Capítulo 20
COMO todavía no
había terminado de alistarse para ir al teatro, Jaejoong pidió a Yunho que lo
esperase en el comedor. Cuando salió del cuarto, lo halló hurgando en el
bolsillo. Sabía que buscaba los cigarrillos, entonces se lo impidió
—No hagas eso
—le rogó—. A ti te hace mal y a mí no me gusta besarte con olor a cigarrillo.
¿Me das permiso para prohibirte una cosa, como hacen todos los novios? — Yunho sonrió
mientras asentía—. Te voy a prohibir fumar.
Yunho se mordió
el labio inferior, divertido y a la vez preocupado por no poder cumplir.
Intentaría no fumar por lo menos cuando estaba con él. Lo vio sacar algo del bolso.
Era una tira de chicles verde que decía algo de la nicotina. Servían para dejar
de fumar.
—Lo tenías todo
planeado, ¿no? —le preguntó, risueño.
—Todo
—respondió Jaejoong con inocencia—. No veía la hora de que sacaras un
cigarrillo para darte el paquetito de chicles.
Yunho rió y lo
besó enternecido. Luego se encaminaron al auto.
— ¡Estoy tan
excitado! —comentó Jaejoong mientras él conducía—. ¡Un premio! Yo nunca me gané
nada, ni siquiera un sorteo o un trofeo por dibujos en la escuela — Yunho solo
sonrió—. Pero tú no te ves para nada excitado con este asunto, ¿es porque estás
acostumbrado a ganar?
—No…
—reflexionó él. En realidad no tenía idea de lo que se sentía estar conforme
con algo.
—Dime: la
primera vez que recibiste un premio, ¿estabas excitado? — Él se encogió de
hombros.
—Nervioso, tal
vez, excitado no. Cada vez que tengo que enfrentar un público siento que me
muero.
— ¿Tú? —Jaejoong
no lo podía creer. Él parecía siempre tan desenvuelto, tan simpático y cómodo
cuando atraía la atención de todos.
—Sí, mira —le
dijo, y asentó una mano sobre el antebrazo de él para demostrárselo. Estaba
helada y húmeda. Jaejoong sonrió.
—No te
preocupes, porque nadie se da cuenta.
Yunho lo miró,
fugaz.
—Me alegro de
que lo notes tú.
Jaejoong se
sintió halagado porque Yunho valorase que él fuera la única persona de todas
las que se encontrarían en la sala que sabría lo que de verdad se agitaba en su
interior, pero no pudo decir nada enseguida. Se había quedado pensando en otra
cosa.
—Es un logro
tan importante, algo que muchos quieren pero pocos pueden alcanzar —agregó poco
después—. ¿Por qué no te sientes excitado, feliz?
Yunho se
humedeció los labios y suspiró. No sabía dar respuesta a eso porque en realidad
no tenía idea de por qué nada lo conformaba. Jaejoong ni se imaginaba lo desesperante
que resultaba jamás sentirse realizado con nada, ansiar siempre más y que
cuando lo ansiado llegaba, se asemejase a nada.
—No lo sé
—concluyó. Jaejoong le acarició la mejilla con ternura. Como se había detenido
por un semáforo en rojo, él lo miró.
— ¿Cuándo piensas
parar? —Jaejoong le sonreía como un ángel caído del cielo para aliviar su
pena—. ¿Hasta dónde piensas seguir?
Un bocinazo
acabó con la filosofía. El semáforo se había puesto en verde y debían haber
avanzado hacía un momento, solo que el conductor que los seguía no tenía paciencia.
Jaejoong sabía
que él estaba de paso, que no era más que un escalón en la vida de Yunho,
porque él quería más, siempre más, y la inmovilidad lo acobardaba. Yunho era inestable,
exigente hasta el hartazgo, un luchador de convicciones muy peculiares. Si un
hombre podría haberlo retenido, esa era su ex esposo, Jaejoong lo sabía muy
bien y eso lo destrozaba.
—Te amo, Yunho —susurró
mirándose las manos.
Como de
costumbre, él no respondió, pero Jaejoong no sabía el huracán que se desataba
en el interior de Yunho cada vez que él decía esas palabras y él se quedaba
mudo. ¿Podía Jaejoong resistir su silencio? ¿Hasta cuándo? Esperaba pudiera
hacerlo durante mucho, mucho tiempo que pasaría a su lado aunque fuera en
silencio.
— ¿Te acuerdas
de los japoneses del barco?
Jaejoong lo
supo: Yunho pretendía pagarle la falta de amor contándole un secreto. Daba una
cosa por otra como si fueran lo mismo, y Jaejoong se lo permitía solo porque lo
amaba y no quería perderlo. Sabía que Yunho se iría. Lo sabía y eso lo
desesperaba porque no podía abrir su corazón. No podía mandar sobre sus
sentimientos.
—Sí —replicó
con obediencia. Quería gritarle que no podía vivir sin amor y condenarlo a él a
vivir sin amar, pero a cambio apenas susurraba asintiendo la propuesta de cambiar
amor por secretos.
—Invierten en
un proyecto que estoy desarrollando en un lugar secreto —continuó él.
Yunho parecía
más entusiasmado porque investigaba una novedad que porque fuera a recibir un premio
por algo ya conseguido. Yunho hacía eso: luchaba y luchaba hasta que llegaba a
un punto que luego le parecía nada, y solo le restaba seguir luchando. A Jaejoong
no le hubiera extrañado que al descubrir eso que buscaba en aquel lugar secreto
al que se refería, se sintiera indiferente, después de haber buscado tanto.
—Si lo consigo,
mi nombre va a pasar a la historia — siguió él ante la dispersa mirada de Jaejoong,
que se fingía interesado en el asunto aunque lo que en realidad hacía era aguantar
el llanto—. Busco que mi sistema resista cualquier terremoto, y entonces estará
listo. Bonito, resistente y barato.
Jaejoong asintió
con calma. ¿Cuánto estaba dispuesto a resistir? ¿Cuánto estaba dispuesto a dar?
Después de la
velada, creyó que ya se había repuesto del mal trago. Se había entretenido
viendo a Yunho subir al escenario, recibir el premio, agradecerlo. Hasta lo
había saludado desde el palco. Pensaba en ya no decir a Yunho que lo amaba, y
entonces se ahorraría el dolor, pero se le escapaba del alma, como sucedió esa
noche mientras hacían el amor.
Comenzaron en
el ascensor, apenas con un beso. Yunho le preguntó cómo había estado y si se lo
había notado nervioso, Jaejoong le dijo que era el hombre más lindo del mundo y
lo besó. Pretendió alejarse, pero él no se lo permitió. Puso una mano detrás de
su cabeza, la pegó contra su boca e irrumpió en la de él con su lengua, que esta
vez no se movía lenta sino posesiva en la deliciosa cavidad de Jaejoong. Jaejoong
se puso en puntas de pie y colocó los brazos alrededor de su cuello. Yunho aprovechó
la acción de su novio para rodearle la cintura y arrojarlo contra la pared
espejada del cubículo. Amortiguó el golpe con su propia mano y luego arrimó la
espalda de Jaejoong despacio.
