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Nada mas que una noche: Capitulo 17

Capítulo 17

JAEJOONG agregó al dibujo de una odalisca unas telas más largas. Quería que sus trajes para la muestra del Instituto de Danzas tuvieran más movimiento y color para que se distinguieran de los demás y pensaba conseguirlo con añadidos originales. Pintaba los nuevos trazos de rojo cuando resonaron tres golpes a la puerta.
Apagó la música que provenía bajita desde la radio y miró la hora. Las once de la noche. Se acercó con paso lento a la puerta, temiendo se tratase de un ladrón, que no eran escasos en el barrio.
— ¿Quién es? —preguntó. Nadie respondía—. No es gracioso —reclamó—. Hable o llamo a la policía.
—Soy yo.
El rostro de Jaejoong se convirtió en piedra. Se puso pálido y le temblaron las piernas. La voz había sonado suave, serena, pacífica, pero era la voz de él. Todavía era la voz de Yunho. Entonces abrió la puerta de par en par.
Él tenía un antebrazo apoyado en el marco de la puerta y la frente sobre el dorso de la mano. Jaejoong se encontró con su atractivo rostro levemente inclinado hacia abajo, pero los ojos alzados hacia arriba, estudiándolo. Se había puesto su traje. ¡Yunho llevaba el traje que él había confeccionado con sus propias manos y un moño de esmoquin!
—Estaba saliendo para una reunión social pero tuve un problema con un botón de tu saco —dijo al tiempo que extendía la mano libre con el botón en la palma—. Me preguntaba si podías coserlo y en pago aceptar que te lleve a la fiesta.
Jaejoong no recordaba cómo se hacía para respirar. Tenía la boca entreabierta como un pez sin que el aire pudiera encontrar el camino hasta sus pulmones. De pronto Yunho frunció el ceño, había pasado a lucir preocupado.
— ¿Tienes algo que ponerte? —agregó con el mismo tono de voz suave—. Porque si no tienes nada, entonces ninguno de los dos irá a una fiesta. Me quedaré aquí, contigo. ¿Puedo pasar algo de tiempo contigo, Jaejoong? Un poco… nada más.
Jaejoong todavía estaba mudo, con la boca entreabierta y los ojos como platos. Al fin pegó los labios y dejó escapar el último resto de aire que le quedaba.
—Sí —dijo—. Sí tengo —aclaró. De pronto se había olvidado el vocabulario, pero con una palabra respondía ambas preguntas—. Pasa.
Yunho no esperó que Jaejoong insistiera. Entró al departamento y se quedó allí parado hasta que él cerró la puerta, le puso llave y volvió a mirarlo a los ojos.
Mucho había cambiado. Para empezar, Yunho ya no lucía acelerado, ni forzaba una mirada implacable. Tampoco pretendía llevarse el mundo por delante.
—Yo… —balbuceó Jaejoong sin saber bien qué decir—. ¿Tienes un momento?
—Estoy llegando bastante tarde, pero sí, por supuesto que tengo un momento —replicó el—. Muchos momentos para ti.
Jaejoong no entendía nada. Después de que lo había insultado y le había recriminado que era un mal profesor y un mal hombre, él venía a buscarlo y le decía todas esas cosas sin un ápice de deseo sexual. O con mucho deseo sexual, pero sin que las palabras fueran algo superficial ni un versito armado para la conquista. Eran palabras reales, eran palabras salidas del corazón. Por eso sonrió.
—Qué bueno —dijo. Casi al mismo tiempo se sintió abruptamente avergonzado—. Disculpa el desorden —se excusó al ver los dibujos y telas extendidos sobre la mesa, los retazos desperdigados por el piso.
—Tú porque no viste mi departamento —lo consoló él —. Si no fuera por Bin, me taparía la basura. Me tapa en mi camioneta.
— ¿Bin? —indagó Jaejoong, todavía sin poder creer la conversación que mantenían. Yunho no le ocultaba nada.
—Bin, mi secretaria, la mujer que conociste en mi oficina.
—Ah, sí —asintió él, conforme. Pero Yunho no se quedó callado.
—En realidad ella es mucho más que mi secretaria — continuó—. Bin es una vieja amiga, una segunda madre para mí. Y la quiero mucho.
Jaejoong asintió sin entender esa extraña confesión de Yunho, como si él quisiera decírselo todo.
—Está bien —dijo sonriente—. Supongo que eso es bueno para ti.
—Lo es.
