Capítulo 8
Pasado
El jabón se rociaba en
mi parabrisas y el auto vibraba mientras los chorros de agua golpeaban a través
de las ventanas. Jaejoong se apartó de mi boca y miró por encima del hombro.
Besé las elegantes líneas de su cuello y luego llevé mis dedos a la parte posterior
de su pelo, dirigiendo su boca de nuevo a la mía. Las cosas se estaban saliendo
de control, para Jaejoong. Para mí, esto era normal. Un chico sentado a
horcajadas sobre mis piernas... en el lavado de autos... las cosas sólo podrían
mejorar desde aquí. No con Jaejoong. Las cosas no iban a mejorar desde aquí. A
pesar del hecho de que él era mi novio... lo amaba, y lo quería desnudo y
encima de mí, no quería tomar algo de él, que no estaba dispuesto a dar.
Lo agarré por la cintura
y lo puse en su propio asiento. Entonces agarré el volante y pensé en mi tía
abuela. Tía tenía sesenta y siete años y verrugas... asquerosas...
desagradables... que sobresalían, verrugas. Pensé en su barbilla y sus tobillos
obesos y el cabello que crecía fuera de la verruga de su brazo. Tía parecía
hacer el truco. Me sentí un poco más en control.
Jaejoong resopló en el
asiento de al lado.
— ¿Por qué siempre haces
eso? Me estaba divirtiendo.
Mantuve los ojos
cerrados e incliné mi cabeza hacia atrás.
—Duque, ¿Quieres tener
sexo?
Su respuesta no tardó en
llegar—. No.
—Entonces, ¿cuál es el
punto de hacer eso?
Hizo una pausa para
pensar.
—No lo sé. Todo el mundo
tontea. ¿Por qué no podemos simplemente... tú sabes?
—No, no lo sé —le dije,
dándome vuelta para mirarlo—. ¿Por qué no me informas qué es exactamente lo que
tienes en mente?
Se sonrojó.
— ¿No podemos
comprometernos? —Susurró sin mirarme.
—Tengo veintitrés años.
He estado teniendo sexo desde que tenía quince. Creo que me estoy
comprometiendo. Si me estás pidiendo que tontee como un chico de quince años de
edad, no voy a hacerlo.
—Lo sé —dijo
débilmente—. Lo siento, no puedo.
Su voz me sacó de mi
egoísmo. No era su culpa. Ya había esperado un año. Esperaría otro, quería
esperar. Él valía la pena.
Lo quería.
—Lo que pasa con tontear
es, que trabajas lentamente tu camino hacia el sexo. Se inicia con las manos,
luego la boca y entonces antes de que te des cuenta estás haciendo los tres al
mismo tiempo.
Se sonrojó.
—Una vez que empiezas,
no te detienes. Es un lento descenso hacia el sexo. Así que, si realmente no estás
listo para tener relaciones sexuales, no empieces a hacer las otras cosas. Eso
es todo lo que digo.
Abrí la botella de agua
que estaba en mi soporte de vaso y tomé un sorbo. El lavado de autos estaba a
nuestro alrededor, tiras de goma con jabón golpeando el metal. Sentí esas
bofetadas.
Volvió a treparse en mi
regazo. Dios, espero que no pueda sentir
mi erección. Puso una mano a cada lado de mi cara y apretó su nariz contra
la mía. Su nariz estaba fría. Este era el lado más suave de Jaejoong. Era la
parte que me hizo querer estar sobre él como un macho alfa dominante y desnudar
mis dientes a todo el que se le acercara.
—Lo siento, Yunho.
Siento que esté en tan mal estado.
Mis manos se volvieron a
su cintura.
—No estás en mal estado,
estás solamente sexualmente reprimido.
Se rió. Era tan delicado
y suave. Cuando un hombre hace ese sonido, no pude evitar sonreír.
Miré hacia abajo a sus
piernas tonificadas. Todo lo que tendría que hacer era abrir mi pantalón, él ya
estaba directamente.
—Vas a tener que ir de
nuevo a tu asiento. —Mi voz era ronca.
Se escabulló hacia atrás
luciendo culpable.
Nos sentamos en silencio
durante unos minutos, ya que los secadores se encendieron. Vi las gotas de agua
a través del parabrisas hasta que desaparecieron. ¿En qué me había metido? Me
enamoré de alguien que no podía arreglar. Mi entrenador me llama un reparador.
