Capítulo 18
SE retiraron de
la fiesta a las cuatro y media de la madrugada. Una vez en el auto, Yunho
encendió el motor y comenzó a circular muy lento. Con la excusa de un paseo, extendía
las horas junto a Jaejoong.
— ¿Cuál es el
parentesco con el director del centro médico? —interrogó de golpe. La pregunta sacudió
a Jaejoong porque no estaba preparado para recibirla. Yunho lo noto y se
disculpó por eso—. Perdón, no sabía que podía resultarte incomodo que te lo
preguntara.
—No, no me
resulta incómodo —se apresuró a reponer él y suspiro. — Es una historia muy larga.
¿Cómo te diste cuenta?
—Llevan el
mismo apellido, aunque nunca se me hubiera ocurrido que el mundo es tan chico
si no fuera porque hoy los vi juntos. Lo sentí —respondió el y luego sonrió con
serenidad—. Sabes que voy a estar aquí para escuchar si algún día necesitas
hablar con alguien — ofreció para terminar la conversación.
—Es mi abuelo,
creo. —dijo él. La respuesta de Jaejoong dejo a Yunho enmudecido. Lo había
tomado por sorpresa.
— ¿Y así se
saludan abuelo y nieto? —replicó.
—No le dijiste
mi nombre ni mi apellido, no se dio cuenta de que era yo porque nunca antes me
había visto, al menos siendo ya adulto.
— ¿Cómo es eso?
—después de haber preguntado se arrepintió. El jamás soltaba prenda de nada
acerca de su vida, era injusto que pretendiera que Jaejoong lo hiciera—. Perdóname.
No tienes que responder.
A Jaejoong pareció
importarle. Se hacía evidente que había sabido asumir sus traumas mucho mejor
que él.
—Mi madre se
casó con su hijo, que era profesor de Historia en su colegio. Se embarazo de mí,
nací, y al poco tiempo mi padre fue asesinado. Trabajaba en un barrio peligroso.
Jaejoong no se
extendió contando a Yunho lo que pensaba acerca de su madre, la historia con
los demás novios que había tenido ni la confusa procedencia de su hermana, o el
cuento de su hermano y Lee. Pero sus palabras habían calado hondo en Yunho. Jaejoong
había tenido una vida difícil, y eso lo entristeció. No quería que sufriera, no
quería que recordara tiempos en los que había sido infeliz, si es que alguna
vez había conocido la felicidad.
De pronto se
acordó del viento y de las cortinas que se mecían en el hotel y Jaejoong lo
obligó a cerrar antes de tener sexo.
—Tu madre…
—susurró. Tenía miedo de la respuesta que Jaejoong pudiera darle—. ¿Tuvo muchos
novios después de tu padre?
Detuvo el auto.
Ni siquiera se dio cuenta de que lo hizo en el mismo lugar donde había hecho el
amor a Heechul por primera vez. Jaejoong lo miró asustado. Yunho le pasó un
brazo por detrás del apoyacabezas y esperó con el ceño fruncido a que él respondiera.
— ¿Esta vez no
me piensas pedir disculpas por preguntar algo tan íntimo? —interrogó Jaejoong evidenciando
el miedo a dar respuesta.
—No —replicó él
con naturalidad—. Esto sí quiero que me lo respondas.
Jaejoong bajo
la mirada y se humedeció los labios.
—Se porque lo
preguntas —replicó—. No llego a suceder, pero estuvo muy cerca —suspiro y alzo
la cabeza con asombrosa fuerza de espíritu—. ¿Ya podemos irnos?
Yunho se había
quedado callado, lo miraba no con pena ni con miedo, sino con odio.
—Me gustaría
hacerle daño —confesó entre dientes.
—A mí no
—respondió Jaejoong con desencanto—. Ya se lo está haciendo solo.
— ¿Todavía lo
ves?
—No tengo más
opción que hacerlo, es el padre de mi hermano.
Yunho asintió
en silencio. Era increíble como abriéndose a sus propios sentimientos se
conectaba con los de los demás ¿Cómo no se había dado cuenta de lo que Jaejoong
había querido decirle cuando le pidió que cerrara la ventana para poder tener
sexo? El tipo habría entrado por la ventana, estaba seguro. Hijo de puta.
Quería que Jaejoong
enterrara ese mal recuerdo. Deseaba que fuera feliz, que amara el sexo, y sabía
que con su experiencia podía ayudarlo a hacerlo.
Volvió a salir
al tránsito y se encamino de regreso a la zona de la que provenían, como si no
debieran haberla abandonado.