Dejó una mano
apoyada en el espejo. El frío del elemento contrastaba con el intenso calor que
despedía su cuerpo y causaba una excitante sensación de electricidad en la
espalda ligeramente desnuda de Jaejoong, a causa de la camisa transparente por
la parte de atrás. Yunho utilizó la mano libre para tocar un pezón de Jaejoong por
sobre la tela de su ropa. Él gimió. En
ese momento, Yunho abrió los ojos.
Vio el rostro
enrojecido de su novio, que tenía los ojos cerrados, y el reflejo de ellos dos.
Eso desató su fantasía, era tan apasionante que quiso compartirlo.
Giró a Jaejoong
entre los brazos para dejarlo de espaldas a él y de frente al espejo. Le rodeó
la cintura con un brazo y le pegó el trasero a su entrepierna. Bajó una mano y
la arrastró desde la rodilla de Jaejoong hacia el muslo, para poder bajar el
pantalon, que empezó a resbalar por sus piernas cuando logro desabrocharlo y
siguió con su tarea de caricias. Jaejoong sintió que los dedos le quemaban la
piel sensible de la pierna. Como todo había sucedido tan rápido, todavía lucía
confundido, entonces él se explicó.
—Mira —le
susurró al oído—. ¿No te gusta vernos?
Jaejoong abrió
los ojos. La imagen le llenó las retinas: ellos dos con las mejillas encendidas
de placer, las pupilas bañadas de pasión. Tragó con fuerza, los labios le temblaron.
Yunho no esperó respuesta, la leyó en los ojos de Jaejoong, por eso siguió
estimulándolos.
Jaejoong se
aferró al pasamanos que dividía el espejo en dos mitades y entreabrió los
labios hinchados y rojos mientras Yunho se apretaba más contra sus nalgas rodeándole
el pecho. Era la imagen más excitante que Jaejoong había visto nunca: un brazo
rodeándole la cintura y una mano que, de su pierna, había pasado a friccionarle
un pezón por sobre la camisa. Los dedos se deslizaron por debajo de la tela y
le robaron un pezón, que se estremeció por el contacto. Desde allí partió una
corriente eléctrica que repercutió en su sexo.
—Paralo…
—musitó Jaejoong. Respiraba con agitación. Sentía latir el deseo de Yunho en
sus nalgas y se le anulaba la razón—. Detenlo.
Se refería al
elevador. Pero Yunho no hizo tiempo a estirar una mano hacia la botonera que se
oyó un ruido suave que indicaba la detención. Los dos se dieron la vuelta como
niños atrapados haciendo una travesura. Yunho se despegó de Jaejoong, quien
rápidamente acomodo sus ropas con la ayuda de su novio, Yunho le pasó un brazo
por sobre los hombros y fingió su mejor cara de aburrido. A Jaejoong no le
resultaba tan fácil engañar; con las mejillas rojas y el rostro surcado por el
deseo insatisfecho, lo único que atinó a hacer fue acomodarse mejor el
vestuario y luego bajar la cabeza, rogando que nadie se diera cuenca de lo que
acababa de suceder allí dentro.
El matrimonio,
correctísimo, de esos que estás cerca de las bodas de oro, vestía de gala.
—Buenas noches —saludó
el caballero.
—Buenas noches
—replicó Yunho con una respetuosa inclinación de la cabeza.
—Es una noche
calurosa, ¿cierto? —comentó el señor de frac en relación con el clima, típica
conversación de ascensor compartido con extraños. Jaejoong se esforzó por contener
la risa, pero un sonido áspero escapó de su garganta. La pareja lo miró
extrañada. Yunho sufrió el mismo inconveniente.
—Ni que lo diga
—contestó, muriéndose por dentro. Jaejoong se echó a reír. Ya sin poder
contenerse, Yunho lo imitó. Los viejitos de categoría los miraron como a dos
locos, y hasta dieron un paso al costado pretendiendo alejarse de ellos.
Descendieron en
el piso de Yunho, todavía riéndose del asunto. Sin embargo, ni bien las puertas
del elevador se cerraron, Yunho le despegó los pies del piso y lo arrastró
contra la pared, amortiguando de nuevo el golpe con el brazo.
Se besaron como
dos adolescentes apurados. Yunho lo alzó sobre su cadera y Jaejoong enredó las
piernas alrededor de él. La frialdad de la pared le erizó la espalda, como
antes lo había hecho el espejo. Levantó los brazos, Yunho pasó las manos por
detrás de ellos, fue bajándolas, le desprendió el cierre del pantalos y luego, como
no salía la camisa por los brazos con facilidad, la rasgó. Un grito de éxtasis
surgió de los labios de Jaejoong. Todo en una fracción de segundo.
— ¿Me vas a
arrancar todos las camisas que tenga? — interrogó él fingiéndose molesto.
Parecía dormido, pero estaba demasiado excitado. Y por Dios que adoraba que él le
rompiera la ropa.
—Todas. Total
las arreglas tú, y si no te haces otra. Me gusta arrancarte la ropa —contestó
él con tono seductor. Jaejoong rió. Era imposible no reír con Yunho.
Volvieron a
abrazarse y a besarse con pasión desenfrenada. Jaejoong deslizó los dedos por
el cuello de Yunho hasta dar con el moño del esmoquin, del que se deshizo sin
ver. Lo arrojó al piso. El avanzó unos pasos llevándolo consigo hasta la
puerta, donde digitó unos números en un panel, también sin mirar, mientras las lenguas
se entrelazaban en las bocas, y la madera se abrió.
Al tiempo que
avanzaban contra la pared besándose, Jaejoong, prendido a la cadera de Yunho,
buscó a tientas los botones de la camisa y comenzó a desprenderlos sin tiempo
que perder. No llegó a los que se escondían dentro del pantalón. Pasó las manos
por el pecho desnudo del hombre, apartó las mangas para que dejaran al
descubierto los hombros y los besó. Mordió la piel y eso lo hizo emitir un
quejido de exaltación.
—Perdón
—masculló Jaejoong antes de pasarle la lengua insistentes veces donde pensó que
lo había herido.
—No es dolor,
es lujuria —explicó él sin dar mayores vueltas, y lo arrastró consigo hasta
otra pared, cada vez más cerca del cuarto—. Dame más de eso. Me gusta.
Jaejoong le
tomó el rostro entre las manos, lo apretó y le mordió los labios. Le encantaba
hacerlo. Presionó más las piernas alrededor de la cadera de Yunho para sentir
la dureza de su miembro en la zona erógena de Jaejoong, lo que lo hizo gemir de
placer. Yunho se apartó sin soltarlo. Echó una mirada encendida al cuerpo que
tenía delante de los ojos: la piel blanca resplandecía.
Atrapó un pezón
y lo frotó eso lo hizo humedecer. Mientras tanto besó los labios que, rojos y
entreabiertos, procuraban un poco de aire entre tanta pasión. Acerco los labios
a un pezón para besarlo con la lengua. Jaejoong tembló ante la calidez de la caricia,
cerró los ojos y echó la cabeza atrás emitiendo un sonido ahogado desde la
garganta. Yunho acaricio el otro pezón, los dos se abultaban. Luego llevó las
manos a las nalgas de Jaejoong y, sosteniéndolo contra su cadera, hizo el
trayecto más largo: lo llevó a la habitación.
