CAPÍTULO 09
CUANDO TODOS los vanirios se fueron,
Yunho se quedó un rato más en aquel descampado. Junsu fue el único que lo
acompañó. Leyeron el libro de Jade juntos en medio de la oscuridad, solos y con
las luces del coche encendidas.
No daban crédito a lo que el libro
revelaba. Seong Hun, su mejor amigo, su hermano del alma, se había enamorado de
una berserker. Nada más y nada menos que de Jade, la hija del líder del clan de
"Wolverhampton.
¿Por qué no le dijo nada? ¿Realmente
él se hubiese puesto en contra de su relación? No sabía qué pensar. Para él la
felicidad de Seong Hun era lo primero.
Si bien era cierto que de todas las
mujeres que había en el mundo, había descubierto a su cáraid en el clan
contrario. Pero... él era su amigo. Tal vez si se lo hubiese contado...
—Deja de pensar eso —dijo Junsu.
— ¿Crees que lo habríamos apoyado?
—Creo que no. Y nos habríamos
equivocado al no hacerlo. El odio está muy arraigado entre las dos razas y, tanto
un clan como el otro, hemos perdido a gente querida por culpa de nuestras
diferencias y de los errores de nuestros antepasados, los originarios. Me duele
admitirlo, pero creo que le habríamos fallado.
Yunho decidió no opinar al respecto.
Él, más que nadie, tenía problemas con los berserkers. No le habría gustado
saber que su mejor amigo traicionaba al clan por una mujer del otro bando.
Por lo visto, las dos razas eran
compatibles para procrear y parecía increíble que con todas sus diferencias
tuvieran el don de crear vida. Y crearan cositas tan hermosas como Jaejoong.
Jaejoong. Cuando pensó en cómo se
había encarado a él, sonrió. Se había dado cuenta de lo que él provocó en Jaejoong,
al ver su sangre de cerca, al olerla. ¿Lo volvería loco su olor como el suyo lo
volvía loco a él? Sus ojos dilatados, los pequeños y blancos colmillos que se
asomaban entre sus labios. La cara del deseo. Lo había deseado y Jaejoong no lo
podría negar. Sí, sin duda al pequeño Jaejoong le enloqueció su sangre y su
torso tintado de rojo.
—Jaejoong es una auténtica belleza
—susurró Junsu observando de reojo a su hermano. —Antes ya era guapo, pero la
conversión lo ha convertido en una especie de dios pagano. ¿No crees?
Yunho, nervioso, se movió en el
asiento y se aclaró la garganta.
—Esto... Él te gusta, ¿verdad?
—preguntó Junsu levantando una perfecta ceja. —Te gusta de verdad.
Yunho lo miró y pensó que era inútil
ocultarle nada a su hermano. Estaban muy conectados.
—No importa si me gusta. Él no
quiere saber nada de mí y con razón.
—El principio de causa y efecto.
Toda acción produce una reacción, hermano. Te dije que no lo hicieras.
—Yo no lo sabía... Es como si los
dioses hubiesen querido tomarme el pelo... Tú sabes que lo habría atado a mí
después de acostarme con él. Ese habría sido mi castigo por comportarme así con
un humano... Pero no. Resultó que todo salió mal después de... ya sabes.
— ¿Después de tirártelo? —frunció
los labios desaprobando a Yunho. —Te mereces su ira, Yunho.
—Lo sé.
— ¿Pero?
—Pero gracias a lo que hice, él ha
descubierto la verdad sobre su identidad. Sobre lo que es.
—Ni se te ocurra decirle eso a él si
no quieres que te arranque la cabeza de cuajo, ¿me oyes? —le señaló con un dedo
amenazador. — ¿Pero dónde tienen algunos hombres el sentido común? El fin no
justifica los medios y menos en este caso. Nadie querría pasar por lo que él
pasó en su primera vez.
— ¿Aunque acabara disfrutando? —alzó
las cejas vanagloriándose de ello.
—Yunho, no —lo censuró rotundamente.
—No estuvo bien. No lo aprobé desde un principio.
Su hermano tenía razón. Yunho dio un
fuerte golpe al volante con las dos manos. Lo había jodido bien.
—Tu frustración es por algo más,
supongo —dijo desenfadado.
Claro que era por algo más. Su
cuerpo había reconocido a Jaejoong como su pareja antes de que el corazón y la
mente pudieran siquiera conectarse.
—No me digas —susurró Junsu asustado
por el destino de su hermano. —No, Yunho, por favor...
—Es mi cáraid.
Junsu cerró los ojos y apoyó la
cabeza en la cabecera del asiento. Se humedeció los labios y exhaló
bruscamente.
—Por los dioses, Yunho... —le pasó
un brazo por encima y le frotó la espalda para consolarlo.
—No me va a perdonar, Junsu, y él es
mi cáraid... —repitió incrédulo.
—Síntomas —exigió saber su hermano.
Si había una posibilidad de que Jaejoong no fuera la pareja eterna de Yunho, lo
descubriría.
—Huelo su sangre a kilómetros. Tarta
de queso con frambuesas.
Junsu se puso la mano en la frente y
torció el gesto. El sabor y el olor favorito de Yunho.
—La primera vez que bebí de Jaejoong,
el hambre eterna que estamos destinados a sufrir los vanirios desapareció.
Ahora vuelvo a tener hambre, pero sólo de él. No me atrae ningún otro cuello.
Nadie. Sólo él. Y tengo hambre porque no me alimenta desde ayer. Las manos me
queman cuando estoy cerca de Jaejoong y sólo se calman si lo toco. Hoy ha
estado a punto de estallarme el corazón cuando lo he visto. Su voz me relaja,
me arrulla... y hoy habría matado a los dos berserkers que intentaban llamar su
atención. Me he puesto enfermo. Celoso —dijo para sí mismo.
—Sí, no hay duda. Es tu cáraid.
—Ya te lo había dicho.
—La cuestión es, hermano, ¿él puede
corresponderte? Hoy por hoy sólo quiere verte lejos de él.
— ¡Pero me corresponde! —gritó Yunho.
—No lo puede negar. Desde que nos vimos, la atracción saltó a la vista.
—Atracción, deseo... son cosas
distintas del amor, Yunho. Son cualidades que funcionan en la cama, pero no
para crear un verdadero vínculo fuera de ella. Tu cáraid tiene que sentir amor
y devoción por ti para poder compartir lo que él es contigo. Tiene que confiar
en ti y él te tiene pavor. Lo has asustado.
