poco de hielo de la cocina y lo
mantiene en mi dedo.
Miro sus dedos
trabajando a través de ojos lánguidos. Su siguiente movimiento casi me hace
desmayar. Él está tratando de explicarme las reglas del fútbol, las cuales
estoy fingiendo que me interesan, cuando alcanza mi dedo y lo coloca suavemente
en la boca. El anillo se desliza con facilidad en esta ocasión.
Él lo toma de sus labios
y lo coloca en la caja sin decir nada más. Lo lleva al dormitorio y yo aprieto
y aflojo el puño.
—Necesito irme —digo,
levantándome.
—No lo hagas —dice.
Mi teléfono comienza a
sonar y dejo de mirar sus ojos para buscar en mi bolso. Mi teléfono muy pocas
veces suena. Sólo lo tengo para emergencia y Junsu. Espero ver su número cuando
miro la pantalla, pero en vez de eso es el de Rosebud.
—Algu-a-ien se metió en
tu apartamento —grita cuando respondo.
—Cálmate Rose, no
entiendo… ¿qué?
— ¡Algu-a-ien se metió
en tu casa! —grita, como si le hubiese pedido que alzara más la voz en vez de
hablar claramente.
Niego con la cabeza, la
cual todavía está impregnada de vino. Luego entiendo. Alguien se metió en mi
apartamento.
—Estaré allí en un
momento —Cuelgo y miro a Yunho —. Alguien se metió en mi apartamento —repito
las palabras de Rosebud. Yunho toma las llaves de su carro.
—Te llevaré —dice
dirigiéndome hacia la puerta.
Él conduce más rápido de
lo que yo haría y estoy agradecido por ello. Pienso en Pickles, quien me había
olvidado de preguntarle a Rosebud. En silencio, rezo para que ella esté bien. Yunho
me acompaña hasta la puerta, donde dos agentes de policía están a la espera.
— ¿Es usted Kim Jaejoong?
—pregunta el mayor de los oficiales. Tiene la mirada muerta y el rostro picado
de viruelas.
—Sí. ¿Mi perra? —trato
de mirar por encima de ellos, pero sus cuerpos uniformados crean una barrera
entre mi puerta frontal y yo.
— ¿Podemos ver alguna
identificación? —saco mi licencia de conducir de mi bolso y se la doy.
Satisfechos, el oficial
se aparta.
—Su vecina tiene a la perra —dice un poco más gentilmente.
Suspiro de alivio.
Compruebo para
asegurarme de que Yunho está detrás de mí y paso por encima del umbral. No sé
lo que estoy esperando ver. Pero, no era esto. Todo lo que un ladrón quiere
robar sigue ahí, televisión, reproductor de DVD, equipo de música. Parpadeo
confundido y entonces mis ojos recogen el caos antes conocido como mi casa.
Todo está destrozado.
Todo. Fotos, adornos, lámparas. Mi sofá había sido acuchillado y el relleno se agrupaba como un vómito
negro. Me oigo hacer un ruido que es parte sollozo parte gemido. Yunho se
apodera de mi mano y me aferro a él. Me muevo de una habitación a otra, con mis
ojos sangrando lágrimas al evaluar los daños, o más bien la aniquilación de
todo lo que tengo. Mi mesa de café es la única pieza de mobiliario que se
mantiene intacta, sin embargo, el intruso ha tomado el tiempo para tallar la
palabra "prostituto" en la madera.
—Esto no luce como un
robo —escucho a Yunho decir a uno de los oficiales. Me meto en mi cuarto antes
de que pueda escuchar su respuesta. Me paro entre mi ropa mutilada y mi closet.
Mi caja de recuerdos
está colocada patas arriba en el suelo. Me dejo caer de rodillas y empiezo a
hurgar, pasando mis dedos sobre cada objeto, aliviado mientras los recupero.
Casi todo está allí. Casi. Aprieto mis manos en las cuencas de mis ojos y me
pongo de cuclillas. ¿Por qué? ¿Por qué? Sólo una persona podría tener un uso a
lo que falta. Él es engendro del diablo, la maldad, con el pelo rojo y los
motivos tan grandes como el culo de Ursula, la bruja del mar.