Lo depositó
sobre la cama con suavidad pero con urgencia. Se desprendió los pantalones
mientras Jaejoong hurgaba en el cajón de la mesa de luz. Halló la caja de condones
cerrada y se rompió una uña por tenerla lista para cuando él, completamente
desnudo, le deslizó el pantalón por las piernas.
—Segundos
afuera —bromeó con el boxeador mientras se deshacía también de la ropa interior
que faltaba. Jaejoong rió, preso de un deseo abrumador que le recorría el
cuerpo como pequeñas serpientes, mientras deslizaba el preservativo por el
miembro de su amante. Luego abrió los brazos y Yunho se refugió entre ellos.
Lo penetró de
una sola vez, rápido y firme. Le estiró los brazos y se los colocó por sobre el
cabello, que se desparramaba en la almohada y en
el edredón negro. Jaejoong echó la cabeza atrás. Sentía las manos calientes de Yunho
cerrarse en sus muñecas, apretarlas hasta casi hacerle perder la sensibilidad
en los dedos. Qué bueno era todo eso, qué increíble. Yunho sabía exactamente
qué, cómo y dónde hacer para que Jaejoong se olvidara del mundo. Lo embestía
con tanta fuerza y aprisionaba su miembro entre ambos que le hacía temblar las
piernas.
Abrió los
párpados. Yunho lo miraba. Y fueron los ojos de ambos los que gritaron antes
que sus gargantas la recta final de aquel encuentro.
—Me embrujaste
—le dijo Yunho besándolo. Todavía no abandonaba el cubículo estrecho que lo
retenía.
Jaejoong no
respondió con palabras. Le mordió los labios, le besó las mejillas y le lamió
el lóbulo de la oreja. Eso los puso a tono de nuevo, las embestidas se
reiniciaron y no mermaron hasta que otra vez abrieron los ojos y en silencio
gritaron por segunda vez que habían acabado.
—Eres
maravilloso, Jaejoong —le dijo Yunho sobre su cuerpo, besándole el cuello, sin
salir de su interior. La rapidez había dado paso ahora a una lentitud
dolorosa—. El más hermoso de todos —luego lo besó en los labios y le preguntó,
todavía sobre ellos—. ¿Sabes por qué no te llamás Karam?
— ¿Porque no
soy el más hermoso del reino, después de todo? —arriesgó Jaejoong divertido,
con los brazos alrededor del cuello de su novio.
—Lo eres. Pero
definitivamente los romanos fueron un imperio mucho más importante que el
griego —replicó Yunho jugando a deslizar un dedo por el interior del brazo de
Jaejoong, todavía en alto. Jaejoong sonrió.
—Pero sin los
griegos, los romanos no habríamos crecido en varios aspectos de nuestra cultura
—dijo. Yunho asintió.
—Es cierto,
pero la ley natural es que el alumno supere al maestro.
—Eso sí que es
verdad —concedió Jaejoong —. ¿Quieres que te demuestre cuánto te supero?
—bromeó. Yunho se lo tomó en serio, era una promesa demasiado tentadora como
para resistirse.
—Me encantaría.
Jaejoong puso
las manos sobre los hombros de Yunho y lo impulsó hacia atrás. El obedeció.
Gruñó al salir de Jaejoong, pero el malestar pasó muy rápido: enseguida tuvo
que respetar otra orden. Jaejoong lo hizo invertir posiciones. Yunho quedó con
la espalda sobre el colchón, y Jaejoong sobre sus piernas. Le arañó el pecho.
Percibió que él se tensaba de nuevo debajo de su cuerpo y lo miraba como
drogado por sus encantos, entonces le hizo una promesa:
—Si te pones
así por esto, no sabes lo que te va a pasar con lo que te voy a hacer…
El miembro de
Yunho se hinchó más. Y Jaejoong se sintió fuerte: tenía el poder de poner a Yunho
en estado de coma.
Fue
deslizándose hacia atrás lentamente, mientras besaba y lamia el torso de Yunho.
Mordió aquí y allá; escuchaba los sonidos que se escapaban de la garganta de
Yunho cada vez que hacía eso, la respiración que se le agitaba, y así se iba
poniendo otra vez en circunstancia Jaejoong también.
Cuando llegó al
sitio deseado, quitó el preservativo, lo dejó caer en la alfombra y sucumbió
víctima de la duda. No sabía qué hacer, cómo gustar. Y también pensó que
volvería a probar sabores extraños. Pero no había sido tan malo la otra vez, de
modo que solo limpió la zona con las manos y con esas ideas en mente, ejerció
cierta presión en la base y comenzó. Una, dos, tres veces, cada vez más al
fondo de la garganta, más rápido, porque así se lo exigían los gruñidos que
Yunho dejaba salir. Tanto hizo que sintió arcadas y Yunho lo detuvo tirándole
con suavidad el cabello. No aguantaría mucho más tiempo sin acabar y no quería
hacerlo dentro de su boca.
Jaejoong alzó
los ojos. Escondido entre las piernas del hombre, lo miró con una mejilla
todavía rellena y Yunho sonrió. Sostenía un preservativo nuevo con la mano
libre y en sus ojos destelló una luz extraña. Fue el instante preciso en que a Yunho
se le cruzó por la mente una pregunta. ¿Qué tenía de distinto el sexo que
experimentaba con Jaejoong, si ya lo había hecho prácticamente todo con otros?
Porque a decir verdad, nunca se había sentido tan excitado y feliz como con
Jaejoong. La posición sexual más tradicional del mundo con Jaejoong era mejor
que la más placentera y rebuscada con otros, incluso con Heechul.
Para evitar que
él se ausentara del acto, Jaejoong se puso de rodillas sobre la cama dispuesto
a respetar su pedido mientras Yunho se colocaba el condón. Luego lo tomó de la
cadera y lo hizo sentarse sobre él. Jaejoong se deslizó hacia abajo,
internándolo en él. Arriba y abajo. Arriba y abajo. Desde allí podía manejar el
ritmo y además se hacía mucho más cómodo porque Yunho le acariciaba los pezones
todo el tiempo, y a veces deslizaba una mano por todo su torso y su cadera
hasta atraparle una nalga. Iba lento, luego rápido, de nuevo lento, hasta que
sin salir de su interior Yunho lo abrazó y
lo giró para dejarle la espalda sobre el edredón desordenado.
Se impulsó más
adentro tomándose del respaldo de la cama. Les estaba costando llegar al clímax
porque no habían respirado entre una relación y otra, e iban ya por la tercera.
Yunho lo besó en los labios, lo miró con la pregunta latiendo en las pupilas y
entonces gritaron juntos el tercer orgasmo.
Jaejoong le
tomó el rostro entre las manos, lo miró y le dijo la verdad que escondían sus
pupilas.
—Te amo, Yunho.
Te amo.
Lo abrazó de
inmediato, no quería que él viera el brillo de sus lágrimas. El no obtener
respuesta era algo esperado, pero aun así ¡cuánto dolía!
Horas más
tarde, mientras amanecía y el sol se filtraba por el enorme ventanal del
cuarto, Jaejoong abrió los ojos. No estaba solo, los de Yunho lo observaban
desde un abismo.
