Capítulo 9
Presente
Junsu se sienta,
frotándose los ojos.
Bajo por una calle muy
arbolada, y él mira a su alrededor, alarmado.
— ¿Qué demonios, Jung?
Jaejoong, que ha estado
en silencio durante todo el viaje, mira por la ventana sin inmutarse. Estoy
preocupado por él. No ha preguntado ni una vez a dónde vamos. O confía en mí, o
no le importa. Estoy bien con ambos.
La carretera curvea, y
bajo por una calle mucho más pequeña. Las casas aquí están más espaciadas. Hay
diez de ellas, todas puestas alrededor de un lago y rodeadas de sus propias
cinco hectáreas. Los vecinos más cercanos son dueños de caballos. Puedo verlos
pastando detrás de vallas blancas. Mientras conducimos, Jaejoong mueve la
cabeza para tener una mejor visión.
Sonrío para mis
adentros. Él no está al cien por ciento familiarizado.
Detengo el coche fuera
de una puerta blanca adornada y estiro la mano hasta la guantera para encontrar
el dispositivo de apertura automático.
Mi mano roza su rodilla
y él salta.
—Es bueno saber que
todavía tengo ese efecto en ti —digo, apuntando el dispositivo a la puerta. Se
abre cuando su mano se dispara y me golpea en el pecho.
Agarro su mano antes de
que pueda retirarla y la mantengo justo sobre mi corazón. Él no pelea conmigo.
Junsu aspira en el
asiento trasero, y lo dejo ir.
La entrada está
pavimentada con ladrillo, marrón cremoso. Seguimos durante unos doscientos
metros hasta llegar a la casa. Estaciono el auto; y Jaejoong mira mi mano.
Lo miro a él, y miro mi
mano. Cuando levanta la mirada, sonrío.
Abriendo mi puerta.
Inclino el asiento hacia adelante para dejar que Junsu salga y camino alrededor
del coche para abrirle la puerta a Jaejoong.
Él sale y estira los
brazos por encima de su cabeza, mirando la casa. Espero por su reacción.
—Es hermosa —dice.
Sonrío y el latido de mi
corazón se calma.
— ¿A quién le pertenece?
—A mí.
Levanta las cejas y me
sigue por las escaleras. La casa es de tres pisos, de ladrillo en el frente,
con una torrecilla y un mirador que tiene la vista más impresionante del lago.
Mientras nos acercamos a la puerta principal, él jadea.
La aldaba esta puesta en
una puerta de madera maciza y está en forma de una corona.
Me detengo en la puerta
y lo miro.
—Y a ti.
Sus orificios nasales se
abren, sus pestañas se agitan, y su boca se frunce en un pequeño gesto.
Doy vuelta a la llave en
la cerradura. Entramos a nuestra casa.
Esta insoportablemente
caliente. Me dirijo directamente al termostato. Junsu maldice en voz alta, y me
alegro de que no puedan ver mi cara.
La casa está
completamente amueblada. Tengo a alguien que viene una vez al mes para sacudir
el polvo y limpiar la piscina, la cual nunca se ha utilizado. Me muevo de una
habitación a otra, abriendo las cortinas. Los chicos me siguen detrás.
Cuando llegamos a la
cocina, Jaejoong envuelve sus brazos alrededor de su cuerpo y mira a su
alrededor.
— ¿Te gusta? —pregunto,
mirando su cara.
—Diseñaste esto tú
mismo, ¿verdad?
Me gusta que me conozca
tan bien. A mi ex esposo le gusta que todo sea moderno: acero inoxidable,
baldosas estériles y blancas. Todo en mi casa es cálido. La cocina es rústica.
Hay una gran cantidad de piedra, cobre y madera dura. Hice la decoración
utilizando una gran cantidad de rojo, porque el color me recuerda a Jaejoong. Luhan
tiene el cabello rojo, pero Jaejoong tiene una personalidad roja. Y en lo que a
mí respecta, rojo pertenece al amor de mi vida.
Junsu se pasea por la
sala, eventualmente dejándose caer en el sofá y prendiendo la televisión. Jaejoong
y yo estamos lado a lado, observándola. No era así como tenía la intención de
que él viera esto.
— ¿Quieres que te
muestre el resto de tu casa?
Asiente y me lo llevó
fuera de la cocina y hacia la escalera curva.
—Luhan…
—No —digo—. No quiero
hablar de Luhan.
—Bien —dice él.
— ¿Dónde está Changmin?
Él mira hacia otro lado.
—Por favor, deja de
preguntarme eso.
— ¿Por qué?
