CAPÍTULO 05
JAEJOONG ESTABA en un lugar que
creía no haber visto nunca aunque la sensación de familiaridad lo contrariaba.
A su alrededor, todo eran luces y sombras que se entremezclaban como pintura
amarilla y gris. La luz del sol poniéndose entre las montañas, invitando a la
noche a que cayera sobre la tierra. Jaejoong dando vueltas sobre sí mismo con
los brazos extendidos en un bosque misterioso, esperando a que alguien saliera
entre las sombras que creaba la luna con su luminosidad. Alguien querido,
alguien amado, alguien anhelado y olvidado durante mucho, mucho tiempo... Una
silueta apareció entre la vegetación. Era un hombre alto y corpulento, tanto
que mientras se le acercaba, Jaejoong tenía que echar la cabeza totalmente
hacia atrás. No podía verle la cara... La imagen era muy borrosa.
—Buenas
noches, mi bello Jaejoong —le decía mientras se agachaba y lo cogía en brazos.
El
calor humano y el afecto, eran tan reconfortantes cuando se sentían tan
sinceros... ¿Quién era ese hombre?
—Ha
estado todo el día preguntando por ti —decía una voz melodiosa y femenina tras Jaejoong.
— ¿Y mi padre? preguntaba. Sabe pocas palabras, pero ésa fue la primera que
aprendió. Te adora.
—Y
yo a él —respondía el hombre. — ¿Y tú?
—
¿Y yo qué? —le preguntaba la mujer de un modo divertido y coqueto.
—
¿Me adoras, mi amor? —parecía que la había tomado de la cintura y ahora los
abrazaba a ambos.
—De
un modo que hasta me duele.
—Dímelo.
Dímelo en mi lengua —le rogó.
La
mujer soltó una dulce carcajada.
—Te Quiero mi amor.
La
mujer se acercó a besarlo.
¿Por qué demonios no podía verles la cara?
Aquella imagen se convirtió en una
espiral vertiginosa que no dejaba de dar vueltas a toda velocidad. La espiral
se paró y apareció otra imagen.
La
misma mujer estaba con Jaejoong. No la veía claramente, pero la percibía, la
sentía. Era un día soleado, se acercaba el crepúsculo.
La
mujer lo abrazaba con fuerza y le susurraba una canción al oído. ¿De qué le
sonaba aquella nana? Su voz lo relajaba e incluso podía llegar a percibir su
olor. Olía a fresas y a melocotón.
—Jaejoong
—le acarició el pelo con dulzura. — Padre ya está aquí.
El
hombre se acercó a Jaejoong, lo besó en la mejilla y los cubrió a ambos con una
manta negra abrazándolos con necesidad y posesión.
—
¿Cómo están mis dos amores?
—Mejor
ahora que tú estás aquí.
Hubo
un silencio entre ellos.
—Hoy
ha hecho mucho sol —observó él. — ¿Jaejoong ha estado bien?
—Sí
—contestó la mujer sonriéndole. —Me temo que este jovencito —cogió su manita y
le besó los dedos— ha decidido que todavía no quiere parecerse a su padre.
El
hombre acarició su nariz con la de él.
—Me
alegro —le dijo. —Sólo tienes tres añitos, pequeño. No sería justo.
—Tampoco
lo es para ti —replicó la mujer.
—A
mí no me hace falta —dijo él encogiéndose de hombros. —Ya los tengo a ustedes para
iluminar mi vida.
La imagen volvió a desaparecer y a
disiparse. Se estaba desvaneciendo, se iba, cuando se encontró bruscamente en
otro escenario.
Corrían
a mucha velocidad. El hombre los había agarrado a ambos y esquivaba árboles,
piedras, ramas y ríos... Los llevaba en brazos.
Huían
de algo o de alguien.
El
hombre cayó violentamente con ellos bien amarrados a él. Puso su cuerpo para
que no sufrieran el golpe.
Dirigió
la mirada a la rodilla del hombre. Sangraba y estaba reventada.
—Jaejoong...
—dijo la mujer agarrándolo por los hombros. — ¿Estás herido? —lo inspeccionó
angustiada. — ¿No? Cariño, mírame.
Toda
su atención en el rostro de la mujer. Parecía hermosa, pero su voz se quebraba
de miedo. ¿Era pelo negro y largo lo que veía? ¿Ojos... negros?
—Padre
está herido —continuaba la mujer.
Volvió
a desviar la mirada hacia el hombre, que se hacía un torniquete en la rodilla
con un trozo de tela de su propia camisa. Miró el hombro de la mujer que
también sangraba. Se sentía tan asustado.
—Cariño,
mírame a los ojos. Bien, cielo. Muy bien, eres muy valiente. Papá y mamá
guardamos unas cosas muy importantes. Están enterradas en la piedra mágica del
puente ¿Te acuerdas de la piedra, cielo mío? ¿Sí? Qué orgullosa estoy de ti...
Quiero que corras hasta ella, desentierres los objetos y lo lleves a los Bestia-Lobo.
¿Te acuerdas, cariño? ¿Recuerdas dónde están ellos?
—Jaejoong
—el hombre alargaba la mano hacia él hasta que se la cogió. —Mi joven y
adorable, Jaejoong. Hace tiempo que no venimos por aquí, casi seis años...
¿Recuerdas Wolverhampton? ¿Recuerdas el parque? No queda muy lejos de aquí, mi
vida. ¿Sí, pequeño? Por los dioses... —susurró acongojándose. —Qué cosita más
bonita hicimos, Jade —miró a la mujer con veneración. —Será tan hermoso como
tú.
La
mujer se sacudía mientras lloraba.
—Ven
aquí —rogó el hombre. La mujer llamada Jade corrió hacia él y lo abrazó
sollozando.
Él
sentía que estaba aplastada entre los dos, y que también lloraba.
—Más
de dos mil años en soledad han valido la pena para esto —dijo él limpiándose
las lágrimas. —Pídeles a los Bestia-Lobo que te lleven ante El hombre de la noche.
Repite lo que te dice padre, Jaejoong.
—El
hombre de la noche... —repetía mientras se sorbía la nariz. —Pero... ellos no
son como yo, padre.
—No,
Jaejoong. Aún no eres como ellos, pero lo serás —dijo él juntando su frente con
la suya. —Lo serás y cambiarás las cosas.
Aquel
hombre tenía el pelo, de color negro. Y sus ojos eran... ¿de color violeta?
Violeta, claro...
