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El Libro de Jade: Capitulo 14

CAPÍTULO 14

YUNHO PERMANECÍA en su cama, con los ojos abiertos pero sin mirar a nada en concreto. Estaba catatónico. Sin embargo, su cabeza funcionaba. Recordaba todas las batallas al lado de sus amigos, recordaba a su madre, a su hermano... pero todo se nublaba por la necesidad de verlo a él. A ese chico de ojos lilas y boca hecha para besar. Su cáraid. Nunca iba a perdonarse el daño que le había hecho. La muerte era justo castigo por ello.
Yoochun estaba sentado a su lado. Agarrando su mano con fuerza, intentando transmitirle ideas de paz, de sosiego. Había limpiado las heridas y las había esterilizado, pero nada de eso podría ayudar ya a su amigo. La mente de Yunho era un torbellino de culpa y de dolor. Su amigo estaba perdiendo la vida por un hombre. Por su media naranja, su complemento. ¿Por qué los dioses les habían dado ese talón de Aquiles? Freyja era una zorra.
Las puertas del balcón se abrieron, y entró Jong Hyun con Jaejoong en brazos. Lo bajó y dejó que él se dirigiese a Yunho. No titubeó. Se fue directo a él, con determinación.
Yoochun lo miró estupefacto. ¿Jaejoong por fin había comprendido? Los dioses estaban de parte de su amigo. Jong Hyun le sonrió y asintió con un gesto de su cabeza. Yoochun exhaló y miró al techo deletreando la palabra gracias en silencio.
—Largo —les dijo Jaejoong sin dejar de mirar el cuerpo del moreno peligroso. Nadie iba a ver como Yunho lo mordía porque le parecía algo extrañamente íntimo y personal. No quería espectadores.
Jong Hyun y Yoochun saltaron por el balcón y desaparecieron por el horizonte.
Jaejoong nunca se había sentido tan poderoso. ¿Él tenía capacidad para dar vida? Sí. Él podía salvarlo. Lo iba a salvar de esa oscuridad y de esos malos modales que tenía. Lo iba a hacer por estar en deuda con él y a partir de entonces su trato cambiaría.
Yunho no lo había visto entrar. De hecho, era poco consciente de lo que ocurría a su alrededor. Hasta que sintió un cuerpo caliente a su lado. Un cuerpo que nada tenía que ver con el de su amigo Yoochun.
Jaejoong sintió que su corazón se desgarraba. Sentía dolor físico por el dolor de Yunho. Alargó una mano hasta su cabeza y le acarició la frente peinándolo con los dedos. Lloró en silencio. Yunho tenía el pecho abierto, el cuello desgarrado, el hombro en carne viva, y él sabía perfectamente, que su espalda no estaba mucho mejor. La cama estaba llena de sangre.
Yunho enfocó los ojos y entonces lo vio. Sus ojos marrones apresaron los lilas que tenía enfrente. Unos ojos rasgados, llenos de lágrimas del color de las campanillas. Tragó saliva y su mirada se llenó de calor y ternura por Jaejoong.
—Jaejoong... —susurró Yunho con mucho esfuerzo. —Lo siento...
—Chist... —le dijo él admirando su rostro y poniéndole un dedo sobre los labios. —No hables.
No sabía muy bien qué era lo que tenía que hacer, pero se dejó guiar por la intuición. Se quitó la chaqueta, la tiró al suelo. Dejó la yugular al descubierto. Estaba terriblemente excitado y aterrado a la vez.
Yunho lo seguía con los ojos y éstos se quedaron clavados en su bello y elegante cuello. Jaejoong se arrodilló lentamente, sin perder el contacto visual con él y se inclinó hacia Yunho dejando su cuello a la altura de sus labios secos. Entonces Jaejoong se acercó a su oído y rozó el lóbulo de Yunho con sus labios.
—Bebe de mí, Yunho —susurró dulcemente.
Yunho se quedó inmóvil. Se le estaba ofreciendo. No hizo nada, pero seguía mirando su cuello que palpitaba acelerado. Estaba nervioso. Jaejoong estaba nervioso por él. Hizo esfuerzos por levantar el brazo y cogerlo de la nuca para inclinarlo a él. Pero no tenía fuerzas. Difícilmente llegaba aire a sus pulmones.
Jaejoong levantó la cabeza y lo miró con preocupación. Entonces entendió que Yunho no podía hacer ningún tipo de movimiento. Dios, se iba a morir de verdad si no se daba prisa.
Con manos titubeantes, Jaejoong pasó la mano por su pantalón y se tocó la parte exterior del muslo. Allí tenía su puñal, el puñal de su padre sujeto a una cinta de cuero. Lo sacó y miró la hoja afilada. Sin pensárselo dos veces, se hizo un corte en el cuello, siseando de dolor.
Entonces, con la herida abierta se volvió a ofrecer a Yunho. Colocó su cuello sangrante sobre los labios de Yunho y lo tomó del cuello, levantándolo para que bebiera. Cuando la primera gota de sangre cayó en la boca semi-abierta de Yunho, las pupilas del vanirio se dilataron y sus ojos se agrandaron tensando los dedos de las manos. Jaejoong era todo lo que él deseaba, todo lo que necesitaba y su sabor lo enloqueció. Todos sus órganos internos empezaron a funcionar frenéticos, el corazón golpeaba con fuerza despertando de nuevo a la vida. Yunho levantó el brazo con fuerza, cogió a Jaejoong de la nuca y lo acercó más a su boca.
Cuando Yunho presionó sus labios a su corte lacerante y hundió los dientes en su cuello, Jaejoong creyó que iba a morir. Un escalofrío erótico recorrió todo su cuerpo y supo que era allí donde él tenía que estar. Yunho lo agarró sin gentileza, exigiendo y tomando. Y Jaejoong dejó de ayudarlo. Yunho ya se aguantaba por sí solo, así que Jaejoong se rindió.
Jaejoong era tentación, era vida, era luz. Bebiendo de él, Yunho se inclinó hacia delante y quedó sentado en la cama. Cogió a Jaejoong con un gruñido de placer y lo sentó sobre su regazo. No supo cuánto lo necesitaba hasta que lo tuvo entre sus brazos.
Jaejoong sabía que tarde o temprano iba a ser pasto de las llamas. Los labios sensuales de Yunho lo succionaban, lo chupaban con una ansiedad que rozaba la locura. Todo lo demás se desvaneció. Le echó los brazos al cuello, pasó sus dedos por el pelo de Yunho y lo apretó más contra él, instándolo a que cogiera todo cuanto quisiera. Se entregó a Yunho y pensó que no había muerte más dulce que esa.
Para intensificar todas las sensaciones que se arremolinaban entre ellos, empezó a llover con mucha intensidad. Tanta que el viento de la tormenta saqueó las cortinas de gasa roja transparente que cubrían los balcones animándolas a bailar, a seguir el ritmo de la lengua y los dientes del vanirio.
Yunho volvía a la vida. Lo había apresado entre sus brazos sometiéndolo a una cárcel de piel y músculos, de donde Jaejoong ya no podría salir nunca. No habría liberación. Jaejoong, su presa. Yunho, su carcelero.
Jaejoong empezó a moverse inquieto. A frotar las caderas contra Yunho, a abrazarlo con más fuerza. Algo en su interior despertaba a la vida con Yunho, algo que había dormido durante veintidós años. El frenesí de subyugarse a una fuerza superior. Al deseo. No podía sentirse más asustado y desesperado de lo que estaba, pero la necesidad de que algo a alguien llenara el vacío que empezaba a sentir en el estómago, podía con sus temores.
Yunho lo acopló a él de modo que toda la parte superior del delicioso cuerpo de Jaejoong quedara en contacto con el suyo. Sintió el pecho presionado a su torso, y escuchó el gemido de alivio que salió de los labios de su cáraid. Con un gruñido de placer desclavó los dientes del elegante cuello. Lo hizo poco a poco, porque quería sentir como Jaejoong se estremecía.
Y vaya si se estremeció. Los dientes le habían penetrado la piel, y ahora sentía como Yunho los sacaba de él, deslizando cada milímetro de longitud con cuidado. Fuego líquido se concentró en su entrepierna. Fuego suave y húmedo que reclamaba que alguien lo apagara.
—Por el amor de Dios... —gimió Jaejoong.
Yunho observó las dos incisiones enrojecidas de Jaejoong. Pasó la lengua y las lamió hasta que la carne dejó de inflamarse. No debía beber mucho, pues para lo que deparaba la noche lo quería fuerte y en plenas condiciones. A cada caricia húmeda de su lengua sentía que Jaejoong se crispaba y le clavaba los dedos en el cuello y los hombros. Levantó la mirada y por fin lo vio de verdad. Vio a su hombre lánguido y encendido entre sus brazos con el cuello echado hacia atrás, los labios abiertos y los ojos lilas que lo miraban entre sus negras pestañas. Sí, suyo y de nadie más. El pelo le caía hacia atrás. Era una ofrenda a los dioses. Yunho lo miró de arriba abajo como un depredador.
Allí donde posaba los ojos, Jaejoong se activaba. La entrepierna, el ombligo, el pecho, el corazón, la garganta... todo le palpitaba con un dolor agradable que necesitaba ser calmado.
Jaejoong intentó incorporarse, echándose hacia atrás para mirar su pecho. Había cicatrizado por completo y ahora se erigía en todo su esplendor. Todo músculo, formas y virilidad. Estaba fascinado por su perfección. Se pasó la lengua por los dientes y notó los colmillos algo más largos y desarrollados. Un brillo devorador apareció en sus ojos.
Tenía hambre.
Los ojos de ambos entraron en contacto. Jaejoong sin apartarle la mirada deslizó un brazo por su espalda recorriendo sus músculos. Yunho dio un respingo y lo miró con deseo.
Orgulloso, comprobó que no había ni un corte. Sólo extensiones de carne definida y delineada. Montañas de tendones y músculos desarrollados. Había sanado en el momento en que probó su sangre. Era asombroso entonces la necesidad y la dependencia que tenía el vanirio de él. Y Yunho era asombroso también. Yunho era un guerrero. Un guerrero poderoso. Y Jaejoong estaba tembloroso, sentado sobre su regazo. Su erección, dura y gruesa, presionaba contra los muslos de Jaejoong y él la rozó con deliberación. Sin pizca de miedo.
