Contrainterrogatorio
El interrogatorio de un testigo llamado por el oponente.
Jaejoong
No podía dejar de pensar en la manera en que el señor Jung me besó el otro día, la forma en que me atrajo hacia su pecho y folló mis labios
con su boca.
Pensamientos de besarlo
estuvieron invadiendo mi mente todo el día, e incluso
ahora, cuando fui a dejarle
su última taza de café, tuve la tentación
de rodear su escritorio y retarlo a besarme otra vez.
Desde que me convertí en su interno, había sido bastante malo
conmigo, imprudente, pero pensé
que era una técnica de entrenamiento, una manera de ver si me quebraba
bajo presión.
Hubo algo intangible en su beso;
palabras no dichas, un deseo reprimido. Me hizo pensar
que las miradas arrojadas a menudo en mi dirección, esas miradas de desprecio que se entremezclaban con deseo, significaban un poco más.
Puse una tapa de plástico en su taza y me aclaré la garganta.
—¿Necesita algo más, señor Jung?
No hubo respuesta.
Me mantuve firme y esperé a que me mirase;
quería ver su cara.
El traje que llevaba puesto hoy —uno gris oscuro de tres piezas con una corbata
de seda plateada, le hacía parecer aún más devastadoramente hermoso de lo que
era normalmente.
—¿Hay algún problema,
señor Kim? —Apretó los puños sobre el escritorio, haciendo todo lo posible
para actuar como si mi presencia no le molestaba. Pero sí lo hacía, me di cuenta.
Sabía que iba a levantar la mirada en cualquier momento, así que di un paso atrás,
asegurándome de que el traje azul claro que me puse específicamente para él estuviera a plena vista, pero mantuvo la mirada baja.
—No, señor.
—Entonces,
salga de mi oficina. Necesitaré su informe de Brownstein con mi próxima
taza de café. A las cuatro en punto.
—Acaba de darme
ese informe ayer. Dijo que podía tomarme
todo el tiempo que necesitara.
—Usted me debe de haber oído mal. Puede tomarse todo el tiempo que necesite hoy. Las cosas cambian instantáneamente por aquí, y esa es la razón exacta
por la que algunos de nosotros nunca salimos temprano. Cuatro en punto.
Me quedé sin
habla. De ninguna
manera sería capaz de leer y
resumir un informe de trescientas páginas para el final del día.
—¿Perdió
algo de su capacidad auditiva
entre ayer y hoy? —Él finalmente alzó la vista, su perfecto rostro
inexpresivo—. Necesito
completo silencio cuando trabajo y no me puedo concentrar con su
pesada respiración. — Me entrecerró los ojos—. Retírese, termine el informe,
y tráigamelo de vuelta con mi café. Si no lo hace, está despedido.
Rápidamente decidí
que era bipolar,
y que nuestro beso aparentemente de conexión fue solo un error. Me di la vuelta y salí de su oficina,
corriendo directamente a la sala de descanso.
No había manera de que fuera
a terminar ese informe de Brownstein
hoy.
Saqué mi teléfono y me desplacé
a través de mis mensajes
—dándome cuenta de que U-know no
respondió a
mis mensajes de texto de la mañana. Suspirando, decidí llamarlo.
Necesitaba que alguien me dijera que mi vida no iba a terminar
hoy cuando me despidieran.
Sonó una vez.
Sonó dos veces.
Se fue al buzón de
voz.
¡¿Presionó la opción de ignorar?!
Le envié un mensaje.
¿Qué demonios
te pasa últimamente? ¿Tu falta de sexo te obliga a actuar como un idiota conmigo? ¿La abstinencia
es
tan mala? Háblame.
Esperé una respuesta, pero no llegó ninguna,
así que me dejé caer en el sofá.
Ni siquiera tenía sentido intentar
terminar ese informe. Solo iba a sentarme aquí,
relajarme, y cuando
dieran las cinco de la tarde iba a recoger todas mis cosas y a salir.
Podría encontrar
otra pasantía en dos semanas, o en el peor de los casos, pedirle
al jefe de departamento si podía hacer de sombra
de mi madre y mi padre en torno a
su firma.