—Tú
encuentra los regalos, cariño. Y nunca te sentirás perdido, mi dulce Jaejoong
—lo besó en la mejilla. —Y recuerda que mama y papa te querrán siempre, ¿sí?
—Los
quiero mucho papa y mama —los abrazó con fuerza y lloró desconsolado.
—Te
queremos, Jaejoong —contestaron los dos a la vez, intentando llevarse el
recuerdo de aquel momento con ellos.
—Ahora,
corre... Corre y no mires atrás... —gritó el hombre mientras se ponía de pie en
posición de defensa.
Las
imágenes se volvieron confusas... Oyó gritos y cuerpos desplomarse en el suelo.
Corría hacia aquel lugar, estaba a punto de llegar. Sentía la humedad del
bosque, el olor de la noche y oía el agua del río. Corrió tanto como pudo... y
entonces... zas... Algo le golpeó en la cabeza... y un remolino negro lo
absorbió.
*
* *
Yunho observaba a Jaejoong de pie y
con los brazos cruzados. El chico fruncía el ceño y los labios como si
estuviese soñando. Se había prometido que no iba a entrar en su mente hasta que
no le diera permiso. Aparecer en sus sueños después de lo que le había hecho
podría acarrearle una gran y dolorosa pesadilla. Y Jaejoong debía descansar.
Yoochun y Jong Hyun estaban sentados
alrededor del sofá donde yacía el cuerpo de Jaejoong.
Yoochun había traído seis bolsas de
sangre de litro para hacerle las transfusiones. Iban por la última y, poco a
poco, aunque todavía estaba muy pálido a parte de magullado y amoratado, iba
recuperando el color. Los dedos de las manos, no estaban fríos ni las uñas
moradas. Los labios volvían a su tono rosado tan atrayente para Yunho y ahora
ya no se le marcaban tanto las venas. Qué mal lo había hecho todo...
Cuando los dos hermanos imponentes
entraron en la casa y lo vieron en el sofá, Jong Hyun frunció el ceño y Yoochun
hizo negaciones con la cabeza.
—No pudiste controlarte mucho por lo
que veo —dijo Yoochun apresurándose a sacar la sangre, los tubos intravenosos y
las agujas. Traía con él el soporte de hierro para colgar las bolsas y lo
colocó al lado de Jaejoong.
—No —contestó Yunho a secas.
— ¿Por alguna razón en especial? —
Jong Hyun lo miró de reojo. La pregunta tenía varias intenciones.
—Me cegué.
Jong Hyun permaneció mirándolo un
buen rato. Intentaba averiguar si Yunho había sentido algo especial con Jaejoong.
Yunho permaneció sereno e impertérrito.
—No sigas, Jong Hyun. No ha sido más
que un desliz —le recriminó con los ojos clavados en Jaejoong.
—Lo que tú digas, amigo —alzó las
manos en señal de disculpa. —Bueno... —bajó los brazos y exhaló aire
bruscamente. — ¿Para qué me necesitas?
— ¿Y Ryu Jin?
—Encerrado durante siete largos y
relajantes días —contestó Yoochun mientras abría la maleta al lado del sofá.
—Tiene que meditar sobre lo que ha
hecho —dijo Yunho.
—Estoy de acuerdo —apoyó Jong Hyun cruzándose
de brazos. — ¿Y bien? ¿De qué se trata?
—Tú detectas las sustancias en la
sangre, Jong Hyun —afirmó Yunho.
—Así es.
—Jaejoong es diabético. Tiene
diabetes mellitus del primer tipo.
—No lo creo —dijo él meneando la
cabeza de un lado al otro.
—Lo es —contestó Yunho confuso.
—No, no lo es —aseguró Jong Hyun.
—Lo vi en su mente. Cada noche, ese
tipo, Goon...
—Goon ¿su novio?
—No, Goon era el doctor —contestó
con un extraño resentimiento. —Lo visitaba para administrarle insulina.
— ¿Era su doctor? —preguntó
sorprendido Jong Hyun.
—Sí, era su doctor —admitió Yunho avergonzado.
—A Jaejoong no le gustan las agujas y su padre no lo tocaba nunca, así que él
no se lo iba a administrar. Goon era el doctor familiar.
— ¿Y nada más? —lo miró de arriba
abajo con sorpresa.
—No —claro que no. Yunho sabía mejor
que nadie que Jaejoong era virgen. —Cuéntame por qué Jaejoong no es diabético.
—Sabes que tengo el gusto y el
olfato muy desarrollados. La diabetes cambia el olor corporal y hace que la
piel segregue una sustancia aromática parecida a la manzana. Los humanos huelen
sólo a aquellos que tienen el olor fuerte, pero yo los huelo a todos. Los huelo
a metros de distancia. Es una característica que desarrollé con la medicina
ayúrveda en la India — Jong Hyun había viajado mucho para aprender a controlar
y para estudiar los impulsos de su cuerpo inmortal. —Los indios creen que los
olores, cuando se trabajan, ayudan a diagnosticar o corroborar enfermedades.
Los cuerpos mutan cuando están enfermos, segregan sudor y cambian la
constitución molecular de su agua corporal. Entonces modifican su perfume
personal.
— ¿Y Jaejoong no huele así?
—Ay, amigo —le dio una palmada en la
espalda. —Tú sabes tan bien como yo a qué huele este muñequito. Es un adorable
pastelito de frambuesa. Eso es innegable, su perfume... mmm... embriaga.
—Ya lo creo —dijo Yoochun observando
el trayecto de la sangre de la primera bolsa a la vena del brazo de Jaejoong. —
Yunho, casi lo matas —le recriminó. — ¿No notaste que era especial mientras
bebías de él? —gruñó. — ¿No pudiste parar?
— ¿Crees que es fácil? —Contestó Yunho
con el mismo tono— Tú deberías saber mejor que nadie lo que se siente al beber
de...
—Espera... —les interrumpió Jong
Hyun. —Lamento interrumpir, pero no empieces la transfusión, Yoochun.
—O la empiezo o se muere —contestó Yoochun
encogiéndose de hombros.
—Déjame probarlo —sugirió Jong Hyun.
—Y así veré de qué tratan a este chico.
—Ni hablar — Yunho apretó los puños
y se puso tenso.
—No quiero morderlo. Joder, Yunho.
¿Acaso es tuyo? —preguntó esperando que su amigo admitiera lo que él había
notado. No hubo respuesta. —Me bastará con una gota.
