CAPÍTULO 11
YUNHO SE encontraba en su casa.
Tendido sobre su cama todavía podía oler en el colchón el perfume de Jaejoong.
Herido y abatido, había perdido tanta sangre que apenas tenía fuerzas para
caminar, pero el aroma de él lo mantenía todavía despierto.
Yoochun y Jong Hyun estaban muy
preocupados por él. Si Yunho no lograba recuperar a Jaejoong, él no podría
sanar ni usar sus poderes. Una vez que se había bebido del cáraid ya no se
podía volver a beber de nadie más por riesgo a acabar perdiendo el alma. Sólo
de él se podía. El cáraid lo mantendría con vida hasta la eternidad, igual que
él a su cáraid. Su sangre se convertiría en el mejor manjar, en el origen de su
poder. Sin él, poco a poco, el vanirio perecería. Y si bebiera más de una vez
de otro que no fuera su cáraid perdería su alma y se convertiría en un
nosferátum.
Yoochun atendió las heridas. Las
limpió y le puso una pomada cicatrizante que poco haría en aquellos cortes
profundos y en aquella carne quemada y lacerada. Le había costado extraer los
trozos de cristales que se habían quedado clavados en su espalda y alrededor de
la columna.
Yunho recordaba la cara de Jaejoong
cuando vio a Brave. Lo que Jaejoong no sabía es que él había encargado a Yoochun
que se llevara al perro con ellos el mismo día que la sacaron de Corea.
Entonces no entendió muy bien por qué iba a tener ese detalle con él, teniendo
en cuenta que lo odiaba. Pero tal como habían ido las cosas luego no podía más
que agradecer aquel instinto, aquella intuición. Aquel gesto podría hacer que
ganase puntos con respecto a Jaejoong.
Había sonreído por aquella sorpresa.
Yunho lo había hecho sonreír, y quería volver a hacerlo. Estaba tan arrebatador
con aquella sonrisa blanca que le llegaba a los ojos. ¿Y sus dientes? Sus
colmillos eran pequeños y sexys. Estando como estaba, manteniéndose con las
fuerzas que tenía en la recámara, sintió como se despertaba su virilidad. Ni
medio inconsciente podía apagar el fuego que avivaba Jaejoong en su interior.
Iba a ser su fin. Jaejoong no podría
perdonarlo. Jaejoong no se entregaría a él. Pero había intentado protegerlo de
los latigazos y además había oído cómo insultaba al prepotente de Yong Hwa por
haberle pegado.
Y luego todavía no sabía si el
contacto de su mano en la cara y los ojos tristes y llenos de dolor de su
cáraid eran resultado de su abatimiento o realmente había pasado.
Lo necesitaba. Necesitaba tocarlo y
sentirlo. Y todo, todo lo que le pasaba ahora, lo merecía. Ley de causa y
efecto.
Gruñó y hundió la cara en la colcha.
De nada servía lamentarse. Sus
fuerzas irían menguando, volvería su mortalidad y con un cuerpo humano esas
heridas le producirían fiebres, infecciones e incluso la muerte. Y si no eran
esas heridas cualquier enfrentamiento con un lobezno, un nosferátum o un humano
con un arma podría matarlo. Y si no, finalmente, lo mataría la sed que sentía
por Jaejoong. Ahora era vulnerable. Sin la alimentación de su cáraid, su cuerpo
perdía todo el poder. Una debilidad que había sido capricho de los dioses. Los
maldecía con toda su furia.
Pero no se iba a rendir. Aquel bello
hombre de ojos lila y pelo azabache estaba muy equivocado si creía que él lo
iba a dejar en paz. Lucharía por Jaejoong hasta que su magullado cuerpo
aguantara.
El dolor le advertía de que no
aguantaría mucho, pero mientras tanto tenía que ir al aeropuerto en unas horas
a recoger un regalo para Jaejoong.
* * *
Se encontraba en su nueva
habitación. En la mansión de su abuelo As. Había que admitir que su abuelo
tenía un gusto exquisito para la decoración. En menos de doce horas, realizando
unas cuantas llamadas y desplazando a todo un equipo de decoradores hasta su
mansión, había preparado toda un ala sólo para el uso de Jaejoong. Una zona
sólo de su uso exclusivo, con todas las comodidades que podía necesitar. La
habitación había sido pintada en tonos ciruela y la habían transformado en una
suite de lujo, muy informal y joven. Ordenador, pantalla de televisión
extraplana, equipo de música... El baño lo habían redecorado colocando una bañera
hidromasaje de casi tres metros de diámetro. Y al lado, en una habitación
contigua, habían montado un vestidor en tonos violeta pálidos.
Sí señor. Su abuelo tenía clase y a
un montón de gente dispuesta a trabajar para él. Pero nada de eso lo había
hecho olvidar lo vivido.
Sentado sobre la cama, apoyado sobre
los grandes cojines de plumas, pensaba sobre lo dicho por Junsu.
«... Intenta escucharlo. Habla con
él. Perdónalo.» Miró por la ventana. Eran las cinco de la tarde y pronto
oscurecería. Estaba decidido a escuchar. Decidido a entender, si podía, el
comportamiento de Yunho. No había dormido en toda la noche. Se sentía pesado y
aturdido por lo que había visto. El cuerpo de Yunho magullado. Abierto.
Sangrante.
Se cogió las rodillas y hundió la
cara contra ellas. Tenía un nudo en el estómago y unas ganas de llorar y gritar
que no acababa de comprender.
Dolía. El sufrimiento de ese hombre
le dolía como si fuera suyo y las ganas de calmarlo lo corroían hasta el punto
de volverlo loco. Sentía como si alguien le estuviera estrujando el corazón
como una bayeta.
Esa noche, agarrado a las sábanas,
había sentido como el frío y la soledad venían a por él. Sofocado, había
caminado por la habitación frotándose los brazos y pensando en Yunho. En sus
ojos, en su boca, en su pelo, en su cuerpo. Todo Yunho exhalaba peligro por
todos sus poros, pero después del castigo lo había visto doblegado y a él le
había preocupado su bienestar. Después de lo que Yunho le había hecho ahora
resulta que él se sentía mal por su dolor. Yunho podía asustar, pero Jaejoong ya
no sentía miedo. Ni de Yunho ni de él mismo. ¿Por qué? ¿Qué le estaba pasando
con ese hombre? Algo había cambiado en su interior y ese algo modificaba las
emociones y los sentimientos que Yunho despertaba en él.
Puede que lo pusiera nervioso, o que
intentara poseerlo de modos con los que él no estaba de acuerdo. Puede que Yunho
estuviera realmente muy arrepentido por lo sucedido y si era así, Jaejoong era
capaz de perdonar. Estaba en su naturaleza.
Su madre había perdonado a Seong Hun
cuando la tomó violentamente por primera vez... Dejó caer la cabeza sobre el
respaldo de la cama y miró al techo resoplando. Ojalá tuviera a Heechul a mano
para poder hablar con él. Estaba hecho un lío. Se sentía furioso con Yunho,
pero del mismo modo anhelaba verlo y consolarlo en su dolor.
Pero lo que había sucedido entre Yunho
y él era distinto de lo de sus padres. Distinto en las formas, en el fondo, en
todo, y sin embargo estaba loco de verdad porque quería perdonarle y darle una
segunda oportunidad.
Jaejoong necesitaba poder
sobrellevar su otra naturaleza. ¿Por qué Yunho lo llamaba de ese modo? ¿Por qué
despertaba sus instintos y lo hacía sentir como si fuera una flor abriéndose en
primavera? La naturaleza berserker la estaba comprendiendo, pero la vaniria ya
era otra cosa. Y no la comprendía porque no la conocía. Sólo la había temido y
se había alejado de ese lado oscuro en caso de que fuera realmente un lado
oscuro y no un lado sólo gris.
Allí parado, mirando por la ventana
cómo el sol poco a poco se iba poniendo, anhelaba concebir esa realidad nueva,
bloquear sus miedos y coger los sentimientos que empezaba a despertar ese
vanirio prepotente y desglosarlos. ¿Y si no era el síndrome de Estocolmo lo que
él tenía? ¿Y si deseaba realmente a ese hombre?
Porque se sentía igual. Con la
necesidad de atarse los pies para no echarse a correr e ir hacia él. Hacia su
captor. Hacia su torturador. Hacia su ladrón.
Tenía que hablar con Junsu. Tenía
que comprobar que Yunho estaba bien. Y tenía un hambre de hiena en ayunas.
Esperaría a que llegaran Yong Hwa y Siwon a buscarlo y llevárselo a Londres
para ir a la sede de Newscientists. Pero antes tomaría el aire y daría una
vuelta por los alrededores para calmarse y encontrarse a sí mismo. Iría al
Tótem.
* * *
EL TÓTEM estaba más silencioso que
nunca.
Jaejoong sabía qué estaba haciendo
allí. No sólo deseaba encontrar la paz. No, no era eso. Sentado y apoyado en
aquel monumento al dios lobo, mientras arrancaba los pétalos de una florecita
silvestre, meditaba sobre la verdadera razón por la que él estaba allí.
Esperaba que Yunho lo observara como
hizo el día anterior. Esperaba que él estuviese vigilándolo.
Decepcionado, y sin querer ahondar
en el porqué de su decepción, después de tanto esperar se levantó, se espolvoreó
los pantalones ajustados y se dispuso a regresar a la casa.
—Jaejoong.
Cuando él escuchó aquella voz
melódica y profunda, el corazón se le agitó como una maraca. Exhaló intentando
controlar el aire abrupto de sus pulmones y miró al frente.
