Evasión
Un recurso sutil que anula la verdad, o escapa del castigo
de la ley.
Jaejoong
Yunho era el epítome de lo que significaba ser un imbécil,
un ejemplo brillante
de lo que esa palabra
significaba, pero sin importar
lo enfadado que me sentía, no podía dejar de pensar en él.
En los seis meses que habíamos
hablado, nunca mencionó
un esposo. Y la única vez que
le
pregunté si alguna vez había hecho algo más
que
“Una cena. Una noche. Sin repeticiones”, dijo que “una vez”, y rápidamente cambió de tema.
Había estado reproduciendo esa conversación en mi mente toda la noche, diciéndome que aceptara
que era un mentiroso, y que tenía que seguir adelante.
—Señoras
y señores de la Galería de Arte… —habló de repente mi profesor de ballet por un micrófono, interrumpiendo mis pensamientos—. ¿Puedo
tener su atención,
por favor?
Negué con la cabeza y miré a la audiencia
completa. Esta noche se suponía
que fuera uno de los mejores
momentos de mi carrera de danza. Era una exhibición de bailarines universitarios de la ciudad. Se suponía que todos los intérpretes principales para las producciones de primavera
debían bailar un solo de dos minutos en honor a su escuela, en celebración de lo que vendría meses después.
—Este próximo intérprete que están a punto de ver es el señor Jaejoong
Kim. —Había orgullo
en su voz—. Va a interpretar el papel principal
de El Lago de los Cisnes en la producción, y cuando
les digo que es uno de los bailarines más talentosos que he visto jamás… —Hizo una pausa mientras la charla de la multitud
se disolvía hasta el silencio—, tengo que dar mi palabra
por ello.
Uno de los fotógrafos que había en la primera fila me tomó una foto, cegándome temporalmente por el flash.
—Como la mayoría
de ustedes saben —continuó—, he trabajado con lo mejor de lo mejor, pasé incontables años en Rusia estudiando bajo los grandes,
y después de una larga e ilustre
carrera en la Compañía
de Ballet de Seúl, me retiré a enseñar a
aquellos con potencial
todavía sin explotar.
Hubo un fuerte aplauso. Todos en la sala sabían quién era Paul Petrova, y aunque
la mayoría en el campo se encontraba confundido en cuanto
al por qué él querría enseñar en Daegu, nadie se atrevió a cuestionar su decisión.
—Espero que vengan y vean la primera transformación del programa
de ballet en la primavera —dijo mientras
caminaba
lentamente
hacia
el otro lado del escenario—. ¡Pero por ahora, el señor Kim llevará
a cabo el dueto “Serenade” de Balanchine, con su compañero Eric Lofton!
El público aplaudió de nuevo, y las luces sobre ellos se atenuaron. Un suave foco brilló sobre Eric
y yo, y los violinistas comenzaron a tocar.
Las notas suaves y cortas llenaron la sala, y me puse de puntillas, tratando de bailar tan delicadamente como exigía la música. Sin embargo, con cada paso, todo
lo
que podía imaginar era a Yunho besándome,
follándome, y por último,
mintiéndome.
—Nunca te he mentido, Jaejoong.
Confío en ti por alguna extraña razón…
Me alejé de Eric cuando extendió
las manos, y giré por el escenario hasta que vino detrás de mí. Sostuvo mi cara entre sus manos, como si me estuviera
pidiendo que me quedara, pero me aparté de nuevo, lanzándome en un conjunto de ininterrumpidas piruetas.
Me sentía enojado,
herido, y no me guardé nada mientras
mostraba lo bien que podía bailar en pointe.
Al segundo en que los violinistas tocaron la última nota, el público
dejó escapar una exclamación colectiva y aplaudieron con más fuerza
de lo que lo habían
hecho en toda la noche.
—Guau… —susurró Eric mientras hacía una reverencia junto a mí—. No creo que nadie hable mierda
sobre que hayas conseguido el papel del cisne, después de eso…
—¿La gente ha
hablado mierda sobre mí? —Levanté
la ceja, pero ya
sabía la respuesta
a eso. Que un estudiante de tercer
año lograra el papel protagonista sobre todas los estudiantes de último
año era algo inaudito.
