CAPÍTULO 04
—SUÉLTAME — Jaejoong empezó a
reaccionar luchando con fuerzas contra Yunho. Le golpeaba el pecho, tiraba de
su pelo, pero Yunho no hacía caso de nada.
—Tranquilo —le susurró. —Relájate, Jaejoong.
Su voz era música. Jaejoong dejó de
pelear con Yunho al instante y se quedó en sus brazos como si fuera un niño
indefenso y confiado. Su voz...
—Deja de luchar —lo dejó sobre la
cama acomodando su bonito cuerpo sobre el colchón y colocando su cabeza sobre
la almohada. —Esto iba a pasar por mucho que lo quisieras negar. Vamos a
disfrutar los dos. No te haré daño. Puedes ser un asesino, pero yo no te haré
daño en la cama. No me gusta hacerlo así. No disfruto.
—Yunho, te estás equivocando conmigo
—tenía un nudo en la garganta. A Yunho le enfurecía que Jaejoong luchara por su
inocencia cuando todos sabían que era culpable.
— ¿Cómo te he dicho que me llamaras?
—gritó a un centímetro de su cara. —Soy tu amo —tomó sus muñecas y se las
colocó sobre la cabeza.
Jaejoong no podía luchar, no podía
pelear. Su cuerpo no lo obedecía.
Yunho se colocó de rodillas sobre la
cama y lo miró detenidamente. Por todos los cielos. Ese hombre lo estaba
mirando con terror, pero también con esperanza. Jaejoong quería creer que Yunho
no era así.
Y tenía razón. Yunho no era así.
Todavía no entendía muy bien por qué lo reclamaba sólo para él o por qué tenía
necesidad de someterlo en la cama. ¿Por qué no retiraba la custodia personal de
Jaejoong y lo dejaba en manos del consejo como pedía Junsu? Ellos obtendrían la
información y listos. Luego, adiós. Eso era ya suficiente castigo. La muerte de
su mejor amigo, Seong Hun, por la de Jaejoong y Min Ki. Lo justo.
¿Por qué quería hurgar tanto en la
herida? ¿Acaso no era mejor acabar con Jaejoong rápidamente?
No, no era mejor. Desde el momento
en que lo había visto pegado a la ventana de su habitación, había sentido un
deseo irrefrenable de colocarlo debajo de él y abrirle las piernas. Y su
olor... Ese era el olor por el que Yunho podría volverse loco. Si Jaejoong
fuese un buen chico, si no hubiese tenido nada que ver con la extorsión y la
mutilación de los vanirios, Yunho posiblemente, sólo posiblemente, podría
reclamarlo como su cáraid. Pero Jaejoong no era un buen chico. No, no lo era.
Defendía con uñas y dientes su inocencia, pero luego no dejaba que Yunho comprobara
si decía la verdad.
¿Cabría la posibilidad de que Jaejoong
supiese del deseo que Yunho sentía por él? ¿Y si lo estaba utilizando para que Yunho
fuese misericordioso con él? ¿Deseo? No, eso no podía ser. Deseo de venganza,
sí. Pero nada más. Aun así...
—Jaejoong — Yunho se colocó a
horcajadas sobre él, inmovilizándole las piernas, —déjame entrar —quería entrar
en su mente, quería darle la oportunidad de no convertirlo y someterlo a una
vida de noches interminables y hambre eterna.
Jaejoong se tensó y abrió sus ojos.
Estaba tan asustado, pero su voz lo relajaba.
Yunho intentó tocar sus
pensamientos, sus recuerdos, pero aquella bruma espesa y desconcertante seguía
ahí. ¿Por qué se sentía tan mal al descubrirlo? ¿Creía que Jaejoong iba a
confiar en él lo suficiente como para abrirle su mente? No. No iba a confiar,
porque si él entraba, vería que Jaejoong era culpable.
—Como quieras.
Salió de encima de Jaejoong y se
puso de pie, a su lado. Jaejoong lo miraba fijamente. No le quitaba el ojo. Yunho
sonrió y cogió la parte baja de su camiseta negra y ajustada para quitársela
por la cabeza.
Sin duda Yunho era el ideal de
hombre de Jaejoong. Moreno, fuerte y hermoso.
Jaejoong repasó su torso con los
ojos. No tenía vello. Estaba musculado de un modo que debería estar prohibido.
Ni ápice de grasa. La piel bronceada, el pectoral esbelto, grande y fibroso.
Los abdominales marcados como si fuera una tableta de chocolate. Los hombros grandes
y torneados. La cintura estrecha. Sólo tenía vello oscuro y rizado por debajo
del ombligo, y descendía en línea recta hasta... Dios mío, el pantalón le iba a
estallar. Los ojos de Yunho lo devoraban.
Jaejoong estaba débil y además
desvalido en su cama. No podía mover los brazos desde que Yunho se los había
puesto sobre la cabeza. Pero ver cómo lo miraba Yunho, con qué deseo, con qué
hambre, lo hizo sentir ligeramente poderoso y aterrorizado a la vez.
Los bíceps se le marcaban sin apenas
doblar el brazo. El antebrazo de Yunho era musculoso, masculino y vigoroso.
Yunho se llevó las manos a la
entrepierna y presionó la incomodidad que sentía.
Se arrodilló en la cama y fijó la
vista en sus shorts blancos.
—Quítatelos —le ordenó Yunho con la
voz ronca. Quería que Jaejoong participara. Quería que simulara que Jaejoong lo
invitaba.
—No —susurró Jaejoong moviendo la
cabeza.
—Jaejoong... —su voz bajó una
octava, empezó a tocar su pecho con la mano abierta. —Quítatelos.
Jaejoong sintió el calor abrasador
sobre su piel. No quería sentir placer, pero el calor se concentró en su
entrepierna y su miembro empezó a palpitar.
Cegado por el deseo de sentir el
contacto de Yunho, Jaejoong bajó los brazos hasta la parte superior de su ropa.
