Impugnación (s.):
Evidencia presentada para contrarrestar,
refutar, o contradecir la evidencia o presunción de la oposición o del
argumento legal correspondiente.
Yunho
Meses después
El
otoño llegó y se fue, llevándose los cambios de las hojas y el atardecer ámbar con
él. Los nuevos internos llenaron las posiciones de GBJ, nuevos casos y clientes
abarrotaban las agendas, y mientras el invierno envolvía la cuidad, una cosa
quedó clara: Daegu se hallaba solo a un paso en la escala de mierda en
comparación a la ciudad de Seúl.
Por
lo menos cuando se trataba del invierno, de todas formas.
Este
era el invierno más frío que había experimentado la cuidad, y ya que era una
ciudad sureña, no estaban preparados. En la sala del juzgado en la que me
encontraba actualmente, se exhibían mantas contra las ventanas en vez del
aislamiento adecuado, y de cada enchufe sobresalían calentadores de ambiente.
Había
pocos camiones de sal disponibles para controlar las calles heladas, e incluso
menos personas que sabían cómo conducir con ese tipo de clima, y por alguna
razón, no había disponibles muchos hombres apropiados.
—¿Yunho?
—El señor Bach me tocó el hombro—. La fiscalía ha acabado con la testigo ¿Vas a
redirigir el interrogatorio? Esa última frase podría haber influido en el
jurado.
—Permiso
para redirigir, Su Señoría. —Me levanté de la mesa.
La
jueza asintió y miré a la mujer que había en el estrado. Estuvo mintiendo entre
dientes desde que comenzó el juicio y yo ya había tenido suficiente.
—Señor
Kim —Me aclaré la garganta—. Quiero decir, señorita Everly, ¿cree usted
que dejar a su marido en un momento de necesidad fue lo mejor para su empresa?
—Sí
—dijo ella—. Y se lo dije durante nuestro primer encuentro.
—No.
—Negué—. Me dijo que lo amaba y que su único motivo para dejarlo era que
pensaba que no la ama. ¿No es cierto?
—Lo
es, pero…
—Así
que, debido a que él no dijo que la amaba bajo sus términos, porque le
dijo que era realmente incapaz de amarla de esa manera, decidió dejarlo. ¿No es
así?
—No.
Lo dejé porque gastaba el dinero de la compañía en cosas innecesarias y me
engañaba.
—¿Alguna
vez pensó en sus sentimientos? —le pregunté—. ¿Pensó en preguntarse
simplemente si su abandono lo afectaría, ya sea que estuvieran en buenos
términos o no?
—Estaba…
—Ella se estaba viniendo abajo—. Estaba engañándome.
—¿Lo
estaba? ¿O simplemente usted quería más de lo que él estaba dispuesto a darle
emocionalmente, señorita Everly?
—Por
favor, pare.
—¿Es
posible que usted pudiera haber inventado todo esto?
—No,
nunca. Nunca haría…
—¿Es
posible que sea una jodida mentirosa?
—¡Orden!
¡Orden! —La jueza golpeó con su mazo y el jurado jadeó.
—Abogado,
a mí despacho. ¡AHORA!
Observé
caer las lágrimas falsas por el rostro de la señorita Everly. Este caso se
encontraba terminado.
Entré
en el despacho de la jueza y cerré la puerta.
—¿Sí,
Su Señoría?
—¿Está
jodidamente loco?
—¿Disculpe?
—Acaba
de llamar a su propia testigo jodida mentirosa.
Miré
por la ventana, viendo que el alguacil le entregaba una caja de Kleenex.
—¿Tiene
una receta nueva? —preguntó—. ¿Está bebiendo? ¿Fumando algo más que puros?
—¿Debido
a que tengo un mal día en la corte?
—Debido
a que ha tenido varios días malos en la corte.
—No
recuerdo llamar a ninguno de mis otros testigos jodidos mentirosos.
—Gritó
objeción durante la lectura de un veredicto.
—Tal
vez no me gustó cómo sonaba.
—Tal
vez, pero nunca causó un lío en mi corte. —Hizo una pausa—. ¿Alguna vez? Por
favor, vaya a examinarse, señor Jung. Realmente odiaría ser la jueza que
presida su primera derrota.
