Duda razonable (s.):
No estar seguro de la culpabilidad de un
acusado según una certeza moral.
Yeo Gook Dae
Hace seis años…
Vivir
en Seúl nunca se sintió ordinario. Cada día había algo nuevo por descubrir,
algo que nunca había visto antes.
A
pesar de que todavía corría para ganar uno de los más grandes, y aún no
reportado caso del estado, todavía trataba de encontrarme; personal y profesionalmente.
Me daba cuenta que la popularidad nacional siempre me esquivaría, pero mientras
estuviera infravalorado y no sobrevalorado, me encontraba perfectamente bien
con eso.
Una
vez que escuché un golpe fuerte en la puerta, dejé caer un libro de ensayos
sobre mi mesa de café. Era ese enérgico y molesto golpe que mi mejor amigo Joo
Won siempre utilizaba.
—Sabes,
no puedes seguir viniendo en la mitad de… —Paré de hablar cuando me di cuenta
que no era Joo Won. Eran una mujer y un hombre, vestidos con trajes grises.
—¿Es
usted Yeo Gook Dae? —preguntó la mujer.
—¿Quién
pregunta?
—¿Es
usted Yeo Gook Dae? —El hombre habló con severidad.
—Depende
de quién lo desea saber.
Ambos
parpadearon.
—Sí
—dije—, soy Yeo Gook Dae.
—Ha
sido notificado. —La mujer puso un grueso sobre azul en mi mano, era la décima
vez que me sucedía esta semana.
—¿Es
esto algún tipo de broma? ¿Están tratando de hacerme perder los estribos
otra vez?
Intercambiaron
miradas, confundidos.
—Sólo
hacía mi trabajo —dije—. Sí ellos quieren continuar con su mezquindad por
negarse a imprimir mi foto para el resto de su vida periodística, está bien.
Estoy bien con eso, en serio. Pero enviarme paquetes como una broma cada día
por una semana y media.
—La
Comisión de Mercado de Valores no hace bromas —dijo la mujer, antes de que se
alejaran.
Cerré
la puerta e inmediatamente llamé a Joo Won.
—Será
mejor que sea una emergencia —respondió—. ¿Sabes qué hora es?
—¿Ha
molestado nuestra firma últimamente a alguien?
—Claro
que sí. ¿Por qué?
—Acabo
de recibir papeles de la Comisión de Mercado de Valores, otra vez.
—¿Has
abierto alguno de los otros? —preguntó.
—Dos.
—Caminé hasta la mesa de café y abrí un cajón—. ¿Algo sobre un cliente llamado
Ferguson quien reclama que no hemos depositado su dinero? Nos está demandando
por cinco millones y supuestamente contactándose con nuestros otros clientes.
¿Tenemos algún cliente llamado Ferguson?
—Tenemos
tres clientes llamados Ferguson.
—¿Hemos
enfadado a alguno de ellos?
—No
que yo sepa. —Sonaba preocupado—. Estoy bastante seguro de que nos habrían
contactado primero antes de presentar cargos, ¿no crees? ¿Estás seguro de que
no es una broma? Esta es como la décima carta que has recibido.
—Eso
es lo primero que pregunté esta noche. Dijeron que no es de ellos.
Estuvimos
en silencio por varios segundos.
—Es
de ellos. —Nos reímos a la vez.
—Perdón
por llamar a esta hora. —Metí el sobre en el cajón con los otros—. Hablaré
contigo más tarde. —Colgué.
—¿Papi?
—Jihye entró a la sala, frotándose los ojos mientras caminaba hacia mí—. ¿Puedo
ir a jugar?
—Son
las tres de la mañana, Jihye. —Sacudí la cabeza—. ¿Tú qué crees?
—Quiero
ir a jugar —Sonrió, dándome esa mirada que me hacía incapaz de decirle no.
Le
devolví la sonrisa y besé su frente, pensando a dónde era posible salir a esta
hora. El parque se hallaba fuera de cuestión, al igual que cualquier otro
parque, en realidad. Cerca había una tienda de donas abierta las veinticuatro horas
a la que podíamos ir o…
Me
detuve a mitad del pensamiento. Joo Won se encontraba construyendo una sala de
juegos especialmente para ella en la oficina, una habitación que duplicaba el
tamaño de su oficina. Dijo que me impediría usar el “tengo que ir a ver a Jihye”
como excusa cuando trabajáramos en los casos más importantes.
—Conozco
un lugar al que podemos ir. —La levanté y la llevé a su cuarto, ayudándola a
escoger sus zapatos favoritos, un par de botas de lluvia rojas que se ponía
todos los días, incluso cuando no llovía—. Está bien, siéntate en el sofá
mientras me visto y luego nos iremos, ¿de acuerdo?
Salió
de su cuarto sin decir otra palabra. Realmente necesitaba encontrar una manera
de frenar su rutina de despertarse a las tres de la mañana lo antes posible,
pero a una parte de mí le gustaba. Era nuestro momento especial juntos.
Me
puse una camiseta y le envié a mi esposo un rápido correo electrónico.
Asunto:
Jihye.
Llevaré
a Jihye a jugar. ¿Todavía estás en la cafetería?
Te
amo,
—Gook
Dae
Asunto:
Re: Jihye.
¿Qué
vas a decir cuando ella te pida un poni?
(Sí,
todavía estoy aquí... La temporada de impuestos será mi muerte. ¿Quieres que te
lleve una taza de café cuando regrese? ¿Quieres probar un café con leche?)
Te
amo más,
—Karam
Asunto:
Re: Re: Jihye.
Nada.
Sólo compraré el poni.
(No,
gracias. Sabes que odio el café.)
Imposible.