—Lo pincharé en un dedo — Yoochun cogió
una aguja y se la clavó. Casi tuvo que aplastarle la almohadilla de las huellas
dactilares para que saliera una gota de sangre. Yunho, lo había chupado como si
se tratara de una esponja. —Puede que no sea diabético, pero tiene algunos de
los dedos de las manos pinchados. Lo han tratado como si lo fuera.
—Déjame ver —dijo Jong Hyun. Se
arrodilló a su lado y tomó la mano muerta de las manos de Yoochun. Inspeccionó
los dedos y asintió con la cabeza. Luego dirigió la mirada al dedo corazón y
quedó cegado por la perla de sangre de Jaejoong. —Hay que ser un titán para
ignorar tan suculento manjar. ¿No crees, Yunho?
Yunho frunció el ceño y Jong Hyun vio
cómo un músculo de la barbilla le empezaba a palpitar. Jong Hyun, con toda su
hermosura, inclinó los labios hacia el dedo de Jaejoong, sacó la lengua,
introdujo el dedo en su boca y lo chupó como si fuera un caramelo.
Yunho gruñó, caminó hacia él, y tomó
la muñeca de Jaejoong para apartársela de la boca con brusquedad. Faltó decirle:
es mío... Jong Hyun cayó al suelo de culo con los ojos cerrados concentrándose
en el sabor de Jaejoong.
El vanirio estuvo a punto de cogerlo
por las solapas de la camiseta roja ajustada que llevaba, pero Yoochun lo
detuvo con la mano.
—Déjalo. Está haciendo su trabajo, Yunho.
Jong Hyun permanecía sentado,
todavía no abría los ojos. Al poco tiempo se levantó y quedó de pie frente a Yunho.
—No es diabético, Yunho —le dijo
sonriéndole. —Y por cierto, creo que tampoco es tuyo a no ser que digas lo
contrario.
El aludido entrecerró los ojos.
Conocía a Jong Hyun y sabía que su amigo lo estaba provocando, incitándolo a
que reclamara a Jaejoong. Su amigo Jong Hyun lo haría a ciegas sólo para
proteger a los vanirios, no porque lo quisiera o lo deseara. Jong Hyun temía a
las represalias de Jaejoong. Jaejoong seguía siendo el hijo de Min Ki. Después
de cómo lo habían tratado los vanirios, nada hacía pensar que Jaejoong no
sucediera a su padre en la persecución de los de su clan. Si Jaejoong era
vengativo, lo haría.
Sin embargo, Jaejoong había
demostrado a Yunho, gracias a su intromisión mental, que él no era así. Yunho estaba
convencido de que querría olvidarse de todo lo vivido, alejarse de allí, de
ellos y de él y empezar una nueva vida en cualquier otro sitio con sus
proyectos y sus sueños... Intentaría ser feliz y no quedar traumatizado.
Intentaría ser feliz... ¿con otro hombre? Un escalofrío recorrió la espina
dorsal de Yunho. Aquella idea empezaba a resultarle irritante y le escocía más
de lo necesario.
Si casi había golpeado a Jong Hyun por
chuparle un dedo...
—Jaejoong sigue estando a mi cargo, Jong
Hyun. Confía en mí. No haré nada que perjudique a los nuestros —aseguró Yunho.
—Si le devuelves la humanidad, lo
harás —replicó él relajándose y bajando los hombros. —Transfórmalo. Asegúrate
de que se una a nosotros, de que no esté en nuestra contra. Es humano y tal y
como lo hemos tratado puede vengarse soltándolo todo. Ése es mi consejo. Tú
eres su amo, tú decides.
—No, no lo soy —negó él
rotundamente. ¿Con qué derecho iba a serlo ahora? No lo había sido antes
tampoco. —Pero Jaejoong está a mi cargo, sólo por el momento.
—Como quieras, Yunho. Confiamos en
ti —afirmó Yoochun con una mirada conciliadora.
—Bien —asintió más tranquilo. —Cuéntame
—lo animó con la mano.
—La insulina de su sangre es
natural, no química. Su páncreas segrega bien. Hidratos de carbono, grasas y
proteínas... perfecto. No hay ningún trastorno metabólico que lo altere. Y no
hay hiperglucemia. Los niveles de glucosa en su sangre son estables. Está
perfecto. Pero eso tú ya lo sabes... —dijo como quien no quiere la cosa. —Sin
embargo, hay una sustancia adherida en la sangre.
Yunho frunció el ceño con atención.
—Se trata de... —Jong Hyun paladeó
una vez más. —Una solución controlada de propranocol y placebo.
— ¿Drogas? —preguntó Yoochun. — ¿Es
un yonqui?
—No puede ser —cortó secamente Yunho.
—Sea lo que sea lo que le inyectaban, Jaejoong estaba convencido de que era
insulina para su enfermedad. Jaejoong nunca ha tomado drogas. Lo habría visto
en sus recuerdos...
—Pero se las han suministrado. A lo
mejor esas inyecciones no contenían insulina —dedujo Yoochun. — ¿Y si fingían
tratarlo de diabetes?
— ¿Cuál es la función de esas
sustancias, Jong Hyun? —preguntó Yunho acercándose a Jaejoong inconscientemente
y sentándose en el brazo del sofá, al lado de la cabeza morena de Jaejoong. No
dejaba de mirarlo.
—Son betabloqueantes. Bloquean los
recuerdos y hacen desaparecer los sueños y las pesadillas.
—Creo que estas sustancias — Yoochun
cambiaba otra bolsa de sangre— son las que los médicos del gobierno facilitan a
los militares que han participado en guerras. Anulan los recuerdos y les
permiten soñar plácidamente. Caen casi en coma.
— ¿Están diciendo que drogaban a
este chico cada noche desde los siete años?
— ¿Desde los siete? — Yoochun silbó.
—Caramba...
—Eso creo, Yunho —afirmó Jong Hyun. —
¿No encontraste ningún recuerdo traumático por ahí? Algo que les incitara a
darle propranocol...
—No — Yunho sacudió la cabeza y
acarició un mechón azabache de Jaejoong. Los dos lo miraron perplejos. Yunho nunca
hacía esas cosas. —Sus recuerdos empiezan a partir de esa edad... pero... no
sé... es todo tan confuso.
—A partir de esa edad, tú lo has
dicho. ¿Qué pasó antes?
—Las personas empezamos a almacenar
recuerdos conscientes a partir del primer año —susurró Yunho sin dejar de
acariciarle el pelo. Cuando se dio cuenta de lo que hacía, apartó la mano
rápidamente. Jong Hyun sonrió maliciosamente. — ¿Dónde estuvo? ¿Qué ha pasado
con su memoria?