No se creía un seductor, pero puede que la conversión le hubiera disparado el libido y las hormonas. Estaba mareado y ebrio de Yunho. El olor a mango había vuelto y Jaejoong sólo quería comer fruta.
—Jaejoong... —musitó Yunho mirándolo con adoración.
Le apetecía hacerle tantas cosas y con tanta pasión... pero se obligó a calmarse. No quería hacerle daño ni asustarlo.
Lo miró a la boca. Bajó la cabeza sutilmente y rozó sus labios con los suyos. Y allí empezó el verdadero tormento.
— ¿Te encuentras mejor? —le preguntó Jaejoong sin rechazar ese leve contacto, sosteniendo su mirada sin parpadear y manteniendo sus emociones con un autocontrol impropio de alguien tan joven.
Los labios de Yunho se separaron un poco de su boca y una ceja se arqueó.
—Todavía hay algo que me duele, pequeño —tomó aire y fue hacia su boca de nuevo a besarlo como era debido, pero Jaejoong apartó la cara y se bajó de su regazo con la dignidad de un rey.
— ¿De verdad? ¿Qué te duele? —cogió su chaqueta, intentando parecer indiferente y evitando pensar en el mareo que tenía encima.
Yunho incrédulo se levantó de la cama y lo tomó por los hombros. Si se pensaba que podía irse de su casa, iba listo. Jaejoong había aceptado con ese gesto su relación con él y no había vuelta atrás, Yunho no se lo iba a permitir. Jaejoong era su cáraid, su compañero, no podía ignorarlo así.
—Me duele todo y necesito que me...
— ¿Qué necesitas? —preguntó indiferente. Se iba a poner la chaqueta, pero Yunho se la quitó de las manos y la desgarró en dos partes. Estaba enrabiado con Jaejoong porque no le hacía caso. Jaejoong lo desafió con la mirada. Con su mano le dio con toda la rabia que tenía dentro. Yunho lo cogió de la muñeca deteniendo sus golpes. Jaejoong sin pensarlo, le dio una fuerte y sonora bofetada.
El aire se tensó. Un trueno relampagueó y amenazó con reventar los cristales. Yunho le puso las manos sobre los hombros y lo llevó contra la pared, aprisionándolo con su cuerpo semidesnudo. Sus ojos tenían un brillo peligroso. Cogió la camisa de los hombros y lo desgarró de arriba abajo, junto con el pantalón.
— ¿Dónde te crees que vas, Jaejoong? Ahora ya no puedes salir así a la calle. Te quedarás aquí.
Jaejoong se encogió. Volvía a la misma situación de hacía unas noches. Su pecho, con los pezones erectos señalaban al pectoral de Yunho. Sólo unos bóxers negros, cubrían su piel. Jaejoong se abrazó e intentó cobijarse en la pared, mientras lo miraba con miedo y se frotaba las muñecas. Jaejoong le salvaba la vida y Yunho lo volvía a saquear. Así era Yunho. Nunca antes se había sentido tan tonto por confiar en alguien.
Yunho tardó en comprenderlo. Jaejoong estaba pálido, de pie sólo con sus zapatos y con sus bóxers. Lo volvía loco, tal era su pasión por él que a duras penas la podía controlar. Lo miró horrorizado, reprendiéndose a sí mismo por su actitud dominante. No, no podía deshacer los avances con Jaejoong de ese modo. No podía hacerle eso, pero tampoco había sido su intención. Sintió que se le desgarraba el corazón al percibir el miedo de su cáraid.
—No, Jaejoong... —inmediatamente lo arrimó a él y lo abrazó con fuerza, apoyando su barbilla sobre su cabeza. —No, Jaejoong, cálmate... no va a pasar así. Lamento haberte asustado. Perdóname, por favor,
Jaejoong temblaba. Intentó forcejear con él, hasta que entendió que Yunho no lo iba a soltar. Entonces tenso como una cuerda, dejó de pelear.
—Perdóname, pequeño. No quería asustarte. Ven, déjame abrazarte —lo abrazó con más fuerza, esperando a que él se sintiera protegido, no atacado ni amenazado. ¿Cómo podía tratarlo así? —Jaejoong, soy un idiota. Es que... yo... Es que tú... me haces sentir cosas, tengo necesidad de ti y no puedo permitir que me rechaces. Es muy doloroso.
Jaejoong se limpió las lágrimas de un manotazo. Estaba enfadado con él por muchas razones. Su enfado principal lo arrastraba desde que había visto a Yunho en el pub con esas dos tipas rubias. Se sentía traicionado y le daba igual cómo se sintiera él.
— ¿Qué quieres de mí? —lo empujó con la voz rota. —Ya te he dado de beber, ya no me necesitas... Déjame, Yunho...
Yunho lo rodeó con más fuerza y se limitó a relajarse, a dejar que Jaejoong fuera el que hablara con él, a dejar que se fundiera con su cuerpo. Jaejoong debía confiar en él. Yunho no le contestó pero permaneció cobijándolo.
Las respiraciones de ambos, agitadas.
—Tú eres mi cáraid, te necesito. Te has entregado a mí y yo quiero entregarme a ti.
—No. No me necesitas.
Yunho se apartó de él ligeramente, sólo para poder verle la cara.
— ¿Cómo puedes decirme eso? —lo miró con adoración y bajó los ojos hasta su pecho bien formado.
—Hace un rato estabas muy cómodo en el pub —espetó, alzando la barbilla, mirándolo con los ojos llenos de ira y dolor. —Tienes a las dos rubias para calmar tus necesidades. Pídeselo a ellas. Y... y... devuélveme mi ropa.
—Estás celoso —sonrió pensando en Junsu. —Mi hermano me sugirió que fuera acompañado de ellas, para que te despertara la posesividad y te hiciera hervir de celos. No sólo eres vanirio cariño, sino que eres un lobo. No lo ibas a soportar... No te gustó verme con ellas. Bien, es natural.
Le encantaba verlo con los ojos chispeantes de furia, encendido y apasionado. Lo tomó de la barbilla y lo alzó hacia él.
—Sólo son dos chicas del clan. No hay nada más, sólo son amigas —su voz descendió una octava.
—No, basta ya. Esto —señaló sus cuerpos cercanos— no es natural. Así que no digas que es natural porque no lo es, ¿entiendes? Y además, no me des explicaciones —la voz le temblaba, y la barbilla también. —No las quiero.
—Me quieres sólo para ti. Y yo te quiero sólo para mí. Tienes que acostumbrarte a esa sensación, tienes que aceptar lo que yo despierto en ti. Odín sabe que yo intento aceptar todo lo que tú me haces sentir.
Jaejoong enderezó la espalda y sacó pecho. Iba a echarle en cara todo.
—Me tienes harto, Yunho. Bob me ayudó después del trato vejatorio al que tú me sometiste. Él es todo un caballero, casi un amigo. Tengo que agradecerle mucho y tú le trataste mal sólo porque se me acercó y...
—No me hables de él. No me gusta.
— ¿Por qué? ¿Por celos o por culpabilidad? Es porque él te recuerda que fuiste un salvaje conmigo, ¿a que sí?
—No lo vas a ver más —lo amenazó agarrándole del pelo con no mucha delicadeza. —Ese moscón sólo quiere abrirte de piernas.
—Entonces se parece a ti —replicó Jaejoong entrecerrando los ojos. — ¿Eso es lo que quieres, verdad? Quieres abrirme de piernas.
Yunho le mantuvo la mirada. La de Jaejoong llena de fuego y la de Yunho, fría y resentida.
—Quiero que me entregues tu cuerpo por propia voluntad. No se trata de abrirte las piernas. Y no hables así, no queda bien en ti. Tú eres gentil, no un bruto animal como yo.
Jaejoong sintió como esas palabras lo acariciaban y lo azotaban a la vez. ¿Qué quería él? ¿Quería entregarse a Yunho?
Sí. Por mucho que lo quisiera negar, sabía que sí. Desde hacía cuatro noches su cuerpo llamaba por una liberación, que sólo despertaba y se encendía con Yunho delante. No sabía muy bien lo que implicaba ser el cáraid de un vanirio, pero su cuerpo reaccionaba por sí solo cuando Yunho estaba cerca y él ya no tenía ningún poder sobre los anhelos de su cuerpo.
Al reconocer la verdad se quedó abatido e indefenso como un niño. Y como los niños se limitó a ser sincero y a hablar con claridad. Toda la furia se esfumó y entonces se sintió vulnerable como nunca. Estaba perdido, había perdido contra Yunho. No podía utilizar más máscaras de indiferencia cuando éstas se rompían a pedazos.
— ¿Qué me has hecho, Yunho? Me estoy volviendo loco... ¿Por qué? —exigió saber apoyando la frente en el pecho de Yunho en un gesto claro de derrota. — ¿Vas a acabar conmigo, verdad?
—No, mi vida—acunó su cara dulcemente con las manos. —No vamos a acabar nada, sino a empezar algo.
—No hablabas mentalmente conmigo desde ayer... ¿Por qué diablos no lo hacías?
—Ya no tenía poder para hablar contigo. Lo agoté en nuestro vuelo. Quería estar contigo ahí arriba, entre las nubes.
Jaejoong tragó saliva y cerró los ojos con fuerza. Nunca le diría lo mal que lo había pasado cuando él no contestaba a sus súplicas ni lo resentido que estaba por haberlo hecho tan vulnerable.
—Sé que fue duro para ti —continuó Yunho. —Me suplicabas que estuviera contigo, que me necesitabas. No me separaré jamás de ti. Desde ahora, yo estaré dentro de ti y tú de mí. Seremos uno, ángel —lo volvió a tirar del pelo, pero esta vez más suavemente.
— ¿Vas a volver a verlas? —alzó la mirada hacia Yunho.
— ¿A quiénes?
—A esas chicas rubias...
—Depende —dijo divertido. — ¿Te molestaría?
—Estoy cabreado contigo, Yunho. No bromees. Hace un rato estabas encantado de tener a esas enganchadas a tus brazos. Yo... —apretó con fuerza la mandíbula. Se estaba sincerando con él pero no podía detener sus palabras. —Creí que me estabas castigando por algo... Creí que te reías de mí... Me sentí... mal —confesó derrumbándose contra él.
— ¿Castigarte? —lo obligó a mirarlo a los ojos. —No, Jaejoong, claro que no.