Te amo más de lo que nunca sabrás,
—Gook
Dae
—¡Estoy
lista! ¡Estoy lista! —Jihye entró corriendo a mi cuarto, derribando una pila de
carpetas—. ¡Estoy lista!
Riendo,
puse mi teléfono en el bolsillo e intenté poner los papeles en orden,
deteniéndome cuando vi mi firma. Falsificada.
Confuso,
revisé los otros papeles, notando lo mismo.
¿Qué
es esto?
—¡Vamos,
papi! —Jihye tiró de mis pantalones.
Metí
la carpeta debajo de mi brazo y estreché su mano.
—Tu
siesta de hoy tendrá que durar por lo menos cinco horas. ¿Sabes?
—No
me gustan las siestas.
—Por
supuesto que no —Salimos de nuestro apartamento hacia mi carro. Como siempre, Karam
había deslizado una nota por debajo de los limpiaparabrisas.
Querido
esposo,
Te
amo tanto, y me hiere verte, alguien con tanto dinero y estatus como tú,
manejar un carro como este. Sé que eres modesto, y el traje más caro que posees
probablemente cuesta ochenta dólares, ¡pero vamos! ¡Tienes que vivir, Gook Dae!
Te
llevaré de compras por un auto la próxima semana y no aceptaré un no por
respuesta,
Karam.
P.D.:
Gracias por las rosas que me enviaste ayer. Hay algo especial para ti en el
escritorio de tu oficina.
Sonreí
y aseguré a Jihye en su asiento, cediendo cuando me pidió escuchar su canción
favorita en repetición mientras íbamos a la empresa.
El
elegante diseño del edificio todavía hacía contener el aliento de la gente
cuando lo veían por primera vez. A la hora de construir, fue lo único en lo que
no reparé en gastos; me aseguré de que los paneles dorados traslúcidos fueran
arte, que las estatuas de la balanza de la ley fueran correctamente erguidas en
bordes de mármol, y que las letras de piedra sobre la entrada: “Yeo & Hart”,
fueran pulidas cada semana.
Y,
como un gigante "vete a la mierda" al gobierno por enterrar mi primer
caso, el caso que debería haberme hecho famoso y puesto en carteles
publicitarios en todo el país, construí la oficina justo en frente de su
Oficina de Seguridad Social.
Entrando
en el lugar de estacionamiento reservado, miré en mi espejo retrovisor, viendo
que Jihye se encontraba profundamente dormida.
Imagínate….
Salí
y la llevé dentro de todos modos. Era seguro que se despertaría pronto.
—Buenos
días, Señor Yeo. —Una interna me saludó mientras entraba.
—Buenos
días —respondí—. ¿Estoy en una zona horaria diferente hoy? ¿Por qué está todo
el mundo despierto y trabajando en este momento?
Se
sonrojó.
—Es
la temporada de impuestos.
—Sigo
oyendo eso —Entré en el ascensor—. Te veré más tarde.
Jihye
se agitó en mis brazos, murmurando, pero sólo suaves ronquidos salieron.
Cuando
las puertas del ascensor se abrieron, entré por la enorme puerta de cristal “Y &
H”, dirigiéndome a la sala de juegos a medio terminar para Jihye. Suavemente la
coloqué sobre la gran cama rosa y la metí debajo de las sábanas, susurrando—:
Te amo. —Antes de apagar las luces.
Me
senté en la esquina y saqué la carpeta que se hallaba bajo mi brazo, leyendo
por encima de lo que parecían ser recibos y cuentas de operaciones cambiarias.
Cosas que no recordaba haber hecho.
Saqué
mi teléfono para mandarle un mensaje a Karam, para ver si esto era sólo otra
broma, algo que él era propenso a hacer, pero escuché su voz.
—¡Joder!
—gritó él.
Salté
de la cama y me dirigí hacia donde provenía el grito, haciendo una pausa cuando
oí una voz familiar.
—Tu
culo se siente tan jodidamente bien.
—Ahhhh
— Karam gemía—. Solo fóllame. Fóllame duro.
Me
congelé totalmente, incapaz de dar un paso más. No quería creer que otro
hombre, Joo Won según parecía, se encontraba follando a mi esposo o que él
estaba engañándome.
No
podía creerlo. Confié demasiado en él.
Pero,
mientras él gritaba unas cuantas veces más, los mismos gritos que hacía al
tener sexo conmigo, sabía que era verdad.
—¿Es
así como haces negocios, señor Yeo? —preguntó Joo Won, con risa en su
voz.
—¿En
serio me vas a llamar así después de que acabamos de follar? —gimió—. ¿Podemos
realmente volver a trabajar ahora? Esa es la tercera interrupción de esta noche
y me gustaría realmente hacer algo.
—Bien,
bien.
Papeles
volaron, ventanas abiertas, pero me quedé congelado, todavía incrédulo. No fue
hasta que me asomé por la rendija de la puerta que mi cerebro en realidad
comenzó a procesar lo que sucedía.
—¿Qué
vamos a hacer con esta mierda Ferguson? —preguntó Joo Won.
—¿Mierda
Fergunson? ¿Es así como lo estamos llamando?
—Ah,
cierto. Aquí hay un mejor nombre para él: De cinco a diez años para mí. Quince
años para ti.
—Pensaba
veinte.
—¿Veinte?
—Golpeó la mesa—. ¿Estás jodidamente loco? ¿Veinte años? ¿Estás sugiriendo que
nos entreguemos?
—No—dijo
él—. Sólo Gook Dae.
—¿Qué?
—Sonaba consternado—. ¿Estás bromeando?
—¿Me
escuchas riendo?
Silencio.
—Karam,
mira—suspiró—. Gook Dae es como un hermano para mí.