Uf…
Dios…
Cerré los ojos y me recosté
contra el cojín,
deseando poder conciliar el sueño.
—¿Jaejoong? —Alguien sacudió
mi hombro justo cuando empezaba a ir a
la deriva.
—¿Sí? —Abrí los ojos. Era Heechul.
—He estado buscándote durante una eternidad. El señor
Jung quiere hablar contigo.
Alcé la ceja.
—¿Más café?
—Probablemente. —Se encogió
de hombros—. Ha estado
un poco raro últimamente. Solo ve, no quieres hacerlo enojar. —Abrió la puerta y me puse de pie, pasando
por delante de él.
Me debatí respecto si debía ir siquiera a su oficina. Por otra parte, ver la expresión de su rostro
cuando le dijera:
“Vete a la mierda.
Renuncio”, sería
una experiencia demasiado buena como para dejarla pasar. Forcé una sonrisa y llamé a su puerta.
—Adelante.
—Su voz era severa.
Me deslicé dentro, esperando
verlo sostener una taza de café vacía, pero se hallaba
sentado en su escritorio, mirándome.
—Tome asiento —dijo.
Me senté frente a su escritorio, esperando que me regañara por algo y diera rienda suelta a más de sus tendencias aparentemente bipolares, pero no lo hizo. Siguió mirándome.
Odiaba el efecto
que tenía en mi cuerpo ahora mismo, y tanto como tenía ganas
de preguntarle qué demonios quería,
no pude obligar a mi boca a decir
nada.
Sin
dirigirse a mí, de repente se puso de pie y rodeó su escritorio, sentándose en el borde del mismo y dejando que sus rodillas
tocaran las mías.
—Los abogados, se supone, son personas con integridad, ¿no? —susurró.
—Sí.
—¿Cree que usted tiene integridad, señor Kim? —Hizo hincapié
en cada sílaba
de mi nombre.
—Sí.
—Mmm. —Se inclinó hacia delante—. Así que, ¿alguna vez, voluntariamente, le ocultaría
la verdad a alguien que supuestamente le importa?
—Depende… —Mi respiración se quedó atascada
en mi garganta; mi corazón latía a mil por hora.
—¿Depende? —Se echó hacia atrás un poco—. ¿Depende de qué?
—De si la verdad dañaría o heriría a alguien innecesariamente, entonces creo que tengo derecho
a no revelarla.
—¿Pero qué pasa si alguien
le pidiera expresamente la verdad, varias veces? ¿Y
si él dijera: quiero que me digas la verdad, no importa lo mucho que duela, o cuánto
me haga enojar?
¿A dónde va con esto?
—¿Se refiere a un testigo
potencial cambiando su testimonio en el estrado, señor Jung?
—No… —Arrastró sus dedos a través de mi clavícula, encendiendo mis nervios—. Esta es una investigación personal. Necesito una opinión externa. Responda a la pregunta.
—Bueno, creo… —Aspiré una bocanada de aire mientras colocaba
su mano sobre mi muslo y pasaba sus dedos sobre mi pantalón
—. Creo que ciertas mentiras
tienen que ser dichas, y ciertas verdades
tienen que ser retenidas. La condena final recae en
los que pueden discernir cuál es
cuál.
—Así que, ¿usted cree en la duda razonable?
—En algunos casos, sí…
—¿Qué pasa en nuestro caso? —Su mano se deslizó lentamente por mi
pantalón, ascendiendo más y más por mi muslo.
—¿Nuestro
caso?
—Sí —dijo—. Creo que justo ahora ambos nos encontramos en una desafortunada red de engaños.
—No… —le dije, sin aliento y confundido—. No estamos en una red de engaños…
—Definitivamente lo estamos,
Hero… —Me atrajo
hacia delante —. Es el caso de un hombre
que se hizo amigo mío online, pero resultó ser alguien completamente diferente de quien me dijo que era. Así
que, en este caso, nuestro caso, ¿cómo te sientes acerca de la duda razonable?
