Capítulo 4
Pasado
Fallé un disparo. La gente me miraba como si hubiera disparado en un
gimnasio lleno de gente, en lugar de disparado una pelota de aire. Mi mamá
siempre me tomaba el pelo, diciéndome que no tomaba nunca algo serio. Era una
broma en mi familia: mi falta de dedicación a cualquier cosa. Era bueno en casi
cualquier cosa que hiciera, pero no amaba nada de eso. Ni el básquetbol, ni las
finanzas, ni el canotaje, ni el dinero que venía tan fácilmente a mi familia.
Todo me hacía sentir vacío. Mis amigos (con los que crecí) pasaban su tiempo y
dinero consiguiendo butacas o palcos en los juegos de béisbol, de fútbol o de
básquetbol. Yo iba a los malditos juegos y los disfrutaba, pero al final del
día, no había ni una sola maldita cosa que me llenara. Empecé a leer libros
sobre filosofía. Incluso tomé un par de clases en mi segundo año. Me gustaban.
La filosofía me daba algo en qué creer. Pero, Kim Jaejoong entró en mi vida, y
por primera vez, me dediqué a algo. Su filosofía. Su maquillaje emocional. La
estaba tomando seriamente. Era muy hablador, condescendiente y nunca sonreía,
pero me gustaba. Quería darle algo. Así que fallé el disparo.
— ¿Es verdad?
Levanté la vista de mi
plato de Hot Cakes. Desiree, una de las porristas, se deslizó en el asiento
opuesto al mío. Estaba usando el maquillaje de la noche anterior y el jersey de
mi amigo Kiel. ¿Por qué las chicas querían usar un jersey de chico? Escalofriante.
— ¿Es eso verdad? ¿Qué
fallaste el disparo por un chico?
— ¿Dónde escuchaste eso?
—Empujé mi plato y tomé un sorbo de té.
—Todos están hablando
sobre ello. —Ella me sonrió y rompió un pedazo de mi Hot Cake, deslizándolo
entre sus dientes.
Miré a sus ojos
estrechos. Estaba teniendo un momento difícil al hacerme el encantador cuando
mis palmas sudaban.
— ¿Por quién dicen que
lo hice? —Si la gente averiguaba que por Jaejoong fallé el disparo, las cosas
se pondrían incómodas para él.
Desiree lamió el almíbar
de sus manos.
—Oh, hay rumores. ¿Quién
sabe si son verdad? Ya sabes cómo puede ser la gente.
Me encogí de hombros,
tratando de parecer despreocupado, pero mis hombros estaban tensos.
—Hazme reír, Des.
Ella juntó sus labios y
se inclinó hacia adelante.
—Un chico de pre-leyes.
Nadie sabe realmente quién es. Algunas personas dicen que te vieron hablar con
él antes de que fallaras el disparo.
—Quizás mi juego no era
bueno —dije, bajando mi taza y parándome. Desiree me sonrió.
—Quizás. Pero, tu juego
nunca ha sido malo anteriormente. Si me preguntas, es romántico.
— ¿Romántico? —repetí.
—Sí. Él debe ser
sumamente caliente.
Me incliné hasta que mis
dos manos estaban asentadas completamente en la mesa, y Desiree y yo estábamos
al nivel de los ojos.
— ¿Realmente suena como
algo que yo haría, Des?
Ella me miró por un
largo minuto antes de sacudir su cabeza.
—No en realidad.
—Bueno, entonces ahí
tienes tu respuesta.
Me fui, secando mis
palmas en las piernas de mi pantalón. ¿Cuánta gente me había visto hablando con
Jaejoong? Era estúpido… sin importancia, pero entonces, nunca pude haber
anticipado su desafío. Si las cosas hubieran ido a mi manera, él hubiera estado
de acuerdo a salir conmigo si acertaba el disparo. Todos se habrían llevado un
ganador, es decir, yo hubiese sido el ganador.
No pude evitar sonreír
mientras bajaba las escaleras enfrente del comedor. Olvídalo. Los chicos
raramente me sorprenden. Yo hubiera fallado ese disparo quinientas veces para
tener una cita con él.