—Lo
dice el hombre quien constantemente se folla a su esposo... Vaya hermano que
eres.
—Esto
es un error.
—Un
error sería una vez —dijo, encendiendo un cigarrillo—. Una vez al día por los
últimos años no es necesariamente lo mismo. Lo siento.
Mi
corazón se hundió.
—Fue
un error, Karam. —Se veía en conflicto—. Esta noche iba a ser la última, de todos
modos. No puedo seguir haciéndole esto.
—No
quiero parar. —Se acercó a la ventana y suspiró—. No puedo.
—¿Qué?
—Ya
no me da lo que necesito.
—Tendrás
que encontrar una manera de que él pueda. Ahora en realidad podría ser un buen
momento para empezar, viendo que quizás tenga que ser tu abogado.
Se
dio la vuelta con lágrimas.
—¿En
realidad es la última vez?
—La
primera vez debió ser la última. —Caminó hacia él y masajeó sus hombros—. Sólo
me utilizabas. Tiendes a olvidar eso.
—No
estaba…—Él ahogó un sollozo—. No estaba usándote.
—Sí,
lo hacías. —Besó sus labios—. Y está bien. Lo comprendo.
—¿Piensas
que soy una persona horrible?
—No.
—¿Lo
prometes?
Joo
Won asintió, acunando su cara en sus manos.
—Gook
Dae no podía darte un bebé y tú querías uno... Naturalmente... Eso es
totalmente comprensible.
Contuve
un jadeo.
—No
me folla como tú lo haces—susurró.
—Detente,
Karam. —Besó su mejilla—. Detente.
No
quise escuchar más.
No
podía soportarlo.
Mientras
los dos se besaban y abrazaban, totalmente sumergiéndose en su propio mundo, me
obligué a alejarme.
Encendí
las luces de mi oficina y me di cuenta de una caja azul brillante en mi escritorio.
Decía: “Para: El amor de mi vida. De: Tu primer y único amor.”
Me
dolió de nuevo el corazón mientras rompía la envoltura y miraba su interior: un
nuevo conjunto de gemelos, un conjunto que probablemente le costó más que todos
mis trajes combinados. Mis iniciales fueron grabadas en ellos, y había incluido
una cita de uno de mis autores favoritos:
“No
seas demasiado moral. Podrías engañarte a ti mismo acerca de la vida. Apunta
por encima de la moralidad.”
—Henry
David.
Suspiré.
Dejó fuera la última parte de la frase, la parte de: “No seas simplemente bueno,
sé bueno para algo.”
Saqué
mi teléfono y le envié un correo electrónico.
Asunto:
Café.
Creo
que tomaré un poco de café… ¿Todavía estás en la cafetería?
—Gook Dae
Asunto:
Re: Café.
Sí.
Creo que estaré aquí toda la noche. ¿Cuál te gustaría tomar?
—Karam.
Asunto:
Re: Re: Café.
Cualquiera
que creas que es mejor para una primera vez… ¿Has hablado con Joo Won hoy?
—Gook Dae.
Asunto:
Re: Re: Re: Café.
Para
nada. Últimamente ha estado más extraño de lo normal. (Realmente necesitamos encontrarle
un novio…) ¿Y tú?
—Karam.
No
le contesté.
Salí
de mi oficina y caminé hacia la sala de juegos de Jihye, mirándola mientras
dormía pacíficamente. Quería hacer que se despertara, hacer que me mirara, así
podía estudiar sus rasgos y separarlos, así podía ver por mí mismo que de hecho
era de Joo Won, pero no podía.
Era
mía, padre biológico o no.
La
saqué del bufete y me apresuré a casa. Tan pronto como la bajé, volé hacia la
mesita de café y abrí el sobre que había guardado horas antes.
Era
una citación estándar, una demanda de presentación ante el tribunal, pero los
cargos enumerados no terminaban en una sola página. Ni siquiera terminaban en
dos.
Era
un manifiesto de diez páginas, una lista detallada de mierdas que yo nunca
intentaría hacer: soborno, extorsión, fraude fiscal, fraude postal, fraude
informático; cada jodido tipo de fraude.
¿Qué
demonios es esto?
Estudié
minuciosamente los documentos durante horas, mi mente corrió a un kilómetro por
minuto. Aun así, no pude procesar completamente todo, mi mente todavía pensaba
en Joo Won y Karam.
En
él cómo me mintió.
En
cómo mi amigo también me mintió.
Y
ahora, esto.
La
puerta se abrió a las cinco de la mañana, y Karam colocó una taza de café
caliente delante de mí.
—Necesitamos
hablar —dijo.
No
dije nada. Simplemente cerré todas las carpetas y lo miré.
—La
Comisión de Mercado de Valores me acaba de entregar una citación—Se paseaba de
un lado a otro—. Una citación, como papeles legales llegaron a la firma
y…
—Pensé
que te encontrabas en la cafetería.
—Sí.
—Tragó en seco—. Pasé por el bufete después de comprar tu café, así podía
recoger algunas cosas.
—¿Había
alguien allí contigo?
—Por
supuesto que no —se mofó—. Mira la hora que es. De todos modos.
No
pude escuchar nada más de lo que decía. Pude ver sus labios moviéndose,
haciendo sonidos que salían de su boca, pero las mentiras que me acababa de
decir bloqueaban todo.
—¿Por
qué me estás engañando? —le espeté, de repente molesto por las lágrimas que
corrían por su rostro.
Contuvo
el aliento y me miró de arriba abajo.
—Gook
Dae, la Comisión de Mercado de Valores me ha dado injustificablemente una
citación. ¿Realmente me estás acusando de infidelidad en este momento?
—No
te estoy acusando. Una acusación implicaría que hay una posibilidad de
que pudieras ser inocente. ¿Por. Qué. Me. Estás. Engañando?
