CAPÍTULO 17
SIWON Y YONG HWA miraban por el
retrovisor como Jaejoong sollozaba en silencio. Los dos berserkers estaban
tensos, sobre todo Yong Hwa. ¿Qué le había hecho el colmillos esta vez?
— ¿Quieres hablar de ello? —le
preguntó Yong Hwa preocupado.
Jaejoong lo miró por el retrovisor y
negó con la cabeza.
Jaejoong sonrió entre lágrimas y
volvió a negar con la cabeza.
—No, gracias. Yong Hwa... ¿está todo
bien entre tú y yo?
Yong Hwa lo observó con ojos
afables.
—Se lo merecía, Jaejoong. Sé que te
dolió, pero sabes que merecía un castigo. No estoy enfadado contigo.
—Yo sólo un poco. Pero se me está
pasando... —sonrió divertido y vio como Yong Hwa se reía también.
Siwon miraba el paisaje pensativo. Yong
Hwa ya había notado que desde la noche anterior su compañero estaba más callado
de lo normal.
— ¿Cómo está tu amigo? —le preguntó Siwon
mirando al frente.
Jaejoong se aclaró la garganta,
sorprendido por la pregunta.
—Creo que bien. Está con Junsu, el
hermano de Yunho. Quiero ir a verlo ahora.
—Ah —contestó él con sus ojos
mirando al frente, sin inmutarse. —Uno de esos lobeznos lo hirió en el abdomen
—su voz destilaba rabia.
Jaejoong sintió que el corazón se le
colocaba en la garganta. ¿Heechul, herido? Agarró su bolso y sacó su teléfono.
Marcó el nombre de Junsu.
—Hola Jaejoong —contestó la voz al
otro lado.
— ¿Cómo está Heechul? —sorbió por la
nariz.
—La herida está bien. Es
impresionante lo rápido que sana...
— ¿Dónde vives, Junsu? Voy para
allá.
—Espera Jaejoong. Hay un problema
con Heechul...
— ¿Qué... qué sucede?
—No puedo cambiarle los recuerdos.
No puedo obligarlo a recordar otro tipo de cosas... no se olvida de lo que
sucedió y su mente no me deja entrar. Con Changmin no ha habido problema, pero
con él sí.
Jaejoong se quedó mirando al frente,
con los ojos muy abiertos.
— ¿Me estás diciendo que Heechul ya
sabe lo que soy? ¿Qué no hay modo de hacerle olvidar?
—No. Yo no puedo, lo siento.
*
* *
Por supuesto, Junsu no vivía en un
piso humilde. Su casa era igual que la de Yunho, sólo que los colores que la
decoraban eran lilas y amarillos. Colores armónicos que combinaban muy bien y
relajaban a todo aquel que los observaba. Aunque la casa era cubital por fuera,
las habitaciones y salas internas eran circulares, como las de su hermano.
Las puertas de la casa se habían
abierto solas al verlos llegar. Ahora subían las escaleras hacia una de las
habitaciones superiores donde estaban Heechul y Changmin.
Changmin fue hacia él cuando entró
en la habitación.
—Jaejoong... —lo abrazó y lo besó en
la mejilla.
Jaejoong tuvo que esforzarse al
máximo para no echarse a llorar ahí mismo.
— ¿Y Heechul?
—Cuando te fuiste con Yunho ayer por
la noche —le explicó Changmin completamente convencido, — Heechul y yo nos
quedamos con Junsu, él que no lo deja tranquilo y Jong Hyun. Bebimos más de la
cuenta y a Heechul le sentó algo muy mal y ahora está intoxicado. Menos mal que
Junsu —lo miró con adoración cuando Junsu apareció en la puerta con cara de
preocupación— tuvo la amabilidad de traernos aquí.
Jaejoong tragó acongojado y miró a Junsu.
—Changmin —susurró Junsu con voz
hipnótica, —ves abajo a tomarte un refrigerio.
—Claro —contestó él asintiendo como
una momia.
Jaejoong cada vez se sentía más
asqueado de sus propios poderes. Si Changmin se enterara algún día de lo que él
dejaba que le hicieran y que además él mismo le había hecho, acabaría asqueado
también de él.
—Ven — Junsu tomó la mano de Jaejoong,
lo atrajo hacia él y lo abrazó. —No tienes buena cara, Jaejoong.
Jaejoong dejó que la fortaleza del
hermano de Yunho lo abrigara.
—Espero que no te importe que Yong
Hwa y Siwon se queden en tu jardín. Creen que me voy a escapar o algo parecido
y mi abuelo me está vigilando así que los tengo de carabinas. As teme por mi
seguridad.
Junsu asintió sin darle importancia
a esos hechos.
— ¿Y mi hermano?
—No me hables de él —dijo resentido.
—Quiero ver a Heechul —musitó.
—No puedo entrar en la cabeza de Heechul,
Jaejoong —explicó Junsu preparándolo. —Es realmente muy fuerte. Es extraño en
un humano que pueda cerrar la mente a un Vanirio de ese modo. ¿Acaso Heechul tiene
algún tipo de don?
— ¿Heechul? —repitió Jaejoong
sorprendido. —No. No que yo sepa.
Junsu se le quedó mirando por un
momento y finalmente asintió.
—Ven —le acarició la cara y lo
acompañó a la habitación.
Heechul yacía en la cama, con las
rodillas cogidas y la cara hundida entre ellas. Su cuerpo temblaba.
—Dios... Heechul —susurró Jaejoong
yendo hacia él.
Heechul alzó la cabeza y vio que Jaejoong
se acercaba a la cama.
—Aléjate... —gritó Heechul saltando
de la cama y arrinconándose contra la pared. —No te me acerques... —los ojos
rasgados lo miraban aterrorizado.
Jaejoong se detuvo a medio camino.
Paralizado, percibió el miedo de Heechul. Su mejor amigo le tenía miedo.
—Heechul, soy yo... tu amigo —le
dijo con la voz rota.
—Tú no eres mi amigo. Eres un
monstruo. —le gritó.
—No es verdad —murmuró él. —Heechul,
nos conocemos desde que éramos niños...
— ¿Qué le has hecho a Changmin? ¿Por
qué actúa como si estuviera drogado? —le dijo con desprecio.
—No le he hecho nada. No soy lo que
tú crees, Heechul. Yo no...
—Eres como ellos. Has cambiado. Tus
ojos, tus colmillos... ¿Crees que no me había dado cuenta? Eres distinto. Había
intentado quitarle hierro al asunto, me intentaba convencer de que no te pasaba
nada... Y mira como estoy ahora... Ya no eres mi amigo. No sé lo que eres... Ni
siquiera llevo un crucifijo —murmuró con la mirada ida y llevándose la mano al
cuello.
—Déjame ver tu estómago, Heechul.
Ayer te hirieron...
— ¿Qué quieres ver? —gritó furioso
con los ojos llenos de lágrimas. —Mira... —se alzó la camiseta y mostró los
arañazos que aunque estaban sanando, todavía los tenía inflamados. —Esto me lo
hicieron tus amigos...
—Lo que te atacó no son amigos míos.
Tú, sí. Y Changmin, también —contestó acercándose a él con sigilo. —Yunho te
salvó la vida...
—Es un vampiro, maldita sea... Como
tú... Como él... —señaló a Junsu. —Por Dios si hasta tienen colmillos... Fue
una carnicería y actúas como si tal cosa —meneaba la cabeza incrédula. —No, no
te acerques a mí —puso las manos para detenerlo.
—Ellos son buenos, Heechul. Protegen
a los humanos de lo que te atacó a ti.
—No...
—No te haría daño por nada del
mundo, Heechul —tenía las mejillas húmedas de tanto llorar. Los ojos lilas
clamaban por un poco de comprensión de su amigo.
—No quiero que me toques, por favor
—le escupió. —Creo que estoy trastornado... —cerró los ojos y se apretó la
cabeza con las dos manos.
Jaejoong se obligó a sí mismo a
relajarse. No podría soportar que las dos únicas personas que quería se
alejaran de él. Era demasiado doloroso. Ya había tenido suficiente con el
rechazo de Yunho.
—Heechul... —dijo en voz baja. —Es
verdad. Tendría que haber sido sincero con ustedes...
—Jaejoong... —dijo Junsu
advirtiéndole del peligro que había en revelar su naturaleza— no deberías.
—Por supuesto que debo —contestó Jaejoong
con un gruñido.
Heechul tragó saliva y dejó que los
brazos cayeran a cada lado de su cuerpo.
— ¿Qué es verdad? —preguntó
mirándolo de hito en hito.
—Yo... ya no soy... como tú —agachó
la mirada avergonzado.
— ¿Por qué? —exigió saber sin
delicadeza. — ¿Qué demonios eres, Jaejoong? ¿Me vas a morder? ¿Quieren matarme?
—miró a Junsu, que se tensó al oír las palabras.
—Si quisieran matarte, ya estarías
muerto. Pero te aseguro que antes tendrían que pasar por encima de mí para
llegar a tocarte. Te lo juro.