Yunho sacudió la cabeza. Se sentía perdido e irritado consigo mismo.
—Dios... Jaejoong —sus ojos expresaban desesperación. Yunho estaba acostumbrado a mandar. A ordenar. Y nadie le rechistaba, nadie menos él. —Hago las cosas fatal. Yo quiero que me aceptes, quiero que confíes en mí —le levantó la barbilla y miró sus ojos llorosos. —Ellas no son nada. Me importas tú.
—Entonces deja de tratarme así. Eres un bruto —contestó Jaejoong suplicante. —No me gusta que me intimides ni que uses tu fuerza conmigo. No me gusta que me pongas en ridículo como hoy por la noche cuando me sacaste así del pub como si fuera un muñeco sin voz ni voto. No me gusta que me arranques la ropa de ese modo. Me la has roto.
—Jaejoong...
—Cállate... No me gusta que no me respetes y que creas en todo momento que sabes lo que es mejor para mí. Ni me gusta que...
—Perdóname —rogó acariciándole la mejilla con los nudillos. —Intentaré controlarme... ¿Y qué hacías tú con esa ropa? —gruñó. —Contoneándote delante de todos los hombres...
— ¿Contoneándome dices? —siseó arqueando las cejas.
—No puedes ponerte algo así cuando yo no te puedo proteger. Me estabas provocando, a mí y a todos los demás.
—Para que lo sepas, neandertal —presionó su pecho varias veces con el dedo índice, —me puse esa ropa para ti. Pensé que te gustaría verme con ella. Pero ya veo que no —miró la ropa hecha trizas. —La has roto —lo reprendió con sus ojos lilas. —Eres un animal.
—Nunca te pongas nada parecido si yo no estoy contigo.
—Estaba contigo, idiota. Además, tú me lo regalaste. ¿Ves? —alzó los brazos y los dejó caer con gran frustración. —Todo el rato mandando mensajes contradictorios. Si te pone violento que yo me ponga sexy, haberme regalado otra cosa. ¿Te parece mejor un burka?—lo empujó malhumorado.
—No. No es eso —le dijo dulcemente. —Me encanta tu cuerpo. Tu figura está hecha para que se luzca —lo repasó con ojos hambrientos. —Sólo te pido que te vistas así cuando yo pueda protegerte de todo y de todos. No tenía ninguna fuerza, Jaejoong. No entiendes como me siento si no puedo protegerte. Mira lo que me hizo Bob y casi me muero.
—Yo... no sabía qué era lo que te pasaba. No me imaginaba que estabas tan mal —su rostro reflejó sincero arrepentimiento. —Pero te lo merecías por cromañón.
—Lo sé, pequeño. Te pido disculpas.
El rostro de Yunho era todo un ruego suplicante y hacía esfuerzos por pedir en vez de exigir.
—Lo tendré en cuenta si eso te tranquiliza. Aun así, soy libre de ponerme lo que me dé la gana... ¿me entiendes?
Yunho asintió. Ahora el cuerpo de Jaejoong clamaba por ser calmado y acariciado. Y el de Yunho también.
—Tengo hambre, cáraid.
—Espera — Jaejoong le puso la mano en el pecho al adivinar el brillo en sus ojos. —Si yo tengo en cuenta lo que tú me pides, tú vas a tener en cuenta lo que yo te pido —era una orden. —No vas a dejarme solo ni romperás de ese modo la comunicación conmigo nunca más — Yunho iba a abrir la boca pero el gesto de Jaejoong advirtiéndole que no lo interrumpiera lo echó para atrás. —No vas a tontear con ninguna mujer, sea rubia, morena o pelirroja, mucho menos con otro hombre. ¿Me oyes, Yunho? Nunca más. No quiero pensar en por qué me molesta, pero me molesta, y borra esa sonrisa arrogante de tu boca. Y no vas a volver a utilizar esos modales de hombre de las cavernas, conmigo. ¿Queda claro? El machismo ya no se lleva.
Yunho sonrió como un niño pequeño que se había salido con la suya. Se inclinó y acercó su nariz al cuello de Jaejoong, impregnándose de su pastelito. Jaejoong era dulce, dulce de verdad.
—No me gusta que te toquen —reconoció Yunho. Si Jaejoong se sinceraba, él también, —ni que otros se te acerquen. Tú todavía no controlas lo que provocas en los demás —lo soltó del pelo y abarcó su cara con las dos manos. Con el pulgar acarició su labio inferior. —No eres consciente de lo que provocas en mí... Me muero de los celos, Jaejoong. Soy un vanirio, no lo puedo evitar. Soy celoso, posesivo, protector...
—Arrogante, mandón, abusón...
—Sí —reconoció. Se humedeció los labios con la lengua. —Pero tú eres mi cáraid y nuestras relaciones son así.
—No quiero una relación así, me asusta. Ni siquiera quiero una relación. Quiero respeto y...
—Yo te respeto a más que nadie en el mundo, Jaejoong. Eres valiente, leal, compasivo... y precioso —se inclinó y volvió a rozar su cuello con la nariz. A Jaejoong le costaba respirar. Con los labios pegados a su garganta susurró. —Pero el vanirio está lleno de pasión, así nos han hecho. Tu cuerpo es mi templo y no voy a dejar que nadie te ponga las manos encima. Yo tengo que proteger lo que es mío, y tú eres mío. No importa cuánto luches, no importa cuánto te opongas. Nada va a cambiar eso. Dónde estés tú, estaré yo. Eres mi pareja.
—Quiero mi espacio —echó el cuello hacia atrás para apartarse de sus labios. Su mirada atormentada y suplicante. —Todavía es pronto para mí. Hace cinco días que te conozco y no hemos empezado con buen pie que digamos. Aún estoy asimilando lo que soy, no me puedes exigir ningún tipo de relación —aunque deseaba su cuerpo con locura.
—No lo entiendes. Los vanirios somos completamente distintos de los humanos, sobre todo en lo tocante a nuestras relaciones de pareja. Me acabas de alimentar, no pretendas retomar tu vida con normalidad. Nada de espacios, nada de libertades. Yo seré lo más importante en tu vida igual que tú lo eres en la mía. Y eso lo cambia todo. Los humanos tienen muchas distracciones y dejan de lado a sus parejas. Nosotros no. Yo no.
—Lo que cambie o no cambie esa peculiaridad de alimentarte —lo marcó con comillas, —lo decidiré yo. Tú no vas a regir mi vida —contestó altanero.
— ¿Regir tu vida? Ya está bien. Ven aquí.
Jaejoong sentía la confusión interna de Yunho. Se sentía desquiciado, roto, desbordado por Jaejoong... y Jaejoong estaba igual. Las relaciones entre las parejas vanirias parecían ser muy tempestuosas y Jaejoong nunca había tenido ninguna relación.
Yunho le enseñaría lo que significaba ser cáraid de un vanirio, y si no podía explicárselo con palabras lo haría con hechos. ¿Regirlo? No, se trataba de verse invadido por una marea de emociones y sentimientos continuos hasta que no se sabe dónde empieza uno y acaba el otro. Yunho le puso las manos sobre las mejillas y le acercó los labios. Rozó sus cejas, sus ojos, su nariz, sus mejillas... Jaejoong cerró los ojos y dos inmensas lágrimas se derramaron hasta formar una inmensa gota en su barbilla. Yunho le inclinó la cabeza hacia atrás, y posó su boca en la barbilla de Jaejoong. Entonces Jaejoong olvidó todas las reprimendas y todos los inconvenientes de tener una relación con Yunho, fuese del tipo que fuese. Se perdió en su roce, en su repentina dulzura, y aunque se odiaba por ello, reconoció que lo necesitaba tanto como Yunho a él. Yunho lo mordisqueó y lo besó. Jaejoong dejó de temblar y se apoyó con las manos en el duro pecho de Yunho, dejando que las sensaciones de sus besos, despertaran a todo su cuerpo enardecido. Abrió los ojos y se quedó enganchado en su mirada y Yunho en la de él. Una chispa se encendió, una chispa poderosa que brilló en las profundidades de los ojos de ambos.
Yunho, alto, grande, musculoso, casi imperial, estaba delante de él, cogiéndole la cara con delicadeza, deseando que Jaejoong perdiera el miedo y se entregara totalmente a él.
Jaejoong observó su cara, sus facciones angulosas, llenas de tensión y de incertidumbre. Jaejoong estaba seguro de que si él lo rechazaba en aquel momento, Yunho moriría. Yunho le rogaba que lo aceptase, porque él estaba más que convencido de que Yunho lo aceptaba a él. Jaejoong no podía engañarse. Lo deseaba y se moría de ganas de besarlo. Esa era su nueva naturaleza y se sorprendió de lo mucho que quería aceptarla, así que esperó la agresividad y la posesividad de Yunho y tomó fuerza para poder aguantarlas.
Jaejoong recordó su primera vez. No había habido besos, ni caricias, ni nada... A Yunho no le gustaba que lo tocaran. Jaejoong no podría soportar una segunda experiencia como aquella. No con Yunho. No, sintiéndolo en cada poro de su piel como lo sentía, estando casi desnudo enfrente de él.
Yunho ladeó la cabeza. Deslizó las manos desde su cara, por su cuello, sus hombros finos, su espalda elegantemente arqueada, hasta llegar a las caderas. Lo atrajo para que sintiera la palpitación de su erección, el deseo que rugía por ser liberado.
Jaejoong abrió los ojos y la boca con sorpresa y, antes de que pudiera decir nada, Yunho bajó sus labios con seguridad y los posó sobre los de él.
Aturdido como estaba, dejó que Yunho dirigiera el beso. Su primer beso. Eso no lo esperaba. De un modo indolente, su boca fue poseída por la de Yunho. Los labios se calentaron con el roce y la fricción, y entonces Yunho se concentró en su labio inferior y lo lamió dulcemente para luego morderlo y ponerle los pelos como escarpias a Jaejoong. Jaejoong nunca antes había besado a nadie, pero la experiencia le pareció casi religiosa. La boca, la lengua y los dientes de Yunho lo estimulaban y lo animaban a abrir más los labios. Cuando lo hizo, su propia lengua salió en busca de la de Yunho y cuando se encontraron se enrollaron como si fueran amantes en un baile de promesas, caricias e intenciones sensuales que despertaron todos sus sentidos. Sus manos notaban, apoyadas en el pecho de Yunho, la suavidad y el calor de su piel. Su boca y su nariz se impregnaron de su olor y de su sabor. Su oído podía incluso escuchar el latido acelerado del corazón de Yunho.
