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Thief: Capítulo 7


Capítulo 7

Presente


Mi celular suena. Abro lentamente un ojo. No hay luz filtrándose por las persianas, lo que significa que es jodidamente tarde o jodidamente temprano para llamar. Aprieto responder y pego el celular a mi oreja.
—Hola.
— ¿Yunho?
Me senté en la cama y le di un vistazo a Karam para ver si lo había despertado. Él dormía sobre su estómago, su cara ocultada por su pelo.
— ¿Sí? —froté mis ojos y extendí mis rodillas.
—Soy yo.
Me tomó unos segundos saber quién era “yo”.
— ¿Jaejoong?
Miré el reloj y vi eran las 4:49. Saqué mis piernas de mi cama apoyando el celular entre mi hombro y mi oído. Antes de que diga otra cosa, tenía puestos los pantalones y buscaba los zapatos.
—Yunho, lo siento… no sabía a quién llamar.
—No te disculpes, solo dime qué pasa.
—Es Dobson —dijo.
Sus palabras apresuradas y atropellándose—. Me ha estado mandando cartas durante un año. Se escapó ayer por la noche. La policía cree que viene para acá.
Alejé el celular de mí para poder ponerme una camiseta.
— ¿Dónde está Changmin?
Hubo silencio del otro lado de la línea y pensé que había cortado.
— ¿Jaejoong?
—No está aquí.
—Muy bien —dije—. Muy bien. Estaré ahí en treinta minutos.
Desperté a Karam y le dije a donde iba.
— ¿Quieres que vaya contigo? —preguntó mientras abría sus ojos.
—No, está bien.
Besé su sien y él colapsó sobre su almohada.
Pude oler la sal en el aire cuando me metí en el ascensor y bajé al garaje. Siempre se puede oler el mar bien temprano en la mañana cuando los tubos de escape de los autos y demás personas no se habían levantado todavía.
Me tomó treinta minutos llegar donde la altura de los apartamentos supera la de otros, algunos dando a la ciudad y otras dando al océano.  Es la única construcción residencial con vidrios reflectores en el exterior. Cuando caminé en el lobby, el guardia nocturno me miro como si estuviera decidiendo si mi nombre era Dobson y acabó de escapar de una ciudad loca.
—El Sr. Kim nos dio estrictas órdenes de no dejar subir a nadie —dijo.
—Llámalo —le dije apuntando al teléfono. Solo entonces oí su voz detrás de mí.
—Está todo bien, Nick.
Me di vuelta y él estaba caminando hacia mí. Estaba vestido con blancos pantalones de yoga y una sudadera con capucha a juego. Tenía la capucha puesta sobre su cabello, pero algunas de sus ondas se asomaban, enmarcando su ansiosa cara. Hice lo común. Llegue a él en dos pasos y lo empuje hacia mí. Él enterró su cara en mi pecho así apenas podía respirar y puso sus brazos alrededor mío. Así es como siempre nos abrazábamos. Él lo llamaba Gancho a la cara. En la universidad él decía siempre, “Hazme un gancho a la cara, Yunho”. La gente nos veía como si yo estuviera a punto de pegarle.
— ¿Tienes miedo? —le pregunte a la cima de su cabeza.
Él asintió contra mi pecho.
—Esto es lo que jodidamente consigo. —Él hablaba de forma apagada, así que levante su barbilla. Su boca estaba a solo unas pulgadas de la mía. Recordé como de suaves eran sus labios y como luchar contra la urgencia de probarlo. Lo que me llevó a la pregunta más importante.
— ¿Dónde está tu marido, Jaejoong?
Se vio triste, lo que me hizo arrepentirme de preguntar.
—No me preguntes eso esta noche, ¿bien?
—Bien —dije, mirando fijamente sus ojos—. ¿Quieres desabunar? —Una sonrisa estalló en sus labios ante mi mala pronunciación de la palabra. Solíamos decir eso.
Nosotros. Solíamos.
Él miró con nerviosismo hacia la entrada del edificio.
—Duque —le dije, apretando sus brazos—. Te tengo. —Me dio una pequeña sonrisa.
—Eso es bueno —asintió— porque si me atrapa, estoy en un montón de jodidos problemas.
Me reí de su humor seco y lo dirigí hacia la puerta. Nos encontramos de frente a Junsu.
— ¡Qué demonios! —dijo, lanzando sus manos en el aire—. No sabía que se trataba de una jodida reunión.
Jaejoong se tapó los ojos—. No me juzgues.
Junsu me da una nalgada en el culo y abraza a Jaejoong.
—Te dije que vendría de inmediato, no tenías que llamarlo.
—Lo llamé primero — dijo—. Él me hace sentir más seguro que tú.
