Capítulo 1
Presente
Jaejoong. Lo he perdido
tres veces. La primera fue la impaciencia. La segunda fue una mentira tan densa que no pudimos
superarla, y la tercera vez, esta vez, lo he
perdido por Changmin.
Changmin. Es un buen tipo. Yo lo
fui. En gran parte. Pero, él podría ser el príncipe heredero y aún no sería lo
suficientemente bueno para él. Jaejoong es una obra de arte. Tienes que saber
cómo interpretarlo, como ver la belleza bajo las duras líneas de su
personalidad. Cuando pienso en él teniéndolo en formas en las que no puedo, quiero golpear mi puño en su cara
hasta que no quede nada.
Jaejoong es mío. Siempre
lo ha sido, siempre lo será. Hemos estado corriendo en direcciones opuestas por
los últimos diez años, y chocamos a cada vuelta. A veces, es porque estamos
buscándonos, otras veces es el destino. Él tiene la clase de amor que puede
manchar tu alma, hacerte rogar no tener una, sólo para escapar del hechizo bajo el que te ha puesto. He tratado de
liberarme de él una y otra vez, pero es inútil. Tengo más de él en mis venas que sangre.
Lo veo ahora, está en la
televisión. Todas las setenta y dos pulgadas de la pantalla están llenas de Jaejoong:
pelo negro, ojos ambivalentes, uñas tap, tap, tamborileando sobre la mesa
delante de él. El canal seis de noticias está cubriendo la historia. Dobson
Scott Orchard, un notorio violador que secuestró a ocho niñas cerca de doce años, está en juicio... y Jaejoong
lo está defendiendo. Se me revuelve el estómago. Por qué iba a tomar el caso de
este hombre está más allá incluso de lo que comprendo de él. Tal vez su
desprecio por sí mismo lo propulsa a defender criminales sin valor. Defendió a
mi esposo una vez y ganó el caso que lo hubiese puesto tras las rejas por
veinte años. Ahora, se sienta tranquilamente al lado de su cliente, de vez en
cuando se inclina a decir algo en su oído, mientras esperan que el jurado entre
en la habitación con su veredicto. Estoy en mi segundo whisky. No sé si estoy nervioso
por él o sobre él. Mis ojos se desvían hacia sus manos, siempre puedo decir lo
que Jaejoong siente por sus manos. Han dejado de golpetear y están en puños,
sus pequeñas muñecas descansando en el borde de la mesa como si estuvieran encadenadas
allí. Tengo un vistazo de su anillo de bodas. Me sirvo otro whisky, lo tomo, y
lanzo la botella a un lado. La pantalla cambia a una sala de prensa, donde un
reportero está hablando de las apenas seis horas que el jurado deliberó, lo que
necesitaron para el veredicto. De repente, se sacude en su asiento como si
alguien lo hubiera conmocionado. El
jurado ha entrado en la sala de audiencias, donde en pocos minutos el juez
leerá el veredicto. Vamos allí ahora.
Me inclino hacia delante
de mí asiento, mis codos apoyados en mis rodillas. Mis piernas están rebotando,
un hábito nervioso, y deseaba tener otro poco de whisky. Toda la sala está de
pie. Dobson se cierne sobre Jaejoong, que se parece a un pequeño muñeco de
porcelana a su lado. Él lleva una camisa de seda azul, mi tono favorito. Es tan
hermoso, dejo caer la cabeza para evitar los recuerdos. Vienen de todos modos.
Su cabello domina cada uno de ellos, salvaje. Lo veo en mi almohada, lo veo en
mis manos, lo veo en la piscina donde por primera vez lo besé. Después de que
nos separamos, lo cortó. Casi no lo reconocí en la tienda de música donde
chocamos. Mi consternación por la forma en que había cambiado ayudó a mi
mentira. Quería conocer al Jaejoong que cortó su cabello y atravesó una
habitación usando sólo sus mentiras. Mentiras, suena demente querer que un
hombre mienta. Pero, Jaejoong ama con sus mentiras. Miente sobre cómo se
siente, cómo se está haciendo daño, cómo te quiere cuando dice que no lo hace.
Miente para protegerte y protegerse. Observo mientras él, impaciente aparta una
hebra de detrás de la oreja. Para el ojo inexperto, este es un normal gesto
delicado, pero veo la forma en que su muñeca da un tirón hacia atrás. Está agitado.
Sonrío. Se va de mi cara
tan pronto cuando el juez lee No Culpable
por Razón de Locura. Por Dios, lo hizo. Corro todos los diez dedos por mi
pelo. No sé si quiero sacudirlo o felicitarlo. Se desploma en su asiento,
llevando su aturdimiento en las cejas. Todo el mundo está abrazándolo, dándole palmaditas en la espalda. Dobson será enviado a un instituto
para enfermos mentales, en lugar de una prisión federal. Espero a ver si él lo
abraza, pero mantiene su distancia, sólo le ofrece una sonrisa apretada. La cámara
gira hacia el rostro del abogado acusador; luce enfurecido. Todo el mundo luce
enfurecido. Está haciendo enemigos, es su especialidad. Quiero protegerlo, pero
él no es mío. Espero que Changmin sea capaz.