Hizo
señas para que la siguiera fuera de su despacho. Se sentó en su silla y anunció
que el juicio actual se posponía debido a una regla rara sacada a relucir por
la defensa, y que seríamos reconvocados en dos semanas.
Aliviado,
cerré mi maletín e ignoré el rosto enrojecido de la señorita Everly.
—Señor
Bach —dijo ella, mirándome—, realmente me gustaría que ganemos este caso, así
que podría, por favor…
—Ya
está atendido —dijo, interrumpiéndola—. No se preocupe. —Le dedicó una sonrisa
tranquilizadora y le pidió al señor Greenwood que la acompañara a su coche.
Luego se volvió y me miró.
—Yunho,
Yunho, Yunho— Suspiró—. Creo que necesitas algo de descanso. Me ocuparé de este
caso ¿Está bien? El señor Greenwood y yo estaremos en contacto con todos tus
clientes que tengan casos en las próximas semanas.
—Exageras
—dije—. Es un jodido caso.
—Un
jodido caso que te encuentras a punto de perder.
—Yo
nunca pierdo.
—Lo
sé. —Me palmeó el hombro—. Ve a casa. Nunca te has tomado unas vacaciones, de
todos modos. Quizá es lo que necesitas ahora.
—No
—Agarré mi maletín—. Te veré en la asesoría Reber, mañana en la mañana.
Me
llamó, pero lo ignoré. Volví rápido a GBJ, preparado para sumergirme en más
trabajo. Últimamente evitaba mi apartamento tanto como era posible; apenas
podía soportar estar allí.
Condones
sin abrir se alineaban en mi bar, un recordatorio de cuánto tiempo había pasado
desde que tuve un culo, botellas de licor vacías ocupaban todos los marcos de
mis ventanas, y mi colección de puros cubanos se había terminado hace tiempo.
—¿Se
encuentra bien, señor Jung? —me preguntó la secretaria principal, mientas
atravesaba las puertas de la firma.
La
ignoré. Demasiadas personas me hacían esa pregunta últimamente y me encontraba
cansado de oírla.
Me
encerré en mi oficina y arranqué el cable del teléfono de la pared. No
necesitaba ninguna distracción.
Por
el resto de la mañana, revisé mis archivos en absoluto silencio, ni siquiera
contesté los correos electrónicos de mis propios clientes.
—¡Heechul!
—Lo llamé una vez que el reloj marcó el mediodía—. ¡Heechul!
—¿Sí,
señor Jung? —entró inmediatamente.
—¿Hay
alguna razón por la que decidiste repentinamente dejar de organizar los
archivos de mis casos por fecha? —Deslicé una carpeta sobre el escritorio—.
¿Alguna razón por la que decidiste dejar de hacer tu maldito trabajo?
—¿Realmente
cree que tengo tiempo para organizar todos los archivos de sus casos por fecha?
¿Sabe cuánto tiempo toma? —Alzó la ceja—. Eso fue idea del señor Kim. Le
dije que era una pérdida de tiempo, pero supongo que no. Si tengo algunas horas
libres entre el caso Doherty la semana que viene trataré de hacerlo.
—Gracias.
—Ignoré el hecho de que mi corazón dio un vuelco cuando dijo señor Kim—. Puedes
salir de mi oficina ahora.
Saqué
los papeles del archivo y comencé a reorganizarlos. Mientras juntaba todas las
declaraciones de los testigos, Heechul se aclaró la garganta.
—Lo
extraña ¿no? —preguntó.
—¿Disculpa?
—Mi cabeza se levantó de golpe.
—Jaejoong
—dijo, sonriendo—. Lo extraña, ¿no?
No
dije nada. Simplemente observé cómo caminaba hacia mí.
Sonriendo,
cogió mi taza de café y tomó un largo y dramático sorbo.
—Heechul<
—gruñí.
—No
tiene que admitirlo. —Dejó caer su culo sobre mi escritorio—. Pero está claro
que no ha sido el mismo por bastante tiempo.
—¿Tus
nalgas están tocando mi escritorio ahora mismo?
—Ni
siquiera me insulta como solía hacerlo normalmente —dijo él—. De hecho, extraño
eso.
Saqué
una caja de toallitas desinfectantes.