—Bravo, señor Kim. —El Sr. Petrova se acercó a mí—. ¡Él nos va a deslumbrar en la primavera, estoy seguro de eso!
Otra ronda de aplausos comenzó a formarse
y alejó el micrófono de su
boca.
—¿Dónde están tus
padres? Me gustaría que vinieran para una foto.
—Están fuera de la ciudad —mentí. No perdí mi tiempo
intentando invitarlos.
—¡Bueno,
eso está muy mal! —dijo—. Estoy seguro de que están muy orgullosos de ti. Ya puedes
salir del escenario.
—Gracias.
—Me dirigí al vestidor. Mientras
me miraba en el espejo, sonreí.
No había manera de que alguien pudiera decir que era una ruina emocional
por dentro.
Saqué mi teléfono y noté un nuevo mensaje de voz de GBJ. Sabía que se trataba de mi falta a la pasantía
por cuarto día consecutivo, así que lo borré. Entonces algo se apoderó de mí y busqué en Google “Yunho Jung” por enésima vez esta semana, esperando que apareciera algo.
Nada. Una vez más.
Con la excepción de su perfecta foto publicada en la página web de GBJ y la pobre biografía, no había información acerca de él en ningún lugar.
Lo intenté con “Yunho Jung: Seúl, abogado”, pero los resultados fueron igual de deprimentes. Era como si no hubiera
llegado a existir hasta
empezar en GBJ.
—Gran interpretación, Jaejoong … — uno de las estudiantes de último año, entró de repente en el cuarto de baño—. Realmente
es un honor ver a alguien
tan joven e inmaduro
obtener un crédito
innecesario.
Rodé los ojos y cerré la cremallera de mi bolso.
—Dime algo
—dijo—. ¿De verdad crees que vas a durar hasta la presentación de primavera?
—¿De verdad crees que voy a quedarme
aquí y continuar esta estúpida conversación?
—Deberías. —Sonrió—. Porque entre tú y yo, hace cuatro años, antes de tu momento… había cierto
bailarín elegido
para ser el principal
en la Bella Durmiente, con el doble de tu carrera.
Tenía bastante talento,
uno muy natural,
pero se derrumbó bajo presión porque no podía dedicar tantas horas a desarrollar la destreza
como los bailarines que sólo querían bailar.
—¿Hay un punto en esta historia?
—Tomé su lugar y sólo era un estudiante de primer año. —Sonrió—. Ahora soy un estudiante de último año, y alguien
está bailando en el papel
que me pertenece. Así que, al igual que en ese entonces,
haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de obtener
lo que es mío por derecho.
Negué con la cabeza y pasé más allá de él, ignorando el hecho de que susurró: “estúpido” en voz baja. Se suponía que debía volver a la sala de la galería y ver
a los
otros intérpretes, pero necesitaba un descanso.
Me deslicé por las
puertas correderas hasta el otro lado de la habitación y entré en el restaurante de la galería. Se estaba
mucho más tranquilo en este lado, y las personas
sentadas en las mesas parecían estar preocupadas por sus conversaciones, no centradas
en el ballet.
—¿Señor? —Un camarero con esmoquin
se detuvo delante de mí con una bandeja—. ¿Estaría
interesado
en una copa de champán?
—Dos, por favor.
Él levantó
una ceja, pero me entregó dos
copas de todos modos.
Sin gracia
alguna,
me tomé una, luego la otra, chupando el borde para asegurarme de que no me
dejaba ni una gota.
—¿Dónde
está su bar? —le pregunté.
—¿Nuestro
bar? No creo que los clientes
de la galería de arte tengan permitido…
—Por favor, no me haga preguntar
de nuevo.
Señaló al otro lado de la habitación, en donde se hallaban
sentados unos pocos fumadores, y me dirigí hacia ellos.
—¿Qué puedo hacer por usted esta noche,
señor? —El camarero
sonrió mientras me acercaba—. ¿Querría probar
una
de
nuestras
especialidades de la casa?
—¿Puede alguna de esas ayudarme
a olvidar que dormí con un hombre casado?
La sonrisa
en su rostro se desvaneció y puso tres vasos de chupito,
llenándolos con lo que sólo podía esperar fuera el licor más fuerte de la casa.