—Pero no puede luchar contra lo que
su cuerpo le pide de mí. Es inevitable, vendrá a mí —dijo desesperado.
— ¿Y qué harás? ¿Lo forzarás, Yunho?
No, eso no lo puedes volver a hacer. O le demuestras el tipo de persona que hay
debajo de todas esas corazas que tienes y le enseñas quiénes son los vanirios o
él no vendrá a ti. Y cuando venga, tendrá que ser por propia voluntad. Ahora le
das miedo, le damos miedo —aclaró— y no es para menos. Pero nosotros somos los
protectores de la noche, cuidamos a los humanos. Eso no es malo y a Jaejoong tiene
que quedarle claro que somos los buenos, no los villanos. Inténtalo.
Siguieron leyendo hasta acabar las
hojas. Ninguno de los dos quiso decir nada más sobre Jaejoong.
Pensaron en las palabras de Jade, en
lo ciertas y novedosas que eran.
Ryu Jin lo sabía y no dijo nada ni
siquiera cuando debió alertar a los clanes para avisarlos sobre los cazadores y
ayudar a Seong Hun, a Jade y a Jaejoong. Pero ¿qué quería decir eso? ¿Ryu Jin
era un traidor?
—Ryu Jin no es una blanca paloma —
Junsu lo había sentenciado. —Nunca me ha gustado.
— ¿Sigue en la habitación del
hambre? —preguntó Yunho mirando por la ventana.
—El Consejo lo castigó a permanecer
allí una semana.
—Le haremos una visita. Esto tiene
que aclararse.
— ¿Qué opinas? Ryu Jin es el tío de Jaejoong.
¿Crees que lo había reconocido? Debería haberlo reconocido, ¿no?
Yunho recordó cómo lo había golpeado
en su casa y lo había amenazado sexualmente. Desechó esa opción.
—Creo que hasta que no hable con él
no podré opinar. Es muy fuerte pensar que Ryu Jin no ayudó a socorrer a Seong
Hun o que sabía quién era Jaejoong y no dijo nada. Démosle, de momento, el
beneficio de la duda.
—Hay que informar a los miembros del
Consejo de esto. No huele bien.
—Sí, ya está solucionado. Yoochun y Jong
Hyun les han pedido una audiencia.
Cuando llegaron a la casa, Junsu deseó
buenas noches a su hermano y desapareció por el túnel subterráneo que
comunicaba con las casas.
Había amanecido y tenía que dormir
un poco. Si conseguía que Jaejoong saliera de su cabeza y le dejara conciliar
el sueño.
Pero no. En su habitación, con las
ventanas tintadas y las persianas bajadas no dejaba de dar vueltas sobre el
colchón.
Cruzó las manos por detrás de su cabeza
y se quedó en plena oscuridad con los ojos abiertos mirando al techo.
Jaejoong era el hijo de su mejor
amigo. Seong Hun le había hablado de él cuando Jaejoong sólo era un niño y le
había dicho que era bueno y confiable, como si fuera un hombre de fiar, leal y
justo. Pero, debido a un error, él le había demostrado que no era nada de eso.
Él, con su crudeza y su rabia, se había mostrado como alguien horrible y lleno
de maldad.
Tenía hambre y empezaban a dolerle
las articulaciones. Su cáraid lo estaba rechazando, le estaba privando de su
cuerpo y de sus cuidados. Y se estaba privando de los cuidados de él. Jaejoong no
quería saber nada de él y Yunho lo iba a necesitar más que a nada en el mundo.
Le iba a hacer falta para seguir viviendo con sus poderes, para seguir siendo
fuerte e inmortal. Pero el hombre a quién él había humillado, su cáraid eterno,
paradójicamente, se iba a convertir en su propia tumba. Bien pensado, el
castigo iba a ser justo. Y él lo iba a aguantar hasta donde le llegasen las
fuerzas y si en ese tiempo Jaejoong seguía negándose a él, se entregaría al
día, a la luz, a su muerte. A Jaejoong.
Y una mierda... Él era Jung Yunho...
No iba a tirar la toalla, no iba a dejarlo que lo matara de hambre y de deseo.
No.
Jaejoong iba a aprender a desearlo
tanto como Yunho lo deseaba a él, porque si la atracción mutua era lo único que
podía vincularlos, lo utilizaría contra Jaejoong para hacerlo entrar en razón.
Lo saquearía como el bárbaro que era en realidad.
Seong Hun le habría confiado la vida
de su hijo si las cosas hubiesen ido de otro modo. Yunho había traicionado su
confianza, pero lucharía por enmendar la situación.
Si Seong Hun le hubiese presentado a
Jaejoong en otras circunstancias, Yunho se habría arrodillado ante él y habría
suplicado una oportunidad. Pero los sucesos se habían precipitado uno detrás de
otro, habían escapado de su control para pasar al control de todo el mundo.
Había estallado una contienda de intenciones, una guerra de poderes entre el
uno y el otro, estimulados por el odio, el rencor y los deseos de venganza. Jaejoong
estaba dolido y quería hacérselo pagar. Y si eso era una guerra, Yunho no tenía
escrúpulos e iba a luchar con todas las armas disponibles. Iba a luchar por
Jaejoong.
Lo seduciría como no había hecho
antes.
*
* *
Jaejoong estaba apoyado de espaldas
en el tótem del bosque de su abuelo. Había encontrado en ese lugar un centro de
meditación y de calma. Pasaban demasiadas cosas a su alrededor y, aunque lo
asimilaba todo con naturalidad, como si realmente lo llevara en los genes,
necesitaba pensar y entender los sucesos acaecidos.
Jugueteaba con una piedra entre sus
dedos. La hacía rodar sobre ellos de un extremo a otro. Recordaba la
conversación que esa misma mañana había tenido lugar en el salón de As,
mientras desayunaban.
—
¿Qué tengo de berserker, abuelo As? —había preguntado mientras mordía un
panecillo untado con mantequilla y mermelada. —No puedo transformarme como tú.