— ¿A dónde
vamos? —le preguntó Jaejoong. Yunho le respondió sonriente.
—A ver las
estrellas.
Jaejoong comprendió
que Yunho lo llevaba al hotel y no pudo evitar sentirse frustrado por eso. Lo
amaba y tener sexo con él era como volver a respirar, por eso no se negaba,
pero el hecho de que fueran a hacerlo en la misma cama que el compartía cada
noche con un amante distinto no lo hizo sentir bien. Así y todo, guardo
silencio y se entretuvo mirando por la ventanilla.
De pronto se
dio cuenta que el aminoraba la marcha antes de llegar al destino que Jaejoong esperaba.
Se había detenido delante de un precioso edificio. Jaejoong lo miro de
inmediato.
— ¿En dónde
estamos? —preguntó.
—En mi casa.
—respondió Yunho muy sereno.
Jaejoong enmudeció.
Había pensado que Yunho lo llevaría al hotel o a cualquier otra habitación
alquilada, sin embargo acababa de detener el coche frente al edificio en el que
tenía su departamento. El lugar donde él vivía, donde conservaba todos sus
secretos.
—Déjame
imaginar que ningún hombre vino aquí nunca —pidió Jaejoong con la cabeza
gacha. Él le sujeto la barbilla y lo obligo a mirarlo.
—No tienes que
imaginar —le aseguró—. Es así.
Yunho abrió la
puerta del garaje con un botón que se apretaba desde el llavero y luego entro
el auto a su cubículo. Subieron al ascensor y permanecieron en silencio hasta
que la puerta se abrió en el anteúltimo piso.
—Te gustan los
sitios altos —reflexionó él una vez en el recibidor.
—Sí —admitió el
marcando en un panel la clave que daba acceso a su departamento.
El piso era tan
exclusivo como el edificio en el que se encontraba ubicado. Estaba decorado en
la gama del negro. Tanta oscuridad no alentaba el corazón de nadie, mucho menos
el de Yunho, pero desde el ventanal del living se podía apreciar media ciudad,
convirtiendo la casa en un sitio majestuoso.
—Está precioso
—admitió Jaejoong en voz alta.
—Gracias
—replicó Yunho retirándole el saco de los hombros—. ¿Qué quieres tomar?
Jaejoong no
tenía idea de que tenía que responder. Había bebido mucho.
—Sorpréndeme
—bromeó encogiéndose de hombros.
Mientras Yunho
se alejaba hacia la cocina, él avanzo un paso más. Paso la vista por los
sillones negros de cuero, la mesa ratona, el conjunto rojo. ¿Un conjunto rojo?
Se aproximó al
portarretratos con la respiración agitada, los músculos contraídos. Yunho apareció
con dos copas de vino tinto.
— ¿Qué hace él aquí?
—interrogó Jaejoong arrodillado frente a la mesa ratona, con ambas manos junto
a la imagen del pelirrojo que lo acompañaba en el barco.
—Es mi esposo.
La naturalidad
con la que Yunho dejó escapar esas palabras indigno a Jaejoong al punto que se
puso de pie y lo enfrentó con el rostro contraído y la mirada fulminante. Yunho
sonrió ante esa actitud de guerrero romano que él había tomado, le pareció glorioso.
—Perdón, quiero
decir, mi ex —repuso. Estaba tan acostumbrado a pensar que Heechul tenía que
ser su esposo porque él así lo había decidido que le costaba hacerse a la idea
de que se habían divorciado hacía cinco años.
Jaejoong sintió
que el mundo de ilusiones que había forjado en su mente se diluía con la fuerza
de aquella revelación. De pronto comprendía muchas cosas, sobre todo que Yunho sin
dudas estaba atrapado en ese amor del pasado, pues acompañaba al hombre en el
barco Y todavía tenía su fotografía en el living de su casa.
—No sabía que
fueras casado… —balbuceó cabizbajo.
—Lo fui —repuso
él, todavía con ambas copas entre las manos—. ¿Acaso eso cambia en algo lo que
tenemos? Estoy solo ahora. Quiero decir, estoy contigo.
Jaejoong volvió
a mirarlo.
—Si estuvieras
solo no estaría él ahí —señaló la foto con la mano—. Si estuvieras conmigo,
tampoco.
Yunho asintió.
—Tienes razón
—dijo. Luego dejó ambas copas sobre la mesa, tomo el portarretratos y lo miró
con desdén—. En realidad no sé porque sigue estando aquí.