Deslicé mi tarjeta de crédito a través del mostrador
y me bebí el primero en segundos,
cerrando los ojos mientras la sensación de ardor se arrastraba por mi garganta. Sostuve el siguiente
contra mis labios, pero de repente oí una risa familiar.
Era baja y ronca, y la había oído un millón de veces
antes.
Me di la vuelta y vi a Yunho sentado en una mesa con un
hombre que no era su esposo.
No quería admitirlo, pero era bonito. Muy, muy bonito:
cabello castaño con mechas rubias, profundos
ojos.
Él
le frotaba el hombro y reía cada diez segundos.
Yunho parecía
impávido ante su afecto,
y mientras pedía la cuenta, sólo podía suponer
cómo terminaría su noche.
Traté de darle la espalda, actuando como si verlo con otra persona no me afectara, pero no pude evitarlo.
Su cita
ahora se inclinaba sobre la mesa,
poniendo, deliberadamente, más de su escote en exhibición y susurrando palabras que eran difíciles
de leer. Mientras se lamía los labios juguetonamente y le acariciaba la barbilla con los dedos, me di cuenta de que no podía soportarlo más.
Asunto: ¡¿EN SERIO?!
¡¿De verdad estás en una cita en este momento con alguien que no es tu esposo?! Ya es bastante
malo que seas un infiel y mentiroso, pero ¿eres un adicto
al sexo?
—Jaejoong
Su respuesta llegó en
cuestión de segundos.
Asunto: Re: ¡¿EN SERIO?!
De verdad, estoy en una cita en este momento con alguien que no dejará quemaduras de tercer grado en mi polla. Y no soy un adicto al sexo, soy un adicto al culo. Hay una diferencia.
—Yunho
Asunto: Re: Re: ¡¿EN SERIO?!
Eres un idiota repugnante y vil, y, sinceramente, me arrepiento de haber dormido contigo.
—Jaejoong
No hubo respuesta.
Vi como miró su teléfono y levantó
una ceja. Se giró en su silla, escaneando lentamente la sala hasta que me encontró.
Sus ojos se ampliaron al segundo
en que se encontraron con los míos, y sus labios
se abrieron lentamente. Su mirada recorrió mi cuerpo, y casi podía sentirlo
desvistiéndome.
De repente, no había nadie más en la habitación, solo nosotros dos y me di cuenta de que quería que fuera hacia él, aquí mismo, ahora mismo. Sentí que mi cuerpo respondía a sus miradas, sentí mis pezones
endurecerse cuando arrastró
su lengua contra sus labios.
Tragué saliva
al mirarlo, dándome cuenta de que me imaginé su cabello completamente mal en mis sueños esta semana.
Me follé con el dedo durante
horas ayer por la noche utilizando su rostro y el recuerdo
de su voz a modo de inspiración, y verlo en persona sólo me hizo querer sentir su polla dentro de mí otra vez.
Me incliné hacia delante, queriendo ir a verlo,
pero mi visión de túnel empezó
a despejarse y vi que no estábamos
solos en esta habitación.
Lejos de ello.
La mano perfectamente arreglada de su cita se abrió camino hasta su barbilla, y le giró la cabeza.
Hice lo
mismo y pedí dos tragos más. Me bebí
los dos y cuando miré por encima de mi hombro, vi que Yunho se encontraba mirando en mi dirección con deseo innegable
en sus ojos.
Forcé una sonrisa y abrí la
boca muy lentamente, pronunciando: “Vete a la mierda”
antes de salir.
Tomé un puñado de caramelos
de menta de la bandeja de un camarero y corrí de vuelta hacia la galería.
Estaba a mitad de camino cuando sentí mi teléfono vibrar. Un correo electrónico.
Asunto: Nos vemos en
el baño. AHORA.
—Yunho
Apagué el teléfono y seguí caminando hacia las puertas de la galería,
malditamente cerca de correr. Llegué al vestíbulo, pero alguien
me agarró del brazo
y me llevó al otro lado de la habitación.
Yunho.
Traté de zafarme,
pero apretó su agarre y me devolvió la mirada, dándome
una mirada de “No jodas conmigo”
mientras las personas que nos rodeaban
susurraban.
