Capítulo 6
Pasado
Lo tenía. No era un agarre firme, pero finalmente lo tenía. Caímos fácilmente en una relación. La rutina del día a día era luminosa y ligera. Jugábamos, nos besábamos, hablábamos durante horas sobre cosas que importaban y cosas que no lo hacían. Nunca podía predecir lo que él iba a decir a continuación. Me gustaba eso. Él era tan diferente de los chicos a los que estaba acostumbrado. Incluso Karam, que era lo más cercano que había llegado a estar enamorado, nunca me había provocado los sentimientos que Jaejoong lograba.
Hubo un día en
particular, cuando estábamos hablando de cuántos hijos queríamos, o tal vez yo
estaba hablando sobre ello. Jaejoong eludió el futuro.
—Cinco —quiero cinco.
Él levantó una ceja y
arrugó la nariz.
—Esos son demasiados. ¿Y
si tú esposo no quiere tantos?
Habíamos ido hasta la
playa y estábamos acostados sobre una manta fingiendo mirar las estrellas, pero
la mayoría del tiempo nos quedábamos mirando el uno al otro.
—Creo que tú y yo
podríamos llegar a tener un compromiso.
Comenzó a parpadear
rápidamente como si algo le hubiera entrado en los ojos.
—No quiero hijos —dijo,
apartando la mirada.
—Sí, los quieres.
Él odiaba cuando yo
hacía eso, decirle que estaba equivocado sobre sus propios pensamientos. Me
apoyé sobre los codos y miré el agua para evitar la mirada asesina que me
estaba dando.
—No vas a echarlos a perder
—dije—. No vas a ser como tu padre, y no llegarás a ser como tu madre, porque
nunca te dejaré.
—Entonces voy a morir de
cáncer.
—No, no lo harás. Te
haremos pruebas con regularidad.
— ¿Cómo es que malditamente
siempre sabes lo que estoy pensando?
Lo miré. Estaba sentado
con sus rodillas dobladas contra su pecho y con la cabeza apoyada sobre ellas.
—Te veo, incluso cuando
piensas que no te estoy viendo. Probablemente estoy más obsesionado contigo de
lo que es saludable.
Trató de ocultar su
sonrisa, pero lo vi morder las comisuras de su boca. Lo derribé sobre su
espalda. Él se rio. Casi nunca se reía… probablemente podía contar el número de
veces que había escuchado ese sonido con mis dos manos.
—Tú no cedes ni un
centímetro. Es por eso que me gustas, Jaejoong Kim. Me haces trabajar por cada
sonrisa, cada risa…
Él negó con la cabeza—.
Yo no me río.
— ¿En serio? —Mis dedos
se deslizaron hasta sus costillas. Le hice cosquillas. Él se reía fuerte, yo
también me estaba riendo.
Cuando nos pusimos
serios, se acostó con su cabeza sobre mi pecho. Sus siguientes palabras me
tomaron por sorpresa. Me quedé tan quieto como pude, casi sin respirar,
temeroso de que si me movía él dejaría de hablar de su corazón.
—Mi mamá quería seis
hijos. Sólo me tuvo a mí, y eso apestó para ella porque yo era un completo
bicho raro.
—No lo eras —dije.
Giró su cabeza para
mirarme.
—Solía delinear mis
labios con delineador negro para ojos y me sentaba con las piernas cruzadas
sobre la mesa de la cocina… meditando.
—No es tan malo —dije—.
Clamabas por atención.
—Está bien, pero cuando
tenía doce años comencé a escribir cartas a mi madre biológica porque quería
ser adoptado.
Negué con la cabeza—. Tu
infancia apestaba, querías una nueva realidad.
Resopló aire por la
nariz.
—Pensé que una sirena
vivía en el desagüe de mi ducha, y solía llamarla Sarah y hablar con ella.
—Imaginación activa
—argumenté.
Él se estaba volviendo
más insistente, su pequeño cuerpo retorciéndose dentro de mi agarre.
—Solía hacer papel con
la pelusa de la secadora.
—Nerd.
—Quería ser uno con la
naturaleza, así que empecé a hervir pasto y beberlo con un poco de tierra como
azúcar.
Hice una pausa.