—Las
parejas de los berserkers tienen otro tipo de dones que nada tienen que ver con
la transformación guerrera —le había explicado As. —No se pueden transformar
como nosotros por consecuencia de la hibridación con los humanos. Así que todas
las parejas que hay son producto de la hibridación con los humanos. Nosotros
nos convertimos en monstruos depredadores, sólo los machos de nuestra especie. Nuestras
parejas no. Y aunque la habilidad para la guerra no está en vuestra naturaleza,
son resistentes, veloces, ágiles y fuertes y, además, tienen otros fantásticos
dones. Obtienen la capacidad de atraer y dominar a los machos.
Jaejoong
se atragantó con el siguiente bocado.
—
¿Te avergüenza hablar de estas cosas conmigo, cielo? —dijo As ocultando una
sonrisa en la voz.
—Me
extraña un poco —aclaró él antes de tomarse un sorbo de zumo de naranja. —Por
favor, continúa.
—Eres
un alfa todo el año. Llamarás la atención masculina allá donde te presentes.
Querrán cortejarte, querrán aparearse contigo.
—No
me hables como si fuera un animal —dijo él mirándolo con sus ojos lila y sus
oscuras cejas ligeramente arqueadas por encima de la taza. —No lo soy.
—Eres
un humano con instintos salvajes y animales, Jaejoong. Destilas feromonas por
todos tus poros. Si te lo propusieras, serías capaz de postrar a todo un
ejército de hombres a tus pies. En teoría, una o un berserker es fértil sólo
una vez al año, pero tú... —se aclaró la voz.
—Creo
que sí que me da vergüenza hablar contigo de esto —dijo Jaejoong sonrojado. —No
sé si es mejor que lo dejemos...
—Pero
tengo que explicarte qué es lo que te está pasando —repuso As con gesto firme.
—Esto son cosas naturales y yo soy tu única familia ahora.
—Está
bien, está bien... Bueno —mordió otro panecillo. Tenía un hambre voraz e
insaciable. —Entonces, como también tengo genes vanirios, también puedo ser una
excepción, ¿verdad? —alzó las cejas en gesto interrogatorio. —Ya hemos
descubierto que no me puedo transformar, puede que no sea fértil tampoco como
debería.
—Así
es. Pero, en fin, eso ya lo hablaremos más adelante, cuando... — hizo un gesto
nervioso con la mano.
—Cuándo...
¿sea fértil?
—Sí,
eso.
Jaejoong
se acomodó en la silla y saboreó con ansiedad todo lo que probaba su boca.
—Serás
territorial y muy posesivo cuando encuentres a tu macho alfa. Pero la
intensidad de esas emociones no tiene por qué asustarte. A los hombres de la
manada, les encanta ese aspecto de sus parejas.
—Aha.
Aquí son todos unos raros —As se echó a reír.
¿Territorial
y posesivo? ¿Él? No lo creía.
—Todos
tus sentidos se desarrollarán excepcionalmente. El oído, el olfato, el gusto,
el tacto, la vista... y explotarás un sexto sentido. La intuición. Percibirás
quiénes tienen buenas energías y quiénes, por el contrario, no las tienen.
Todo
eso le gustaba mucho más. Tener dones... Vaya, eso sí que era realmente
interesante.
—
¿Cómo los desarrollo? —preguntó apoyando los codos en la mesa e inclinándose
hacia él.
—Sólo
tienes que proponértelo. Ya los tienes ahí. Cuando quieras prestar atención,
agudiza el oído. Cuando quieras observar más allá de lo que ves, enfoca la
vista. Cuando quieras buscar a alguien a través de su olor, inspira
profundamente y lo encontrarás. Tus manitas —le dijo mientras le tomaba entre
las manos la que no tenía el bollo, —podrán sentir o percibir cualquier cosa
que toques. Y tu piel será sensible a cualquier estímulo.
—
¿Y qué hay del gusto? —preguntó mientras As le devolvía la mano. —Tengo un
hambre agónica y todo me parece delicioso, pero...
—Bueno,
los animales disfrutan comiendo. Tú también lo harás —sonrió rascándose la
nuca. —Es un buen don, ¿no crees?
—Pero
me pondré como gordo... —frunció el ceño.
As
inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Todo
lo quemarás. Tu cuerpo necesita calorías para activar todas esas funciones
añadidas que te ha dado la conversión —se encogió de hombros. —Y si eso no te
funciona... corre.
—
¿Que corra?
—Corre.
Sal y fuerza la máquina. A ver qué sucede... —sonrió. Jaejoong miró a su abuelo
de soslayo. ¿Qué quería decir con lo de «a ver qué sucede»? —Corre. Salta. Y
hazlo como realmente deseas hacerlo. Como si soñaras.
—Hace
mucho tiempo que no tengo sueños de ese tipo —confesó un poco incómodo. —Creo
que no he tenido ninguno. Jong Hyun mencionó algo sobre betabloqueantes... Me
parece que era eso lo que me administraban y por eso no podía soñar.
—Pero
eso ya pasó —le rozó la mejilla con los dedos en un gesto tierno y cariñoso.
—Esta es tu nueva vida. Abrázala.
—
¿Y lo que tengo de la anterior? Tenía entre manos un trabajo muy interesante,
abuelo —explicó con los ojos tristes. —Y tengo a mi perro Brave y a mis dos
mejores amigos. No saben nada de mí desde que me secuestraron —se restregó las
manos por la cara. —No quiero perder el contacto con ellos. También son mi
familia.
As
repasó la expresión de su cara y asintió lentamente con la cabeza.
—
¿Quieres hablar con ellos? Hazlo. Pero no puedes hacerles partícipes de nada de
lo que te ha pasado.
—
¿Y qué hay de esto? —levantó el labio superior con los dedos y tocó el
puntiagudo colmillo con la lengua. — ¿Y de esto? —se señaló a los ojos. — ¿Qué
voy a decirles?
As
lo tomó de la mano y le dio dos toquecitos suaves.
—Confío
en tu propio juicio, Jaejoong. Pero éste es mi consejo: no involucres a tus
amigos más de la cuenta. Acabas de internarte en un mundo de guerras
intraterrenas, de razas distintas de las humanas. No hay paz aquí. Tú decides.
¿Me entiendes? Cuando quieras ir a buscar a tus amigos, házmelo saber. Yo te
los traeré.
Jaejoong
asintió teniendo en cuenta sus sabias palabras. As se inclinó para besarle la
mejilla y antes de salir del salón le dijo:
—
¿Quieres estar presente cuando venga Yunho?
—Sí,
él no me da miedo, abuelo —levantó la barbilla con seguridad.