* * *
Agarro mis llaves y
salgo a correr. El aire está lleno de húmedad, vibra mi alrededor, me distrae de mis
pensamientos. Empapado en cuanto salgo de mi apartamento, giro a la izquierda
de mi edificio y me dirijo a de la playa. Es la hora pico de tráfico. Lo
atravieso, ignorando los ojos agitados que me siguen a través de la calle.
Mercedes, BMWs, Audis, la gente de mi barrio no está corta de dinero. Se siente
bien correr. Mi apartamento está a dos kilómetros de la playa. Tienes que
cruzar dos vías de agua para llegar allí. Echo un vistazo a los yates mientras
esquivo un par de sillas y pienso en mi barco. Ha pasado un tiempo desde que
trabajé en él. Tal vez eso es lo que necesito, un día con el barco. Cuando
llego al agua, giro a la izquierda y corro por la orilla. Aquí es donde me ocupo
de mi ira.
Corro hasta no poder.
Luego me siento en la arena, respirando con dificultad. Tengo que reponerme. Si
camino en esta cloaca de emoción durante mucho más tiempo, nunca podré salir.
Tirando de mi celular de mi bolsillo, golpeó el botón de inicio. Mi madre
responde, sin aliento, como si hubiera estado en su elíptica. Pasamos las sutilezas.
No importa cuál sea la situación, no importa cuán desesperada mi voz pueda ser,
mi madre cortésmente pregunta cómo estoy y luego me da una breve actualización
de sus rosas. Espero hasta que haya terminado, y luego dijo en voz más ahogada
de lo que me propongo—: Voy a tomar el trabajo en Londres.
Hay un momento de
silencio antes de que ella responda sorprendida. Su voz es demasiado feliz.
—Yunho, es lo correcto.
Gracias a Dios que recapacitaste. Lo rechazaste la última vez por ese chico, un
error que….
La interrumpí,
diciéndole que llamaría mañana después de que haber hablado con la oficina de
Londres. Doy una mirada más al océano antes de ir a casa. Mañana me voy a
Londres.
Pero, no lo hago.
Me despierto con golpes.
Al principio creo que es la construcción en mi edificio. El 760 está
remodelando su cocina. Aplasto la cabeza debajo de mi almohada. No hace nada
para silenciar el sonido. Maldiciendo, me tiro a un lado. El golpeteo suena
cerca de casa. Me pongo sobre mi espalda y escucho. La habitación oscila sobre
su eje. Demasiado whisky, una vez más. El golpeteo viene de mi puerta. Giro mis
piernas por un lado de la cama y me pongo un par de pantalones de pijama gris
que encuentro tirados en el suelo.
Cruzo mi sala de estar,
pateando a un lado los zapatos y los montones de ropa que se han estado
acumulando durante semanas. Abro la puerta, y todo se congela. Respiro...
latidos del corazón... pensamiento.
Ninguno de los dos dice
una palabra mientras nos evaluamos. Luego entra y comienza a pasear en mi sala de
estar, como si aparecer aquí fuera la cosa más natural del mundo. Aún estoy de
pie en la puerta abierta, observándolo con confusión, cuando gira la energía
completa de sus ojos en mí. Me toma unos minutos hablar, para darme cuenta de
esto está sucediendo realmente. Puedo oír a alguien usando un taladro en el condominio el piso de arriba. Veo un
pájaro atravesando el cielo, justo afuera de mi ventana, pero me digo que mis
sentidos están mintiendo en cuanto a él. No está realmente aquí después de
todos estos años.
— ¿Qué estás haciendo
aquí, duque?
Lo contemplo, lo
absorbo. Se ve maníaco. Él lanza sus brazos, es un gesto de enojo. Me preparo
por la serie de improperios que vienen generalmente con su ira.
— ¿Qué? ¿Ya no limpias
más?
No es lo que estaba
esperando. Pateo la puerta con el pie y corro la mano por la parte de atrás de
mi cuello. No me he afeitado en tres días, y todo lo que llevo puesto es un par
de pantalones de pijama. Mi casa se ve como una residencia universitaria.
Camino hacia el sofá,
como si esta no fuera mi sala y me siento, incómodamente. Lo veo caminar de un
lado a otro.
De repente, se detiene.
—Lo dejé suelto. Lo puse
de nuevo en la calle. ¡Es un maldito psicópata! —Choca un puño en su palma
abierta con la última palabra. Su pie toca una botella vacía de whisky, y rueda
a través de la madera dura. Los dos la seguimos con nuestros ojos hasta que
desaparece debajo de la mesa—. ¿Qué mierda te pasa? —pregunta, mirando a su
alrededor.