Jadeando, pude sentir todo el color drenándose de mi cara. Mi corazón no latía más; se agitaba alrededor, salvajemente listo para saltar de mi pecho, y mis ojos estaban tan abiertos como podían estar.
—Has sido muy bueno en cubrir tus pistas durante
mucho tiempo, así que te voy a conceder eso —dijo—. Pero pensé
que discutimos a fondo cómo me sentía respecto
a los mentirosos. ¿O no?
Murmuré y él aumentó la presión, mientras tiraba de mí acercándome tanto que estábamos
boca a boca.
—¿Planeas
contestarme, Jaejoong? ¿Estás
cansado de esta maldita
farsa?
—Nunca pensé que… —tartamudeé, tratando
de apartar la mirada,
pero su agarre
me impidió moverme—. Lo siento mucho…
No dijo nada más. Me miró a los ojos, en busca de algo que no se encontraba allí. Luego bajó la voz, y se echó hacia atrás.
—Alguien
que me miente una vez, está muerto
para mí para siempre.
¿Recuerdas que dije eso?
—Sí…
—Por lo tanto,
¿siempre has estado
dispuesto a perder
nuestra amistad por mentiras?
—Nunca quise conocerte en persona…
—Puedo ver eso —susurró.
—Si hubiera sabido quién eras en realidad… —Me estaba rompiendo enfrente
de él. Esto era demasiado
para un día—. Yo nunca habría…
—Guárdatelo —me cortó—. He escuchado suficiente acerca de tus pensamientos sobre mentir. Viendo que no compartimos los mismos puntos de vista, no eres digno de ser mi interno. Le estarás sirviendo
como ayudante a mi secretario hasta nuevo aviso.
—¿Me estás degradando?
—No es una degradación. Es una manera de mantenerte fuera de mi vista.
Mi corazón
se cayó.
—Nuestra
relación online, o lo que demonios fuera de todos modos — dijo—, ha terminado. No quiero saber
nada de ti fuera de estas paredes
de nuevo.
—U-know…
—Es señor Jung, señor Kim. —Él me miró—. Jodidamente señor Jung.
—Tienes que creer
que lo siento… Nunca pensé que esto fuera a pasar.
—Tómese el tiempo que necesite con el informe
de Brownstein. —Hizo caso omiso de mi disculpa y soltó su agarre—. Tiene hasta el final de la próxima
semana. Y a partir de ahora, solo puede poner mi café en mi estantería. No necesito que esté en cualquier lugar cerca de mi escritorio.
—Yunho…
—Definitivamente no
tenemos la confianza
para tutearnos. No vuelva a llamarme así.
—Solo déjame explicarte…
—No hay nada que explicar. Me mentiste
y ya no existes. Vete. Ahora.
Sentí las lágrimas en mis ojos.
—Hablaba en serio acerca de que tú eras mi
único amigo… Los amigos se suponen que les dan oportunidades a los otros para enmendar
las cosas. Solo déjame decirte
por qué tuve que mentirte…
—No trato con mentirosos. Nunca. Y viendo
que eso es exactamente lo que eres, no me importa por qué sentiste la necesidad
de engañarme. Fuera de mi oficina, permanece fuera de mi vista lo máximo posible, y haz tu maldito trabajo.
Me puse de pie y miré sus ojos, rogando para que simplemente me escuchara, para que me dejase explicarle, pero se alejó de mí. Luego cogió su teléfono.
—¿Heechul?
—dijo—. ¿Podría
ayudar al señor Kim a encontrar su camino fuera de mi oficina? ¿Y podrías, por favor, hacer que el conserje compruebe si hay ese jodido súper pegamento derramado por mi suelo?
***
Me puse de pie debajo de la corriente caliente de mi ducha, llorando.
Justo después de que dejé la oficina de Yunho, dije en recursos
humanos que no me sentía bien y que tenía que salir durante el resto del día.
Conduje directamente hasta el salón de baile —encerrándome en una habitación privada
y bailando hasta que ya no pude sentir mis pies. Sabía que
debía parecer un loco frente a mis compañeros de clase, sollozando
entre cada giro,
pero no me importaba; necesitaba despejar mi mente de todos los pensamientos sobre Yunho, U-know y Hero.