Mi cabeza se voltea
automáticamente en dirección a Yunho. Tiempo. Estaba quedándome sin tiempo.
Estaba de camino a su
apartamento, sin duda, con la evidencia en sus manos. Comienzo a temblar. No
estoy listo. No puedo decir adiós todavía.
— ¿Joven? —el oficial
está parado en la puerta del closet, mirándome desde arriba—. ¿Necesitamos que
llene un reporte, para que nos haga saber que se llevaron? —Veo a Yunho empujándolo
para pasar y caminando cuidadosamente alrededor de mis pertenencias arruinadas.
Me levanta del suelo y me lleva de nuevo a la sala, sus manos son como anclas a
mis brazos.
Siento rabia
arremolinándose detrás de mis ojos, de mi nariz y mi boca. Cruzando por mis
miembros y haciendo un baile de tap en mi abdomen. Quería agarrar a ese maldito
por su flaco cuello de gallina y zarandearlo hasta que explotara.
Busco a tientas la calma y me dirijo a los policías.
—No se llevaron nada
—digo señalando con mi mano a la televisión—. Esto no fue un robo.
— ¿Conoce a alguien que
haría algo así. Joven Kim? ¿Un exnovio quizás? —dijo robándole una mirada a Yunho?
¿Lo conocía? Aprieto los dientes. Puedo decirle todo aquí, en este momento, vencer al maldito
con sólo un puñetazo.
Yunho me está mirando
fijamente.
Abro la boca para decir
algo, pero me gana primero él.
—Cuéntales de Jim, Jaejoong
—dice suavemente.
¿Jim? No… Jim nunca
haría esto tan preciso. No, esto es trabajo de alguien más delicado. El detalle impecable.
—No fue Jim —le digo—.
Vamos a buscar a Pickles.
Después de que nos
retiramos, Yunho toma mi mano y dice tiernamente.
—Quiero que te quedes
conmigo esta noche.
No tengo ninguna
intención de hacer tal cosa, pero estoy en silencio hasta que pueda guisar un
plan. Cerramos y nos vamos al apartamento de Rosebud, donde Pickles se lanza
hacia mí con fiera histeria. Rosebud cacarea a mí alrededor como una gallina,
tocando y pinchando hasta que me agarra las dos manos y se asegura que estoy
bien.
—Espera aquí —dice
desapareciendo hacia la cocina. Sé lo que viene. El momento en que ella puso
los ojos sobre mí la primera vez, Rosebud decidió que yo necesitaba ser cuidado.
Su primer regalo había sido un cuchillo de caza manchado que pertenecía a su querido, fallecido Bernie.
—Si alguien irrumpe en
tu apartamento, usa esto —impulsando el cuchillo en demostración, cortando el
aire, y luego me lo pasó por la empuñadura. Me sentía honrado y mortificado,
pero terminé escondiendo el cuchillo debajo de mi cama.
Ahora, cada vez que me
ve, corre de vuelta a su apartamento en busca de algún elemento a medio comer o
algún adorable objeto usado que había reservado para mí.
Yo no tenía el corazón
para negarme. Ella sale a trompicones de la cocina con una bolsa enorme de
naranjas y las empuja contra mi pecho. Yunho levanta una ceja en modo de
interrogación y me encojo de hombros.
—Gracias Rosie.
—No hay problema —me
guiña un ojo. Y luego en un susurro —te robaste el corazón del chico. Haz que
se case contigo. —Miro a Yunho quien está pretendiendo estudiar las costuras de
Rose. Está tratando de no sonreír.
Beso la mejilla arrugada
de Rosebud y nos vamos. Yunho toma mis naranjas y me da una sonrisa que no
entiendo.
— ¿Qué?
—Nada.
—Dime…
Se encoje de hombros.
—Ella… tu. Fue muy
dulce.
Me sonrojo.