Cubierto con una capucha procedente
de su chaqueta de piel negra, vistiendo unos pantalones téjanos negros y
calzando unas botas negras Yunho lo miraba de arriba abajo. Con las manos
metidas en los bolsillos, de pie, impertérrito e inquebrantable, ocupando todo
el espacio y robando todo el aire del lugar.
Jaejoong estaba muy bonito. Llevaba
unas botas de montaña altas y desabrochadas que llegaban por debajo de las rodillas,
unos téjanos que se le amoldaban perfectamente al trasero y una camiseta blanca
y ajustada de manga corta. Sus mejillas habían adquirido un tono rosado y se
había pintado los labios de color carne. Se había delineado los ojos con Kohl
negro.
Su mirada violácea se clavó en la de
Yunho. Permanecieron mirándose, evaluándose unos instantes que parecieron
íntimos y eternos.
—Has llegado más pronto —le dijo Jaejoong
con un hilo de voz. —Otra vez.
Habían acordado que se reunirían a
las cinco. Quedaba una hora y Yunho ya estaba en Wolverhampton. Con él. A
solas.
Jaejoong tragó saliva y se pasó una
mano por el cuello.
Yunho sintió cómo la ingle se le
tensaba.
—El sol todavía está en lo alto
—dijo Jaejoong controlando sin éxito el temblor de su voz. — ¿Cómo puedes
salir?
—Voy muy cubierto. Los cristales de
nuestros coches están ahumados, llevo protección de 50 y además está muy
nublado —contestó sin apartar los ojos de su boca.
Hablaban a cuatro metros de
distancia. Jaejoong no estaba seguro de acercarse y Yunho no estaba seguro de
lo que haría si se acercaba a él.
—Lo de la protección era una
broma—dijo Yunho con un gesto de diversión. —Estamos en una zona que se llama
Black Country —explicó Yunho dando un paso hacia él y parándose al instante.
—El País Negro.
— ¿Has estado estudiando? —le
preguntó divertido.
—Internet. Sólo ojeé un poco.
— ¿Sabes por qué se llama así? —preguntó
dando otro paso hasta él. Controlaba cada movimiento, evitaba ser brusco y
ansioso. Al menos Jaejoong no retrocedía.
—No, no lo sé —musitó con la voz
ahogada.
Yunho percibió sus nervios, escuchó
los latidos de su corazón que corrían acelerados. Acelerados por él, pensó
complacido. Inhaló y se llenó los pulmones de su olor.
—Black Country la forman cuatro
comunidades —respondió con calor en la mirada. — ubicadas en el centro de
Inglaterra. Todas las fábricas que hay en esta zona trabajan el acero y la
fundición del hierro, y también hay grandes minas.
—Eres como la Wikipedia.
Yunho frunció el ceño y echó una
pequeña y ronca carcajada.
—Más o menos. Las chimeneas de las
fábricas expulsan humos constantemente y han creado sobre el cielo que abarca
estas cuatro comunidades una espesa capa de ceniza negra que hace que por el
día, el cielo se tina de colores grisáceos y oscuros y que por la noche y al
atardecer el cielo se vea rojo. La capa que han creado las chimeneas no deja
que el sol filtre como debería —dio dos pasos más y se plantó frente a Jaejoong
que lo miraba con los ojos muy abiertos, asombrado por lo que escuchaba. —Nos
hemos acostumbrado a caminar bajo él.
—Por eso viven aquí —era una
afirmación.
—Nuestro clan siempre ha permanecido
en estas tierras, en esta zona. Antes de que se erigieran las industrias y las
fábricas, el suelo de tierra oscura y los gases que exudaban el interior de las
minas ya cubrían estos cielos de un perceptible color ofuscado. A nuestro cutis
nos va muy bien —bromeó sin sonreír.
Yunho asintió con la cabeza cuando
vio que Jaejoong no estaba para bromas. Tenía que dejar de comportarse como un
adolescente inseguro.
—Y... ¿qué haces aquí? —preguntó Jaejoong
frotándose los brazos, incómodo.
—Quería ver cómo estabas.
— ¿Cómo sabías que iba a estar aquí?
— ¿Cómo podría no saber dónde estás?
Jaejoong lo miró a los ojos unos
instantes, buscando en su mirada la sinceridad de sus palabras. Parecía que
decía la verdad y a Jaejoong le alegró.
— ¿Cómo estás tú? —preguntó Jaejoong
con timidez. —La espalda tiene que dolerte, pero seguro que cicatrizas rápido.
—Tengo la espalda en carne viva
—respondió Yunho contrito. —Pero, es verdad. Cicatrizo rápido —mintió él
estudiándolo.
Jaejoong agachó la mirada y frunció
los labios.
—No debiste hacerlo.
—No estoy arrepentido —replicó Yunho
buscándole los ojos. —Cada pinchazo me recuerda lo injusto que fui contigo, Jaejoong.
Me lo merezco.
Jaejoong se giró y le dio la
espalda. Temía mirarle a sus ojos y quedarse hipnotizado por ellos.
— ¿Qué haces tú aquí, Jaejoong? —se
acercó a él hasta casi rozarle la espalda.
Su voz seductora le ponía los
nervios en tensión.
Jaejoong sentía el calor que irradiaba
su cuerpo tan cerca de él. Se aclaró la garganta y respondió:
—Necesitaba salir y tomar el aire.
Por el amor de Dios, ¿dónde había
ido a parar todo el oxígeno del bosque?
— ¿Por qué? ¿Acaso te sentías mal?
—ronroneó. — ¿Te sentías mal por mí?
—No —se apresuró a contestar dándose
la vuelta para encararlo. —No, claro que no.
—Yo creo que deseabas encontrarme
aquí, como ayer, porque necesitabas verme.
—Eres un pedante —gruñó Jaejoong
avergonzado por haber sido descubierto. Pero antes muerto que reconocerlo. —Un
patán.
—Puedo leer tu mente cuando quiera
—cogió un mechón de ébano en sus manos y se inclinó a olerlo. —Pero no tengo tu
permiso para hacerlo, así que no sabré si me mientes o no.
—Ayer te pedí que hablaras conmigo
de mente a mente y no lo hiciste.
—Ayer, en aquel momento, no sabía ni
cómo me llamaba. Además, quiero que me lo pidas en voz alta, no mentalmente.
—Dices que no sabes si miento o no y
que por eso quieres entrar en mi cabeza —murmuró molesto. —Según tú, seguro que
miento para variar —le arrojó el guante. —Nunca me has creído.
— ¿Entonces, me estás mintiendo? ¿Te
preocupas por mí?
Jaejoong resopló irritado.
— ¿Por qué puedes leer mis
pensamientos? —notaba cómo la caricia del pelo se propagaba por todo su cuerpo
y le ponía la piel de gallina.
—Conozco todos tus secretos. Puedo
hablar contigo y hurgar en tu memoria. Es uno de los dones con los que los
dioses dotaron a nuestra raza. Los vanirios podemos inculcar imágenes y podemos
hipnotizar con nuestra voz, controlar mentalmente a alguien. Sin embargo, sólo
podemos mantener conversaciones telepáticas con nuestras parejas vinculadas y con
aquellos de los que hemos bebido, es así como podemos saber todo lo acontecido
en la vida del donador.
— ¿Yo fui un donante para ti?
—preguntó con la mirada fría y acusadora. — ¿Un banco de sangre?
—No.
—Porque yo no recuerdo haber firmado
nada para que me dejaras seco —espetó apretando los puños.
—Tienes razón —lo miró con ternura
explícita. —Pero necesitaba hacerlo.
Jaejoong exhaló todo el aire de sus
pulmones y relajó los hombros, resignado.
—Entonces ya lo sabes todo de mí
—dijo él receloso.
—Sí. Bebí de ti.
—No me gusta. Yo a ti no te conozco.
—Ya va siendo hora, ¿no te parece?
— ¿Ése también es mi «don» ahora?
—cambió de tema. No iba a contestar lo que le parecía. — ¿Puedo hacer todo eso
como vanirio? — Yunho sintió su incomodidad.
—Tienes sangre vaniria. Sí, puedes
hacerlo. ¿Quieres saber quién soy? ¿Cuál ha sido mi vida, Jaejoong? ¿Entrar en
mi mente? —le preguntó ilusionado por una respuesta afirmativa.
Sí. Quería saber quién era ese
hombre que se había llevado su inocencia, y parte de su cordura. ¿Quién era el
hombre que temía y anhelaba a partes iguales?
—No me interesa conocerte —mintió. —Pero
¿puedo contactar contigo cuando quiera? —preguntó con reservas.
—Puedes, si lo deseas. Sólo tienes
que ponerle la intención. Visualizar en tu mente mi imagen y llamarme. Como una
llamada telefónica pero sin móvil de por medio.
—Y podría hacerlo porque yo fui tu
donador, y eso nos mantiene ligados —concretó.
Jaejoong deslizó la mirada hasta sus
labios delineados.
—O porque estamos vinculados como
pareja.
— ¿Qué dices? —dijo Jaejoong
horrorizado.
— ¿Ya no me tienes miedo? —preguntó Yunho
frotando el mechón de pelo entre sus dedos. Ignoraba su tono resentido. Jaejoong
cedería tarde o temprano.
—Te tengo miedo Yunho y creo que eso
no va a desaparecer nunca.
—Dejarás de temerme, ya lo verás.
—No puedo olvidar lo que me hiciste
—murmuró fijándose en sus blancos colmillos. —No lo puedo olvidar.
No. No podía olvidar ni el dolor ni
el placer que experimentó en sus manos.
—No puedo obligarte a hacerlo
—reconoció con pesar. —Aunque podría.
Jaejoong tembló y se apartó de Yunho
haciendo que soltara su pelo.