A medida que el agua continuaba arremetiendo contra mi piel, cerré mis ojos y murmuré: ¿Cuánto tiempo lo has sabido? Pensé en las últimas dos semanas, cómo "U-know" había sido menos hablador de lo normal, la forma en que me ignoró,
y luego me di cuenta.
Mí
entrevista…
Todavía la recordaba, porque
ver a Yunho en persona
me hizo darme cuenta de que ninguna imagen alguna vez podría capturar
con precisión lo sexy que se veía realmente, y me sonrojé
en el segundo en que sus ojos se encontraron con los míos. No pareció actuar de forma diferente
a lo largo de la entrevista, pero luego me
acordé de esa llamada
telefónica al azar…
No me encontraba seguro
de por qué me acordaba
de eso ahora, pero mientras el señor Bach y el señor Greenwood
simplemente se rieron
de esa entrometida llamada telefónica, Yunho me había mirado como
si hubiese estado
en una total y absoluta
conmoción. Y al final de la entrevista, cuando extendí mi mano para estrechar la suya, su mirada ya no era intrigada, era intensa.
Secándome las lágrimas, apagué el agua y salí. Me envolví en una toalla e hice lo que siempre hacía cuando
me sentía triste:
pedí un sándwich y me
hice un par de martinis.
Justo cuando me terminaba
el primero, alguien llamó a mi puerta.
Noté las rosadas
llaves de Barbie en el mostrador, cortesía de mi olvidadiza y "nunca paro aquí" compañera de cuarto, y supe que era ella.
Siempre se le olvida algo…
—¿Te mataría comprobar
dos veces si llevas estas antes de que…? —Me detuve cuando abrí la puerta.
Era Yunho, y la expresión en su rostro era de pura ira. No iba vestido con un traje ahora, solo una simple camiseta fina blanca, que se aferraba
ligeramente a sus abdominales, y un par de desteñidos pantalones vaqueros azules.
Intenté cerrar la puerta en su rostro, pero la mantuvo abierta y se metió a la fuerza
en mi apartamento. Comencé a caminar hacia atrás y él me igualó paso a paso, arrinconándome contra la pared de mi sala de estar.
—Necesitamos hablar. —Su voz era plana,
sin emociones.
—No, no lo hacemos.
Dijiste suficiente antes. —Baje la mirada al suelo—. No te preocupes,
renunciaré por la mañana.
Por favor, vete.
Inclinó mi barbilla
y me miró a los ojos.
—No vas a renunciar.
—Mírame. —Tragué saliva—. Quiero que te
vayas…
—Me gustaría
creer eso, pero dices cosas que en realidad
no quieres decir todo el tiempo.
La tensión
entre nosotros se encontraba malditamente cerca de lo palpable, y pude sentir mi sangre calentarse cada segundo que se quedó ahí observándome. Intenté moverme, pero se apoderó
de mis caderas.
—Me dijiste que eras un abogado, Jaejoong … —dijo, su voz llena de malicia—. Me dijiste
que tenías veintisiete años.
—Nunca dije que tuviera
veintisiete. Lo asumiste.
—¡Estaba
en tu puto perfil! —Empujó mi espalda
contra la pared—. Nunca pensaste en corregirme cuando dije que era solo cinco años mayor que tú… soy diez años mayor que tú.
—Nunca pensé que alguna vez te conocería en persona. —Apenas me las arreglé
para decir mientras presionaba su pecho contra el mío.
—¿Eso justifica tus mentiras?
—Dije que lo sentía, y claramente fue un gran error hacerme amigo tuyo.
Ni siquiera me diste la oportunidad de explicarme completamente.
—¿No entiendes lo jodida que es esta situación?
—No… —murmuré mientras
nuestros labios se tocaban.
—He estado deseando
follar al hombre
que me provocó cada noche durante casi seis meses —susurró,
deslizando sus dedos por debajo
de mi toalla—. Quería que me montara. —Arrastró
su mano hasta mi muslo y frotó su pulgar contra mi miembro
—. Mi polla y mi boca. Y quería enseñarle cómo sentirme… ¿No crees
que este hombre jodió
todo eso?