Se hizo silencio, pero no por eso dejaron de mirarse. Jaejoong leía tanto en esos ojos que sintió miedo, porque aunque reconocía que había mucho por decir, era más lo que se esforzaban por callar.
—Voy a cambiarme de ropa —anunció—. No te preocupes porque no soy de tardar demasiado.
—Qué bueno —replicó él—. Yo también soy muy rápido para todo, incluso para vestirme.
Jaejoong sonrió enternecido.
—Sí, resulta evidente —dijo acerca de la velocidad que siempre llevaba Yunho, que saltaba a la vista en todo.
Yunho también sonrió. Sonrió de verdad, sin reticencias, sin temor de que una sonrisa significara ceder ante las intenciones desconocidas de alguien, porque él creía conocer las de Jaejoong. Jaejoong era una persona de su confianza.
Jaejoong corrió a su habitación. Había mentido, no tenía trajes de fiesta que pudieran hacer honor a una de la categoría a la que seguramente estaba pensando en llevarlo Yunho, pero podía echar mano del que se había confeccionado para el casamiento de Junsu.
Mientras Jaejoong se vestía, se arreglaba el cabello y se ponía algo de maquillaje, Yunho dio una vuelta por el pequeño comedor desordenado. La mesa estaba llena de telas rojas y amarillas, lentejuelas, monedas, hilos y agujas. También había algunos dibujos. De hecho descubrió que Jaejoong dibujaba muy bien, si es que los había hecho él. No le quedaron dudas cuando encontró los lápices de colores con los que pintaba.
Junto al teléfono había un portarretratos. Yunho sonrió cuando vio su fotografía con un hombre y su tarjeta, ¿Cómo se llamaba ese chico? No lo recordaba, pero si algo le disgustó fue que Jaejoong tuviera que verlo con un hombre de cuyo nombre él ni siquiera se acordaba, como souvenir de la porquería que había sido. Que era. Que no quería ser.
Caminó junto a la pared hasta un maniquí donde había un traje de novio todavía no terminado. Alguien se casaba. Después se sentó en la silla que antes había ocupado Jaejoong.
Pensó por un momento que Jaejoong lo haría aguardar una hora o más en venganza porque él lo había hecho esperar en su oficina el jueves, pero eso no ocurrió. Apenas veinte minutos después de haberse internado en la habitación, salió envuelto en un maravilloso conjunto negro, con el cabello suelto y el rostro maquillado con tonos suaves. Sentado como estaba, Yunho estiró las piernas y cruzó los dedos detrás de la nuca.
Jaejoong notó que él lo devoraba con la mirada. Se humedeció los labios resecos sin poder evitar ruborizarse. Asentó un bolso sobre la mesa y de allí extrajo un brillo labial transparente y un espejo. Comenzó con la tarea de pintarse los labios.
Yunho sintió tanta satisfacción de verlo hacer eso que el cuerpo se cobró la molestia. Tradujo el placer en una opresión en el pecho y un deseo desconocido de que aquella acción natural y cotidiana se repitiese incansables veces hasta que pudiera decir que él era su familia, que nunca estaría solo.
Jaejoong rozó un labio con el otro mientras cerraba el espejo y el labial. Yunho había recuperado su buen humor, su picardía y su impaciencia, pero de un modo diferente. Se echó hacia adelante y apoyó los codos sobre las rodillas.
—Así que tienes una boda —arriesgó.
—Ajá —respondió Jaejoong mientras guardaba las cosas en su bolso—. Se casa mi mejor amigo.
— ¿Y estoy invitado? —preguntó él—. Porque yo pienso invitarte a la nuestra.
Jaejoong sonrió con la insinuación, pero no se dejó engañar. Yunho era demasiado inestable, demasiado impredecible para pensar que lo decía en serio. En un momento lo hacía esperar cuarenta minutos fuera de su oficina como si él no valiera nada y al otro le insinuaba que se casaría con él. Jaejoong lo miró con amor, pero sin un ápice de ilusiones.
Yunho supo que él no le creía y no lo culpó. Sabía que no había dado muestras de seguridad antes y no podía pretender que él olvidara todo lo anterior porque las daba ahora.
— ¿Tienes el botón? —pidió Jaejoong con amabilidad. Yunho no dejaba de mirarlo ni había soltado el botón en todo ese rato, porque abrió la mano y allí estaba.