Aquellas palabras eran muy obvias. Heechul
relajó los hombros y por primera vez dejó que la imagen de su amigo del alma,
volviera a construirse ante sus ojos. Su pelo brillante. Sus nuevos ojos lilas
no lo miraban, sino que miraban al suelo. Sus pestañas negras estaban húmedas
de las lágrimas y encima sorbía la nariz como un niño pequeño al que le habían
quitado el mejor de sus juguetes. Era Jaejoong. No llevaba capa negra, ni tenía
los ojos blancos, ni le chorreaba sangre de la boca. Su cuerpo era el mismo, su
voz también, y su mirada, aunque no era oscura, seguía transmitiendo cariño y
bondad a raudales. Cariño por él.
Heechul se echó a llorar. Era Jaejoong,
pero ya no era el mismo. Estaba preocupado por él. Se alejaba de su vida unos
días y cuando volvían a verse estaba convertido en hermoso chico de ojos lilas
con colmillos.
Jaejoong levantó la cabeza al darse
cuenta que los gemidos no venían de él, sino de Heechul. Dio dos pasos hacia
delante y lo rodeó con los brazos, echándose a llorar también.
—Heechul, por favor... no te haría
daño nunca. No llores. Yo te quiero. Por favor, no me dejes de lado. Por favor.
Heechul se agarró a él y
correspondió al abrazo.
— ¿Qué te ha pasado, Jaejoong? ¿Qué
está sucediendo?
—Es una historia muy larga...
—Me importa un comino. Cuéntamelo
todo ahora mismo —susurró contra su hombro. Heechul era un poco más bajito que Jaejoong.
Jaejoong asintió y, mientras lo guiaba
a la cama y se sentaban juntos, sintió como una losa de cientos de kilos
liberaba parte del dolor de su espalda.
—Y entonces, Junsu me ha dicho que
no reaccionabas a sus coacciones mentales. Me he asustado y he venido
corriendo. No sabía lo que pensabas de mí y sabía que estabas aterrado.
Después de haber escuchado durante
una hora larga y tendida las explicaciones de Jaejoong, Heechul asentía como un
niño obediente y jugaba con el borde de su camiseta. Jaejoong se lo había
explicado todo, hasta los detalles más morbosos y más vergonzosos. Todo.
— ¿Qué opinas de lo que te he
contado? —preguntó Jaejoong temeroso de la respuesta.
Heechul lo miró y sus ojos
sonrieron. Observó su cara, sus labios, su barbilla, su pelo negro azabache...
Sí, sin lugar a dudas seguía siendo su mejor amigo. Apoyó su cabeza sobre las
piernas de Jaejoong y se quedó estirado sobre ellas durante un largo rato, sin
decir nada.
Jaejoong alzó la mano y le acarició
el pelo, como siempre solían hacer cuando estaban a solos y se contaban sus
secretos más íntimos.
—Lo siento, Jaejoong —murmuró Heechul
contra sus muslos.
La mano de Jaejoong se detuvo sobre
su cara y le apartó un mechón de pelo precioso que había caído sobre sus ojos. Heechul
era un chico muy sexy, pero no era su belleza lo mejor de él sino su corazón
tan puro y compasivo.
Jaejoong agradecía al cielo tener un
amigo como Heechul. Era fuerte y pizpireto, lleno de humor y de alegría.
— ¿Qué tú lo sientes? —repitió Jaejoong
emocionado. —Yo lo siento por haberte ocultado todo.
—No, Jaejoong —lo cortó él. —Yo lo
siento por ti. Te han pasado muchas cosas estos días y has estado solo. Siento
no haber estado a tu lado —se lamentó dándole un beso en la rodilla.
—No digas eso, Heechul. No lo
sabías.
—Igualmente, lo siento, cariño.
Siento no haber sido yo el que te reconfortara.
—Lo haces ahora al no rechazarme.
Esto significa más para mí que cualquier otra cosa que me hayas podido dar con
anterioridad. Tú y Changmin son mi familia.
Heechul se incorporó, lo miró y le
tomó la cara con ambas manos. Suspiró.
— ¿Quieres morderme? —preguntó Heechul
divertido.
—No... —contestó Jaejoong sin
alejarse de sus manos. —Tú, no me gustas —sonrió.
—Puedes salir a la luz del sol,
puedes comer lo que yo, sigues teniendo un gusto exquisito por la ropa y además
eres guapo, rico e inmortal. Transfórmame aquí mismo, por Dios —dijo teatrero.
—Para Heechul —se echó a reír.
—Lo de los colmillos tiene solución
—continuó Heechul murmurando para sí mismo. —Los limas y punto. Pero bien
mirado, son supersexys —alzó las cejas repetidamente.
— ¿Lo dices en serio lo de
transformarte?
—Depende ¿me crecerá un rabo y pelos
en las piernas?
—Heechul... —le recriminó Jaejoong sin
aguantarse la risa.
—No, no hablo en serio. Aunque no lo
creas —se serenó, —estoy asustado de todo lo que te rodea. Pero no te tengo
miedo, ahora que sé que eres tú, mi loco corrupto, compañero de juegos y
aventuras. Sigues siendo mi persona favorita, Jaejoong.
— ¿Entonces, no te doy miedo? Antes
sí que me temías...
—Antes estaba completamente
desquiciado. Entiéndeme, ayer me atacó un perro que se levantaba sobre las
patas traseras, más alto y feo que Cuasimodo y encima con la rabia. ¿Qué
esperabas? —alzó las cejas.
Jaejoong intentó aguantarse la
carcajada que le nacía en la garganta, pero no lo pudo evitar y se echó a reír
con él. Cuando se calmaron, Heechul pegó su frente a la de él.
—Escúchame bien. Te conozco desde
que éramos unos renacuajos. Tienes que contar conmigo siempre. Puedes hacerlo.
Todavía no sé cómo le irá a mi mente saber que existen estos... vanirios y
demás... pero si tú estás bien y sigues siendo el mismo, yo estaré a tu lado.
—Gracias, Heechul —murmuró Jaejoong.
—Pase lo que pase, estés donde
estés, para siempre tú serás mi hermano del alma —susurró Heechul tragándose
las lágrimas.
—Pase lo que pase, estés donde estés
— Jaejoong abarcó la mejilla de Heechul con la mano, —para siempre tú serás mi hermano
del alma.
Salió sin pensar. Instintivamente. Heechul
y Jaejoong se acercaron a la vez y se dieron un casto, pero hermoso beso
vinculante en los labios.
Junsu que estaba viendo aquella
imagen tierna, sintió que la piel se le erizaba y se apartó de la pared para
acercarse a ellos.
— ¿Dónde han aprendido eso?
—preguntó con los ojos iluminados.
Jaejoong y Heechul sonrieron con
complicidad y se abrazaron. Luego se apartaron y se encogieron de hombros.
—No sé, me ha parecido lo correcto
—contestó Heechul.
— ¿Nunca antes lo habían hecho?
— ¿Darnos besos? Sí, son piquitos de
amigos —contestó Jaejoong sonriendo.
—No —replicó Junsu. —Lo que han
hecho aquí y ahora es un juramento antiguo. Lo hacían las sacerdotisas, las
vírgenes de los oráculos, cuando se recibía o se nombraba a alguien nuevo en la
hermandad. El juramento piuthar. El
juramento de las hermanas —explicó sorprendido. — ¿De dónde lo has aprendido, Heechul?
Heechul frunció el ceño. Tenía razón
¿De dónde le había salido eso?
—No lo sé —contestó aturdido. —Me
salió así.
—Ya. Te salió así —repitió Junsu
inconforme.
Junsu se cruzó de brazos y repasó a Heechul
de arriba abajo. Jaejoong también miró a Heechul con curiosidad.
—Ha sido una coincidencia, eso es
todo —dijo Heechul chica quitándole hierro al asunto. —Vamos Jaejoong, tienes
algo que contarle a Changmin antes de que se nos quede vegetal e inservible con
sus artimañas mentalistas.
— ¿Que le cuente todo?
—Sí — Heechul lo cogió de la mano y
tiró de él. —O se lo cuentas tú o lo hago yo. Y créeme que mi versión no le va
a gustar nada. Además, Changmin hizo un crédito de dioses mitológicos, no sé si
lo recuerdas —tiró de él. —Cuando le digas que son reales, le va a dar un
pasmo.
— ¿Y si me rechaza?
— ¿Eres tonto? Yo no lo he hecho,
porque te quiero. Y él te adora. — Con esas palabras, salieron de la habitación
guiados por Junsu. En el salón, sentado en la barra americana y tomándose un
cocktail, estaba Changmin con la mirada un poco perdida.
Jaejoong se acercó a él y se sentó a
su lado. Heechul hizo lo mismo.
—Junsu —dijo Jaejoong. —Quiero que Changmin
lo recuerde todo —exigió con dulzura mirando a su amigo.
— ¿Seguro? —preguntó Junsu.
—Sí. Enséñame.
—Está bien —se colocó detrás de él.