—No
tienes por qué pasar un mal rato.
—No
te preocupes. Quiero que me devuelva el libro en mano y ver qué tal le ha
sentado la lectura.
As
lo miró intentando averiguar lo que él no le decía. Pero Jaejoong le mantuvo la
mirada. Finalmente, el hombre le sonrió y se fue.
Ahora estaba allí, en el tótem de la
manada. No había nadie más que él, pues el clan sólo se reunía en aquel lugar
cuando se requería debatir algo. Todavía era pronto y no había oscurecido. El cielo
estaba nublado. Además, Jaejoong ya había advertido que los días eran un poco
más oscuros de lo habitual en días como esos.
Estaba rodeado de inmensos árboles
que cubrían gran parte del techo estelar. La tierra era húmeda y olía a musgo
por todas partes. El suelo estaba tupido de plantas verdes que parecían sacadas
más de un pantano que de un bosque como ese y, de entre las plantas, se alzaban
rocas silíceas de gran envergadura.
Apoyó la cabeza en el tótem y cerró
los ojos, dispuesto a encontrar en la oscuridad un poco de reflexión. Pero de
repente, sintió algo extraño. Alguien lo estaba observando. Abrió los ojos y
agudizó el oído.
Empezó a ver el verdadero color de
las cosas que lo rodeaban, percibió la energía vital de cada una de ellas.
Alrededor de todo aquello que observaba, aparecía una silueta de luz blanca con
chispitas flotando sobre su aura. Oyó el zumbido de un mosquito lejano, incluso
los pasitos pequeños de un roedor corriendo por entre los árboles en busca de
comida. Otro ruido más le llamó la atención. Algo se movía entre la tierra
húmeda. Dios mío, era un gusano. ¿Cómo podía escuchar y adivinar esos sonidos?
¿Hasta dónde llegaría su nueva audición? Dejó de ver y de escuchar.
Se le puso la piel de gallina, los
pelos de la nuca se le erizaron, un escalofrío recorrió su columna vertebral y
se le disparó el corazón. Había alguien detrás de él y, sin necesidad de
girarse para verle la cara, supo al instante de quién se trataba. Yunho.
—Hola, Jaejoong —dijo aquella voz
profunda a su espalda.
Jaejoong permanecía con la espalda
rígida y los hombros erguidos, tenso como la cuerda de una guitarra. No,
aquello no podía ser verdad. No era de noche. El era un vampiro y las leyendas
populares mencionan claramente que los vampiros sólo salen de noche, ¿verdad?
Tuvo que abrir y cerrar los dedos de
las manos para sentir que la circulación sanguínea volvía a su cauce.
Yunho exhaló el aire de sus pulmones
poco a poco. Iba a necesitar tiempo y paciencia.
—He venido a traerte esto —meneó los
folios. Se obligó a no acercarse a Jaejoong y tocarlo. Sentía un hormigueo
insoportable en sus manos por esa necesidad.
Jaejoong se dio la vuelta y miró a Yunho
que permanecía inmóvil a sólo dos metros de él. Se levantó y se frotó las
muñecas sin apartar los ojos de su mirada.
Yunho no pudo evitar mirarlo de
arriba abajo. Jaejoong era la manzana del jardín del Edén. La tentación, el
pecado original.
Llevaba el pelo brillante y liso. Se
había recogido algunos mechones con unos pasadores de brillantes que relucían
entre su cabellera negra como el azabache. Otros mechones le caían
estratégicamente por la cara, esperando a que alguien se los apartara y se los
colocara detrás de sus bonitas orejas. Una camisa ajustada, de color rojo,
abierta mostrando su pecho, que ansiaba saborear de nuevo, y un pantalón tejano.
Y cómo le gustaba a él... En los pies, unas botas camperas acabadas en punta. Yunho
alzó las cejas.
Jaejoong bajó la mirada a sus botas
y luego volvió a mirarlo con una seria advertencia en la mirada tipo deja-de-mirarme-como-un-banquete.
Lo repasó de la cabeza a los pies.
Calzado negro, unos tejanos anchos y largos, y un polo negro que dejaba al
descubierto esos inmensos bíceps que marcaban con una perfección pasmosa los
exuberantes hombros y su definido pectoral.
Daba igual que fuera la imagen de la
masculinidad en esencia. Jaejoong no iba a prestar ninguna atención a su
aspecto. Ni a su piel bronceada ni a su estómago plano ni a sus piernas de
jugador de fútbol ni a esos ojos que lo miraban con una expresión que mezclaba
culpa y remordimiento. Estaba distinto y olía a mango. Dios, a él le encantaba
el mango. Yunho dio dos pasos hacia él estrechando las distancias y Jaejoong se
sobresaltó al tenerlo tan cerca.
Empezó a respirar agitadamente. Olía
el mango por todas partes y la boca se le hacía agua. Tenía hambre. Si su estómago
seguía así, él no se convertiría en lobo, sino en una inmensa y obesa vaca.
—Tienes sus ojos, Jaejoong —le dijo Yunho
dibujando una sonrisa de añoranza en sus labios a la vez que le ofrecía el libro.
— Seong Hun tenía la mirada lila como tú. — Jaejoong tuvo que aclararse la voz
para poder hablar.
—Quédate dónde estás. No te acerques
—comentó él ignorando su comentario y arrebatándole las hojas de la mano. —Todavía
no ha oscurecido ¿Por qué puedes salir?
Yunho ladeó la cabeza y dio otro
paso hacia él, pero se detuvo al ver que Jaejoong daba otro hacia atrás.
—Sólo nos hace daño la luz directa
del sol —contestó Yunho reprimiendo las ganas de cogerlo del brazo y darle un
tirón hacia él hasta tenerlo aplastada contra su pecho. Le molestaba que se
apartara de él. —No nos hiere la hora del día, sino el tipo de día.
—Por eso están en el país de las
lluvias. Aprovechan las nubes para salir de día —dijo consternado pensando en
voz alta.
—No es el país, sino la zona, ángel.
También hay días soleados, eso no implica sol directo. Sólo en raras
excepciones.
Jaejoong estaba prestándole tanta
atención como si fuera la única persona del mundo. Agitó la cabeza y se frotó
el cuello en un gesto nervioso. Ahora sólo deseaba irse de allí.
—Oh, cállate... No me importa —mintió.