—Porque duele responder.
Lo miro por un momento y
asiento.
—Vas a tener que decirme
con el tiempo.
—Con el tiempo
—suspira—. Esa palabra es tan nosotros, ¿cierto? Con el tiempo, me dirás que
estás fingiendo tu amnesia. Con el tiempo, te diré que estoy fingiendo no
conocerte. Con el tiempo, volveremos a estar juntos, fracasaremos, volveremos a
estar juntos.
Lo miro estudiar mi arte
en la pared, cautivado por sus palabras. Dice cosas que realmente me conmueven.
Deja deslizar su alma a través de sus labios, y siempre es cruda e
increíblemente triste.
—Yunho, ¿qué es esta
casa?
Me coloco detrás de él
cuando se oculta en la entrada de la habitación principal y tiro de los
extremos de su cabello.
—La que estaba
construyendo para ti. Iba a traerte aquí la noche que me propusiera. Era sólo
un solar vacío, pero quería mostrarte lo que podríamos construir juntos.
Él resopla y niega con
la cabeza. Es la forma en que lucha con las lágrimas.
— ¿Ibas a pedirme que me
casara contigo?
Considero brevemente
hablarle de la noche en que entró en mí en la oficina, pero no quiero
sobrecargarlo emocionalmente.
— ¿Por qué seguiste
construyéndola? ¿Amueblándola?
—Un proyecto, Duque —le
digo en voz baja—. Necesitaba algo que arreglar.
Se ríe.
—No pudiste arreglarme a
mí, o a ese sucio pelirrojo. ¿Así que fuiste por una casa?
—Es mucho más
gratificante.
Resopla.
Hubiera preferido una risita.
Voltea el interruptor de
la luz y camina cuidadoOh Joongente en el dormitorio, como si el suelo pudiera
caerse debajo de él en cualquier momento.
— ¿Alguna vez has
dormido aquí?
Observo mientras él pasa
un dedo a lo largo del edredón blanco afelpado y se sienta en el borde de la
cama. Rebota un par de veces y sonrió.
—No.
Se acuesta sobre su
espalda y luego, de repente rueda dos veces a través de la cama hasta que está
de pie al otro lado. Es algo que haría un niño pequeño. Como siempre, cuando la
palabra niño aparece en mi cabeza, mi
estómago se aprieta doloroOh Joongente.
Estella.
Mi corazón cae y luego
se levanta ligeramente cuando él me sonríe.
—Es algo delicado aquí
—dice él.
Una esquina de mi boca
se levanta.
—Bueno, lo hice con la
intención de compartirlo con alguien.
Frunce los labios y
asiente.
—Azul pavo real, es muy
apropiado.
Hay un florero de plumas
de pavo real en el tocador. Las comisuras de sus labios se levantan cuando se
acuerda algo de hace mucho tiempo.
Le muestro el resto de
las habitaciones y luego lo llevo al estrecho tramo de escaleras hasta el
ático, el cual convertí en una biblioteca. Exclama con entusiasmo cuando ve los
libros, y prácticamente tengo que arrastrarlo del estrecho tramo de escaleras
hasta el mirador. Tiene dos libros en sus manos, pero cuando sale a la luz del
sol, los coloca en una de las sillas de jardín, con los ojos muy abiertos.
—Oh, Dios mío —dice él.
Levanta sus brazos al
aire y da vueltas—. Es tan hermoso. Estaría aquí todo el tiempo si…
Los dos nos apartamos al
mismo tiempo. Me acerco a mirar los árboles, él se queda cerca del lago.
Si...
—Si no me hubieras
mentido —suspira.
¿Realmente no esperaba eso?
Él es el rey de la
burla. Me río realmente fuerte. Me río tan fuerte, que Junsu se desliza por la
puerta trasera abierta y asoma la cabeza.
Cuando nos ve, niega con
la cabeza y se retira al interior. Me siento como si hubiera sido regañado.
Miro a Jaejoong. Está
recogiendo sus libros y sentándose en una de las sillas de jardín.
—Sólo estaré aquí si me
necesitas, Jung.
Me acerco y beso la cima
de su cabeza.
—Está bien, Duque. Iré a
hacer el almuerzo. No dejes que alguien te robe.
* * *
Atrapan a Dobson en el
edificio de Jaejoong dos días después. Él venía por Jaejoong. Quiero matar a Changmin.
