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El Libro de Jade: Capitulo 8

CAPÍTULO 08


LO QUE depararía la noche no lo sabía. Pero lo que sentiría cuando volviera a ver a esos animales... A lo mejor no estaba preparado. Una larga hilera de Hummers negros salieron. Jaejoong iba en el primero con su abuelo As, Siwon y Yong Hwa. Jaejoong miró hacia atrás y Yong Hwa le guiñó uno de sus ojos leonados.
—No estés nervioso. No se acercarán a ti —le aseguró él.
Ojalá pudiera estar tan seguro. Yunho era intimidante y fuerte. No hacía falta tener facultades sobrenaturales para adivinar lo poderoso que él era. Aunque Jaejoong no lo temía. No era eso. Yunho lo había hecho sentir sucio y muy vulnerable. Y no quería volver a sentirse así nunca más. Le había hecho daño físicamente, pero el dolor más profundo corría por dentro.
Su primera vez... Cerdo. Lo había obligado con sus caricias a disfrutar con él. Y eso era confuso y enloquecedor para Jaejoong.
—Jaejoong, arrancarás el mango de la puerta si sigues apretándolo así —observó As con su ya tranquilidad habitual.
—Oh, perdón —apartó la mano de allí y la puso sobre sus piernas. Había tirado la ropa que le dieron los vanirios. A cambio su abuelo As ordenó a sus asistentes personales que hicieran una visita relámpago a las tiendas más selectas y compraran un vestidor entero para todo el año para Jaejoong.
As le había explicado que su familia había tenido un nombre importante dentro de la aristocracia. Supieron hacer grandes inversiones y acabaron enriqueciéndose más de lo debido, cuando se revalorizaron los terrenos. As en particular había heredado propiedades y terrenos de sus predecesores, así que vendió y literalmente se forró.
Podía vivir plácidamente de los intereses que le daban al mes los bancos, sólo con lo que tenía a plazo fijo, pero él, que era inquieto, compró una flota de barcos para estudiar el fondo marino y rescatar tesoros perdidos. Había encontrado ya miles de piezas preciosas, vendiéndolas algunas en el mercado negro, otras guardándolas en el sótano de su casa, y las demás donándolas o vendiéndolas al estado.
Más tarde As lo llevó por aquella mansión, forrada toda de madera por el interior y lo guió hasta un salón comedor decorado con muebles caros y exclusivos. Al fondo del salón y cobijado por una serie de butacas de la regencia había una chimenea. Y sobre la chimenea un retrato de familia. As, su mujer y su hija Jade.
Cuando Jaejoong paró enfrente del cuadro no pudo reprimir las lágrimas. Supo de quién se trataba nada más verla. Su madre debería de tener unos siete años. Llevaba dos coletas recogidas con lazos rojos a ambos lados y un vestido rojo y blanco de graciosos volantes bordados en los hombros. Estaba sentada sobre la pierna de As y le pasaba un bracito pequeño por encima del cuello del hombre. A su lado su abuela cogía la mano pequeña de Jade entre las suyas.
Sintió ganas de abrazar el cuadro, pero como no podía hacerlo se giró y apoyó la frente en el pecho de su abuelo As. As enseguida lo cubrió con sus brazos y lo consoló.
—La abuela era preciosa ¿Qué le pasó? —preguntó con la voz entrecortada.
—Murió en una pelea hace casi cuarenta años de los vuestros. Este retrato nos lo hicieron un mes antes de que falleciera.
— ¿Cómo murió? —sintió que As se tensaba. —No importa, abuelo, no hace falta que...
—En una cacería contra los lobeznos. Los vanirios entorpecieron la pelea y lucharon contra nosotros y contra los lobeznos y ella... Cayó por error —apretó la mandíbula. —Uno de los lobeznos la mató.
— ¿Han tenido muchos enfrentamientos con ellos?
—A menudo. Aparecen mucho en la zona céntrica. Allí hay mucha energía joven y eso les llama la atención, igual que a los Nosferátums.
— ¿Fue allí donde murió la abuela?
As asintió observando el rostro hermoso de la que fue su mujer.
—Estábamos haciendo guardias por grupos. La noche parecía tranquila, o al menos eso creímos nosotros. Cuando aparecieron los lobeznos en escena, nos quedamos sorprendidos. Se levantó una batalla campal. Otros grupos de vanirios, se unieron a la pelea y se abrieron tres frentes. Los vanirios luchaban contra nosotros y contra los lobeznos. Nosotros, debido a nuestra animadversión, también luchamos contra los vanirios y contra los lobeznos. Y los lobeznos luchaban contra ambos. Fue una de las pocas noches en las que las mujeres accedieron a acompañarnos en nuestras guardias nocturnas.
— ¿Por qué no iban con ustedes más a menudo? ¿No son guerreros como ustedes?
As lo abrazó más fuerte y le sonrió.
—Ah, pequeño... las mujeres y hombres berserker que pueden criar son un imán para los hombres. Todavía no sabes cuál es tu poder. Imagínate. ¿Cómo íbamos a proteger a los humanos, teniendo los instintos divididos entre la protección hacia nuestras parejas y la de ellos? Y lo peor: ¿cómo íbamos a querer defender a los hombres, cuando estos mismos tiraban los tejos e intentaban seducir a nuestras parejas? La cuestión es que aparecieron más lobeznos de los esperados y, más tarde, se les añadieron Nosferátums que olieron la sangre a distancia. Tu abuela y tres hembras más cayeron en manos de los vampiros.
As mantuvo la respiración y luego exhaló como si cada gramo de aire cortara su garganta.
—Lo siento mucho, abuelo.
—Gracias —sonrió apesadumbrado. —Tu abuela te habría encantado.
Jaejoong estaba segurísimo de ello. Con la mirada clavada en el rostro de su abuela pensó en la seguridad del lugar donde se encontraban ahora.
— ¿Y en Wolverhampton? ¿Han venido aquí alguna vez?
—Nunca han llegado hasta aquí. Y no vendrán. Un lobezno aquí no duraría ni medio minuto. Este es nuestro santuario.
Abrazó con más fuerza el torso de As y se frotó con la mejilla. Por fin tenía con él a alguien de su familia y finalmente se sentía en casa.
—Me gusta el nombre de Jade —susurró sin poder reprimir las lágrimas.
As inclinó la cabeza y apoyó su mejilla sobre la coronilla de Jaejoong.
Ahora, en el coche, con esa ropa nueva, discreta y a la vez insinuante no podía negar que se sentía mejor. Vestía una camiseta rosa, un pantalón negro extra-corto que dejaba al descubierto sus blancas y esbeltas piernas con bolsillos militares en los laterales y unas botas negras de medio tacón que le llegaban cuatro dedos por debajo de las rodillas. Qué gran cambio. Duchado, perfumado y acompañado de personas en las que empezaba a confiar se sentía mejor y más fuerte. Se sentía seductor y más consciente que nunca de lo que provocaba en los hombres. Y por primera vez en su vida eso lo estimulaba y lo divertía. Tenía ganas de jugar. Y estaba convencido de que en veinte minutos, cuando se pusiera el sol, empezaría el juego.