Introdujo los pulgares y los deslizó hacia abajo hasta quedarse desnudo. Estaba
horrorizado por su comportamiento pero su cuerpo, por lo visto, tenía vida
propia.
A Yunho le empezó a palpitar el
corazón descontroladamente. ¿Qué le pasaba? Parecía un chico virgen. Se sentía
igual de emocionado.
Los rizos de la entrepierna de su
esclavo aparecieron como si fuera el primer amanecer que pudiera disfrutar en
siglos. Inhaló profundamente y cerró los ojos. La erección que sólo el olor
íntimo de Jaejoong le provocó fue demasiado brusca y agitada para su
autocontrol.
Jaejoong lo miraba con ojos de
deseo, mientras se bajaba el short hasta las rodillas. Pero lo hacía
inconscientemente, con lentitud como si sus manos no le pertenecieran.
Jaejoong era demasiado bonito.
Demasiado tierno para un bruto como Yunho. Los colmillos estallaron en su boca
y un rugido victorioso emergió de su garganta. Mientras lo seguía acariciando con
una mano, dirigió la otra mano a la tela que se deslizaba por las pantorrillas
y la rasgó por completo. Aquella era la única prenda de vestir que Jaejoong se
había llevado. Ya no tenía nada.
Jaejoong se asustó ante su reacción
tan salvaje y empezó a respirar agitadamente, saliendo del trance de deseo que
esperaba que hubiese sido inducido. Deslizó sus ojos ante su desnudez y se
derrumbó. Estaba perdido.
Yunho se erguía a su lado como un
animal a punto de montar a su hembra. Lo miraba como un loco posesivo y
Jaejoong nunca había tenido relaciones ni con locos ni con posesivos ni con
nadie. Nunca se había sentido atraído por ningún hombre. Lo humillaba darse
cuenta de que Yunho, su enemigo, su secuestrador, tenía ese poder sobre él.
A lo mejor era porque todavía quería
creer que Yunho no era lo que parecía. Sin embargo, ahora parecía alguien fuera
de control.
—Desabróchame el pantalón, puto —le
pidió clavándole la mirada en la entrepierna.
—Vete a la mierda, monstruo... —le
gritó Jaejoong luchando contra el deseo de hacerlo. Ese insulto podía con Jaejoong.
Demasiado duro, demasiado hiriente.
Yunho soltó un insulto y un gruñido
y le enseñó los colmillos. Se puso de pie, se desabrochó el cinturón y lo tiró
sobre la cama. Rompió y desgarró su pantalón como había hecho con los shorts de
Jaejoong, que yacían ahora en el suelo, rotos por completo.
Su pene largo, grueso como su muñeca
y palpitante, se irguió hasta su ombligo. Jaejoong no entendía mucho sobre
tamaños ni tipos, pero el suyo debía de ser de los inmensos. ¿Cuánto mediría?
¿Veinticinco centímetros? ¿Algo así podía entrar en él? Era demasiado grande.
Parecía un semental. Una mata de pelo negro, cubría la parte superior de su
pubis. Aquel falo era de piel oscura como su cuerpo bronceado y se le marcaban
las venas. El glande, de un rosa pálido, estaba húmedo y sobresalía como algo
que pidiera libertad a gritos.
Con cada vistazo rápido que Yunho le
echaba a su cuerpo, aquello parecía crecer y crecer.
—Te dije que me llamaras amo —subió
a la cama y lo miró desde arriba, de pie, como un guerrero sexual.
Ese hombre era espléndido en su
desnudez. Sus piernas estaban tan fornidas y tenía los músculos tan delineados
y grandes que bien podrían ser las piernas de un jugador de fútbol. Y su
cara... podía dar miedo, pero no a Jaejoong. Sus labios, sus ojos, sus pómulos,
su nariz... una cara masculina, pero llena de vulnerabilidad, como la de un
niño. Eso era lo que lo desarmaba. Yunho quería luchar por ser agresivo, pero
alguien con un rostro angelical como ése no podía ser tan malo. ¿O sí?
Jaejoong tendría que cambiar sus
gustos.
— ¿Por qué haces esto? —le preguntó Jaejoong
con la voz ahogada por la conmoción. — ¿Eres un monstruo de verdad? ¿Quieres
asustarme?
Pero Yunho no le respondió. Hacía
rato que quería clavarse en Jaejoong, hasta lo más hondo, hasta donde su cuerpo
le dejara llegar, y más aún. Jaejoong podía ser su perdición.
Su olor era pura tentación. Su
cuerpo perfecto y su mirada, por los Atalayas,
lo estaba derritiendo. Derretía el hielo que había forjado alrededor de su
corazón para que nadie como Jaejoong llegara nunca a cautivarle.
Jaejoong era un asesino. Jaejoong,
asesino y él, un monstruo. Podrían completarse.
Ahora iban a ponerse las cartas
sobre la mesa. Jaejoong tendría que admitir lo que Yunho descubriera y Yunho disfrutaría
de su rendición. ¿Disfrutaría?
—Sí, Jaejoong —dijo Yunho con su
aterciopelada voz. —Soy un monstruo y, a diferencia que tú, yo no lo niego.
Déjame que te lo demuestre.
Se arrodilló delante de su cuerpo y
le puso las manos debajo de las rodillas. Las dobló hacia arriba haciendo que
flexionara las piernas y las separó un palmo para ver mejor sus partes más
íntimas. Jaejoong estaba expuesto ante Yunho. Su entrada se mostro para Yunho.
—No —intentó cerrar las piernas resistiéndose
a su íntima exploración.
Su miembro estaba hinchado, húmedo y
palpitante.
—Joder —dijo Yunho complacido
mientras se masajeaba el pene de arriba abajo, bajo la sorprendida mirada de Jaejoong.
—Ya estás listo.
—No, Yunho. No... No lo estoy... Yo
nunca... —ahora sí que estaba realmente aterrorizado.