¿Qué si él no me hubiera llamado? Dobson evitó a la policía durante casi una
década. ¿Podría haber llegado más allá de ellos y por Jaejoong? Ni siquiera
quiero pensar en ello. Cuando recibimos la llamada, ya sé que es hora de que lo
lleve de vuelta, pero paOh Joongos un día extra. Incluso Junsu no parece muy
dispuesto a marcharse. En el cuarto día, traigo a colación la ida cuando
estamos terminando nuestra cena de salmón a la parrilla y espárragos. Junsu
cortésmente se excusa de la mesa de picnic y se va dentro de la casa. Jaejoong
coge la lechuga de su plato y trata de evitar mis ojos.
— ¿No te sientes
preparado? —le pregunto.
—No es eso —dice—. Es
sólo que ha sido…
—Agradable —termino por
él.
Y asiente.
—Puedes quedarte en mi
casa por unos días —le ofrezco.
Me mira.
— ¿Dormiría entre tú y Karam?
Sonrío—. ¿Cómo sabes que
todavía estoy viendo a Karam?
Él suspira—. Te vigilo.
—Me acechas —digo.
Cuando no responde, toco
la parte superior de su mano con el dedo, trazando una vena.
—Está bien. Yo también
te acecho.
— ¿Las cosas son lo
mismo con Karam? ¿Cómo solían ser en la universidad?
— ¿Me estás preguntando
si estoy enamorado de él?
— ¿Suena como que te
estoy preguntando eso?
Me tapo la cara con las
manos y suspiro dramáticamente.
—Si quieres hacerme
preguntas personales y extremadamente incómodas, adelante. Te diré todo lo que
quieras saber. Pero, por el amor de Dios, simplemente has una pregunta directa.
—Bien —dice él—. ¿Estás
enamorado de Karam?
—No.
Se ve sorprendido—. ¿Lo
estabas antes? Quiero decir ¿en la universidad?
—No.
— ¿Te habrías casado con
él si hubiera conservado al bebé?
—Sí.
Se muerde el labio
inferior y sus ojos se ponen llorosos.
—Tú no hiciste que Karam
abortara, Jaejoong.
Las lágrimas ruedan.
—Sí, lo hice. Lo llevé a
la clínica. Podía haber hablado con él sobre eso y no lo hice. En un nivel más profundo sabía que te habrías
casado con él si hubieras descubierto que estaba embarazado. Podría haberle
dicho eso y él no hubiera seguido adelante con
eso.
—Karam no quiere tener
hijos —le digo—. Nunca ha querido. Es una especie de motivo de ruptura entre
nosotros dos.
Se seca la cara con la
manga y aspira. Es patético y lindo.
—Pero están juntos.
¿Cuál es el punto de su relación si no va a ninguna parte?
Me río y atrapo una
lágrima de su barbilla con la punta de mi dedo.
—Eso es muy tú. No haces
nada sin propósito. Es por lo que no me darías una oportunidad en primer lugar.
No te viste a ti mismo casándote conmigo, por lo que ni siquiera tendrías una
conversación conmigo.
Se encoge de hombros y
medio sonríe—. No me conoces, tonto.
—Oh, pero sí que lo
hago. Tuviste que verme a hacer el ridículo antes de que consideraras siquiera
ir a una cita conmigo.
— ¿Cuál es tu punto, Jung?
—Karam rompió con
alguien antes de mudarse de nuevo aquí. Me divorcié. Los dos tenemos un poco
desordenada la cabeza, y nos gusta estar juntos.
—Y les gusta follar
—dijo.
—Sí. Nos gusta follar
¿Estás celoso?
Rueda los ojos, pero lo
sé.
Está oscureciendo. El
sol está quemando un agujero a través de nuestro cielo, haciéndolo de color
naranja y amarillo, mientras se oculta por debajo de los árboles.
—Sabes —digo,
inclinándome sobre la mesa y tomando su mano—. Podría tener sexo con mil personas,
y no se sentiría como lo hizo aquella noche en el campo de naranjos.
Aparta la mano y gira
todo su cuerpo así puede ver la puesta de sol. Le sonrío a la parte de atrás de
su cabeza y empiezo a recoger los platos.
—El rechazo es una cosa
fea, Duque.
Volví a leer el oportunista y recordé que cuando lo leí la primera vez confieso que el final me dejó insatisfecha,tanto amor que no se pudo concretar .leyendo ahora la continuación que por cierto me gusta mucho espero que el universo por fin se alinie para que yunho y jaejoong puedan por fin quedarse juntos.la verdad es que me gustan los finales felices precisamente porque la vida no siempre va como uno la quiere .sigo esperando la continuación y gracias por conpartir este fanfic es muy interesante porque la historia no es nada común y está bien escrito.
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