¿Por
qué no puedo amarte, Jaejoong?, se preguntaba.
¿Por qué
no puedo reconocer que te amo?
—Dime lo que
estás pensando —pidió Jaejoong enseguida. Yunho se humedeció los labios.
—En que eres hermoso…
—fingió una sonrisa.
—No es verdad
—replicó Jaejoong con calma—. Pensabas: «
¿Por qué no puedo amarte, Jaejoong? ¿Por qué si eres tan hermoso?».
Yunho no quería
verlo a los ojos, no quería reconocer que Jaejoong estaba a punto de llorar por
su culpa, por eso lo estrechó contra su pecho y lo besó en la sien. Tenía al mejor
hombre del mundo entre sus brazos y su corazón se cerraba a él como a todo lo
que alguna vez le había hecho bien en la vida. Era egoísta e insensato, lo
estaba haciendo perder el tiempo a su lado, ¡pero no podía dejarlo ir! Lo necesitaba
como a la respiración misma.
Jaejoong se
despidió de Yunho antes de que Bin llegara a su departamento. Yunho tenía un
mal presentimiento, pero se esforzó por ocultarlo. Jaejoong estaba serio,
triste, suspiraba.
— ¿Te llevo al
aeropuerto? —ofreció Yunho. No quería separarse de Jaejoong y estaba dispuesto
a acompañarlo a recibir a Junsu, que llegaba de su luna de miel, para pasar más
tiempo con Jaejoong.
—No es
necesario —respondió Jaejoong sin perder la seriedad que lo recubría—. Voy
hasta su casa y su primo me lleva con él en su coche.
No era enojo,
no era maldad. Era frustración, pena y dolor.
Yunho se
odiaba. No quería que Jaejoong perdiera todo su brillo, su alegría, por su
culpa. No insistió en acompañarlo, quizás Jaejoong necesitara un tiempo a solas
y luego todo volviera a la normalidad, al menos a la que él le imponía. Cuando
vio llegar a Bin, se esforzó por fingir que todo estaba en orden con una
sonrisa falsa. La mujer los halló en la puerta del edificio.
— ¿Te vas?
—preguntó a Jaejoong.
—Sí —replicó
éste sin poder sonreír como Yunho hacía.
—Ya ves, Bin
—bromeó él con rostro exageradamente compungido—. Mi novio me deja solo todo el
domingo.
—Perdóname —se
disculpó Jaejoong con sinceridad—. Mi mejor amigo llega de luna de miel y
quiero ir a recibirlo.
—Eso está muy
bien —coincidió Bin.
—Chau, Bin —la
saludó Jaejoong. Se dieron un beso.
—Chau.
Bin lo observó
alejarse y luego se volvió hacia Yunho. Él también miraba a Jaejoong desde un
sitio apartado del mundo, donde solo existían él y sus enmarañados sentimientos.
—Definitivamente
eres el hombre más afortunado del mundo —comentó Bin como al pasar, percibiendo
que algo sucedía. Pensaba que Yunho había hecho una mala trastada a Jaejoong y
apostaba que Jaejoong no lo merecía.
—Es hermoso
—concluyó él.
—Y te ama
—repuso la mujer—. Eso es lo importante.
A Yunho no le
hacía falta que Bin le dijera que Jaejoong lo amaba. Su segunda madre tampoco
se daba cuenta del impacto que ese comentario tenía en él en un momento como
ese.
* * *
Jaejoong se reencontró
con Junsu. En el hogar recién estrenado, los cuentos de los novios le hicieron
olvidar por un rato el dolor que albergaba en su conciencia. Sin embargo, al
regresar a casa, una singular sensación de soledad se abatió sobre él como
polvillo se desperdigaba por los muebles. Probó suerte deshaciéndose de él por
sobre el desorden que siempre lo caracterizaba, pero el dolor continuaba
instalado en su pecho, lo seguía como una sombra.
Acabó sentado a
la mesa del comedor, pensando en que no daban las cinco de la tarde y él ya
estaba solo en casa, y Yunho solo en su departamento. Hubiera querido correr a él,
pasar lo que quedaba del día a su lado, pero se contuvo. ¿Hasta cuándo haría el
papel de tonto, del que no se daba cuenta de que desperdiciaba su amor y la
vida al lado de un hombre que no lo amaba? Yunho era honesto, tal como le había
prometido, y ni siquiera procuraba mentirle respecto de su amor. No le
respondía cuando él le decía que lo amaba. Que lo hubiera hecho sin sentirlo
habría sido peor, se consoló. Sin embargo, ¡cuánto daba por una mentira!
Tenía que ir
desprendiéndose de Yunho y lo sabía. Tenía que abandonar el amor absurdo que
albergaba en su corazón, que latía desenfrenado cada vez que lo veía. Tenía que
desterrarlo de su mente, por eso no lo llamó, e intentaría no hacerlo mientras
le restaran fuerzas para resistirse a sus propios sentimientos. Hablar… no
podía. Sabía que con solo tenerlo enfrente acabaría rindiéndose a su corazón
enamorado, y así se convertiría en un ser egoísta. ¿Hasta cuándo lo haría a
Yunho vivir sin amar?
La mañana del
lunes la pasó recorriendo comercios, tratando de dejar prendas en consignación.
Solo en uno le tomaron dos blusas: en una tienda de ropa, como si sus prendas
hubieran sido usadas. Se sentía tan triste por su mala suerte sentimental y
profesional que ni siquiera almorzó. Además, no tenía nada para comer y no
había cobrado sus últimos trabajos. La gente estaba a fin de mes, y si tenían
que deberle a alguien, era al modisto.
Jaejoong suspiró
y se encorvó sobre la máquina de coser para terminar más trabajos y verificar
si tenía la dicha de que esas personas le pagaran, así podría comprar algo para
la cena. Estaba cansado y de mal humor como para soportar que golpearan a la
puerta. Aun así, cuando la oyó, se levantó y preguntó quién era.
— ¡Changmin!
—exclamó la voz de Lee del otro lado.
Lee jamás había
pisado su casa. Si se atrevía a ir allí era porque pasaba algo grave. Jaejoong abrió
sin dudar.
El grandote
olía a alcohol y a mugre. Jaejoong apretó las manos e intentó mantenerse en su
sitio para que él no pudiera entrar, pero ni bien le fue posible, Lee puso un pie
adentro y empujó a Jaejoong hacia atrás.
—Dime qué pasó
con Changmin y vete ya mismo — indicó él sin perder su centro.
—Tienes solo
dos formas de hacerlo, pero de una u otra manera lo vas a tener que hacer.
—No entiendo de
qué hablas —lo interrumpió Jaejoong —. Si no viniste por Changmin, retirate ya
mismo.
—Por las buenas
o por las malas —continuó él, ignorando su orden.
—Sal de mi
casa, Lee —replicó Jaejoong —. ¡Ahora!
Lee se lanzó
contra él, pero no lo tocó. Se detuvo a un paso. Jaejoong se hizo hacia atrás
para no respirar su aire viciado.
—Necesito
plata. Tienes que darme mil pesos — reclamó él mostrándose peligroso—. Nadie
más puede.
Jaejoong entrecerró
los ojos.