Claro que le importaba, pero no quería tener una conversación con él. — ¿Por
qué estás aquí? Hay gente vigilándome y ya no puedes hacerme nada. Además,
estoy solo y...
—Vine porque quería hablar contigo
—contestó sincero. —A solas. No vengo a hacerte daño, ya te dije que...
—No vas a hablar conmigo ni te vas a
dirigir a mí nunca más, a no ser que haya alguien de mi clan a mi lado.
—Yo soy de tu clan.
—Nunca.
—Soy vanirio como tú, como tu padre.
Por nuestras venas, corre la misma sangre.
—La misma maldición dirás... —gritó.
Las mejillas se le habían teñido de rojo.
—Jaejoong, necesito que me escuches
—dijo con voz suave e incitante.
—No hagas eso —puso la mano enfrente
de Yunho para detenerle. Su voz tenía poder sobre él. —No te voy a obedecer.
—No quiero ordenarte nada, cariño.
— ¿Cariño? —repitió asombrado por el
tono rabioso de su propia voz. — ¿Qué ha pasado con mi otro apodo? ¿Ya no me
llamas puto?
Yunho apretó la mandíbula y evitó
dar un paso más hacia él. Definitivamente, iba a ser muy difícil lidiar con
aquel hombre. Qué guapo estaba cabreado.
—Sé que todo lo que pueda decirte es
poco, Jaejoong. Me equivoqué.
—Sí. Te equivocaste —apretó la
mandíbula.
—Fue todo un error... un gravísimo
error. Y me arrepiento de ello y de todo lo que dije e hice. Te pido que me
perdones —agachó la cabeza avergonzado. —Te pido perdón en nombre de los
vanirios, Jaejoong. No tengo excusas para nada de lo que se hizo contigo, pero
deseo que nos des la oportunidad de enmendarnos.
Jaejoong no esperaba una disculpa y
menos una tan sincera como aquella. Pero no era suficiente. Se sentía herido.
—Debes estar loco si crees que hay
algo que puedas enmendar —se sorprendió al ver que sus palabras herían a Yunho.
—Ahórrate las disculpas, monstruo. Ni las acepto ni las necesito.
—Pero yo sí, Jaejoong —alzó la
mirada y le rogó con los ojos que lo excusara por todo. —Me dejé guiar por la ira
y la venganza. Te hice cosas horribles, fuiste objeto de un lado oscuro que
nunca había mostrado, que ni siquiera yo sabía que existía en mí. Un lado que
se movía guiado por una mala información, por la confusión —y también por su
cuerpo y por todo lo que Jaejoong le hacía sentir. —Jamás he hecho nada
parecido a nadie, a ningún hombre o mujer y menos a un humano. Me avergüenzo de
mi comportamiento.
—No es para menos... —gritó. —Y
ahora, lárgate...
Jaejoong se dispuso a dejarlo ahí
tirado. No quería oír más palabras. No podía oír su voz, porque se le grababa a
fuego en su interior y se sentía débil. Y no quería volver a sentirse débil e
indefenso nunca más.
Justo cuando se apresuraba para
pasar por el lado de Yunho, éste lo detuvo cogiéndolo suavemente pero con
firmeza del brazo e inclinó la cabeza para decirle algo al oído:
—Escúchame bien. No voy a parar
hasta que me perdones, Jaejoong. No soy ningún monstruo y no me detendré hasta
que tú lo creas. Estoy aquí para lo que necesites. Si quieres saber algo de mí
o de los vanirios, sólo tienes que hacérmelo saber y acudiré a hablar contigo
de lo que desees.
— ¿Por qué te importa tanto lo que
yo piense de ti ahora, monstruo? —le dijo sin alzar la mirada hasta él. —Y no
me pongas las manos encima.
—Porque
necesito arreglar las cosas que he estropeado. Y porque aunque no lo creas, Seong
Hun era un hermano para mí y lo quería con toda mi alma. Me duele haberle
fallado así, haberme equivocado tanto. Si me dejas, yo me haré cargo de ti. Él
lo habría querido así.
Jaejoong alzó la barbilla y lo miró
a los ojos con incredulidad.
—Primero: nunca más vuelvas a meterte
en mi cabeza. ¿Me oyes? —si las miradas matasen, Yunho estaría muerto. —Y la
respuesta es: No. No me pondría en tus manos jamás.
Yunho frunció el ceño y contraatacó.
— ¿Tienes hambre, Jaejoong? ¿Un
hambre casi animal que no desaparece aunque te pases el día comiendo? —gruñó a
punto de perder la paciencia. Jaejoong cerró los ojos y apartó la cara para que
Yunho no lo viera. Sí. Tenía hambre y por mucho que comiera, su estómago seguía
vacío. Mango. Mango era lo que quería.
Yunho sonrió comprensivo.
—Claro que tienes hambre. Eres un
vanirio. Vi tu cara hambrienta ayer por la noche, cuando estabas pegado a mí
—se inclinó hasta rozar con sus labios el oído derecho de Jaejoong para
hablarle en susurros. Sus dos cabezas pegadas la una a la otra. —Yo también te
deseaba. Yo te puedo ayudar. Puedo calmar los espasmos de tu estómago, los
calambres que provoca la agonía de no saciar tu apetito. Te debilitarás si no
te alimentas, pequeño.
A Jaejoong se le dilataron las
pupilas. Apretó los puños e intentó zafarse del hierro candente que era su
mano.
—Debes acudir a mí cuando te
flaqueen las fuerzas —rozó su garganta con la nariz. — ¿Me oyes, Jaejoong? Sólo
a mí.
Oh, señor. ¿Y qué debía de hacer
cuando le flaquearan las rodillas como le sucedía en ese momento? Hablar en ese
tono tendría que estar penalizado por la ley. Y oler tan bien tendría que ser
uno de los diez mandamientos.
«No olerás nunca a mango.»
—Vendrás a mí cuando me necesites y
yo seré tu cura.
—Cállate, por favor... —dijo con la
voz entrecortada y los ojos cerrados. Sí, claro, él sería su cura. Un cura era
lo que necesitaba, uno que practicara exorcismos y que ahuyentara al demonio de
Yunho de su vida.
—Porque tú eres para mí. Igual que
yo soy para ti, Jaejoong.