* * *

YUNHO SE miraba a través de los cristales oscuros del salón cómo se ponía el sol. Después de que Jaejoong lo rompiera, tardaron unas horas en mandar a alguien a que lo arreglará. Sobre todo porque el sistema de las ventanas era especial y las traían bajo pedido. Menos mal que era un vanirio quién las diseñaba. Con las manos en los bolsillos y su ancha espalda cubriendo casi todo el ventanal, pensaba en Jaejoong. Vestido con unos Dockers negros, zapatos de punta cuadrada de piel desgastada blanca y camisa blanca abierta hasta el pecho y remangada sobre los duros antebrazos, estaba dispuesto a matar a más de una o uno de un infarto.
Pero él sólo pensaba en una persona. Su piel, sus manos, sus dedos olían a Jaejoong y ansiaba verlo. Hoy volvería a buscarlo. Nunca antes había maldecido su imposibilidad de salir al sol hasta que vio cómo Jaejoong salía corriendo a través de la ventana que daba al jardín. Jaejoong.
¿Estaría bien? ¿Con quién estaba? Y lo más importante ¿qué le estaba pasando? Cuando la noche anterior se comunicó con Jaejoong, parecía sufrir, sufrir de verdad, pero su mente estaba descontrolándose y Yunho sólo veía destellos de energía. Necesitaba verlo otra vez.
Desde que le había hecho el amor... No. Meneó la cabeza. Eso no era hacer el amor. No con un chico inocente en su primera vez. Pero todo fue confuso con Jaejoong desde el principio. ¿Quién se iba a imaginar que él no tenía nada que ver con las actividades de Min Ki?
¿Y quién se podía imaginar que Jaejoong era virgen? Madre mía, si verlo caminar, era casi pecado. ¿Por qué nadie lo había tocado antes?
Tenía que hacerle tantas preguntas...
Dejó de pensar en el mismo momento en que notó la energía de Jaejoong cerca de donde él estaba.
Jong Hyun, Yoochun y Junsu lo llamaron a gritos.
—Yunho... —aparecieron gritando por la puerta que se comunicaba con los subterráneos. Yoochun respiraba agitado. —Perros.
—Los noto —dijo Yunho mientras salía por la puerta que daba al jardín. Ya había oscurecido, vía libre. Olía a los berserkers entrar en su territorio y no le gustaba nada.
Pero también sentía a Jaejoong. Sus olores se mezclaban, pero el suyo, el de Jaejoong, era inconfundible y todavía más potente que antes. Lo iba a volver loco. ¿Y si lo habían cogido porque Jaejoong olía a vanirio? ¿Y si lo habían torturado o dañado de algún modo?
—Coge el coche, Yunho. A veces los ciudadanos nos ven sobrevolar la zona y es difícil desmentirlo diciendo que sólo son cuervos —sugirió Junsu. —Vuela cuando sea necesario, no ahora.
Yunho agradeció el consejo de su hermano, nervioso como estaba podría haber volado en plena exhibición de globos y le hubiera dado igual si le hubieran visto. Así que cogió su Cayenne negro y los invitó a que montaran. Apretó el embrague, puso primera y salió de allí derrapando.
— ¿A qué han venido? —preguntó Jong Hyun crujiéndose los huesos de los nudillos.
—No lo sé —contestó Yunho. —Percibo a Jaejoong cerca, pero no puedo entrar en contacto con él. Jaejoong, déjame ayudarte ahora. ¿Dónde estás?
Se sentía tan impotente respecto a él. Nadie había escapado de su control, de su poder mental. ¿Por qué diablos él no respondía?