—Podría Jaejoong. Podría inculcarte
una imagen tuya y mía retozando en la cama como animales, sin miedos, sin
inhibiciones. Y tú dejarías de temerme.
La imagen erótica de ellos dos haciendo
el amor como salvajes lo asustó tanto que tuvo que agitar la cabeza para
hacerla desaparecer.
— ¿Serías capaz? —le dijo entre
dientes, furioso y temeroso a la vez.
—Podría. Pero no lo haré —confesó
con pesar. —Esa es una mancha que voy a llevar toda la vida. Me avergüenzo de
ello, Jaejoong, pero tengo que vivir con la culpa. Sólo te pido que me conozcas
para que veas que nunca más te haré daño. Jamás.
— ¿Y por qué tendría que confiar en
ti?
—Porque vamos a vernos más de lo que
esperas —volvió a acercarse a él. —Y si voy a protegerte, necesito que confíes
en mí.
—No eres mi protector, Yunho. Ya
tengo a As, Yong Hwa y Siwon que cuidan de mí.
—No... —lo aferró por los hombros y
se cernió sobre él, provocando que Jaejoong tuviera que inclinar la cabeza
hacia atrás para mirarlo. —No lo entiendes...
— ¿Qué tengo que entender? —lo
desafió. No. Ya no le tenía miedo.
—Tú... estás a mi cargo —suplicó con
la mirada que no lo contradijera.
—No seas ridículo —espetó Jaejoong haciendo
un gesto de incredulidad con los labios. —Y... y suéltame, Yunho —le empujó el
pecho.
—Me está costando darte espacio Jaejoong
y no sé cuánto más voy a soportar esta separación —concedió con sinceridad. —Tú...
me deseas —no era una pregunta.
Jaejoong se quedó boquiabierto ante
el atrevimiento de ese presuntuoso. Alzó una ceja incrédula por lo que acababa
de oír.
—Claro, monstruo. Me muero por ti,
cavernícola vanidoso —contestó burlándose de él e intentando mover el muro de
su pecho.
Yunho apretó la mandíbula y se obligó
a relajarse. Dejó de tocarlo y se apartó dando un paso hacia atrás.
Al momento, Jaejoong anheló de nuevo
su cercanía y se sintió estúpido y enfermo por ello. ¿A qué estaba jugando? Se
apartó un mechón de la cara.
—Mira. Necesito saber cosas sobre mi
naturaleza vaniria —explicó queriendo serenar los ánimos. —Te he perdonado Yunho,
así que no hay necesidad de mantener el hacha de guerra. He querido comprender
que todo formó parte de una gran equivocación. Aun así, no me gustan sus
métodos ni las ansias de venganza que tienen. No voy a olvidarlo —le advirtió.
No, claro, Yunho no quería ni el
hacha de guerra ni que olvidara lo sucedido entre ellos. Él quería fumar «la
pipa del amor».
—Yo no quiero estar en guerra contigo.
—Entonces: ¿Tú me vas a ayudar a
entender esa parte de mí o tengo que acudir a otro para que me explique qué soy
y de dónde vengo? Tu hermano me ha ofrecido su ayuda y esta noche...
—Te ayudaré en lo que sea necesario
—sonrió con presunción. —No tienes por qué acudir a mi hermanito. ¿Qué quieres
saber? —estaba irritado.
—Muchas cosas... Si no son vampiros
—dijo intentando desviar la tensión del momento, — ¿qué son? Ya sé que vienen
de los dioses, pero ¿me lo explicas mejor?
—Tu abuelo te habló de las dos razas
de dioses que experimentaron con nosotros ¿verdad? — Jaejoong asintió. —Los
vanir, que eran los dioses que apoyaron a los aesir en el plan evolutivo de
Odín con la humanidad, vieron que los berserkers adquirían cada vez más y más
poder. Cuando se hibridaron con los humanos, la energía del Midgard podía
llegar a desequilibrarse con lo que se necesitaba a otros guerreros que
ayudaran a mantener la energía de la tierra y la protección de la humanidad,
pero sobre todo unos guerreros cuya labor también era la de controlar a los
berserkers de que no abusaran de su poder. Los berserkers son muy tribales y
eran incapaces de acabar con la vida de los híbridos que se habían convertido
al poder de Loki. Y fueron muchos.
—Los lobeznos.
—Sí. Seguían viéndolos como parte de
su clan. No se atrevían a matarlos, con lo cual las guerras no cesaban y los
berserkers que no se habían corrompido caían en número ante los lobeznos que no
tenían compasión ni escrúpulos a la hora de eliminarlos. Los vanir decidieron
que era el momento de participar en ese plan evolutivo y de protección a la
humanidad. Si los aesir tenían representación en el Midgard, ellos también
querían tenerla. Además, era un modo de igualar las fuerzas con los aesir, un
modo de cubrirse las espaldas también contra ellos. Ya habían tenido antiguos
enfrentamientos y, aunque entonces ya habían firmado la paz, no era muy
recomendable que uno de los dos grupos de dioses que controlaban el Asgard,
tuviera un ejército tan fuerte a sus órdenes, y el otro ninguno. Además, Loki
estaba apretando muchísimo con sus tretas y pensaron que no vendría mal la
ayuda de otras manos.
—Y entonces los crearon a ustedes.
—Bueno, no exactamente. Somos mucho
más jóvenes que los berserkers. Nosotros aparecimos hará unos dos mil años
atrás. Una época en la que la oscuridad creada por Loki ganaba terreno en la
Tierra y donde los berserkers apenas podían controlar todo el daño que se
hacían los humanos entre ellos. Los vanir son unos dioses que no tienen nada de
bélicos. No saben nada de la guerra. Son dioses que representan la riqueza, son
los creadores de las artes mágicas, exaltan el amor, el placer y la sexualidad,
y promueven la fecundidad y la paz. Pero quisieron tomar cartas en el asunto
para ayudar a equilibrar la balanza. Así que estudiaron a los clanes de humanos
guerreros que poblaban la tierra y los mutaron genéticamente. Seres humanos que
sabían del arte de la lucha y la espada y les ofrecieron una serie de dones.
Njord, Frey y Freyja, los principales dioses vanir, fueron los artífices de
nuestra transformación.
— ¿Cómo se transformaron? —preguntó
acercándose a Yunho y deseoso de tocarlo e inspeccionar él misma esos cambios.
Yunho se sintió vulnerable cuando él
se aproximó de aquel modo. Su pastelito de queso y frambuesas estaba ya
demasiado cerca.
—Freyja fue la que nos dotó de todo
el poder. Nos entregó la belleza física.
— ¿Antes eras un adefesio? —le
preguntó arqueando las cejas.
Yunho se echó a reír.
—Nos hizo atrayentes a los ojos de
los demás y sexualmente muy activos, llenos de una vitalidad erótica que no
tiene ningún otro ser en la tierra —eso último lo dijo en un tono tan ronco que
Jaejoong se estremeció. —Nos dio poderes curativos, con lo que nuestros cuerpos
cicatrizaban y se regeneraban con rapidez, y nos otorgó poderes mágicos como la
telepatía, la capacidad de volar y la telequinesia. Pero no todo es oro lo que
reluce. Freyja estaba harta de llorar lágrimas de sangre, de oro rojo, cuando
Od, su esposo, la abandonaba por tan largas temporadas. Así que sintiéndose
despechada nos hizo débiles ante aquellos que serían nuestras parejas eternas,
nuestros verdaderas parejas. Nos quitó la capacidad de saciar nuestro apetito y
nos lanzó a una vida inmortal de hambre eterna, hasta que encontráramos a
nuestra verdadera pareja, nuestro cáraid. Su sangre se convertiría para
nosotros a algo parecido a la ambrosía.
—Así que Freyja dijo algo así como:
«tráguense mis lágrimas».
—Más o menos. Entonces, sólo
entonces, nosotros dependeríamos de nuestra pareja, nos entregaríamos a ella,
porque sin su sangre moriríamos y los más débiles acabarían transformándose en
nosferátums.
— ¿Cómo?
—Loki tiene un radar para la
vulnerabilidad del alma vaniria. Encuentra a los que han sido rechazados por
sus cáraids y les da a elegir entre la muerte que llega inevitable sin los
recursos de la sangre de la pareja o entre la vida eterna, bebiendo y
saciándose con los cuellos de los humanos. Loki te ofrece dejar de pasar hambre
y saciarte con la muerte de un ser humano. A cambio de ese pacto roba sus
almas. Muchos vanirios lo aceptan —se encogió de hombros resignado.
— ¿Me estás diciendo que todos los
vampiros son hombres despechados por sus parejas?
—Casi todos. O hombres cansados de
buscarlas. Como ves, somos vulnerables ante ustedes. Cuanto más tiempo pasamos
sin encontrar a nuestra pareja, más cerca está Loki de nosotros. Y si la
encontramos y nos rechaza, entonces si uno no tiene honor, cede ante lo que
Loki le ofrece. Somos débiles porque aunque nuestra alma es inmortal, sigue
siendo humana. Por eso, el cáraid de un vanirio es sagrado. Con él recuperamos
el sabor, cerramos las puertas definitivamente a Loki, saciamos el hambre y
mantenemos nuestra inmortalidad y nuestros poderes. Si no obtenemos el favor de
nuestro cáraid y si el nos priva de su sangre una vez que ya lo hemos probado,
si por alguna razón se niega a nuestra naturaleza, nosotros elegimos entre
morir o perder nuestra alma a manos de ese toca huevos de diablo. ¿Entiendes?
Lo más importante para nosotros es hallar a nuestra pareja y luego mantenerla a
nuestro lado.