Subimos a su carro y nos
dirigimos a la autopista. Cuento las farolas tratando de pensar en una manera
de alejarlo de Luhan.
Cuando salimos de la
autopista en vía a su casa, estoy maldiciendo en voz baja. Estamos a cuadras de
allí y no quiero que seamos descubiertos. Tengo que hacer algo, y rápido.
— ¿Te puedes detener?
— ¿Qué? ¿Estás enfermo?
—Niego con la cabeza mientras nos dirige a un centro comercial.
— ¿Jaejoong?
Estamos parados en un
estacionamiento, y estoy inapropiadamente pensando en un Frosty. Luego tengo
una idea.
— ¿Podemos irnos de
camping? ¿Ese lugar que viste en la revista?
¿Después
de que compremos un Frosty? Añado en mi cabeza.
Las cejas de Yunho se
fruncen y yo me marchito en mi asiento. Va a decir que no, diciéndome que soy
loco y raro.
—Por favor —digo,
cerrando mis ojos—. Sólo quiero estar lejos, muy lejos… —de Luhan y la verdad.
—Es un viaje de ocho
horas manejando. ¿Estás seguro que quieres hacer eso? Mis ojos se abren y
asiento fieramente.
—Puedo tomarme un tiempo
libre de mi trabajo. Podemos comprar lo que necesitamos cuando lleguemos allí.
Sólo vayamos… por favor.
Él está considerando las
cosas en su mente, lo puedo ver en el lento movimiento de sus ojos, mirando sus manos, a mí,
al volante, y él asiente.
—Bien. Si eso es lo que
quieres…
Le mando mis más
profundas gracias a Dios y sonrío.
—Lo quiero. Gracias.
Vámonos ahora, justo ahora.
— ¿Ahora? ¿Realmente
ahora, sin nada?
—Bueno, no tengo nada
que llevarme de todas maneras. Viste mi closet. Convirtámoslo en una aventura.
Yunho le da la vuelta al
carro y yo me reclino de nuevo en mi asiento queriendo llorar.
Sólo
un poco más… por favor Dios, sólo un poco más de tiempo.
La carretera se extiende
ante nosotros como el regaliz. Yunho abre las ventanas permitiendo que el
viento entre, retozándonos con sus dedos.
Nos vamos. Dejando mi
hogar destrozado, dejando la vengativa amante de Yunho. Estoy a salvo... por
ahora.
— ¿Yunho? —Extiendo la
mano y toco su brazo—. Gracias.
—No me des las gracias
—dice en voz baja— esto es por los dos.
—Está bien
—le digo, aunque
no tengo ni
idea de lo
que quiere decir—. Hey, ¿podemos parar y comprar un Frosty?
* * *
Condujimos las ocho
horas de viaje en siete. Durante la mayor parte del viaje, nos quedamos en un
cómodo silencio. Me preocupaba más Luhan y el desorden que dejé atrás en mi
apartamento. Me trato de morder las uñas, pero Yunho mantuvo mis manos lejos de
mi boca. Busco algo que echarle en cara, algún mal hábito o vicio molesto pero
él no tenía ninguno.
Me duermo y cuando
despierto Yunho se ha ido. Levanto la cabeza para mirar por la ventana y veo
que estamos en una parada de descanso. Me acurruco de nuevo y espero que vuelva. Le oigo venir, caminando
en un pasodoble a lo largo del asfalto. Él se encarga de ser lo más silencioso
posible con la puerta y las llaves, para no despertarme. No enciende el auto de
inmediato y puedo sentir sus ojos en mi rostro. Espero, preguntándome si me va
a despertar o a preguntar si necesito ir al baño. Él no lo hace. Finalmente, el
motor zumba a la vida y siento su mano cambiar la marcha cerca de mis rodillas.
Llegamos justo cuando el
sol tiñe de rosa el cielo, despertándose.