Sintiéndose poderoso y repentinamente atrevido, Jaejoong se agitó entre sus brazos. Quería rozarse con Yunho.
Yunho ardía, y sus dedos se habían clavado en sus caderas, conteniéndolo, midiéndolo. Se estremeció cuando sintió la calidez de la lengua de Jaejoong. Se limitó a sentir como poco a poco él se despertaba a la pasión entre ellos y disfrutó de su reacción.
Jaejoong debía rendirse a la evidencia. Se deseaban, y no con un deseo humano, sino con un deseo casi animal, salvaje y arrasador. Jaejoong se había puesto de puntillas y ahora rozaba con avidez su erección, mientras le hacía el amor con la boca y la lengua. Jaejoong era dulce, cuidadoso, pero muy apasionado. Lo tentaba rozando sus labios sin llegar a profundizar, y cuando Yunho desistía entonces él se lanzaba a comerle y morderle, a lamerle la lengua y acariciarle de modo totalmente intencionado los colmillos, a poseer su boca por completo. Esa caricia le gustaba y su sabor era fresco y ardiente.
Jaejoong había dejado de estar tenso. Armándose de valor, lo volvió a acercar a la pared y lo aprisionó contra ella, mientras seguían besándose como si dependiera sus vidas de ello. Yunho le agarró del pelo y le dio un leve tirón para que Jaejoong lo mirara. No había miedo, ni temor. Sólo deseo. Un deseo antiguo por poseer y ser poseído. Jaejoong seguía sin mover los brazos, sus manos no se habían movido del pecho de Yunho. Se miraban el uno al otro, expectantes y asustados de su propia pasión. Yunho lo cogió por las muñecas y se llevó sus manos a la cara.
—Tan suave... —ronroneó Yunho.
Apoyó la mejilla en una de sus manitas y se frotó, buscando calor y consuelo.
Jaejoong frunció el ceño mientras respiraba agitadamente. Los labios le hormigueaban, le quemaban, pero las palmas de sus manos ardían por tocarlo. ¿Qué estaba haciendo? Él creía que a Yunho no le gustaban las caricias, pero Yunho parecía un puma negro herido y deseoso de que lo tocaran. Su mano se ahuecó, para permitir que Yunho se frotara en ella. Yunho giró su mano de modo que la parte interior de sus muñecas quedaran a la altura de sus labios. A continuación, hizo algo que Jaejoong jamás hubiese esperado. Besó sus muñecas, por delante y por detrás. Besos dulces destinados a calmar, a curar. Besos húmedos destinados a enardecer y a despertar.
—Te hice daño aquí. No volveré a tratarte así jamás. No te haré daño nunca más. Te cuidaré y te protegeré siempre —con los labios pegados a la muñeca y la mirada enardecida le ordenó. —Tócame, Jaejoong. Te lo suplico. Necesito que me acaricies —expresó en voz alta.
Jaejoong se apoyó contra la pared. Las piernas le temblaban y el corazón golpeaba contra el pecho. Respiraba descompasadamente. Yunho mantenía sus manos delicadas y elegantes sobre su cara y las soltó, esperando a que llegaran las caricias. Había sido una declaración muy humilde por su parte.
La oscura claridad de la noche se colaba por el balcón abierto de par en par, iluminando la habitación y enmarcando sus cuerpos con un aura clara y pálida como la luna. Las cortinas rojas bailaban al son del viento. La lluvia marcaba el ritmo de sus respiraciones.
Jaejoong titubeó hasta que al final decidió ceder a sus impulsos. Enmarcó la cara de Yunho y la acarició, primero las mejillas, luego los labios, la barbilla. El vanirio cerró los ojos agradecido por aquellos mimos. Fue descendiendo por su cuello fuerte y tenso, por sus hombros anchos y perfectamente redondeados, por su pecho caliente, terso y marcado, por sus abdominales tan bien definidas y su cintura delgada. Luego ascendió, deleitándose en el tacto de ese cuerpo hecho para el amor y la guerra y pasó sus dedos por los músculos de los brazos.
Yunho siseó de placer en cada una de sus caricias y apretó los ojos para que las sensaciones fueran más poderosas. Entonces dejó de sentir las manos de Jaejoong. Abrió los ojos y Jaejoong no estaba. Al momento, sintió como unas manos dibujaban con sus dedos, los músculos de su espalda. De arriba abajo, de lado a lado... Jaejoong estaba detrás de él y le estaba acariciando como Jaejoong quería. Por entero. Sus manos rodearon su pecho y su estómago y empezó a sentir los labios de Jaejoong en su espalda. Yunho echó las manos atrás y le tomó de los muslos desnudos y calientes al tacto, mientras Jaejoong proseguía con su exploración. El pechos de Jaejoong apretados contra su espalda. Labios húmedos, benevolentes, le recorrían la amplitud de los hombros, le pasaban por la nuca y el cuello, seguían su columna vertebral y luego volvían a ascender. Por allí por donde pasaban le seguía la lengua, juguetona y de tacto de satén. Quiso borrar cada uno de los azotes, aunque ya no estaban, pero quiso que se le grabara un recuerdo dulce, no el lacerante.
—Jaejoong... —musitó Yunho tensándose. —Necesito que... Joder... Bésame.
Se giró, lo tomó de la cintura y, pegándolo a él, inclinó la cabeza hacia la de Jaejoong y pegó su boca a la suya como un lobo hambriento. Jaejoong pasó sus manos por su cuello y se agarró a su cabello para sostenerse como si fuera un salvavidas. Yunho deslizó sus manos hasta abarcarle las nalgas y tirando de ellas lo instó a que se pusiera de puntillas y profundizara en el beso. Ambos soltaron un gemido al unísono, sonido revelador de la necesidad que ambos tenían de esa intimidad. La erección de Yunho presionaba contra Jaejoong, y sus torsos desnudos se habían acoplado de modo que los latidos de sus corazones se mezclaran y se confundieran. Los besos pasaron a ser más exigentes, hasta que ya no les fue suficiente con besar.
Jaejoong sentía que quería más, necesitaba más de él y Yunho necesitaba mucho más de Jaejoong. Lo alzó por las nalgas, moviendo su erección contra él y con Jaejoong en brazos caminó hasta la cama sin dejar de besarlo.
—No, Yunho —dijo él tensándose y hablando sobre sus labios. —No quiero que me estires ahí. No quiero. No puedo.
Yunho miró la cama y sintió lo turbado que se encontraba Jaejoong al estar allí de nuevo, donde perdió la virginidad. Tenía miedo. Entonces Yunho se sentó en un extremo, y colocó a Jaejoong de pie en el suelo entre sus piernas abiertas. Lo abrazó queriendo calmar su ansiedad y la necesidad de ambos.
—Jaejoong, no sabes cuánto te deseo —ronroneó como un felino. Frotó su cara sobre el su pecho, y él le acarició el pelo. Deslizó sus manos por sus costillas, pasando por la cintura y las caderas. —Señor, eres perfecto. Me falta el aire —dijo con la voz enronquecida.
Jaejoong no podía hablar. Estaba atrapado bajo sus caricias, hipnotizado por su voz llena de anhelo, sumergido en el contacto de su boca y su nariz en su torso. Yunho pasó los dedos por los bóxers de seda negros de Jaejoong, y los deslizó por sus esbeltas y largas piernas hasta el suelo. Sin alzar la mirada todavía, le desabrochó los zapatos y también se los quitó. Pasó las manos por sus pies finos hasta sus pantorrillas, rodillas y muslos fuertes. Llegó al triángulo de rizos negros y su respiración se volvió más dificultosa. Sin tocarlo en esa zona siguió su camino ascendente acariciando caderas, cintura, el lateral de sus costillas y dejando la palma de sus manos abiertas sobre el pecho.
Jaejoong se estremeció. Las manos de ese hombre lo enloquecían. Se sentía como una olla a presión a punto de explotar.
—Fíjate que bonito es —susurró Yunho masajeando su pecho con la mirada oscurecida.
— ¿Te...? —tragó saliva. — ¿Te... gusta? —preguntó él conmocionado y complacido a la vez.
— ¿Quieres que te demuestre cuánto me gusta? —lo miró con desesperación.
Jaejoong asintió lentamente sin apartar los ojos de los de él. Yunho procedió a demostrárselo. Lo acercó a él tomándolo de la cintura, se inclinó hacia delante y tomó un pezón en su boca. Lo rodeó con la lengua, hasta que se puso tieso. Lo chupó y de repente cerró la boca sobre él y lo succionó, primero suavemente y luego cada vez más fuerte, tirando de él.
Jaejoong respiraba entrecortadamente, mientras lo miraba con ojos nublados de placer. Le parecía tierno y erótico tenerlo a Yunho, ese macho tan fuerte y tan dominante enganchado a su pezón, excitándolo, mamando con gentileza, como si fuera un bebé. Pero no era un bebé, era un hombre y lo estaba seduciendo.
Deslizó sus brazos por el cuello de Yunho y entrelazó sus dedos en su cabello, primero sosteniéndolo, controlándolo, y luego atrayéndolo hasta él para que tomara todo lo que quisiera y más. Le gustaba el pelo de Yunho, le gustaba tenerlo sólo para él, ser el único que pudiera acariciarlo. Se sorprendió al sentirse tan posesivo respecto a Yunho, pero lo aceptó y gruñó de placer. No iba a pelear más contra lo que el vanirio tan repentinamente amoroso que tenía enganchado al pezón despertaba en su corazón, en su interior. Hacía unos días lo odiaba. Ahora lo necesitaba como el aire para respirar.
Yunho masajeaba el otro pezón con sus dedos. Tomando aire, apartó la mano y decidió martirizarlo también. Lo mordió, lo lavó con su lengua hasta que el pezón quedó enrojecido, hinchado y palpitante.