* * *

Jaejoong estaba apoyado en el inmenso maletero del Hummer de su abuelo. Todos los berserkers lo rodeaban protegiéndolo. Tenía a As a un lado y a Yong Hwa en el otro.
Observó que todos los chicos vestían con ropas holgadas, casi dos tallas más grandes de lo que les tocaba a cada uno. Le recordaba bastante a la ropa que se hace servir en capoeira. Pantalones anchos y camisetas con tirantes elásticas. Y, además, iban descalzos.
Yong Hwa miró cómo él los observaba y sonrió.
—Es para nuestra transformación, bonito. Crecemos un poco. — Jaejoong levantó la cabeza para mirarlo, era un poco más bajo que Yunho, pero igual de grande y esbelto. Guapo y muy seductor.
— ¿Cómo cuánto crecen?
—Casi veinte centímetros más en alto y en ancho. Las ropas se nos rompían y las desgarrábamos en nuestra conversión. No dábamos para prendas de vestir. Así que pensamos que sería conveniente utilizar ropa más funcional y elástica en nuestras peleas.
—Entiendo —sonrió mirándole a los ojos. —Pero aquí no se van a pelear —titubeó en su afirmación, — ¿verdad?
—Nunca se sabe... —se encogió de hombros.
—Ni hablar, Yong Hwa. No pueden —salió su vena dominadora. —No quiero que nadie se haga daño.
Yong Hwa sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Jaejoong desprendía energía en un radio demasiado grande.
—Jaejoong, deberías tener cuidado con tus nuevas facultades. Desprendes mucha energía.
— ¿Tengo que ofenderme? —no era un comentario demasiado bonito.
—Ni mucho menos. Pero no sé si te das cuenta de que eres el blanco de todas las miradas allá donde vas. En la autopista casi provocas un accidente cuando el conductor de uno de los coches que iba a nuestro lado, se ha quedado prendado mirándote y tú le has mirado a él con esos ojos violeta... casi se sale de la carretera.
—No lo hago a propósito —cruzó los brazos sin ser consciente de que ese movimiento realzaba su pecho.
—No, claro... —dijo Yong Hwa perdiendo los ojos entre el canalillo. — ¿Por qué te has vestido así? ¿Es que quieres que te coman?
—Me visto así, porque me apetece. Y deja de mirarme el pecho, Yong Hwa.
Yong Hwa sonrió pícaramente y apartó la mirada. Jaejoong miró hacia atrás y Yong Hwa y As también lo hicieron a la vez. El gesto serio y alerta.
—Ya están aquí —dijo As colocando a Jaejoong detrás de él.
Jaejoong abrió el maletero y cogió un bastón con un búho en la parte alta y un pañuelo blanco atado a la base del ave. Se lo entregó a As y éste lo clavó en el suelo, mientras lo sostenía con la mano derecha.
Todos los demás formaron filas tras él, excepto Siwon y Yong Hwa que tapaban a Jaejoong. Él estaba oculto.
A lo lejos, Jaejoong pudo divisar luces de coche que se dirigían hacia ellos.
Era él. Lo podía sentir. Nunca antes había tenido la intuición tan desarrollada como ahora la tenía, y le asustaba. Le asustaba percibir que todo su cuerpo y sus sentidos se ponían alerta ante la inminente presencia de Yunho.
Inconscientemente empezó a temblar. Jaejoong no quería, pero su cuerpo se tornó tan blando como la gelatina.
Varios Cayenne negros aparcaron uno a uno delante de los berserkers.
El primero en salir del gran grupo fue Yunho.
Jaejoong no lo podía ver, pero de repente un olor afrutado, como de mango, le llenó la nariz. Cerró los ojos disfrutando de ese perfume y supo al instante que era la esencia del vanirio de sus pesadillas. Se le endurecieron los pezones y sintió cómo se ponía húmedo casi al instante. Su cuerpo reaccionaba a ese aroma como si tuviera manos y lo toqueteara por todos lados.
Uno a uno los vanirios salieron de los coches. Eran menos de los que Jaejoong había visto en ese lugar subterráneo.
—As —Yunho caminó hasta plantarse a unos dos metros de él y lo saludó firmemente pero no de un modo amistoso.
—Yunho —respondió As igual de distante.
Yunho cerró los ojos y dejó que el olor a tarta de queso y frambuesa lo noqueara. Él estaba allí. Pero ¿dónde? Con sus ojos, lo buscó entre los berserkers. Jaejoong se hallaba con ellos.
—Tienes algo que me pertenece —susurró Yunho con rabia contenida.
As estaba impasible.
Yong Hwa notó cómo Jaejoong se agarraba a su camiseta.
—Creo que no —contestó él tranquilizando a su nieto.
Yunho le enseñó los dientes. Jaejoong era suyo, no de esos perros sarnosos.
Jaejoong. Déjame verte. ¿Estás bien?
No, otra vez no. Jaejoong se tensó y le prohibió la entrada a su mente. Ése era un poder que desconocía. No sabía si podía detener aquel tipo de intrusión mental, pero lo deseaba tanto que funcionó porque dejó de sentirlo.
Yunho gimió como un animal herido. Jaejoong le había cerrado la puerta de su mente.
—No venimos a pelear, vanirio —dijo As. —Hay ciertas cosas que nos gustaría decirles.
Yunho miró a As y prestó atención, pero no relajó el semblante amenazador. De hecho, ningún vanirio allí presente estaba relajado.
La tensión entre los dos bandos se podía cortar con un cuchillo.
—Traigo conmigo el bastón del concilio con un pañuelo blanco —señaló, —no venimos a luchar.
El bastón del concilio era el símbolo del discurso y la paz. Un regalo de Odín a las dos razas con la esperanza de que siempre que el bastón estuviera presente pudieran hablar de un modo «conciliador».
—Si no vienes a luchar, viejo —dijo deslizando la lengua, —será mejor que me digas dónde está el chico.
Estaba más nervioso y preocupado de lo necesario. Pero, ¿cómo no iba a estarlo? Los berserkers lo habían encontrado y era bien sabido que también eran unos salvajes sin escrúpulos. Muchos vanirios habían muerto en sus garras. Si le habían hecho daño a Jaejoong, ninguno saldría de allí con vida. Lo juraría sobre el recuerdo de Seong Hun.
Jaejoong se enfureció cuando oyó que Yunho perdía el respeto a su abuelo. En tan poco tiempo, él ya empezaba a tenerle cariño. Desde el primer momento que le vio, advirtió que As era un hombre a respetar. Yunho era un maleducado.
—Está aquí, puedo olerlo —continuó Yunho tensando los músculos de los brazos. —No te lo repetiré más. Dámelo, As.
—Ni lo sueñes, colmillos —dijo Yong Hwa centrando toda su atención. —Vino a nosotros malherido por tu culpa. Por lo que a mí respecta, puedes lloriquear todo lo que quieras. Él se queda con nosotros.
Yunho sintió cómo si un puñal le atravesara el esternón. Jaejoong estaba allí realmente. Quería verificarlo con sus propios ojos.
—Jaejoong... —gritó. — ¿Estás bien? Déjame verte —ordenó sin flexión. —Ahora.
Yong Hwa chasqueó la lengua y ladeó la cabeza.
—No te atrevas a darle órdenes, colmillos.
—Yong Hwa —As alzó la mano para detenerle antes de que el berserker se abalanzara sobre él.
—No... —exclamó Jaejoong.
Yunho se quedó paralizado al oír su voz.
Una pierna pálida salió de entre los berserkers, luego otra. Piernas largas y moldeadas con botas. Eso no era bueno. Yunho siguió ascendiendo con la mirada y vio el pantalón negro, la camiseta con cuello de pico y un escote criminal y el pelo azabache. Jaejoong, que todavía tenía la vista inclinada hacia abajo, alzó el mentón con orgullo y miró a Yunho.