Los árboles estaban
usando sus abrigos de otoño, naranjas, rojos y amarillos. Nos topamos casi en
la grava cuando nos dirigimos hacia la entrada del parque. Sentí el peso de mi
engaño cuando vi que el parque estaba igual que la última vez que estuvimos
aquí. Me pregunto consternado si alguien me reconocería de nuestro último viaje
y descarto la idea tan absurda. La última vez que estuvimos aquí fue hace tres
años y las posibilidades de que los mismos empleados siguieran manejando el
camping era una tontería, por no mencionar el hecho de que vieron cientos de
caras cada año. Yunho aparca fuera de la oficina de alquiler y apaga la radio.
—Hace frío aquí —me rio
abrazando mis rodillas a mi pecho. Pone los ojos en blanco—. No tenemos mantas
o ropa, así que puede que tengamos que utilizar calor corporal para mantenernos
calientes.
Abre mucho los ojos y me
rio de su reacción empujándolo hacia la puerta abierta.
— ¡Ve! —le digo
señalando la oficina. Yunho da unos pasos vacilantes hacia atrás aun mirándome
con fingida sorpresa, luego se da la vuelta y trota hacia el interior de la
estructura.
Me instalo en mi
asiento, orgulloso de mi estupidez.
Yunho sale del edificio
unos diez minutos más tarde con una mujer mayor detrás de él. Cuando llegan al
auto, le despide con la mano y lo trata como si fuera una celebridad clase A.
Sus mejillas se agitan como fundas de almohadas y me rio. Él siempre está haciendo
amigos... o fans. La amnesia aparentemente no cambia todo sobre una persona.
—Ellos no permiten
tiendas de campaña aquí —me dice, pero
tienen estas estructuras que se
alquilan. Parece una tienda de campaña, pero más grande y cuenta con pisos de
madera.
Ya sé esto. La primera
vez que me engañó para venir aquí, me dijo que nos íbamos a quedar en una
cabaña de lujo. Hice las maletas, emocionado, algo que nunca había hecho antes,
y pregunté si nuestra "cabaña" tendría una chimenea. Cuando llegamos
a la base del campamento, miré a mí alrededor buscando la cabaña con
anticipación.
— ¿Dónde está? —había
preguntado estirando el cuello para mirar hacia los árboles. Todo lo que veía
eran tiendas estilo Tipi.
Tal vez las cabañas
estaban más atrás en el bosque. Yunho sonrió y aparcó su auto delante de uno de
los tipis. Se rio cuando mi cara se puso blanca.
—Pensé que estábamos en
una cabaña —dije cruzando los brazos sobre el pecho.
—Confía en mí, esto es
camping de lujo, duque. Por lo general, tienes que construir tu propia tienda
de campaña y el piso es solo lona delgada debajo de ti.
Gruñí, y me quedé
mirando el tipi miserablemente. Él me había engañado.
A pesar de mi horror
inicial, resultó ser el mejor fin de semana de mi vida, y yo sería siempre
adicto al camping “elegante”.
—Vamos a comprar abrigos
—dice Yunho arruinando el calor.
Asentí con la cabeza y
miré satisfecho por la ventana.
Nos encontramos con un
Supermercado a unos pocos kilómetros de distancia, dejamos a Pickles en el auto
y Yunho puso su brazo alrededor de mí mientras corrimos a las puertas. La gente
nos miró como si antenas hubieran crecido en nuestras cabezas.
Algunos de ellos
usaban pantalones cortos.
—Hace un frío ártico
aquí —le digo a Yunho, y él sonríe como
si fuera tonto.
—No para ellos.
Estoy congelándome,
aunque hace al menos cincuenta grados fuera, y me pregunto qué se siente estar
en la nieve. Pienso en preguntarle a Yunho por la nieve, pero entonces recuerdo
que él no tiene ningún recuerdo de ella.
Nos dirigimos a la
sección de ropa primero. Yunho encuentra un par de sudaderas a juego con gatitos en el frente que dice: "Yo soy
el gato”
—Nos llevamos estas
—dice tirándolas en el carro. Las miro con mortificación y niego con la cabeza.
— ¿Cómo es que un chico
se verá bien usando algo como eso?
Me pellizca la nariz.