Con dos
golpecitos obtuvo una punta de la foto, jalo de ella y la atrapo entre los
dedos, dejando el cuadro vacío. Sin volver a mirar la imagen, la rompió en
cuatro pedazos y los arrojó junto a las copas.
— ¿Nos
sentamos? —ofreció.
Jaejoong no
tenía idea de lo importante que resultaba para Yunho haber roto aquella
fotografía que lo había acompañado durante cinco largos años, por eso no le
basto aquella acción. Se había quedado molesto, triste y eso se notaba en su
rostro adormecido. Eran las cinco y media de la madrugada y no había descansado
desde la noche pasada.
Yunho se sentó
en el piso. Jaejoong suspiro sin moverse. Yunho le tomo la mano.
—Jaejoong… —le
hablo con suavidad—, podemos desperdiciar nuestro tiempo distantes, pensando en
el pasado, o perdonas mis errores y seguir con nuestras conversaciones. Te
respeto y si la imagen de mi ex esposo te hizo daño, te pido con sinceridad
perdón.
Jaejoong no lo
miraba pero cometió el error de hacerlo cuando el termino de hablar. Era
honesto, lo demostraba su mirada, lo decían sus gestos, ese rostro tan
expresivo que él tenía. Sin embargo, lo que había dañado a Jaejoong no era la
imagen del ex, pues quizás él no tenía pensado llevarlo a él a su casa cuando
había salido y por eso no la había escondido, sino todo lo que el hecho de que
ese colorado estuviera todavía allí implicaba para Yunho.
Yunho no lo había
olvidado. Posiblemente lo amara y él no hacía más que luchar contra el fantasma
de la indiferencia del otro. Jaejoong no quería ser el segundo, pero tampoco quería
perderlo.
— ¿Me perdonas?
—le preguntó Yunho. Él suspiró.
—No hace falta
que me pidas perdón —resolvió. Yunho no tenía la culpa de estar enamorado de
otro y de que él fuera tan débil como para ignorarlo.
—Entonces
vuelve a sonreír —pidió él, regalándole a cambio una sonrisa de niño
embelesado—. Por favor…
Jaejoong obedeció,
pero se notaba que lo hacía sin demasiado entusiasmo. Se dejó caer frente a Yunho
aunque evitó mirarlo.
Conversaron un
rato mientras Yunho, distraído y sin segundas intenciones, jugaba con los
trocitos De la fotografía de Heechul. Despacio los fue transformando en cuadraditos,
luego en bolitas, finalmente, en ínfimas partículas blancas.
— ¿Te gusta?
—le indicó un rato después. Jaejoong miró hacia donde señalaba. Le mostraba el
ventanal.
—Me encanta
—respondió con sinceridad.
Yunho se volvió
para mirarlo y se acercó a su boca. Respiro sobre sus labios, los rozó con la
lengua.
—Tengo una
vista mucho más impactante desde mi habitación —sugirió, pero la insinuación no
provocó en Jaejoong lo que él esperaba. Jaejoong contrajo las facciones, se le entristeció
la cara.
—Dime que no es
eso todo lo que quieres de mí, Yunho —pidió con un susurro ahogado—. Por favor.
—Me muero por
hacerte el amor —respondió el—. Aun así, pasaría todas las noches de mi vida en
abstinencia solo por quedarme al lado tuyo.
Jaejoong dejo
escapar una risita sincera.
—No hace falta
que mientas. Soy ingenuo, pero no tanto como para creerme eso —recriminó. El no
rió.
—No estoy
mintiendo —aseguró—. El sexo no es tan importante para mí.
— ¡No me digas!
—ironizó Jaejoong enarcando las cejas.
—El sexo no es
más que sexo —replicó él—. Apenas una descarga física que te satisface un
momento. Hacer el amor es lo que de verdad importa.
—Entonces te
pasarías en abstinencia de hacer el amor, pero no de tener sexo —jugó él con
las palabras.
—Ambas —replicó
él—. ¿Sabes una cosa, Jaejoong? Me aburro.
— ¿Qué te
aburres? —Jaejoong frunció el ceño.
—En la cama,
con los hombres —precisó el—. Con los hombres que llevo a la cama, quiero decir
—siguió aclarando. Jaejoong suspiro.
—Oh. Gracias.
—No, contigo no
—repuso el hombre con una sonrisa. Parecía a la vez un adulto y un niño
travieso.
—Tampoco con tu
esposo —recriminó Jaejoong con rencor, pero enseguida se arrepintió de haber
hablado de ese modo—. No. Perdóname —pidió—. No debí decir eso, me estoy
dejando llevar por…
—Los celos
—sonrió él.