— ¿Y si sientes que es él, pero no
han probado su sangre? ¿Qué pasaría? —preguntó intrigado.
—Entonces uno intenta mantener la
esperanza y se dispone a sufrir el tormento de los condenados hasta que beba de
él.
Jaejoong se mordió el interior del
labio para evitar preguntarle lo que lo corroía. ¿Yunho tenía cáraid? De
repente una punzada inesperada de celos le agarrotó el corazón. No tenía
intención de analizar esa reacción.
—Es evidente que los creó una mujer
—murmuró Jaejoong ladeando la cabeza y repasándolo con la mirada. Creo que voy
a abrir un club de fans en facebook.
Club de fans de Freyja —asintió con una sonrisa.
Los vanirios eran el sueño húmedo de
cualquier mujer u hombre. Bellos, fuertes y poderosos, pero a la vez débiles y
sumisos ante sus parejas. Caramba con esa tal Freyja. Era toda una artista.
— ¿Y sus parejas? ¿Tienen que
esperar a que lleguen los hombres y las reclamen?
—Para ellas también es el maleficio
—dijo entre comillas. —Estar tanto tiempo sin que nadie las reclame también es
doloroso, ¿no crees? —alzó las cejas.
—No lo sé —contestó Jaejoong fríamente.
—Freyja cree en el verdadero amor y
espera a que las parejas eternas se reencuentren. Que se reconozcan o no
depende de nosotros.
—Pero sin embargo ustedes han
utilizado los colmillos para algo más que beber la sangre de su cáraid —observó
Jaejoong mirando de nuevo su sensual boca.
—Nosotros no bebemos de los humanos
para sobrevivir —explicó Yunho admirando los ojos brillantes de Jaejoong. —Si
alguna vez hemos bebido de ellos, ha sido para averiguar sucesos que eran
importantes para nuestros objetivos y necesitábamos de la información que había
escrita en la sangre del sujeto. En nuestras papilas gustativas hay una especie
de lector de información y a veces debemos utilizarlo. Pocas cantidades ¿sabes?
La sangre humana nos tienta, pero no es importante. Vivimos igual.
— ¿Poca cantidad? Matan a los
humanos así —susurró Jaejoong entre dientes. —Ryu Jin mató a Min Ki. Lo
desangró.
—Ryu Jin está retenido por eso. Los
vanir nos dejaron las reglas bien claras. No podemos abusar de nuestra fuerza
con los humanos, pero él enloqueció. Perdió el control.
—Tú casi me matas —recordó
tembloroso los colmillos de Yunho clavándose en su garganta.
—Tú me volviste loco, pequeño. Tu
sangre es... —no sabía cómo explicar lo importante que era su hemoglobina para
él. —Es deliciosa, Jaejoong. Me dejé llevar por tu sabor, y por lo que
estábamos compartiendo.
—No compartimos nada —dijo cortante.
—Tú tomaste lo que quisiste sin consultarme.
—No sucederá más —concluyó él
ocultando una sonrisa lobuna en sus labios.
—Eso espero —intentó relajarse, pero
con Yunho era una tarea imposible. Tenía la sensación de que antes o después se
lo iba a comer. — Ryu Jin no me gusta —confesó él recordando como lo había
tratado y las cosas que le había dicho. — ¿Por qué crees que no les avisó del
paradero de Seong Hun y que no alertó sobre los cazadores?
—No lo sé. Esta tarde todos los
vanirios recibirán un comunicado de los dos representantes del Consejo. Dubv y
Fynbar nos dirán cuál ha sido el veredicto después de la reunión con él.
— ¿Quiénes son los del consejo?
—Son vanirios que actúan como
representantes y jueces de cada condado. —arrugó la nariz con un gesto infantil.
—El Consejo trata de llegar a concilios cuando surge algún problema entre los
clanes. Discuten y luego deciden sobre las soluciones con el resto de vanirios.
No quieren decir que sean superiores, ni más fuertes ni más poderosos. Es sólo
que están dotados de un gran discernimiento y mucha objetividad, y eso hace que
nosotros creamos que tomarán las mejores decisiones y las más justas para todos
nosotros. Lo ideal es que sean parejas las que ocupen ese lugar. Es en las
parejas donde reside el equilibrio.
Jaejoong frunció el ceño, pensativo.
Había entendido muy bien todo lo que le había explicado.
— ¿Cha Don y Ji Hye son...?
—Pareja.
—Entiendo... — Jaejoong se abrazó a
sí mismo y se estremeció. — Ryu Jin es mi tío, pero no lo quiero conocer. Me
recuerda a un animal salvaje contagiado de rabia.
Yunho hizo un mohín, pero no pudo
reprochar ninguno de esos pensamientos. A él también le parecía un animal
desquiciado.
— ¿Se llevaba bien con mi padre?
—Sí. Ryu Jin era el mayor y siempre
lo protegía. Sin embargo, también tenían sus diferencias. Ryu Jin era muy
agresivo y no dudaba en abusar de sus poderes para obtener sus fines. Seong Hun,
sin embargo, aun siendo el pequeño, era quien lo hacía entrar en razón. Con la
desaparición de tu padre, Ryu Jin se empezó a cerrar más en sí mismo y se alejó
más de nosotros. Antes, Yoochun, Jong Hyun, Junsu y yo patrullábamos con ellos
dos. Los seis éramos inseparables ¿sabes? —sonrió melancólico. —Cuando Seong
Hun faltó, entonces Ryu Jin dejó de venir. Todavía no me creo que él supiese
dónde estaban, y que no nos mencionara nada —apretó el puño hasta que los nudillos
se le quedaron blancos.
Jaejoong advirtió la tensión de Yunho.
Debieron estar muy unidos él y su padre. Su madre no exageraba en el diario
respecto a su gran amistad.
—En fin —lo miró con atisbos todavía
de melancolía en sus increíbles ojos. —No tienes por qué preocuparte. Tenemos
que esperar a ese comunicado. Luego te informaré de lo que se haya decidido.
Hasta entonces no tendrás que cruzarte con él, él está encerrado.
—Está bien —asintió dócil. —Sigue
explicándome cosas, Yunho —le pidió en un ruego dulce y amigable.
Jaejoong empezaba a sentirse a gusto
con él. ¿Podía ser eso?
Yunho sonrió. ¿Cómo no iba a
obedecer a su hermoso y bello cáraid?
—Nuestra hambre es eterna, ángel
—puso un dedo índice en su entrecejo y poco a poco lo deslizó por el puente de
su nariz hasta llegar a la punta. Jaejoong estaba inmóvil. —Comemos alimentos
que nos sacian mientras los ingerimos, pero inmediatamente después llega el
vacío. ¿Eso es lo que te pasa a ti, precioso? —le preguntó dulcemente todavía
rozando su nariz. —Tienes hambre ¿verdad?
Yunho estaba siendo muy tierno con
él y Jaejoong no sabía cómo actuar ante esa ternura.
—Sí, tengo hambre —reconoció
indignado.
Yunho se alegró por no haber hecho
ningún intercambio con él, sino en ese momento Jaejoong se volvería loco con la
presencia de él. Olería su sangre y necesitaría hincarle los dientes. Pero,
asustado como todavía estaba y, después de lo vivido, Jaejoong se debilitaría
sobremanera por luchar contra él, contra el ansia de beber de su pareja. ¿Cómo
podía decirle que él era su pareja eterna? Jaejoong tenía hambre de él. Se le
veía en las pupilas dilatadas y en el modo en que se pasaba inconscientemente
la lengua entre los dientes. Y Yunho se sentía orgulloso de que un ejemplar de hombre
como era Jaejoong lo deseara de ese modo. Ahora sólo hacía falta que él cediera
ante ese deseo, que se familiarizara con ese anhelo y con las sensaciones que
su proximidad provocaba en él.
—Como y no me sacio —continuó Jaejoong
preocupado sin apartar la vista de sus ojos. —Nada es suficiente.
—Cuando encuentres a tu cáraid,
verás que su olor y su presencia te alterarán. Necesitarás tocarlo, necesitarás
besarlo, lamerlo, abrazarlo. Él te saciará — dijo Yunho con voz erótica. —Yo soy tu cáraid.
Jaejoong no recibió el mensaje
mental pero se sonrojó igual, pues su mirada lo decía todo y, avergonzado,
volvió a ponerse la mano en el cuello. Jaejoong necesitaba probar a ese mango
que tenía enfrente con la misma desesperación que le describía Yunho.
—Sigue con la historia de los dioses
—se apartó de él sutilmente.
—Frey —continuó Yunho retomando
el hilo con facilidad, —por su parte, cuando vio que su hermana Freyja nos
había otorgado unos dones tan poderosos, temeroso él de que los vanirios
llegáramos a superar el poder de los dioses,
nos otorgó otra debilidad —caminó a su alrededor, como un felino a punto de
saltar sobre su presa. —Los dioses son muy celosos y necesitan estar siempre
por encima. Él era el dios del sol naciente, así que nos hizo débiles ante el
amanecer. Por eso no podemos caminar bajo la luz del sol. Y Njord nos entregó
la inmortalidad y nos otorgó la capacidad de comunicarnos con la tierra, con la
naturaleza. Nos entregó dones comunicativos con los animales.
—Cielos —suspiró Jaejoong mesándose
el pelo hacia atrás, —es material para una novela.
Yunho sonrió y el gesto le llegó a
los ojos, enterneciendo la mirada de Jaejoong.
—Todos esos dones, unidos a la
capacidad guerrera de esos clanes, crearon lo que ves ante tus ojos. Yo soy uno
de ellos.
—Eres un viejo. Tienes dos mil años
de edad —alzó las cejas impresionado.