—Chist... —le dijo Yunho colocándose
entre sus piernas. —Cálmate. Vas a estar bien. Te he dicho que no te haría
daño.
Jaejoong intentó apartarlo
poniéndole las manos en el pecho, empujando para sacárselo de encima. Quería
detenerlo, decirle que él era virgen. Tenía miedo. Yunho podía matarlo con algo
así, podría desgarrarlo.
Yunho palideció al sentir las manos
de Jaejoong sobre su cuerpo, a la altura de su corazón. No había sido una
caricia, sino un movimiento de rechazo absoluto, pero el contacto de sus manos
sobre su piel lo bloqueó.
—No —le dijo Yunho con voz
peligrosamente dócil y respirando nervioso. Las manos le quemaban. —No me
toques...
Le agarró las muñecas, cogió el
cinturón del pantalón que había dejado sobre la cama y con brusquedad, le ató
las muñecas a los barrotes de la cama. No quería el contacto de sus manos para
nada. Eso lo debilitaba y le hacía perder el norte. Y no quería preguntarse por
qué.
—No quiero que me toques... —hizo
los nudos con fuerza. —Yo me encargaré de ti, pero no me toques —no soportaría
esas manos culpables de matar a su mejor amigo encima de su piel.
Jaejoong soltó un grito seco al
sentir la presión en la muñeca. Empezó a temblar. Lo había inmovilizado. Ahora
sentía más miedo que en todas las horas anteriores desde que lo vio en su
habitación. Sí que era cruel. Había perdido toda la bondad del niño que Jaejoong
quería ver en su cara. Entre Ryu Jin y Yunho no había diferencias. ¿Por qué
había creído que sí las había?
—Yunho —dijo Jaejoong apretando la
mandíbula. —Estoy atado. Será mi pri... primera vez —le suplicó piedad con los
ojos.
Yunho dejó caer las manos a cada
lado de la cabeza de Jaejoong y se echó a reír con ganas. Cada carcajada se
clavaba en su alma inocente.
—Serás mentiroso —contestó Yunho
mirándolo con rabia. — ¿A quién quieres engañar? Sales con ese tipo, Goon —lo
dijo con tanto asco que Yunho mismo se sorprendió.
Jaejoong se asustó cuando Yunho pronunció
su nombre.
— ¿Intentas ponerme cachondo con eso
de que eres virgen? Cada noche te abres de piernas para él, pero él... —rozó la
entrada de Jaejoong de arriba abajo con la cabeza de su pene— él no es como yo.
Jaejoong se tensó ante esa caricia
atrevida y Yunho frunció el ceño.
—Si de verdad eres virgen, déjame
entrar en tu cabeza para verlo.
—Enséñame cómo podría hacerlo...
—estaba desesperado. —Yo quiero dejarte entrar pero tú no puedes y no sé por
qué...
Yunho lo escuchaba mientras seguía
frotándose contra Jaejoong. La textura de Jaejoong le hacía perder la cabeza.
Intentó concentrarse en Jaejoong de nuevo y entrar en su mente. Pero de nuevo,
la puerta estaba cerrada. Era un muro de hormigón enorme lo que les separaba.
—Ya no te doy más oportunidades
—afirmó con frialdad, irritado por no poder entrar.
—No, Yunho... Goon es... es mi...
—Ya sé lo que es... —le gritó. —Lo
sabemos todo sobre ti. ¿Por qué no le pides ayuda a él ahora? —hundió su cara
en su pelo e inspiró profundamente. — ¿Vendría a rescatarte?
Jaejoong sentía un ardor profundo a
la altura del ombligo, y bajaba hasta concentrarse allí donde Yunho lo rozaba.
—Si se la pidiera, Goon vendría,
porque es mucho más hombre que tú... Pero tú le matarías. Y su vida vale más
que la tuya, te lo aseguro, pedazo de animal... —gritó Jaejoong.
Yunho volvió a levantar su cara para
mirar su boca. Había decisión en esos ojos que lo vigilaban. Está defendiendo a
otro hombre. Odiaba oír aquello. Odiaba ver que Jaejoong protegía a otro con
tanta vehemencia.
—Que la mía, seguro —se colocó de
rodillas entre sus piernas. Deslizó sus manos por debajo de sus caderas, las
levantó apretándolas con ansia y Yunho acomodó la punta de su pene en su
entrada. —Y que la tuya también. Pero te aseguro que no vale más que la de Seong
Hun ni que la de los hijos de Ji Hye. Ojo por ojo.
Con un movimiento directo y seco lo
penetró de una sola embestida. No por completo. Jaejoong era muy estrecho lo
cual le impedía la penetración, pero con una fuerte presión logro adentrarse
mas.
Jaejoong gritó intentando mover las
piernas, apartándolo de él, queriendo que Yunho saliera. Sentía que se estaba
partiendo en dos. Santo Dios, qué dolor... Sólo sus hombros y su cabeza estaban
tocando la cama. Su espalda y sus caderas se elevaban a cuatro palmos del
colchón dibujando un arco perfecto. Yunho lo sostenía así.
Se echó a llorar tan afligidamente
que intentó esconder el rostro entre su brazo y la almohada, pero parecía que a
cada espasmo que hiciese al coger aire, ese monstruo se clavaba más en él.
Su primera vez. Era su primera vez.
Y estaba con un vampiro.
Yunho se quedó blanco. Estaba
sorprendido. Cerró los ojos con fuerza e intentó doblar las rodillas para bajar
el cuerpo de Jaejoong poco a poco. No iba a salir todavía, le haría más daño,
pero podía modificar la posición de sus cuerpos. Dirigió los ojos para ver la
zona donde ellos dos estaban encajados. A Yunho todavía le faltaba por meterle
la mitad.
Aquello no era posible. Goon lo iba
a ver cada noche. Eso decía Ryu Jin, eso habían investigado. Jaejoong no podía
ser virgen. Pero, le había dicho la verdad, no tenía experiencia con los
hombres. ¿Pero es que los hombres no tenían ojos? Si Yunho lo hubiera visto,
habría hecho todo lo posible por seducirlo. Si hubiese sido humano...