Yunho podía ser un tirano, un torturador, pero lo tenía fundido y dócil por sus caricias. No habría cinturones ni crueldad de ningún tipo y exhaló el aire de modo tembloroso.
Iba a hacer el amor con él. No era ningún mojigato ni ningún puritano. El destino le había traído a Yunho y ahora él lo necesitaba con la misma ansiedad salvaje que Yunho intentaba reprimir para no asustarlo.
Yunho dejó de chuparlo y alzó la mirada hacia él. Yunho tenía los labios entreabiertos, y Jaejoong no se lo pensó dos veces. Lo agarró del pelo con manos temblorosas, se inclinó y deslizó la lengua entre ellos, hasta que tocó la de Yunho.
Yunho clavó los dedos en su tierna carne y dejó que Jaejoong procediera a su invasión. Yunho le acarició y le apretó las nalgas y Jaejoong intensificó el beso soltando un tímido gemido, adentrando más la lengua.
Esa era la señal que esperaba de Jaejoong. Yunho lo alzó como si no pesara menos que un niño y lo sentó a horcajadas sobre él. Las rodillas clavadas en la cama, a cada lado de sus caderas. Yunho tomó el mando del beso con la voracidad de un lobo.
Jaejoong se apartó, miró hacia sus cuerpos y se encontró abierto para Yunho. Sus nalgas presionaban su erección y Yunho le acariciaba el trasero, y lo miraba divertido. Yunho no dejó que él se distrajera. Posó sus labios sobre los de Jaejoong y lo besó tiernamente mientras le acariciaba la espalda. No paró de besarlo hasta que se convirtió en gelatina líquida.
Jaejoong lo tenía cogido del cabello, y estaba sentado sobre él, completamente abierto y a su disposición.
—Quiero hacerte el amor —dijo Yunho sobre su boca. Lamió su labio inferior con candencia y pericia infinitas. —Quiero meterme dentro de ti.
Jaejoong lo miró a los ojos con su mirada lila turbada de deseo, mientras asimilaba las palabras de Yunho. Luego miró su boca, se pasó la lengua por el labio inferior y lo volvió a besar, pero esta vez jugando con él. Avanzando y retrocediendo, hasta que Yunho se cansó y lo saqueó. Se hizo dueño de su boca, de todo su cuerpo y de su voluntad. Jaejoong se apartó para volver a coger aire y entre bocanadas susurró:
—Entonces, quítate los pantalones.
Yunho le besó y le mordisqueó el cuello. Sonrió triunfante.
— ¿Tú también quieres que te haga el amor, Jaejoong? —preguntó mientras lamía el lóbulo de su oreja.
—Ah... sí... —respondió él tiritando del estremecimiento.
— ¿Ya no me tienes miedo, entonces?
—Me da miedo... lo que despiertas en mí. Todo esto es nuevo para mí, Yunho.
Yunho tocó sus pezones, los masajeó, mientras los observaba con su mirada hambrienta.
—Para mí también lo es. Todo lo que siento es completamente nuevo.
Jaejoong le aguantó la mirada. Tenía los ojos lilas más claros que nunca, los colmillos puntiagudos asomaban entre sus labios semi-abiertos, estaba desnudo y estaba deseoso de, nunca mejor dicho, hincarle el diente.
—Tómame, Yunho. Haz lo que sea que tengas que hacer conmigo, pero hazlo ya porque me voy a morir si no haces algo. Me... me duele todo el cuerpo —no dejó de mirarlo mientras le ordenaba como un auténtico vanirio habla a su pareja.
Yunho sintió que su erección crecía y palpitaba a punto de eclosionar. Se levantó con él en brazos y con una mano se arrancó el pantalón. No llevaba calzoncillos, así que su pene salió disparado hasta su ombligo.
Jaejoong notó la punta del glande que acariciaba su carne trémula y húmeda y se estremeció. Yunho volvió a sentarse.
—Rodéame con tus piernas —susurró contra su hombro y lo mordisqueó.
Jaejoong obedeció y miró hacia abajo. El miembro de Yunho era tal y como lo recordaba. Grande, grueso y largo. Totalmente amenazador.
Yunho no permitió que pensara en si le haría daño o no. Lo besó de nuevo, tan profundamente que no hubo ningún rincón de su húmeda cavidad que su lengua no rozara ni acariciara. Jaejoong le clavó los dedos en los hombros, y lejos de amilanarse, lo besó con la misma hambre, con vehemencia, restregándose contra Yunho y volviendo a entrelazar sus dedos entre su cabello. Era excitante estar con un hombre y agarrarse a su cabellera mientras se abrazaban y se besaban. Deseaba tanto que Yunho calmara el dolor que sentía en su vientre, en su entrepierna.
—Dime dónde te duele —exigió saber Yunho contra su boca. Jaejoong lamió sus labios mientras hablaba, pero no le contestó. Humedeció sus dedos con su boca. — ¿Te duele aquí? —deslizó sus dedos por la parte interna de sus nalgas y acarició la entrada de su cuerpo con suavidad y ternura. Jaejoong dio un respingo y soltó un gemido. — ¿Sí, cariño? ¿Te duele aquí? —sonrió y presionó el orificio de entrada a su cuerpo. Lo acarició haciendo círculos, y observó la reacción de Jaejoong, que lleno de curiosidad busco con la mirada para ver como su mano bronceada hurgaba en su intimidad. — ¿Quieres que te calme un poco, verdad? —susurró contra sus labios mientras notaba en sus dedos la disposición de su cáraid. No necesitaba contestación. —Mmm, sí... —introdujo el dedo corazón y sintió como su Jaejoong se abrazaba a él, a ese dedo inquisitivo. —Claro que quieres. Lo quieres tanto como yo.
Jaejoong creyó que iba a desmayarse. Sentía el dedo de Yunho frotarse contra él, acariciándolo, estimulándolo, despertando todo su cuerpo. Jaejoong empezó a mecerse contra su mano, bamboleando las caderas. Nunca había hecho el amor pero sabía muy bien cómo se hacía. Yunho empezó a acariciar su miembro, mientras introducía más profundamente el dedo en su interior. Jaejoong no podía detener sus movimientos, ardía y palpitaba contra sus manos y le encantaba lo que le estaba haciendo. De repente sintió otra nueva presión y supo que Yunho estaba deslizando otro dedo en su interior. Dos. Jaejoong sabía que lo estaba dilatando para la intrusión más grande, pero si seguía así no iba a poder aguantarlo por mucho tiempo.
Yunho no se detuvo ni por un instante. Seguía su ritmo implacable. Lo acariciaba, encendía su llama interior, su fuego interior, observando cada una de sus expresiones. Quería darle placer, mucho placer. No sólo era placer lo que deseaba de Jaejoong, sino una total aceptación. Sentía algo muy fuerte por Jaejoong, algo que nunca antes había sentido ni siquiera cuando era un mortal. Guiado por esa necesidad a la que no se atrevía poner nombre, arrasado por esa ansiedad de él hincó los dedos más adentro. El ritmo empezó a ser más rápido y Jaejoong se agarró con fuerza a su cuello.
—No te imaginas cuántas ganas tenía de tocarte aquí... —movió los dedos más profundamente — y aquí... —acarició su miembro, mientras se inclinaba para lamer y morder su cuello sin llegar a hincarle los colmillos. —Mmm... Estás cerca, bello—musitó deteniéndose y pasándole la lengua por la yugular. — ¿A qué huelo yo para ti? —le preguntó reteniendo los dedos en un punto de su interior. Presionaba, pero no los movía.
Jaejoong frunció el ceño, sin creer que se detuviera, sin quererlo tampoco. Cuando Yunho percibió su frustración se limitó a torturarlo un poco, moviendo sutilmente los dedos, sacándolos casi por completo y manteniéndolos ahí, acariciándolo en círculos.
—A... mango —contestó Jaejoong con las pupilas dilatadas y los ojos llenos de pasión. —No, no te detengas —lo agarró del cuello y lo abrazó. Se abrazó a Yunho de un modo tan desesperado, que a Yunho el corazón le dio un vuelco.
— ¿Ah, sí? ¿A mango? —sonrió. —Ya lo sabía. Sólo quería oírtelo decir.
—Por favor, Yunho... —restregaba sus caderas contra él, contra sus dedos, contra su erección que crecía más y más. —No puedo parar.
—Lo sé todo de ti ¿sabes? —lo tomó de la cintura y lo alzó, dándole un ligero beso en los labios y luego tomando un pezón con los dientes. Jaejoong gimió echando la cabeza hacia atrás. —Agárrate a mis hombros.
Jaejoong se amarró a él, sosteniéndose contra su cuerpo, mientras Yunho le acariciaba las nalgas con una mano y con la otra dirigía su pene a la entrada de él. Lo instó a que descendiera, poco a poco, y lo detuvo cuando el glande, rozaba su portal íntimo.
—Mírame —le ordenó suavemente. Jaejoong obedeció, completamente dócil y vulnerable. —Mi guerrero... —susurró rozando sus labios con los suyos. —Tranquilo... déjame a mí, yo te guío... Sé que nunca te ha gustado ningún hombre —empujó unos centímetros el glande dentro de él y siseó cuando sintió el calor y la textura de Jaejoong. —Mmm... Oh joder... qué bien me sientas. Sé que nunca te has dejado tocar por nadie —introdujo unos centímetros más de su erección, y besó sus labios con dulzura. —Sé que te gusté desde que me viste, porque... —unos centímetros más entraban en su interior y Jaejoong lo abrazaba como una ventosa— sólo hay... un hombre para ti, caramelo.
—Yunho... —gimió él desesperado clavándole los dedos en los hombros.
—Sí, Yunho —repitió Yunho introduciendo varios centímetros más en Jaejoong. —Ese soy yo, el único a quién perteneces. El único hombre destinado a pertenecerte —se meció un poco en su interior y sintió cómo Jaejoong cerraba los ojos y siseaba entre el dolor y el placer. —Yo —entró un poco más empujando con sus caderas— soy el único que puede hacerte esto, Jaejoong. Tu cuerpo es mío, tu mente es mía y tu corazón también lo será —de un empujón acabó ensartándolo por completo.