Comenzó
a tararear el estribillo de una canción clásica de Sinatra: “New York, New York.”
—No
me hagas preguntártelo de nuevo, Karam —le dije—. Sé que follaste con Joo Won.
Sus
ojos finalmente encontraron los míos.
—Está
bien. Sí, follé con él. ¿Ahora qué? —Lágrimas se formaron en sus ojos—. No
quise que sucediera. Nunca pensé que cruzaría esa línea con él, de todas las personas.
—Me
dijiste que Jihye fue una sorpresa. —dije—. Que no querías que tuviéramos hijos
hasta que estuviéramos en los treinta y tantos.
Su
rostro palideció.
—Estuviste
en la oficina está noche, ¿no es así?
—Sí.
Silencio.
—Así
que —dije, mentalmente juntando las piezas del rompecabezas—, o le estás
mintiendo acerca de que no fui capaz de embarazarte, porque la última vez que
comprobé, justo antes de que Jihye fuera milagrosamente concebida,
todavía me hacías usar condones y ni siquiera estábamos intentando tener un
jodido bebé. O, me estás mintiendo a mí, y sólo querías follar a mi mejor amigo
por un motivo oculto que te estás guardando para después. ¿Cuál es?
—Todavía
te amo, Gook Dae, es sólo…
—¿Cuál
es?
No
dijo nada, simplemente se quedó parado allí con más lágrimas cayendo de sus
ojos.
Levanté
una de las carpetas que estuve leyendo.
—Estaba
revisando éstas esta noche. Al principio, pensé que eran envíos postales
estándares que firmaste por mí mientras estuve fuera o demasiado ocupado,
órdenes de suministros para la oficina, cosas como esas…
—¿Dónde
las encontraste?
—Pero
resulta —dije, ignorando su pregunta—, que estos son todos los jodidos favores
de jueces y secretarios que no recuerdo haber pedido. Nunca.
—Gook
Dae.
—¿Hay
alguien en esta ciudad que no hayas follado para obtener algo a cambio?
Parecía
como si en realidad tuviera que pensarlo.
—Te
envié flores todos los días. Cada. Maldito. Día. —Di un paso hacia adelante—.
Te dije que te amaba y que me completabas, todos los días, ¿y esto es lo que
obtengo a cambio?
—Entiendo
cómo te sientes, Gook Dae, pero…
—No,
maldita sea, no lo entiendes. —Apreté los puños—.Me aseguro de que todo el
mundo sepa que no estoy disponible, que nadie más tiene una maldita
oportunidad.
—Te
fui infiel por tu propio beneficio, Gook Dae. Lo hice por ti.
¿Qué
mierda?
Había
escuchado un montón de mierda en mi vida, pero esa frase oficialmente era el
colmo de los colmos.
—¿Cómo
crees que ganaste el caso Luttrell? —Se limpió las lágrimas y entrecerró los
ojos hacia mí—. ¿Crees que lo hiciste con tu premiada retórica y tu encanto?
—¿Tienes
un trastorno mental del cual no me dijiste?
—Follé
con el juez tres días antes del veredicto. Ibas a perder. Y si perdías ese
caso, no había manera de que algunos de nuestros actuales clientes hubiesen
escogido nuestra firma para manejar sus cuentas.
—¿Nuestra
firma?
—¿Crees
que la construiste solo? —Se echó a reír—. ¿ Yeo
Gook Dae, de buen corazón, leal, y demasiado amable por su maldito propio bien?
Por favor. Tuve que interceptar cada contrato que enviabas y volver a redactar
la mitad de los términos. Si lo dejaba a tu cargo, tu bufete no sería nada más
que un sueño dorado. Deberías agradecerme porque no tienes ni idea de todo el
trabajo que he hecho para ponerte donde estás.
—Nunca
litigaste un solo caso.
—No,
pero he follado a un montón de personas poderosas para asegurarme que nunca
perdieras uno.
—Nunca
perdí porque soy un maldito buen abogado.
—Y
yo soy una maldita buena follada. —Se encogió de hombros—. Por supuesto, mi
propio esposo ha estado demasiado ocupado este año que probablemente ni
siquiera sabría.
—¿Me
estás culpando por andar dando tu culo por ahí?
—Estoy
impresionado de que siquiera sepas lo que la palabra culo significa
—siseó—. Nos acostamos en la cama juntos todas las noches y nunca quieres
follarme.
—Siempre
dices que estás cansado. ¿O esa también es una mentira?
—Sólo
estaba cansado de follarte a ti. —Pasó a mi lado y cerró la puerta de la
habitación de Jihye—. Qué quieres hacer ahora, ¿eh? ¿Divorciarte?
—¿Esa
es una pregunta seria?
—Lo
es. —Sonrió con suficiencia y alguien tocó la puerta.
Ambos
nos quedamos paralizados, y tocaron nuevamente.
—Yo
iré. —Le advertí—: Quédate allí.
Me
alejé y la abrí, esperando ver a Joo Won, así podía darle una paliza, pero era
una mujer diferente vestida de traje.
Una
joven rubia.
—Usted,
mmm —Sus mejillas se sonrojaron—. Usted ha sido…
—¡Citado!
—susurró alguien audiblemente desde la esquina—. Dile que ha sido citado.
—Eres
una interna, ¿no es así? —Rodé los ojos.
Asintió,
pero luego añadió—: Mi jefe dice que puede irse a la mierda, y que a pesar de
que nunca publicaremos su foto, nos aseguraremos que todo el mundo sepa que su
bufete está a punto de ser llevado a la ruina a partir de mañana. —Me dio una
copia impresa de un artículo del periódico de mañana—. Dice que es su turno de
sentir un poco de karma.