— ¿Qué te pasa?
—le espetó—. Sacaselos a Karam y a mi madre, como has hecho siempre. Ni
siquiera te da vergüenza que tu hijo te vea así, que siga tu mal ejemplo.
—Me vas a dar
los mil pesos —él sonaba amenazante, pero Jaejoong no le tenía miedo.
—No tengo —se
defendió—. Estaba cociendo para cenar, ni siquiera almorcé.
—Pedíselo a tu
novio. Si sale contigo en las revistas, es porque es adinerado.
Jaejoong entreabrió
los labios. ¡Lo sabía! ¡Sabía que el ser públicamente novio de Yunho traería
problemas!
— ¿Quién te
crees que eres? —Enfrentó al moreno—. ¿Por qué piensas que puedes venir y
reclamar el dinero de alguien a quien ni siquiera conoces solo porque hueles a
alcohol y te drogas y por eso las personas de bien te consideran peligroso? Yo
no te tengo miedo, y por mí te puedes morir antes que quitarle a Yunho un solo
centavo para tus vicios.
—No me voy a
morir —replicó Lee alzando una navaja—. Antes te voy a matar —amenazó, pero Jaejoong
no se acobardó.
—Matame —lo
desafió.
—Sacale la
plata al tal Jung.
—Antes muerto.
Después de una
intensa mirada, Lee guardó la navaja y se encaminó a la puerta ignorando
aquella respuesta.
—Tienes una
semana —sentenció—. O puedes ir despidiéndote de tu noviecito.
—Ya no salgo
con Yunho —le informó él, pero Lee
volvió a ignorarlo.
—De lo
contrario, puedes ir eligiendo con quién compartir la tumba: con Karam o con Jung.
Ni bien Lee cerró
la puerta tras su inmensa y odiosa figura, Jaejoong se llevó las manos al pecho
y se apoyó en la pared, incapaz de contener la agitación que lo devoraba. Casi
no podía respirar.
Lee se había
tornado peligroso y macabro, lo había amenazado con matar a su hermano o a su
novio. Quién sabía qué deudas tenía y por qué el dinero que Young o Karam pudieran
darle ya no le alcanzaba. Necesitaba más, y Jaejoong, a través de Yunho, era la
mejor opción.
No podía
permitirlo. Siempre había sabido que en cuanto su familia se enterase de que él
tenía un novio económicamente acomodado, las cosas se complicarían todavía más
de lo que ya lo estaban. Sumado a que Yunho no lo amaba, el círculo cerraba
perfecto. Debía dejarlo ir.
Ya no pudo
trabajar. Cuando el teléfono sonó a las once, supo que se trataba de Yunho,
pero no se atrevió a contestar. De hacerlo, acabaría claudicando, por eso se armó
de valor, se tapó los oídos como si con eso pudiera dejar de oír la campanilla
del teléfono, y esperó. Como odiaba los contestadores automáticos, Yunho no
habló. Jaejoong lo agradeció porque de
lo contrario no sabía cómo iba a hacer para no levantar el tubo y decirle que
lo amaba.
Yunho merecía
una despedida, pero Jaejoong no podía dársela. No debía verlo de nuevo.
El martes la
situación fue la misma: Jaejoong pasó la mañana entera en la cama, dando
vueltas como lo había hecho toda la noche. El teléfono sonó varias veces, pero decidió
no responder. Intentó coser a máquina. No pudo.
A las once de
la noche el teléfono volvió a sonar. Jaejoong no respondió. Al segundo llamado,
saltó el contestador.
—Jaejoong —dijo
la voz de Yunho. La piel de Jaejoong se erizó al escucharlo, todo su cuerpo
temblaba de impotencia. Se sentía inútil ante las amenazas de Lee y ante el
desamor de quien lo llamaba—. Jaejoong, soy yo, Yunho. Sabes que no me gusta
hablar con las máquinas, por favor, ¿me atiendes? —Hizo una pausa—. Jaejoong… Está bien, llamame en cuanto puedas, me tienes preocupado. ¿Me dejas
que te regale un celular? Por favor. De haberlo hecho ya, te habría propuesto
esto antes: tengo que viajar y quería que esta vez nos fuéramos junt…
Un silbido
acabó con la grabación. El tiempo se había terminado. Jaejoong se arrojó sobre
el teléfono siguiendo el impulso de llamar a Yunho, pero se contuvo. Con la
cabeza apoyada sobre los brazos extendidos, venció el deseo de volver a él, de
regresar a la vida.
Por la noche, Yunho
pasó por casa de Jaejoong camino al aeropuerto. Jaejoong, aun sabiendo que él
estaba del otro lado de la puerta, se limitó a sollozar con el oído pegado a la
madera, presintiendo los pasos del hombre, que iban y venían a lo largo del
corredor. Antes de irse, él deslizó un papel por debajo de la puerta.
«Te
extraño, estoy preocupado por ti. Tengo que viajar, voy a estar tres días fuera.
Te llamo esta noche», leyó. Debajo había anotado un número
de teléfono y el nombre de un hotel, sin dudas donde se hospedaría.
Jaejoong suspiró.
Yunho era tan sincero que casi no parecía el hombre que había conocido.
Los dos días
siguientes tampoco respondió llamados telefónicos, excepto cuando alguna de sus
clientas hablaba a la contestadora. Entre esos llamados, resonó la voz de Bin.
—Jaejoong, soy
Bin. Yunho me está volviendo loca, está preocupado porque dice que no respondes
sus llamados y él no podía suspender su viaje. Me pidió que te avisara que te
va a llamar hoy a las once de la noche y que si no atiendes se vuelve hoy mismo
de ya sabes donde y tira la puerta abajo, así que será mejor que respondas. Así
es como me lo dijo, y sabes que tengo un arte para repetir lo que me dicen. Adiós,
espero estés bien. Hablame para dejarme tranquila.
Cuando el
teléfono sonó a las once, Jaejoong no tuvo más opción que atender. Para eso se
cubrió de un aire de indiferencia, tan falso como el hecho de que Yunho no le importaba
en absoluto.
— ¡Por Dios! —Exclamó
él ni bien Jaejoong respondió el llamado—. Me tenías preocupado, ¿por qué no
respondías, en dónde estabas?
—Por ahí
—replicó Jaejoong lo más breve posible.
— ¿«Por ahí»? ¿Estás bien?
—Muy bien
—después de decir eso, Jaejoong hizo silencio. Escuchó respirar a Yunho, casi
parecía atemorizado.
— ¿Pasa algo?
—Estoy ocupado,
Yunho, nada más —respondió él, escaso de paciencia. Pensaba que, de seguir
hablando, ya no podría sostener la farsa.
—Estás enojado
—repuso Yunho con voz paciente—. ¿Es porque me fui? Te juro que intenté
comunicarme, pero no lo conseguí. ¡Si hasta le hablé al contestador por ti!
Sabes que odio eso —pretendía sonar divertido, hacer reír a Jaejoong o al menos
arrancarle un comentario gracioso, pero él se mantuvo en silencio. El vacío del
otro lado de la línea era frustrante para Yunho—. ¿Jaejoong?
—Te dije que
estoy ocupado, Yunho —repitió él de mal modo.