Negué en respuesta; no podía manejar la forma en que
me miraba.
—Dijiste que no eras mi tipo cuando te pregunte qué aspecto tenías. —Se apartó de mi boca, pero mantuvo su pulgar contra
mi miembro—. Pero claramente lo eres. ¿Por qué mentiste
sobre algo tan simple como eso?
—No me dijiste
qué aspecto tenías,
así que…
—Deja de desviarte —siseó, y dio un paso atrás—. Dime el razonamiento. Ya he averiguado tu lógica para las otras mentiras de mierda.
Por cierto, ningún abogado que se respeta jamás dejaría que otro abogado
hiciera su trabajo
por él.
—Solo un idiota
egocéntrico que quiere
parecer más serio de lo que es realmente
se llamaría a sí mismo
U-know.
—Es bueno ver por fin la versión de ti que recuerdo. —Dio otro paso atrás y cruzó los brazos—. Responde mi pregunta.
—Jódete —me burlé—. Te dije que lo sentía, te rogué que me escucharas, y ahora cuando
tú tienes ganas
de hablar, ¿crees
que puedes irrumpir
en mi apartamento y obligarme?
—No te he obligado
a hacer nada. —Sonrío—. Aún.
Silencio.
Se apoyó contra la pared, esperando
a que yo hablara, pero no pude hacer salir ni una palabra.
Aparta
la mirada de él… Aparta la mirada de
él…
Como si supiera el poder que su mirada
tenía sobre mí, sonrió y cogió uno de mis martinis
improvisados.
Levantando una de las cerezas del licor, la colocó contra
sus labios.
— ¿Piensas
estar ahí
de pie toda la noche mirándome, o vas
a responder mi pregunta?
—No —dije, apartando por fin la mirada
de él—. Después de la
forma en que me trataste
hoy en tu oficina,
no te debo absolutamente nada. Puedes permanecer allí toda la noche, no me importa en absoluto. —Caminé
hacia mi habitación—. Incluso hay una entrega
de sándwich en camino si decides…
Mi aliento
se atascó en mi garganta cuando
me agarró por detrás y me tiró contra su pecho. Rápidamente me dio la vuelta, de manera que quedamos cara a cara, y luego arrancó
la toalla de mi cuerpo,
dejándola caer al suelo.
La cereza
que levantó se encontraba en su boca, y estaba
presionándola sobre mis labios
ordenándome silenciosamente que abriera y me la comiera.
Saqué la lengua para tomarla, pero antes
de deslizarla hacia mí, susurró—: No
mastiques… Quiero ver cuánto eres capaz de tragar.
Mi jadeo hizo que me la tragara.
—Buen chico —dijo, aflojando su agarre alrededor de mi cintura—. Ahora,
retrocede y sostente
a la pared.
—¿Qué?
Me empujó
contra la pared antes de que pudiera
tomar otro aliento, agarrando mis manos
y elevándolas por encima de mi cabeza.
—Sostente a la pared…
Asentí, presionando mis manos contra la fría superficie.
Con una mirada de "no-jodas-conmigo" en su rostro,
chupó mi labio inferior en su boca, y habló suavemente—: Voy a hacer que te arrepientas si te sueltas.
—Sí…
—Eso no era una pregunta. —La expresión en su rostro
se suavizó, y estaba seguro de que podía oír el ruidoso latido
en mi pecho.
Cerré los ojos
mientras él pasaba sus manos arriba y abajo
por mis costados.
Podía sentir su polla
endureciéndose a través de sus pantalones mientras bajaba sus besos hasta mi pecho y hacía girar su lengua
alrededor de mis pezones.
Su boca bajó por mi estómago,
y sus manos acariciaron cada centímetro de mí mientras
se abría camino
hacia abajo.
—U-know… —jadeé cuando
su lengua rozó mis muslos.
—Mi nombre es Yunho. —Se puso de rodillas—. Hemos terminado
de jugar ese juego. —Atrapó mis piernas con sus manos y
apretó su boca contra mi miembro.