Me llevó a un cuarto de baño y cerró la puerta, entrecerrando los ojos en mi dirección.
—¿Crees que soy repugnante?
—Extremadamente. —Di un paso atrás—. He perdido el poco respeto
que tenía por ti y si intentas poner tus manos sobre mí, gritaré.
—No dudo eso. —El rastro
de una sonrisa
rozó sus labios,
pero no se quedó—. No te has presentado a trabajar
durante cuatro días seguidos.
¿Crees que sólo porque
te follé no te despediré?
—¡No me importa una mierda si me despides
o no! ¿Alguna vez has pensado por qué no he aparecido a trabajar?
—¿Incompetencia?
—¡Estás
jodidamente casado! ¡Casado! Cómo pudiste… —Negué con la cabeza
mientras cerraba la brecha
entre nosotros—. ¿Cómo pudiste omitir esa parte?
—No lo hice —dijo—. Y para que conste… técnicamente no estoy casado, Jaejoong.
—Técnicamente no soy estúpido, Yunho.
—Estás haciendo que sea muy difícil
hablar contigo en este momento…
—Sus labios
casi rozaban los míos.
—Eso es porque no estás teniendo
ningún maldito sentido.
—Me liberé de su agarre y me dirigí a la puerta, pero me agarró por los hombros y me estrelló
contra la pared.
—Es un divorcio contencioso —dijo entre dientes—. Si fueras un verdadero abogado estoy seguro de que no tendría que explicar
qué diablos significa
ese término, pero
ya que
no lo eres…
—Eso significa
que sigues legalmente casado. Significa que si mueres antes de que los papeles
se aprueben, tu esposo, que aún lo es, tendrá derecho a todo lo que alguna vez poseíste.
¡Significa que eres un MENTIROSO! ¡Un jodido mentiroso, que aparentemente está exento de sus propias reglas
estúpidas e ineficaces!
—Lo presenté
—dijo entre dientes—. Él
se negó a firmar, y hay un montón
de mierda complicada que nunca consideraré discutir, pero hemos estado separados y fuera de contacto durante
más de seis años. Seis. Años.
Me encogí de hombros
y traté de poner mi mejor cara de póker, ignorando el hecho de que mi corazón
saltaba con cada latido mientras él secaba mis lágrimas
con su pulgar.
—Nunca te he mentido, Jaejoong —dijo con severidad—. Me preguntaste antes si te había mentido alguna vez y la respuesta sigue siendo la misma. No hablo de mi vida antes de Daegu
con
nadie, pero sí, una vez tuve un esposo
y se presentó en mi oficina por su cuenta. No lo llamé, nunca lo haré, y no lo he llamado desde que dejé Seúl. Nuestro caso es extremadamente complicado y prefiero
no pensar en ello.
—No me importa —le dije—. Sigues equivocado. Aun así olvidaste hablarme sobre él durante seis
meses. Seis. ¡Meses!
—¿En qué momento se suponía
que dijera esa mierda? —Su cara
se puso roja—. ¿En medio de follarte por teléfono? ¿Cuándo rogaba conocer tu culo mentiroso en persona?
¿Cuándo sin saberlo, te ayudaba
con tu maldita tarea?
—¿Qué tal antes de que me follaras? —Odiaba que estar cerca de él sacara mis emociones. No podía pretender actuar inafectado aunque
quisiera—.
¿Qué tal entonces?
Él apretó la mandíbula, pero no dijo ni una palabra.
—Eso es lo que pensé —dije, sabiendo
que gané esto—. Ahora,
estoy seguro de que tú y tu encantadora cita tienen una habitación reservada al otro lado de la calle, así que si no te importa…
—No hay nada entre mi futuro ex-esposo y yo —dijo con dureza—. Nada. Y sí, tengo una habitación reservada al otro lado de la calle. He tenido la misma reservada durante las últimas cuatro noches con cuatro hombres diferentes, pero he sido incapaz de follar
con ninguno de ellos porque parece que no puedo dejar de pensar en
mi incompetente interno
y en cómo sólo quiero follarlo a él.
Silencio.
—Tú… —Sacudí la
cabeza—. ¿De verdad crees que decir mierda
como esa es excitante?