— ¿Demasiado para ti, ángel? —se
colocó tras él inclinándose hacia su cuello.
Se movía a tanta velocidad que Jaejoong
no podía seguir sus movimientos. Tan pronto lo tenía delante como, de repente,
lo tenía detrás.
— ¿Y vieron a los dioses? —preguntó
sorprendido.
—En su forma humana, sí. Eran
hermosos, esbeltos y finos. De tez de porcelana, pelo hecho de hebras de sol y
los ojos llenos de agua marina —un paso más y volvió a quedarse enfrente de él.
—Siempre me pareció imposible que
ahí arriba no hubiera nada.
—Hay tantos dioses como mundos
—aseguró Yunho. —Cada persona es un mundo distinto.
Jaejoong lo miró fijamente y meditó
sus palabras.
— ¿Cómo era mi padre? —le preguntó
desviando los ojos hasta su cuello.
Yunho se acercó a él y se inclinó
para hablarle al oído.
—Tu padre era el más temido de todo
el clan. Un guerrero invencible, leal y amigo de sus amigos. No le importaba
dar la vida por aquellos a los que quería —susurró hundiendo la nariz detrás
del hueco de su delicada oreja. —Era el hombre del trueno —explicó orgulloso. —No
tenía miedo a nada. ¿Y tú?
— ¿Qué... qué haces? —le dijo Jaejoong
cerrando los ojos y temblando de la expectación. Le estaba rozando el cuello
con la nariz.
—No te imaginas lo bien que hueles
para mí, Jaejoong —contestó sin rodeos. —Tu olor hace que me eleve de la
tierra.
Eso no podía estar pasando. Yunho lo
estaba seduciendo, le estaba quitando uno a uno los grilletes del miedo y de la
vergüenza. Jaejoong tragó saliva intentando apartarse y no le contestó.
—Tu padre, se perdió por el olor de
tu madre —prosiguió Yunho con su seducción. —Él encontró en ella a su cáraid,
aquella que estaba destinada a caminar con él por la eternidad, a apaciguar su
maltrecho corazón, a darle el calor del amor y del hogar. La cáraid para un
vanirio es como el sol.
— ¿Una maldición? —preguntó con voz
estrangulada.
Yunho sonrió y apoyó los labios en
la sien de Jaejoong, y lo obligó a acercarse a él cerrando suavemente sus dedos
sobre su muñeca. Acariciándola con el pulgar, justo donde el cinturón la había
quemado en aquella fatídica y salvaje noche. Tiró de él suavemente.
—No. Es la luz para nuestra
oscuridad —musitó contra su piel.
Jaejoong se apartó para mirarlo
directamente a la cara.
Allí de pie, enfrente de Jaejoong,
con aquel cuerpo increíble y amenazador, la cara ojerosa y ese rostro angelical
que volvía a recordarle al de un niño, vio al Yunho frágil, desvalido y
anhelante de ese calor del que hablaba.
Yunho, aunque deseaba inclinarse y
cubrirle la boca con la suya, vio la confusión y la lucha interna de Jaejoong y
decidió darle una tregua. Se apartó a su pesar, miró al cielo y se quitó la
capucha.
Era tan hermoso y masculino a la
vez... Jaejoong no pudo más que exhalar el aire entrecortadamente y humedecerse
los labios.
—En realidad, Jaejoong, tengo cosas
de tu padre que te pertenecen a ti.
— ¿Cosas? —repitió él abrazándose
con los brazos.
—Sí. Tú eres su heredero. Su hijo
ilegítimo. Todo lo suyo es tuyo.
Jaejoong sintió como se le aceleraba
el corazón y lo obligó a serenarse.
—Tal vez esta noche, después de
visitar la sede de Newscientists, aceptes venir conmigo para que pueda
enseñarte de lo que te estoy hablando.
— ¿Esta noche? —había quedado con Junsu.
Yong Hwa y Siwon irían allí a hacer guardia y habían accedido a llevarlo con él.
—No creo que pueda.
Yunho endureció la mirada.
—Vendrás —ordenó.
—No me des órdenes —tensó los
músculos de su espalda. Por fin. Se había acabado el hechizo.
—No tienes nada que hacer y lo que
tengo que enseñarte te agradará mucho.
¿Él y Yunho solos? No estaba muy
convencido.
—Tu hermano y yo nos vamos a
encontrar. Yong Hwa y Siwon me llevarán. No puedo ir contigo.
Su hermano era un completo estúpido,
pensó irritado.
—Está bien —cedió perceptiblemente
cansado. —Que mi hermano te lleve entonces. No deberías ir esta noche, no es
muy seguro.
— ¿Y eso por qué? —se cruzó de
brazos y levantó una ceja altivamente.
—Mañana es luna llena, solsticio de
verano. Los lobeznos y los nosferátums saldrán de caza. Y tú vas a ser una
presa con una inmensa diana en tu precioso culo. Hoy estarán muy alterados.
¿Precioso culo? Un buen halago. Miró
el reloj digital que le había comprado su abuelo y relajó los hombros.
—Nos están esperando.
Yunho no contestó. Su cuerpazo pasó
por al lado de Jaejoong, con pasos ágiles y largos. Jaejoong elevó la comisura
de sus labios y lo siguió reprimiendo una ancha sonrisa.
Yunho estaba aprendiendo a ceder
terreno, y eso era positivo. Ese vanirio abusón y mandón tenía que morderse la
lengua ante él y no pasarse de la raya. Jaejoong disfrutaba con su pequeña
tortura.
Miró cómo los músculos de su espalda
se movían debajo de la chaqueta, pero entonces se acordó de las heridas. ¿Le
dolería? No. Seguramente ya habrían cicatrizado. Preocupado por él, siguió
caminando hasta la mansión.
* * *
Estaban en Londres. Yunho miró el
edificio de estilo modernista que se erguía ante ellos. Un edificio que parecía
silencioso, donde no debían trabajar muchas personas, pero donde él sabía muy
bien con lo que allí se investigaba. Si fuera por él, ahora mismo entraba y
hacía arder a todos los que allí se encontraban. Sin embargo, habiendo vivido
la experiencia de Jaejoong, ya no tenía tan claro que todos los que trabajaban
en Newscientists supieran en qué trabajaba esa empresa realmente.
Pero él sí. Recordaba el día en que
él y Ryu Jin, habían encontrado los pedazos de Seong Hun en uno de los
contenedores de la calle. El olor les había llevado hasta sus extremidades
cercenadas.
Aún recordaba las lágrimas de Ryu
Jin, mientras apretaba uno de los brazos de su hermano a su pecho. Ryu Jin...
no cuadraba esa imagen con lo que habían descubierto.
Yunho apenas había podido respirar
en cuanto pudo darse cuenta de que, efectivamente, la carne inanimada que
tenían enfrente era la de su mejor amigo. ¿Cómo podían haberlo tirado allí?
¿Por qué? ¿Con qué intención? Aquello había sido una auténtica aberración. Si
algún humano hubiera descubierto las partes de ese cuerpo, y los medios
hubiesen investigado el caso, no sólo se habría creado una psicosis, sino que
si los forenses hubiesen analizado la sangre de ese cuerpo... ¿qué habría
pasado? No era sangre humana.
Lo que sabían seguro era que había
sido enviado desde Corea, tal y como indicaba el sello del brazo de Seong Hun.
Ahora tenía que descubrir si el cuerpo había salido de ese edificio o si
realmente no había llegado a entrar en él. ¿Quién? ¿Cómo? Y ¿por qué? Eran las
preguntas que tenía en mente. Recordó la noche en que Ryu Jin y él
interceptaron la caza de un vanirio a manos de dos de los cazadores de
Newscientists. Bebieron de ellos, sólo para descubrir qué hacían. Aquellos
hombres no sabían muy bien por qué hacían nada de eso, eran unos mandados. Pero
sin embargo, eran ejecutores de vanirios. Entonces a través de su sangre,
vieron lo que hacían. Mujeres, niños, maltratados, abiertos en canal... todos
sometidos a todo tipo de estudios. Unos mandaban y ellos obedecían como robots.
Observó como el Hummer de Yong Hwa
aparcaba justo al lado de su Cayenne. Yunho miró de reojo a Jaejoong, que salía
del coche con su porte elegante y su innegable atractivo. Era imposible que no
llamara la atención. Su melena negra, brillaba haciendo colores azulados. Sus
ojos violeta lo miraron y él apartó los suyos para volver a mirar al edificio. Yunho
no había querido viajar con ellos.
Jaejoong echó los hombros hacia
atrás y se colocó a su lado. El viaje con Yong Hwa y Siwon había sido
silencioso. Siwon era callado de por sí, y Yong Hwa y él no se hablaban después
del episodio de los latigazos. Sólo se habían dirigido la palabra para indicarle
a Jaejoong como debía de proceder en el interior del edificio.
Se creían que era tonto... Él sabía
bien cómo funcionaba esa empresa. Ya tenía su propio plan para extraer
información. Sólo esperaba dar pronto con su objetivo.
—Entraré contigo —dijo Yong Hwa
protector.
—No —contestó Jaejoong.
—Entrarás con él y con Siwon —le
ordenó Yunho a regañadientes. Jaejoong frunció el ceño sin comprenderlo.
Pensaba que Yunho no quería que el berserker estuviera cerca de él.
—He dicho que no. Me puedo defender
solo.
—No sabes qué tipo de personas están
trabajando allí dentro —replicó él cruzado de brazos y apoyado en la puerta del
coche.
—Necesito desarrollar mis nuevas
habilidades —dijo con suficiencia. —Ahora sería un buen...