Le
cerré la puerta de un portazo en su cara.
—Creo
que necesitas sopesar seriamente tus opciones antes de dejarte llevar por tus
emociones. — Karam se encontraba justo detrás de mí, sosteniendo a una Jihye
dormida.
—¿Es
esta una amenaza?
—Es
una promesa.
Arqueé
una ceja.
—¿Y
cuáles son exactamente los términos que propones?
—Si
me ayudas a resolver esto, si haces que la Comisión de Mercado de Valores deje
de hostigar al bufete, ambos podemos evitar cumplir una condena en cualquier
momento.
—No
cumpliré una condena en ningún maldito momento. No hice nada malo. Y si crees
que no seré la primera persona en la fila para ayudar al estado a poner tu
trasero en la cárcel, te equivocas.
—Awww.
—Hizo una mueca—. Mírate. Intentando sonar todo masculino y rudo por primera
vez, suenas como el hombre que desearía que hubieses sido.
—Vete
a la mierda, Karam.
—Ni
lo sueñes. —Entrecerró los ojos—. Déjame tratar de expresar esto de otra forma:
Sé que eres el Señor Abogado del Año y que nunca mentirías voluntariamente
porque tienes una conciencia y todo eso. Pero si no me ayudas, o si te rehúsas
a decirle a los investigadores que tuviste parte de responsabilidad por lo que
pasó, que todos tuvimos una pequeña participación, voy a pedir la
custodia completa de Jihye.
—Hazlo.
Ningún juez en su sano juicio te daría la custodia completa.
Se
echó a reír.
—Esto
es en realidad por qué las personas follan para obtener lo que quieren, cariño.
Es muy útil para ocasiones como éstas. Además, ni siquiera eres su verdadero
padre. —Besó la frente de Jihye—. ¿Escuchaste esa parte mientras estuviste
observándonos follar o estuviste demasiado ocupado tomando nota?
No
tuve la oportunidad de responderle.
—No
te metas conmigo, Gook Dae —siseó—. No tienes ni idea de cuán lejos estoy
dispuesto a llegar para mantenerme fuera de la cárcel.
—¿A
pesar de que mereces estar ahí? —Le arrebaté a Jihye, haciéndola removerse—.
Buscaste clientes usando mi nombre y malversaste dinero. ¿Para qué?
—Estatus.
Algo que tú nunca entenderás.
—Algo
que tú nunca tendrás —argumenté—. Todos detrás de las rejas comparten el mismo
nivel de popularidad.
Rodó
los ojos.
—Te
voy a dar un par de días para que entres en razón.
—O
si no, ¿qué?
—No
quieres saber la respuesta a eso. —Se fue, cerrando la puerta de un portazo,
despertando a Jihye.
Me
miró con sus brillantes ojos, sonriendo.
—¿Puedo
ir a jugar?
Asentí,
incapaz de siquiera hablar. Llevándola al balcón, ni siquiera me molesté en
agarrar un paraguas para mí. La coloqué abajo y la ayudé a ponerse su abrigo,
intentando no pensar en lo que Karam posiblemente pudiera tener bajo la manga.
Jihye
inclinó la cabeza hacia el cielo y tragó gotas de lluvias, y luego se alejó de
mí, corriendo en círculos.
Un
fuerte trueno sonó en la distancia, y como si pudiera darse cuenta lo que iba a
decir, me miró con una gran sonrisa.
—¡Cinco
minutos más!
***
El
Korea Times no perdió tiempo
imprimiendo la historia. Bueno, historias.
Yeo
& Hart, Admirado Bufete de Abogados, Envuelto en un Escándalo.
Hart
se Compromete a Cooperar Contra Yeo, Seguido de una Brutal Riña tras las Rejas.
Yeo.
Arrestado, Interrogado, Después de que su Esposo Afirmara Reciente Abuso
Doméstico.
La
única historia que no mencionaron, pendiendo de un hilo de respeto, fue la
perdida de la custodia de Jihye. De tener que dársela a Joo Won.
Era
inocente de todos los cargos que enfrenté, pero debido al hecho de que le di
una paliza a Joo Won, y Karam afirmó que era igual de violento con él, el juez
no tuvo otra opción que otorgarle la custodia a su supuesto “amado padre biológico
debido a la petición de la madre”.
Pensé
que sería sólo por una semana o dos, un mes como mucho, pero a medida que los
cargos se acumulaban y los casos recorrieron penosamente los tribunales a paso
de caracol, los meses fueron más y más.
Para
empeorar las cosas, Joo Won y Karam a propósito llevaban a Jihye a los lugares
que sabían que frecuentaba: mi lugar favorito en el parque, mi lugar en el
puente, mis restaurantes favoritos.
En
medio de mis comparecencias ante el tribunal, los seguía al parque, resistiendo
el impulso de gritarles por dejarla acercarse demasiado a las calles,
conteniendo las ganas de tomarla y huir del estado.
En
su lugar, me presenté ante cada mandato judicial tras mandato judicial,
defendiéndome en múltiples casos a la vez. Busqué a través de cada tecnicismo
de custodias, documentando caso tras caso de padres no biológicos que se
quedaron con los derechos.
Eventualmente,
la verdad sobre el plan de Karam y Joo Won se descubrió, y el mismo día que Karam
confesó haber mentido sobre que lo golpeé, cuando admitió que todo fue una
farsa, gané la custodia de Jihye.
Fue
tres días antes de su cuarto cumpleaños, así que me las arreglé para que unos
pocos amigos de su vecindario vinieran con sus padres. El tema era el bosque
lluvioso, por supuesto, y los adornos de la fiesta eran paraguas y botas de
lluvia.