—Es sencillo. Concéntrate en su entrecejo —Jaejoong obedeció. —La mente adapta
formas en su interior. Cuando uno no quiere que se la lean, el que intenta
interceder en ella se encuentra con un muro. Cuando uno quiere confundir al intruso,
el intruso verá niebla, bruma o incluso un laberinto en el que si se es muy
hábil el intruso se acaba perdiendo y no sale de él hasta que tú lo decides,
con lo cual se tornan las cosas. En el caso de Changmin —puso su blanca y
elegante mano sobre la nuca del chico, —se le ha hecho un pequeño borrado. En
realidad, los recuerdos siguen ahí, en algún lugar, pero están bajo llave. Te
encontrarás con una puerta cerrada. Para abrirle los recuerdos tienes que
visualizar una llave maestra, una que abra todas las cerraduras. Ahora
concéntrate.
Jaejoong dirigió los ojos lilas al entrecejo
de su amigo, que lo miraba extrañado. Entró en su mente con mucha facilidad. Al
principio, todo era oscuro. Luego se materializó un pasillo donde se reflejaban
varias imágenes de su vida, como diapositivas. Algunas en movimiento, otras
congeladas. Jaejoong no podía percibir nada emocional, sólo se limitaba a
observar y a vagar por la mente de su mejor amigo. Había imágenes de él y de Heechul,
de la Universidad, de sus padres, del día en que casi se mata en un accidente
de moto... y al final del pasillo, de repente, se iluminó algo. Era una puerta
cerrada. Jaejoong se concentró en la cerradura y visualizó una llave maestra,
que entraba en la cerradura y abría la puerta.
Jaejoong se echó hacia atrás y dejó
que las imágenes salieran.
—Sal de ahí, Jaejoong —ordenó Junsu.
Jaejoong salió de la cabeza de Changmin
y cuando volvió a focalizar la mirada, Changmin lo observaba con las pupilas
dilatadas y la mandíbula pétrea.
Changmin miró a Heechul y frunció el
ceño. Saltó de la butaca y le levantó la camiseta. Entonces abrió los ojos y su
rostro palideció.
—Jesús... Pasó en realidad —murmuró.
—Changmin —le dijo Heechul
poniéndole la mano en la mejilla.
— ¿Te encuentras bien? —preguntó Jaejoong
con inseguridad.
— ¿Que si me encuentro bien?
—repitió furioso. — ¿Qué fue lo que sucedió ayer por la noche? ¿Qué eran esas
cosas con colmillos y pelo en la cara?— apartó la mano de Heechul. Zarandeó a Jaejoong
y luego lo abrazó. —Dios, Jaejoong... Heechul... —lo abrazó a él también y los
apretó a ambos contra él. —Están bien... me siento raro.
Jaejoong asintió.
—Tengo algo que contarte.
Y procedió como había hecho con Heechul.
Changmin tuvo que sentarse en la silla para no caerse de bruces. Después de
gritar a Jaejoong y encararse con Junsu por lo que le había hecho, intentó
serenarse dando un trago largo de la botella de whisky de la vitrina. Se secó
la boca con la manga, dejó la botella y tomó a Jaejoong de la mandíbula.
—Si esto es una broma, te mato —le
dijo rabioso.
— No es ninguna broma —replicó él.
Changmin le levantó el labio para
arriba y vislumbró los colmillos, puntiagudos pero no muy largos.
—Joder, Jaejoong —los estudió
girándole la cabeza de un lado al otro. —Tienes colmillos de verdad.
—Para morderte mejor —bromeó.
—No digas eso —se puso serio y dejó
su boca tranquila.
—Nunca te mordería —dijo Jaejoong poniéndose
serio también. —Como le he dicho a Heechul, sólo me apetece darle una mordida
al insufrible de Yunho. A nadie más. No soy un vampiro, ni un hombre lobo. Soy
una especie de híbrido, pero sigo siendo el mismo de antes, Changmin.
Changmin entristeció la mirada y un
halo de dolor apareció en sus ojos.
—Procura no hablarme de él ahora
—graznó Changmin irritado. —Lo odio por lo que te hizo y cuando lo vea me lo
cargaré.
Jaejoong sintió una punzada de dolor
al oír esas palabras. Jaejoong también lo había odiado, pero ahora ese
sentimiento estaba un poco borroso por la intromisión del deseo que sentía por
él.
— ¿Creías que iba a dejarte de
hablar por lo que te había pasado? —le dijo Changmin abrazándolo.
—Si... —murmuró contra su hombro.
—Eres como un hermano para mí. Te
quiero y te querré con todas las consecuencias, y bajo todas las
circunstancias.
—Changmin —se abrazó fuerte a él. —Doy
gracias a Dios por tenerlos conmigo.
Junsu miraba la escena y sonreía con
complicidad. Sin duda, la amistad que ellos se tenían podría con cualquier
cosa.
—Y a ti, moreno —le dijo Changmin frunciendo
el ceño y mirando a Junsu. —Puedes ser hermoso, pero estoy cabreado contigo.
Nunca más entres en mi cabeza.
Junsu sonrió conforme y asintió,
alzando una ceja.
*
* *
Mientras Changmin y Heechul revisaban
juntos un libro de los que tenía Junsu en su librería sobre mitología
escandinava y Changmin le explicaba a Heechul cómo iba el árbol familiar de
éstos, Junsu y Jaejoong hablaban en una esquina.
—Junsu... ¿cómo puedo cerrar
voluntariamente mi mente a la intromisión? —preguntó Jaejoong decidido.
Junsu lo miró de reojo e hizo un
mohín.
— ¿Te has enfadado con mi hermano?
—Tengo que aprender a protegerme, no
es sólo porque me haya enfadado con él.
—Entonces, te has enfadado con él —resumió
sonriéndole comprensivo. —Mi hermano no está acostumbrado a ser blando.
— ¿No me digas? —murmuró sarcástico.
—Yunho no es malo ni cruel, Jaejoong.
Creo que está tan asustado como tú. Ahora dependen el uno del otro.
—No veo porqué —se cruzó de brazos
mientras miraba a Heechul y a Changmin. —La dependencia de la sangre no tiene
que ir ligada con la entrega del corazón ni del cuerpo —dijo intentando
convencerse a sí mismo.
Junsu abrió la boca asombrado.
— ¿Le has dicho eso a Yunho? —le
preguntó horrorizado.
—Sí, se lo he dicho —movió los
brazos haciendo aspavientos. — ¿Qué pasa? ¿Tú también crees que es un
«obligado»?
—Es tu alma gemela, tu cáraid. Sólo
a él puedes entregarle tu alma y tu corazón completamente. Por Odín, no puedes
decirle eso a un vanirio, Jaejoong.
— ¿Por qué? —preguntó furioso.
—Si rechazas el contacto íntimo con Yunho,
morirá de la pena. Si no puede compartirlo todo contigo, tu mente, tu alma, tu
corazón y tu cuerpo —enumeró, —lo matarás de la tristeza. Los dioses nos
hicieron así de apasionados, así de dependientes, tanto a hombres como a
mujeres. No hay remedio para eso. Oh... —resopló poniéndose la mano en la
frente, —no quiero imaginarme el dolor que debe estar padeciendo el pobre.
— ¿Dolor? —gruñó poniéndose tenso. —Doloroso
es ver que un día te despiertas después de que te hayan golpeado y medio
violado, y descubres que ya no eres humano. Doloroso es darte cuenta de que tu
familia no era tu familia en realidad y que, de repente, te ves privado de tu
dependencia, de tu libertad como persona, porque hay un hombre que tiene tanto
poder sobre ti que casi no puedes ni respirar si él no está cerca —los ojos se
le llenaron de lágrimas. —Doloroso es descubrir que ese hombre no te entiende
y... y que además te desprecia y se ríe de ti, te ningunea justo después de
haber hecho el amor —se giró para que sus amigos no lo vieran llorar. —Y que
encima no te cuenta todo lo que sabe y que puede ocultar información mental
importante para mí y además lo hace a propósito —temblaba de la ira.
Junsu se enterneció por Jaejoong y
lo abrazó.
— ¿Eso ha hecho mi hermano? —susurró
sobre su cabeza. Jaejoong asintió mientras se tragaba las lágrimas. —Qué bruto
es... está asustado, Jaejoong. No se lo tengas en cuenta.
—Yo... le dije que quería averiguar
si él era mi verdadera pareja.
Junsu se estremeció. La mayor
humillación a la que se podía someter a un guerrero vanirio era al rechazo
abierto de su cáraid. Yunho era muy orgulloso y ardía en deseos de Jaejoong. Él
sabía perfectamente lo mal que lo estaba pasando su hermano. Dejando atrás
recuerdos hirientes, se concentró en tranquilizar Jaejoong que tenía en brazos.
—Y entonces, me encontré deseándolo
nuevamente, con más fuerza que antes... y caí en la cuenta de que a lo mejor
tenía miedo de la fuerte energía que sentía entre nosotros y que podía estar
confundido y decidí entregarme a él de nuevo, le insinué que sólo estaba
confundido... y Yunho... entonces Yunho... Yunho me dijo que a lo mejor yo
tenía razón. A lo mejor yo no era su cáraid porque no era suficiente... Y me
acusó de...
— ¿De qué?
—Me acusó de... Da igual —exhaló
frustrado, —es una palabra asquerosa.
—Sí, mejor no me la digas — Junsu podía
imaginarse lo que Yunho le había dicho. Cuando su hermano se sentía maltratado
podía ser muy hiriente. —Jaejoong... —lo apartó para limpiarle la cara. Su
hermano no tenía tacto.