—Basta, Jaejoong. Deja de
comportarte como un niño tonto y haznos caso —lo regañó Yunho con frialdad. Lo
tomó de los hombros y le apretó hasta que él sintió una punzada de dolor.
—Me haces daño, monstruo —espetó con
desdén.
—Vas a obedecerme. ¿Me oyes? —sacó
todo el instinto animal que tenía en su interior. —Esto no es ningún juego.
Sabemos que estos humanos están aliados con nosferátums y lobeznos, y tú hueles
demasiado bien ¿Me entiendes? —estaba loco si creía que él lo iba a dejar expuesto
al peligro. —Si tienen a alguien de su especie trabajando con ellos en el
interior del edificio, en cuanto entres te percibirán y entonces yo te pareceré
un ángel al lado de ellos.
Jaejoong dibujó una línea y
temblorosa con sus labios y puso todos los músculos de su cuerpo en tensión.
¿Niño tonto? ¿Pero qué se había creído?
Vete
a la mierda, monstruo. No me hables así.
Yunho lo miró de reojo y no pudo
evitar que sus labios dibujaran una sonrisa maliciosa de superioridad. Lo soltó
y se apoyó de nuevo en su coche. Yong Hwa y Siwon no intercedieron.
—Los transportes suelen llegar a las
siete en los lugares de destino —explicó Jaejoong sorprendido por la furia de Yunho.
—Cada día se envían cajas desde Corea a todos los edificios filiales de
Newscientists. Veamos si hoy llega también mercancía. El camión tiene que estar
al llegar.
Dicho y hecho. Un enorme tráiler se
paró delante del edificio. Dos hombres bajaron de la cabina del conductor y se
dirigieron a abrir las puertas traseras para bajar la mercancía.
— ¿Quién tramita los envíos?
—preguntó contrariado. —Yo no estoy allí para hacerlo...
—Bueno, ahora sabremos quién es el
segundo al mando —contestó Yunho.
—Llevan los albaranes —advirtió
Jaejoong. —Hay que interceptarlos antes de que entren al edificio.
Yunho lo miró desafilándolo con los
ojos.
No
se te ocurra desobedecerme, Jaejoong. Quédate ahí. Por favor.
Toda la piel se le puso en tensión.
El corazón se le aceleró, la sangre se le subió a la cabeza y sentía que mil
mariposas revoloteaban en su estómago. Yunho volvía a abrir comunicación mental
con él. Se sentía bien, sorprendido y agradecido.
¿Has
dicho, por favor? Eso está mejor, monstruo. La educación puede abrirte muchas
puertas.
Quiero
que mires bien lo que voy a hacer, Jaejoong. Tú tendrás que utilizar tus
poderes pronto y yo te voy a enseñar cómo.
¿Qué
vas a hacer? Estaba
eufórico por poder hablar así con él.
Voy
a atraerlos a mí, les voy a ordenar que entren en la cabina del camión y que se
duerman.
Jaejoong sonrió para sus adentros
haciendo negaciones con la cabeza.
Enséñame,
entonces.
Lo captó todo. Captó como Yunho
enviaba una onda mental a los dos hombres, y como los hechizaba con la mirada
al mismo tiempo que les ordenaba y los obligaba a obedecer sus deseos, bajando
su tono de voz.
Yong Hwa y Siwon vieron asombrados
como los transportistas se metían en la amplia cabina y se desnudaban. Luego le
entregaban los dos uniformes y Yunho con un movimiento de cabeza les hacía
dormirse.
Nadie entró ni salió del edificio,
actuó con velocidad y eficacia.
Yunho les indicó con un gesto de la
mano que se dirigieran a él. Los tres corrieron hasta donde él se encontraba.
—Yong Hwa y Siwon, tomen —les
ofreció los uniformes.
—Vaya, vaya... colmillos —susurró Yong
Hwa asombrado. —Eres un buen mentalista.
—Soy vanirio, es mi don.
Uno
de los muchos,
pensó Jaejoong mirándolo con intensidad. Yunho lo miró a su vez, y le sonrió.
Gracias,
Jaejoong. Sintiendo
todo el dolor físico que sentía en ese momento, hambriento y muy vulnerable, no
sólo le agradecía que lo hubiese obedecido, sino que le diese la oportunidad de
poder enlazarse con él de ese modo mental. Aquello era un gran sedante para él.
Pero necesitaba el enlace físico para poder recuperar toda su vitalidad. En
cuanto al emocional... parecía un imposible en aquel instante.
En unos minutos Yong Hwa y Siwon adoptaron
las personalidades, de los dos transportistas.
—Tú entrarás con ellos —le dijo Yunho
a Jaejoong. —Todas éstas cajas tienen que ir a alguna de las salas o de los
laboratorios de este edificio. Vas a dirigirte al recepcionista y le vas a
sugestionar como yo he hecho con éstos dos. Procura que Yong Hwa y Siwon
escuchen sus indicaciones.
—Lo intentaré.
—Una vez dentro, mientras Yong Hwa y
Siwon averiguan qué hay en el edificio y qué hacen en él, tú tendrás que
extraer de su mente todas las contraseñas y archivos de las bases de datos.
— ¿Lo obligo a hacer un backup de todo el ordenador?
—Sí, eso también nos será de gran
ayuda. Pero necesitamos los passwords, direcciones de email, encriptados, etc…
¿Me entiendes?
—Sí.
—No te alejes de la recepción. Ni se
te ocurra internarte por ahí dentro, ¿de acuerdo?
—Está bien, Yunho.
Yunho se quedó inmóvil por un
momento. Cómo le gustaba oír su nombre en boca de Jaejoong, de nuevo.
—Esperarás a que lleguen los dos
tontos —le ordenó con una sonrisa.
—Que te den —espetó Yong Hwa colocándose
bien las solapas del uniforme.
Los miró a los dos. Ayer Yong Hwa
estaba azotando a Yunho y hoy debían trabajar juntos. Debía de ser muy duro,
sobre todo para Yunho.
Jaejoong asintió como un niño obediente
y ligeramente asustado.
—
¿Qué harás tú?
Hablar así con Yunho era muy
reconfortante. Siempre que le respondía, su cuerpo reaccionaba del mismo modo
que lo haría si lo hubiese acariciado lánguidamente.
—Aquí
hay varios cosas. Quiero ver qué es lo que hay en el interior y además tengo
que controlar a los dos bellos durmientes de la cabina.
—Pero
la gente te puede ver. Les extrañará que haya alguien vestido de civil dentro
de un camión.
—No,
ángel. No me verán si yo no quiero.
—Claro,
olvidaba que eres superman
—contestó alzando una ceja.
—No...
soy un vanirio con muchos, muchos poderes. Ten cuidado. Te esperaré aquí mismo.
—Y
tú... tú también ten cuidado.
Se dio media vuelta y se internó
dentro del edificio. Tras él Yong Hwa y Siwon lo seguían con los albaranes.
Yunho sintió como se hinchaba como
un gallo al reconocer la preocupación por él en la voz de Jaejoong. Su relación
empezaba a cambiar.
Debía darse prisa y descubrir lo que
había en el interior de esos envíos. Dios, se sentía tan mal físicamente. Pero
no permitiría que nada le pasara a Jaejoong, Yunho estaría con él mentalmente.
En el interior no había ni un alma,
a excepción del recepcionista. Había algunas plantas altas y de tallos gruesos
estratégicamente colocadas en la entrada, en las esquinas del salón, a cada
lado del ascensor y en la inmensa recepción, donde un chico joven de menos de
treinta años babeaba al ver el cuerpo de Jaejoong dirigiéndose a él.
— ¿Lo puedo ayudar en algo?
El chico era delgado, pelirrojo, con
el pelo peinado hacia atrás y untado con gomina, y con algunas pecas salteadas
por la cara. Sus ojos marrones lo miraban deleitándose en cada una de sus
curvas, comiéndoselo con los ojos.
Jaejoong sonrió coqueto, y pensó que
era un descarado.
—Me vas a ayudar —contestó
imperante.
Tras él Yong Hwa y Siwon esperaban
la información.
—Lo voy a ayudar —dijo él
completamente hipnotizado.
—Han llegado los paquetes desde Corea.
¿Dónde tienen que dejarlos?
—En la segunda planta inferior —el
chico tragó saliva mientras quedaba sumergido en los ojos violeta de Jaejoong.
—Allí, el de seguridad introducirá el código para abrir el almacén y así podrán
dejar las cajas en su lugar.
Jaejoong giró la cabeza y asintió
para que Yong Hwa y Siwon se pusieran manos a la obra. Jaejoong se reclinó
sobre el mostrador y lo miró por debajo de sus pestañas.
—Jude —miró su chapa y pronunció su
nombre arrastrando las letras—quiero que grabes en una tarjeta USB toda la
información del disco duro de tu ordenador. Teléfonos de contactos, emails,
bases de datos, passwords, etc…
—Inmediatamente —Jude trabajaba como
un robot. No pestañeaba, sus movimientos eran mecánicos y sin emoción. Cogió
una USB, lo colocó en la salida correspondiente de su ordenador y trasladó
todos los del disco duro a la tarjeta.
Jaejoong se sintió mal al descubrir
el poder que podría tener sobre la gente. Pero él era lo que era, pensó
recordando las palabras de Yong Hwa. Por el rabillo del ojo, controló como los
dos berserkers entraban en el ascensor con un paquete. Tenían que actuar con
discreción para que las cámaras no grabaran nada fuera de lo normal. Jaejoong repiqueteó
con las uñas sobre la mesa de recepción.
—Jude —volvió a mirarlo fijamente.
¿Por qué seguían llegando paquetes desde Corea si él no tramitaba los envíos? —En
los últimos cinco días ¿has hablado con alguien de Newscientists de Corea?