Jaejoong abrió los ojos como platos
y salió del trance en el que estaba sumido. De eso nada. Sintió miedo al oír
aquellas palabras, pero más miedo todavía al sentir que podían ser ciertas. Que
él lo podría desear.
—Suéltame —dijo entre dientes
mirando la mano que lo sujetaba por el brazo. —No soporto que me toques.
Yunho lo soltó obedeciendo su orden.
Jaejoong lo miró plenamente consciente de que Yunho se lo comía con los ojos.
Lejos de desagradarle, se irguió orgulloso y le dio una cínica sonrisa
berserker. Una que Yunho no querría haber visto nunca.
—Obviamente, yo no soy tuyo y, desde
luego, tú no eres nada mío, monstruo.
—Tú —le dijo rabioso por negar lo
que para Yunho era evidente y además muy importante— has sido mío como ningún
hombre lo había sido antes y yo he sido tuyo como ningún hombre lo ha sido en
tu vida. Nos acostamos juntos. Y sí, sé que fui duro y en realidad quería
castigarte, porque pensaba que eras otra persona, pero aun así... fue...
increíble. Y tú lo sabes, Jaejoong. Sobró el cinturón y el principio tan brusco
que tuvimos, pero luego... —meneó la cabeza y exhaló. —Fue... sublime —exhaló
con fuerza. —Y tú, pequeño niño... —susurró alargando la mano para acariciarle
el pelo. —Sé que estás asustado.
Jaejoong le apartó la mano de un
manotazo y Yunho se tensó. Volvió a afilar la voz.
—Perdiste la virginidad conmigo.
—No. No la perdí por el camino como
quien pierde una horquilla... Tú me la robaste... —exclamó furioso. —No has
sido mío ni yo he sido tuyo... —se obligó a serenarse. —Para hablar de
posesividad hay que tener algo más valioso que el cuerpo de otra persona. Hay
que tener el corazón del otro. Obviamente, tú no tienes el mío y yo no tengo el
tuyo, porque tú no posees corazón, monstruo. Y, en caso de tenerlo, yo jamás
reclamaría uno tan negro y vacío como el que tienes ahí metido —miró su pecho
izquierdo con desprecio. —Nadie podría quererte nunca.
Después de esas palabras, se miraron
fijamente el uno al otro. Se podía ver cómo saltaban chispas entre ellos y
pronto habría una gran explosión.
—Aléjate de mí —le dijo Jaejoong apartándose
de Yunho. —No quiero tener nada que ver contigo.
— ¿Sabes, Jaejoong? No soy tan malo
como crees —le dijo con la voz teñida de dolor. —A lo mejor algún día me
creerás y, por el bien de ambos, espero que te des cuenta pronto, porque esto
va a ser un infierno.
—Tú ya me enseñaste cómo era el
infierno. Además —repuso él riéndose de Yunho, — ¿qué harás si no pienso como
tú quieres que piense? ¿Y si no me doy cuenta de tu supuesta bondad? ¿Me atarás
a tu cama otra vez? —le preguntó con repulsión. — ¿Ese es tu modo de demostrar
que tienes razón? Olvídalo, monstruo.
—Te ataré sólo si tú me lo pides
—contestó Yunho provocador.
Jaejoong sintió que un volcán de
lava ardiente entraba en erupción a la altura de su diafragma. Nunca antes se
había sentido tan agraviado, tan encolerizado con alguien. Sí, Yunho era el
infierno y él se consumía con sus llamas.
Era imposible que ese hombre
estuviera realmente arrepentido por lo que le había hecho pasar. Si no, ¿por
qué iba entonces a hablarle de ese modo?
—No tienes ni idea de tratar a un hombre,
cerdo arrogante. Ni idea. Te disculpas y luego haces como si la disculpa no
valiera nada. Te detesto.
— ¿No te gustó que te atara a la
cama? —preguntó Yunho con fuego en la mirada. —A muchas parejas les gusta jugar
así. ¿A ti no? Bien, lo tendré en cuenta —le encantaba provocarlo. Mejor ira
que indiferencia, pensó.
—Yo no soy tu pareja... Abusaste de
mí...
—Te complací. Tres veces —señaló
alzando tres dedos. —Tu cuerpo no quería que me alejara de ti, pero tú sí,
porque me tenías miedo —encogió los hombros. —Solucionemos lo del miedo y
dejémonos llevar.
—Cállate... Largo de aquí... —empujó
su pecho sólido con las dos manos, pero no se movió ni un centímetro.
—Espera, espera —susurró Yunho esperando
ser esta vez más sutil. No podía hablarle así... Jaejoong todavía no veía lo
que Yunho. Pero el vanirio posesivo salía a flote y era difícil controlarlo. Jaejoong
no sabía que estaban predestinados a estar juntos, así que se obligó a hablar
con más calma. —Te lo suplico, Jaejoong. Escúchame.
— ¿Qué quieres de mí? —gritó él
asustado. Sus ojos lila reflejaban la frustración que sentía.
—Dame una oportunidad para
demostrarte que no soy un bruto insensible. Sólo una —se acercó a él sin avisar
y enseguida estuvo a menos de un dedo de distancia de su cuerpo. Sus pechos
casi se tocaban. —Déjame enseñarte qué soy, quiénes somos los vanirios. Te
suplico que me dejes intentarlo —su tono había perdido toda arrogancia y
altivez para convertirse en un susurro lleno de reclamo.
Jaejoong no supo cómo Yunho se había
movido con tanta rapidez hasta que se lo encontró tapándole la vista con su cuerpo.
Su cuerpo transmitía mucho calor. ¿Acaso los vampiros no eran fríos como el
hielo? ¿Por qué él no?
—No soy un vampiro —susurró Yunho cogiéndole
un mechón de pelo con delicadeza y acariciándolo con dulzura. Esperaba un
manotazo, pero no llegó.
¿Podía una caricia a través del
cuero cabelludo enviar un latigazo eléctrico de deseo a todo el cuerpo?
Jaejoong no podía apartar los ojos
de Yunho. Ni siquiera podía recriminarle que le estuviera tocando.
Sin previo aviso, que por lo visto
era el modo de maniobrar de Yunho, él tomó la mano derecha de Jaejoong entre
las suyas, se la llevó al pecho y la retuvo entre sus palmas ardientes.
Jaejoong tuvo que tragar saliva y
cerrar los ojos ante su tacto y la gracia de su movimiento.
— ¿Oyes el latido de mi corazón?