— ¡No! —replicó
Jaejoong. Horrorizado.
— ¡Si, estas
celoso! Me encanta.
Yunho pensó que
nunca lo habían celado. Ni Heechul, ni nadie. No del modo en que lo hacía Jaejoong,
por amor. Eso lo enterneció al punto de que se arrepintió de haber dicho aquello
acerca de la abstinencia y beso a Jaejoong sin pedirle permiso ni esperar
aprobación.
¿Cómo iba a
pasar la vida entera a su lado sin hacerle el amor? ¡Imposible! Lo iría
convenciendo de a poco, para eso se había entrenado tanto, pero Jaejoong iba a
ser suyo siempre.
No fue
necesario, Jaejoong respondió al beso rodeándole la cara con las manos y
entrelazando la lengua con la suya. Jugaban cálidas en el interior del uno y
del otro.
El beso se
prolongó en caricias. Yunho enredo los dedos en el cabello de Jaejoong, le rozo
la nuca y luego siguió la línea recta de su pecho pasando los dedos junto al cierre
pantalón. Jaejoong tocaba el pechode Yunho, pero la camisa se interponía
entre él y sus intenciones.
Esta vez no
espero a que Yunho le indicara lo que tenía que hacer, no le hizo falta porque
se dejó llevar por lo que sentía ya sin temores ni fantasmas. Necesitaba volver
a vivir.
Impulsado por
esa premisa, se apropió de los botones mientras Yunho hacía lo mismo con el cierre
de su pantalón y los botones de su camisa. De pronto se arrepintió. Era una pena
despedirse de las prendas, que tan lindas sensaciones les brindaban y que servían
para ganar nuevas experiencias. Para ello se detuvo y se despegó de los labios
de Yunho; quería atraer su atención. Consiguió su cometido, porque el dejo lo
que hacía y lo miro.
—Estás
demasiado lindo —susurró Jaejoong con una sonrisa traviesa en los labios,
acariciando el cuello de su camisa—. Dejémonos la ropa puesta.
Yunho bajó la
mirada encendida hacia el pecho de Jaejoong, que asomaba tímido por los botones
ya desabrochados de la camisa, y suspiró. Adoraba la idea de que las prendas
funcionaran como barrera; la limitación impuesta de no poder quitárselas
acrecentaría el deseo, pero a decir verdad también se moría por volver a verlo
desnudo. Aun así, aceptó la propuesta trayendo las manos al rostro de Jaejoong y
rodeándolo con ellas para darle un beso apretado.
Jaejoong gimió.
La lengua de Yunho era cálida y se movía perezosa dentro de su boca. La
lentitud del beso abrumó los sentidos de Jaejoong. Las manos de Yunho se
deslizaron de las mejillas de Jaejoong al cuello, luego a la nuca. Lo apretó
más contra su rostro y entonces el beso se tornó más exigente y posesivo, pero
continuaba siendo suave. Jaejoong se preguntó cómo en la naturaleza de un
hombre podían convivir cualidades tan contradictorias. Comprendió al mismo
tiempo que era gracias a ellas que se moría de deseo. Fue lo que lo impulsó a
apoyar las manos en su cremallera.
Yunho sonrió
contra sus labios. Jaejoong abrió los ojos y vio los del Yunho brillar.
—Estás yendo
rápido —murmuró Yunho con regocijo, volviendo las manos a las mejillas de Jaejoong.
Estaban sonrojadas y en ellas latía el mismo deseo que Jaejoong se esforzaba
por reprimir más abajo, donde todavía los separaba una fina tela de seda.
—Te extrañaba…
—se atrevió a responder.
—Y yo a ti.
Yunho lo
recostó sobre la alfombra. Jaejoong se removió al tiempo que humedecía los
labios. Pudo sentir en ellos el sabor de Yunho, y eso le hizo faltar el aire.
Que sus sabores se mezclaran le hacía palpitar la carne.
El introdujo
una mano por debajo de la tela negra, buscaba llegar a la ropa interior. Lo
hizo arrastrando los dedos por la parte interna del muslo de Jaejoong,
castigándolo con su lentitud. Jaejoong se estremeció. La caricia se sentía a la
vez molesta y fabulosa, porque le hacía cosquillas pero lo excitaba. Repercutía
en su intimidad, y cuando las manos del hombre alcanzaron la prenda ansiada y
la deslizaron por sus piernas rumbo a los pies bajando con ellos los pantalones,
arqueó la columna y echo la cabeza atrás. Apretaba los párpados.