—Te verías bonito con
arpillera y barro.
Me doy la vuelta para
ocultar mi sonrisa.
Llenamos nuestra cesta
con ropa interior, pantalones y calcetines y luego nos dirigimos a los pasillos
de alimentos.
Para el momento en que
estábamos en la cola para pagar, tenemos suficiente comida para dos semanas. Yunho
saca su tarjeta de crédito y se niega a tomar mi dinero. Tiramos nuestras
camisetas sobre nuestras cabezas al lado del puesto de revistas gratis en el
vestíbulo y después nos precipitamos hacia el auto con las maletas.
—Desayuno —dice Yunho tirándome
una lata de cacahuetes hervidos. Puse una cara fea.
—Estoy bastante seguro
de que vi un McDonald’s un poco más atrás —le pasé la lata de nuevo a él.
—De ninguna manera —la
arroja hacia mí— lo haremos de la manera correcta. ¡Come tus cacahuetes!
—La manera correcta
—murmuro—. ¿Es por eso que compraste un calentador eléctrico? —Lo miro por el
rabillo del ojo y vi una sonrisa tirar de las comisuras de sus labios.
Siempre le gustó que
fuera descarado con él.
Nos detenemos en nuestro
camino de grava temporal alrededor de las nueve y comenzamos a arrastrar las
provisiones en la tienda. Entro despojando a los nuevos sacos de dormir de sus
etiquetas y los organizo en lados opuestos del pequeño espacio que
compartiríamos. Echo un vistazo fuera de la tienda y veo a Yunho organizando
leña para hacer un fuego. Después de un momento de ver sus fuertes brazos,
arrastro los sacos de dormir más cerca. Bien podría estar tan cerca como
pudiera, mientras podía.
Una vez que el fuego
estuvo encendido y crepitando, cada uno agarra una botella semi refrigerada de
cerveza y nos acomodamos en nuestras sillas de playa con rayas arcoíris.
— ¿Así que esto se
siente familiar? —le pregunto inclinando mi cabeza hacia Pickles. Frunce el
ceño y sacude la cabeza.
—No, Sin embargo, se
siente bien. Me gusta estar aquí contigo.
Suspiro. A mí también.
— ¿Qué vas a hacer con
tu apartamento? —pregunta sin mirarme.
—Comenzar de nuevo
supongo. Realmente no quiero pensar en ello. Es deprimente — tiro la tapa de la
lata de cacahuetes hervidos y pesco uno.
—Ambos podemos empezar
de nuevo —abre otra botella de cerveza y la lleva a sus labios.
Lo observo en silencio
esperando que continúe.
—Voy a empezar a vivir
mi vida como yo quiera vivirla —me dice. —No estoy realmente seguro de lo que
era antes del accidente, por el aspecto de las cosas, creo que era bastante
miserable.
Me bebo el resto de mi
cerveza y limpio mi boca con el dorso de la mano. Me pregunto distraídamente si
estaba triste por mi culpa. ¿Era posible que justo antes de su accidente
estuviera siendo afectado por mi traición?
Pienso en Luhan preguntándome
si estaría esperando en su apartamento, esperando romperme como el huevo
podrido que soy. Tal vez debería haber dejado que eso ocurriera. Se habría
acelerado lo inevitable. Le puedo decir en este momento, pero entonces tendría
que compartir el auto con él de regreso. Ocho horas de tortura. Me lo merezco.
Abro la boca, la verdad quema detrás de mis labios para que la dejara salir.
Puedo decir todo y rápidamente luego ponerme a cubierto. Jugueteo con la idea
de llamar a Junsu para que venga a buscarme. Miro a Yunho justo cuando se pone
de pie y se estira.
— ¿Cuarto de baño? —dice
rascándose el pecho. Señalo a un edificio que se encontraba como un cartón de
huevos sucio en medio de los campamentos. Era común y apestaba a lejía.
Lo observo hasta que
desaparece en el edificio y voy al auto a buscar la bolsa de comida que
compramos. Estoy buscando alrededor del asiento trasero cuando oigo un ruido.