Jude asintió observando impasible
como se trasladaba toda la información.
— ¿Con quién, Jude?
—El señor Jang Goon. En ausencia de Jaejoong,
él se encarga de todo. — Jaejoong dejó de repiquetear los dedos y todo su
cuerpo se puso en tensión. ¿Goon? ¿Goon, su doctor?
—Jaejoong,
¿estás bien?
Cuando oyó la voz de Yunho en su
interior, se tranquilizó.
— ¿El señor Jang Goon dices?
—Sí.
— ¿Jang Goon hace mucho que trabaja
en Newscientists? —no lo podía creer.
—Hará unos doce años. Es la mano
derecha del señor Min Ki.
Cabrón
falso y despreciable.
Se sintió tonto e ingenuo por haber creído que él, su doctor, era su amigo.
—Dime... ¿Qué ha sucedido con Jaejoong
y el señor Min Ki? —controló el temblor de su voz.
—El joven Jaejoong está aquí en
Inglaterra, por trabajo.
Jaejoong sintió un sudor frío sobre
la nuca. Eso era justamente lo que habían hecho creer Yoochun y Jong Hyun al
servicio de su casa de Corea.
— ¿Y el señor Min Ki? ¿Se sabe algo
de él?
—Llegará pasado mañana a Londres,
acompañado del señor Goon —susurró por lo bajo inclinándose hacia Jaejoong.
Jaejoong dejó de respirar, se
estremeció y sintió que la sangre se iba de su rostro. Min Ki estaba muerto, no
podía ser. Jude lo seguía mirando sin parpadear, perdido en su mirada violeta.
Jaejoong,
tranquioa. Percibo tus pulsaciones. Estoy contigo.
Yunho percibía su ansiedad.
— ¿Cuándo... cuándo has hablado con
el señor Min Ki? —preguntó él con voz temblorosa.
—Ésta misma mañana.
—Oh
Dios... Yunho
—tenía muchísimo frío.
—Jaejoong,
recoge los datos y sal de ahí. No quiero sentirte así.
— ¿Viene por algo en especial el
señor Min Ki? —inquirió Jaejoong.
—Me obligó a que le preparara un
reservado para unas diez personas en el The Ivy, un restaurante muy selecto de
Londres.
— ¿Cuál es la dirección y a qué hora
esperan el reservado?
—En el dieciséis de la calle Moor, a
las ocho y media.
—Jude, dame la tarjeta USB, y
también tu agenda —le apresuró con un gesto de la mano.
—Claro, aquí tiene —le entregó la
agenda negra y el USB tranquilamente.
—No vas a recordar nada de lo que
hemos hablado —le ordenó en un susurro bajo y sedante. —Me voy a ir de aquí y
vas a hacer como si nunca me hubieses conocido. Nunca me has visto.
Jude asentía con la boca
entreabierta y los ojos semi-cerrados.
El ascensor se abrió y aparecieron Yong
Hwa y Siwon, extrañamente pálidos y consternados.
—Les tienen que sellar —dijo Jaejoong
entre dientes preocupado por ellos. ¿Qué habían visto?
Siwon esperó a que un atontado Jude,
sellara los papeles sin apartar la mirada enamorada de Jaejoong.
Siwon tomó a Jaejoong del brazo y lo
invitó a que saliera de allí. Los tres llegaron hasta Yunho, que inspeccionaba
lo que había sacado de las cajas. Todo tipo de probetas congeladas, potes de
cristal, vaporizadores, material quirúrgico...
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Yunho
mirando a Jaejoong.
—No —respondió él con la mirada
perdida.
—Larguémonos de aquí, colmillos
—dijo Yong Hwa bruscamente. —Este sitio es asqueroso.
Yunho asintió. Colocó todo lo que
había encontrado en una bolsa negra y salió del camión esperando a que los
berserkers se cambiaran. Obligó a los transportistas a despertarse, cambiarse
de nuevo, revisar el albarán y finalmente irse de allí.
Yunho tomó a Jaejoong por el brazo y
miró a Yong Hwa advirtiéndole con la mirada que ni se le ocurriera decirle a Jaejoong
que regresara con ellos. Jaejoong era suyo y se encontraba mal. Él tenía que
cuidarlo, no ellos. Él.
—Vienes conmigo —le dijo Yunho
mirándolo con preocupación.
Jaejoong asintió entre temblores,
demasiado consternado como para llevarle la contraria, intentando amarrar con
fuerza la agenda contra su pecho.
Una vez dentro del coche y
dirigiéndose de nuevo a Wolverhampton, Yunho fue inclemente con él.
—Dime ahora mismo qué has
descubierto.
Jaejoong miró la noche cerrada que
caía sobre ellos. El cielo estaba encapotado. Tragó saliva y lo miró con los
ojos húmedos.
—Goon, mi doctor... trabaja con Min
Ki en la empresa. Lleva allí desde hace doce años. Él... lo está tramitando
todo desde Corea en mi ausencia.
Yunho lo miró. Quería averiguar si
realmente le molestaba la traición de Goon. Sólo de pensar que ese tipo podía
despertar algún tipo de ternura en Jaejoong, lo enfurecía.
—Goon no es ningún inocente. Él
sabía lo que se hacía cuando te pinchaba y él sabe muy bien en qué está
trabajando. Continúa —gruñó.
—Mi... Min Ki sigue vivo —le tembló
la barbilla.
Yunho apretó la mandíbula y tomó el
volante con tanta fuerza que los nudillos se le quedaron blancos. ¿Cómo podía
ser? Ryu Jin lo dejó seco y lo enterró. Estaba muerto. ¿Pero entonces...?
—Dime que no puede ser —suplicó con
los ojos asustados. —Yo lo vi caer sin vida con el cuello desgarrado. Ryu Jin lo
mató ante mis ojos...
—Está bien, pequeño, tranquilízate
—le dijo con voz amable. —Cuéntame qué te dijo.
—Tiene pensado llegar mañana a
Londres. Tiene una reunión en el The Ivy, les han reservado un privado a las
ocho y media para diez personas. Ellos saben que estoy aquí —dijo desesperado y
sin resuello. —Saben que ustedes me trajeron aquí —susurró con la voz
estrangulada. — ¿Cómo puede saberlo? ¿Quién demonios se lo ha dicho? —gritó. —
¿Por qué sigue vivo?
—No lo sé, ángel —pero iba a
descubrirlo pronto. —En teoría Yoochun, Jong Hyu y Ryu Jin se encargaron de
enterrar el cuerpo. A no ser que...
— ¿Qué? —preguntó Jaejoong
tembloroso.
—Nada —contestó distraído. —Averiguaré
todo lo que pueda. Por cierto, le dijiste a Goon que te vendrías a Londres a
trabajar. Estoy convencido que vienen hacia aquí para encontrarte. Min Ki
buscará venganza por haberlo intentado matar y vendrán hacia aquí...
Jaejoong lo miró. Yunho había estado
en su mente, tenía que acostumbrarse a todos esos detalles. Se puso las manos
en la cara y exhaló fuertemente.
—Viene por mí. Por todos nosotros...
— Jaejoong apoyó los pies en el asiento de piel y se cogió las rodillas.
— ¿Estás asustado? —preguntó Yunho con
empatía. —Yo no dejaré que te haga daño, Jaejoong. Voy a llegar al fondo de
este asunto. No temas.
Jaejoong abrió mucho los ojos y lo
miró con sorpresa. Le agradaba tener a Yunho protegiéndolo, se sentía
extrañamente seguro. Entonces, se acordó de donde estaba. Del coche en el que
estaba y de lo que le había pasado allí hacía unos días.
— ¿Y quién me va a proteger de ti, Yunho?
—le dijo abatido mirando al frente con absoluta rendición.
Yunho lo miró desolado y un músculo
se le tensó en la barbilla.
—Yo te protegeré de mí. Ya te he
dicho que no volvería a hacerte daño.
Su teléfono sonó. Había llegado el
mensaje de la comisión, pero no provenía de los dos que esperaba, sino de Cha
Don y Ji Hye. Yunho frunció el ceño y abrió el mensaje.
A
las 22:00 h. Reunión en Athens Restaurant, en Birmingham. Ya hemos avisado al
clan Berserker para que se reúna allí con nosotros. Ryu Jin se ha escapado, y
Dubv y Fynbar han desaparecido. Los guardias del hoyo han muerto asesinados. Ryu
Jin está descontrolado y es peligroso.
— ¿Qué pasa?
Yunho endureció el rostro.
—Ryu Jin se ha escapado, ha matado a
los centinelas del hoyo.
— ¿Qué? ¿Qué hoyo? —gritó.
—El lugar donde recluimos a Ryu Jin,
en la habitación del hambre. Está bajo tierra... Los dos del consejo de Walsall
han podido estar implicados en su liberación. Han desparecido y nadie sabe nada
de ellos. Nos vamos a hablar con los clanes.
—No puede ser verdad — Jaejoong se
hundió en el asiento. —Dime que esto es una pesadilla...
Yunho maldijo a todo lo que se movía.
Jaejoong necesitaba mucha más protección de la que se imaginaba y él no estaba
en condiciones de protegerlo. A duras penas estaba disimulando su malestar y su
pérdida de poder, pero no quería que fuera la compasión de Jaejoong lo que le
llevara a él, sino la verdadera pasión entre parejas, el reconocimiento humilde
de entregar su cuerpo a su cáraid.
Min Ki y todos los que todavía no
conocía irían por Jaejoong. Jaejoong era un salto en la evolución, un milagro,
la posibilidad de engendrar una auténtica raza casi invencible. Ryu Jin lo
querría muerto sólo por vengar a su hermano, eso si era cierto que él
desconocía que Jaejoong era su sobrino.