—Sí… —Arrastró sus dedos por debajo de
mi pantalón, rozando ligeramente su pulgar contra la entrepierna de mis boxers húmedos—. Y al parecer tú también…
—El que esté húmedo sólo significa que no puedo controlar
la reacción de mi cuerpo
por ti. Esto no quiere
decir que quiera tener sexo contigo. Te odio.
—Estoy bastante
seguro
de que no lo haces. —Deslizó su mano alrededor de mi cintura
y me acercó, cortándome la respiración.
—Quita tus manos de mí…
—Dilo de forma más convincente y lo haré. —Esperó
mi petición, levantando una ceja, pero no me atrevía a
decir esas palabras.
Nos quedamos mirando el uno al otro durante varios minutos,
dejando que esa cruda y palpable
tensión se construyera entre nosotros antes de que finalmente rompiera el silencio.
—Creo que deberías volver con tu cita… —Mi voz era un susurro—. Has dicho todo lo que tenías que decir, así que… ¿qué más podrías querer de mí?
—¿En este momento? —Arrastró su dedo contra mi clavícula.
—En general… —Moví mi mejilla antes
de que me pudiera
besar—. Nunca volveré
a dormir contigo,
voy a renunciar formalmente a fines de esta semana,
y creo que tenemos que terminar
nuestra supuesta amistad para siempre.
—¿Hablas en serio? —susurró.
—Sí, hablo en serio. —Ignoré la
sensación de su mano apretando mi culo—. Quiero
ser amigo de alguien que esté interesado en más que mi culo.
—También estoy interesado en tu boca.
No tenía respuesta para eso, y él debió intuirlo porque apretó su agarre en mi cintura.
—Sé lo difícil que es para ti decir la verdad —dijo en voz baja—, así que necesito que seas completamente honesto cuando te haga la próxima pregunta.
¿Puedes hacer eso?
Asentí, sin
aliento, y se inclinó más cerca de mis labios.
—¿No disfrutas follar conmigo?
—Ese no es el asunto.
—Esa no es la respuesta. Dime.
Ignoré el fuerte golpeteo en mi pecho.
—Lo disfruto…
—¿De verdad
vas a renunciar? —Me besó.
—No… yo
sólo… —Inhalé una bocanada
de aire mientras su mano tocaba mi pecho.
—¿Tú solo qué?
—Quiero ser reasignado a otro abogado, y no quiero verte más de lo que tengo que…
Me miró a los ojos durante
un largo tiempo, sin decir ni una palabra cuando
finalmente me soltó.
—¿Así es como te sientes realmente?
—En vista de que soy el único de nosotros
que realmente siente algo, sí.
Sí,
eso es lo que siento por
ti.
Parpadeó. Entonces, de repente, me atrajo a sus brazos y apretó
sus labios contra los míos.
—¿Por qué eres tan malditamente mentiroso, Jaejoong? —siseó. Empujándome contra el tocador, mordió mi labio inferior.
Manteniendo sus labios sobre los míos, empujó
mi pantalón hasta el suelo, arrancándome los boxers de un tirón.
—Yunho… —Traté de recuperar el aliento mientras
me levantaba y me ponía sobre
el lavabo—. Yunho, espera…
—¿Por qué? —Agarró mi
mano y
la colocó
sobre su
cinturón, diciéndome que lo desabrochara.
No le respondí. Deslicé mis dedos
por debajo del clip metálico y lo desabroché mientras presionaba
su boca en mi cuello.
Arrastrando su lengua contra mi piel,
susurró—: ¿No has
extrañado follar conmigo?
—Solo fueron
dos
veces.
—Inhalé una bocanada de aire mientras sus manos acariciaban mis muslos—. No es suficiente para extrañarte…
Me mordió con dureza y
se echó hacia atrás, mirándome.
Mi aliento se atascó en mi garganta
cuando deslizó dos dedos dentro de mi culo, provocándome mientras entraba y salía.
—Se siente como si hubieras extrañado follar conmigo… —Empujó sus dedos tan profundo como pudo, haciéndome gemir en voz baja.
Arqueé la
espalda mientras acariciaba mi miembro con su pulgar.
De repente, sacó sus dedos de mí y los llevó a sus labios,
lamiendo lentamente.
—También sabes como si hubieras extrañado follar conmigo.