—Sea lo que sea, no querían que lo
recordara —comentó Yoochun. —Tiene una fractura en la muñeca. Voy a vendársela.
Yunho dirigió la mirada a los brazos
de Jaejoong. No sólo tenía una fractura en una muñeca, sino que el cinturón le
había dejado marcas en ambas. Sintió que el estómago se le giraba al recordar
lo que había hecho.
—Ese cabrón de Min Ki... Él era su
padre —dijo Yunho asqueado. — ¿Cómo pudo drogar a su hijo a tan temprana edad?
— ¿Y su madre? —preguntó
Yoochun. —Alguien tuvo que parirlo, ¿no?
—No hay recuerdos de su madre. Ella
murió en el parto o al menos eso es lo que hay en la mente de Jaejoong.
—Se lo diría Min Ki, supongo.
—Entre otras cosas, sí. Culpaba a Jaejoong
de la muerte de su mujer.
—Vaya desgraciado —dijo Jong Hyun. —
¿Sabes? Creo que ésa era la razón por la que no podíamos entrar en su mente
cuando lo vimos. La droga estaba en pleno efecto. Sacudía su cerebro y su
sistema neuronal.
Yunho no podía creer nada de lo que
estaba pasando.
—Hay que desenterrar el cuerpo de Min
Ki — Yoochun quitó la bolsa de sangre vacía y la sustituyó por otra llena. —O
eso, o hablar con Ryu Jin para que revele lo que vio en los recuerdos de Min Ki.
—No podemos hablar con Ryu Jin. Está
apartado en la habitación del hambre —contestó Yunho. —Y de nada nos sirve la
sangre de Min Ki una vez muerto. No podemos leer en sangre muerta, sin energía
vital.
—Entonces sólo nos queda esperar a
recuperar al chico —señaló Yoochun con un gesto de su cabeza. —Puede que lo
podamos inducir para que nos deje entrar en su subconsciente. Sus recuerdos
están ahí, sólo hay que abrirles la puerta.
— ¿Qué has averiguado sobre su
trabajo?—preguntó Jong Hyun.
—No sabía nada de lo que hacían en
Newscientists. Jaejoong contactaba con cinco personas que eran los vínculos de
los centros de investigación de la organización en el exterior. Nueva Orleans,
Rumania, Escocia, Canadá e Inglaterra.
—Aparte de España, claro —dijo una
voz detrás de ellos.
—Junsu... — Yunho se sorprendió al
verlo.
Su hermano caminó hacia el sofá con
gesto decisivo. Se reclinó sobre Jaejoong y miró a Yunho furioso.
—Casi lo matas —dijo él apretando
los dientes. Sí, eso ya se lo habían dicho.
—Junsu... ¿qué haces aquí? —preguntó
él. — ¿Cuánto tiempo llevas escuchando?
—Lo suficiente para saber que es un
chico inocente. Traje ropa para él —señaló una maleta de carcasa dura y de
color negra que había dejado en la puerta. Arrugó la frente y las cejas. —No
iba a permitir que lo llevaras desnudo de un lado al otro. No soy tan indiferente.
—Vaya, Junsu... Todo eso sin saber
que no tenía nada que ver con los asesinos —susurró Yoochun con una sonrisa
encantadoramente falsa. —Si hasta tienes corazón...
Junsu lo miró fríamente y luego lo
ignoró.
—No matamos a los humanos por
placer. Ni deberíamos sentir placer cuando lo hacemos —susurró irritado. —Sólo
en defensa propia y si estamos en condiciones desfavorables, y siempre y
cuando, sean humanos contaminados.
—Y... ¿éste no era el caso?
—preguntó Yoochun con sorna.
—Puede que sí. Pero seguía siendo un
hombre indefenso y no tenía por qué acostarse con él y convertirlo. Se
convierte a los auténticos cáraids, no a los que no lo son —esto último lo
remarcó muy bien mirando a Yoochun. —Si había un castigo, era el sacrificio y
no el regodearnos en su dolor. ¿Y vuestros códigos morales? ¿Dónde está la
lealtad a vuestro juramento?
Yoochun resopló con sorna.
— ¿Algo que decir, Yoochun? —le
preguntó alzando la ceja de un modo suficiente.
— ¿Yo? —se señaló a sí mismo con
gesto provocador. —Nada, sólo me sorprende oír las palabras lealtad y moralidad en tu boca, principe.
—No me llames así —tenía las manos
echas puños a cada lado de su cuerpo.
—Ustedes dos... ¿Para cuándo el
polvo de la reconciliación? —preguntó Jong Hyun disfrutando del espectáculo.
—Cállate, Jong Hyun... —gritaron los
dos a la vez.
Yunho miró a Jong Hyun y tuvo que
controlar sus ganas de echarse a reír.
Junsu miró fijamente a Yoochun y él
le fue recíproco. Luego apartaron la cara a la vez, como dos niños pequeños.
— ¿Cómo está? —preguntó Junsu finalmente
desviando su atención de Yoochun.
—Yoochun le está haciendo
transfusiones —le explicó Yunho. —Se recuperará.
— ¿Ya lo has convertí...? —dijo
alarmado.
—No —contestó Yunho sonrojándose.
—Así que mi hermano se arrepintió
—le dijo orgulloso de él.
—No te confíes, hermanito —dijo Yunho
irguiéndose. —No lo hice porque descubrí que él no tenía nada que ver.
—Bueno —se encogió de hombros. —Supongo
que cuando viste que él no tenía nada que ver, como tú dices, se te cayó el
mundo encima por lo que habías hecho y decidiste no robarle su vida, su
humanidad. Te habrías equivocado si lo hubieses hecho, Yunho. Lo hubieras
matado igualmente cuando encontraras a tu verdadera pareja. Habría muerto de
necesidad por ti. Me alegro de que no haya sido así —se aclaró la garganta y
miró de reojo a Yoochun. —Un hombre tiene que saber cuándo parar. No como otros
que en cuanto se les presentó la oportunidad de tirarse a todo lo que se meneaba,
no dudaron en convertir al primero que lo empalmó.
—Eso fue un error —dijo Yoochun entre
dientes seriamente afligido por la acusación.
— ¿Ah, sí? ¿Y cuándo fue un error, Yoochun?
¿Mientras te lo tirabas o cuando le clavaste los colmillos? No, a lo mejor...