Miró a su belleza de ojos lilas y
por primera vez lo vio como un niño frágil y necesitado de muchos mimos.
Temblaba y estaba impactado por las últimas noticias. Necesitaba calor y
comprensión. Una ternura insólita en él hasta entonces le oprimió el corazón.
Jaejoong lo miró fugazmente, quedaba
una hora y media para llegar y necesitaba que alguien lo tocara y lo abrazara.
—Dime
lo que quieres, y yo te lo daré
—le dijo Yunho suavemente.
Jaejoong se envaró como si lo
hubiesen quemado con un hierro candente. El estaba continuamente en su cabeza,
ya no podía salir de él.
—Es
sólo que...
—
¿Qué, Jaejoong? Dímelo, porque deseo hacer algo y no quiero cometer más errores
contigo. No quiero asustarte más.
Jaejoong bajó la mirada con gesto
derrotado, tragó saliva. Se desabrochó el cinturón con manos inseguras y lo
miró pidiéndole permiso con toda la humildad del mundo. Precisaba un cuerpo
fuerte al lado, uno que en ese momento lo sepultara en un abrazo.
—Ven aquí, Jaejoong —levantó su
brazo izquierdo y lo invitó a que se acurrucara en él.
—Espera un momento... es sólo que...
Esto no quiere decir nada ¿vale?.. —aclaró Jaejoong con voz débil y levantando
el dedo índice. Miró su perfil perfecto, su barbilla varonil y su pelo. Santo
Dios, nada deseaba más que aplastarse contra Yunho. Ni más, ni menos. COLMO.
ESTOCOLMO.
—Querrá decir lo que tú quieras
—sonrió dócilmente y Jaejoong pensó que se iba a desmayar de lo dulce que
parecía. —Vamos, pequeño. Déjame abrazarte. Lo necesito yo más que tú.
Jaejoong se mordió el labio para no
llorar. Yunho quería hacerlo sentir bien, se obligó a pensar. Sólo era eso, un
gesto amable por parte de él.
Se movió hasta pegarse a Yunho,
juntó las manos al pecho para no tener que manosearlo mucho, y apoyó la cabeza
sobre el hombro de Yunho. Inspiró y apretó las rodillas a su cuerpo manteniendo
el calor.
El olor a mango cada vez era menos
fuerte, pensó extrañado. Le chocaba que estuviera a gusto entre sus brazos,
pero aquella era la realidad. Nunca se había sentido tan bien.
Yunho sintió el cuerpo dócil y
blando de Jaejoong y su corazón se disparó. Lo rodeó con el brazo y lo apretó
contra él con posesividad.
Jaejoong exhaló y acabó relajándose.
Necesitaba que alguien lo abrazara así, que alguien lo cobijara.
Inconscientemente frotó su mejilla contra su hombro y cerró los ojos.
— ¿Te encuentras mejor? —le preguntó
Jaejoong con un deje de coquetería y juego en la voz. Yunho había dicho que
necesitaba su abrazo, ¿no?
—Mucho, mucho mejor —sonrió Yunho
ignorando lo tenso que tenía el pantalón a la altura de la ingle. Si alargaba
un poco el brazo, rodearía la plenitud del precioso pecho de Jaejoong.
Reprimiendo la reacción de su cuerpo ante la cercanía de Jaejoong, se limitó a
conducir.
El corazón de Jaejoong saltaba de
alegría y de una extraña sensación que nunca antes había sentido. Disfrutando
de ese momento, y sintiéndose como un colegial, hizo esfuerzos por dormirse.
Yunho conducía con una sola mano,
sintiéndose pleno y lleno de felicidad por primera vez en milenios.
¿Cómo sería la correspondencia de
mente, cuerpo y corazón entre las parejas vanirias? ¿Cómo sería tener el cuerpo
lánguido y tierno de Jaejoong por mutuo acuerdo? ¿Sería apasionado? Resopló. Ya
lo creía que sí, Jaejoong era puro fuego, sólo hacía falta que perdiera el
miedo a encenderse. El sería quién lo iniciaría en los placeres de la pareja y,
quién sabe, puede que en la intimidad llegaran a conectar hasta contactar con
el corazón de cada uno. Se sorprendió al darse cuenta de lo mucho que deseaba
que Jaejoong sintiera algo por él.
Con esa idea, expresó el último
pensamiento en voz alta.
—Nadie te tocará, Jaejoong.
Yo te protegeré, te lo prometo.
Gritaaaaa -oh por dios en vdd actualizaste ><
ResponderEliminarEsta historia es como mi novela de las 9
Waaa gracias
-Empieza a leer -*-*
Awwws yunho es un amor con patas buscando a jj y lo qiere proteger de canallas, aunq ahora me preocupa x q anda debil y talvez aprovechen esto
ResponderEliminarMenos mal jj ya andan cediendo aunqe sea un poco
Un abrazo eso ya es algo
actua actua actua.... esta historia cada vez se pone mas interesante, al menos jaejoong se comporto un poco mejor con Yunho... pero tengo miedo q Jae no se de cuenta que Yunho esta debil
ResponderEliminarahhhh por fin jae esta bajando la guarda, me da risa q siempre le dice mostro a yunho, presiento q surgira romance pronto lo amoooo **
ResponderEliminarO_O El viejo ese sigue vivo?????
ResponderEliminarpero como????!!?!
la verdad que esto está raro y. más aún con la huida del loco ese ㄱㄱ
waaaa parece que las cosas se empiezan a poner feas y YunHo esta demasiado herido para proteger a Jaejoong T.T
justo cuando todo comenzaba a estar tranqilo el anciano resulta estar vivo >o< obvio esto angustia a jaejoong , pero tiene a yunho a su lado que lo cuida es tan lindo con el solo que jaejoong es muy cabeza dura y bueno tiene derecho a portarse a si con el pero su coraza de hierro se va ablandando poco a poco.
ResponderEliminary q yunho este bien se lee debilitado
Es muy interesante toda esta historia de los dioses. No puedo creer que Minki siga vivo!!!! Y el tío? Oh! la historia es muy muy buena.
ResponderEliminarYunho dejo de ser tan frio por jaejoong esta cambiando porque d vdd lo desea y le ofrece su proteccion. Que lindo
ResponderEliminarOMG sigue vivooo ashh ahora va a querer cazar a jejung e,e
ResponderEliminarno me esperaba lo de Goon D: bue no se me hacia un santo pero la mano derecha
de ese viejo ?? ojala yunho lo descuartice >< asdadad yunho ha cambiando es un amor con JJ
ojala lo perdone T-T y esq ya sufrio mucho aww gracias x actualizar !! esta genial :3
Genial, la historia va tomando rumbos insospechados, ya me quedo la duda sobre lo que esta pasando aun todo es confuso.
ResponderEliminarParece que Jae necesita urgente la proteccion de Yunho y tambien su amor, es hora que lo reconozca y lo acepte.
A seguir leyendo para ver como continua...
Awww Yunho tan tierno... Lo bueno es que Jae ya esta empezando a confiar más en él :)...
ResponderEliminarRyu es malo? O esta cegado por venganza? Q intrigante..
Yo pensé que goon era bueno pero tal parece que no lo es :/..
Espero que nada malo le pase a Jae
poco a poco estos dos están acercándose *w* que bueno :)
ResponderEliminarque miedo ir a ese lugar .... que habrán encontrado Yong Hwa y siwon que salieron con esa expresión....
de verdad me sorprendió que ese viejo espeluznante siguiera con vida *O* pero por que ..?!
waaa que interesante se esta poniendo pero también me da un poco de miedito XD!
no, me mato, juro que me mato. el viejo podrido está vivo==??? cómo pasó eso???
ResponderEliminarel tío de Jae( soy muy mala para recordar nombres y más si son coreanos) ese tiene algo que ver con los secuestros y las torturas ,presiento que estaba de acuerdo con el padre de Jae, el adoptivo digo.
bueno en fin que se me hace un lío. sigo leyendo.
por cierto ,mil gracias
Ohhh ahora toco la historia de los vanirios ^^
ResponderEliminarA la onda, con dolor y todo fue a ver a JJ y a la misión >\\< q lindo >\\< pero aún así que bruto eres para meter la pata YH >_>
Por fin se estan acercando ... Jae ya le perdio el miedo ahora solo falta ganarse mas la confianza ojala y lo haga pronto Yunho ya esta debil .... y aun mas cuando Min Ki esta vivo! Eso no lo esperaba
ResponderEliminarOMGS!!!! Amo esta historia, en realidad amo todas las historias q nos compartes muchísimas gracias,me he vuelto una fan adicta a tu blog, me alegra haberte encontrado, seguiré x aqui disfrutando de tus historias
ResponderEliminarOMGS!!!! Amo esta historia, en realidad amo todas las historias q nos compartes muchísimas gracias,me he vuelto una fan adicta a tu blog, me alegra haberte encontrado, seguiré x aqui disfrutando de tus historias
ResponderEliminarQue interesante, creo que todo esta confabulado, y el tío es parte de todo eso, hizo el teatro de matar al supuesto padre para engañar a su gente y a Yunho, solo hay que saber es porque y que ellos lo descubran.
ResponderEliminarGracias!!!
Yunho Xque no se lo dices claramente... Así te podrías recuperar también y se mantendrían unidos el ya sabe lo que es una pateja para los de su clan
ResponderEliminarAwww...yunho lo estas haciendo bien!! Jaejoong poco a poco podra confiar en ti....
ResponderEliminarMe preocupa mucho que ese horrible hombre este vivo!!!