—Vuelvo el
viernes. ¿Te paso a buscar?
—No te
molestes, tengo un compromiso.
Yunho se
preguntaba qué lo traería a Jaejoong tan cortante y nervioso, pero podía
intuirlo. Yunho tenía un pasado y jamás podría borrarlo. Quizás algun hombre
había reaparecido, o alguien había dicho a Jaejoong que él continuaba llevando
una vida que había abandonado. ¡Por Dios que había abandonado todo por Jaejoong!,
porque no lo necesitaba. No necesitaba nada más que a Jaejoong.
—El sábado,
entonces —intentó—. Dime a qué hora estás libre y yo…
—No estoy libre
el sábado —lo interrumpió Jaejoong —. No vengas. Te dije que tengo un
compromiso y no te pienso decir cuál es.
—No iba a
preguntar.
—Saludos, Yunho.
Buena suerte.
Después de
cortar el llamado, Jaejoong estalló en llanto. Solo Dios sabía cuánto amaba a
ese hombre, pero por un lado, no estaba dispuesto a ser el premio de consuelo
de un novio enamorado de otro. Por el otro, no podía condenarlo a una vida sin
amar. Por último, Lee lo tenía en la mira, y Jaejoong no quería exponer a Yunho
a las perversas acciones de su familia.
Yunho no volvió
a llamar hasta el viernes por la noche, aunque no lo hizo a las once, sino a
las ocho. Se había dado cuenta de que si llamaba en un horario inesperado, era
más probable que Jaejoong respondiese.
— ¿Tienes un
mejor día hoy? —dijo ni bien escuchó la voz de Jaejoong, triste y apagada, del
otro lado de la línea.
—Te dije que
tenía un compromiso hoy viernes por la noche —replicó Jaejoong, tan duro como
le fue posible—. ¿Llamas para controlar que sea cierto? No todos mentimos tan
bien como tu, Jung Yunho.
Que Jaejoong dijera
su nombre completo le provocó una sensación tan desagradable que él también
estuvo a punto de ponerse muy serio, casi como cuando se había ofendido con
aquellos primeros llamados que había hecho a Jaejoong. Sin embargo, logró
vencer todo disgusto y se reconoció culpable del vacío de su ángel. Jaejoong era
bueno y no actuaría de ese modo si no se debía a que él lo había defraudado.
— ¿Qué pasa, Jaejoong?
—preguntó con la voz ahogada —. ¿Qué hice? ¿Qué hice mal esta vez?
Jaejoong se
sintió morir. Pensó en decirle la verdad, en que él no había hecho nada malo
porque amar a otra persona no significaba ser perverso y que Lee lo presionaba,
pero guardó silencio. No podía decir todas esas cosas, no lo resistiría.
—Estoy ocupado,
Yunho —argumentó.
—Comprendo
—respondió él—. No te molesto más.
—Gracias.
Jaejoong cortó
primero. Ya no tenía lágrimas que llorar, pero a cambio podía destrozar su
espalda encorvada frente a la máquina de coser, y así lo hizo. Toda la
madrugada.
Yunho pensó en
hacer algo de su vida, no quería pasar la noche solo. Sin embargo, no tenía
ganas de salir, no sin Jaejoong. ¿Qué iba a hacer en un bar o en una discoteca,
si no tenía interés en nadie más que en su novio? Además, le era fiel. Tan fiel
que no sentía ánimo de notar si alguien lo provocaba, ni deseos de provocar.
Tampoco deseaba otro cuerpo que no fuera el de Jaejoong.
Lee inundó el
contestador de Jaejoong con mensajes escalofriantes, pero él en ningún momento
pensó en traicionar a Yunho pidiéndole dinero para Lee. El marido de su madre
estaba loco si pensaba que lo haría.
Cuando Bin
llegó el sábado por la mañana a casa de Yunho, se sorprendió de no hallar a Jaejoong
con él. Se había quedado a dormir algunos viernes y todos los sábados.
— ¿Y Jaejoong?
—Preguntó mientras servía dos tazas de café—. Te peleaste.
—Él tenía un
mal día —explicó él con voz serena.
— ¿Y tú tuviste
algo que ver?
Yunho alzó la
mirada. Se hacía evidente que Bin lo estaba acusando y que no creía ni por
casualidad que Jaejoong pudiera haberse enojado sin que él fuera la causa.
—No —respondió
sucintamente—. No que me haya dado cuenta.
Bin asentó la
cola en el borde de la mesada y se cruzó de brazos.
—Yunho. Ese
chico es bueno.
—Ya lo sé, Bin
—él fruncía el ceño. La mujer sonrió y le acarició el cabello que, sin gel, le
caía en algunos mechones sobre la frente. Siempre lo llevaba corto y prolijo,
pero en ese momento no era más que una maraña sin forma que le otorgaba un aire
sensual involuntario.
—Toma el café
—dijo extendiéndole una taza—. Yo voy a ordenar tu habitación.
—No tienes que
hacer eso —pidió él—. Sientate.
—Quiero
hacerlo. Y después te preparo chocolate.
Los ojos de Yunho
brillaron. Sonrió. No hubo modo de impedir a Bin hacer lo que se proponía.
El sábado, Yunho
resistió la soledad a fuerza de trabajo atrasado y café. Evitó el cigarrillo
con los chicles que Jaejoong le había comprado. El domingo, esperanzado en que
Jaejoong se hubiera mejorado de ánimo, fue a su departamento.
— ¿Quién es?
—preguntó Jaejoong de mal modo, pensando que se trataba de Lee. Si cumplía con
el plazo establecido, regresaría por el dinero el lunes, y ya no lo encontraría
desprevenido, pero si se había adelantado, tampoco.
—Yunho.
Ante la voz, el
cuerpo de Jaejoong, débil de soportarlo todo con gran esfuerzo, tembló.
—Estoy ocupado,
Yunho —bramó. Yunho se dio cuenta de que la voz de Jaejoong no sonaba como de
costumbre, parecía haber llorado o estar enfermo. Gracias a ello creyó darse
cuenta de la razón por la cual él se negaba a verlo. ¿Pero acaso podía
ocultarse solo por una gripe? Prefirió pensar que era así.
— ¿Tres veces
la misma excusa? —bromeó—. Me parece que estás perdiendo originalidad.
—Vete, de
verdad estoy ocupado.
—Y enfermo —sonrió
él en respuesta—. Ahora entiendo por qué no querías verme. No te preocupes, no tengo
miedo, yo nunca me enfermo. ¿Jaejoong? —Jaejoong se había alejado. Él lo supo y
no pudo resistirlo. La incertidumbre llegaría hasta ese punto, no más.
La puerta se abrió
de una patada, con tanta fuerza que la cerradura se rompió y la madera golpeó
contra la pared. Jaejoong, que lavaba un pañuelo en la pileta de la cocina, saltó
del susto y volteó para el momento en el que Yunho se le acercaba sin remisión.
— ¡No! —exclamó—.
¿Qué parte no entiendes de que ya no quiero verte?
Yunho lo sujetó
de los brazos y lo sacudió. Toda esa reacción no le parecía normal, ni siquiera
posible.
— ¿Qué hice?
—indagó—. ¿Qué te dijeron que hice?