Joo
Won, todavía tontamente proclamando su inocencia respecto al fraude, se había
apegado bastante a ella en los meses pasados. Preguntó si podía seguir viéndola
los fines de semana una vez que me la entregó, pero ni siquiera me molesté en
responder a eso.
La
había visto el tiempo suficiente.
De
pie frente a mi casa de piedra rojiza, lo llamé dos horas antes de su fiesta de
cumpleaños, asegurándome de que la dejara a tiempo. En lugar de hablarme como
un adulto, hizo que Jihye repitiera cada palabra para mí.
—Estaremos
ahí pronto —dijo ella, una sonrisa en su suave voz—. ¿Puedes por favor dejarnos
disfrutar juntos nuestras últimas horas? Ella también es mi hija.
—Te
veo pronto, Jihye.
—¡Adiós,
papi! —Cortó y reordené las decoraciones de la fiesta por enésima vez,
saludando a los primeros invitados en llegar y dirigiéndolos a la sala de
estar.
Media
hora pasó.
Una
hora entera.
Dos.
Llamé
a Joo Won, molesto de que estuviera haciendo esta mierda, como si fuese incluso
la mitad de difícil de lo que fue para mí. Pero no respondió.
Enojado,
llamé a la policía y ellos llegaron a mi puerta en cuestión de minutos.
—¿Yeo
Gook Dae? —preguntaron.
—Sí,
soy quien llamó.
Saqué
la orden de la corte de mi bolsillo y expliqué lo que sucedía, cómo Joo Won se
hallaba técnicamente cometiendo secuestro, pero me interrumpieron.
No
se encontraban en mi casa para tomar un reporte.
Estaban
ahí para dar uno.
Mientras
calmadamente me explicaban que pasó, cómo ella se encontraba a menos de una
cuadra cuando el auto chocó con un camión, mi mundo se detuvo.
Pregunté
a qué hospital estaba siendo trasladada, qué ruta era más rápida para llegar,
pero los policías simplemente suspiraron y apartaron la mirada, como si no
quisieran decir nada más.
No
tenían que hacerlo.
Sus
miradas lo dijeron todo.
***
El
funeral de Jihye se celebró en un día húmedo y gris, otro duro golpe a mi
pecho. Me senté mientras la poca gente que conoció decía discursos, de sus
jóvenes amigos que aún tenían que comprender qué significaba realmente la
muerte.
Mi
vecina, una niña de cuatro años llamada Hannah, dijo—: Espero que vuelvas la
próxima semana, Jihye. Puedes venir a mi fiesta de cumpleaños.
Me
quedé mirando el diminuto ataúd mientras lo bajaban a la tierra, la mitad de mí
queriendo unirse a él y arriesgarme a ser enterrado vivo. Al menos así no
tendría que sentir nada nunca más.
Mientras
la multitud se disipaba uno por uno, golpeando mi hombro y diciendo—: Siento
mucho tu pérdida. —Mientras se iban, vi a Karam entrando en el cementerio.
Flanqueada
por dos guardias de prisión, cayó de rodillas y gritó una vez que llegó a la
tumba descubierta.
—Me
hicieron llegar tarde al funeral de mi niña. —Maldijo a los guardias—. Me lo
perdí, maldita sea... ¿Cuán crueles pueden ser?
—Todos
los permisos de salida tienen las mismas limitaciones de tiempo, señor —dijo
rotundamente uno de ellos—. No podríamos habernos marchado antes.
Agitó
su cabeza y continuó llorando, golpeando el suelo con sus manos. Como si
necesitara distanciarse de la culpa, se puso de pie y caminó al podio, leyendo
los papeles que fueron dejados ahí.
Se
rompió de nuevo y caminé hacia allá.
—
Gook Dae... —Sostuvo sus brazos abiertos—. Realmente se fue, ¿no es así?
—Se
fue. —Me rehusé a consolarlo—. Y todo es tu culpa, Karam. Tu maldita culpa.
—¿Crees
que no lo sé? —Sollozó—. ¿Crees que no lo siento?
—Deberías
ser tú bajo tierra ahora mismo. Deberías ser tú.
—Gook
Dae...
—No
merecía ser arrancada de mí y lo sabes.
—Sí,
lo sé... Yo sólo...
—¿Tratabas
de probar un punto? ¿Hacer cualquier cosa para lastimarme porque jodiste tu
vida y querías arrastrarme contigo?
—Podemos
superar esto... Aún podemos encontrar una manera de restaurar tu nombre en esta
ciudad, y eres el mejor abogado que conozco, así que... Sé que puedes arreglar
todo y quizás, también ayudarme. ¿Quizás perdonarme?
—Haré
todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que te pudras en la cárcel,
para asegurarme de que nunca salgas y que la junta de libertad condicional no
tenga ni una pizca de compasión.
—No
quieres decir eso, Gook Dae...
—Si
alguna vez encuentro la manera de cometer un asesinato, tú y Joo Won serán mis
primeras víctimas.
El
guardia frente a nosotros me dio una mirada.
—No
seas así, Gook Dae...
—Mi
nombre no será Gook Dae por mucho tiempo más, para que lo sepas. Será Yunho.
—¿Te
vas? ¿Vas a dejarme aquí?
—Deberías
ser tú bajo tierra ahora mismo... —Noté al director de la funeraria apilando
las sillas, mecánicamente desmantelando simplemente otra ceremonia—. Deberías
ser tú...
Uno
de los guardias comenzó a hablar con el equipo de la funeraria, indagando si
debían salir de las instalaciones o no. Notando que su tiempo era limitado, Karam
se aferró a mí.
—Gook
Dae, quiero decir... Yunho. Claramente aún me amas porque estás
confiándome eso... Podemos reconstruir todo lo que tuvimos, podemos comenzar de
nuevo, tú y yo... Podemos hacer esto si me ayudas...