—estaba tan tenso que podía romperse en cualquier momento. Lo miraba de reojo,
rojo de la rabia —fue cuando le diste de tu cuello para que te probara.
— ¿Cuándo lo vas a superar, Junsu? —
Yoochun se había puesto una máscara de frialdad e indiferencia, pero el dolor
seguía latente en las profundidades de sus oscuros ojos.
—Te sobrevaloras, Yoochun. No hay
nada que superar —sonrió Junsu intentando mantener la compostura.
—Zorra —dijo Yoochun cerrando la
conversación.
—Yoochun, no vuelvas a insultarlo —
Yunho decidió formar parte de la discusión— o tendré que darte una paliza...
—Perro asqueroso —replicó Junsu recogiendo
la maleta airadamente.
—Junsu, cariño... —le dijo Jong Hyun
suavemente. —Esa lengua...
—Salgan de aquí —les ordenó Junsu a
todos. Estaba irritado con Yoochun y con
su hermano, pero sobre todo con él misma. Podían pasar años, siglos y milenios.
Todavía no había aprendido a ser indiferente a las palabras de algunas personas.
—Lo voy a cambiar.
Yunho lo miró impertérrito.
— ¿Tiene que seguir desnudo cuando
se despierte? —le preguntó Junsu arqueando las cejas. —No, hermanito. Ya se ha
abusado suficientemente de él.
—Sí, será mejor que lo tapes
—sugirió Jong Hyun. — El chico está demasiado bueno para tres hombres
sexualmente activos como nosotros.
Yunho intentó hacer oídos sordos al
comentario de Jong Hyun. No quería salir, no quería alejarse de Jaejoong. Pero
¿por qué, joder?
Haciendo acopio de fuerzas y
voluntad salió de allí casi arrastrando los pies. Tuvo que coger a Jong Hyun del
cuello para que se viniera con él y con Yoochun. Este último seguía mirando de
un modo desafiante a Junsu.
Junsu procedió con gran eficacia y
mimo a la hora de vestir a Jaejoong.
—Qué animales... —susurró repasando
con sus dedos las heridas del cuerpo de Jaejoong. —Con un poco de suerte, lo
superarás. Pareces fuerte. Mi hermano es muy rudo cuando quiere —le decía
mientras le ponía el pantalón, —pero sólo está esperando que alguien entre en
esa cámara acorazada dónde tiene el corazón. ¿Sabes?
Cuando lo acabó de vestir. Lo peinó
y le desenredó el pelo. Junsu creyó que era precioso.
Se levantó y avisó a los demás de
que ya podían entrar.
Los tres se sentaron alrededor de Jaejoong.
Lo había vestido con unos tejanos azules algo gastados y una camiseta amarilla
que se ceñía a su espléndido cuerpo.
—Le dejo aquí los zapatos — oas dejó
a los pies del sofá. —Tenemos las mismas tallas, casi —sonrió.
Yoochun lo miró de reojo dando fe de
ello.
— ¿Qué día hace hoy? —preguntó Yunho
mirando en dirección a la ventana negra del salón.
—No es recomendable salir.
Extrañamente hoy hace un sol de justicia. Yo he venido por los túneles
—contestó Jong Hyun.
—Yo también —dijo Junsu.
—Y yo —añadió Yoochun.
—Entonces, no podemos salir hasta el
atardecer—convino Yunho. —Si se despierta antes, querrá irse, pero no podrá. No
hasta el anochecer —y eso si él lo dejaba irse.
—Estará cansado seguramente —dijo Yoochun.
—Esperaremos.
* * *
Intentó abrir los ojos. Todavía
tenía las imágenes de ese sueño grabadas a fuego en la mente. ¿Quiénes eran
esas personas? ¿Por qué él se sentía como aquel niño? Lo habían llamado Jaejoong.
Dios, si pudiese recordar quiénes
eran...
Le dolía todo el cuerpo y ya se
estaba despertando. Hacía tanto, tanto tiempo que no soñaba.
Abrió los párpados, no sin
dificultad.
Intentó acomodarse a la luz de aquel
lugar. Era una luz no muy potente.
—Se está despertando —oyó que una
voz de hombre decía.
Una cara se posó enfrente de él.
Focalizó. Un chico de moreno, un ángel caído la miraba con gesto sereno. No...
Era el demonio en persona. El mismo que le había atado a la cama.
Se levantó sobresaltado y quedó
sentado en el sofá. ¿Lo que había en el suelo era una bandeja de comida?
¿Comida para él? Envenenada, seguro.
—Espera, espera —decía Yunho con las
manos en alto. —Ya no te vamos a hacer nada.
Sí claro, y qué más...
Jaejoong se echó a temblar, se cogió
las rodillas y empezó a balancearse de delante hacia atrás. ¿Cuándo acabaría
toda esa tortura?
Confundido, observó que alguien le
había vendado la muñeca. ¿Por qué? Un dolor súbito en el trasero, lo detuvo y
lo hizo gemir. Colocó su mano sobre el ombligo para que llegara el calor a la
zona. Lo recordó todo y miró fijamente a Yunho. Tras él, Yoochun, Jong Hyun y Junsu
lo observaban con expectación.
— ¿No me vas a hacer nada? —le
preguntó Jaejoong con un gruñido sosteniendo la rabia como podía.
Yunho lo miró consternado.
—No, Jaejoong. Todo ha sido un
error.
—Por supuesto que ha sido un
error... Ya te lo dije, maldito... Hijo de la gran... —saltó del sofá y caminó
hacia Yunho arrastrando con él el soporte metálico. Estuvo a punto de
levantarle la mano, pero el hierro se lo impidió. —Claro... No me vas a hacer
nada, ¿verdad? ¿No crees que ya has hecho bastante? Devuélveme lo que es mío...
—estaba rojo de la ira y ligeramente mareado. Había perdido mucha sangre. — ¿Por
qué no estoy muerto? Preferiría estarlo a tener que verte otra vez.
Yunho se tensó y sintió un sabor
amargo en la boca. Que le devolviera lo que era suyo, había dicho. ¿Cómo iba a
devolverle la virginidad? ¿Y a su padre? Yunho estaba más conmocionado por lo
primero que por lo segundo.
— ¿Qué le has quitado? —preguntó su Junsu
intrigado. Al ver el ligero tinte de culpabilidad en el rostro de su hermano lo
comprendió. —No me digas que era... —la palabra virgen se le quedó atragantada
por el asombro.
—Es un violador. Abusador.