No lo había seducido y, además, lo
había penetrado cuando ni siquiera estaba lubricado. Pero Yunho no le iba a
hacer el amor. Yunho se lo iba a follar, eso le había dicho tan cruda y
duramente. Y además su comodidad, a Yunho no debía importarle. Pero descubrió
que sí le importaba. ¿Por qué se sentía tan mezquino? Los vanirios keltoi
veneran a quienes les dan placer, no les hacen daño, y menos les arrebatan la
inocencia de ese modo. Ni siquiera lo había inducido a que se excitara con él.
Pero Jaejoong era... una mala
persona... ¿No? No importaba. No era justificable.
—Salte de mí, monstruo hijo de puta
—pidió Jaejoong completamente partido en dos y con el ceño fruncido de dolor.
Ya no le quedaba dignidad.
Yunho tomó aire y se salió apenas
unos milímetros, pero entonces se perdió en el hilo de sangre que cayó sobre la
sábana. Tarta de queso con fresas. Almizcle. Calor. Deseo. Jaejoong. Su primera
vez. Jaejoong era suyo. Suyo.
Una oleada de posesión le recorrió
las entrañas. Intentó tranquilizarse, intentó salirse, pero a Jaejoong le
dolía. ¿Por qué debía hacerle caso? Yunho iba a conseguir abatir sus barreras
mentales. No podía salirse, no ahora. Si conseguía provocarle un orgasmo con él
en su interior, Jaejoong liberaría parte de la energía que utilizaba para
erigir las barreras telepáticas. Yunho podría entrar.
Jaejoong no podía creer que Yunho
saliese sólo porque él se lo pedía. Yunho era tan grande... y lo había
desvirgado con mucha rudeza. Pero parecía que sí iba a hacerle caso, que sí iba
a salirse... Pero no. Tenía razón: Yunho no iba a ceder. Los ojos se le habían
enrojecido y estaban nublados por el deseo y la lujuria.
—Si haces lo que te digo, Jaejoong —le
contestó Yunho con voz gutural, —el dolor cesará. Eras virgen. No me habías
mentido —reconoció con la voz enronquecida. —Pero, ahora ya no lo eres —sí,
claro. Ya no lo era, gracias a él, pensó orgulloso Yunho.
—Para —le pidió mientras se ahogaba
con las lágrimas, irritado consigo mismo por suplicarle a un animal.
Yunho sintió asco de sí mismo. La
venganza no era tan dulce como él suponía.
—Jaejoong... yo... — Yunho quería,
pero no podía disculparse. No sabía hacerlo. Tomó aire y decidió acabar lo que
había empezado. Obtendría la información que necesitaba y lo convertiría. —Sólo
déjame entrar un poco más —impulsó las caderas con cuidado hacia delante y se
introdujo unos centímetros más. Notó que Jaejoong lo quería rechazar. —Estás
tan cerrado —se cernió sobre Jaejoong y aplastó su pecho contra el de él
andándolo en la cama. —Déjame un poco más... — empujó con sus caderas.
—No, me haces mucho daño... —gritó Jaejoong
con la cara llena de lágrimas, luchando por liberar las muñecas.
—Lo sé, lo sé. Maldita sea —se
lamentó sinceramente. Ya no quería causarle más dolor. Al menos si Jaejoong se
relajara. —Queda poco... Y un poco más... —se había introducido por completo.
El interior de Jaejoong lo sujetaba
con tanta fuerza que estaba a punto de eyacular. Jaejoong era cálido y
acogedor. Y estaba completamente quieto, pero su cuerpo temblaba violentamente.
—Ya está, Jaejoong —lo miró a los
ojos. Jaejoong estaba abatido de verdad. Ya no lo miraba con esperanza de
encontrar algo bueno en el fondo de sus ojos. Ahora su mirada hacia Yunho era
fría, letal y vacía. No le sentó bien descubrirlo.
Jaejoong quería preguntarle por qué
hablaba con él en la cama o por qué le explicaba lo que estaba haciendo. ¿Por
qué quería tranquilizarlo con esas palabras? ¿Por qué? A Yunho le daba igual lo
que él pensara y se sintió tonto al pensar que sí que podía importarle. Se
sintió tonto por haber pensado alguna vez que había algo de luz en el negro
interior de Yunho.
La cara de Yunho estaba tensa. No
podía continuar si Jaejoong se quejaba, ya le había hecho daño suficiente. No
lo iba a hacer con ningún otro y Yunho estaba dejándole tiempo para que se
acostumbrara a su tamaño.
Deslizó una mano entre sus cuerpos y
Jaejoong se envaró.
—Ni se te ocurra.
—Déjame, Jaejoong —le pidió Yunho apoyando
su frente en el hombro de Jaejoong, respirando costosamente. —Esto hará que no
te duela. Sólo déjame acariciarte...
En realidad conocía un montón de
juegos preliminares que hacían que la primera vez fuera muy placentera. Pero se
había cegado con Jaejoong, y había querido evitar los preliminares. Ahora
estaba arrepentido. De haber sabido que Jaejoong era virgen, habría sido muy
diferente. ¿Arrepentido? Pues sí. Nadie debería sufrir ese trato en su primera
vez, aunque ese hombre fuese Jaejoong.
Llegó al triángulo de rizos negro y
toco el miembro de Jaejoong.
También tocó inevitablemente el
punto donde ellos estaban tan íntimamente unidos, donde Yunho estaba tan
placenteramente tenso como una lanza enterrado en Jaejoong. De visualizar esa
imagen, creció un poquito más en su interior.
Jaejoong siseó del dolor. Jaejoong
lo percibía todo. Iba a ser un amante excelente. Amante no, concubino, tuvo que
obligarse a recordar.
Jaejoong ya no lloraba abiertamente,
lo hacía en silencio.