—Es su pene enorme, ¿no? Él sólo podría golpear a Dobson con él y seguramente…
—Vamos a mi auto —le dije, abriendo la puerta. Junsu subió delante de mí y se extendió en el asiento trasero—. Hola, Junsu.
Él me sonrío y sacudí la cabeza. El mejor amigo de Jaejoong es su polo opuesto. Los dos juntos fueron siempre una cosa extraña de presenciar. Era como ver una tormenta cuando no había nubes en el cielo. Un minuto estaban peleando, el siguiente agarrándose uno al otro con desesperación.
—Bueno, míranos —dice Junsu—. Todos juntos otra vez, como si ocho malditos años de mentiras y estupideces no hubieran sucedido.
Lo miro por el espejo retrovisor—. ¿Todavía enojado?
—No, No. Estoy bien. ¿Estás bien? Estoy bien—. Él cruza los brazos sobre el pecho y mira la ventana.
Echo un vistazo a Jaejoong, que está mirando por su ventana, demasiado distraído para prestar atención.
— ¿Podemos simplemente no luchar esta noche, Junsu? —dice él, con poco entusiasmo—. Él está aquí porque yo le pedí que venga.
Frunzo el ceño. Sé que no debo preguntar qué está pasando entre ellos. Podría resultar en un partido de gritos. Entro en el estacionamiento de una casa de waffles. Jaejoong mira mi mano mientras cambio de marcha.
—Así que, ¿le dijiste acerca de Changmin, Jae?
—Cállate, Junsu —suelta.
Lo miro por el rabillo de mi ojo, la curiosidad picándome.
— ¿Decirme qué?
Jaejoong de repente se da vuelta en su asiento y señala con el dedo a Junsu.
—Voy a destruirte.
— ¿Por qué harías eso cuando eres tan bueno destruyéndote a ti mismo?
Abro la puerta.
—Waffles. Mmmm. —Algunos comentarios sarcásticos van y vienen hasta que los corto.
—Nadie habla hasta que hayan tenido cinco bocados de comida cada uno.
Cuando tenían veinte empezaban a pelear tan pronto como su azúcar en la sangre era baja. Diez años más tarde y no han cambiado mucho. Los mantienes alimentados, o se lo toman contigo. Como Gremlins.
Ambos llevan caras agrias y obedientes hasta que la camarera viene con nuestras comidas. Corto mi tortilla y veo como poco a poco sale su rabia. En pocos minutos se están riendo y tomando bocados la comida de cada uno.
— ¿Qué es lo que dice la policía, Jaejoong?
Él baja el tenedor y se limpia la boca.
—Después de ganar el caso, él estaba convencido de que era porque lo amaba y que íbamos a estar juntos. Así que, supongo que se escapó, y vino a reclamar a su novio.
—Parece que eso sucede mucho — dice Junsu con la boca llena de waffle—. Sus ex- clientes se obsesionan contigo y tu autodestrucción. —Chupa el jarabe de la punta de su dedo y me mira fijamente a mí.
Pateo a Junsu debajo de la mesa.
— ¡Ay!
Jaejoong apoya la barbilla en las manos.
— ¿No te gustaría que Dobson amara a Luhan en vez de a mí?
Trato de no reír, de verdad. Pero, esas pequeñas bromas de las suyas... él es tan malditamente…
Junsu me da una mirada sucia—. Deja de mirarlo de esa manera.
No respondo, porque sé exactamente de lo que está hablando. Le guiño a Jaejoong. Mi ex esposo me acusó de lo mismo. Cuando lo miro, me parece que no puede mirar hacia otro lado. Ha sido así desde el primer día que lo vi debajo del árbol. El resto de la belleza, desde entonces, me ha recordado a él. No importa lo que es, es sólo un reflejo de Jaejoong. El pequeño brujo me tiene hechizado.
Cruzo los ojos de Jaejoong y nos quedamos allí por unos seis segundos, encerrados en una mirada tan íntima que mi estómago duele cuando miramos lejos. Veo su garganta trabajando mientras trata de tragarse su emoción. Se lo que está pensando.
¿Por qué?
Lo pienso todos los días.
Pago la cuenta y subimos de nuevo en mi auto. Los chicos no quieren volver a casa de Jaejoong.
—Yunho, él podría aplastarte —dice Junsu —. Lo he visto en persona. Sin ofender, pero no creo que puedas agarrarlo. El. Te. Destruirá.
La cabeza de Jaejoong está entre las rodillas. No quiere bromear sobre algo tan serio, pero es duro con Junsu y yo señalando todo. Veo su espalda temblando en una risa silenciosa. Llego hacia él y tiro de su playera.
