Capítulo
1
Desconectando de la música y el ruido de
la recepción de boda en pleno apogeo, Jaejoong Kim estudió su creación con ojo
crítico. La tarta diseñada por encargo se elevaba en cinco increíbles niveles
de crema de mantequilla blanca como la nieve y estaba adornado con flores de
lavanda salteadas con cristales de Swarovski. Palomas de chocolate blanco
portaban extravagantes cintas hechas con hilos de caramelo coloreado, que se
envolvían alrededor de cada nivel. El efecto era suave, aunque opulentamente
romántico.
Determinado a asegurarse de que las fotos
del corte de la tarta fueran matadoras, reemplazó algunas flores que empezaban
a marchitarse por otras frescas.
—¿Está lista ya?
La voz impaciente del fotógrafo
interrumpió su concentración. Le fulminó con una mirada.
—¿Te digo yo a ti como preparar tus
fotos?
Él le dio un gruñido irritado, pero mantuvo
su boca cerrada hasta que Jaejoong cerró su kit de herramientas, agarró el asa
y se apartó. Luego se puso rápidamente en acción, tratando la tarta como a una
modelo de portada en traje de baño mientras probaba ángulos para las mejores
tomas.
Jaejoong instantáneamente le perdonó por
su anterior agresividad. Trata a sus bebés de azúcar bien y él pasará por alto
casi todo.
Apartándose de su camino, se metió en uno
de los muchos rincones que el Hotel ofrecía, e inspeccionó el salón de baile.
El tema elegido por la novia, Noches de Diamante, había sido traído a la
vida con rosas blancas y orquídeas drapeadas con metros de cintas de satén y
espolvoreadas con cristales bellamente diseñados. La noche estaba representada
con dramáticas luces lavanda derramándose hacia abajo desde el techo abovedado
y resplandeciendo con cristales con forma de estrella.
Un escenario perfecto para la novia, con
su vestido de tubo ajustado ribeteado con cristales cosidos a mano. Parecía
estar disfrutando al máximo de la adoración de sus invitados.
Jaejoong se estremeció mentalmente. La
idea de ese tipo de atención apuntándole le hacía estar incómodo. Había nacido
en el mundo de la opulencia y el privilegio, pero no encajaba en él y nunca lo
había hecho realmente. El esfuerzo de intentar ser algo que no era casi le
había destruido. Después de una brutal paliza seis años atrás...
No vayas ahí.
Estaba aquí para hacer un trabajo que le
encantaba, no para revivir viejas memorias.
En lugar de eso, observó a los invitados,
que estaban vestidos con trajes impresionantes y esmóquines que rivalizaban con
el valor de su coche. Pululaban por allí, hablando y riendo mientras bebían
champán Cristal. Los atuendos eran verdaderas obras de arte, y disfrutó
estudiando las líneas de los vestidos, imaginando las filigranas y diseños que
podría replicar en sus tartas.
Jaejoong volvió su atención a la novia,
que estaba rodeada por sus damas de honor con su tolerante novio siguiendo su
estela detrás mientras se aproximaba a la tarta. Los invitados se reunieron.
Oyó los susurros. Los elogios a su trabajo flotaban a su alrededor. Era el
sonido más dulce y gratificante para Jaejoong.
Luego una onda se desplazó a través de la
multitud con un crepitar eléctrico.
Los invitados estiraron sus cuellos,
mirando más allá de donde Jaejoong estaba de pie parcialmente escondido por una
columna envuelta en flores.
Incluso la novia se detuvo para
escudriñar la nueva llegada.
Desde su resguardado lugar, Jaejoong se
concentró en ver que había causado la conmoción
En la entrada del salón de baile había un
hombre de pie. Llegando al menos a los 190 cm de altura, se alzaba por encima
de todos los del salón. Vestía un elegante esmoquin en color negro medianoche
sin una mota de color para suavizarlo. Incluso su camisa y corbata eran negras.
Parecía la Muerte. Una Muerte muy sexy e intrigante.
La excitación empezó a revolver a la
multitud, creciendo y bullendo. Todo por un hombre. Jaejoong era inmune
al encanto que era como un chisporroteo que siempre se apagaba y moría
rápidamente. Pero era humano después de todo, estaba curioso por el hombre que
había dejado a los ricos y poderosos prácticamente vibrando. Se inclinó hacia
fuera, saliendo de detrás del pilar para asegurarse de que no se perdía nada.