—No, Junsu, tú no lo entiendes —le
apartó las manos. —Estoy harto de llorar. Harto. Llevo diecisiete años de mi
vida, herido y triste porque aquél que creía mi padre no me quería. Viviendo
bajo su supervisión, sin poderme mover con libertad porque él me seguía a todas
partes, como una lapa. Mucho tiempo sintiéndome culpable por la muerte de una
madre que no existió. Me han engañado y no recordaba ni quién era, hasta hace
unos días. Y justo cuando empiezo a aceptar que soy diferente, Yunho me
requiere de una manera igualmente posesiva, o más. ¿Cómo no voy a estar
aterrado? —abrió los brazos. —Últimamente, me vienen imágenes de mis padres, de
cómo eran conmigo... —señaló pellizcándose el puente de la nariz.
— ¿Te vienen imágenes de Seong Hun?
—Sí. Y recuerdo, vuelvo a sentir
—especificó, —lo mucho que los quería. De repente, mi mente y mi cuerpo están
volviendo a esos sentimientos que han sido aletargados tantos años. Siento el
amor de ellos dentro del pecho, como si fuera ayer —susurró, —y cada vez que
cierro los ojos y me concentro los vuelvo a ver con claridad. Para mi corazón,
para mi mente, es como si todavía estuvieran aquí. Pero no están —maldijo entre
dientes. —Los arrancaron de mi vida. Y el único que sabe lo que hicieron con
ellos es Yunho —se encogió de hombros. Estaba abatido y muy dolido con él. —Y
me ha privado esa información, Junsu. Yo me he abierto a Yunho, sin reservas, y
él se permite el lujo de ocultarme cosas.
—Pero Jaejoong...
—No —lo detuvo alzando la mano. —Quiero
aprender a protegerme de él. Si Yunho puede hacerlo conmigo, yo también quiero
poder hacerlo con él. Quiero dejar de quejarme y para ello necesito el control
de mis poderes.
—Me estás pidiendo que los destroce,
Jaejoong. Son pareja. Es muy doloroso no abrirse el uno al otro ¿sabes? No lo
puedes comprender, todavía eres muy joven, como un bebé, como un cachorro. Si Yunho
te ha marcado y tú le has correspondido, se van a necesitar tanto el uno al
otro que si no se tienen, enloquecerán. No me pidas que te ayude a hacerles
daño, por favor. No me lo pidas —le rogó.
—Me dijiste que serías mi amigo —le
dijo serio. Junsu asintió avergonzado. —Esto es lo que hacen los amigos entre
ellos. Y te pido que me ayudes a recuperar las riendas de mi vida, a ser fuerte
y no doblegarme ante nada ni nadie.
Junsu apartó la mirada. Él no tenía
amigos, amigos verdaderos. Su hermano, junto con Yoochun y Jong Hyun, lo tenían
tan vigilado y era tan preciado entre los machos del clan que lo habían privado
de muchas cosas, como por ejemplo, de dedicarse a las amistades.
Sentía afinidad con Jaejoong.
Afinidad con la situación que le había tocado vivir y afinidad con la que le
estaba tocando en ese momento. Junsu sabía perfectamente cuál era el dolor del
cáraid. Tragó saliva y se alejó de los recuerdos y de las heridas que todavía
supuraban abiertas.
Jaejoong lo miraba con sus
increíbles ojos llenos de esperanza y algo se removió en su interior, algo parecido
a la lealtad. Suspiró y al final cedió a esos ojos lilas suplicantes.
—Está bien.
Jaejoong sonrió abiertamente y lo
abrazó con fuerza.
—Gracias —susurró.
—No es tan difícil como crees —le
dijo. —Sólo te hace falta desearlo. Antes te dije que la mente obedece a unos
patrones. Imagínate una pared de hormigón. Cuanto más duro sea el material, más
difícil será que entren en ti. Es así de fácil.
— ¿Y así debo actuar con todo? ¿Ya
está? —preguntó incrédulo.
—Sí —contestó Junsu. —Cuando quieras
mover cosas, visualiza ese objeto ya en movimiento y dirigiéndose a donde tú lo
quieres llevar. ¿Quieres hablar con los animales? Visualízate a ti mismo como
uno de ellos y háblales. Corre y salta como desees. Llegarás tan alto como
necesites y tan rápido como imagines. No es tan difícil porque está en nuestro
código genético, son nuestros dones. Los vanirios que instruyen a los pequeños
tienen que enseñarles todo tipo de códigos morales para que no abusen de sus
poderes y no se vayan al otro lado. Sin embargo, tú no necesitas esas
directrices.
— ¿Pueden los humanos como Changmin
y Heechul tener dones mentales, como nosotros? —preguntó Jaejoong con
curiosidad.
—Sí, claro que sí. Sólo que ellos
tienen que esforzarse mucho más, prepararse con fuerza y creer que se puede hacer.
El problema con los humanos es que son miles y miles de años de haberlos hecho
creer que no pueden desarrollar su potencial mental. Sois sencillos, llanos
como una tabla. Han moldeado su mente, su cerebro, la capacidad de cambiar su
físico, su código genético, de moldearse a sí mismo y hacerse un arma potente.
Pero les han enseñado a no creer.
Jaejoong asintió pensativo. Cuando
era humano no creía posible nada de lo que vivía en ese momento y sin
embargo... ahí estaba. ¿Cuánto de lo que le habían enseñado era cierto? La
sociedad, la religión, la educación... no mencionaban nada sobre el potencial
psíquico del ser humano. Como pedagogo que era, debía pensar en ello.
¿Así que era así de fácil? Yunho iba
a saber lo que es bueno y él le iba a demostrar unas cuantas cosas, como por
ejemplo que sí era dueño de su vida y de sus elecciones.
Si él podía hacer todo eso, también
podría atreverse a hacer otras cosas, como ir a buscar a Ryu Jin durante el
día. Jaejoong era un buen rastreador, lo sabía. Su padre Seong Hun lo era.
Llevaba su sangre. Y si Ryu Jin había podido encontrar a Seong Hun porque eran
hermanos, él podría encontrar a Ryu Jin porque, aunque le repugnaba la razón,
él era su tío.
Algo atravesó su mente en ese
momento. Algo peligroso que encogió su estómago y aceleró su corazón.
—Jaejoong, corre...
Un grito desgarrado de dolor cruzó
la estancia. Era la voz de Yong Hwa.
— ¿Qué ha sido eso? — preguntó Changmin
cogiendo a Heechul de la mano y corriendo hacia ellos.
—Junsu —advirtió Jaejoong con todos
sus sentidos en alerta, —son lobeznos y están en el jardín —se acercó a la
ventana y miró el espectáculo.
Yong Hwa y Siwon permanecían
inconscientes en el suelo mientras unos lobeznos enormes los pateaban.
El cristal de la ventana reventó, y Jaejoong
con unos reflejos sobrehumanos se abalanzó sobre Junsu y lo cubrió de los rayos
del sol.
—Maldición... —gritó Junsu. —No
dejes que me alcance el sol, Jaejoong.
—No te muevas —lo abrazó fuertemente.
— Changmin, corre. Tráeme la sábana negra para taparlo. ¿Cómo saben que estamos
aquí?
—No tengo ni idea —contestó Junsu hundiendo
la cara en el hombro de Jaejoong. —No dejes que me toque el sol, por favor. No
puedo utilizar mis poderes si hay sol directo cerca.
—Tranquilo —susurró Jaejoong. Miró
al cielo. Nunca había visto un día tan despejado. —Mierda.
— ¿Qué hacemos? —preguntó Heechul
histérico.
Los lobeznos estaban derribando la
puerta de la entrada, y algunos escalaban por la pared dando saltos imposibles
y subiendo casi como roedores. Se dirigían hacia donde ellos estaban.
— ¿Cuántos hay? —preguntó Junsu.
—Son siete.
— ¿Siete? —gritó Changmin. —Vamos a
morir, joder...
—No... —espetó Jaejoong. — Ustedes
dos cubran a Junsu. — Changmin y Heechul taparon a Junsu con la manta, y lo
cubrieron a la vez con sus cuerpos.
— ¿Qué vas a hacer, Jaejoong?
Jaejoong miró al primer lobezno que estaba
de cuatro patas mirándolo a su vez encima de la ventana. Tenía pelo negro en la
cara deformada, los ojos rojos y los dientes puntiagudos y amarillos. Jaejoong echó
mano a la daga de su padre y se colocó en posición de defensa.
Pensó en Yunho. Con el sentido de la
responsabilidad y del deber que él tenía tan arraigado, si le pasaba algo a su
hermano, Yunho no lo superaría. Se echaría la culpa de todo y eso Jaejoong no
lo permitiría. Yunho llevaba sufriendo más de dos mil años por algo en lo que
él no tuvo nada que ver, por algo que él no pudo controlar. No quería que Yunho
sufriera de nuevo, porque su sufrimiento a Jaejoong le dolía. Le dolía porque
le importaba. Le dolía porque lo... quería.
¿Qué estás diciendo? Se reprendió.
Apenas lo conoces. Sólo hace seis días que Yunho está en tu vida.