Comenzó en mi segundo año, cuando vi un par de estudiantes de primero del
equipo lidiando con su juego. Trabajé con ellos a su lado hasta que su defensa
mejoró. El entrenador siempre utiliza mi proyecto paralelo con los que
empiezan. Para mí tercer año tenía a diez chicos que pedían sesiones de
práctica privada. No sé por qué, pero era bueno con eso. Ahora, mi necesidad de
arreglar las cosas había sido transferida a los hombres que me atraen. Volví a
pensar en mi ex- novio, Karam. Había sido perfecto, hasta que...
Apreté los dientes. Tal
vez por eso las cosas no habían funcionado entre nosotros. Era demasiado
perfecto. Jaejoong estaba tan maravilloOh Joongente roto. Las grietas finas en
su personalidad eran más piezas de arte que defectos. Me encantaba el arte
imperfecto. La estatua de Miguel Ángel de Lorenzo con su base deformada en la
que acomoda el pie, las cejas que faltan de la Mona Lisa. Las fallas eran
seriamente subestimadas. Ellas eran hermosas si las mirabas bien.
Sabía que me estaba mintiendo
pensando que podía curarlo. Pero ya era demasiado tarde. No sabía cómo dejarlo
ir. Él rompió el silencio primero.
— Desearía saber lo que
estabas pensando —dijo él.
—Siempre existe la
opción de preguntarme. —Puse el auto en marcha y arranqué. Vio mi mano en la
palanca de cambios, siempre hacía eso.
Lavado del auto, terminado. La necesidad de estar dentro de él, no tanto.
—Siento como que siempre
estás tratando de colarte en mi mente. Eres como Peter Pan, siempre subiendo en
las ventanas y causando problemas.
Él arrugó la
nariz—. ¿De verdad me llamaste Peter
Pan?
—Te he llamado peor.
—Llevé el auto al tráfico.
—Una llama —dijo él—. Me
encantó.
Me reí de su evidente
sarcasmo, y el hechizo de lujuria se rompió. Estaba en el momento en el que
sólo necesitaba estar con él.
—Peter Pan quiere
colarse en tu mente y saber lo que estás pensando —lo intentó de nuevo. Estaba
mirándome con tanto fervor, que cedí.
Nos detuvimos en un
semáforo en rojo. Estiré la mano y agarré la suya. Está bien, si quería mis penOh
Joongientos, se los daría. Tal vez le haría bien estar dentro de la mente de un
adulto masculino normal. Tal vez juguetearía con el dicho “adulto masculino
normal" con un poco más de precaución. Levanté sus dedos a mis labios y los
besé. Evoqué una imagen de él en mi regazo y mi voz se convirtió en más baja
para que supiera que hablaba en serio.
—Si subes a mi regazo y
me besas así de nuevo, voy a sacar tus boxers y follarte.
Su rostro palideció.
Bien. Necesitaba que estuviera lo suficientemente asustado para no hacerlo de
nuevo. No era Superman. Era un hombre, un hombre que tenía muchas ganas de
hacer el amor con su novio.
No me soltó la mano, en todo
caso su agarre se tensó. Lo miré por el rabillo del mi ojo. Se mordía el labio
inferior, mirando fijamente a través del parabrisas con los ojos vidriosos.
Contuve una sonrisa. Por
Dios, creo que realmente lo excitaba. Mi pequeño duque, siempre la sorpresa.
Desde ese día, Peter Pan
fue nuestra palabra clave para, ¿qué estás pensando?
— Peter Pan.
—Déjame en paz.
—Tú inventaste este
juego.
Estábamos acostados en
su piso, supuestamente teniendo una sesión de estudio. Sus labios estaban
todavía un poco hinchados de nuestra sesión de besos.
— Estoy cubierto de
polvo de Cheetos y tratando de estudiar. Estás molestándome porque en los
últimos cuarenta minutos has estado mirándome, y se está rompiendo mi
concentración. —Puso otro Cheetos en su boca y dejó que se derritiera. Agarré
su mano y metí un dedo entre mis labios, chupando el "Polvo de los
Cheetos". Era una nueva cosa de Jaejoong.
Sus ojos se pusieron
vidriosos por un segundo, y me solté su mano.
— ¿Desde cuándo lees el
periódico? —Estaba un poco enterrado por debajo de su cuerpo. Levantó su torso
para dejarme salir y darme la vuelta sobre mi espalda.
—Lo vi cuando me
marchaba de la tienda de comestibles. —Lucía medio culpable.
Lo desplegué y miré a la
primera plana.
—Laura —dije.
No quise decirlo en voz
alta, pero al ver su foto me agarró por sorpresa. Conseguí una sensación de
malestar en el estómago cada vez que pensaba en ello.
—Nuevas pistas en el
caso de Laura —leí.