Masajeo el miembro de Jaejoong, estaba
marcándolo como suyo. El pulgar se deslizó en círculos sobre la punta de su pene.
Yunho tocaba y palpaba con el pulgar la protuberancia que sabía que dispararía
su placer.
Jaejoong sintió que se relajaba,
pero Jaejoong no quería relajarse. Yunho estaba concentrado en Jaejoong.
Todavía no se había movido desde que se había sumergido en su interior hasta el
final. Lo miraba a la cara con una intensidad propia de un felino a punto de
comerse a su presa. Jaejoong sentía toda la envergadura de Yunho dentro de él. Todo
su peso y su altura sobre él. Lo sentía caliente e intimidante. Cernió la
mirada en los ojos de Yunho, que lo miraba de igual modo y, por un momento, por
un segundo intensamente turbador, el mundo se paralizó y ambos fueron
plenamente conscientes el uno del otro. Como si realmente encajaran a la
perfección como pareja. La sensación fue tan inquietante y contradictoria que Jaejoong
tuvo que apartar la mirada de Yunho.
Ese hombre cruel y vanidoso se había
metido en su interior como si realmente fuera su amo y ahora lo miraba como un
tesoro digno de proteger. No lo iba a engañar. Jaejoong se violentó e intentó
apartarse cuando Yunho empezó a acariciarlo con más intensidad.
Su cuerpo se tensaba. Podía sentir
una humedad latente. Ya estaba lubricando. Su entrada, resbaladiza. Era
inevitable si Yunho seguía acariciándolo de ese modo. ¿Por qué su cuerpo le
traicionaba así con el vampiro?
Yunho respiraba entrecortadamente y
apretaba la mandíbula. Ya podía empezar a deslizarse. Ya podía obtener lo que
quería de Jaejoong.
Yunho colocó la mano libre para
apresar la cintura de Jaejoong. Se deslizó hacia fuera casi por completo para
luego volver a introducirse en una larga e interminable embestida.
Jaejoong gimió echando la cabeza
hacia atrás. Los músculos de Jaejoong se distendían poco a poco dejando que Yunho
llegara donde deseara. Jaejoong apretó los dientes y tiró de la correa del
cinturón. Aquella mano hiperactiva le estaba haciendo estragos. No paraba de
moverse y Jaejoong cada vez estaba más resbaladizo. Y más avergonzado por la
respuesta de su cuerpo.
—Buen chico —le dijo Yunho embistiéndolo
más intensamente. —Haré que te guste, ya lo verás.
¿Por qué no se callaba y lo dejaba
tranquilo?
El placer de estar dentro de Jaejoong
era algo nuevo para Yunho. En sus largos años de vida había tenido miles de
relaciones, pero nada se asemejaba a lo que era estar con Jaejoong. Jaejoong intentaba
aceptarlo aunque Yunho fuera su enemigo. Quería dejarle pasar y eso a Yunho lo
tenía loco. ¿Todavía confiaba en él? Si levantaba la mirada y lo veía a Jaejoong
todavía con esperanzas de encontrar algo bueno en él, no lo compartiría con los
demás. Si veía en esos desgarradores ojos que lo miraban con un poco de fe en
él, no lo entregaría al clan. Se lo quedaría él y punto.
¿Pero de verdad habría hecho algo
así? ¿De verdad hubiera sido capaz de dejar a alguien en manos de grupos de
vanirios sexualmente descontrolados? El todavía tenía autocontrol, aunque entendería
que Jaejoong no lo creyera en ese momento, pero no estaba seguro del control de
los demás. ¿Por qué se preocupaba tanto por su seguridad? ¿Por qué sentía la
necesidad de mantenerlo con vida? ¿Por qué se ponía enfermo sólo con pensar en
que otros lo tocaran y le hicieran daño?
Perdió el hilo de los pensamientos
cuando Jaejoong soltó un gemido ronco. Bien. Empezaba a gustarle lo que él le
hacía y eso lo complacía. Dejó excitar su miembro y pasó esa mano por detrás de
las caderas para apresar las nalgas con las dos manos y levantarlas más hacia
él.
Jaejoong cerró los ojos. Dios, así
lo sentía. Como se clavaba más profundamente... ¿Hasta dónde podría llegar? Jaejoong
no podía creer que aquel acto fuera tan intenso. Si seguía así, arrasaría todo
lo que encontrara por su paso. Lo arrasaría a él.
Yunho iba a verlo todo rojo en
cuestión de segundos. El ritmo era incendiario, le quemaba por dentro y por
fuera.
Jaejoong quería reprimir sus gemidos
apretando los labios, hundiendo su cara en el pecho de Yunho, pero era incapaz.
Empezaba a gemir descontroladamente. Yunho, a pesar de su crueldad, se había
apoderado de su cuerpo y Jaejoong debía ser honesto y ceder a ello. No tenía
ningún control.
Yunho abusaba de él. Abusaba de su
experiencia para darle más placer del que jamás se había imaginado, abusaba de
su cuerpo más grande para poder cernirse al suyo más pequeño, abusaba de su
poder para dominarlo y hacer que Jaejoong lo deseara. Porque Jaejoong lo
deseaba como el aire para respirar. Y su anhelo lo tenía que estar provocando
ese vampiro crudo y duro que tenía sobre él porque, si no era así, si su
reacción no estaba siendo inducida, si esa reacción era natural... entonces Jaejoong
tenía un grave problema. Síndrome de Estocolmo.
Desde que lo había visto, su cuerpo
reaccionaba a su contacto, a su mirada, a sus palabras hirientes... Yunho lo
estaba saboteando, lo estaba obligando a sentir.
Le quemaba la entrada, el bajo
vientre, la piel... Quería romper el cinturón y agarrarse él mismo al cabecero
de la cama. No iba a aguantarlo mucho más. Pronto llegaría al clímax.