Agarré
sus manos y las alejé mientras uno de los guardias se acercaba.
—Sabes
que no pertenezco a la prisión —dijo, llorando—. Me transferirán a una locación
permanente la próxima semana... Sálvame, Yunho... Sálvame...
No
dije nada.
—Si
pudiera retroceder el tiempo, lo juro... juro que lo haría. ¿No crees que
también amé a Jihye?
—Amaste
—dije—. Es pasado ahora, ¿no crees?
Suspiró.
—Por
favor no me dejes...
—No
lo haré. —Di un paso atrás para que los guardias pudieran escoltarlo a la
camioneta—. Escribiré...
—¿En
serio? —Sus ojos lucían esperanzados mientras se alejaba—. Está bien, espero
tus cartas... Espero que nos arreglemos...
La
lluvia aceleró su ritmo, pasando de una llovizna a un aguacero, pero me quedé
de pie ahí, incapaz de alejarme de Jihye. Volví a leer su pequeña lápida,
llorando cuando su cara pasó por mi mente.
Jihye
Yeo,
Una
niña de papi, de principio a fin.
Se
fue demasiado pronto,
Pero
jamás será olvidada...
Me
quedé mirando esas palabras por horas, dejando que la lluvia me empapara hasta
los huesos. No fue hasta que el director me informó que las puertas estaban
cerrando, que me alejé.
Perdido
y con el corazón roto, pasé los siguientes meses en una neblina vertiginosa. A
pesar de que Karam era quien se encontraba preso, el periódico continuó
escupiendo sus mentiras como hechos, calumniándome, y no me molesté en
discutir.
No
tenía la energía.
Presenté
testimonios escritos a través de abogados que contraté, sabiendo que
eventualmente las cosas se resolverían. Ni siquiera me preocupé de que Karam
hubiera contratado a su propio equipo de alto nivel para impedirme obtener el
divorcio.
Ya
no me importaba ni una mierda nada.
Mi
firma colapsó ante mis propios ojos, todo hasta el fregadero fue vendido en
partes, y en la comunidad jurídica, la caída se hizo una advertencia, un
testimonio de lo que ocurría cuando el estatus y la codicia nos consumía.
Bebí
cada mañana, dejando que el alcohol adormeciera mi dolor. Y cada vez que
despertaba del desmayo, bebía de nuevo. Sólo cuando comenzaba a beber café
podía funcionar lo suficientemente bien para hacer algo.
Visitar
el cementerio era muy doloroso, casi tan doloroso como entrar a la habitación
de Jihye. Así que contraté a unas personas para que guardaran todo en cajas, diciéndoles
que dejaran fuera los cuadros “Y” y “J”; podría soportar ver eso ya que ella
los había escogido.
Por
meses, me lamenté por la vida que ella nunca tendría, intentando darle sentido
a todo. Sabía en el fondo de mí que no podría quedarme aquí, pero no podía irme
como el mismo hombre que fui; sabía que nunca podría superar a Jihye, pero
necesitaba una manera de hacerle frente. Una manera de reintegrarme lentamente
al mundo real.
Parando
en un puesto de periódicos, mi mirada atrapó un artículo sobre el nuevo abogado
y pez gordo en la ciudad: Michael Weston. Vestido en uno de esos caros trajes
que Joo Won elogió una vez, era la comidilla de la ciudad y por las palabras
que leía, era arrogante, sólo un poco más arrogante de lo que fui recientemente.
—Oh,
conseguiste el último... —dijo una mujer mientras se paraba junto a mí.
—¿Quiere
este diario?
—Bueno...
—Se sonrojó—. No el periódico, en realidad. Sólo quiero la entrevista de
Michael Weston para poder mostrarles a mis amigas mi chico ideal.
—¿Ha
leído algo de la mierda que dice en esta entrevista? —Levanté una ceja—. Es un
idiota.
—Eso
lo hace más atractivo, ¿no crees?
—Le
preguntaron qué hace cuando no obtiene comentarios favorables. —No podía creer
cuan malditamente crédula se veía esta mujer—. ¿Quieres saber qué dijo?
—Seguro.
—Cruzó sus brazos—. ¿Qué hace cuando obtiene malos comentarios?
—Mira
su cuenta bancaria —digo—. Y entonces dice, y cito: “No recuerdo aprender que
alguien necesita ser querido para ser exitoso”. Realmente dijo eso.
Prácticamente
se derritió en la acera.
—Apuesto
que sabe cómo follar...
Le
di el periódico y me alejé. Su comentario sobre sexo fue un recordatorio de
todo el tiempo que pasó desde que dormí con alguien.
Y
entonces, me golpeó: Sexo.
Necesitaba
un poco, desesperadamente.
Me
inscribí en un sitio de citas en línea, Date-Match, y lentamente me deshice de
las capas del hombre que solía ser. Compré trajes caros, uno para cada día de
la semana. Poco a poco frené mi excesivo consumo de alcohol para hacer espacio
para un nuevo apetito, y en lugar de golpear mis paredes para liberar el
estrés, invertí en cigarrillos cubanos.
Aun
así, los hombres que conocí en línea eran normales, y ninguno parecía estar
interesado en sexo. Sólo querían hablar sobre tonterías, siempre dejándome
inquieto y solo al final de la noche para beber mis penas, forzándome a volver
a empezar con mi experimento.
Como
el hombre que se encontraba sentado al borde de cama ahora mismo, un maldito
hablador. Era unos años mayor que yo, un maestro de algún tipo, y no se podía
callar ni para salvar su vida.