El diario dijo que una
de sus tarjetas de crédito había sido utilizada en una estación de servicio.
Desde que la estación de servicio no tenía vigilancia por video, no fueron
capaces de conseguir una imagen de quién estaba usando la tarjeta. El
adolescente detrás del mostrador estaba drogado al momento y no recordaba nada
en absoluto.
—Saliste con ella —dijo Jaejoong.
Asentí con la cabeza.
Apartó el libro a un
lado y apoyó la cabeza en su puño.
—Entonces, ¿cómo era?
¿Crees que ella sólo desaparecería? ¿Crees que alguien se la llevó?
Me rasqué la panza.
—Fue como una semana. No
lo conozco muy bien. —Eso no era verdad.
¿Por qué estoy mintiendo?
Jaejoong sabía que
estaba mintiendo.
—Dime —dice él.
—No hay nada que contar,
duque.
—Yunho, eres uno de los
hombres más perceptivos que he conocido. ¿De verdad me estás diciendo que no
tienes ningún conocimiento de esta situación?
Mi cerebro se bloqueó y
no estaba seguro de qué decir. Este era un tema tan delicado. Estaba a punto de
decirle una mentira, o tal vez era la verdad, cuando Junsu vino corriendo al
cuarto a salvarme.
— ¡Oh, Dios mío! ¿Están
teniendo relaciones sexuales?
Apoyé mis manos detrás
de mi cabeza para ver como comenzaban su discusión juguetona habitual.
¿Dónde estaba Laura?
Esto era loco.
* * *
Laura era una mentirosa
compulsiva. Lo sabía luego de tres citas. Era una linda chica, tímida en su
mayor parte, pero todos parecían saber quién era. Debía ser porque sus padres
poseían un yate e invitaba a todos los fines de semana. Nuestra universidad era
privada. Jaejoong era uno de un puñado de estudiantes que asistía con beca
completa. Nadie más necesitaba realmente una beca.
Le pregunté a Laura,
después de que fuéramos asignados a un proyecto grupal en clase de lengua. La
cita uno incluía que él me dijera sobre su mejor amiga muriendo en un accidente
en cuatrimoto hace tres años. Lloró cuando me lo dijo, diciendo que era más
cercana a ella que sus hermanos. Cuando le pregunté cuántos hermanos y hermanas
tenía, se detuvo brevemente antes de decir: ocho. Ocho hermanos. ¡Wow! Pensé.
Sus padres deben estar bastante ocupados. ¿Cómo podrían incluso arreglárselas
para abrazarlos a todos en un día?
La cita número dos fue
pasarla en el yate de sus padres. Para tener todo su dinero, eran personas
simples. Su madre nos hizo sándwiches para el almuerzo, una rebanada de pavo,
pan blanco y tomate. Hablaron de su iglesia, y los viajes de misión a los que Laura
había ido a lo largo de la secundaria. Cuando le pregunté si alguno de sus
hermanos estaba con ella, ellos me miraron en blanco. Laura vio un grupo de
delfines justo entonces y todos fuimos distraídos por mirarlos jugar en el
agua. Más tarde regreOh Joongos a su casa para poder recoger mi auto. Vivían en
una modesta de dos pisos, la única
indicación de que su dinero venía realmente del yate, al cual ellos llamaban su
derroche.
Me mostró la casa
mientras su madre nos llevaba unas coca-colas del congelador del garaje. Conté
las habitaciones: Una, dos, tres, cuatro. Cada una tenía una cama Queen,
excepto por la de Laura, ella dijo que prefería una cama doble. Cuando le
pregunté dónde dormían todos, ella dijo que la mayoría de sus hermanos eran
mayores que ella y ya se habían mudado.
Mi alarma interna
realmente se apagó cuando dije adiós a su familia en el vestíbulo. Sobre la pared
a la derecha en frente de la puerta, había un enorme montaje de fotos
familiares. Abuelos, navidades, fiestas de cumpleaños… mis ojos escanearon cada
una mientras hablábamos sobre la escuela y los exámenes finales que venían.
Cuando finalmente dije adiós, caminé hacia mi auto sabiendo dos cosas: Laura
era hija única,
Laura era una mentirosa compulsiva.
Laura era una mentirosa compulsiva.
La cita número tres
nunca debió haber pasado. Estaba completamente agotado después de todo lo
averiguado. Era una cita en grupo y yo caí junto a Laura. Fuimos en un viaje
por carretera a ver un partido. Todos sabían que sería un embarazoso juego,
pero queríamos salir del barrio y tener algo de diversión antes de que los
finales nos mataran. Laura conmigo y otra pareja. Se sentó en el asiento
delantero, hablando sobre su último viaje, cuando su hermana se perdió en la
playa y ella y sus padres llamaron a la policía.