Pensaba que
alguien podía haberle mentido, haberle dicho que él lo engañaba o que lo habían
visto con otro hombre. No sabía qué pensar.
— ¡No quiero
volver a verte! —reclamó Jaejoong en un grito de furia y de impotencia.
Yunho no le
gritó, no lo zamarreó ni le dijo nada, solamente lo abrazó. Lo apretó contra su
pecho y le besó la frente.
—Tenes fiebre
—anunció en susurros.
—Ya no me
sirves —le espetó Jaejoong con crueldad—. Me aburriste. ¿Qué te pasa?
—ironizó—. ¿Te crees que eres el único que puede aburrirse de sus amantes y
deshacerse de ellos como de un par de medias?
Yunho lo
ignoró. Lo herían sus palabras, pero las perdonaría. Las perdonaba solo porque
lo necesitaba para seguir viviendo. No, eso no era amor, se repitió. Pero tampoco
supo decir de qué se trataba entonces.
—Dejame que
cuide de ti —le pidió. Jaejoong sintió que se desgarraba de dolor.
—Jung Yunho, no
me tomas en serio —replicó, pero le tembló la voz.
Ahí estaba ese
maldito nombre. Para Yunho sonaba tan frío, tan duro y distante… Odiaba que lo
llamaran así, en cambio cuando la gente, aunque fuera un extraño, lo llamaba solo «Yunho», él se sentía querido. Ese
malestar no se transmitió en su voz siempre serena, siempre lejos de sus emociones.
—Sientate
—pidió.
—No. ¡Te vas!
—Estás enfermo
—repitió él hurgando en el bolsillo del saco. Buscaba su teléfono—, no es bueno
que estés solo. Deja que llame a Bin y suspenda todo. Me quedo aquí contigo. Te
voy a cuidar, te voy a hacer sentir mejor.
Jaejoong lo
empujó hacia atrás. No le restaban fuerzas, pero consiguió que él se apartara
por sí mismo. Respiraba con agitación y se tomaba de la mesada para no darse
por vencido.
—Hablo en serio
—aseguró—. Aquí se termina todo, Yunho. No te quiero.
Yunho lo
observaba en silencio.
— ¿Eso es lo
que quieres? —preguntó indignado—. ¿Es tu última palabra?
—Es mi última
palabra.
Yunho bajó la
cabeza y apretó los párpados antes de abrirlos de nuevo. Le echó una última
mirada, luego se volvió hacia la puerta y caminó unos pasos hasta la salida. Se
volvió en el umbral y entrecerró los ojos de fuego.
—Nunca te traicioné.
Lo sabes, ¿no? —preguntó. A Jaejoong no le bastó el corazón para mentir. Jaejoong
pocas veces mentía, y cuando lo hacía, todo salía mal.
—Sí —confesó
con los ojos húmedos.
—Y contigo fui
lo mejor que puedo ser, di lo mejor de mí —continuó—. Creo que al menos no
merecía que pretendieras terminar con lo que teníamos ignorándome. ¿Acaso te di
la impresión de ser un hombre con el cual no podías sincerarte?
—No… —la
respuesta de Jaejoong fue casi imperceptible, la dijo en un tono bajo y
pausado, en un susurro. Se sentía malagradecido y cruel.
—Entonces
quiero que me digas una sola cosa. ¿Por qué? Quiero decir, por qué me dejas
—aclaró—. ¿Hay algo que quieras decirme?
Jaejoong apretaba
los labios. No podía decir la mitad de lo que sucedía, pero sí lo que se
agitaba en su propio corazón. Alzó la cara y dejó que una lágrima abandonara
sus ojos negros.
—Tú no me amas
—replicó ahogado—. ¿Quieres que describa cómo veo yo esta relación? Aquí yo no
soy más que un adolescente junto a la radio, y tú el gran cantante.
Yunho sintió
que las palabras abrían una herida cerrada a la fuerza en su alma y en su
memoria. Kyung había hecho lo mismo que Jaejoong describía con Hye, y él
moriría si hacía eso a su novio.
— ¿Eso te hice
sentir? —preguntó tembloroso. Casi parecía capaz de llorar—. Quizás al
principio, pero cuando de verdad me conociste… ¿eso es lo que soy?
Jaejoong tragó
con fuerza, incapaz de dar una respuesta. La verdad era que Yunho no lo amaba y
que su familia quería aprovecharse de él, nada más. El resto eran invenciones basadas
en asuntos que, tal como Yunho anunciaba, solo se habían dado al principio.
Sabía que Yunho
estaba siendo honesto, quizás demasiado. Podía sentir su dolor, y aunque
desconocía la causa, era consciente de que él se lo estaba provocando.
—No me amas, Yunho
—le recordó—. ¿Me amas? — Yunho apretó los puños y tragó con fuerza, pero
guardaba silencio—. ¿Me amas? —repitió Jaejoong con un restó de voz. Yunho bajó
la mirada. Jaejoong se volvió de espaldas—. Vete, por favor. No tenemos nada
más que hablar.
Jaejoong escuchó
cerrarse la puerta del comedor y pensó que ese era el último día de su vida, al
menos de la que había conocido en compañía de Yunho. No estaba dispuesto a exponerlo
a los caprichos de su familia, ni él se resignaba a pasar la vida junto a
alguien sin amor. Si Yunho no lo amaba pero él sí lo amaba a Yunho, era mejor
dejarlo libre, que pudiera luchar por el hombre que de verdad quería y
entonces… entonces ser feliz. Yunho lo merecía. Lo necesitaba.
Un adelanto del siguiente capitulo....
—Para
este momento ya deben haberte llegado las buenas noticias —dijo la reconocible
voz de Choi Siwon del otro lado de la línea—. Quiero que sepas que como tú
jodiste a mi hijo y a mi esposo, del mismo modo yo jodo tus negocios y a tu
novio. Si todavía tienes dudas, puedes venir al Hyatt. Estaré entrando con él
en… —miró su reloj pulsera— quince minutos.
Yunho
se quedó helado, con las palabras atragantadas. Antes de
ser tu esposo era el mío, pensó en relación con Heechul, tú me lo quitaste
primero, ahora asume las consecuencias.
Pero en lugar de eso, si tenía que elegir una sola cosa para hacerle saber a su
enemigo antes de que el llamado acabase, era que no se atreviera a meterse con
Jaejoong. Eso fue lo que le salió del corazón.
—Si pones un
solo dedo encima a Jaejoong…
Choi
cortó. No le dio tiempo siquiera a entender qué era ese misterioso «setenta y
cuatro» que le pareció escuchar detrás de la voz del hombre cuando le hablaba.
Fin de adelanto.
NOTA: Misa
chan gracias por interesarte en “Entre
hermanos” desde hace tiempo estoy en proceso escribiendo un capitulo mas, lo
visualizo pero me cuesta plasmarlo, pero espero pronto subir el que sigue,
quiero creer que antes de que termine el mes, muchas gracias.
A mi me gusta esta historia, se que es una adaptación pero me es muy interesante a la manera del YunJae, por cierto casi lagrimeo cuando Jae pregunta "¿Me amas?" me dolio sinceramente.