Sus ojos empezaron a nublarse y la
cabeza le dio vueltas. Cerró los ojos para centrarse en las sensaciones de
sentirlo a Yunho dentro de él, moviéndose ahora de dentro hacia fuera, ahora en
círculos, ahora más rápido, luego lento y profundo. El dolor aparecía como un
pequeño eco al final de cada embestida, pero se mezclaba con el placer. El
conjunto que formaban ambas sensaciones era turbador.
Miró a Yunho un instante. Era tan
hermoso. Y era tan cruel. Y ya no aguantaba más.
—Para, por favor... —pidió Jaejoong contra
su hombro. Era lo único que acertó a susurrar, su cerebro apenas funcionaba.
Estaba entregado al acto sexual que Yunho le infligía. Sentía que iba a
desmayarse.
—No puedo... Yo no... Lo siento, Jaejoong,
pero no puedo... —alargó los colmillos y las pupilas se le dilataron. ¿Cómo iba
a detenerse ahora sumido en el placer más tormentoso y sensual que había
sentido jamás?
Estaba fuera de sí. Lo embistió con
más rudeza. La cama bamboleaba de un lado al otro. Yunho estaba encajado hasta
el límite: el glande tocaba la próstata de Jaejoong y lo estimulaba.
—No, Yunho. Creo... creo que voy
a... —tuvo que morderse el labio para no gritar a pleno pulmón.
—Sí... —le susurró Yunho abriendo
los labios sobre el pulso de su garganta. —Vamos Jaejoong —lo animó moviendo
las caderas más rápido. —Déjate llevar... Va a ser bueno, ya verás...
—No —gritó. —Por Dios...
Jaejoong tensó la espalda
arqueándola por completo, elevó las caderas para encontrarlo y echó la cabeza
hacia atrás lanzando un largo gemido. Se estaba corriendo.
Yunho perdió el control. Sintió cómo
los músculos de Jaejoong lo engullían hacia dentro, como se contraían y lo
apretaban masajeándolo hasta volverle loco. Llegó al orgasmo con Jaejoong.
Mientras lo cabalgaba rugió echando la cabeza hacia atrás. Abrió la boca, miró
el cuello expuesto de Jaejoong y le clavó los dientes aprovechando el largo
orgasmo que sentían los dos. Jaejoong era suyo en cuerpo y mente.
Jaejoong gimió y sintió un placer
doloroso que recorría su entrepierna, el interior de su estómago, sus pezones y
la zona sensible del cuello de la que Yunho bebía. Oh, Dios, no... Estaba
encadenando otro orgasmo y Yunho no dejaba de moverse. Sintió cómo el líquido
caliente de Yunho, le llegaba al estómago, llenaba todo el conducto mezclándose
con su propio calor. De repente, unas estrellitas blancas aparecieron bajo sus
párpados, después unos puntos negros. ¿Qué le estaba pasando? ¿Iba a perder el
conocimiento? ¿Podía ser un bajón de azúcar? ¿Se moría? ¿Yunho le provocaba
todo eso? Cerró los ojos y dejó de gemir mientras caía al vacío.
Cuando Yunho empezó a beber, su
cuerpo exento de calor humano y su corazón que no había palpitado nunca así por
nadie enloquecieron. Con una mano lo agarró de la nuca para beber mejor de Jaejoong,
con la otra amarraba su cintura mientras seguía embistiéndolo con penetraciones
lentas y profundas. Sentía que la piel se le erizaba, que se elevaba de la cama
con Jaejoong... Asombrado descubrió que lo estaba haciendo, que eso estaba
pasando. Su poder había estallado al probar su sangre, dulce y caliente, y
ahora estaban levitando sobre la cama y no flotaban hasta el techo porque Jaejoong
estaba cruelmente atado a los barrotes del cabecero como si fuera un prostituto
al que le gustaran esos juegos eróticos avanzados.
Jaejoong tenía el cuello echado para
atrás y su bonita melena, caía como una cascada negra en dirección a las
almohadas.
Yunho empezó a percibir imágenes de
la vida de Jaejoong. Eran secuencias algo borrosas, pero no había duda de lo
que revelaban.
Sus recuerdos empezaban a la edad de
siete años... Una noche empezaron a
pincharlo, le diagnosticaron diabetes del segundo tipo. Venía un hombre mayor a
su casa, un hombre que a tenor de las imágenes acabó tomándole cariño...
Jaejoong
practicando natación. Era un niño deportista y en el colegio, tenía buenos
amigos. Se llamaban Heechul y Changmin. Crecieron juntos, se querían como
hermanos...
Vio
otra imagen de Min Ki mirándolo sin ningún interés. Min Ki le decía que él había
sido el culpable de la muerte de su madre, Tae Hee. Min Ki no lo quería. Y Jaejoong
a él tampoco. Había aprendido a ser indiferente hacia Min Ki, a no luchar por
su aprobación o por su cariño. El corazón de su padre estaba cerrado para Jaejoong
y Jaejoong se resignó a no reclamarlo... Min Ki no quería a su hijo. Y pensar que lo habían
tomado para hacer sufrir a ése cabrón...
Jaejoong
estaba triste por la muerte de su doctor, Do Han. Un hombre mayor, pero
bondadoso a los ojos de Jaejoong. Un hombre que parecía quererlo realmente...
Con
diecisiete años, Jaejoong era ya una belleza reclamada por todos los ojos
masculinos que se posaran en él. Había aprendido varios idiomas y Min Ki le
ofreció un puesto de trabajo en su empresa. Al ser políglota podría desempeñar
el papel de vínculo de relaciones externas de la empresa. Y así fue. Jaejoong creía
trabajar para una organización que se encargaba de suministrar material de
quirófano a los hospitales, así como sustancias para recuperar a una mayor
velocidad a los que salían de los postoperatorios. Era muy eficiente. Tenía un
muy buen sueldo, y además... además creía firmemente en lo que hacía. No tenía
ni idea de lo que era realmente Newscientists. Ni de las actividades reales de
su padre y de sus trabajadores. Para Jaejoong, Min Ki era el ingeniero, el
inventor de todas esas máquinas. Y Jaejoong vendía y exportaba todo el
material...