Nunca había sentido algo
como con él.
Jaejoong quemaba. Cuando
él caminaba a una habitación podías sentir su fuego. Salía de él en olas.
Estaba molesto, era apasionado, y no tenía miedo. Quemaba lo suficientemente
caliente para mantener a todos alejados. Era un buen truco, solo que yo jugaba
con fuego.
Bang, bang, él me disparó.
—Simplemente no creo que
seamos compatibles.
Me tenía miedo. Lo supe
en el momento que nuestros ojos quedaron atrapados ese primer día, debajo del
árbol. Quizás él no conocía a su tipo, pero yo lo sabía.
Casi me reí. Él entregaba
esas palabras con una voz cortada, dándolas por hecho, sus ojos bailaban en
todos lados menos en mi cara. Habíamos estado en nuestra primera cita la semana
anterior. Prácticamente lo obligué a ir, enviando cada pelota que usaba para
pedir la cita, a su dormitorio con una nota para que se encontrara conmigo en
la biblioteca. La biblioteca había ido bien. Él usaba esta playera negra de manga
larga que era apretada, con la cual podía ver cada curva, sin mencionar su piel
de marfil saliendo por los huecos. Quería besarlo, justo ahí, en los estantes.
Quería presionarlo contra la sección de Dickens si no hubiera pensado que eso
lo asustaría. Con reticencia, él aceptó a tener la cita. Lo llevé a Jaxson’s,
mi lugar favorito de helados. Al inicio de la tarde, él había estado distante,
pero se abrió y me contó cosas de su pasado. Pensé que las cosas habían ido
genial. Hasta…
—Simplemente no creo que
seamos compatibles.
—No se siente así para
mí —dije. Nuestra química era palpable. Él estaba en negación o mintiendo.
Apostaría que era lo último.
Él parpadeó… parpadeos
rápidos, como las alas de los pájaros.
—Um, bueno lo siento.
Supongo que estamos en diferentes ondas. —él dijo ondas, como si no estuviera
seguro que esa era la palabra correcta para usar. De hecho estábamos en la
misma onda: lo quería y yo lo quería, pero no iba a ser el que señalara ese
punto.
Jaejoong todavía no
sabía que me quería.
—No, eso no es a lo que
me refiero. Sé que te gusto, al igual que tú a mí. Pero, es tu elección, y yo
soy un caballero. ¿Quieres que me vaya?
Bien. Adiós, Jaejoong.
Antes de que pudiera
agarrarlo, antes de que pudiera hacer caer en razón, me alejé.
¡No huyas! ¡Pelea con él en esto!
Eso es lo que estaba
pensando. Pero, lo último que quería hacer era perseguir a alguien quien no me
quería… o que no sabía que me quería.
Fui a mi dormitorio y
bebí una cerveza caliente. Ser rechazado por primera vez, no era bonito. De
hecho, era realmente jodido. O al menos eso fue lo que pensé entonces. Había
hecho todo lo que él me había pedido. Mis compañeros de equipo apenas me
hablaban, mi entrenador me suspendió, y mi corazón me dolía. Me dolía. ¿Cómo podía sentirme de esta
manera con alguien a quien acabo de conocer?
Tomé un sorbo de mi cerveza,
saqué mi libro de texto de Estadística y miré la página por treinta minutos sin
ver realmente algo. No, eso no es verdad. Miraba a Kim Jaejoong.
Lo miraba en todas
partes. Pretendía no hacerlo. Pretendía que él era solo otro chico, no el chico
que quería. Mis amigos pensaron que había perdido la razón. Lo quería porque no
podía tenerlo… eso era el consenso. Quizás era verdad. Ellos me habían estado
dando palmaditas en la espalda y apuntando a diversos chicos en el campus que
dormirían conmigo. Terapia sexual, la llamaban. Lo intenté una o dos veces,
pero fue inefectivo. Estaba atrapado, rechazado y borracho por un chico al que
había besado solo una vez. Cuando alguien mencionó que él probablemente era heterosexual,
salté con la idea. Entonces, solo meses después de que me dijo que no éramos
compatibles, empezó a salir con el más grande idiota que había visto.