—
Apretó otro dedo contra mi
entrada palpitante y luego lo llevó hasta mi cara, colocándolo contra mis labios—. Abre la boca.
Separé lentamente
los labios, y entrecerró los ojos mientras deslizaba su dedo contra
mi lengua. Sentí su polla rozar mi muslo, lo sentí usar su otra mano para envolver
mi pierna alrededor
de su cintura.
—Dime que no quieres follar conmigo —dijo—. Que no quieres que entierre
mi polla profundamente dentro de ti
ahora mismo.
Me agarró la cara y apretó sus labios contra los míos, tirando de mi labio inferior con sus dientes.
Me deslicé por el borde del mostrador, a punto de caer, pero de repente me presionó
contra el espejo.
Mantuve los ojos fijos en él mientras
sacaba un condón, se lo ponía y me miraba con la misma expresión de enojo que había llevado
durante toda la noche.
Agarró mis
tobillos y me tiró hacia adelante,
deslizando su polla dentro de mí cuando
mis piernas envolvieron su cintura.
Mis manos arañaron su cuello mientras envestía dentro de mí una y otra
vez.
—He extrañado follarte —dijo con voz ronca, enredando sus dedos en
mi pelo y tirando de mi cabeza
hacia atrás—. ¿Pero tú no has pensado en mí en absoluto?
—¡Ahhh! —grité cuando aceleró sus embestidas. Apreté mis piernas a su alrededor con más fuerza, haciendo mi mejor
esfuerzo para no ceder.
Cerré los ojos y lo
escuché decir mi nombre,
jadeando—: Joder,
Jaejoong … Joder… Pon tus manos sobre el mostrador… —demandó, pero
no le hice caso y apreté
mi agarre alrededor
de su cuello.
—Jaejoong
… —Me mordió el hombro de nuevo; seguía follándome más duro que nunca—. Pon
tus manos sobre el mostrador. Ahora.
Poco a poco desenganché mis manos de su alrededor y las bajé a mis costados,
agarrando el frío mostrador. Lo siguiente
que sentí fue su lengua
girando alrededor de mis pezones,
chupando con fuerza.
Agarré la
baldosa
con más fuerza y sus besos se hicieron
más voraces, más posesivos, y cuando me folló más
y más duro me sentí a punto
de perder el control.
—Yunho… —gemí—. Yunho…
Soltó mi pezón de su boca y deslizó
sus manos por debajo
de mis muslos,
levantándome y fijando mi espalda
contra la pared.
—Sé que te encanta la manera en que te follo, Jaejoong … —Me miró a los ojos, metiendo su polla más profundamente en mi culo—. Y sé que te has tocado todas las noches de esta semana, deseando mi polla dentro de ti en lugar de tus dedos.
Mi miembro
palpitaba con cada palabra suya, y me humedecí más de lo que jamás había estado
en mi vida.
—Dime que es verdad…
—Presionó sus labios contra los míos y deslizó su lengua en mi boca, ahogando
mis gemidos con un beso implacable y enojado—. Finalmente dime algo que sea jodidamente cierto…
Los temblores viajaban arriba y abajo por mi columna,
y estaba a segundos
de venirme, pero él no soltó mi boca.
Seguía besándome, mirándome, rogándome que le dijera
la verdad.
Asentí, esperando que pudiera leer mis ojos y viera que tenía que dejarme ir,
necesitaba ser capaz de respirar.
Se estrelló
contra
mí una última
vez, golpeando ese punto, y me las arreglé para alejar mi boca de la suya.
—¡Siiiiiii! —Mi cabeza cayó sobre
su hombro y jadeé
en busca de aire.
—Jaejoong … —Agarró mi cintura
hasta que dejó de temblar.
Cuando los dos nos bajamos,
hubo algunos golpes al azar en la puerta, unos pocos—: ¿Hay alguien ahí?—, pero ambos nos quedamos
en silencio y sin aliento.
Minutos más tarde, cuando
su respiración parecía
estar bajo control, se retiró de mí, mirándome a los ojos. Arrojó el condón
en el bote de basura
detrás de él y se subió
los pantalones.
Vi cómo se arreglaba en el espejo,
mientras alisaba todo tan bien que nadie sabría nunca que acababa de follarme
hasta la inconsciencia.