Jaejoong enhebró aguja e hilo y se arrodilló frente a él para hacer su trabajo. Yunho lo observaba con tanta intensidad que lo puso nervioso y lo hizo pincharse un dedo. Después de dejar escapar un suave quejido, se llevó la herida a la boca. Yunho le tomó la muñeca y acercó la delicada mano a sus labios, entre los que atrapó el dedo lastimado. Jaejoong tragó con fuerza. Le salía sangre. A Yunho no pareció importarle. Lo que hacía era como una muestra de confianza o un mensaje que él no alcanzaba a interpretar. Yunho caminaba por los extremos, le gustaba ir siempre por el borde de una cornisa. Hablaba con los actos, se expresaba con la mirada, y a Jaejoong lo atraía su juego.
—Me pones nervioso —confesó, rojo como las telas que lo esperaban para convertirse en trajes de bailarina.
—Quisiera ponerte nervioso todo el tiempo—replicó él con los labios sucios de sangre. La sangre de Jaejoong.
— ¿Por qué? ¿Eres vampiro o algo por el estilo? — bromeó él. Se sentía perturbado por los abruptos cambios de Yunho, estremecido por su contacto.
—Quiero ponerte nervioso para verte ruborizado — repuso él con soltura, hasta con naturalidad—. Se parece mucho a como luces cuando hacemos el amor.
Jaejoong sintió que se deslizaba por un tobogán de sentimientos hasta tocar un fondo suave y mullido donde lo esperaba Yunho para recibirlo entre los brazos. Si era correcto o no dejarse llevar y engañar por esos sentimientos de nuevo no lo supo, pero se sentía tan bien entrar en la fantasía de que él lo amaba, que no pudo resistirse a la tentación y sucumbió ante el sueño. Se entregó al amor que albergaba por él en sus entrañas.
Se alzó para rodearle el cuello con los brazos y Yunho no dejó de responder ante su gesto. También lo abrazó, le acarició el cabello con ternura y lo besó en la coronilla.
—No quiero lastimarte, Jaejoong —prometió—. Quiero darte razones para sonreír.
Durante el corto trayecto que hicieron en el automóvil de Yunho que Jaejoong desconocía, pues siempre lo había visto en la camioneta que él usaba para visitar las obras, se dejó llevar por la sensación de que flotaba en una nube.
Dejaron el coche en el estacionamiento y Yunho lo llevó abrazado de la cintura hasta el lugar donde se desarrollaría la fiesta: el nuevo Centro Médico. En el camino a pie le contó algunas cuestiones de la construcción y respondió a dos preguntas que Jaejoong le formuló en relación con el diseño, curiosidades que solían atacar a cualquiera.
El interior del edificio era tan majestuoso como lo que se veía en la fachada. La fiesta se desarrollaba en el último piso, el que se utilizaría para congresos y reuniones sociales. Ni bien los vio entrar, Yoochun se abalanzó sobre ellos llevando del brazo a su esposa.
— ¡Yunho! —exclamó—. Te esperaba hace dos horas. ¿Pasó algo?
—No —respondió él—. Ya estamos aquí. ¿Te acuerdas de Jaejoong?
Jaejoong sonrió ante la mirada confundida de Yoochun.
— ¿Yoon Changshik? —le recordó él sonriente. El hombre cayó en la cuenta muy rápido porque echó la cabeza atrás y dejó escapar una exclamación de asombro.
— ¡Ah! ¡El diseñador! —exclamó. Los tres involucrados rieron.
Jaejoong se dio cuenta de que muchas miradas reparaban en Yunho, sobre todo de hombres. Sin embargo, prefirió ignorar ese pensamiento. Esa noche, Yunho era suyo, y aunque a la mañana siguiente volviera a sentirse como cualquiera de sus amiguitos, por esa vez quería vivir el momento.
— ¡Jung! —exclamó una voz proveniente de su espalda.
Tanto Yunho como Jaejoong se dieron la vuelta para recibir a quien se les acercaba. Un hombre entrado en años avanzó hacia ellos hasta estrechar la mano que Yunho le ofrecía amablemente.
—Doctor Kim —dijo— Le presento a mi novio.
El hombre miró a Jaejoong y estrechó su mano, pero Jaejoong se había congelado.
—Un gusto —le dijo el médico, quien pronto lo soltó y pasó a mirar otra vez a Yunho—. Tiene tan buen ojo para elegir novio como para la construcción.
Yunho asintió con un movimiento de la cabeza y una sonrisa.