Maltratador. Todo lo malo y demencial que puede haber en el mundo... Eso eres
tú y tu prole —las palabras le escocían en la boca y tenía que escupirlas. —Devuélvemela...
— Jaejoong sentía que se atragantaba con las lágrimas. —Cerdo, te mataré...
—Jaejoong, déjame explicarte por qué
no pude descubrirlo antes.
—No quiero oírte... No quiero oír a
ninguno de ustedes... Déjenme salir de aquí... —apretó los puños hasta casi
clavarse las uñas.
Yunho lo observó. Tenía el pelo arreglado.
Los ojos negros, rojos de dolor y de impotencia. Pero... qué bonito que era de
todos modos. La ira le sonrojaba las mejillas y estaba tan arrebatador.
—No te ofendas, pero... No puedes,
chico —dijo Jong Hyun poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón militar
negro que llevaba.
— ¿No puedo? Qué no puedo... —gritó
frenético.
Jaejoong agarró la jeringuilla que
todavía tenía clavada en el brazo y la desenganchó con fuerza.
—No hagas eso —dijo Yoochun. —Todavía
estás muy débil. La sangre...
—La sangre... —ensombreció la mirada
llena de asco. —Me mordiste, maldito cabrón —dijo Jaejoong frunciendo el cejo y
recordando a Yunho absorbiendo su cuello. Cogió la jeringuilla y empezó a
agujerear la bolsa de plasma roja que colgaba del soporte. La arrancó.
Chorreaba en sus manos. La lanzó con fuerza sobre el pecho de Yunho salpicándole
la camiseta y la cara. Yunho la cogió sorprendido. —Toma tu comida, animal... A
ustedes les hace más falta que a mí, sanguijuelas... Quiero salir de aquí...
Yunho arrugó el ceño. No podía
culparlo por actuar así. Estaba histérico y no les tenía ningún miedo.
— ¿No bebes, monstruo? —le preguntó Jaejoong
con la voz afilada y falsamente moderada.
Jong Hyun y Yoochun se echaron a
reír. Junsu agachó la cabeza, avergonzado. Jong Hyun cogió con su dedo una de las
gotas que le habían salpicado en la cara y se la llevó a los labios.
—Mmm... No está nada mal —sonrió
burlándose de Jaejoong.
Jaejoong todavía miraba a su
monstruo particular, al demonio de los infiernos, a su ángel de la muerte.
—Prefiero la tuya —contestó Yunho finalmente
dando un paso hacia Jaejoong. —Ven aquí.
Jaejoong sacudió su cabeza y lo miró
horrorizado.
—No te atrevas —dijo Jaejoong con un
hilo de voz dando un paso atrás.
—No
me temas. Ya no. Ahora sé que eres inocente, no te haré daño.
Jaejoong empezó a relajarse, pero
reaccionó rápidamente.
— ¿No te parece que el daño ya está
hecho? No te acerques a mí... Sal de mi cabeza... —se llevó las manos a las
sienes.
Miró nervioso a todos lados y
encontró el soporte de hierro del plasma como posible arma agresiva. Lo agarró
con las manos y lo interpuso en posición de defensa entre Yunho y él, como si
fuera una lanza.
— ¿Voy a convertirme en uno de ustedes?
—los miró con odio. —Me mordiste... Son vampiros.
—No te convertirás, Jaejoong —le
aclaró Yunho levantando la mano para apaciguarlo.
—Fíjate, qué guerrero... —exclamó Jong
Hyun.
—Cállate —le dijo Yunho muy seco sin
apartar la mirada de Jaejoong.
— ¿Cuánto tiempo he dormido desde...?
—a Jaejoong le era difícil hablar de lo que había pasado.
—Unas seis horas —contestó Yunho.
Jaejoong curvó un lado de su labio
hacia arriba como si tramara algo. Sentía un volcán lleno de rabia e ira en su
interior.
—
¿De qué te ríes, Jaejoong?
—Que no te metas en mi cabeza te he
dicho... —le gritó. Los ojos enrojecidos abiertos como platos.
—Yunho... —dijo Junsu. Junsu veía
que Jaejoong necesitaba tranquilizarse. A lo mejor si Yunho le daba permiso
para hablar con Jaejoong telepáticamente...
—No —le dijo Yunho a su hermano.
Yunho frunció el ceño. ¿Qué no se
metiera en su cabeza, le había dicho? ¿Con quién se creía que estaba hablando? Yunho
podía hacer lo que quisiera con él. Jaejoong había pasado a ser de su propiedad
desde el momento en que lo vio por la ventana de su casa. En otra situación, ya
le hubiese demostrado quien mandaba. Bueno, ya se lo había demostrado recordó
con pesar. Pero no podía volver a actuar así con Jaejoong. No después de lo que
había pasado y de lo que había descubierto. Simplemente, no le salía.
— ¿Qué vas a hacer con eso? ¿No
creerás que queremos luchar contigo? —preguntó Jong Hyun divertido.
— ¿Luchar? —repitió Jaejoong agarrando
con más fuerza la estructura metálica. —No, playboy en paro. No voy a luchar.
Jong Hyun se puso tieso de golpe, y Yoochun
y Junsu echaron la cabeza hacia atrás para arrancar a reír en sonoras
carcajadas.
—Me gustarás —dijo Junsu asintiendo
con la cabeza.
Jaejoong lo despreció con la mirada,
pero Junsu lo ignoró. Seguía sonriendo.
¿Por qué actuaban todos como si no
hubiese sido horrible todo lo que le habían hecho? ¿Por qué estaban tan
tranquilos? Porque ellos tenían el poder, pero él contaba con el factor
sorpresa.
Yunho tardó unos segundos en volver
a entrar en su mente (aunque Jaejoong le había dicho que no lo hiciera) y en
adivinar qué era lo que iba a hacer. Unos eternos segundos que no le bastaron
para detener a Jaejoong mientras saltaba por el sofá, corría hacia la ventana
negra y lanzaba el soporte de metal contra el cristal. La ventana cayó hecha añicos
dejando entrar en la casa toda la luz del sol. Los cuatro vanirios,
sorprendidos por la audacia de Jaejoong, corrieron a esconderse tras los
muebles de la cocina. Los rayos del sol no llegaban hasta allí aunque sí que
iluminaban el amplio salón.
Jaejoong debió darle con mucha
fuerza para que esos cristales cedieran de ese modo y había sido muy listo al
hacer un cálculo mental de las horas que llevaba allí. Seis horas le comentó Yunho.