Jaejoong
ya era mayor de edad. Estaba en un festejo con sus dos amigos y Jaejoong les
decía que quería ser pedagogo. Que iba a estudiar la carrera, quería enseñar
valores y moralidad en las escuelas, trabajar con los niños desde bien
pequeños...
Apretó más los labios entorno a su
yugular, pero empezó a beber delicadamente esta vez más.
Los
cuatro años siguientes, Jaejoong crecía en madurez y belleza, pasando las
mañanas en la empresa, las tardes en la universidad, y las noches en su casa
esperando a que un nuevo doctor llamado Goon, lo visitara y lo pinchara...
Goon el doctor. ¿Goon el doctor? No
podía ser. Lo pinchaba todas las noches. Le
sacaba una gota de sangre de sus dedos y miraba el nivel de azúcar en su sangre.
Maldita sea, aquella noche lo había pinchado también, por eso Yunho había
detectado su olor a kilómetros de distancia. No había nadie que oliera así.
Sólo Jaejoong.
Jaejoong
recogiendo un cachorro de huskie en las carreteras. Era Brave.
Una
última conversación. Con Heechul, con Goon... Jaejoong iba a marcharse, estaba
harto de la constante vigilancia de su padre. Min Ki estaba obsesionado con él.
Goon le aconsejó que hablara con Min Ki. Heechul lo llamó para decirle que
habían decidido pasar el verano con él...
Una
oferta de trabajo. Un proyecto en una universidad. Jaejoong se iría a vivir a
Londres y dejaría de trabajar en Newscientists...
El cuerpo de Jaejoong yacía lánguido
entre sus brazos. Peso muerto y frío. Yunho le acariciaba el pelo, en un gesto
reflejo e inconsciente.
Desclavó los dientes de Jaejoong y
lo miró horrorizado. Todavía seguía deslizándose en su interior, sus caderas
seguían impulsándose en su interior. Jaejoong estaba más blanco de lo normal,
ojeroso y tenía los labios morados. Derrotado. Su sangre había sido un manjar. Jaejoong
era sabroso y adictivo hasta la saciedad. Lo miró consternado. ¿Qué había hecho
con Jaejoong? Ahora eran sólo movimientos lánguidos. Salió de Jaejoong poco a
poco, y cuando lo hizo sintió cómo si parte de su cuerpo, de su alma, se fuera
con Jaejoong. Ya no era el mismo.
La conciencia de lo que habían hecho
con Jaejoong (sobre todo él) le hizo sentirse el ser más indeseable y ruin de
toda la tierra. ¿Se podía errar tanto con alguien como había hecho él con Jaejoong
el precioso hombre que yacía inconsciente en su cama?
Jaejoong le había vuelto a decir la
verdad. No tenía nada que ver con la persecución de los vanirios. Creía
trabajar para una empresa con fines benéficos para la salud pública. No quería
a su padre. Su padre no lo quería a él tampoco. ¿Cómo podía ser que un hombre
no sintiese afecto por un ángel como Jaejoong? Jaejoong era bueno, bueno de
corazón.
Si Jaejoong hubiese estado al tanto
de lo que Min Ki y el resto de las sociedades secretas hacían con ellos,
seguramente los habría denunciado. Pondría la mano en el fuego por Jaejoong.
Ahora lo haría. Después de haber visto su interior, su corazón. Era un
luchador, un guerrero que peleaba por sus principios y que denunciaba las
injusticias.
Pero del mismo modo en que Yunho le
creía en ese momento, ahora... Ahora Jaejoong conocía a los vanirios. Y los
temía y los odiaba profundamente. Les tenía pánico y a él más que a nadie.
Estaba enfermo. Era diabético y
ahora sabía que no les había dicho nada y que esperaba caer tarde o temprano
por la falta de insulina. No les había mencionado nada sobre su enfermedad. No
le extrañaba que prefiriese morir a convertirse en algo tan brutal como él le
había enseñado que podía llegar a ser un vanirio.
Yunho rozó su mejilla con la yema de
los dedos y limpió una lágrima que débilmente caía en dirección a la almohada.
No lo había acariciado antes. Lo que él deseó, lo tomó como un auténtico carroñero
y no paró hasta dejarlo sin reservas. No había utilizado preliminares. Hizo
movimientos negativos con la cabeza. El era una bestia y Jaejoong era suave
como la seda, como la piel de un bebé. Menuda pareja.
¿Por qué no había podido entrar en
su mente antes? ¿Qué significaba esa niebla espesa que había en su memoria? No
entendía lo que estaba pasando en su cabeza, ni por qué no lo había dejado
entrar. Si Jaejoong no tenía poderes mentales, si Min Ki no le había enseñado a
desarrollar aquellas facultades en su defensa, eso sólo pasaba con los que
estaban medicándose para solventar problemas neurológicos. Pero no había
recuerdos ni pensamientos dentro de su cabeza que hicieran mención a algún
problema mental.
Y su sangre estaba tan deliciosa...
y era tan relajante que sólo le apetecía echarse a su lado y dormir con Jaejoong.
Aquella idea sí que no era normal. Algo iba mal.
Yunho sentía un sopor profundo que
lo obligaba a cerrar los ojos. ¿Tomaba Jaejoong alguna otra medicación para
conciliar el sueño? Pero no había nada en su memoria que demostrara ese punto.
Debía espabilarse.
Puso los dedos índice y corazón a la
altura del pulso de su cuello. Dios, había estado a punto de matarlo en medio
de esa cópula brutal y frenética a la que lo había sometido. Nunca antes había
sido así. Con nadie. Pero todavía tenía pulso, débil y lento. Latía ahí, bajo
sus dedos. Jaejoong luchaba por sobrevivir, peleaba como el guerrero que había
demostrado ser.