—Él es mi pequeña luz al final del túnel —afirmó estrechándolo más contra su costado.
El médico sonrió ante los enamorados y luego se alejó cuando otra persona lo llamó desde un rincón del cuarto.
Yunho invitó a Jaejoong sentarse con él en unos sillones y le pasó otra vez la mano por la cintura para mantenerlo abrazado. Lo necesitaba cerca, necesitaba su contacto.
— ¿Qué quieres tomar? —le ofreció. El castaño de sus ojos abrumaba, miraba a Jaejoong como buscando que se le internara adentro.
—Lo que sea —respondió él, dejándose abrumar.
Yunho llamó al mozo con un gesto de la mano y tomó dos copas de champán de la bandeja. Después de que el joven se alejara, volvió a hablar.
—Espero no estés molesto —dijo antes de beber un trago.
— ¿Por qué habría de estarlo? —indagó él.
—Porque te llamé mi novio.
Jaejoong pestañeó en busca de ordenar sus sentimientos, alborotados como pocas veces los había notado antes.
— ¿Y lo soy? —preguntó.
—Lo eres —aseguró él.
Jaejoong sintió que el corazón se le llenaba de mariposas, le hacía cosquillas y lo llevaba a sonreír. No podía borrar la curva de sus labios.
—En ese caso, no estoy enojado, estoy feliz —afirmó —. Yunho —él, que hasta ese instante procuraba concentrarse en su copa, lo miró a los ojos—. Te amo.
Yunho lo observó, callado entre el murmullo de la gente que hablaba trivialidades y de la música que allí no sonaba tan fuerte. Alzó una mano y acarició una mejilla a Jaejoong, lo veneraba.
—Eres el hombre más bueno que conozco, Jaejoong — respondió.
Jaejoong comprendió la razón por la cual Yunho no podía dar respuesta a su confesión de amor a pesar de considerarlo su novio y presentarlo como tal delante de todos. Yunho no lo amaba. Lo necesitaba, pero eso no era lo mismo que amar. Aun así, no se atrevió a alejarse. Quizás algún día él descubriera que albergaba también ese sentimiento como acababa de descubrir que Jaejoong le era necesario.
—Y te soy fiel hasta la muerte —agregó Yunho de inmediato.
Una lágrima abandonó los ojos de Jaejoong y se deslizó por su mejilla rosada hasta llegar al dedo de Yunho, que la escurrió con calma.
Él no hablaba de amor, hablaba de sexo, pero por algo se empezaba.
—Qué bueno —replicó él, conformándose con lo que Yunho pudiera darle. Ya no le valían el orgullo ni la dignidad porque lo amaba. ¡Oh, cuánto lo amaba! Y sin él simplemente se quedaría sin aire—. Porque yo también lo soy.
Yunho miró la pista de baile. Quería hacer feliz a Jaejoong y para eso jamás le mentiría y haría siempre lo que sabía que a él lo reconfortaba. Podía suplir la falta de amor con el inmenso afecto que sentía por él, con acciones que lo mantuvieran flotando entre las nubes. No podía amarlo, él ya había prometido eso a otra persona, a alguien que podía soportar un amor egoísta y duro como el suyo. Porque él era como su padre, y la gente como Kyung solo sabía herir.
— ¿Bailamos? —le preguntó. A Jaejoong le gustaba bailar y él estaba dispuesto a darle todo para compensar la prohibición de retribuirle el amor que él le daba.
—Creí que no bailabas —replicó Jaejoong esforzándose por sonreír.
—Pero quiero bailar esta canción contigo —respondió él.
Jaejoong sonrió y se dejó llevar a la improvisada pista de baile donde Yunho lo estrechó contra su pecho y lo transportó al mundo que soñaba con los acordes de If you leave me now.
En el transcurso de la noche, todos se acercaron a saludar a Yunho. Se hacía evidente que era reconocido en su ambiente y que a partir de ese día nadie tendría dudas de que Jaejoong era su novio, porque así la había presentado ante todo el mundo.
Una fotografía coronó el momento, una que Yunho no se negó a que le tomaran abrazado a Jaejoong. Incluso pidió al fotógrafo mediático una copia que el hombre prometió hacerle llegar.
Yunho tenía el mundo a sus pies. Era tan apuesto, tenía una sonrisa tan encantadora y una mirada sensual que Jaejoong no alcanzaba a comprender cómo o porqué lo había elegido a él para esa velada y todas las demás que le había prometido ahora que era su novio.