—No abras los
ojos —le pidió Yunho. Jaejoong tembló. ¿Por qué? Se preguntó. ¿Por…?—. Tienes
que prometérmelo —interrumpió el sus pensamientos mientras bajaba sus pantalones y le flexionaba una
pierna.
Incapaz de otra
cosa con tal de que la dulce tortura siguiera su curso, Jaejoong tragó con
fuerza y respondió sin aliento.
—Te lo prometo.
Una caricia
cálida y húmeda le puso la piel de gallina atrás de la rodilla, luego en la
parte interna del muslo, allí por donde antes se había deslizado un dedo. No
era una uña, no. Quería abrir los ojos, pero los apretaba con todas sus fuerzas
porque había prometido hacerlo. Tampoco era una uña lo que ascendió hasta
perderse en el lugar donde la oscuridad prometía llenarse de luz.
Mientras la
húmeda calidez se movía rápida y a veces lenta en cada rincón de aquella parte
secreta del hombre, Jaejoong no se daba cuenta de que gemía y se retorcía, incapaz
de contenerse más. Si Yunho seguía jugando ese juego, Jaejoong ya no podría
guardar su punto máximo de goce para él, como deseaba hacer.
Tiró del
cabello que Yunho tenía un poco más largo y desordenado en la coronilla. Así lo
apretó contra ese sitio que estaba brindándole tantas sensaciones —cosquillas, pinchazos,
electricidad— y le pidió que siguiera con la magnífica tortura. Una mano se
coló por la parte superior de su cuerpo atravez de su camisa, pero como era
apretada los dedos no alcanzaron el sitio deseado. ¿Cómo se le había ocurrido dejarse
la ropa puesta? Había sido una idea muy estúpida. Pero Yunho no se daba por
vencido tan rápido como Jaejoong. No le importó más que complacerse y tiró con
impulso y rapidez la tela, volando botones de la camisa y pretendiendo rasgarla. Era buena, estaba bien
cosida, sin dudas la camisa la había hecho Jaejoong porque no se rompió. Jaló
con más fuerza. La tela se rajó y siguió rompiéndola. El hecho costo a Jaejoong
una marca roja en la espalda y un ardor qué, lejos de herirlo, lo excito. Toda
la situación era en realidad muy estimulante.
Cuando los
dedos de Yunho alcanzaron al fin sus pezones y los erizaron con movimientos
circulares y ligeros apretones, Jaejoong se quejó. No resistía más presión.
—Vamos, hazlo
—murmuro Yunho. Le dejaba el aliento sobre la sensible piel de su pene —. Me va
a gustar ver esto, hazlo para mí —y acelero las caricias con la lengua, con las
manos, con los labios.
Las palabras
terminaron de abrumar a Jaejoong. Estallo en gemidos ahogados, se mordió el
antebrazo para no gritar. Y después, agitado y tembloroso, entreabrió los ojos irritados
de sentir.
Yunho
descansaba con la frente apoyada sobre su muslo. Tenía un brazo estirado y le
acariciaba con esa mano el esternón, justo en ese momento pasaba por entre sus
pezones en dirección al vientre. Los dedos bajaron despacio y se detuvieron en
el ombligo, donde trazaron algunos círculos. Yunho también parecía cansado, y
permanecieron los dos así incontables minutos.
De pronto Yunho
apareció por entre sus piernas, se asomó por sobre su pelvis. Los ojos le
brillaban y sonriera con cara de niño travieso.
— ¿Te gusto?
—preguntó—. ¿Lo hice bien?
Jaejoong no
pudo creer esa pregunta.
—Mmmm…,
—masculló. Parecía adormecido—. Te pongo un ocho.
Yunho frunció
el ceño y se fingió enojado.
—Un ocho es una
nota mediocre, jovencito, a mí me gusta el diez.
—Ya sé que
usted es muy autoexigente —bromeó Jaejoong —. Va a tener que seguir
practicando, Jung —dijo. Él rio y se sentó en la posición del indio. Le
brillaban los labios. Jaejoong comenzó a limpiárselos con las manos. Olía raro.
No quería imaginar cómo debía saber todo eso que él tenía en la boca—. ¿Por qué
lo hiciste? —preguntó. Yunho se encogió de hombros.
—La primera
razón es que no tenía preservativos en este sector de la casa, y no quería
decepcionarte — respondió. Jaejoong continuaba secándole la boca con los dedos —.
La segunda, se me dio la gana. En conclusión. Me encanto.