Sí, pero vaya días. Se acordó de un
pasaje del diario de su madre Jade.
Me
enamoré de él desde el primer momento en que lo vi. Fue instantáneo y, aunque fueron
sólo unos segundos que nuestros ojos cruzaron las miradas, supe que él era para
mí. Ahora, con mi hijo en brazos, reconozco que hubo momentos muy difíciles
entre Seong Hun y yo, pero lo que sentí en esos primeros segundos jamás me
engañó. El amor no entiende de tiempo. Cuando llega, llega, y no importa que
conozcas a esa persona desde hace cinco años o de sólo un simple cruce de
miradas. Porque el amor es algo tan poderoso que escapa al control del tiempo,
simplemente porque es algo que no se puede medir con nada.
—Voy a pelear —contestó finalmente
enfocando los ojos de nuevo.
— Jaejoong, cuidado. —gritó Heechul.
El lobezno saltó encima de Jaejoong,
dispuesto a golpearlo, pero Jaejoong con un movimiento grácil, se apartó y a su
vez, cuando éste pasó por delante dándole la espalda, apretó con fuerza el
mando del puñal y se lo clavó en la nuca, retorciéndolo luego para cortar la
carótida.
El lobezno cayó de rodillas y murió
desangrado.
Jaejoong miró la hoja de la daga,
llena de sangre. Él lo había matado. Malo o bueno, había quitado una vida.
Dos lobeznos más aparecieron por la
ventana y miraron el cuerpo sin vida de su compañero.
—El muy puto lo ha matado —dijo el
más feo de los dos. Ciertamente todos los lobeznos tenían la desgracia de no
sólo ser malos, sino, además de malos, feos y hediondos.
— ¿Éste es el híbrido? Vaya, vaya...
Así que está aquí —dijo el más corpulento, pasándose la lengua por los dientes
amarillos y desiguales. —Entonces matemos dos pájaros de un tiro. Nos los
llevaremos a las dos.
¿A los dos? Jaejoong apretó con más
fuerza la daga de Seong Hun. En ese momento recordó a su padre, por la noche,
practicando con la daga. Su cuerpo musculoso y moreno, haciendo sus ejercicios,
moviéndose como una pantera. Unos pasos hacia delante, una voltereta por los
aires. Toques secos.
—Siempre
toques secos y concisos, cielo —decía su padre mientras Jaejoong lo miraba
ensimismado. —Recuerda, puntos vitales. Atraviésalos por ahí. El entrecejo, el
cuello, las axilas, las ingles, los tobillos y el plexo solar. Clava el puñal
en uno de esos lugares. Los engendros de Loki, al menos los lobeznos, mueren si
sabes dónde hay que lastimarlos. No son tan fuertes como nosotros.
—Hay
que acercarse mucho, para eso, padre —había dicho él echándole los brazos para
que lo cogiera.
—Tú
puedes. Eres tan rápido como yo, o más —le besó la mejilla y le sonrió, —porque
tu madre corre como una loba.
Jaejoong volvió de su recuerdo, con
los ojos brillantes de la emoción.
Los lobeznos lo rodearon. Uno de
ellos se le echó encima por la espalda, pero Jaejoong se agachó y le hizo la
cama, haciendo que cayera de espaldas. Con una velocidad inusitada y difícil de
percibir incluso para el lobezno, Jaejoong clavó su puñal en el plexo del
monstruo y este murió casi al instante.
El otro lobezno le dio una patada en
la cara y Jaejoong cayó de espaldas. Se le desenfocó la visión y un dolor
criminal le atravesó la mejilla y el labio. Saboreó el gusto a hierro de su
propia sangre.
El lobezno se sentó a horcajadas
sobre él, y cogió el puñal de Seong Hun.
— ¿Así que te gusta jugar duro, eh?
—murmuró alzando el puñal para clavárselo.
Jaejoong apartó la cabeza a tiempo y
el puñal se clavó en el suelo a un lado de su cara. Entonces cogió las muñecas
del lobezno, alzó las piernas hasta pasarle las rodillas por el cuello y lo
impulsó hacia atrás, inmovilizándolo. Cogió el puñal y se lo clavó en los
testículos, haciendo que el lobezno se desangrara y gritara como un animal. No
era uno de los puntos que su padre había dicho, sin embargo, él sabía que era uno
muy importante.
Cuatro lobeznos más entraron.
El primero miró la sangre del suelo,
y se dio cuenta apesadumbrado de que toda era de los suyos.
Heechul y Changmin no querían ver
más. Se abrazaron mientras cubrían a Junsu y se echaban a llorar. Iban a morir.
Jaejoong sintió que las manos le
ardían, le picaban. Hubo una presión fuerte en su entrecejo y de pronto supo lo
que tenía que hacer.
Observó el puñal que todavía estaba
clavado en la entrepierna del lobezno y con una orden mental lo mandó volar al
entrecejo del cuarto lobezno que quedó fulminado en el acto. Corrió hacia él y
al mismo tiempo que saltaba para darle una patada en la cara al quinto
arrancaba el puñal del cráneo del cuarto y lo lanzaba al corazón del sexto,
haciéndolo retorcerse para causar más dolor. Uno de ellos, el quinto, al que le
había partido la nariz y sangraba como un descosido, lo inmovilizó por la
espalda y lo mordió en el hombro, desgarrando toda su carne y provocándole una
herida profunda.
Jaejoong gritó de dolor con todas
sus fuerzas.
—Eres sabroso —murmuró mientras le
laceraba la piel con los dientes.
Gruñendo de rabia e impotencia, miró
alrededor de la habitación y observó los cristales de la ventana que yacían en
el suelo.
Al momento, dos cristales afilados y
acabados en puntas desiguales, salieron volando y se clavaron en las sienes del
lobezno que lo había mordido, matándolo en el acto.
— ¿Qué está ocurriendo? —gritaba Junsu
nervioso y aterrado a la vez.
Heechul y Changmin no tenían
palabras para explicar lo que Jaejoong estaba haciendo. Era increíble.
Respirando pesadamente y limpiándose
las lágrimas de dolor de los ojos, Jaejoong se giró lentamente hasta el séptimo
y último lobezno, que lo miraba temeroso.
—Me cago en la puta... —escupió
intentando infringirse valor a sí mismo. —Eres muy fuerte, zorrita.
Jaejoong no apartaba los ojos de él.
Los cristales del suelo se levantaron y levitaron hasta colocarse detrás de Jaejoong.
Parecía una imagen sacada de Matrix.
El lobezno miró a las tres personas
que yacían en el suelo, acurrucadas. Se abalanzó sobre ellos y cogió la manta
negra para apartarla del cuerpo de Junsu.
—Quémate vivo, puto —gritó esperando
destapar a Junsu.
Jaejoong hizo que todos los
cristales cayeran sobre él, descuartizándolo. Heechul y Changmin cubrieron a Junsu
en todo momento, pero la sábana negra los tapó a los tres por una orden mental
de Jaejoong impidiendo que los rayos del sol alcanzaran a Junsu y la sangre del
Lobezno manchara la piel inocente de sus amigos.
Todo había acabado. Sintiéndose
débil de repente, caminó tambaleándose hasta sus amigos y cayó de rodillas ante
ellos.
Puso una mano, sobre los bultos que
ocultaba la sábana negra.
— ¿Están bien?
—Santo Dios... —suspiró Heechul temblando.
— Jaejoong... increíble... ha sido...
— ¿Estás bien, tú? ¿Estás bien?
—preguntó Junsu. Jaejoong miró a la ventana por donde entraba toda la luz
perjudicial para Junsu.
—Quédense aquí —les ordenó,
levantándose él también. —Ya no hay nadie. Tenemos que desplazarnos hacia un
lugar de la casa donde no dé el sol. Voy a echar un vistazo.
—Llévenme al subterráneo —sugirió Junsu.
—No, Jaejoong. No te vayas, puede
ser peligroso — Changmin quería salir de debajo de la sábana.
—No levantes la sábana Changmin —dijo
con cautela. — Junsu puede resultar herido. Ahora vengo. Ya no hay nadie.
Sus instintos así se lo decían. Su
sexto sentido resultaba ser un radar demasiado perfecto para no fiarse de él.
Salió de la habitación. Toda la casa
estaba iluminada por el sol. Los cristales opacos, habían sido rotos, y ya no
había nada que impidiera que la luz del día entrara en aquella mansión.
Salió al jardín. Yong Hwa y Siwon permanecían
con los ojos abiertos, los cuerpos boca arriba. Tenían algo clavado en el
cuello. Como unos dardos. Sí. Los había visto antes, en la casa de Yunho. Eran
inmovilizantes. Pero ellos estaban conscientes.
— ¿Jaejoong? Por Odín... —gruñó Yong
Hwa al verlo. —Te han hecho daño.
—Créeme, yo les he hecho más.
— ¿Dónde están todos? —preguntó Siwon
con esa voz ronca de barítono.
—Los lobeznos, muertos —arrancó los
dardos de los cuellos de los berserkers. —Los demás están en la habitación. Junsu
no puede salir de allí. Está cubierto por una sábana negra, pero si sigue
picando el sol de esta manera, pronto empezará a enfermar por la cercanía del
sol. Da de lleno en toda la habitación. Hay que llevarlo a otro sitio.