—Pensé que eras la más
joven —dije.
—Fue hace mucho tiempo.
Creo que tenía solo cinco —dijo.
—Entonces, ¿cuánto
tenías?
—Tres —respondió
rápidamente.
— ¿Recuerdas lo que
pasó?
Se detuvo.
—No. Pero, mis padres me
dijeron lo que pasó todo el tiempo.
— ¿Tu hermana está ahora
en la universidad?
—No. Está en la milicia.
— ¿En qué rama?
—Soldado de marina.
Mis cejas se elevaron.
Revisé el espejo retrovisor para ver si la oyeron desde el asiento trasero.
Ambos estaban
desplomados, durmiendo.
Maldición.
Estaba oscuro. Me
alegraba que no pudiera ver completamente la expresión de mi rostro. No había
mujeres en la naval. O al menos era lo que pensaba.
—Bien, eso es
impresionante —dije, a falta de algo mejor—. Debes estar orgullosa —. O mintiendo.
Al final del camino, le
pregunté qué hacían cada uno de sus hermanos, y cada vez tuvo una respuesta.
A ese punto, simplemente
lo hacía por diversión. En el juego de Baseball al día siguiente, me apretujé
entre dos de mis amigos, así no tendría que sentarme junto a ella. Las mentiras
estaban poniéndome exhausto.
Pero esa noche, regresé
por más.
Le pregunté acerca de
sus viajes de misión, tratando de decodificar algo de su psicología. Los
cristianos supuestamente no mentían. No tanto, al menos. Era una desilusión.
Quizás no estaba bien de la cabeza. Actuaba normal, socialmente. Dios. Estaba
haciendo volar mi cabeza. Me hacía desear haber hecho lo que quería y estudiar
psicología en vez de negocios. Le pregunté a una de las chicas en nuestro grupo
acerca de ella, más tarde esa semana.
—Es genial —dijo—. Algo
tranquilo.
—Sí. Probablemente por
ser la menor de todos sus hermanos —dije.
Tory hizo una mueca.
—Solo tiene dos, un
hermano y una hermana. Ambos estudian en el extranjero.
Oh, infiernos, no.
Nunca le hablaría a Laura
otra vez. No entendía si ella sabía que estaba mintiendo, o si lo hacía porque
su cerebro estaba descompuesto. O quizás ella pensaba que era divertido. ¿Quién
infiernos sabía? No iría por allí intentando averiguarlo. Cuando dijeron que
estaba perdida, inmediatamente pensé que estaba desaparecido en acción.
Entonces me sentí culpable por pensar así.
Probablemente fue raptado
y ahí estaba yo inventando historias para encajar mi interpretación de ella.
La encontraron en el
aeropuerto. Cuando los periódicos empezaron a publicar sobre su rapto por un
hombre llamado Devon, traté de no preguntar. Traté. Jaejoong estaba fascinado
con el caso. Leyó todo lo que podía. No sé si fue porque estaba estudiando
leyes o porque tenía un lazo personal con Laura. Mantuve mis opiniones para mí
mismo y esperé que estuviera bien.
Entonces estaba la noche
después de que Estella nació. Estaba haciendo la cena y las noticias se
escuchaban suavemente en la televisión. Escuché mi nombre. Suavemente, pero mis
oídos estaban sintonizados con ese nombre. Salí de la cocina para encontrar a Luhan
tratando de cambiar el canal.
—No —dije.
Jaejoong estaba en mi
pantalla plana, caminando con un hombre que presumiblemente era Dobson Orchard.
Él se despidió de la prensa y entró en el auto con él.
No, Jaejoong.
Quería decirle que se
mantuviera lejos de este caso. Que se quedara lejos de él. Quería tocar su sedoso
cabello negro y envolverlo en mi protección. Mi boca estaba seca para el
momento en que las noticias cambiaron a comerciales.
Entonces me di cuenta de
que pasaban las fotos de Laura, describiéndolo como una de sus primeras
víctimas. Dobson/Devon…
Olvídalo, pensé. Había estado drogada. Quizás obtuvo el nombre incorrecto. Quizás las
noticias lo hicieron. Quizás ella saltó al vehículo de Dobson porque quería el
aventón. Cuando estaba en la universidad buscaba ser parte de algo, una familia
de ocho. Quizás, solo quizás, la encontró en rostros de las víctimas de los
secuestrados y agredidos de Dobson.
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