Me deslicé fuera del lavabo y miré mi propia cara mejillas enrojecidas, pelo salvaje. Antes de que pudiera acomodar mi ropa, Yunho alejó mi mano y la acomodó
por mí.
Nuestros ojos
se encontraron en el espejo mientras
alisaba mi pelo. Luego se alejó.
—Sabes, es grosero dejar a alguien después de tener sexo sin decir nada
—murmuré.
—¿Qué? —Su mano estaba sobre
el picaporte.
—Nada.
—¿Qué dijiste? —Ladeó la
cabeza—. No soy un lector de mentes.
—Dije que es grosero simplemente irte después de follarme. Al menos podrías decir algo, cualquier cosa.
—No hago la conversación post-sexo.
—No es una conversación post-sexo. —Bufé—. Es parte de ser un caballero.
—Nunca dije que
fuera un caballero.
Suspiré y me di la vuelta.
Esperé oír la puerta
cerrarse, pero sus manos estuvieron de repente
en mi cintura y me dieron la
vuelta para que lo mirara.
—¿Qué se supone que tengo que decir después
de follarte, Jaejoong?
—Podrías
preguntar si fue bueno para mí o no…
—No me gusta hacer
preguntas sin sentido. —Miró su reloj—. ¿Cuánto tiempo tienes
que quedarte aquí?
—Otra hora más o menos.
—Hmmm. —Se quedó en silencio—.
Y mientras nos acechabas
a mi cita y a mí, ¿cuántos chupitos tomaste?
—No los acechaba.
Te he estado evitando toda la semana, ¿o no te has dado cuenta?
—¿Cuántos?
—Cinco.
—Está bien. —Colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja—. Te voy a llevar a casa cuando
estés listo y haré que alguien
deje tu auto en tu apartamento por la mañana. —Me dio un beso en la frente antes de dirigirse
a la puerta—. Sólo llámame.
—Espera —le dije
mientras la
abría—. ¿Qué pasa con tu cita?
—¿Qué pasa con ella?
***
Una hora más tarde,
me deslicé en el interior del auto de Yunho, un elegante Jaguar negro. Mantuvo
la puerta abierta
hasta que estuve cómodo,
y esperó hasta que me puse el cinturón
de seguridad antes de cerrarla.
En su salpicadero, vi una carpeta roja con un sello del estado de Seúl en el centro. La recogí,
pero Yunho inmediatamente me la quitó y la metió en la
guantera.
Parecía ofendido por que la hubiera
tocado, pero rápidamente se giró y aceleró
el auto.
—¿Puedo
preguntarte algo, Yunho?
—Depende de lo que sea.
—Te he buscado en Google
esta semana y no obtuve resultados…
—Esa no es una pregunta.
—¿Por qué no
aparece nada? —Lo miré.
—Porque tengo treinta y dos años y no pierdo mi tiempo en Facebook
y Twitter.
Suspiré.
—¿Y realmente
no has hablado con él en seis años?
—¿Disculpa? —Me miró cuando nos acercamos a un semáforo en rojo—.
Pensé que solucionamos
esto en el baño.
—Lo hicimos,
pero… —Me aclaré la
garganta—. Presentaste una demanda
de divorcio, ¿y no se pudo procesar?
—Se
necesitan dos personas para completar un
divorcio, Jaejoong. Seguramente sabes eso.
—Sí, pero… —Ignoré el hecho de que apretaba
la mandíbula—. ¿No sería más fácil para alguien
como tú hacer que se completara? Seis años es un tiempo bastante largo para estar casado con alguien
que afirmas no amar, así que…
—Te sorprenderías de lo bien que algunas personas pueden hacer girar una maldita mentira para conseguir lo que quieren
—dijo, su voz fría—. Mi pasado
no está en discusión.
—¿Nunca?
—Nunca.
No tiene nada que ver contigo.
Me recosté en mi asiento, cruzando los brazos.
—¿Alguna vez me vas a decir
la razón por la que te fuiste de
Seúl y te mudaste a Daegu?
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero. —Condujo el auto hasta mi complejo de apartamentos—. Porque como te dije hace una hora, esa parte de mi vida nunca sucedió.