Lamiéndome suavemente, masajeó
con su pulgar.
Traté de no gemir demasiado alto, traté de reprimirlo
todo, pero cada vez que giraba
su lengua, mi boca
dejaba escapar otro sonido.
—Estás tan jodidamente mojado…
—gimió—. Tan jodidamente mojado… —Deslizó
dos gruesos dedos en mi interior, empujándolos tan lejos como llegaban. Mis ojos se
abrieron cuando añadió un tercer
dedo mientras susurraba—: Tan apretado…
—Ahhh… Yunho… —Me
di por vencido de intentar estar en silencio.
—¿Sí? —Lentamente sacó sus dedos de mí y levantó
la mirada, esperando
a que yo dijera algo, pero no podía concentrarme cuando me miraba de esa manera.
Sin iniciativas de besos
en absoluto, enterró
su cabeza en mi miembro y malditamente me devoró.
—Ohhh… —grité en indescriptible placer—. Ohhh, Diooosss, Yunhoww… Esperaaaa… despacio…
Me ignoró,
pasando su lengua cada vez más y más.
No pude evitar soltarme
de la pared. Dejé caer mis manos en su cabeza, agarrando puñados de su cabello
para mantener el equilibrio. Cuanto más fuerte tiraba de su cabello, más arremetía su lengua contra mí sin piedad.
De repente hubo un fuerte golpe en la puerta, pero Yunho
no se molestó en parar. En su lugar,
levantó mi pierna
derecha y la puso sobre su
hombro. Agarró mi muslo para que no pudiera moverme,
y luego deslizó
su lengua en mí un poco más lamiendo
cada rincón de mi.
A punto de venirme, agarré sus hombros mientras
mi miembro palpitaba. Pero se detuvo
abruptamente.
Movió mi pierna y besó su camino de regreso por mi cuerpo, deteniéndose al llegar a mi pecho. Torció bruscamente mis pezones.
—Te dije que no te soltaras
de la pared —dijo, bajando la mirada hacia mí mientras bajaba la cremallera de sus
pantalones.
Miré de nuevo sus ojos, casi sin aliento.
—Te lo dije, ¿verdad? —Agarró
mi mano y la presionó
contra su pecho, moviéndola lentamente más y más abajo.
Cuando mi mano finalmente alcanzó su polla,
bajé la mirada en total conmoción. Era inmensa, enormemente gruesa, y mi mandíbula colgaba
totalmente abierta.
—¿No te gusta? —Levantó
mi barbilla y sonrió.
Me encontraba completamente sin habla, pero no podía negar lo caliente
que me sentía justo ahora. Recordando lo que había dicho por teléfono, bajé la cabeza para probarlo, pero me detuvo.
—No esta noche. —Sacó un condón de su bolsillo,
y mantuvo sus ojos en mí mientras se lo ponía.
Conduciéndome hasta
el sofá, se sentó y me llevó a su regazo.
Me incliné
para besar sus labios,
pero rápidamente me reposicionó, de forma que me hallaba de espaldas
a él. Entonces se burló de mí con
la cabeza de su polla —frotándola contra mi hendidura. Una y otra vez.
—¿Recuerdas cómo dijiste que querías montarme
hasta que me viniera dentro de ti? —susurró
en mi oído—. ¿Cómo querías frotarte
contra mí hasta que te
rogara que pararas?
—Sí… —gemí.
Me empujó por los hombros y me sentó en su polla, enterrándose hasta el final, centímetro a centímetro. Cuanto más me deslizaba
sobre él, más gemía. Más decía mi nombre.
Cuando estuvo
completamente dentro de mí, me mantuvo inmóvil
y apretó
sus labios contra
la parte trasera
de mi cuello, dejándome adaptarme a su longitud.
La sensación
de él era como nada que hubiera sentido
nunca antes. Era intenso, potente
y adictivo.
—Móntame, Jaejoong
… —Me empujó hacia adelante—. Jodidamente móntame…
Tomé una profunda respiración y me moví contra él, lentamente, estirando mi interior más y más. Apenas podía mantener el ritmo; su plenitud
era casi demasiado, y él estaba frotando
mi miembro con su pulgar, volviéndome loco.