Cuando llegaron, todavía no eran las cuatro de la madrugada. Supuso que debían
de ser las once del mediodía, más o menos.
Jaejoong se tapó los ojos con el
dorso de la mano e intentó entreabrirlos para ver dónde se encontraba. Cuando
sus grandes ojos gatunos, se acostumbraron a la luz del día, apoyó las manos en
la estructura de la ventana, con cuidado de no cortarse y saltó al otro lado.
Estaba en un amplio jardín, podado y cuidado como pocos había visto. No había
más casas alrededor.
Giró sobre su eje para ver la casa
en la que se encontraba. Era una casa de estructuras cubitales, de diseño. Sin
embargo, los salones del interior, eran circulares. ¿Pero por qué? No pudo
negar que los vanirios eran muy modernos y también unos esnobs.
Miró hacia el interior del salón, en
dirección a la cocina. Esperó a que alguien se levantara. Allí no llegaban los
rayos del sol, porque estaban muy alejados de la ventana.
Respiraba agitadamente y las manos
todavía le temblaban.
—Joder, mierda. ¿Qué hacemos ahora?
—preguntó Yoochun cubriendo con su cuerpo a Junsu.
—Apártate de encima... —le pidió Junsu
empujándole el pecho.
Yoochun reaccionó asombrado de lo
que estaba haciendo. Se levantó al roce de sus manos.
—De nada —dijo Yoochun malhumorado.
Yunho se incorporó poco a poco y
puso una mano sobre sus ojos, a modo de visera.
Jaejoong esperaba que de los cuatro
fuera él quien se levantara. Quería que viera con sus propios ojos cómo
escapaba de él.
—Te dije que te aseguraras de
dejarme bien desvalido, monstruo —advirtió Jaejoong con voz profunda y segura.
—Y que si no lo hacías, y tenía la oportunidad, haría lo posible por ir por ti
y acabar contigo. No olvidaré lo que me has hecho.
—Ven por mí, entonces —sugirió Yunho
indicándole con la mano que se acercara. —Ven
y acaba conmigo. Pero acaba conmigo... en la cama —le dijo mentalmente con
una mirada seductora.
Jaejoong apretó los labios con
fuerza y sintió cómo los pezones se le endurecían involuntariamente. ¿Lo había
acariciado desde allí? No podía ser.
—Ven tú —contestó Jaejoong levantando
la barbilla. —Vaya, lo olvidaba, los vampiros no salen bajo la luz del sol.
—No somos vampiros, Jaejoong —replicó
Yunho ofendido.
—Y copito de nieve, a pesar de ser
blanco, no dejó de ser un gorila —replicó Jaejoong.
Jaejoong dio media vuelta y se
dispuso a andar sin prestarle atención. Tenía que huir de ahí.
—Espera... —gritó Yunho. —Me
equivoqué contigo, pero no con tu padre Min Ki. — No podía dejarlo ir. Jaejoong debía volver...
Jaejoong se detuvo. ¿Su padre? No
había pensado en él desde que lo vio morir en manos de Ryu Jin. ¿Debería
sentirse culpable?
—Los vanirios teníamos razones para
ir a por él —explicó Yunho con paciencia. —Recuerda las palabras de Ji Hye, lo
que pasó con Seong Hun y con todos los demás que han ido desapareciendo. Su empresa
está detrás, aunque tú no lo creas. Son cazadores. Nos cazan porque creen que
somos vampiros, pero no lo somos. Están equivocados.
—Eso no es cierto. Newscientists no
procede ni investiga contra criaturas que no deberían existir, como tú —le
espetó con rencor. —La empresa crea material quirúrgico, máquinas de última
generación, vacunas y sustancias para un mayor éxito en las operaciones de
riesgo. No saben nada de enfermos psicóticos como ustedes ni de vampiros ni de
Drácula ni de la novia de Frankenstein...
— ¿Ah, sí? —gritó Yoochun desde la
barra sin levantarse. —También crearon una vacuna para ti, ¿sabes? Una especial
para niños que necesitaban olvidar. No eres diabético, Jaejoong. Te han estado
engañando, dragándote por las noches para hacerte olvidar algo que debiste
vivir cuando eras pequeño... Algo que no querían que recordases.
Jaejoong palideció y tragó saliva.
—Estás mintiendo... —gritó Jaejoong.
—No miente — Yunho caminó hacia Jaejoong
y se detuvo justo entre el límite de las sombras y la luz. — ¿Cuánto hace que
no sueñas?
Jaejoong lo observó. Allí parado
entre las sombras parecía una aparición.
— ¿Qué? —se había quedado algo
ensimismado.
— ¿Cuánto hace que no sueñas? —le
repitió esta vez más lento.
Jaejoong empezaba a marearse. No
contestó.
—Cuando venía Goon, tu doctor... —prosiguió
Yunho.
— ¿Ahora es mi doctor? —preguntó Jaejoong
saliendo del trance de su persuasiva voz. Según Yunho, Goon era su amante.
Sintió cómo se le hizo un nudo en la garganta y le escocían los ojos. Se había
sentido tan impotente cuando estaba en sus manos.
Yunho quiso correr hacia Jaejoong y
consolarlo. Abrazarlo y mecerlo hasta que no volviera a verlo llorar en la
vida.
—Cuando él venía y te pinchaba, te
entraba sueño enseguida.
—Él me controlaba la diabetes...
—No, Jaejoong. Te han estado engañando.
— ¿Por qué harían algo así? —la voz
le temblaba por la congoja.
Le faltaba el aire, tenía que salir
de ahí como fuese. Correr, olvidar, entender. No podía creer nada de lo que le
estaban diciendo. Era demasiado fuerte.
—Todavía no lo sé. Si te quedas, Jaejoong,
haré todo lo posible para que entiendas lo que nos han hecho a nosotros y para
que averigües, por qué te han hecho esto a ti. Por favor, no te vayas.
¿Le estaba rogando? No podía
creerlo. ¿Dónde estaba el animal abusivo de hacía unas horas? No lo entendía. Yunho
podía doblegarlo como le diera la gana. ¿Por qué aquel repentino respeto?
—No me importa lo que les hayan
hecho. No me importa lo que tú quieras de mí. Sólo quiero irme y olvidarlo
todo. Hacer como si nunca hubieras entrado en mi habitación, como si nunca
hubieras matado a mi padre, como si nunca... me hubieras atado a tu cama y...
—apretó los ojos para no recordar y se frotó las muñecas. —No quiero volver a
verte. A ninguno de ustedes. Déjenme tranquilo y yo no diré nada... —eso ni de chiste.