Jaejoong echó la cabeza hacia atrás y lanzó un sollozo. Yunho lo abrazó y lo inmovilizó por las caderas, sintiendo como Jaejoong palpitaba en su interior, como sus músculos luchaban frenéticos por acostumbrarse a él y escuchando como su corazón latía desbocado por las sensaciones.
Jaejoong lo apretaba, lo abrazaba y lo cobijaba dentro de sí, sabiendo inequívocamente que ese era su hogar. Agradecido por el recibimiento, acarició sus nalgas sensualmente, deslizó sus manos en una lánguida caricia ascendente por la espalda, el cuello y abarcó su cara con ambas manos, obligándolo a inclinarse sobre él. Seguidamente lo besó con todo el ardor del infierno y la dulzura del cielo.
Jaejoong no se había sentido así en la vida. No quería oír hablar a Yunho de posesividad y de pertenencia. Eso lo hacía más vulnerable ante él y Jaejoong intentaba conocer el placer físico y sexual con Yunho, no estaba preparado para nada más. Pero Yunho era un carroñero emocional. Iba por todas, iba a marcarlo como sólo un vanirio podía marcar a su pareja, iba a poseerlo a través del sexo. Y Jaejoong tenía miedo.
Jaejoong le devolvió el beso con el mismo anhelo volcánico, pero Yunho se apartó entre gemidos.
— ¿Te hago daño? —preguntó Yunho rozándole la mejilla con la nariz.
—No... — Jaejoong se apoyó en sus anchos hombros para acomodarse y deslizó las manos por su musculoso pecho. —Es sólo que... eres... eres muy grande, Yunho —murmuró mirándole directamente a los ojos.
Jaejoong sintió como el vanirio se enorgullecía de sus palabras. Sí, Yunho deseaba oír eso de su boca. Yunho pasó su lengua por el labio inferior de Jaejoong y luego lo mordió ligeramente para seguir acariciándolo.
—Pero encajo en ti perfectamente —susurró con la voz grave. Deslizó sus manos de nuevo acariciando todo su cuerpo y las dejó en sus nalgas, apretándolas ligeramente y acercándolo más a él. Se movió delicadamente para que Jaejoong notara hasta donde estaba encajado y cómo lo colmaba.
—Sí... encajas —susurró Jaejoong entrecortadamente.
—Estás preparado, Jaejoong? —dijo con la voz enronquecida por el deseo. —Vamos a arder juntos, caramelo.
Sin previo aviso, lo tomó de las nalgas y lo levantó deslizando su erección hacia fuera y luego volviendo a penetrarlo con más fuerza. Jaejoong se mordió el labio y reprimió un grito.
Yunho, lo volvió a penetrar más profundamente, deslizando su barra ardiente a través de su conducto tan apretado. El placer que sentía era indescriptible, imposible de sentir con alguien. Todo Yunho dependía de él, y Jaejoong dependía de él. No había dolor, ni insultos ni juegos de poder. Yunho era muy grande y estaba dentro de él devastando con sus movimientos, activando con su roce cada una de las partes sensibles de su interior y él se sentía bien con Yunho.
El cuerpo tembloroso de Jaejoong empezó a reaccionar y sus caderas emprendieron la carrera hacia el éxtasis. Lo cabalgó con pasión, juntando su frente a la de Yunho, dejando que Yunho hiciera lo que quisiese, manteniéndolo dentro de él. Un profundo estremecimiento recorrió su interior y traspasó parte de su coraza. Yunho lo estaba haciendo, se estaba apoderando de él. Lo sentía por todas partes, sus manos fuertes no lo soltaban pero Yunho estaba dentro de todo su cuerpo, en su circulación sanguínea, en su mente. Yunho seguía moviéndose con determinación, sin piedad, con la facilidad y la experiencia de quién tiene el poder y está seguro de sí mismo.
— ¿Lo sientes, Jaejoong? —lo penetró más profundamente todavía. —Todo lo que hay dentro de tu cuerpo, todo lo que te llena y te estremece, todo, soy yo —miró hacia donde sus cuerpos estaban unidos y sonrió orgulloso. —Míranos. Todo entero. Me haces sentir tan bien...
A Jaejoong le costaba respirar y difícilmente podía oír nada, porque el corazón le zumbaba en los oídos. Miró hacia abajo y vio lo que quería decir. Yunho estaba tan clavado en él, que su pelo púbico se confundía con el suyo.
Yunho lo miró con determinación, le enmarcó la cara y juntó su frente con la de él. Jaejoong se cogió a sus hombros. Yunho lo besó y suspiró de puro placer. Jaejoong sintió como la misma ola de placer que arrasaba a Yunho se precipitaba también por todo su cuerpo. Respondió al beso de un modo tierno e intenso y empezó a mecerse contra Yunho, dejando que Yunho le diera aire.
Ambos excitados, estimulándose el uno al otro con sus cuerpos. Yunho descendió las manos por todo su cuerpo, lentamente, en una caricia ultra-estimulante y abarcó las nalgas de Jaejoong, para moverlo y acompasarlo a su penetración.
Jaejoong profundizó el beso y siguió el ritmo de Yunho, un ritmo sensual y erótico. Danzaban al ritmo de la pasión.
Jaejoong jadeó cuando Yunho acrecentó el ritmo. Sus ojos lo miraban con posesividad y con unos párpados demasiado pesados por el placer. Jaejoong le enmarcó la cara con las manos y volvió a juntar su frente con la de Yunho, esta vez sin parpadear, sólo mirándolo, esperando traspasar su alma.
—No habrá nadie más para ti —dijo Yunho moviendo la cabeza de un lado al otro. —Te voy a marcar, Jaejoong. Todos sabrán que me perteneces. Acéptalo.
—Yunho, cállate, no digas nada más —suplicó él jadeante.
—Tienes... que saberlo —iba a ganar la batalla, Jaejoong tenía que reconocerlo. —Sabes que te digo la verdad. Sólo mío. Sólo para mí.
Yunho no podía hacerle eso. Lo estaba marcando con sus palabras, con sus movimientos. Lo quería enloquecer y quería obligarlo a admitir que él le pertenecía.
—Por favor, Yunho... —gimió sin saber si le pedía que no parase o que se callase.
Yunho gruñó y lo invadió una y otra vez, torturando su carne húmeda. Jaejoong tenía que ser valiente, Yunho sabía que él tenía coraje para cualquier cosa. ¿Por qué no admitía lo que para Yunho era tan obvio? Intentó dejar esa guerra y decidió devastarlo de otro modo.
Jaejoong pasó sus manos por la nuca. Con una mano le acariciaba la cara, con la otra jugaba con su pelo y lo mantenía pegada a él.
Un cúmulo de sensaciones y de fuerzas poderosas demasiado intensas se arremolinó en su interior a la altura del ombligo. Yunho intensificó los movimientos con el objetivo de hacerlo arder en el infierno.
Excitados, se subieron a la ola de éxtasis que les recorrió y lo cabalgaron durante un largo rato hasta que algo estalló a la vez en su vientre, algo increíble que los dejó rotos.
Mientras sentía aquel huracán de emociones y sensaciones internas, Jaejoong sintió que Yunho era para él, sólo para él, pero lejos de decírselo y expresar algo tan loco como aquello, frotó su cuello con los labios y lo mordió.
Yunho jadeó y lo abrazó con más fuerza mientras seguía meciéndose en su interior. Una mano se enredó en su pelo y la atrajo más a él. La lengua de Jaejoong lo lamía, los labios lo succionaban, Jaejoong bebía de Yunho y de repente se encontraron de nuevo en la ola de un segundo orgasmo.
—Cariño... —cerró los ojos con fuerza y echó el cuello hacia atrás para soltar un gemido de lujuria y satisfacción mientras apretaba su cabeza contra su cuello para que Jaejoong bebiera lo que desease y cuánto desease de él. —Eso es, pequeño. Bebe de mí. Aliméntate.
Jaejoong desclavó los colmillos y se lamió los labios y los dientes con la punta de la lengua. Tenía ganas de aullarle a la luna, su lado berserker lo animaba a ello.
Yunho sabía a mango de verdad, a fruta fresca y exótica, y Jaejoong por fin se sintió saciado en días. Tiró del pelo de Yunho de un modo posesivo y dominante, echándole el cuello más hacia atrás, y lo besó mientras gemía de placer con los ojos completamente dilatados y llenos de placer.
El segundo orgasmo los devastó, y los hizo gritar. Jaejoong sollozando, con lágrimas en los ojos, dejó caer su cabeza sobre el hombro de Yunho, y éste acariciándole el pelo lo calmó susurrándole palabras de tranquilidad y de orgullo. Orgullo porque su cáraid era todo un guerrero, fuerte y apasionado, dulce y tentador. Y era suyo. Suyo.
—Dios mío... ¿Qué... qué he hecho? —susurró Jaejoong llorando.
—Hemos hecho el amor —contestó Yunho meciéndolo. Disfrutaba de su cuerpo dulce, sudoroso y abatido sobre él. A Jaejoong todavía le recorrían los espasmos del segundo orgasmo.
Jaejoong podía no estar preparado para aquella unión pero Yunho sabía por los dos que se pertenecían y, aunque deseaba locamente que él se lo dijera, Yunho tendría paciencia.
Miró la cama, estaba desordenada y manchada.
—No —  dijo Jaejoong. No iba a dormir allí.
Yunho asintió.
— Como órdenes, pequeño. — Salió de Jaejoong a desgana, pues nada le apetecía más que compartir su cuerpo. Jaejoong se estremeció, pero no dejó de abrazarlo y mantuvo su cara sumergida en su hombro. Yunho lo tomó en brazos, salió de la habitación y lo llevó a la planta inferior. Abrió una compuerta, bajó unos nuevos escalones y entró en una habitación cálida, iluminada con lámparas alógenas de suelo alrededor. Una gran cama llena de cojines y sábanas de seda negras y fucsias quedaba en el centro de la habitación. Y alrededor, rodeando la sala, cortinas de agua corrían por las paredes y caían a un riachuelo que recorría todo el círculo del lugar. Piedras de caliza blanca decoraban ese pequeño río y motitas de césped contrastaban con la piedra blanca. Decoración Zen, sin duda.
El resto del suelo era de cálido parquet.