—No podemos movernos —dijo Yong Hwa.
—Lo sé —contestó Jaejoong
apesadumbrado. —Tendría que haberme cogido una de esas bolsas que ha preparado Yoochun...
Voy a llamar a mi abuelo. Le diré que venga y que traiga remedios para ustedes.
Entró en el Hummer, y cogió el teléfono
de su bolso.
—Jaejoong estaba preocupado por ti
—dijo As nada más descolgar. — Yunho estaba muy inquieto y no paraba de dar
vueltas. Decía que algo no iba bien. Les he estado llamando muchas veces y
nadie me cogía el teléfono. Estábamos a punto de coger el coche...
—Abuelo, escúchame —ordenó Jaejoong con
un tono que en otras condiciones jamás se hubiera atrevido a emplear con él. —Nos
han atacado.
Jaejoong pudo percibir como As se
quedaba sin aire.
— ¿Cómo? Yunho, espera.
—Estamos bien —aclaró Jaejoong antes
de que As se volviera loco. — Yong Hwa y Siwon han sido alcanzados por uno de
esos dardos con veneno inmovilizante. Junsu está cubierto con una sábana negra,
han roto todos los cristales de la casa y ahora lo voy a llevar al subterráneo.
Tienen que venir a recoger a Yong Hwa y a Siwon, ellos no se pueden mover y el
veneno tardará en desaparecer si no se trata.
—Voy ahora mismo para allá. ¿Tú
estás bien, cariño? —Rápido abuelo. Venían por alguien y volverán. Colgó el
teléfono.
Al momento sintió como su cabeza
quería estallar. Se apretó la cabeza con las manos y cerró los ojos con fuerza.
Un muro. Un muro. Tenía que ser un
muro.
Sin embargo, la fuerza no
desaparecía. Quería derribar su protección, de un modo agresivo y sin
inflexiones. Jaejoong empezó a temblar. No había ninguna duda. Yunho quería
entrar en contacto con él. Estaba asustado. Aterrorizado, mejor dicho. Pero Jaejoong
no iba a dejarse amilanar. No, esta vez.
Acababa de hacer desaparecer a siete
lobeznos él solo. Se sentía poderoso, fuerte y... terriblemente dolorido. El
hombro le quemaba y el dolor le bajaba por el brazo y le subía hasta el cuello.
Sentía el labio partido, palpitando e hinchándose por momentos. Y el pómulo lo
sentía abierto. ¿Por qué no cicatrizaba? La sangre. Necesitaba la sangre de Yunho.
Yunho podía hacer que ardiese Troya
si le daba la gana, pero no iba a entrar en su cabeza. Nunca más sin su
permiso.
—Aguanten un rato más —les dijo
agachándose para cogerles las manos. —Voy por Junsu y los demás. Hay que
esconderlos, por si vuelven.
—Y tú, Jaejoong, tú también tienes
que esconderte —le recriminó Siwon.
—Sí —replicó agotado, —ahora mismo.
Cuando mi abuelo los haya recogido y todos estemos más seguros.
Sin decir nada más, volvió a entrar
en la casa. Llegó otra vez hasta ellos y los ayudó a levantarse.
La melodía de un móvil desconocido
empezó a sonar. Jaejoong buscó a tientas entre los cuerpos en estado de
putrefacción avanzada de los lobeznos. Metió la mano en un tejano y sacó un teléfono
plateado.
Número privado.
Jaejoong descolgó y una voz se oyó
al otro lado.
—Todavía estoy esperando tu llamada,
memo. ¿Tienes al hermano? — Jaejoong se puso blanco. Corrió hasta donde estaba Changmin,
puso el manos libres y esperó a que volviera a hablar. — ¿Estás ahí,
gilipollas?
Jaejoong asintió con la cabeza e
instó a Changmin a fingir que era el lobezno.
—Sí.
— ¿Tienes al chico?
—Sí.
—Espero que no le hayas hecho mucho
daño. El jefe quiere al híbrido y el hermano será una buena moneda de cambio.
Si lo entregamos en mal estado...
—Está bien.
—Entonces, te veo esta noche en The
Ivy. Tráemelo, y acuérdate de drogarlo. El vanirio es poderoso y muy importante
para el jefe. A las nueve. Y no te retrases.
—Sí.
—Ah... se me olvidaba. Ve decente,
recuerda que hay hombres poderosos y de etiqueta. No queremos a pordioseros.
El hombre colgó.
Jaejoong se guardó el móvil, todavía
con las manos temblando por la sensación inequívoca de recordar esa voz. Porque
recordaba esa voz. Era Goon.
— ¿Qué ha sido eso? —preguntó Junsu.
—Acabamos de quedar con los capos,
para esta noche —contestó Jaejoong con determinación. —Vamos.
Los tres estaban cubiertos por la
misma sábana y se dejaban guiar por las manos de Jaejoong.
—Cuidado con el escalón... así... otro
más... muy bien a la derecha... derecha Heechul no izquierda... ahí...
—No me pises Changmin —dijo Heechul todavía
con la voz temblorosa.
—Mierda, no veo nada —contestó él.
— ¿Junsu? —preguntó Jaejoong. — ¿Estás
bien?
—Estaré bien en cuanto me esconda del
calor del sol y mi piel deje de sudar. Me estoy deshidratando.
Llegaron a la puerta que conectaba
con los pasillos subterráneos.
Jaejoong tomó la mano de Junsu y la
cubrió con la suya para que ni un solo rayo rozara su húmeda y fina piel. Puso
la mano en el identificador y la compuerta se abrió.
—Hogar, dulce hogar... —murmuró Junsu.
Una vez dentro, sólo las antorchas
iluminaban el pasillo de piedra. Junsu se quitó las sábanas de encima y miró
con ojos rojos e inmensos a Jaejoong.
—Oh Dios, Jaejoong... —se acercó a él
con lástima y le tomó la barbilla con delicadeza. — ¿Te duele? Jaejoong, tu
hombro está desgarrado... —gritó con sorpresa.
Jaejoong dirigió sus ojos a la fea
herida e hizo una mueca de disgusto.
—Mi hermano tiene que ayudarte.
—No —lo cortó con decisión. Ni
hablar, se sentía orgulloso de sí mismo por lo que había hecho sin ayuda de
nadie. Ahora no quería volver a sentirse frágil con Yunho, que no confiaba en él,
que no se abría a él, que no lo entendía. No estaba dispuesto a hablar con Yunho.
—Jaejoong... —murmuró Junsu.
—Lo que has hecho allí arriba, tú
solo... —reconoció Changmin ensimismado. —Ha sido... bueno... fue... no tengo
palabras. Eras un dibujo manga en acción.
En el exterior resonó un sonido de
coches aparcando.
—Mi abuelo ya está aquí —les dijo
ligeramente abatido. —Quédense aquí.
Al salir al jardín, se encontró a As
administrando una inyección a Siwon y a Yong Hwa. Al ver a Jaejoong se levantó
de golpe.
— ¿Pero... qué te han hecho? —lo
cogió del hombro bueno y lo abrazó con fuerza.
—Me pondré bien —dijo Jaejoong contra
su pecho.
Jaejoong le explicó todo lo que
había pasado. A As se le puso la piel de gallina al escuchar los sucesos. A lo
mejor Yunho tenía razón con eso de encerrarlo y vigilarlo hasta que toda esa
pesadilla pasara.
—Jaejoong, llevas sangre guerrera en
las venas. Eres muy fuerte. ¿Esto quiere decir que ya estás aprendiendo a
desarrollar tus habilidades?
—Estoy en ello —se apartó de su
abrazo, —aunque ninguno de ustedes me haya querido asesorar —añadió resentido.
—Lo he tenido que hacer solo.
—Temo por ti. No quiero verte metido
en batallas de ningún tipo.
— ¿Y no crees que es inevitable,
abuelo? ¿No crees que sería mejor que yo supiera manejar mis dones al cien por
cien y estar preparado para días como los de hoy?
—Jaejoong... —volvió a abrazarlo. —Lo
hemos hecho mal. Yunho y yo acordamos que sería mejor tenerte protegido. Nada
de luchas, nada de golpes. Las parejas de los berserkers y vanirios son cuidadas
y adoradas. No están hechas para pelear.
—Y una mierda, abuelo... Ya has
visto que sí. Tienen una mentalidad retrógrada y machista.
—No me hables en ese tono, jovencito.
—No me digas lo que tengo que
hacer...
Estaba muy alterado. La adrenalina
todavía recorría su sangre y las manos aún le hormigueaban.
—Es precisamente esa actitud la que
hace que el número de berserkers y vanirios disminuya —le dijo Jaejoong. —Si
hubiesen preparado a sus parejas del mismo modo que a los hombres, nada de esto
habría pasado. Somos hábiles, ágiles y letales. Puede que no sepamos golpear
tan duro como ustedes, pero somos poderosos. Y no nos amilanamos. Si contaran
más con su ayuda serían el doble de fuertes. Les podríamos echar una mano.