Me paro a mirar por encima del asiento. Su teléfono estaba tendido en el piso
del lado del pasajero. Estaba vibrando y desde donde estoy puedo ver el nombre
de Luhan parpadeando en la pantalla. Echando un vistazo por encima del hombro
reviso para asegurarme de que todavía está en el cuarto de baño y tomo el
teléfono.
Diecisiete llamadas pérdidas,
todas de Luhan. ¡Guao! Él está realmente escupiendo fuego por mí. Veo mi
apartamento destrozado en mi mente y me estremezco. Si Yunho ve cuántas veces
lo ha llamado, seguramente va a llamarlo. Él es muy considerado para dejar a una persona preocupada. Cierro
los ojos. No puedo dejar que eso suceda. Mantengo pulsado el botón de encendido
y veo la pantalla volverse negra. Entonces me meto el teléfono en el bolsillo.
— ¿Jaejoong? —Me doy la
vuelta. Mi corazón late tan rápido, puedo sentirlo latiendo en mis rodillas.
¿Vio lo que hice?
Abro la boca para dar
una excusa, cuando me interrumpe.
—Vamos a dar un paseo
—dice. Un paseo.
— ¿Un paseo?
—Te hará entrar en calor
—me tiende la mano y la tomo. Una vez más me he escapado de lo inevitable.
Aprieto los dientes
mientras caminamos. Toda esté asunto de escapar dependiendo de un hilo se
estaba haciendo viejo.
El teléfono de Yunho se
siente como un fajo de culpabilidad contra mi muslo. Rezo para que no vea el
bulto y me aseguro de que él camine del lado opuesto de donde lo oculto.
Más tarde, cuando
estamos de vuelta en nuestra tienda, le dije que tenía que llamar a mi jefe.
—Tengo que decirle que
no voy a ser capaz de trabajar durante unos días —expliqué.
—Por supuesto. Tómate tu
tiempo. Yo... eh.... —señala con un dedo hacia la colina.
— ¿Vagarás alrededor?
—me rio.
Él hace una mueca y se
va.
Espero hasta que
estuviera a una distancia segura y me dirijo hacia el lago. Mis zapatos
chupaban el barro y hacían ruidos
repugnantes.
Mi mensaje a Heechul
toma sólo un minuto. Explico brevemente sobre la ruptura de la promesa y que
volvería a llamar en unos pocos días. Aprieto el botón de cortar y miro por
encima del hombro. Yunho no está a la vista. Saco su celular del bolsillo y lo
enciendo. Dos mensajes. Aprieto la tecla para encenderlo y acerco el teléfono
al oído. Una voz me pide la contraseña. Mierda.
Escribo su fecha de nacimiento y la voz me
dice que la contraseña es incorrecta. Trato su año de nacimiento y ¡bingo!
Primer mensaje.
—Yunho, es Luhan. Mira...
realmente tenemos que hablar. Tengo una noticia muy interesante para ti. Se
trata de tu nuevo amigo el pequeño Jaejoong. Él no es quien crees. Dame una
llamada de vuelta tan pronto como puedas —una pausa, y luego— te amo.
El segundo mensaje fue
dejado treinta minutos después del primero.
—Es Luhan de nuevo.
Estoy empezando a preocuparme. Estoy en tu casa y parece que la dejaste con apuro. Realmente necesito
hablar contigo bebé. Llámame. —Hago una mueca y cierro el teléfono.
Él tiene la llave de su apartamento.
¿Por qué no sospeché que tendría una llave? Probablemente estaba
husmeando en su
apartamento mientras él
estaba en el hospital después del accidente. ¡El pequeño vagabundo probablemente ya ha visto su anillo!
Miro el teléfono,
sopesando mis opciones. Se tiene que ir, era el teléfono o yo.
Camino por la sucia
pendiente que conducía a la orilla fangosa del agua y vi mosquitos danzando a
lo largo de su superficie.
—Luhan —le digo mirando al teléfono de Yunho—. Todavía no —y luego lo tiro al agua.