—Te sientes
tan malditamente bien en este momento…
—Me tiró hacia atrás por mi cabello—.
No pares, maldita sea.
Se puso de pie y lo miré mientras
caminaba hasta la cocina y tiraba el condón. Levantó mi toalla
del suelo y caminó de regreso a mí.
No hice ademán de levantarme, pero volví a envolver la toalla a mí alrededor.
—¿Hay algo sobre lo que
no me hayas mentido? —Su voz fue un
susurro.
—Sí…
—¿Y qué seria eso?
—Te eché de menos…
Me aferré a sus piernas para no perder el equilibrio, levantando mi cuerpo ligeramente arriba y abajo.
Traté de establecer por fin un ritmo, para finalmente tomar el control.
—Yunhoww… —No podía manejar su polla más—. Estoy… estoy a punto de venirme…
—No. —Agarró mi cadera más fuerte que nunca—. Aún no.
De repente,
se puso de pie conmigo todavía
empalado en su polla y me dobló.
— Coge esa mesa y no
la sueltes.
Mis dedos
se aferraron al borde de la mesa de centro y él arremetió contra mí una y otra vez, golpeando
mi culo cada vez que gritaba.
—Te dije que iba a tener tu culo—susurró
con dureza—. No te vengas hasta que yo diga que jodidamente te vengas… —Su polla palpitaba dentro de mí, y mis músculos se apretaban con cada golpe.
—Joder… ¡Jodeeer! —Mis piernas comenzaban
a fallar mientras
una intensa presión se construía
dentro de mí, mientras
me follaba sin descanso—. Yunhowwww…
—No te dejes ir —advirtió, pero no pude evitarlo.
Mi orgasmo tomó el control de mí en un apuro y
me derrumbé. Antes de que pudiera aterrizar
de bruces sobre la mesa de centro, me empujó hacia atrás y continuó
golpeando contra mí hasta
que llegó a su propia liberación.
Cerré los ojos y me recosté
contra él, jadeando pesadamente mientras
tratábamos de recuperar el aliento. Varios
minutos después, Yunho levantó suavemente mi cadera y salió de mí.
Levantó una ceja, manteniendo el resto de su rostro estoico. Inexpresivo. Comenzó a abrocharse el cinturón de sus pantalones, sin apartar sus ojos de los míos.
Tenía la esperanza de que dijera algo, cualquier cosa, pero no lo hizo.
Se alisó la camisa con las manos y se dirigió hacia la puerta. De repente, se detuvo y miró por encima de su hombro.
Entonces se acercó
a mí y besó suavemente mis labios rozando
su pulgar contra
mi mejilla.
Quería hablar,
preguntar lo que pensaba, pero se apartó y se
fue. Esta vez él se fue.
Wow...q fuerte...pero a q fue Yunho...solo a justificar cof cof tenersexoconjae cof cof el comportamiento de hero?? Xq dijo en su oficina q no lo perdonará y q se alejara de su vista y mira...ay va nuestro abogado x su premio jajaja
ResponderEliminarY que fue esto una espesie de venganza por que creo le mintió o que pues aun que Yunho quiera que esto sea de una ves lo dudo si sólo fue por vengarse de Jae esto lo atrapara y seguir en busca de más pues Yunho se combertira en adicto por Jae
ResponderEliminarGracias
Kyaaaaa Yunho es bipolar primero le habla feo a Jae por mentirlo y no le da chance a Jae de explicarse y luego va a su depto y tienen sexo y luego se va sin decir nada,que pasara despues???
ResponderEliminarIntenso y xq se se fue así.. bipolar no polipolar jejejejej primero no me hables luego. quiere venganza y luego respóndeme santa y hasta que terminó con jae solo se va ósea....no dame una explicación... jejejejejej muy bueno...🤗
ResponderEliminarBipolar o no Yunho hizo su deseo realidad, así que no debe ponerse otravez todo loco con Jae.
ResponderEliminarGracias!!!
Woooo que capítulos intensos,veremos que pasa....gracias
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