ResponderEliminarCon respecto a tu nota anterior, significa eso que ya no subiras las adaptaciones que tenías? A mi me interesan, estaba muy emocionada con la historia de vampiros y Jae leyendo la mente, esta tambien es de mis favoritas.
te dejo mi correo para que me incluyas: magj.ara@gmail.com
OMO pero si tus adaptaciones son geniales \(>,<)/ a me interesan un monton!!~~~~ q hasta me las estoy leyendo de corrido y poniéndome al dia en tu blog -q esta bonito- , pero si en caso ya no subes por aquiii también te dejo mi correo: shiie9106@hotmail.com , te lo agradeceria un moton *-----* <3
ResponderEliminarMe gusta mucho esta adaptación .. quice bajarme el libro para leerlo porque ansío saber del próximo capitulo... pero sinceramente no puedo hacerlo porque siento que no seria lo mismo .. asi que opte por esperar pacientemente cada capitulo jiji ... y ahora veo que elegi bien .. waaa este capitulo me dejo mas que impactada mucho mas su final ..ah!!! que le tiene que pasar a yunho para que le de nombre a lo que esta sintiendo .. y que si. poco a poco se transforma en amor .... me dolio mucho todo lo que jae piensa y aun con todo eso el si acepta que ama a yunho ... tan solo espero que siwon no le haga nada malo a jae (por lo del adelanto)el ya ha sufrido bastante .
ResponderEliminarUnnie no te preocupes yo esperare pacientemente hasta que lo subas mas bien gracias a ti por preocuparte .... y con respecto a los fics ... aquí te dejo mi correo mapivv_djss@hotmail.com y mi cuenta de google jeje por si acaso mapivvdjss@gmail ... jeje si nos es mucha la diferencia lo se u.u .....
Finalmente gracias unnie por darte el trabajo de subir publicando ... te agradece mucho....
---> misa chan <3
PD: Me gustaron todos los fics que habias publicado ... y no entendí muy bien si es que ya no los publicaras? o solo publicaras los que dejaste aqui? es que estaban muy interesantes .. y disculpa por esa horrorosa equivocación .. era segui publicando ... jeje lo siento :3 ... misa chan
EliminarTus historias y adaptaciones son muy buenas, las amo como no tienes idea y más esta, es hermosa y gracias por el tiempo que te tomas en hacerlas y publicarlas para compartirlas con nosotros realmente valoro eso, se te agradece mucho, mucho ! ><
ResponderEliminary yo si estoy interesada en seguir tanto tus otras historias como estas jej y si no es mucha molestia aqui dejo mi correo : karjae_tvxq@hotmail.com Gracias ;D
disculpa por comentar recién ahora, soy una nueva lectora, llegue aqui por lala, me encantan tus adaptaciones, esta historia me gusta porque tiene un contenido interesantem me encanta como se desarrolla la trama y me da mucha pena por jae quien tiene que sacrificarse por todos, recien voy a leer las otras historias pero enserio me gustaria poder leer tus otras historias, espero puedas agregarme.
ResponderEliminarmi correo es yoomi71_90@hotmail.com
Hola, bueno...soy nueva lectora ^.^ una amiga me paso el link del blog y me lei toda esta adaptacion en dos dias LOL y me gustaria poder leer las demas, me gustan mucho... Aca te dejo mi correo si puedes agregarme : maite_love10@hotmail.com
ResponderEliminarGracias y suerte!
El capitulo estuvo demasiado triste T_T
ResponderEliminarJaejoong tiene que sacrificarse para hacer felices a otros T_T
y que fue esa llamada de Siwon? deinitivamente es tan malo como Heechul
Hola! Llegue aqui y me ha encantado tu adaptación. Espero me puedas agregar para poder seguir leyendo tu trabajo ^^ Gracias! Mi email es: lolalorena358@gmail.com
ResponderEliminarque triste, demasiado triste, que tan lindo que Yunho lo trate bien, pero que no lo pueda amar, Jae tomo una buena desicion sin embargo eso duele mucho, siempre sacrificandose, un día espero que sea feliz, lo sera lo se juju
ResponderEliminarse que tienes un blog privado, lamentablemente supongo que no podre entras abuu tienes buenas adaptaciones eso si, por si de casualidad me dejas seguir leyendo tu trabajo te dejo mi correo: majoarrobo@gmail.com
ok...lo siento...pero como entenderas cuando uno se pone aleer y la historia te atrapa...simple y sencillamnte no puedes dejar de hacer y se te olvida comentarrrrrrrr
ResponderEliminarmi mama ya me dijo que vas a quedar ciegaa....quita de enfrente de esa cosaaaa..
pero no puedo evitarlo, no puedo dejar de leer..me encanta la historia y creo que ya he sufrido demasiado con estos dos personajes, odio a chul, detesto a siwon, minnie ya me inflamo el hígado, karam me saco piedras en el riñón, la mama de jae, me provoca ganas de vomitar y el padrastro de jae me provoca buscar un cuchillo e ir a cortarle a su pequeño amiguito..
en fin que puedo decir...amo esta historia y si puedo tratare de terminarla hoy...
gracias por compartir este hermoso fics..
Ya sabia que algo alfinal y ha malograr su felicidad, sabia que al final Jae se iba a cansar de esa relacion. Yunho ya me canso, que le cuesta amarlo como se debe , el debe ponerse a reflexionar y meditar que es lo que siente por Jae, solo de esa forma podran aceptar su amor y estar juntos otra vez.
ResponderEliminarYunho ya debe avanzar y olvidar a el descarado que le hizo daño.
Dios pero este cap me ha sacado lágrimas...
ResponderEliminarHan roto mi corazón...
Yunho Yunho el amor no espera siempre eso destruye...
Pobre Jae dios solo espero que no te pase nada malo ...
diosss...por fin llegue hasta el capitulo donde deje de leer...
ResponderEliminarahora si empieza lo bueno...
quiero saber que rayos va a pasar con estos dos....
ya fue mucho masoquismo de mi parte empezar de nuevo esta bonita historia, por fin podre ponerle un final...y continuar con los otros fics.
gracias por el capitulo.
Que familia la de Jae ahora hasta la extorsión por parte del padrastro, para colmo de la mala suerte de Jae. Además el que Yunho todavía no se da cuenta de que en verdad ama a Jae que es lo que le falta para darse cuenta... En fin espero que todo se mejoré para Jae. Gracias.
ResponderEliminarAhhhhhschhhh yunho estupido dile q ko amassss
ResponderEliminarAhhhhhschhhh yunho estupido dile q ko amassss
ResponderEliminarAhhhhhschhhh yunho estupido dile q ko amassss
ResponderEliminarcomo detesto al padrastro de jaejoong ojala esos mafiosos lo maten de una vez
ResponderEliminar(`ー´)ψ para que una ves deje tranquilo a jaejoong
no soporto cuando yunho y jaejoong están separados o peleados T.T
que se reconcilien pronto ..
aggg como detesto a ese señor, aunque lo ideal sería que muera, eso no sería bueno para min porque después de todo es su padre. Pero sería bueno que lo manden preso por largos años. Me da pena Jae, el no merece todo eso. Yunho debe de darse pronto que lo ama.
ResponderEliminarGracias por compartir.