—Está bien, eso es raro.
— ¡Gracias! —dijo.
Entonces, se puso serio
de nuevo—. Mi mamá simplemente me amaba a pesar de todo eso.
Mis brazos se apretaron
alrededor de él. Temía que el viento, el agua… la vida se lo llevaría lejos de
mí. No quería que fuera arrastrado por el viento.
—Cuando ella estaba en
el hospital cerca del final, tenía mucho dolor, pero lo único que hacía era
preocuparse por mí —se detuvo, riéndose un poco—. No tenía cabello. Su cabeza
parecía un huevo brillante y siempre estaba fría. Traté de tejerle un sombrero,
pero era terrible, todo lleno de agujeros, por supuesto ella se lo ponía de
todos modos.
Podía oír sus lágrimas.
El corazón me dolía como si él lo tuviera entre su puño.
—Siempre me preguntaba,
“¿Tienes hambre? ¿Estás cansado? ¿Estás
triste?” —Su voz se quebró.
Pasé la mano por su
espalda, tratando de consolarlo, sabiendo que no podría.
—Habría cambiado de
lugar con ella.
Su sollozo me desgarró,
derramando todo. Nos sentamos y lo sostuve en mi regazo mientras lloraba.
Su dolor era tan
abrupto. No podías tocarlo sin cortar también a través de él. Quería plegarme a
mí mismo alrededor de él y absorber el resto de los golpes que la vida le
entregara.
Ese fue el momento
exacto en que mi corazón se unió al de él. Fue como si alguien se inclinara con
una aguja de coser y cosiera mi alma a la suya. ¿Cómo un hombre podía ser tan
fuerte y tan vulnerable al mismo tiempo? Cualquier cosa que le llegara a pasar
a él me pasaría a mí. Cualquier dolor que él sintiera, yo también lo sentiría.
Lo quería, esa fue la parte sorprendente. El egoísta y egocéntrico Jung Yunho se
enamoró tanto de un chico que ya podía sentirse a sí mismo cambiando para
adaptarse a las necesidades de él.
Me enamoré. Muchísimo.
Por el resto de esta
vida y probablemente por la próxima.
Lo quería, hasta el
último centímetro de su obstinado, combativo y rencoroso corazón.
* * *
Un par de meses después
de eso, le dije que lo amaba por primera vez. Lo había amado durante un tiempo,
pero sabía que él no estaba listo para escucharlo. En el momento en que las
palabras salieron de mi boca, él parecía como si quisiera meterlas de nuevo.
Sus fosas nasales comenzaron a ensancharse y su piel se sonrojo. Él no podía
decirlo de regreso. Estaba decepcionado, pero no sorprendido. Sabía que me
amaba, pero quería oírlo. Cuanto más me rechazaba, más agresivamente luchaba
para derribar sus muros. A veces empujé demasiado… como en el campamento. Traté
de demostrarle que él no era tan autónomo como pensaba. Quería demostrarle que
estaba bien ser vulnerable y quererme. Para alguien como Jaejoong, el sexo
estaba directamente ligado a sus
emociones. Él intentaba fingir que el sexo no era importante, que podía tener
una relación sana sin él. Pero, su cuerpo estaba jugando su carta. Cuanto más
tiempo se mantenía sin sexo, más tiempo se aferraba a su poder.
Cuando entré a esa
tienda, estaba decidido a despojarlo de su poder.
—Eres dueño de tu propio
cuerpo, ¿no?
Él hizo sobresalir su
barbilla, desafiante.
—Sí.
—Entonces no tendrás
problema en controlarlo.
Pude ver la
incertidumbre en sus ojos cuando me acerqué a él. Si quería jugar, yo iba a
jugar más duro. Él estaba fuera de su liga. El año pasado, había tenido que
luchar contra cada deseo, contra cada necesidad que tenía. Todo lo que quería
eran tres palabras. Tres palabras que él no me daría, y ahora iba a pagar por
ello.
Trató de alejarse, pero
lo agarré por la muñeca y tiré de él.
La restricción que había
conteniendo durante un año se sentó precariamente en el borde de un acantilado.