—Jaejoong, ¿Has visto mi
teléfono?
Me inclino sobre una
lata de judías tratando de manipular el abrelatas barato que habíamos comprado
y dejo caer los dos.
—Mierda —digo esquivando
el lío marrón que se esparcía por el suelo a mis pies. Yunho agarra otra lata
de nuestro escondite y la abre para mí.
La vacía en nuestra olla
caliente.
—Puedes usar mi
teléfono. Está allí en mi saco de dormir.
Yunho se dirige hacia
donde había señalado y se pone de cuclillas.
Podría haber jurado que
mi teléfono estaba en el auto...
—Tal vez se cayó en la
tienda —sugiero por encima de mi hombro.
—Sí...
Aguanto la respiración
mientras él marca y rezo para que no esté llamando a Luhan
—Mamá —le oigo decir y
me desplomo contra Pickles en alivio—. No, no, estoy bien. Me decidí a hacer un
pequeño viaje... ¿él lo hizo? ¿Qué es lo que quiere? —No pensé que Luhan
llamaría a la casa de sus padres—. Oh, ¿pero él no te dijo por qué?... Bueno,
voy a estar de vuelta en un par de días, voy a hablar con él, entonces... Sí,
estoy seguro mamá. Yo también te quiero. —Miro su rostro con cuidado. Se ve
preocupado.
—Hey —digo tomando mi
teléfono de su mano y metiéndolo en mi bolsillo—. Ven a coquetear conmigo
mientras caliento estas judías.
Lo tomo de la mano y lo
llevo hacia afuera.
Durante los siguientes
cuatro días, nos quedamos engañándonos en nuestra tienda mientras la
temperatura descendía a los cuarenta. Comimos fideos instantáneos peleamos por
quien tenía que dormir al lado de la estufa portátil. Cuando oscurecía fuera
juntábamos nuestras sillas de playa y nos envolvíamos en mantas para ver el
fuego. Yunho seguía trayendo a colación mi falta de llenar mis aplicaciones al
colegio de abogados y yo respondía con su fracaso proponiéndoselo a Luhan. Para
el momento que nos arrastrábamos a nuestras bolsas de dormir separadas en la
noche, teníamos sonrisas estúpidas pegadas en la cara. Cada noche Yunho me
involucraba en una charla que hacía que mis dedos de los pies hormiguearan
debajo de los cuatro pares de calcetines.
— ¿Jaejoong?
— ¿Sí, Yunho?
— ¿Vas a soñar conmigo
esta noche?
—Cállate.
Y luego se reía de esa
hermosa manera, con su risa sexy.
que nervios Jae apunto de ser descubierto por ese Luhan y el fue el que termino con todo lo que tenia Jae por puros celos de que Yunho la pase mejor con Jae que con el mismo pero si Yunho pertenece a Jae y el lo sabe
ResponderEliminarpero aun no termino de entender que fue lo que Jae a echo tan grave es que tiene miedo de que Yunho se entere por que terminara de alejarse de el pues que Jae mismo lo diga y que termine con su tortura no se quizás y Yunho lo entienda y termine perdonando lo y se quede a su lado y si se entera por Luhan tal ves si se moleste o el se lo cuente a su manera y termine peor de lo que en realidad es
Gracias
Jaejoog cuentaleeee antes de que sea demasiado tarde :(
ResponderEliminarLuhan les hara la vida de cuadritos ya lo veo venir :(
Muchas gracias por el capitulo :)
❤❤❤❤❤
Woo por dios es como caminar en una cuerda floja hay Jaejoong que hiciste me intriga que le hayas hecho daño a Yunho si tu lo amabas >< que es omg es cierto que todo esto esta a punto de terminar Jaejoong sabes que cuando lleguen el hablara con Luhan porque tu no se lo dices primero ...estos con los nervios de que pueda pasar ..
ResponderEliminarGracias por el capítulo
Kyaaaa xqq jae di la verdad xq si luhan se lo dice sera peor para ty gracias x la actu y actualizalo pronto graciasss
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