—Ya
no se queda en su antiguo apartamento, ya sabe. Creo que se mudó.
—¿Qué
te hace creer que me importa dónde vive un ex empleado?
—Porque
la dirección que me dio para enviar el sobre y la caja roja era la de él.
—Eso
era para un viejo amigo.
—Sí,
bueno —Se bajó de mi escritorio—. Su viejo amigo debe compartir la dirección
con Jaejoong Kim porque saqué su expediente de recursos humanos y
definitivamente se alojaba allí.
Silencio.
—Eso
pensé. —Sonrió—. Así que, como usted y yo somos tan cercanos<.
—No
somos cercanos.
—Es
mi deber como amigo dejarle saber que está realmente descuidándose —Realmente
se veía triste—. No se afeita, viene a trabajar todas las mañanas apestando a alcohol,
y apenas le grita a los internos. No he tenido un sueño erótico sobre usted en
un tiempo muy largo.
Rodé
los ojos y me levanté, limpiando la parte de mi escritorio donde había estado
su culo.
—Pero,
ya que ahora conozco su secreto sobre Jaejoong, puede saber uno de los míos
—dijo, bajando la voz—. Algunas veces, en las mañanas, cuando él le traía el
café y cerraba la puerta, me paraba fuera y escuchaba —Sus ojos se iluminaron—.
Y yo fingía que era…
—¿Qué
fingías que eras?
—Jaejoong
—dijo—. Claramente era lo suficientemente bueno para que rompieras la regla de
“no follo a mis empleados”. — Caminó hacia la puerta—. Supe en el segundo que
empezó a trabajar aquí que te gustaba.
—No
tienes ni idea de lo que hablas.
—Por
supuesto que no. —Me miró por encima de su hombro—. Pero sé que desde el
segundo en que renunció, usted ha sido una sombra de lo que solía ser. Ya tiene
que darse cuenta de que ha usado el mismo traje azul durante dos semanas
seguidas.
***
Tomé
un gran trago de whisky de la botella, mirando aturdidamente las imágenes que
aparecían en la pantalla de mi televisión. Una pequeña jugaba en la lluvia,
pisoteando con sus botas color rojo cada charco que podía encontrar.
—Es
hora de irse, Jihye.
Hice
un gesto de dolor al escuchar el sonido de mi vieja voz, pero continué mirando
la escena.
—¡Cinco
minutos más! —rogó con una sonrisa.
—Ni
siquiera sabes lo que significa eso. Simplemente me escuchaste decir.
—¡Cinco
minutos más! —Riendo, saltó a otro charco—. ¡Cinco minutos más, papi!
—Va
a llover toda la semana. ¿No quieres ir a casa y…?
—¡No!
—Pisoteó un charco, otra vez, salpicándome. Y luego sonrió inocentemente a
la cámara antes de alejarse, pidiendo que la persiguiera.
No
pude soportar ver más. Apagué la televisión y lancé el reproductor de DVD al
suelo.
Joder…
Caminando
por el pasillo, enderecé los marcos “J” y “Y” que colgaban en la pared,
esforzándome mucho para no mirar.
No
necesitaba prepararme otra bebida esta noche. Necesitaba alguien con quien
hablar.
Agarré
el teléfono de la mesita de noche, desplazándome por mis contactos, buscando a
la única persona que una vez mantuvo las pesadillas bajo control. Jaejoong.
Sonó
cuatro veces y fue al correo de voz.
—Hola.
Te has comunicado con Jaejoong Kim —dijo—. No puedo tomar tu llamada en estos
momentos, pero si dejas tu nombre y número, te devolveré la llamada tan rápido
como pueda.
El
segundo tono sonó y colgué. Luego volví a llamar, solo para escuchar ese
pequeño fragmente de su voz. Me dije que no estaba siendo patético por llamarlo
cinco veces, sabiendo perfectamente bien que no se encontraba allí, pero cuando
llamé por sexta vez, contestó.
—¿Hola?
—preguntó—. ¿Yunho?
—Hola,
Jaejoong.
—¿Qué
quieres? —Su voz era fría.
—¿Cómo
estás?
—¿Qué
quieres, Yunho? —preguntó, incluso más fría—. Estoy ocupado.