—preguntó mientras observaba con la avidez de un león el admirable rostro de Jaejoong.
—No soy un muerto viviente por mucho que quieras matarme. Mi corazón bombea
sangre a todo mi cuerpo. Es porque estoy vivo.
Jaejoong abrió los ojos y lo observó
mientras le pedía a gritos misericordia.
—No me importa —dijo él.
—Sí que te importa. No soy un
vampiro. Ni soy un demonio —susurró con dulzura.
— ¿Qué eres entonces? —su voz sonó
tan débil que dudó que Yunho le hubiese oído.
—Somos hijos de los dioses —con los
pulgares acariciaba el dorso de la mano de Yunho. —Nos crearon para proteger a
la humanidad.
—Me cuesta creerlo... —susurró
bajando la mirada y apartando la mano del pecho de Yunho.
—Lo sé, sé que estás asustado y que
me tienes miedo. Pero hay cosas de ti que no sabes, cosas de tu naturaleza
—dejó que se apartara de él, pero eso hizo que se le encogiera el estómago. —Yo
puedo ayudarte a comprender.
—Pero yo no quiero que estés
cerca... —gritó Jaejoong sintiéndose desbordado por el cúmulo de emociones que
albergaba su corazón. Los ojos le picaban por contener las lágrimas. —No estoy
cómodo contigo y tú no haces nada más que perseguirme y acaparar todo mi
espacio. Te metes en mi mente, te has metido en mi cuerpo y haces que me sienta
extraño... que me comporte como... —como si estuviera en celo, pensó.
—Eso último no lo hago yo. Tú
reaccionas a mí como yo reacciono a ti. Nuestros cuerpos se reclaman, Jaejoong.
—No... No y no... —exclamó
limpiándose las lágrimas con el puño de la camisa. —Fuera de mi cabeza...
—Es una de las cosas que podría
explicarte si compartieras tu tiempo conmigo —le dolía el corazón de verlo tan
contrariado y abatido. —Tienes que entenderlo —lo cogió de los brazos y lo
obligó a mirarlo.
—Suéltame... —forcejeó pero no podía
librarse de su retención.
—Tú marcarás las pautas, los
tiempos, todo. ¿Quieres que vayamos despacio? Perfecto, iremos despacio. Pero
no huyas de lo que eres — Yunho nunca antes había cedido con nadie, pero los
ojos de Jaejoong, asustados y vulnerables, lo obligaban a cederle terreno. No
podría hacerlo de otro modo. —Dime ¿qué quieres que haga?
—Quiero que te vayas —temblaba entre
sus manos. Y lo peor era que si Yunho no se marchaba, él cedería ante la
tentación de tocarlo y... ¿saborearlo? Estaba tenso y asustado.
Cuando Yunho comprendió que él le
tenía miedo aflojó las manos.
Yunho lo soltó y se limitó a
controlar su respiración y a calmar el deseo que tenía de abalanzarse sobre Jaejoong,
echarlo sobre la hierba y poseerlo en todos los sentidos, de todos los modos.
Alzó el mentón y relajó las facciones.
—Está bien —dijo él. —Si es lo que
deseas, así lo haré.
—No quiero que entres en mi mente ni
que emplees tus trucos de domador —ordenó agarrando con fuerza el diario de su
madre.
Yunho apretó los dientes, pero
asintió. Yunho necesitaba el contacto con él, y más ahora, cuando la necesidad
de unirse a su cáraid le nublaba la mente y la razón. El notaba que a Jaejoong le
empezaba a suceder lo mismo, pero debido a la fuerza de esas emociones, él se
echaba atrás. Pobrecito, estaba tan asustado... Iba a darle un tiempo, sí. Pero
si después de ese tiempo Jaejoong no entraba en razón, las cosas se harían a su
modo.
Tomaría lo que era suyo.
Hasta entonces ambos sufrirían lo
indecible, sobre todo Jaejoong, que no sabía cuan fuerte iba a ser su deseo por
él. Sin embargo, Yunho era el que corría mayor peligro. Cuando un hombre bebe
de su cáraid depende de él para siempre. Si su pareja, todavía no ha bebido de
él, no peligran ni su vida ni sus poderes. Yunho peligraba ante el rechazo de Jaejoong.
Pero, como Jaejoong no había bebido de él, de momento estaba a salvo de
volverse loco. Hasta que lo probara.
Sintió ganas de preguntarle a Jaejoong,
a qué olía él para dilatarle las pupilas de ese modo. Lo miraba con tanto calor
en sus ojos... ¿Cuál sería su sabor favorito?
Entonces entendió que no sabía nada
de Jaejoong. No lo había cortejado ni lo había seducido. Su relación había
empezado por lo último y encima había sido traumático. ¿Se podía coser algo que
se había roto?
Deseaba con todas sus fuerzas que
así fuera.
—Entonces me voy —dijo Yunho dando
media vuelta.
Jaejoong se relajó. Por fin, una
pequeña victoria.
—Nos veremos de aquí a un rato. Hay
muchas cosas de las que hablar, cosas que no quería hablar contigo mientras
tuviésemos este tiempo a solas —le comunicó Yunho sin darse la vuelta. —Pero
antes quiero darte algo.
Jaejoong apretó el diario contra su
pecho, deseando que calmara las punzadas que empezaba a sentir en su corazón
cuando vio que Yunho se alejaba.
Yunho dio un silbido corto y sonoro.
Jaejoong frunció el ceño. ¿Qué
estaba haciendo?
Impensadamente salió de entre los
matorrales un cachorro de huskie siberiano.
—Oh, Dios mío... — Jaejoong se
arrodilló en el suelo y esperó a que su perro Brave se tirara sobre él. El
perro lo hizo y ambos juguetearon por la tierra enredándose.
Yunho se paró para ver la estampa de
ese precioso chico con su mascota. Era adorable. Y Jaejoong sonreía
abiertamente. Sus dientes blancos y perfectos relumbraban. ¿Yunho lo haría
sonreír así algún día? Incómodo, se llevó la mano a la bragueta y colocó su
hinchada verga de otro modo para que no le molestara tanto. Era irremediable
tener esa excitación cuando estaba cerca de él.
Se relajó e intentó ignorar las
palpitaciones de su miembro y, al final, esperó a que Jaejoong se incorporara
con su perrito en brazos.