Lo ojeó sin ningún tipo de vergüenza. No supo cómo reaccionar. Yunho, vestido tal y como estaba, recordaba más a un modelo de las pasarelas de Milán que a un salvaje depredador.
Yunho casi se cae de rodillas cuando Jaejoong lo miró a la cara. Sus ojos eran hechizantes, del color de los de su amigo Seong Hun. Violeta claro. Ya no tenía la cara magullada, sino que estaba perfecta. Impresionante. Y esos labios dibujaban una media sonrisa de satisfacción ante lo que veía. Lo veía a él a sus pies. Jaejoong había hecho una conversión, pero no entendía cómo. Para transformar a un humano, se necesitaban tres días. Tres intercambios de sangre en ayuno y él, muy a su pesar, no lo había hecho.
¿Y si lo había convertido un nosferátum? Ellos podían transformar a una persona en vampiro con tan sólo un intercambio de sangre. Mordían y bebían hasta saciarse y luego les daban de su sangre para iniciar la transformación.
Pero Jaejoong no lucía como un nosferátum. No estaba pálido bueno no mas de lo normal, ni se le veían las venitas a través de la piel. Sus ojos no parecían fríos y no tenía las uñas de las manos negras.
Jaejoong alzó una ceja y le dedicó una mirada llena de ira y rencor.
— ¿Qué significa esto? —preguntó Yunho inquieto. Jaejoong entreabrió los labios y dejó que se le vieran los blancos y afilados colmillos.
A Yunho le dio un vuelco el corazón al ver lo bonito que él estaba con su nueva dentadura. Jaejoong era explosivo, una bomba sexual, el sueño de cualquier adolescente salido o el juguete erótico predilecto de cualquier libertino. Jaejoong ahora era extremadamente irresistible.
Pero no podía ser... Simplemente era imposible.
— ¿Qué te ha pasado? — Yunho dio un paso hacia él, pero Jaejoong dio dos hacia Yong Hwa, buscando cobijo. El berserker lo respaldó encantado cogiéndolo de la mano. Yunho sintió cómo se violentaba su corazón cuando vio que Yong Hwa entrelazaba los dedos con él. —Quítale tus manos de encima, maldito —ordenó al berserker con un tono muy frío.
—Yong Hwa, su nombre es Yong Hwa — Jaejoong miró a su amigo de un modo tan sensual que Yunho tuvo que reprimir las ganas de abofetear a Jaejoong y matarlo a él. —Por favor, dame el libro —le dijo al berserker. El puñal lo tenía en la parte trasera de cinturón del pantalón, metido en una bonita funda de piel blanca.
— ¿De qué vas? —le preguntó Yunho olvidándose de todo lo que tenía a su alrededor. — Jaejoong...
—Jaejoong —repitió Jaejoong mirándole fijamente. No supo de dónde sacó el valor para mantenerle la mirada, pero lo hizo.
—Te he llamado de muchos modos, pero no voy a volver a insultarte, si lo dices por eso... — Yunho recordó las veces que lo había llamado puto. Y se reprendió por todas y cada una de ellas.
Jaejoong sonrió mientras negaba con la cabeza en un gesto de incredulidad.
Incredulidad de que Yunho estuviera usando ese tono suave como un susurro con él. Y sonrió también porque tenía ganas de ver cómo Yunho se derrumbaba cuando él le dijera todo lo que iba a decir y viera cómo habían cambiado las cosas.
Yong Hwa se colocó detrás de Jaejoong, le pasó el brazo por encima para darle el libro. Jaejoong no se apartó, sino que se acercó un poco más a él y le dio las gracias con una sexy sonrisa.
Yunho frunció el ceño y tragó saliva. Celos posesivos e irracionales recorrieron todo su interior. ¿Estaba celoso? ¿Él? ¿Cuándo se habían tornado las cosas así? Quería arrancarle esa cara de orgullo y satisfacción al berserker.
—Gracias —le dijo Jaejoong a Yong Hwa.
Yong Hwa lo miró con un brillo especial en los ojos y se colocó a un centímetro de Jaejoong, por detrás.
—As tiene razón —dijo Jaejoong con su nuevo tono de voz altivo, melódico y tan suave que podía dominar a masas. —No hemos venido aquí a...
—As, me la puede chupar si quiere... —espetó acercándose a Jaejoong de un modo visceral. — ¿Por qué ya no eres humano?
Jaejoong intentó apartarse de Yunho, pero sintió que alguien lo alejaba del meollo. A partir de ahí todo fue muy rápido.
Los berserkers se hicieron enormes. No perdieron su aspecto de hombre, pero a todos les creció el pelo hasta la cintura. Las uñas de los pies y las manos se les alargaron. Los músculos de todo su cuerpo estallaron y doblaron su peso y su masa. Los ojos se les oscurecieron dejando sólo una pupila amarilla que se dilataba cada vez que golpeaban a un vanirio. Y de sus bocas salían cuatro incisivos afilados dispuestos a hincarles el diente a todo aquél que no tuviera pelo.
Jaejoong se escondió detrás del coche, pero caminó lo suficiente para buscar con los ojos a Yunho. Yunho era prácticamente invencible. Berserker que se le tiraba encima, berserker que echaba a volar por los aires. Era cruel y muy violento en la lucha. Golpeaba a diestro y siniestro sin ningún tipo de inhibición. Era un animal y no lo ocultaba.
Había una indiferencia entre vanirios y berserkers. Una muy visual. Los berserkers eran animales salvajes, llenos de furia y completamente descontrolados. Los vanirios eran guerreros fríos y metódicos. Elegantes como un felino y letales. No necesitaban despeinarse para asestar una patada voladora.
Los gritos y los aullidos se entremezclaban hasta el punto de no saber de quiénes procedían.
Su abuelo As y Yong Hwa se echaron encima de Yunho y empezaron a golpearlo por todos lados. Yunho alzó la pierna desde el suelo y apoyó el pie en el estómago de Yong Hwa y lo lanzó hacia atrás. A continuación, se apoyó sobre los brazos y las piernas agachándose para esquivar una patada de As. Cogió su pie al vuelo y lo hizo rodar por los aires.
De repente, lanzó un grito de dolor. Uno de los berserkers le había clavado las garras en la espalda.
Jaejoong sintió una punzada de dolor al verlo. Le habían herido en esa espalda musculosa que él había visto. Después, otro le arañó el pectoral.
Yunho cayó al suelo de rodillas pero volvió a levantarse enseguida. Era un atleta incansable. Sus heridas sangraban y le manchaban su camisa blanca, ahora desgarrada. Eran cortes muy feos y profundos, pero él parecía no sentirlo.
Jaejoong divisó a Junsu, Yoochun y Jong Hyun, que eran los únicos que conocía del otro bando. Eran excelentes luchadores. Junsu saltaba de cabeza en cabeza como si fuera un experto samurái. Elegante como un cisne. Veloz como una gacela. Letal como un pitón.
Yoochun lo vigilaba con el rabillo del ojo y lo protegía para que no lo atacaran por la espalda.
Jong Hyun, sin embargo, era todo astucia y sutileza. Iba dando golpes específicos, sólo con dos dedos de su mano derecha y todo aquél que tocaba quedaba inmóvil en el suelo. No los mataba, pero podría hacerlo sin problemas. Parecía divertirse mientras luchaba.
Jaejoong corrió entonces a coger el bastón del concilio. Debía detener aquella guerra. Pero entonces, un cuerpo se colocó sobre él para protegerlo.
—Jaejoong, escóndete en el coche —le dijo Yunho cubriéndolo con su cuerpo.
—Apártate... —le dio un empujón pero el vanirio no se movió.