Yunho lo llevó a la cama, lo acercó a él, lo abrazó y se taparon con las sábanas, dejando que ese jardín interior y el ruido del agua al caer los sumiera en un sueño profundo. Besó la coronilla de su Jaejoong. Y se prometió que le enseñaría a no temerle ni a él, ni a los sentimientos que despertaba en él. Pero ¿estaba Yunho preparado para los sentimientos que sin duda estaba Jaejoong despertando en él?


Nota: Bueno se que me tarde un poquito, Dorian hermosa espero que los siguientes capítulos te agraden, a todas claro, tuve un problema con mi compu se me trabo y como decía un profesor con apretar el botón mágico (el de apagar) se arregla y el autoguardado se quedo atrasado y tuve que volver a empezar, y ahí se fue un poco de mi tiempo. Ademas de que voy adaptando conforme voy subiendo capítulos. De todos modos gracias por comentar y apurarme eso quiere decir que voy bien.

Ah, Dorian solo para aclarar por allí ando en el twitter, quizás no me ves pues tienes muchos seguidores, pero créeme allí estoy, pero si quieres que te siga por el face, nada mas echame un mensaje, y yo encantada. Porque bueno el face tiene a familia incluida y nadie sabe de mi pecado gustoso que es el YunJae y yaoi (ademas el face nunca ha llamado mucho mi atención), si así me consideran diferente, imagínate no puedo darle compartir porque no conozco a nadie físicamente que le guste ni siquiera el kpop.