Me recuesto y entrelazo
mis manos detrás de mí cuello. Sigo su mirada hacia el desastre que es mi
apartamento.
—Deberías haber pensado
en eso antes de tomar el caso.
Parece a punto de
golpearme. Sus ojos comienzan en mi pelo, bajan hasta mi barba, persisten en mi
pecho, y se levantan de nuevo hasta mi cara. De repente, se pone serio. Lo veo
llenar sus ojos, la realización de que vino aquí y que no debería. Los dos
hacemos nuestro movimiento a la vez. Se lanza hacia la puerta, me levanto de un
salto y lo bloqueo.
Él mantiene su
distancia, metiendo su labio inferior bajo los dientes.
—Tu movimiento —le digo.
Veo su garganta
contraerse mientras traga sus pensamientos, tragando diez años de nosotros.
—Está bien... está bien
—dice finalmente.
Camina de regreso
alrededor del sofá y se sienta en el sillón reclinable. Hemos comenzado nuestro
juego habitual del gato y el ratón. Me siento cómodo con esto.
Me siento en el sofá y
me quedo mirándolo con expectación. Usa su dedo para girar su anillo de bodas.
Cuando me ve mirando, se detiene. Casi me río cuando levanta el pie del sillón
reclinable y se inclina hacia atrás como si perteneciera aquí.
— ¿Tienes una Coca-Cola?
Me pongo de pie y tomo
una botella para él de mi nevera. No bebo Coca-Cola, pero siempre tengo en mi
nevera. Tal vez es por él. No sé. Abre la tapa, presionando la botella contra
sus labios y resoplando. Le encanta la quemazón que causa.
Cuando termina, corre la
parte posterior de la mano por su boca y me mira como si yo fuera la serpiente.
Él es la serpiente.
— ¿Deberíamos intentar
ser amigos?
Abro mis manos e inclino
la cabeza como si no supiera de qué está hablando. Que hago. No podemos
quedarnos distanciados, ¿cuál es la alternativa? Él hipa por la Coca-Cola.
—Sabes, nunca he
conocido a nadie que pueda decir tanto como tú, sin que una sola palabra salga
de su boca —espeta.
Sonrío. Por lo general,
si lo dejo hablar sin interrumpirlo, me dirá más de lo que pretendía.
—Me odio. Bien podría
haber sido el que puso al jodido Casey Anthony de nuevo en la calle.
— ¿Dónde está Changmin?
—Alemania.
Levanto mis cejas—.
¿Estaba fuera del país durante el veredicto?
—Cállate. No sabíamos
cuánto tiempo iban a tomarles deliberar.
—Deberías estar
celebrando. —Me recuesto y llevo ambos brazos sobre el respaldo del sofá.
Empieza a llorar,
estoico rostro, las lágrimas vertiéndose como un grifo abierto.
Me quedo donde estoy.
Quiero consolarlo, pero cuando lo toco, es difícil detenerme.
— ¿Recuerdas aquella vez
en la universidad cuando comenzaste a llorar porque pensaste que ibas a fallar
esa prueba, y el profesor pensó que estabas teniendo un ataque?
Se ríe a carcajadas. Me
relajo.
—Tú hiciste tu trabajo,
Duque —digo suavemente—. Lo has hecho bien.
Asiente, se levanta.
Nuestro tiempo ha terminado.
—Yunho yo...
Niego con la cabeza. No
quiero que diga que lamenta haber venido, o que no va a suceder de nuevo.
Lo acompaño hasta la
puerta.
— ¿Se supone que debo
decir que lamento lo que pasó con Luhan? —Me mira a través de sus pestañas.
—No te creería si lo
hicieras.
Sonríe, comienza en sus
ojos y se propaga lentamente a los labios.
—Ven a cenar. Changmin
siempre quiso conocerte. —Debe ver el escepticismo en mi cara, porque se
ríe—. Él es genial. En serio. ¿Traes una
cita?
Me paso la mano por la
cara y niego con la cabeza.
—Cenar con tu marido no
está en mi lista de cosas que hacer antes de morir.
—Ni tampoco fue la
defensa de tu ex esposo en una demanda.
Me estremezco—. Ouch.
— ¿Nos vemos el próximo
martes a las siete? —Me guiña un ojo y casi salta fuera de mi apartamento.
No estoy de acuerdo,
pero sabe que estaré allí. Maldita sea. Soy un pelele.
Que bueno que estés empezando un nuevo fanfic ,me pareció muy interesante y excelentemente bien escrito estoy ansiosa por leer más,Por favor continualo apresio mucho tu trabajo y espero con ansias leer más.he leído muchas cosas tuyas y me parecen muy interesantes 💙
ResponderEliminarWow.. Vaya capitulo... A lo que entendí ambos fueron amantes pero ambos se casaron con otras parejas pero... Siguen viéndose?? Ah que cosas.. Tendré que seguir leyendo para ver que pasa. Gracias
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