—Pueden hacerte daño. Los berserkers ahora mismo no podrían diferenciarte de nosotros. Ve al coche... —le ordenó ignorando los empujones que él le daba.
¿Se estaba preocupando realmente de él? Jaejoong resopló y le dio un codazo en la sien. Estaba loco si creía que podía darle órdenes.
Yunho se quedó de rodillas cubriéndose la cara y luego lo miró perplejo.
—Te estoy protegiendo... —le recriminó yendo de nuevo por Jaejoong.
Jaejoong volvió a golpearle en el estómago pero esta vez con el bastón del concilio, que en ese momento no era muy conciliador.
Yunho cogió el bastón y lo lanzó al otro lado del descampado.
Jaejoong sacó el puñal de su cinturón y lo agarró de la empuñadura.
—No te acerques monstruo o te juro que te mato —le ordenó con una promesa llena de amenazas.
Yunho miró el puñal y advirtió la inscripción gaélica que había en la hoja. Ése era el cuchillo de su amigo. ¿Qué hacía Jaejoong con el puñal personal de Seong Hun?
No se lo pensó dos veces. Apartó el cuchillo de un manotazo y lo agarró de la nuca tirándole de los pelos.
—Ahora mismo... ¿Me oyes? Ahora mismo me vas a decir qué hace el hijo de Min Ki con el puñal de Seong Hun...
Volvía a pensar que estaba involucrado en lo de Newscientists y eso enfureció a Jaejoong. Intentó apartarlo con las manos golpeando su pecho, pero Yunho oía llover. Entonces vio las heridas abiertas de su torso e introdujo los dedos como garras en ellas, hurgando entre los cortes y clavándole las uñas. La sangre salió a borbotones y Jaejoong quedó hipnotizado por su color y su olor. Se quedó de piedra, tieso y rígido. Le entraron ganas de acercar su boca y lamerle las heridas. Deseaba beber de él. Yunho reprimió un grito de dolor, pero volvió a zarandearlo del pelo y Jaejoong dejó de lacerarle el pecho, ajeno al dolor de los tirones de Yunho. Jaejoong lo miró con las pupilas dilatadas y la boca entreabierta.
Deseo. Yunho se detuvo para mirarle la boca y esos ojos encendidos por él.
Sintió lo mismo que Jaejoong y, luego, una gran incomodidad en el pantalón.
Intentando luchar contra aquella sensación de debilidad, Jaejoong llevó las uñas a la mano que le agarraba la cabellera y las clavó en la fuerte y dura muñeca de Yunho. Pero éste no respondía a los ataques de él. Tenía la mirada fija en los ojos de Jaejoong, concentrado en él, aislándose de la batalla que tenía lugar en su tierra. Volvió a sacudirlo.
—Dímelo...
—Maldito seas, bruto abusón... —le gritó Jaejoong a un solo centímetro de su cara. —Suéltame...
—Jaejoong, se me acaba la paciencia... He dicho que me lo cuentes... —le envió un empujón mental. Quería ver, saber, conocer su mente. —Dímelo, Jaejoong.
—Seong Hun era mi padre —gritó con todas sus fuerzas y con los ojos llenos de lágrimas. —Soy su hijo, pedazo de animal...
La batalla campal que estaba teniendo lugar enfrente de ellos se detuvo bruscamente al oír los gritos de Jaejoong.
Yunho soltó a Jaejoong como si le quemara y empezó a retroceder. Respiraba como si llevara horas nadando.
—Mientes —dijo Yunho. Pero algo en su interior le decía que Jaejoong no se lo había inventado. Algo dentro de él y el hecho de ver de nuevo esos ojos rasgados de color lila tan inusuales entre los vanirios, como los de Seong Hun, su mejor amigo. Los de Jaejoong, tupidos de largas pestañas.
—Tú siempre crees que miento —lo empujó con toda la rabia que sentía hacia él. Se secó las lágrimas con el antebrazo, se frotó las muñecas mirando de reojo a Yunho, recogió el puñal de su padre y luego tomó el diario que había quedado abierto sobre el suelo arenoso.
Los berserkers y los vanirios hicieron una rueda alrededor de los dos.
Yunho temblaba de la excitación provocada por aquella noticia.
— ¿Qué clase de broma es ésta? —preguntó Seong Hun limpiándose una herida de la cara que ya empezaba a cicatrizar.
—Sin duda una de muy mal gusto —contestó Yoochun apartándose el pelo del rostro. —No puede ser verdad.
Yunho, noqueado y con el entrecejo arrugado, no dejaba de mirar a Jaejoong.
—Es verdad —dijo Jaejoong buscando con la mirada a su abuelo, que no tardó en aparecer y en colocarse detrás de él. — ¿Por qué razón tienes ese bastón ridículo con el pañuelo blanco si luego no le hacen ningún caso? —le recriminó él a As.
Transformado como estaba, era más grande y alto que Yunho. Tenía el pelo negro largo hasta la cintura. Le había crecido mucho. As colocó una inmensa mano peluda sobre el hombro de Jaejoong y éste agradeció el gesto. Verlo convertido en berserker era extraño.
Jaejoong tomó el libro de Jade y le quitó el polvo que había impregnado las tapas, con cariño y suavidad. Alzó la barbilla y encaró con decisión a Yunho.
—Éste es el diario de mi madre, Jade. Se lo regalaron hace 26 años, cuando ella tenía 18.
Yunho lo escuchaba con las piernas ligeramente abiertas y los brazos tensos a cada lado.
—Era una berserker —explicó observando las reacciones del monstruo desalmado aunque pecaminosamente hermoso que tenía enfrente.
—Tu madre murió cuando naciste tú —respondió Yunho con absoluta seguridad. —Lo leí en tu mente, cuando...
—Es lo que me hizo creer mi pa... Min Ki —corrigió con obstinación. —Min Ki me arrancó de los brazos de mis auténticos padres. Seong Hun y Jade.
Los vanirios se quedaron sorprendidos por las palabras de Jaejoong y murmuraban con incredulidad.
Yunho apretó los puños y negó con la cabeza.
—Demuéstralo —lo instó Yunho.
—Hace 23 años, Seong Hun y Jade se conocieron en Wolverhampton, en el puente. Se enamoraron, Yunho —alzó una ceja disfrutando de la cara del vanirio que era todo un poema.
—Seong Hun no se enamoraría de una perra...
As dio un paso al frente y lo cogió de su moreno pelo sin darle tiempo para reaccionar.
—Abuelo... No... — Jaejoong corrió a sujetarlo de los brazos, pero eran tan grandes que sólo pudo apoyar las manos en ellos. —Déjale o no podremos aclarar esto nunca. Es un provocador y un cerdo —despreció a Yunho con la mirada. —No le hagas caso.
El berserker lo miró y luego miró a Yunho.
—Jade era mi hija —susurró enseñándole los cuatro incisivos. —No vuelvas a insultarla jamás.
Yunho cambió el semblante. Serio y frío como el granito.
—As, suéltame si no quieres que te arranque el corazón aquí mismo —sugirió Yunho.
—Abuelo, por favor... —rogó Jaejoong.
As le soltó el pelo y volvió a secundar a Jaejoong.
—Escúchame, monstruo —dijo Jaejoong enfurecido con Yunho, —mi madre y mi padre, Seong Hun, tuvieron que huir de Inglaterra, porque temían precisamente este tipo de reacciones entre los clanes —dijo él con desprecio. —No se llevan nada bien —la pelea lo había demostrado. —Huyeron a los Balcanes, donde encontraron berserkers y vanirios que ni vivían juntos ni vivían revueltos, pero al menos vivían en paz —añadió encogiendo los hombros. —Jade se quedó embarazada hace 22 años. De mí.
Se oyeron expresiones de asombro.
—Júramelo —ordenó Yunho dando un paso hacia Jaejoong.