Los odiaba jodidamente.
Así, que seguí adelante. Él no era quien yo pensé. Entonces conocí a Karam. La
primera cosa que me dijo fue:
—Maldición, no sé si
quiero lamerte o casarme contigo.
Yo dije:
— ¿Qué tal ambas?
Y eso fue todo.
Estábamos juntos. Karam era sexy, amable y cabeza hueca… mi tipo exacto.
También era inteligente, pero nunca lo sabrías por la manera en que hablaba
sobre cosas insignificantes como ropa y películas. Me gustaba estar con él. Me
gustaba tener sexo con él. Se llevó el constante borde que sentía. Jaejoong gradualmente
empezó a ir al fondo de mi mente. Después de un tiempo ya podía bromear sobre
ello. En retrospectiva, parecía chistoso que me hubiera obsesionado por un
chico que apenas conocía. Entonces cuando todo estaba yendo a mi manera,
descubrí que Karam estaba embarazado y que tuvo un aborto a mis espaldas. Él no
fue el que me lo dijo. Eso fue lo que me mató.
Tomó la decisión sin mí.
Ese era mi bebé… mío. Quería a ese bebé. Hubiera tomado al bebé incluso si Karam
no lo quería. Golpeé un árbol, me hice un esguince y me fui a hibernación de
citas.
* * *
Después de que mis
padres se divorciaron, mi madre quería mudarse a Estados Unidos. Cuando ellos
se casaron, se mudaron de regreso a Estados Unidos por un tiempo y tuvieron a
mi madre. Pero entonces, mi abuela extrañaba su casa, y mi abuelo vendió sus
tierras y su casa, y se mudó de regreso por ella. Mis padres corrían en los
mismos círculos sociales y entonces pasó lo que pasó. Cuando ella lo atrapó
engañándola por tercera vez, ella empacó y nos mudamos. Lo tomé peor que mi
hermano. Culpé por un tiempo a mi madre, hasta que volé para el cuarto
matrimonio de mi padre. Cuando lo vi hacer sus votos por cuarta vez, lo entendí. Ni siquiera estaba seguro de
cuál era el nombre de su esposa.
¿Elizabeth? ¿Victoria?
Estaba seguro que era una Reina de Inglaterra. Pero, sabía que no creía en el
divorcio. Simplemente no podías hacer tus votos y romperlos. Si yo me casaba,
yo me iba a quedar casado. Nunca trataría al matrimonio como un contrato.
Jamás.
Quería casarme con Karam.
Me refiero a que, no es que le hubiera comprado el anillo, pero lo vi encajando
en mi mundo. A mi madre le gustaba; Karam me amaba. Era tan fácil. Pero,
entonces descubrí que tuvo un aborto y él no se molestó en decirme que estaba
embarazado, y lo perdí. Al menos quería quedarme con mi hijo.
Entonces, Jaejoong
regresó. Él regresó, bailando como una sirena. Sabía exactamente lo que estaba
haciendo la noche que vino a mi casa de fraternidad y extendió su dedo hacia mí
en la pista de baile. Si no hubiera llegado a mí, yo hubiera ido a él. Jaejoong todo lo que sabes, me dije a mí
mismo. Este es con el que perteneces.
No sé cómo sabía eso. Quizás nuestras almas se tocaron debajo de ese árbol.
Quizás decidí amarlo. Quizás el amor no era nuestra elección. Pero cuando
miraba a ese hombre, me veía a mí mismo de manera diferente. Y no era en una
buena luz. Ninguna cosa me alejaría de él. Y eso podría hacer a las personas
hacer cosas que nunca se creyeron capaces de hacer. Lo que sentía me asustaba
como el infierno. Era una obsesión que me consumía.
En verdad, apenas rayaba
en la obsesión. Eso estaba por llegar.
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