—Tú eres diferente. Tú eres de
verdad poderoso, Jaejoong. Casi no tienes debilidades. Has adquirido la fuerza
y los dones de un vanirio y los instintos y la velocidad de un berserker. Sin
embargo, no has heredado ninguno de los inconvenientes de ser de una u otra
especie, pero eso no quiere decir que los demás sean como tú. Has tenido que
proteger a Junsu de la luz del sol, ya lo has visto, él tiene una gran
debilidad. Y te aseguro que si en vez de ser un híbrido hubieses sido un
berserker de pura cepa, puede que no estuvieras vivo ahora mismo, porque
nuestras parejas son fuertes pero no para acabar con siete lobeznos a la vez, y
tú hoy lo has hecho.
—De todos modos, creo que deben
prepararlas. Hay algo que no va bien en sus comunidades, abuelo, y me gustaría
poder ayudarlos. Y yo sí que tengo debilidades —aclaró.
Un hombre alto, moreno. Un hombre
que acababa de llegar con su Porsche Cayenne.
Jaejoong tragó saliva. Aunque los
cristales eran oscuros sabía perfectamente que lo estaba mirando fijamente. Sus
ojos lilas brillaban furiosos. Estaba tan enfadado con Yunho que la misma furia
hacía que tuviese ganas de llorar.
Yunho lo observaba con el cuerpo
temblando de ira. Iba a matarlos a todos. Habían hecho daño a su cáraid y eso
no lo podía perdonar. Apretó la mandíbula al ver que le habían partido el
labio, tenía un corte en el pómulo y el hombro abierto y destrozado por una
mordedura.
Sí. Los iba a matar a todos.
—Ve a hablar con Yunho —le sugirió
As. —No he visto a un hombre más preocupado en mi vida.
Algo se removió en su interior al
oír esas palabras y deseó que fuera verdad que a Yunho le importara, pero lejos
de pensar románticamente lo hizo de un modo práctico.
—Soy su comida —contestó con
frialdad. — ¿Cómo no iba a estar nervioso? — Yunho se crispó al oír esas
palabras. Yunho podía oírlo. ¿Acaso lo olvidaba? ¿O era consciente de ello y
por eso hablaba de ese modo? Cogió su teléfono y lo llamó.
Jaejoong cogió el teléfono sin
apartar la mirada del puesto de piloto del coche.
—Entra en el coche —ordenó Yunho
bruscamente.
— ¿Qué pasa, Yunho? —contestó con
sorna. — ¿No puedes hablar conmigo telepáticamente?
—Tú no me dejas —gruñó. — ¿Quién te
ha enseñado a protegerte? Entra en el coche, Jaejoong.
—No. Y no me hables así —sintió que
las lágrimas se acumulaban hasta hacerle un nudo en la garganta. ¿Es que no
pensaba reconocerle lo que había hecho por su hermano? ¿No pensaba decirle que
estaba preocupado por él? ¿No iba a disculparse por lo que le había dicho en la
habitación? ¿Ni por no hacerle partícipe de los vídeos que había descubierto de
sus padres?
—No hagas que me enfurezca, Jaejoong.
—No me das miedo.
—Deberías temerme. Estoy muy
cabreado contigo.
—Pues si esperas oír que lo siento,
te van a dar las doce. ¿Tiene Yoochun la dosis preparada? —preguntó consciente
de la frialdad de sus palabras. —Empiezo a tener hambre.
—No.
— ¿No? —se obligó a mantener el tono
de falso control de la situación. De verdad que tenía hambre, pero sólo de Yunho,
y no sólo de su sangre sino también de su cuerpo y de algo más difícil de
reconocer. Su... corazón.
—Si tienes hambre ya sabes lo que
tienes que hacer, pequeño —le dijo dulcemente.
— ¿Morder algún cuello? —alzó las
cejas, consciente de herirlo en su orgullo.
—Jaejoong, deja de mosquearme y ven
aquí —gritó furioso al imaginarse a Jaejoong bebiendo de otro hombre. —Estás
herido y me necesitas.
—No te necesito. No me da la gana.
Sal tú. — La línea se quedó silenciosa. — ¿Qué te pasa Yunho? ¿No puedes salir?
—sonrió con malicia sintiéndose fuerte para continuar. —Hoy hace demasiado sol
¿verdad? Puede que yo no sea tu cáraid, pero un monstruo como tú no puede ser
el mío. Mi pareja —repitió con el mismo tono hiriente que había utilizado Yunho
en la habitación— no puede privarme de la luz del sol y lamentablemente, Yunho,
es una de las cosas que tú me quieres quitar sin dar nada a cambio. Sólo
quitas, nunca das. Exiges, nunca pides. Ni siquiera hoy me has podido
proteger... No puedes ser mi pareja, no puedo necesitar a alguien como tú.
De repente sintió frío en el
corazón. No estaba orgulloso de hablar así, nunca lo estaría, pero se sentía
tan enfurecido con Yunho, tan necesitado de hacerle daño como Yunho se lo había
hecho a él, que no lo pudo evitar. ¿Se habría sentido mal Yunho al decirle esas
horribles cosas después de hacer el amor? Jaejoong sí que se sentía mal por
decirle todo aquello.
As se movió violento al presenciar
esa conversación. Su nieto tenía el mismo carácter orgulloso que había tenido
su hija Jade. A algunos hombres eso les parecía muy sexy, sin embargo, él no
desearía jamás estar en la situación de Yunho. Habiendo visto la preocupación
en los ojos del orgulloso vanirio, juraría que Yunho estaba más enamorado de su
nieto de lo que deseaba estarlo de nadie.
Yunho estaba pálido en el interior
del auto y agradeció que los cristales estuvieran ahumados.
Con un juramento entre dientes,
encendió el motor y dio marcha atrás.
—Hasta esta noche —se despidió con
dureza.
Jaejoong miró como el coche se
alejaba y a la vez se le formaba un nudo en la garganta. Quería ir tras Yunho y
decirle que se quedara. Quería ir tras Yunho y pegarle y echarlo a los lobos.
Era todo un mundo de contrariedades y sentimientos turbulentos hacia el
vanirio, pero lo peor de todo, lo que más rabia le daba, era que se daba cuenta
de que sentía cosas por Yunho y que eso lo ponía en inferioridad de
condiciones. Yunho tenía el poder de hacerle daño y eso no lo podía consentir. Antes
atacaría él.
As cogió a Yong Hwa y a Siwon y los
cargó como sacos de patatas.
— ¿Qué vas a hacer, cariño?
—preguntó As una vez montado a los chicos en el coche.
Heechul y Changmin salieron al
encuentro de Jaejoong corriendo.
—Junsu ha sido raptado por Yoochun en
el subterráneo —murmuró Heechul entre jadeos. —Lo ha cogido en brazos y se lo
ha llevado. Ha sido espectacular, no sé porque Junsu peleaba con él así.
—El pobre estaba aterrado por Junsu
—explicó Changmin. —Nos ha dicho que nos fuéramos contigo y que descansásemos,
que Junsu iría a casa de Yunho.
Jaejoong asintió con la cabeza y
miró a As.
—Me voy a mi casa.
—Entonces, te enviaré una patrulla
de berserkers para que vigilen la zona. Yo iré con ellos.
—Gracias, abuelo —le explicó Jaejoong,
—pero no tienes que cuidar tanto de mí. Ya has visto que me sé valer por mí
mismo.
—Hoy has ganado tú —contestó él con
severidad. —Mañana... nunca se sabe. No te moverás de ahí hasta que esto acabe.
En tu casa estarás más seguro.
—Esta noche voy a ir a The Ivy,
abuelo, cuenten conmigo o no. Ya puedes encerrarme donde te dé la gana —lo
desafió. —Encontraré el modo de escapar.
—No lo harás Jaejoong.
—Claro que lo haré. No puedes
controlarme, llevo demasiado tiempo encarcelado.
— ¿No lo entiendes? Nos preocupamos
por ti.
—Soy adulto. Soy un hombre, aunque
tú y Yunho se empeñen en contradecirme. No voy a esconderme de nadie ¿me
entiendes? Soy dueño de mi vida y único juez de mis decisiones.
Eso sí que no lo podía negar. Su
nieto era un luchador real. Un guerrero.
—Jaejoong —lo tomó de los hombros. —Esta
noche es muy peligrosa. Estarán Goon y Min Ki allí. ¿Crees que irán acompañados
de simples humanos? No. Seguramente lobeznos y nosferátums les acompañen. Habrá
una guerra.
—Ya he estado en una.
—Sí, pero esta vez irán por ti si te
ven. Tú mismo has dicho que iban por Junsu para hacer un cambio. Él por ti. No
se imaginaban que tú pudieras estar aquí con él y mucho menos que fueras inmune
a los rayos del sol.
—Ni tan fuerte —dijo orgulloso.
—Sí, ni tan fuerte —sonrió su abuelo.
—Pero tenías a tu favor el factor sorpresa, cariño. Si te presentas en el
restaurante, irán por ti. Esta noche somos nosotros los que necesitamos el
factor sorpresa. Vamos a interceptar a los dos peones y a descubrir qué
pretenden hacer con toda esta caza y captura hacia nosotros y, si deseas
saberlo, necesitamos que te mantengas al margen, porque si interfieres nos
descentrarás.