—Ahora te debo
una —se mofo Jaejoong bajando las manos.
—No te preocupes,
ahora me pagas la deuda en la habitación. Mira como me dejaste.
Le tomo una
mano y se la llevo a su entrepierna. Jaejoong sonrió. No hacía falta explicar
con palabras como lo había dejado. Él le tomo el rostro entre las manos y lo
beso en la boca. Ahora Jaejoong descubría a que sabía su propio cuerpo.
—Eres tan
hermoso —le susurro sin soltarle la cara. Lo miraba embelesado—. No tienes idea
de lo lindo que te pones en ese momento, cuando llegas al final. Se siente como
una fantasía.
Jaejoong bajo la
mirada. Todavía le costaba acostumbrarse a las conversaciones en las que el
sexo era sinónimo de intimidad y de confianza. Sonrió con las mejillas teñidas
de rubor pero no se amilano. Jaejoong también quería más.
—Entonces no
perdamos tiempo —se atrevió a decir —. A mí no me gusta deber nada a nadie.
Para levantarlo
del piso, Yunho le rodeo la cintura. Jaejoong rio porque los dedos de él se le
enterraban en el costado, y Jaejoong era sensible a las cosquillas. Cuando
estaba en situación, no se daba cuenta, pero ahora que su cuerpo había quedado
más sensitivo, vibraba con cualquier estimulo.
Yunho lo dejo
sobre la cama, apoyado sobre su lado izquierdo.
—No te muevas
—ordenó con voz suave, prometedora, Jaejoong cerro los ojos. Ya había
comprobado que cuando el daba una orden, se venía algo que lo iba a dejar en
las nubes.
De pronto
sintió que terminaban de arrancarle literalmente la ropa faltante. El sonido de
la tela al desgarrarse fue tan sensual como su roce en la piel mientras abandonaba
su cuerpo. Por unos segundos, se quedó solo en la cama, y el silencio envolvió
el cuarto en penumbras.
— ¿Yunho?
—interrogó sin abrir los ojos.
Lo sorprendió
un temblor en el colchón y luego toda la piel desnuda del hombre, que se pegó a
su espalda. Una mano húmeda de sudor le atrapo su pecho, el mismo que recibió
un ligero apretón cuando sirvió de sustento para que Yunho se arrimara más a él.
Percibió un gran signo de masculinidad duro y caliente entre las nalgas y con ello
creció su necesidad de sentirlo adentro.
—Te quiero
adentro mío —se atrevió a demandar. No se daba cuenta de lo que decía. Y aunque
la imaginación de Yunho voló, lo hizo esperar. Fue mejor porque el deseo acrecentó.
Se sostuvo
sobre un codo y aparto las manos del pecho de Jaejoong para trasladarlo por su
costado.
— ¿Te gusta
eso? —le preguntó con voz serena. Pero cargada de placer.
—Mucho…
—replicó Jaejoong sonriente.
Comenzó en el
hombro con dos dedos que se deslizaron hacia las costillas, luego a la cintura,
y acabaron en la cadera, donde la mano se aferró con fuerza, pero sin
lastimarlo. Mientras hacía eso, le beso el hombro y después la espalda. Jaejoong
vibro de lo receptivo que era su cuerpo ante esas caricias.
— ¿Y esto?
—siguió preguntando él. Abandonaba el silencio en su piel sensible y desnuda.
—Me encanta.
La mano de Yunho
hizo otra vez el recorrido, solo que de forma ascendiente, hasta atrapar los pezones
de Jaejoong, jugo con los pezones mientras le besaba el cuello hasta oírlo respirar
con agitación y sentirlo temblar de ansiedad.
Como él también
se quería dentro de Jaejoong, se internó en él sin tiempo que desperdiciar,
aferrándose al pedido que su novio le había hecho momentos antes. Jaejoong se quejó
por la invasión, preso de un frenesí que jamás hubiera apostado que sería capaz
de demostrar.
— ¿Te gusta que
seamos uno? —le preguntó el mientras se movía dentro de Jaejoong —. Porque a mí
me gusta muchísimo.
Jaejoong ya no
respondió, no podía hacerlo. Abrió los ojos, bajo un poco la cabeza y vio las
manos de Yunho jugueteando con un pezón, que se hinchaba y enrojecía con los
movimientos. Viendo el acto, la fricción
contra la piel sensible de sus pezones parecía sentirse más.