11 comentarios:

  1. Ouch! duele saber que no lo amará, que aunque las palabras sean lindas al final solo son eso, palabras pues su corazón no albergará el amor que tanto tiene Jaejoong.

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  2. Que mal que Yunho no quiera amar a jaejoong
    solo por que sigue con elr ecuerdo del pasado de Heechul
    Jaejoong de verdad es el mejor hombre para él, conti

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  3. duele duele que no te amen, es asi, y Jaejoong como lo siento por el no se lo merece pero quiere estar con Yunho, eso es lo mashermoso, su amor hacia Yunho es puro, me gusta que Yunho sonria con el y sea diferente, a que lo llevara espero que a algo bueno

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  4. ay Yunho y yo pensaba que por fin habias caido con Jae, como se te ocurre hacerle eso, pedirle que este a tu lado pero sin amarlo, como una persona puede ser tan tonta? si tu piensas que le haces bien, estas totalmente equivocado solo lograras dañarlo mas.
    Me da pena Jae como pudo aceptar eso, yo se que lo ama mucho pero eso solo lo va dañar, ojala que todo mejore para ellos :)

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  5. Yunho solo quiere a Jae como un bote salvavidas que lo saque de la vida q lleva ...
    Pff se me hace q al pobre de Jae no le irá todo tan bien...
    Duele y mucho amar a alguien y no ser correspondido :/...
    Solo espero q Yunho no lastimé más a Jae

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  6. que triste, espero y Jae pueda sacar a Chul de la mente de yunho...porque del corazón no....creo que YunHo nunca a amado realmente a Chul. solo fue un espejismo y aun no se a dado cuenta.

    gracias por el capitulo

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  7. awww este capitulo estaba bonito
    poco a poco yunho va a demostrar sus sentimientos por jaejoong por que también lo ama *w*
    me gusto cuando yunho se puso su traje de jaejoong y lo presento como su novio awww que lindo :3 :3
    jaejoong sana el corazón de yunnie ♥

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  8. Es lindo saber que lo acepta como novio, aunque es triste que no pueda amarlo aún. Se que Jae hará que Yun lo amé tanto como él lo hace.
    Gracias por compartir.

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  9. Si lo ama,solo que no lo quiere aceptar, bueno veremos qué pasa.
    .gracias

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  10. Si lo ama,solo que no lo quiere aceptar, bueno veremos qué pasa.
    .gracias

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  11. Yunho también amará a Jae, porque éste le enseñará ha hacerlo y aquí no habrá traiciones solo amor.

    Gracias!!!

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