—No voy a decírselo a nadie. Sólo…
—Basta. —Me miró cuando detuvo
el auto, y pude ver un mundo de dolor en sus
ojos. Fue lo más
vulnerable que lo había visto alguna vez.
—Perdí algo muy especial
en Seúl hace seis años. —Había pesar
en su voz—. Algo que jodidamente nunca recuperaré, algo que he pasado los últimos
seis años tratando de olvidar,
y si te parece bien, me gustaría
llegar al séptimo año.
Abrí la
boca para decir que lo sentía,
pero él siguió hablando.
—No estoy seguro de si he dejado esto claro en los últimos
seis meses o no —dijo—, pero no soy del tipo de “sentarme y hablar de mis sentimientos”. No estoy interesado en conversaciones profundas y sólo porque te he follado más de una vez y parece que no puedo olvidarme
de ti o de tu boca, no te da derecho a
saber cosas que no le he dicho
a nadie más.
Inmediatamente me desabroché el cinturón de seguridad
y abrí mi puerta de golpe, pero me
agarró de la muñeca antes de que pudiera salir.
—Quise decir lo que dije hace unos meses, Jaejoong … —Ahuecó mi barbilla
e inclinó mi cabeza hacia él—. Eres mi único amigo en esta ciudad, pero tienes que entender que no estoy acostumbrado a tener amigos.
No estoy acostumbrado a hablar
de mierda personal,
y no voy a empezar
ahora.
Silencio.
—Si no te vas a abrir conmigo,
¿qué incentivo tengo para seguir siendo tu supuesto
amigo?
No dijo nada durante
unos segundos, pero luego sonrió.
—Ponte en mi regazo y deja que te lo muestre.
—¿Es una broma?
—¿Me estoy riendo?
—¿Realmente crees que simplemente puedes exigirme
tener sexo contigo siempre que lo desees? —Levanté una
ceja—. ¿Especialmente cuando acabas de decir que nunca compartirás tu vida personal?
—Sí. —Se desabrochó el cinturón
de seguridad—. Ponte en mi regazo.
—Sabes… —Bajé la mirada, notando su polla ponerse rígida lentamente a través de sus pantalones—, he dejado
pasar algunas cosas las últimas
veces que hemos tenido sexo, pero tengo que decírtelo… —Me mordí el labio cuando salí del auto—, realmente no me gusta la mierda de cavernícola posesivo.
Entrecerró los
ojos hacia mí cuando tomé mi bolso y retrocedí.
—Creo que tenemos que darle un descanso
a tu polla, ¿no te parece?
—
Me crucé de brazos—. Tienes
una
audiencia
bastante grande
la próxima semana. ¿No necesitas guardar toda tu energía
para que puedas estar mejor preparado?
—Vuelve al maldito auto, Jaejoong … —Su voz era tensa.
—¿Me estás rogando?
—Te lo estoy ordenando.
—¿No escuchaste lo que acabo de decir?
No respondió. Estiró la mano en busca de la mía, pero cerré la puerta.
—Lo veré mañana,
Sr. Jung. —Sonreí y me alejé.
Jajaja así mi Jae..hazlo sufrir...y pues si su modo de sufrir es dejarlo sin sexo.....pues abstinencia jajajaja
ResponderEliminareso es Jae si no abre su corazón y se muestra sincero con tigo no le des tu tesorito hasta que suelte prenda y se enseñe a ser compartido con tigo
ResponderEliminarGracias
me alegra que finalmente jae lo deje descolocado y con las ganas , bien por el
ResponderEliminarKaram le hizo mucho daño a Yunho por eso el no quiere hablar de su vida.
ResponderEliminarMe gusta que Jae no haga lo que Yunho quiere asi el sabra que el no es uno del monton
Ese es mi Jaejoong dale en donde más le duele a Yunho, muajajaja déjalo en abstinencia, verás que solo llegará a ti y empezar abrir esa vieja herida que le hizo el maldito de Karam 😡
ResponderEliminarJajajajaj a ay yunho en solo tú tienes la culpa jejejjej
ResponderEliminarJae tiene que hacer que Yunho confíe en el y si es necesario tenerlo en abstinencia que lo haga.
ResponderEliminarGracias!!!