—Quisiera dejarte el libro de Jade —reconoció Jaejoong. Dio un paso hacia atrás. —Pero no puedo hacerlo porque hay cosas demasiado íntimas en él —había cosas demasiado íntimas incluso para él, pero ya las había leído. —He fotocopiado las partes más importantes, las que demostrarán que soy hijo de ellos. Mi madre cuenta todo lo que pasó desde que se conocieron. Sus experiencias en los Balcanes, lo que allí descubrieron, todo... Y creo que les concierne saberlo tanto como a los berserkers.
— ¿Por qué? —preguntó Yunho sin quitar la vista de sus ojos y dando un paso hacia delante.
—Porque cuando sepan todo lo que hay escrito en sus hojas, tendremos que buscar una solución conjunta al problema que se avecina. Y... —dio otro paso hacia atrás, —porque mi padre Seong Hun hablaba demasiado bien de ti y tú no has estado a la altura, monstruo. ¿Qué pensaría mi padre de ti después de todo lo que me has hecho?
Yunho aceptó con humildad el insulto, se lo merecía. Así que se detuvo y alargó la mano para recibir el libro.
—Min Ki, no era mi verdadero padre —continuó hablando y le entregó las copias. —Hace 16 años, Seong Hun y Jade regresaron a Inglaterra para alertar a los clanes de la amenaza que se cernía sobre las dos razas. Buscaban un concilio real entre ambos bandos para luchar conjuntamente. Una alianza. Pero los cazaron en algún lugar entre Wolverhampton. Yo iba con ellos esa noche. Me golpearon en la cabeza y creo que... que perdí la memoria. Lo único que sé sobre lo que después sucedió es que Min Ki era uno de los cazadores que iban tras los pasos de los berserkers y los vanirios, y que él me secuestró adoptando la forma de mi padre. Aprovechando mi amnesia —apretó la mandíbula inspirando profundamente, intentando controlar el odio que sentía hacia ése hombre, —me... me mantuvo engañado todo este tiempo porque yo no podía recordar —ahora no podía acongojarse, no podía temblarle la voz de ese modo, pero su voz se debilitaba. —Me hizo creer cosas que no eran, diciéndome que mi madre... En fin —endureció la voz de nuevo ignorando el recuerdo de las palabras de Min Ki y lo miró. —Me retuvieron... porque creo que esperaban mi transformación —miró a su abuelo empezando a entender él mismo porque Min Ki lo adoptó. —Era hijo de dos especies sobrenaturales pero seguía siendo humano. Hasta ayer por la noche cuando empezó mi conversión según la tradición berserker. A los 22 años.
Demasiada información para Yunho. Si todo eso era cierto, Jaejoong era...
—En algún momento su mente tuvo que empezar a recordar —comentó Jong Hyun acercándose a Yunho y tomándolo del brazo. —Podría ser cierto. Seguramente recordó a través de los sueños. Por eso Min Ki le suministró los betabloqueantes mientras estuvo en sus manos. Si Jaejoong recuperaba la memoria iba a ser muy difícil tratar con él y Min Ki lo querría dócil una vez transformado, por eso lo adoptó —concluyó asintiendo con la cabeza y mirando de arriba abajo a Jaejoong. —Él no recordaba nada porque Min Ki no quería que lo hiciese.
—Ahora sé que no estaba enfermo, pero sé poco más —susurró Jaejoong muy confundido. —No recuerdo mucho...
—Leeré esto — Yunho zarandeó malhumorado el montón de páginas encuadernadas delante de la cara de Jaejoong. —Mañana te veré a ti solo para entregártelo de nuevo. Y entonces tú y yo hablaremos.
Necesitaba estar con Jaejoong a solas. Si todo eso era verdad, él había metido la pata hasta el fondo. Nunca lo perdonaría y ese pensamiento llevó a otro más inquietante. Yunho necesitaba que Jaejoong le otorgara la redención. Porque Jaejoong era su cáraid. Ya no tenía ninguna duda al respecto. Estaba con una erección de caballo y toda su piel clamaba por las caricias de las manos de Jaejoong. Deseaba hundirle los dientes mientras se hundía en él de un modo más íntimo. Lento y suave si a Jaejoong le gustaba así, o como él deseara. Quería besarlo en la boca, morderle los labios y arrancarle alguna sonrisa juguetona cuando se los acariciara con la lengua.
En su interludio sexual, no se habían besado. Eso era horrible, pero, claro, entonces sólo era sexo y él iba directo a lo que quería y no sabía que Jaejoong era inocente. ¿Tendría excusa?
Jaejoong, inquieto, alzó las cejas y cruzó los brazos. No sabía en qué estaba pensando Yunho, pero fuese lo que fuese no le gustaba lo que veía en sus ojos. Volvía a sentirse como una presa en manos de un depredador.
—Yo contigo no voy a ir a ningún lado —contestó Jaejoong frío como el hielo. —No estás en posición de darme órdenes. Ya no soy tu... —se detuvo cuando iba a decir delante de todos «tu puto». Pero era cierto, ya no lo era. Nunca lo había sido y, además, no quería estar cerca de él.
— ¿Ah no? —preguntó Yunho con la misma sensación de superioridad que Jaejoong ya había conocido. —No, claro que no —reconoció meneando la cabeza. —Te vendrás con nosotros entonces. Eres uno de los nuestros —soltó como si fuera lo más obvio. Lo agarró del brazo y tiró de él pero Jaejoong clavó las botas en el suelo. —Eres el hijo de Seong Hun. Seong Hun era uno de los miembros del consejo y ése será tu lugar.
—Mi lugar está donde yo decida —se zafó de su mano y observó cómo Yong Hwa y Siwon se colocaban a su lado. —Me quedo con ellos. Son buenos y me gustan sus valores. Ustedes no me gustan.
Tendría que haber dicho: tú no me gustas, monstruo.
Yunho estaba a punto de secuestrarlo y llevárselo con él. Estaba tan guapo cuando lo desafiaba. Pero aunque se muriese de la rabia, entendía el miedo que sentía Jaejoong hacia los vanirios.
—Miedo y asco, Yunho. Asco hacia ti.
Un brillo de sorpresa cruzó los ojos de Yunho. Ése era Jaejoong. No había duda y, por primera vez, Jaejoong había llevado la iniciativa en una conversación telepática. Se habían vinculado como las auténticas parejas y, a pesar de que Yunho lo había mordido y Jaejoong a él no, la conexión estaba ahí. Yunho entrecerró los ojos y un rayo de esperanza cruzó su mente.
—Aprendes rápido —comentó medio sonriendo. —Te debo el tiempo que me pides para que te lo pienses, Jaejoong. Pero, esto no es negociable. Te vendrás conmigo, antes o después.
—Yo decido con quién voy a estar. No tú —cogió el mango del puñal con fuerza. —No tienes poder sobre mí.
—Admite tu derrota, colmillos —susurró regocijándose Yong Hwa. —No te lo llevas y punto.
Jaejoong lo riñó con la mirada, pero luego le sonrió. Cuando volvió a mirar a Yunho, sus ojos se habían tornado glaciales y, además, notaba cómo le palpitaba un músculo en la mandíbula.
—Eres medio vanirio —las palabras siseaban entre sus colmillos que poco a poco volvían a la posición de no morder. —As, haz entrar en razón a tu nuevo nieto. Mañana al atardecer quiero verlo.
—No —contestó Jaejoong con suficiencia. —Las cosas no van a ir así, monstruo.
Cuanto más oía esa palabra de los labios de Jaejoong, peor le sentaba.
—Mañana vendrás tú a Wolverhampton —ordenó Jaejoong. —A la casa de mi abuelo. Prepararemos una recepción. Vendrás a disculparte. Por todo —dejó bien claro. —Y luego hablaran entre los clanes de lo que queda por hacer. ¿Sabes? Verás que la lectura del libro de Jade es muy amena. Y presta atención a lo que dice sobre Ryu Jin... —sugirió dándose media vuelta y dirigiéndose al coche. —Te ocultó cosas.