Comenzó a
jadear. Adelante le dolía la falta de atención y por eso se llevó una mano allí, donde se
produjo él mismo placer mientras el golpeteo de sus nalgas contra la parte
inferior del vientre de Yunho oficiaba de dulce castigo por detrás. La
penetración era una fuerza magnética que lo mecía primero despacio, luego tan
rápido que lo transporto enseguida adonde ansiaba llegar.
—Ah —gimió,
pero una mano caliente le cubrió los labios buscando su lengua. Jaejoong la
acepto.
Después de
acabar, se quedaron quietos; Yunho dentro de Jaejoong, procurando volver a
respirar. Poco más tarde, el salió de su interior, se quitó el preservativo y
se respaldó en la almohada con intención de atraer a Jaejoong, pero Jaejoong ya
giraba sobre sí mismo para acurrucarse contra su costado. Yunho paso un brazo
por sobre sus hombros y lo apretó contra sí, tan cerca que podía respirarlo.
Después de
pagar su deuda, agotado, Jaejoong se quedó dormido. Yunho, en cambio, paso
largo rato mirando el techo del cuarto mientras fumaba un cigarrillo y lo
mantenía abrazado sobre su costado.
¿Quién era él?
¿Por qué tenía tanto miedo? ¿Podía hacer feliz a un buen hombre, como había
sido su madre, o acaso necesitaba de Heechul, del odio que él le brindaba y lo
fuerte que le parecía, para no sentir temor de sí mismo? ¿Necesitaba que él lo
dominara para así estar seguro de que jamás lo lastimaría como su padre había
lastimado a Hye?
Bajo la cabeza.
Sintió que rosaba el negro y suave cabello de su dios romano con el mentón y
supo que no podía perderlo.
Horas más
tarde, Jaejoong abrió los ojos con el temor de que Yunho hubiera desaparecido.
Pero no solo lo vio a su lado, todavía con un brazo debajo de su cabellera,
sino que además se recordó que se encontraba en su casa y que no había sitio
alguno donde el pudiera ir sin que él lo notase.
Se veía tan
juvenil cuando dormía, tan lindo. Jaejoong alzo una mano y le acaricio la nariz
que tanto le gustaba. Yunho reacciono con un gruñido al tiempo que sacudía la cara.
Jaejoong salto del susto y se echó a reír.
— ¡Que malo!
—bromeó.
Yunho giro,
hábil entre las sabanas y se estableció sobre Jaejoong. Jaejoong pensó que iba
a hacerle el amor, pero a cambio lo beso en la frente y le sonrió.
—Te invito a
desayunar —le ofreció.
—No —respondió
Jaejoong —. Yo te invito. Puedo ir a la cocina y preparar el chocolate que a ti
te gusta tanto.
Yunho asintió y
le dejo libre. Amaba el chocolate y sabía mucho mejor si se preparaba con amor,
por eso acepto la oferta. Jaejoong extraño de inmediato el peso de aquel portentoso
cuerpo sobre el suyo, pero se sentó en la cama sin emitir objeciones y busco a
tientas algo que ponerse.
—Esa sí que es
una hermosa vista… —comentó Yunho admirando la espalda de Jaejoong desnuda.
Tenía las manos detrás de la nuca y una sonrisa traviesa dibujada en los labios.
Los ojos, como en esas ultimas horas, expresivos.
Jaejoong giro
la cabeza y le sonrió en gesto de agradecimiento. Pronto encontró la camisa de Yunho
y fue eso lo que se puso, además de la ropa interior, aunque la prenda de Yunho
le quedara algo grande. Salió de la habitación y atravesó el living rumbo a la
cocina.
Jaejoong salto
del susto. Bin salto del susto.
—Oh —concluyó
la mujer—. También se encuentra aquí joven Kim. En su oficina, en su departamento…
ya veo. Estas sí que son buenas noticias — Jaejoong soltó una risa—. Siempre
supe que el… —y recito su número de teléfono— sería el elegido.
Yunho apareció
por detrás de Jaejoong con los pantalones como única prenda. Le rodeo la
cintura con los brazos y apoyo el mentón sobre su hombro. Sonreía, parecía otra
persona. Y sus ojos brillaban cuando Jaejoong apoyo sus manos sobre las de el
para responder al abrazo.
—Veo que ya se
reencontraron —dijo—. De todos modos, creo que nunca los había presentado
formalmente. Jaejoong, esta es Bin. Bin, este es Jaejoong. Mi novio.
—Tu… novio…
—masculló Bin, que no cabía en su asombro. Un miedo irracional surco su mente:
solo esperaba que ese hombre no fuera como Heechul. No, no lo era, pero aquel
sería un temor siempre latente hasta que probara lo contrario.