Lo dejé colgar allí por un momento antes de empujarlo y besarlo. Lo besé como
si hubiera besado a un chico con experiencia. Lo besé como si lo besara por primera vez, en la piscina, antes de
que supiera que él estaba tan roto. Él respondió mejor de lo que pensé. Era
casi como si hubiera estado esperando a que lo besara así. Trató de alejarme un
par de veces, pero fue poco entusiasta. E incluso entonces, nunca dejo de
besarme. Su mente estaba en guerra consigo mismo. Decidí darle un poco de
ayuda. Alejándome de él, agarré su endeble playera y la arranqué, de la costura
del cuello. Se desgarró como el papel. Su boca se abrió, mientras sacaba la
tela restante de sus brazos y la tiraba a un lado. Lo atraje hacia mí de nuevo
y lo besé. Ahora estaba contra mí, piel con piel. Tiré de sus pantalones hacia
abajo y gimió en mi boca como si fuera la mejor y la peor cosa que yo jamás
hubiera hecho.
Él jadeaba en mi boca,
Dios, estaba tan cachondo. Bajé un poco la velocidad. Quería tomarme mi tiempo
besando todos los lugares que siempre quise besar y que nunca me había
permitido, su pecho, la parte interna de sus muslos, la línea en su espalda baja.
Tenía un punto adorable
justo encima de su clavícula, donde su cuello se hundía. Escuché que tomo un
respiro de satisfacción y me abrí camino hacia abajo. Acababa de alcanzar sus
pezones perfectos cuando él se inclinó hacia mí como si su lujuria fuera demasiado
pesada y no pudiera soportarla. Lo puse en el suelo y me senté encima de él.
Estaba chupando sus pezones y dejando que mi mano se deslizara por la parte
interior de su muslo. Llevaba boxers negros; que destacaban sobre su cremosa
piel. Mi mano se detuvo cuando alcanzó la unión de su entrada. Quería que él lo
quisiera. Dejé que mi pulgar rozara a través de la tela y él se curveó debajo
de mí. Me pregunté si alguien más lo había tocado allí. Estaba teniendo
dificultades para controlarme a mí mismo. Respiré en su cabello. Olía a ropa
recién lavada.
— ¿Sigues en control?
Él asintió con la cabeza.
Lo podía sentir temblando y quería decir mentira.
—Detenme —dije—. Si
todavía estás en control, entonces detenme.
Le quité los pantalones
de chándal que todavía estaban colgando alrededor de sus tobillos. Él me miró
con los ojos vidriosos, como si detenerme fuera la última cosa que quisiera
hacer.
Fue cuando me recuperé.
Mi juego se estaba volviendo tóxico. Aspiré con fuerza por la nariz. Podía
tomarlo ahora. Él me dejaría. Pero, eso no sería justo. Lo estaba manipulando.
Después estaría enojado conmigo, se recompondría y lo perdería. Sólo necesitaba
que él me reconociera.
— ¿Quién es tu dueño?
Se lamió los labios. Sus
manos estaban fijas en mis brazos. Podía sentir una ligera presión mientras me
atraía hacia él. Él estaba en silencio cuestionándome. Me contuve, él me enseñó
cómo. Negó con la cabeza, no comprendiendo.
Busqué sus ojos, obligándolo
a mirarme.
Puse una mano sobre su
pecho. Podía sentir su corazón… latiendo por mí.
Lo quiero. Lo quiero. Lo quiero. Por favor, Jaejoong. Por favor, déjame
tenerte…
— ¿Quién es tu dueño?
Sus ojos se tornaron
líquidos. Lo entendió. Su cuerpo quedó inerte.
—Tú —dijo en voz baja.
Su vulnerabilidad, su
cuerpo, su cabello, era todo lo que me encendía. Nunca en mi vida había deseado
a un hombre más de lo que lo deseaba a él.
Eché mi cabeza hacia
atrás, cerré los ojos y me alejé de él.
No lo mires. Si lo miras de nuevo acabarás dentro de él.
—Gracias.
Y entonces me fui lo más
rápido que pude para tomar una ducha de agua fría, muy fría. Él no me miraría
hasta dentro de una semana después.
Me encanta la historia excelente como siempre ,Por favor no demores en actualizar lo espero con ansias 😍muchas gracias por compartirnos está historia😄
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