—Espera un momento —gritó Yunho ignorando lo de Ryu Jin. — ¿Cómo ha llegado todo esto a tus manos?
—Hace dos noches, cuando tú me dejaste inconsciente, tuve mi primer sueño en quince años. Creo que al dejarme sin sangre —contestó mirándolo acusadoramente, —mi cerebro tuvo un colapso. El sueño que tuve me llevó a los recuerdos de Jade y Seong Hun, hasta la noche en que nos dieron caza. Ellos dejaron un regalo para mí bajo el puente. Si ellos desaparecían y, puesto que nadie me conocía ni sabía de mí, estos objetos personales revelarían mi verdadera identidad a los clanes. Mi madre Jade escribió el diario que ahora tienes en las manos y mi padre Seong Hun, alias «el mejor amigo traicionado de Yunho», dejó este puñal que por suerte tú has reconocido.
—Todos los guerreros vanirios tenemos nuestro puñal distintivo. Lo que hay escrito en la hoja te dice a quién pertenece.
Jaejoong tuvo que morderse la lengua para no preguntarle qué quería decir lo que había escrito y qué lengua era ésa que él recordaba a duras penas. Pero no quería sus explicaciones, sólo quería huir de ahí.
—Pertenece al «Hombre del trueno» —le explicó él mirando el puñal con respeto.
Jaejoong miró el puñal con otros ojos. A pesar de eso, no le daría las gracias por la información.
—Hasta mañana en Wolverhampton, monstruo —se dio la vuelta en esta ocasión con una vuelta digna de un rey.
Oh, por favor, se lo estaba pasando en grande. Por primera, vez sintió que él tenía la sartén por el mango y que controlaba la situación. Su abuelo As así se lo confirmó cuando le colocó la mano sobre el hombro, asintió con la cabeza y lo acompañó hasta el coche. Yong Hwa y Siwon iban detrás, junto con el resto de berserkers que siguieron su ejemplo, adentrándose cada uno en sus coches, pero no sin antes volver al aspecto humano que significaba reducir tres tallas en músculos.
Yong Hwa le abrió la puerta del copiloto como un caballero y Jaejoong lo observó. El pelo le había crecido hasta llegarle por debajo de los omoplatos y perlas de sudor brillaban sobre su nariz y su frente.
—Tengo que volver a afeitarme la cabeza —se señaló el cráneo.
—Ya veo — Jaejoong sonrió.
—Jaejoong.
Yunho se había colocado enfrente de la parte delantera del coche con una velocidad extrema y se había inclinando hacia la ventana con las manos sobre el capó, cara a cara con él. Jaejoong tragó saliva y se cogió la muñeca derecha. Yunho observó su movimiento y relajó el rostro. No quería que él le tuviese miedo.
— ¿Qué pasará cuando tengas hambre? —preguntó él mirando su boca.
Jaejoong sintió que el corazón le iba a salir por la garganta. Hasta entonces no había pensado demasiado en eso.
—Tienes sangre vaniria, pequeño. El hambre vendrá a ti tarde o temprano.
—No-me-llames-así —deletreó cada palabra con rabia.
—Algo tienes que tener de nosotros. El hambre te llegará.
—Deseo que no sea así. Pero por ahora, soy berserker de corazón.
—No te puedes transformar, no eres berserker.
—Tampoco soy vanirio. Fíjate, no me apetece morder el cuello de nadie ni maltratar a personas más débiles que yo ni asesinar a...
—Tú no eres débil, Jaejoong — Yunho lo miró sin reservas.
Jaejoong no supo cómo encajar esas palabras. ¿Justificaba todo lo que él le había hecho porque él no era débil?
—No justifico nada con lo que acabo de decirte —explicó él leyéndole la mente. —Sólo era una apreciación. Eres fuerte. Más de lo que crees.
—Yunho, lárgate —le dijo Yong Hwa sin apartarse de la puerta de Jaejoong.
El vanirio lo miró con cara de pocos amigos y luego miró a Jaejoong que observaba con expectación el comportamiento de los dos hombres. Yong Hwa era protector y posesivo y Yunho era posesivo y amenazador en todos los sentidos, aparte de mandón, arrogante y abusón.
— ¿Es él tu perro faldero, Jaejoong? —preguntó celoso. —Rectifico. Sí que tienes algo de berserker —dijo Yunho con toda la mala intención de la que fue capaz. —Te comportas con los hombres de tu clan como una perra en celo.
Jaejoong intentó parecer indiferente ante su insulto, pero no lo logró. ¿Por qué le hacía daño? Se agarró al salpicadero del coche y se inclinó hacia delante, rojo de la ira y ofendido hasta las cejas. Los nudillos blancos de tanto apretar.
—No sé por qué te molesta tanto, monstruo —su lengua viperina se desató. —Si no supiera que, como buen vanirio abusador, te gustan los chicos indefensos, golpeados, con las muñecas rotas, vírgenes y atados a tu cama y, puesto que yo ya no soy nada de eso, me atrevería a decir que estás muerto de celos. Y si tengo algo de berserker es que puedo salir bajo la luz del sol y tengo principios y valores muy válidos. No como tú. Si mi padre levantara la cabeza... Él que te tenía en tan alta estima —movió los brazos como clamando al cielo, —no daría crédito a lo que verían sus ojos. Lo matarías, Yunho, lo volverías a matar de la pena cuando viera el monstruo en el que te has convertido. Eres un ser indeseable que maltrató a su hijo y que pretendía dejarlo ante el clan para que lo utilizaran a su antojo —parecía que iba a acabar de darle el sermón, pero volvió a inclinarse hacia delante dando un fuerte golpe con el puño en el salpicadero. Estaba hecho una furia. —Lee el diario, Yunho... Y si tienes algo de dignidad todavía dentro de ese corazón podrido y enfermo que tienes, a lo mejor mañana te retractarás por todo lo que me has hecho y te alejarás de mí para siempre...
Yunho se puso recto y apartó las manos del capó.
Yong Hwa los observaba con detenimiento. Hacían como si él y Siwon no estuvieran ahí. As entró en el coche y encendió el motor iluminando el cuerpo y la cara de Yunho.
Realmente Jaejoong era capaz con sus palabras de hacer sentir mal al mismísimo diablo.
Jaejoong no pudo evitar sentir unas punzadas dolorosas en el corazón cuando vio el rostro derrotado de Yunho. Puede que los demás no lo notaran, porque él siempre tenía esa cara tallada en hielo, inexpresiva y dura. Pero él pudo ver que en sus ojos, había remordimiento y algo que se parecía bastante a la pena.
Junsu cogió el brazo de Yunho y tiró de él.
—Vamos, Yunho —le dijo.
Pero él no se movió. Seguía mirándolo con los ojos ensombrecidos y el rictus afligido.
— ¿Nos vamos? —preguntó As pidiendo permiso a Jaejoong. Jaejoong se había convertido por derecho propio en el sustituto de la princesa Jade. Jaejoong tenía poder y se hacía respetar. Él estaba muy orgulloso de su descubrimiento y, de algún modo, a pesar de parecer una locura, estaba en deuda con Yunho, porque si bien no compartía los mismos gustos en cuanto a métodos disuasorios, hizo recordar a Jaejoong y lo guió hasta ellos. As miró a Yunho y le indicó con la cabeza que se apartara. —Nos vemos mañana, vanir. Ya sabes dónde vivo.
Yunho se apartó ligeramente. Jaejoong siguió mirándolo cuando el coche arrancó y pasó de largo.