El recién llegado se movió calculadamente
desde su pausa dramática en la entrada a un paso firme y ondulante. Para ser un
hombre tan grande, se movía con sorprendente fluidez mientras pasaba abriéndose
paso por las mesas y se acercaba a donde Jaejoong estaba de pie. Cada ojo de la
sala siguió su progreso.
Instintivamente, Jaejoong se echó atrás
para escudarse en la esquina. El kit de herramientas que colgaba de su mano
golpeó la pared con un ruido sordo. Mierda.
El hombre se deslizó hasta detenerse y
dirigió una potente mirada directamente hacia Jaejoong.
Como chocolate mezclado con agua,
Jaejoong se convirtió en una masa inmóvil. Sus ojos intensos le desnudaron de
su habitual sensación de fundirse con el fondo. Exponiéndole. Capturándole. Se
emborrachó de toda su magnitud: pelo castaño con ondas rebeldes, iris de
abrasador color castaño iluminado por motas ámbar. Los ángulos de su rostro
eran brutalmente cuadrados. Incluso su barbilla era severa, como acantilados
escabrosos, escarbados por la experiencia.
Le picaban las manos deseando trazar la
salvaje belleza de su rostro, memorizar esas líneas despiadadas y recrearlas
luego en una de sus tartas.
Oyó su propio latido en los oídos. Su
piel hormigueaba, el vello de sus brazos erizándose en una reacción eléctrica.
Maldición, no era tan inmune como
pensaba.
Jaejoong interrumpió su mirada forzándose
a apartarla, determinado a recuperar el control. No había tenido ese tipo de
reacción por un hombre desde... bueno...
Jamás.
Reflexivamente, apretó los dedos de su
mano izquierda alrededor del asa de plástico de su kit de herramientas y se
armó de valor para combatir esta extraña atracción que chispeaba en su
interior. Jaejoong no tenía citas. No podía. No mires. Seguirá andando. Sólo
soy un sirviente. No mires. Se concentró en la tarta. Su creación. Eso
parecía ayudar.
Excepto que su visión periférica
funcionaba perfectamente bien. El hombre giró a la izquierda.
Estaba viniendo hacia él.
Cada ojo en la sala se movió con él y
aterrizó en Jaejoong. Oh, mierda. Mientras la concentración estuviera en
sus pasteles, o galletas, o incluso en su negocio en general, él estaba bien.
Firme.
Totalmente en control.
El escrutinio de él abrasó su piel,
creando una sensación de híper consciencia, el control se fundió hasta formar
un charco de nervios y preocupación. Sofocando la urgencia de salir corriendo,
reunió su fuerza de voluntad y le encaró.
Él estaba a unos pocos metros de
distancia, aproximándose a Jaejoong, atrapándole en el rincón que sólo unos
minutos atrás había sido su refugio. Mientras él estudiaba sus rasgos con una concentración
singular, se sintió como si su cuerpo fuera su prisión. Inhaló aire, desesperado
por el oxígeno tranquilizador.
En lugar de eso, la esencia a jabón y a
algo oscuro y totalmente masculino le provocó.
Intentó comprender qué quería de él. A su
alrededor, impresionantes mujeres bien peinadas y vistiendo magníficos vestidos
y joyas llenaban el salón, haciéndole ser intensamente consciente de su pelo negro,
su camiseta y pantalones negros cubiertos con su delantal de trabajo. ¿Así que
por qué estaba centrado en él?
Se paró justo delante de él, y Jaejoong
lucho desesperadamente por una sensación de calma que simplemente no llegaba.
Relajando los músculos, demasiado tensos,
de su garganta, pregunto:
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?
—Esperaba que eso sonara distante para él, porque para Jaejoong sonó débil y
crispado.
Su mirada trazó un sendero pausado sobre
su rostro, bajando por su garganta y todo el camino hacia abajo hasta sus
zapatos deportivos.
Se sintió como si estuviera arrancándole
la ropa visualmente. Jaejoong tiró de su kit de herramientas hacia arriba y
envolvió sus brazos alrededor de él para conseguir que hubiera algo sólido
entre ellos.
Levantando sus cejas, él preguntó:
—¿Te conozco?