—Encantado de
conocerte, Bin —sonrió Jaejoong —. Yunho no me hablo mucho de ti porque en
realidad no habla mucho de nadie, pero te ha nombrado —bromeó. Yunho sonreía.
No. Ese hombre
no era como Heechul. Bin rió sin restricción.
* * *
Yunho apareció
el lunes en la universidad. Hyun Joong fue uno de los últimos en acercársele,
tardo tanto que Yunho llego a pensar que jamás se le aproximaría.
—Modifique la
ubicación de los quirófanos —explicó el chico. Su voz evidenciaba los nervios
que sentía.
—Déjame ver
—pidió Yunho, que había vuelto a tutearlo, acortando la brecha entre ambos.
Hyun Joong desplego
un rollo de papel en la mesa y enseño su creación con el miedo de que Yunho
volviera a mandarlo por donde había llegado. Pero el profesor había recuperado el
buen humor y la simpatía de siempre.
—Está bien
—admitió—. De todos modos, lo que habías hecho antes no estaba tan mal. Solo
ten en cuenta que el salón de exposición debe estar en un área por la que no
circulen personas amargadas, ¿me entendiste?
—Sí.
—Lejos de
emergencias, internación… tampoco lo puedes poner en administración.
—Lo sé.
—Está
bien. Bastante bien. Y Hyun Joong —el chico, que había comenzado a enrollar el
papel para retirarse, detuvo las manos sobre la hoja y lo miro—. Me comporte
como un desgraciado. Perdóname.
oh! Parece que las cosas toman un mejor rumbo!!!
ResponderEliminarsii me gusta mucho como las cosas se están tornando ... pero aun tenemos la traba de si heechul no intentara hacerle otra cosa a jae .... si lo hace lo matare mentalmente ¬¬ bueno aunque hace mucho ya lo hice ... pero gustosa lo haría de nuevo ... y por ultimo .. veamos si yunho termina por olvidar completamente a heechul ... y decirle ese te amo a jae .... waaa este fic me encanta unnie no lo dejes ... y también el de,,, entre hermanos que esta inactivo .. espero que haya un tiempito para acabarlo ... pero por mientras esperare unnie y lo hare gustosa ... gracias por seguir publicando
ResponderEliminarATTE: misa chan <3
Waa otoke!! que buen capi, Yunho recupero el buen animo
ResponderEliminarkyaa a causa de Jaejoong!!
que bien sii espero que pronto pueda corresponder a los sentimientos de jae XD
waaa bien todo gracias a Jaejoong y aun asi el babo no se da cuenta de nada, BIn el es bueno juju si hasta se nota, lo ultimo, bien ya que lo tiene con el, ahora si Yunho parece un profesor que es, uno que ama enseñar
ResponderEliminarPor fin las cosas toman una mejor direccion para la pareja, me encanto que esten juntos pero solo falta desaparecer al descarado de Heechul (yo me ofrezco)
ResponderEliminarUn gran capitulo, espero que los proximos sean mejores para la pareja pero algo me dice que las cosas no seran tan facil para ellos, de seguro que la diva vuelve a aparecer, solo espero que puedan superarlo juntos.
Al parecer las cosas van bien aunq creo q el recuerdo de heechul puede lastimar a Jae ...
ResponderEliminarSolo espero q si YH aún siente algo por ese desgraciado pues q lo olvide y empiece a amar a Jae q él si se merece ser amado ^^
pobre Bin la dejo traumatizada Chul..jajajjajajjaja
ResponderEliminarya en serio...espero que Jae no sufra con esto del noviazgo...presiento que solo esto es el principio de un verdadero desastre
gracias por el capitulo
Que bueno que ya están juntos y aunque Yunho no se ha dado cuenta ya ama a Jae aunque Yunho haya hecho esa promesa de Disque amor a Heechul. Gracias
ResponderEliminaryunho llevo a su casa a jaejoong *w*
ResponderEliminarva por buen camino esa relación ♥
que no pelen de nuevo :)
yunho de disculpo con kim hyun joong me pareció bien pobre chico lo que tuvo que soportar XD!
Awwww!!! Que hermoso!!! Aún con miedos, dudas y así, pero yo se que lo van a superar!!! Y a Heechul se le va a retorcer el higado pa que se le quite!! :p
ResponderEliminarQue lindo, que bueno que Yun ya esta recuperando su esperanza de a poco. Jae logrará que Yun vuelva a amar, Heechul no se merece esa fidelidad.
ResponderEliminarGracias por compartir.