Se vengaría. Se vengaría de todos ellos.
—No puedes irte solo —musitó.
—Mírame —le desafió Jaejoong con la
mirada.
Empezó a caminar hasta que Yunho lo
perdió de vista. No podían salir sin morir achicharrados por el sol. Un único
rayo tocando su piel y serían pasto de las llamas.
—Llamen a todos los vanirios. Que
salgan a la calle al atardecer y busquen a Jaejoong —ordenó Yunho. —No podemos
dejarlo solo.
— ¿Ah, no? —preguntó Jong Hyun sin
entender. —Estaba muy dispuesto a olvidarlo todo...
—No lo va a olvidar —dijo Junsu. —Yo
no lo haría, lo aseguro. Y haría lo posible por vengarme. Nos delatará.
—Hay que encontrarlo — Yunho se cobijó
en la barra hasta que el sol dejó de alumbrar por la ventana.
No podía dejarlo solo. Jaejoong estaba
malherido y no podía mantenerse por sí solo.
No, no se iba a apartar de él.
No, no se iba a apartar de él.
ahhhhhhhhh yunho se merece el trato de JJ x todo lo q le hizo
ResponderEliminaraunq pensara q el fue el culpable no debio lastimarlo asi e.e
asdada hay JJ ahora q se ha escapado ojala no le pase nada malo S:
aunq no creo q tarden en encontrarlo !!
aww habra yoosu? *-* adsada ojala :3
gracias x la actu :)
waaa genial ahora se sabe que Minki no era su padre ... pero entonces jae no es humano .. o si? ... que rebelaran esos sueños después .... waaaa esta interesantísimos jiji y también hay un poco de yoosu ... gracias por actualizar pronto .. nos comentamos
ResponderEliminarComo osá Yunho a creer que Jae lo va a perdonar así como así, después de todas las barbaridades que le hizo! Y más aún que se va a quedar a su lado!!! Sí, Yunho pensó en el cap pasado que se había condenado a morir por la falta de sangre de Jae. Fue muy muy malo.
ResponderEliminarHola;
ResponderEliminarWow,usted eres muy pronta en las actualizaciones *_*!
Esa fic es muy interesante y ya me intriga mucho,me gusta demasiado.
Ya estoy muy ansiosa por lo próximo capitulo.
Un abrazo y matta ne,
Hanajima-san.
waoooo.... Jaejoong es todo un guerrero... y Yunho piensa que por un por favor jj se iba a quedar después de lo que le hizo... pero esta tan interesante esta historia.... espero el proximo cap..
ResponderEliminary holaaa......me encontre tu blog y me gusto mucho sobre todo esta historia aunq no eh leido las demás
Jaejoong no reacciono nada bien y pues esta en su justo derecho u.u
ResponderEliminarpero que será o significara el recuerdo que le vino en sueños????
porque lo drogaron desde tan pequeño????
que ocultaba ese viejo malvado?????
Waaaaa
ResponderEliminarJaejoong pues diablos esta enfurecida porque yunho le qito su preciada virginidad, creo que ese minki no era su padre... tal vez es un vampiro cuando era peqeno o era hijos de estos?,y el hombre minki lo rapto? o lo encontro y se lo qedo para estudiarlo?, aun estoy confundida en esa parte pero creo que se aclarara pronto.
ResponderEliminarDeben alcanzar á jaejoong que no escape se ira solito, es bien listo se fue de dia justo cuando ellos no pueden salir para nada, vaya.
Lo amo asi como todos *0*
no entendi lo de q jae es un ¿yonqui? y el sueño q tuvo jae creo fue un recuerdo, ese cientifico no era su padre al parecer si no q parece q mato a los verdaderos padres de jae y a jae le booro los recuerdo porq descubrio algo en jae y por eso le sacaba sangre siempre, seguro algo tenia jae q podria usar contra sus enemigos, wooooo esta emocionante, esperare la proxima actualizacion ansiosamente :)
ResponderEliminarOMG necesito más detalles acerca de lo que Jaejoong es, y me esperaba esta reacción por su parte la verdad es que no era para menos luego de que lo hicieran sufrir de esa manera, espero que las cosas mejoren y tomen un rumbo no trágico ;; está historia es magnifica, intensa y muy interesante muchas gracias por compartirla, por actualizar y todo ;D
ResponderEliminarJJ no sabe nada esta tan confundido T,T >< YH la venganza nunca es buena >< T,,,T el papa de JJ tiene la culpa de todo ....
ResponderEliminarPobre Jae ... El desgraciado de min ki no era su padre y por lo tanto Jae no era culpable de nada ...
ResponderEliminarEl sueño que tuvo Jae fue un recuerdo en once Jae no era humano... Entonces que es?
que extraños sueños de jaejoong que significaran??
ResponderEliminarese jaejoong es todo un guerrero es muy valiente *w*
ese desgraciado de Min Ki lo drogaba desde pequeño :(
que quería lograr mantendiendolo a jaejoong drogandolo todos los dias
uhmmm muy interesante ;)
se fue... Jae se fue.
ResponderEliminary Yunho tan arrepentido y enamorado.
Jae tiene una infancia que ocultaron y presiento que él viene de una familia de guerreros.
mi Dios mi imaginación vuela con esta historia tan apasionante.
mil gracias
Al parecer la bestialidad de YH trajo algo bueno (para colmo >_>), JJ no esta enfermó de DM (esa es una enfermedad horrible) y recordó partes de su infancia, imagino que esos son sus verdaderos padres (eso explicaría por que Minki no lo quería)
ResponderEliminarQue bueno que te dejo botado !!! Te lo mereces YH >v>
La discusión entre YC y JS xD yo le voz a Junsu xD
La reaccion de Jae es comprensible Yunho se merece un pico de odio y resentimiento ... como puede Jae confiar en las personas que le hicieron tanto daño
ResponderEliminarLa reaccion de Jae es comprensible Yunho se merece un pico de odio y resentimiento ... como puede Jae confiar en las personas que le hicieron tanto daño
ResponderEliminarEn el sueño de Jae sus padres le dijeron que fuera a la piedra mágica debajo del puente y que fuera con el hombre bestia, sera un lobo Jae, que interesante y emocionante esta.
ResponderEliminarGracias!!!
O entiendo nda..si no son vampiros por que les hqce daño el sol??, Y que carajos es jaejoong ..ahhh...igual el esta decidido a vengarse por todo lo que le hicieron
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