Gracias chicas por comentar.....

22 comentarios:

  1. por finnnn...... Jae se rindió..pero menos mal que junsu le dijo o sino yunho se hubiera muerto...aunq no entiendo mucho la relación del Yoosu es como de smor y odio o algo así

    Gracias por actualizar (=^_^=)

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  2. omo que lendos gracias por el capi n,n .............

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  3. Oh my god sun!! lo hicieron yaa!!! kkk .. Pero siento que algo entre ellos dos aun no esta del todo concluida y creo es que jae acepte ese sentimiento de posesividad con yunho, espero pronto suceda algo para que jae deje salir todo su fuego interior siiiiiiiiii
    gracias por la nueva actualización unnie nos leemos pronto
    Misa chan

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  4. ¡Y SE HIZO EL AMOR!
    que intenso capítulo.. esta parte me perturbó,me llenó de emoción:
    YH: sólo hay... un hombre para ti, caramelo.
    JJ: Yunho /jadeante/
    YH: Sí,Yunho.Ese soy yo, el único a quién perteneces.
    adagkgadhsfjadfajda
    GRACIAS!!

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  5. Bastante expresiva la forma en la que terminaron, fue muy bueno! Claro que aún faltan más xq esta solo fue el primer round! el anterior no cuenta xq no fue consentido.
    Me gusta mucho estas adaptación! Y me encanta más que subas continuamente!!!

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  6. *0* que capítulo taaann hot~
    fue tan increíble la forma en que se demostraron esa necesidad que tienen por el otro *~*

    Millones de gracias por actualizar tan pronto!!!
    <3

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  7. aaaaaaaaaaah me encantooo *----------*
    alfin lo hicieron xD aunq JJ aun esta renuente de aceptar o no
    a yunho asdada al final yunho siempre gana e.e♥
    estabo geniaaaaaal gracias x compartirlo :3♥

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  8. !Fuck! por un momento pense que no iban a hacer nada , ese jaejoong se puso necio al final lo ayudo y lo alimento xD despues yunho se le echo encima y jaejoong que ni cedia, pero poco a poco bajo la guardia y mira todo lo que paso , aunque siento que despues de esto jaejoong querra evitar a yunho , estara distante y todo sera por miedo por q no qiere comprometerse ni sentirse voluble , pero yunho seguro va a buscarlo e insistirle.

    veremos si jaejoong acepta sus sentimientos , ya se entregaron y ambos ya bebieron de sus cuellos la sangre deliciosa :B a si que ps no qeda mucho por ellos.

    ...

    PS si tienes face mejor , oh si tienes whatsapp o line , viber , cualqiera d esas redes sociales >o< es q no se cual es tu usuario dejame un mnsje y ya doy contigo

    gracias *W* por estos dos capitulos maravillosos <3 e.e y si me leeo acosadora pero es q esta historia me tiene como loca.


    !Arigato!

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  9. al fin jae se rindió a yunho, bueno quien no se rinde a estos hombres...

    me encanto es cap tiene de todo, que bien por junsu q al final le dijo lo que le pasaba a si hermano, no quiero imaginar lo que hubiera pasado si JJ no lo salva...

    ojala que yunho cambie y sea mas atento a JJ, ya me recen que los dos sean felices

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  10. Soy feliz! Por fin Jaejoong cedió a Yunho, aunque no abiertamente pero ha aceptado que depende de yunho como este de él, ahh maravilloso capítulo, su forma de demostrase esa necesidad, esa unión, que bueno que acepto ir con yunho,salvarlo, gracias a junsu por decirle la realidad de las cosas, estos 2 realmente están destinados el uno para con el otro, ansío saber que pasará de ahora en adelante luego de esto, es peor y Jaejoong no se aleje de yunho sino al contrario ya que ha bebido de él y yunho siga siendo igual de atento, que sepan sobrellevar lo que se venga ahh. amo esta historia es magnifica muchas gracias por adaptarla y compartirla con nosotras, espero impaciente el siguiente capítulo >_>

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  11. Hola Patricia;

    Wow,leí cuatro capítulos de un golpe! Estoy hasta tonta! Usted es muy,muy rápida!

    Bien,como ya sabes esta historia tiene muchas partes que me irritan;no estoy diciendo que es ruim,lejos de mí lo afirmas,sólo digo que conocí el libro y no me agrada muchos puntos. Sin embargo,me gusta tanto de todos sus trabajos de adaptación,o,originales,que no consigo dejar de acompañar ninguno ^_-.

    Aguardo,como siempre,ansiosa por sus actualizaciones.

    Un abrazo y matta ne.
    Hanajima-san.

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  12. oooooooooooooooooooooo pero que fuerte jajajajaja

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  13. muy hermoso por fin jae lo a aceptado y por fin se a entregado a yunho si no le hubiera abierto los ojos junsu a jae quien sabe si a estas alturas se estuviera lamentando jae por que hubiera perdido a yunho pues ya se encontraba muy mal que bueno que recapacito y lo salvo y se salvo el mismo y reconoció el amor y la necesidad que tiene de yunho aun que no lo reconozca ante yunho abiertamente yunho ya se a dado cuenta de que jae lo adora lo ama y lo de cea con locura desmedida HA HA XD espero no demores demasiado en poner el siguiente capitulo están muy interesantes y buenísima la historia aun que todas tus historias están hermosas me encantan cuídate mucho hasta pronto espero BYE BYE

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  14. Al fin Jae acepto a Yunho...
    Ahora espero q la situación mejore para ellos dos..
    Tan tiernos.. ^^
    Son un par de celosos Hihi

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  15. *w* aunque al comienzo jaejoong se resistió no duro mucho y cayo bajos los encantos de yunho *w*
    este capitulo estuvo hot *Q*
    yunho huele a mango y mi fruta favorita es el mango también XD!
    me encanto el capitulo que el amor los siga uniendo (*3*)/

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  16. ya hicieron el amor, pero no me termina de convencer la resistencia de Jae hacia Yunho. y Yunho muy reiterativo con el tema de que -tú eres mío, tú eres mío. - qué sí chaval que Jae es tuyo pero va lo que hay que ir y hazle el amor a tu amor como se debe.

    gracias

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  17. Ahhhhhh esas si son reconciliaciones *^* !!! Los dos son unos suertudos!!!
    Que más quisiera que estar en el lugar de JJ xD T-T
    A ver si ahora ya YH aprendió la lección y no vuelva a meter la pata u.u

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  18. Ahh hasta que Jae se dejó de hacer el de rogar jajaja muy bien este cap continuare leyendo...

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  19. Por fin!! Ya era hora ... hermoso capitulocon esto Jae ya el recuerdo de su primera quedara olvidado

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  20. Por fin Jae fue de Yunho y Yunho de Jae completamente, y aun así Jae es renuente a entregarse sin protestar o renegar, me agrada que no sea sumiso o dejado, que Yunho sepa quién tiene la última palabra, jajaja...

    Gracias!!!

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  21. Wow eso fué intenso de verdad!!!!!!❤️ Jae se entregó a yunho con toda la intensidad del mundo jaj...y yunho aprovechó todo de él!! Uhuhu quiero ver como se llevan despues de esto *-*

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Thief: Capítulo 16

Capítulo 16 Presente   Dejo a Jaejoong en su oficina. En el camino hacia allí, apenas me dice dos palabras. Después de lo que acababa ...