— ¿Tú también, duque? ¿No crees que yo podría hacerme cargo de Dobbie?
—Dobbie estaba torturando a los animales pequeños en el momento en que podía caminar. Una vez lo vi morder la cabeza de un ratón y comérselo.
Hago una mueca—. ¿En serio?
—No. Pero, él come su carne muy rara.
Me rio disimuladamente.
— ¿Es cierto lo que decían de su madre? ¿Abusaba sexualmente de todos esos niños en esa iglesia?
Jaejoong recoge alguna pelusa en el pantalón y se encoge de hombros.
—Eso parece, sí. Habló muchas veces acerca de las cosas que su madre iba a hacer con él. Tiene sentido, su necesidad de, um... obligar a las mujeres y hombres a amarlo después de tener una madre así.
—Maldita sea —dice Junsu desde el asiento trasero—. Pensé que tener problemas con tus padres te estropeaba.
— ¿Fue alguna vez agresivo contigo? —Le echo un vistazo desde el rabillo de mi ojo.
—No, no, él era muy tranquilo. Casi un caballero. Los chicos me dijeron que pedía permiso antes de violarlos. Eso es enfermo, ¿no es así? Dejar que te viole... Te preguntaré primero y te mato si dices que no, pero déjame preguntarte todos modos.
La comisura de su boca cae y él niega con la cabeza.
—La gente está en tan mal estado. Todos nosotros. Sólo dañamos a los demás.
—Algunos de nosotros un poco más, ¿no te parece? Por ejemplo, nuestro buen amigo Dobson podría haberse convertido en un defensor de los niños víctimas de abuso en lugar de convertirse en un violador en serie.
—Sí —dice—. Su mente estaba rota. No todas las víctimas de abuso tienen la fuerza para recuperarse a través de lo que pasó y salir con sus cerebros en una sola pieza.
Lo amo. Dios, lo amo tanto.
— ¿Podemos simplemente no volver a mi casa?  —dice—. Se siente raro estar allí.
— ¿Qué hay de casa de Junsu? —le sugiero.
Junsu niega con la cabeza.
—Me voy a quedar con mi novio mientras finiquito mi nueva casa. Jaejoong lo odia.
Miro mi reloj. Karam estará en mi casa hasta que él se vaya trabajar en un par de horas. Sólo se queda un par de noches a la semana, pero aun así, no me gusta la idea de llevar a Jaejoong a algún lugar donde haya tenido sexo con otros hombres.
—Podríamos conseguir un hotel —le digo—. Ocultarnos hasta que lo atrapen.
Jaejoong niega con la cabeza.
—No, ¿quién sabe cuánto tiempo llevara? Sólo llévame a casa, no pasa nada.
Puedo ver el miedo en su rostro, y quiero volver a preguntar dónde está Changmin.
—Tengo una idea —le digo.
Cuando me presionen, no voy a decirles lo que es. Es una idea ridícula, pero me gusta. Hago un giro en U y deslizo mi coche entre el tráfico de la mañana, de regreso a su edificio.
— ¿Quieres tomar algo de ropa? —él asiente.
Hacemos una breve parada en su edificio. Me acerco a su apartamento, en caso de que Dobson este mirando, y tomo una mochila con cuerdas de su armario. Abro un par de cajones en la cómoda hasta que encuentro la ropa interior. La meto en la bolsa. A continuación, voy a su armario y escojo al azar algunos artículos para él y Junsu. Antes de irme, me detengo en el otro armario. El de él.
Abro la puerta, sin saber qué esperar. Sus ropas están ahí, todo prolijamente en sus perchas. Cierro la puerta un poco más fuerte de lo que pensaba. Hago una parada más en la sala de estar. Hay una mesa donde guardaba su whisky en un decantador. La botella está vacía. La abro y sostengo al revés.
Seco.
¿Cuánto tiempo ha estado fuera? ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijo?
Yo no digo nada cuando me subo al auto. Junsu está roncando suavemente en el asiento trasero.
Le paso la bolsa y él gesticula gracias.
Cualquier cosa, Duque, cualquier cosa.

1 comentario:

  1. Yo leí el oportunista pero a la luz de la nueva información de que este fic es continuación voy a releerlo para conectarme mejor con la historia , de todas formas la historia actual me tiene atrapada sólo decir que los capítulos me parecen muy cortos ,se me terminan muy rapido😭,leer un fanfic yunjae en el 2019 tan bien escrito es un Gustazo.Gracias por el excelente trabajo y espero la continuación.

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