Brave no dejaba de lamerle la cara,
pero él estaba ensimismado mirando a Yunho como una obligación.
— ¿Cómo...? ¿Cuándo...? —dijo Jaejoong
sin poder entender. ¿Por qué había hecho eso por él?
—Te quité muchas cosas —contestó Yunho
dirigiéndole una mirada llena de dulzura. —Déjame devolvértelas.
¿Esperaba Yunho que él dijera algo? Jaejoong
no sabía qué decir.
—Como ves he leído el diario y sí,
tenías razón. Quiero retractarme. Me humillaré a ciegas si es necesario. Pero
no me apartaré de ti, no te dejaré en paz.
— ¿Qué? —dijo Jaejoong temeroso de
su respuesta. — ¿Por... por qué no?
—Porque te quiero para mí y quiero
que estemos juntos.
Yunho inclinó la cabeza a modo de
despedida y, de repente, desapareció.
Jaejoong se quedó solo en el bosque.
Inmóvil, de pie y con una extraña sensación de vacío por todo el cuerpo. Abrazó
con fuerza a Brave y le dio besos por todos lados.
Eso sí que había sido una gran
sorpresa inesperada. Corrió hacia la casa de su abuelo con Brave alegre y feliz
pisándole los talones.
No pensaría en Yunho. No lo haría. Ni tampoco recordaría que le había dicho que lo quería para él. Ni hablar.
No pensaría en Yunho. No lo haría. Ni tampoco recordaría que le había dicho que lo quería para él. Ni hablar.
waaaaaaaa bueno si jejung tiene toda la razon de actuar asi pero asdasdad ya quiero accion xDD es obvio q esos dos se la quieren montar e,e ademas yunho esta actuando todo lindo aww yo me lo violo ahi mismo *--------* gracias x la actuu esta genial :)
ResponderEliminarwaaaa esta muy interesante y emocionante *0*
ResponderEliminargracias por actualizar!!!!
OMG SUN!! esto esta que arde!! ah!! espero ver pronto mucha acción entre esos dos kiaaa ya no puedo esperar .... sii y también por fin! a partir de la próxima semana retomare a leer Hermoso Desastre ya que no he tenido mucho tiempo y pues ese fic lo que quería leer despacio ya que me he atrasado kkk nos vemos en la próximas actualizaciones
ResponderEliminarPD: Extraño tus fics originales unnie T-T... espero que pronto los vuelvas a retomar por lo consiguiente sere paciente hasta ese entonces
Gracias ....
Misa chan
I.N.T.E.R.E.S.A.N.T.E
ResponderEliminarMe emocionan capitulos como este. Gracias.
Owww dios, esto se pone mjor conforme pasan los capitulos
ResponderEliminarYunho la cago horrible pero shoes esta arrepentido, ya dio el primer paso y pidio disculpas, ahora segira insistiendole a jaejoong q lo perdone ademas le dijo q lo qiere
Pero no creo q jaejoong seda facilmente, me preocupa yunho q lpase algo x sperar a jaejoong y se muera?, o pierda sus habilidades
Tiempo es lo q necesita hard, y yunho es lo q mnos tiene?
Yunho aqui fue un Amora dandole su perrito a jaejoong al menos ya vio q no estan malo y ojala le de una oportunidad parae escucharlo
ResponderEliminarAyy yo tengo debilidad x yunho es la primeera vez q se comporta asi pero es x jj el no sabe como demostrar sus sentimientos es frio pero con jj esta cambiando y le llevo a su perrito que tierno me enamoro, owo
ResponderEliminaryunho ya sabe todo acerca de jae, ay me da colera, jae se resiste a caer bajo los encantos de yunnie, pero creo q mejor es asiporque se da a desear mas por yunho ya imagino como sera el momento que se entreguen a su deseo y pasion *w*
ResponderEliminarEspero que pronto pronto Jae caiga rendido ante Yunho ...
ResponderEliminarQ lindo Yunho le devolvió a brave ^^
ahora poes...
ResponderEliminaryunho tiene que hacer mucho esfuerzo y méritos para obtener la confianza y el corazón de jaejoong
ojala lo consiga muy pronto *w*
el dale su cachorrito a jaejoong fue un buen comienzo :)
jaejoong deja de resistirte y entrégate a yunho XD!
uffff, cómo están estos dos... al rojo vivo cada vez que están juntos.
ResponderEliminarcreo que Jae seguirá torturando a Yunho un poco más ,y lo veo bien. pero me da pena Yunho. reconozco que sé que Jae tiene razón pero quiero que pase pronto la fase de me vengaré de tí Yunho y ya vayan a la acción.
qué bueno, ya trajo a su perrito , Jae está feliz
Me encantan sus peleas xD aunq YH es u. Cabeza hueca >_> bestia como vas a decirle que lo atarás a la cama si él quiere >_> serás menso u.u
ResponderEliminarAhhhh ya tiene a su perrito de nuevo T-T tanto q lo pensaba cuando lo secuestraron >\\<
me he leido 9 capitulos sin darme cuenta, es una historia muy buena. Me gusta mucho como va explicando todo, y aunque no soy muy fanatica de la mitologia la historia me parece facinante. Me gustaria mucho saber que fue lo que paso entre Junsu y Yoochun, seguire leyendo.
ResponderEliminarSaludos.
Woow esta sito tía es fascinante y genial la amé y me quede muy inteigada desde el primer cap, una enorme disculpa por no comentar antes pero baje los caps y los leí sin conexión pero escribo para agradecer por el fic, la historia va cada vz más interesante pobre Yunho y Jae están enredados en un conflicto demasiado complicado. Muchas gracias y ánimo con tus próximos proyectos ^.^
ResponderEliminarJaejoong se hace el dificil es compresible ya han herido su orgullo y esta asustado pero vamos Jae !!! Yunho no es tan malo merece una oportunidad
ResponderEliminarQuizás seria bueno que Jae sepa que es su cáraid y es por lo que siente tanta necesidad de Yunho, es su pareja de vida y Yunho quizás corra peligro al no estar y beber de él.
ResponderEliminarGracias!!!
Ahhh espero que no les pase nada malo a ambos... Solo deja que pase un poco y el comprenda las cosas Yunho. Por el momento ya tienes un punto jejejejej
ResponderEliminarBueno, punto para yunho!!! Pero debería cuidar un poco mas su lengua.. está que se cae y se levanta con cada cosa que dice
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