17 comentarios:

  1. Auchhhh!!!

    eso realmente fue duro, cruel y despiadado
    Con solo esas palabras ya le abra dejado un gran hoyo negro en el pecho a yunho, pero pues jaejoong tiene motivos para tratarlo a si ,el se lo gano solo


    Pero... cuando tnga hambre buscara a yunho?, de vdd lo dejara solo y jamas se van a encontrar?!


    me gusta como va hasta ahora el fic, es muy bueno lo amo *0*

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  2. my god asddasa yunho se lo merece xq se comporto
    como un maldito con el es obvio q jejung no lo iba a recibir con
    los brazos abiertos e.e aww cada ves se pone mejor
    gracias x la actu !! espero el sig con ansias *-*

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  3. La cosa se puso fea por un momento, llegué a pensar que terminaria peor menos mal no ocurrió nada grave u.u

    La noticia que les dio Jaejoong los dejo impresionados y como no! todo es realmente increíble de creer...ahora YunHo tiene que informar supongo a sus superiores o.o?

    *-* amo que YunHo se ponga celoso
    pero no. me gusta que le diga cosas desagradables a Jaejoong u.u
    aish ya veremos que hace YunHo para que Jaejoong le pierda totalmente el miedo xD

    Gracias por el capítulo!!!! *0*

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  4. me dio pena como trato a yunho pero tambien esta bien q jae se haga respetar y ahora yunho sabra todo y como se desquito con un inocente. muchas gracias por adaptarlo, lo adoro**

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  5. Hola;

    Wow,wow,wow,yo amo mucho ese su trabajo!Esta cada vez mejor!
    Ya estoy loca por lo próximo capitulo!
    Y si,quiero mucho mirar las "caras" de los vanirios en los próximos capítulos (hasta ahora,no me gusta de él >_<).

    Un abrazo y matta ne.
    Hanajima-san.

    PD.:Ahora se que escribe 'adolescente',como en português ^_-.

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  6. ohhhhh,,,,,,,,,,,,,,,,,, >< todo paso por algo >< JJ descubrio su pasado >< gracias a YH >< ohhhhh conti contiii

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  7. Estot deseosa x actua de todos T T
    Podrias subir 2caps d libro d jade, d chik q se escabulle y hermoso desastre xD amo todos

    Pero podrias exigie comentarios o das un limite d ellos para subirlo
    Yo me encargo d q comnten xD enserio los amo

    T tesperando impacietemente con jj ojos color violeta y un yunho celoso posesivo

    Waaaa

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  8. Me encanto la actitud d jaejoong, va a volver loco a yunho xD a este paso a el esta q se lo lleva el carajo y lo entiendo xsiente q se pertenecen

    Seguro jaejoong hara sufrir a yunho eso ne emociona q tenga algo angust y yunho se vuelva loco x jj y este AngelaShop con esos lobos? XD

    Imagino a yunho inconteniendose

    Waa x lo q mas qieras actualiza pronto *-*

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  9. Ouch.. Las palabras de Jae fueron muy lastimeras....
    Espera q Jae y Yunho se arreglen,...

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  10. ese jaejoong se paso de boca pero el mismo yunho fue el que provocaba esa reacciones... :(
    que pronto se le pase la colera a jaejoong y pueda perdonar a yunho :(
    que quiso decir yunho .. cuando tengas hambre (?) uhmmmm...

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  11. wawwww, ahora se pone bueno el asunto.
    Yunho muerto de celos y Jae resentido y con poder.
    esto no resultará bien.
    es bueno que Jae lo castigue un poco a Yunho pero presiento que se le irá la mano y después será él el arrepentido.
    muchas gracias por los capítulos

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  12. Tómala, te lo mereces por baboso >_>
    Jajajaja inteligente el nene al utilizar a su guardián para joder a YH xD

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  13. Jaehoong comenzo con la venganza .. pobre Yunho

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  14. Jaehoong comenzo con la venganza .. pobre Yunho

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  15. Muy duro Jae, pero será la forma de hacerse respetar por todos, pero pobre Yunho saber que el es su pareja y este no quiera verlo más.

    Gracias!!!

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  16. Que cambiado y quién no reaccionaria de la misma manera si le pasará todo lo que le ha pasado a el... Y obvio reacciona a repeluz para Yunho ya que él dice cada palabras...

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  17. Vamos jae!! Hay que hacerse repetar carajo...jejej

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