Su voz tenía un deje aterciopelado y sus
palabras le sorprendieron completamente. No podía imaginar haberle conocido y
haberlo olvidado. Algunas cosas podían haber sido barridas de su memoria, ¿pero
él? Nadie podría haber olvidado a un hombre tan vital. En esta proximidad, vio
una cicatriz cortando su ceja izquierda y otra enmarcando el lado izquierdo de
su boca. No era clásicamente guapo, sino más bien salvajemente bello.
¡Contéstale!
—No.
Bajando su barbilla ligeramente, le
observó bajo sus cejas arqueadas.
—¿Y si quiero conocerte?
Un calor traidor surgió en su vientre. Lo
hizo apagarse clavándose la esquina del kit en el hueso de la cadera. Ese agudo
dolor golpeó su cerebro para que actuase. Él tenía que estar divirtiéndose a
costa del servicio. Era la única explicación en la que podía pensar.
—¿Necesita una docena de galletas? ¿Un
pastel? ¿Quizás un brownie de emergencia?
Arrugas se escarbaron en las comisuras de
sus ojos.
—¿Qué tipo de emergencia requiere un
brownie?
Jaejoong levantó una mano en un gesto
descuidado.
—Oh, lo habitual. Rupturas. Familia
política que llega inesperadamente. El siempre popular “lidiar con el capullo
del jefe”. Quedarte sin vino. Y el clásico... —Se fue apagando, diciéndose a sí
mismo que no lo hiciera. Que se callara.
El desafío chispeó en sus ojos.
—Vamos, no seas tímido. Debo saber la
clásica emergencia que requiere un brownie.
No lo digas. Pero su boca ya se estaba moviendo.
— Síndrome Pre-Menstrual, para
los no informados: Síndrome de la Presión del Macho.
Los segundos se alargaron.
Jaejoong era brutal y enfermizamente
consciente de que había ido demasiado lejos. Con un hombre que era claramente
poderoso. Confiado. Y totalmente concentrado en él. Su estómago se revolvió y
el kit se deslizó de sus manos de repente sudorosas. Apretó su agarre y
simplemente esperó.
La comisura izquierda de su boca se
levantó.
—¿Tienes algún dulce en particular para
un hombre sufriendo un cruel rechazo de un precioso pastelero?
Por el espacio de un latido, todo
desapareció excepto el hombre frente a él. Como si ellos fueran las dos únicas
personas de la habitación.
Alguien se aclaró la garganta.
La realidad rompió la extraña niebla de
su cerebro que le hacía creer estúpidamente en cumplidos falsos. Pero Jaejoong
sabía más que eso, estaba simplemente jugando con él como algún tipo de
entretenimiento. Era hora de terminar esto. Ahora. Bajó su kit de herramientas
y caminó hasta su lado. Ignorando la opresión en su pecho, miró hacia arriba.
Justo a su cara. Él lo observaba como si
fuera su presa.
Recordándose que estaba perfectamente
seguro en una sala abarrotada de gente, canalizó una falsa confianza en su
respuesta.
—Se me han acabado. ¿Quizás deberías
probar en el bar local? —Sin esperar su respuesta, se dirigió a la puerta hacia
la cocina del hotel.
El peso de cada ojo del salón de baile
pinchó sus terminaciones nerviosas. Incluyendo los de él. Especialmente los de
él. Esa mirada recorrió su espalda desde sus omoplatos a su culo, dejando un
rastro de escalofríos comprimidos en una mezcla de deseo y miedo.
Espero que no le valla a pasar nada malo a Jaejoong ya que parece ser que el que acerco era Yunho y como es un hombre rico ha de creer que puede tener todo lo que quiere gracias por este capitulo esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarEspero que no le valla a pasar nada malo a Jaejoong ya que parece ser que el que acerco era Yunho y como es un hombre rico ha de creer que puede tener todo lo que quiere gracias por este capitulo esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarJae es un gran pastelero pero no le gusta ser el centro de atencion.
ResponderEliminarYunho se acercado a el muy a su estilo y Jae con los nervios de punta,que pasara????
pobre Jae acosado por el Yunho pero piensa que quiere jugar con el espero no sea este el caso
ResponderEliminarGracias
Intenso su acoso jejeje...
ResponderEliminarQué acoso el de Yunho, pobre Jae aunque sintió la atracción por parte de él, como que lo dejo shoqueado. Creo que no podrá negarse Jae, jajaja...
ResponderEliminarGracias!!!
Ahhhh....como estamos yunho eh?? Jajaj.... Jae casi colapsa
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