—¿Entonces
por qué contestaste?
—Fue
un error. —Terminó la llamada.
Respiré
bruscamente, sorprendido de que me colgara. Empecé a escribir un correo
electrónico, castigándolo por ser tan grosero, pero me di cuenta de que no
había respondido a mis últimos tres correos en meses:
Asunto:
Tu Renuncia.
Incluso
aunque las últimas tres palabras de tu carta de renuncia eran ridículas y nada
profesionales, me gustaría aceptar tu oferta para follarte.
Sólo
di cuando.
—Yunho.
Asunto:
Mi Traje.
Ya
que todavía no has recogido tu último pago, ¿debo asumir que es tu forma de
hacerme saber que me lo quede y reemplace el traje que arruinaste?
—Yunho.
Asunto:
BALLET.
Pasé
por tu salón de baile. No te encontrabas allí.
¿También
dejaste eso?
—Yunho.
Decidí
que tenía que reemplazarlo. Rápido.
Agarré
mi ordenador portátil de mi mesita de noche y me conecté al LawyerChat,
buscando a otro del tipo de Hero.
Pasé
toda la noche vagando por las salas del chat, contestando preguntas a diestra y
siniestra, evaluando las personalidades de los interrogadores, pero ninguno
llamó mi atención. Sin embargo, un hombre que se encontraba registrado como un
abogado de alto nivel, con diez años de experiencia parecía prometedor, así que
hice clic en su ventana del chat.
—Si
tienes diez años de experiencia, ¿por qué necesitas ayuda de este sitio? —Le
escribí.
—Nunca
se es demasiado viejo para aprender cosas nuevas ¿Por qué estás aquí?
—Busco
un remplazo.
—¿Buscas
un empelado?
—No,
sólo a alguien con quien pueda hablar y a quien hacer venirse ocasionalmente.
Me
bloqueó.
Traté
de hablar con algunos otros hombres, dejando mis verdaderas palabras para mí,
pero básicamente sólo querían utilizarme para obtener información. No estaban
abiertos para conversar sobre nada más, y ya que LawyerChat había expandido su
sitio recientemente, parecía que había una afluencia de estudiantes de derecho
usándolo como un tablero de queja sobre sus profesores.
Cerré
el portátil y tomé otro trago de mi botella, dándome cuenta de inmediato de que
solo había uno “del tipo de Hero”: Jaejoong.
Quizá
cometí un error…
Por
el rabillo del ojo, divisé un sobre bajo la rendija de mi puerta. No se
encontraba allí cuando llegué a casa, y no se encontraba allí hace un par de
horas cuando pedí la cena.
Confundido,
me acerqué y lo recogí.
Era
una citación judicial oficial para atestiguar en una audiencia de Seúl, pero no
estaba dirigida a mi nuevo nombre. Estaba dirigida a Yeo Gook Dae.
ahora si que esta sufriendo yunho el abandono de su Jae pero el se lo buscó
ResponderEliminarasí que no le queda que aguantar hasta que encuentre de nuevo a su Jae y trate de convencerlo de que regrese a su lado
pues así se demore un millón de años buscando no encontrara el reemplazo de su lindo y dulce Jae
Gracias
Ahora Yunho sabe lo que es estar solo hizo sufrir mucho a Jaejoong y ahora tiene que pagar las consecuencias el debio de darse cuenta de sus sentimientos para asi poder estar junto a Jaejoong y poder ser felices pero el siempre con su terquedad lo perdio el debe darse cuenta rapido de sus sentimientos e ir a buscarlo y no perderlo ya que Jae esta lejos y frio con el gracias por este capo estuvo grandioso esperare el siguiente con ansias
ResponderEliminarAhora Yunho esta sufriendo por la ausencia de Jae, aunque no lo quiera admitir le ha afectado muchisimo.
ResponderEliminarSabremos que paso para que el cambiara de nombre???
Pobre Yunho, espero que abra su corazón y saqué todo ese dolor, y así pueda tener una oportunidad con Jaejoong.
ResponderEliminarYunho se buscó solo el abandono de Jae por como lo trato por su inseguridad, ahora sufre su abandono y desprecio, que pida perdón y le cuente todo su pasado.
ResponderEliminarGracias!!!