Hablaba
sobre su vida en la universidad, sobre un chico llamado Billy al que amó, un
chico que jamás le correspondió. Antes de que pudiese comenzar a adentrarse
sobre la fogata en el campus donde se conocieron, me di cuenta de que no podría
soportar más esta mierda.
—Creo
que Billy y yo habríamos sido perfectos juntos —dijo—. Incluso hubo esta vez en
que...
—¿Vamos
a follar o qué? —lo interrumpí.
—¿Qué?
—Se agarró el pecho—. ¿Qué acabas de decir?
—Dije,
¿vamos a follar o qué? —Le di énfasis a cada sílaba—. No reservé esta
habitación de hotel para sentarme y escucharte hablar toda la noche.
Su
mandíbula cayó.
—Creí
que... —balbuceó—. Creí que te gustaba.
—Me
gustas lo suficiente para follarte. Eso es todo.
Sus
ojos se abrieron y retrocedió un paso.
—¿Todo
este tiempo que estuvimos saliendo sólo has estado pensando en dormir conmigo?
Mentalmente
añadí “preguntas retóricas” a la lista de mierda que no iba a aguantar más.
—Tenía
la impresión de que todas esas citas a las que me llevaste eran porque...
—Te
llevé a todas esas citas para que pudiésemos conocernos un poco. Para poder
saber que no eras un asesino psicópata, y para que te asegures que tampoco lo
soy. —Hice una mueca por todo el tiempo que claramente perdí—. El propósito era
que ambos estuviésemos lo suficientemente cómodos para follar, y luego
podríamos ir por caminos separados.
—¿Solo
sería una vez?
—¿Tienes
un problema de audición?
Se
veía completamente perdido, y no tenía el humor para aclarar esto.
Antes
de que yo pudiese decir otra palabra, me miró a los ojos.
—Entonces
—dijo, aún sorprendido—, ¿todas las cosas en tu perfil son mentira?
—No.
Todo en mi perfil es cien por ciento exacto. —Saqué mi teléfono—.
Específicamente escribí a qué me apunté, y he sido más que indulgente al pasar
mi tiempo contigo. Pareces una buena persona, pero después de esta noche,
tengamos sexo o no, no hablaré más contigo. Entonces, ¿qué vas hacer?
Se
quedó ahí, su mandíbula cayó una vez más, y miré mi perfil.
Efectivamente,
olvidé ajustar la configuración predeterminada cuando me registré en
Date-Match, y mi espacio de “Qué Estoy Buscando” se hallaba lleno de tonterías:
“Largas conversaciones, una conexión con alguien que realmente me entienda, y encontrar
mi amor real.”
Ja...
Rápidamente
borré todo el texto y levanté la mirada, notando que mi cita de esta noche
seguía en la habitación.
—Si
continúas de pie ahí —dije—, asumiré que quieres tener sexo esta noche. Si no,
la puerta está justo detrás de ti.
Un
resoplido fue el último sonido que escuché antes de que la puerta golpeara tan
fuerte que hizo temblar el espejo en la pared.
Sin
inmutarme, contemplé lo que quería escribir en mi perfil. Por los pasados
meses, encontré decepción tras decepción, gastando mucho de mi tiempo y mi
dinero en hombres que no se encontraban en mi misma sintonía.
Y
ahora todo tenía perfecto sentido. Todas esas cenas innecesarias,
conversaciones nocturnas, y otras tonterías estaban a punto de acabar en este
momento.
No
necesitaba otra relación, esos días terminaron para siempre, y jamás pasaría
más de una semana hablando con el mismo hombre al teléfono.
A
medida que el sol se ponía fuera de la ventana de la habitación del hotel, la
frase perfecta vino a mí, y escribí: Una cena. Una noche. Sin repeticiones.
Luego,
la destaqué y la puse en negrita.
Mirándola,
viendo cuan desnuda se veía, alguien podría pensar que no era realmente serio,
así que debajo, puse las cosas completamente claras:
Sexo
casual. Nada más. Nada menos.
Yunho paso por mucho y todo por culpa de karam y Joo won y lo mas doloroso fue perder a Jihye,eso lo devasto y poco a poco lo fue superando y por eso es como es.
ResponderEliminarKaram no supo valorar el amor de Yunho y lo traiciono de la peor forma.
ese desgraciado de Karam si que fue muy malo con yunho y eso hizo que yunho se endureciera tanto y es como nace el hombre que amo a Jae pero el solo estaba tratando de jugar con Jae hasta que se le metió muy adentro a yunho y e lo a qui sufriendo por traerlo de nuevo a su vida
ResponderEliminarGracias
Todo fue por culpa de Karam y Joo Won la desgracia que le paso a Yunho es por eso que el es asi ojala que Jaejoong le de una oportunidad de escucharlo y entienda por que el es asi gracias por este capitulo
ResponderEliminarSiempre que hacen sufrir a un personaje llevan las cosas demasiado lejos a mi parecer, pobre Yunho, es muy claro porque dejo todo de lado, no se merecía nada de lo qué pasó. Gracias por la actualización ❤️
ResponderEliminarEsta superrrr me encanta esta historia es la mejor que he leído por favor continuala pobre de yh me dolió la muerte de su hija pero si jj acepta quedarse a su lado podrá hacer su mundo mas feliz para el!!
ResponderEliminarMe sorpende que aun no haya quedado embarazado sería genial
Gracias
Esta superrrr me encanta esta historia es la mejor que he leído por favor continuala pobre de yh me dolió la muerte de su hija pero si jj acepta quedarse a su lado podrá hacer su mundo mas feliz para el!!
ResponderEliminarMe sorpende que aun no haya quedado embarazado sería genial
Gracias
Karam y SJ son demasiado culpable, que paguen y la cárcel es poco para ellos.
ResponderEliminarGracias