Jaejoong apretó la mandíbula y
apartó la mirada en un claro gesto de frustración.
—Les estorbo —concluyó decepcionado.
—No nos estorbas —lo tomó de la
barbilla. —Simplemente eres algo tan valioso y te has hecho tan importante para
nosotros en tan poco tiempo que tememos por ti y lo último que deseamos es que
te pase algo. No estamos dispuestos a poner tu vida en peligro, porque no
queremos perderte. Yo te quiero. Yo te quiero —confesó con los ojos llenos de
cariño y sinceridad. —No quiero que te pase nada ¿entiendes?
Jaejoong se emocionó y sintió de
nuevo ése ya tan familiar en los últimos días, nudo en la garganta.
—Por favor, no confundas nuestra
protección con una cárcel—le suplicó.
—No lo hago, abuelo —susurró Jaejoong
con la voz quebrada. —Pero me siento al margen de todo lo importante, de todo
lo suyo. Desearía que confiaran en mí, que me dejaran participar. Yo necesito
vengarme por todo lo que me han hecho... —las lágrimas no le dejaron continuar.
As hizo un gesto de dolor con la
boca.
—Jaejoong, déjanos esta noche —le
dijo con decisión. —Y después de hoy, hablaré con Yunho para ponerte en las
patrullas y para que vengas con nosotros.
Jaejoong se enfureció al darse
cuenta de que incluso su abuelo As había cedido parte de su potestad a Yunho.
Como si todos ya admitieran que él era de Yunho y que nadie más que Yunho
decidía sobre él.
— ¿Por qué tienes que preguntarle
nada a Yunho? —gruñó Jaejoong secándose las lágrimas de un manotazo...
—Porque es tu pareja —contestó su
abuelo cortante. —Y porque estamos poniendo paz entre los clanes después de una
guerra que ha durado más de dos mil años. No ayudaría a conseguir esa paz que
un berserker y un vanirio se pelearan sobre la custodia de un híbrido.
—Pero yo soy tu nieto... —gritó
herido.
—Y también eres su pareja, desde el
mismo momento en que te marcó— lo tomó de la cara con cariño. —Puede que las
cosas sean difíciles entre ustedes ahora. Tú lo rechazaste y Yunho está herido.
—Y luego Yunho me rechazó a mí de un
modo cruel. ¿Eso no te lo ha dicho?
—Es una riña de enamorados —sonrió
quitándole leña al asunto.
— ¿Enamorados? Yunho no está
enamorado de mí... —dijo nervioso. —Sólo es un dependiente, porque yo soy su
menú diario.
—Dudo mucho que una carta de menú
ilumine los ojos de un vanirio, especialmente de éste tan taciturno, cómo lo
haces tú. Incluso estando peleados Yunho se iluminaba cuando te miraba y se
erguía orgulloso en la silla. Dudo mucho que una carta de menú pueda preocupar
tanto a un hombre como a Yunho. Tendrías que haberlo visto en cuanto le di la
noticia de que te habían atacado. Se puso pálido y hervía de furia, más de lo
que lo hace habitualmente. Antes de que nos diéramos cuenta, ya había cogido el
coche para ir a buscarte.
Jaejoong se imaginó a Yunho actuando
de ese modo tan impulsivo por él.
—Ponte en sus manos —sugirió As. —Yunho
cuidará de ti como nadie, estoy seguro. Y vuelve a compartir tu mente con él, Jaejoong.
Yunho habría venido volando, si le hubieses dicho qué te estaba pasando. Piensa
en tu seguridad.
No podía. ¿Ponerse en sus manos?
¿Más aún? No. No si Yunho lo tomaba todo de él y Yunho no le daba nada.
Asombrado y asustado a la vez por
esa revelación, entendió que necesitaba que Yunho también se pusiera en sus
manos. Que lo quisiera con toda su alma y le entregara su corazón. Necesitaba
que Yunho lo amara.
Se cubrió la cara con las manos y
negó con la cabeza, incrédulo al darse cuenta de que si él exigía eso de Yunho
era porque estaba dispuesto a darle a Yunho lo mismo. Porque estaba enamorado
de Yunho. No podía ser.
—Me siento enfermo... —dijo Jaejoong.
— ¿Te sientes mal? —preguntó As
preocupado.
—Sólo necesito estar en mi
casa.
woooo me la pase leyendo horas hasta ponerme al dia, jaejoong salvo y se entrego finalmente a yunho pero tenia q malograrla con sus indecisiones,como va decirles esas palabras hirientes a yunho :( primero debio pensar antes de hablar, yunho hizo bien en tambien decirle q quizas no era caraid y q no lo buscaria,la pelea de los lobesnos dio miedo,lastimaron a changmin,pobre Min,ahora en este otro altercado se espuso junsupero felizmente jaejoong pudo protegerlo y jae terco renuente admitir q yunho lo ama y no solo lo ve como fuente d alimento, ojala se lleve d los consejos de As y se reconcilie con yunho.
ResponderEliminargracias por la actualizacion :)
Menos mal que Jaejoong pudo con los lobeznos horrorosos y nadie más salió lastimado ;o; pero con YunHo todo sigue mal y Jaejoong ya lo necesita, si YunHo se niega a pasarle su sangre de la forma que Jaejoong quiere...que hará Jaejoong????
ResponderEliminaragg tan terco!!!!!!! pero me alegra que no les hicieran daño
ResponderEliminarno mucho al menos xD malditoo Goon e___________e pense q
enverdad queria a jejung pero se vio q solo le interesa para experimentar con el
ojala q yunho le de x el culo >< aww yunhoo ojala se reconcilien pronto !!
gracias x compartir :3
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaau quien lo viera el tan dulce y tierno que tuviera el potencial y la fuerza para terminar con 7 lobeznos es arrebatadora mente muy poderoso ahhhhhhh y el pobre de yunho queriéndolo tratar como una damisela yo creo que yunho sera el protegido por jae si sigue desarrollando sus poderes no rebelados aun
ResponderEliminarXD jae no debería de ser tan duro con yunho de esta se salvo pero no quiere decir que se salve siempre de todo o que se pueda proteger el mismo siempre a lo mejor puede necesitar de yunho y este no lo deja que lo ayude ohhhhhhhhhhh espero con ansias el siguiente cada día se pone mucho mucho mejor espero leerte muy muy pero muy pronto hasta luego bye bye
la relación de del Yunjae para lante y para atrás...pero quien ve a Jae se ve tan indefenso no peso por la mente esa faceta de el..aunq es bueno para q se den cuenta de q no es debil
ResponderEliminarahhhh que cosas con estos dos, avanzan un paso y retroceden dos, son tan necios y no se sinceran, no dicen lo que realmente sienten sino que buscan hacerse daño, y JJ vaya que sorprendió mira que acabar con 7 lobeznos omgsun, es increíble. Ya hasta As, sabe que yunho es la pareja de jae y este no lo acepta, espero que mejoren las cosas que estar separados en vez de ayudarlos los perjudica, ah muchas gracias por actualizar!
ResponderEliminarSegun yo ya abia comentado y veo q no hay nada
ResponderEliminar<Q decir. Jaejoong impresiono mucho ya encuentra su fuerza verdadera
Imagino a yunho todo preocupado x el ya q lo ve como su caried y la necesidad
De protegerlo es sienpre
Pero ahora es terco y se niega a reconocer sussentimientos
Los dos se lastiman
Heechul a lo mejor tiene poderes x lo que lei, hasta junsu lo sospecha, y como
Q changmin terminara involucrado con junsu,se lee asi, minsu? "-"
?
y bueno interesante capitulo
Dios Jae q terco...
ResponderEliminarQ lindo q Jae ya este dominando sus poderes...
Esta enojado Jae solo espero que pronto le cambie Yunhi lo terco ^^
waaa... jaejoong me dejo sorprendida con sus poderes y fuerzas ..! que emoción!! menos mal que acabo con todos esos lobesnos ;)
ResponderEliminarpero esos desgraciados lastimaron a mi jaejoong :(
para que querrían esos lobesnos a junsu que tramaran (?) uhmmm
menos mal no pudieron con su objetivo XD!
me alegra que hechul y changmin hayan aceptado a jaejoong y lo sigan queriendo aww.. *w*
me encantó que los amigos de Jae sepan quién es realmente.
ResponderEliminarJae peleo como todo un guerrero .tiene mucho poder
me exaspera estos dos niños, están en un tira y afloje constante y no dejan de luchar.
gracias
Por que rayos a Heechul no le hizo efecto el poder de Junsu ó.O?
ResponderEliminarJaj, cachetada para todos los que piensan que JJ es débil y necesita estar encerrado >_>
Jaejoong es dificil y tiene miedo de cederle el control de su vida a Yunho lo cual es comprensible .
ResponderEliminar.. sabe que esta enamorado pero no lo va admitir como les gusta sufrir!!
Este capítulo estuvo de pelos!! XD.. jaejoong demostró ser un guerrero nato, se inaginan si hubiese recibido entrenamiento?? Seria más fuerte y peligroso que cualquiera!! ....y lo de hechul...? Que signiifca??? O.o eso me dejo estupefacta!! Acaso tiene poderes ocultos??
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