Yunho tensó la mandíbula. Había sido
un cerdo mezquino. Pero no había tiempo para lamentaciones. Seguro que más
tarde lo habría. Ahora el cuerpo de Jaejoong lo necesitaba. Le quitó la correa
del cinturón y frotó con el pulgar las marcas que le había dejado en las
muñecas.
Se hizo un corte en la muñeca con
los colmillos y la acercó a sus labios... pero se detuvo a medio camino.
No. No lo iba a hacer. Si lo hacía,
lo vinculaba a Yunho de por vida. Jaejoong no merecía nada de lo que le había
pasado, nada en absoluto. Jaejoong se merecía que la gente lo quisiera y que
cuidaran de él como un tesoro. Hacía tiempo que Yunho no veía a un hombre con
su fortaleza y su moralidad. Si Yunho se hubiese dado cuenta... Maldición...
Cómo se reprochaba a sí mismo su ceguera... Jaejoong no merecía quedar atado a
él.
Lo repasó de los pies a la cabeza.
Estaba fascinado con su cuerpo, con su cara, con su carácter y con su valentía.
Se les había enfrentado con una gallardía digna de elogiar. Se había enfrentado
a decenas de vanirios él solo.
Estaba volviendo a ponerse duro con
sólo contemplarlo. Nunca le había pasado algo así con ningún otro. Jamás. Yunho
se había acostado con muchos hombres y mujeres, pero sólo para disfrutar de un
polvo rápido y conejero. Siempre los dejaba rogándole que les diera más. Pero Yunho
nunca había sentido conexión alguna con ellos.
Pero con Jaejoong... había sido
explosivo. Y quería más. A todas horas con él. De lado, de espaldas, contra la
pared, de rodillas... Sólo con Jaejoong y con nadie más.
Un sudor frío recorrió su cuello
deslizándose por su espalda desnuda.
¿Sería tan cruel el destino como
para que el único hombre que él había tratado tan despectivamente fuese su
verdadera pareja? ¿Era Jaejoong su cáraid? ¿El único que despertaría en él la
capacidad de amar de nuevo y de saciar su hambre? Se sentía saciado como nunca.
El hambre eterna al que los dioses habían confinado a los de su clan. El deseo
de llenar constantemente su estómago había desaparecido desde que se bebió a Jaejoong.
Y eso sólo podía significar una cosa.
No, por favor. Acercó desesperado y
egoísta su muñeca abierta y sangrante a la boca medio abierta de Jaejoong. Y la
volvió a quitar. Quería ligarlo a él. Se sentía posesivo con Jaejoong. Yunho había
sido el primero. Nadie más podría reclamarlo, Yunho no lo permitiría. Pero no
era justo. No para Jaejoong.
—No puedo hacerlo —susurró
arrodillado ante Jaejoong y agachando la cabeza.
Si Jaejoong era el hombre que su
cuerpo exigía para compartir la eternidad con él, entonces esperaría a ganarse
su confianza. Y si Jaejoong lo rechazaba, bien merecido se lo tenía. Pero entonces
Jaejoong tendría que matarlo, porque Yunho no podría sobrevivir sin su cuerpo y
sin su sangre, y menos cuando ya la había probado. Menos cuando ya lo conocía y
por fin se habían encontrado.
Ya era suficiente. Yunho,
despierta...
Tenía que dejar de pensar en cáraids
y en ideas románticas.
Jaejoong era un chico inocente,
hermoso y capaz de empalmar a una momia si se lo propusiera. Tenía muchas
virtudes, y valor y carácter entre otras cosas... pero no había más. Nada
profundo ni vinculante.
Se lo había tirado. Se había portado
muy mal con Jaejoong. A lo mejor podría arreglar la situación entre ellos una
vez se despertara... Claro, y Yunho a lo mejor podría ir a la playa en un día
soleado.
Irguió la barbilla y lo tomó en
brazos. Entró con Jaejoong en el baño y las luces azuladas se encendieron
automáticamente. Las paredes tenían azulejos de mosaico en tonos grises oscuros
y azules claros. El suelo de parqué, oscuro como la habitación. El baño era de
diseño, con un jacuzzi a ras de suelo, un complejo de ducha hidromasaje con
butaca para sentarse, inodoro y lavabo. Y un excelente mueble de madera con dos
picas para asearse.
Se sentó en la butaca del
hidromasaje con Jaejoong encima y tomó una toalla azul oscuro que había colgada
sobre el calentador de la pared. La mojó con la alcachofa de la ducha y abrió
las piernas de Jaejoong. Limpió las señales del acto sexual y los restos de su
pérdida de virginidad. Luego se limpió él y salió de nuevo a la habitación. En
cuanto percibieron que ya no había nadie en el baño, las luces con sensores de
calor humano se apagaron.
Yunho lo cubrió con las sábanas
negras manchadas de la sangre de ambos.
—Está bien —le susurró mientras lo
enrollaba con la sábana. Lo tomó en brazos y se dirigió a la puerta de la
habitación. Ésta se abrió automáticamente y salió de la habitación acunándolo
como a un niño pequeño. —Todo esto pasará rápido —apoyó la mejilla sobre su
cabeza y la frotó con ella en un gesto tierno y cariñoso.
Bajó las escaleras y se dirigió al
salón. Lo estiró sobre el sofá. Tenía el cuerpo lleno de moratones. La muñeca
negra e hinchada, la cara magullada y amoratada, los pies heridos, las rodillas
peladas y, cuando se despertara, iba a sentir dolor en sus partes más íntimas.
Y ahora, el cuello se sumaba a la multitud de golpes, heridas y contusiones que
el inocente joven había sufrido.
Corrió de nuevo a la parte de arriba
y entró en otra habitación sellada con una de esas puertas automáticas, salidas
más de una película de Star Wars, que de una casa de diseño como aquella. En su
interior había otra sala circular repleta de armarios empotrados. Era un
vestidor.
Agarró una camiseta negra de manga
corta ajustada (tenía un gran surtido de éstas) y unos téjanos anchos. Se puso
un calzado deportivo informal negro y abrió uno de los cajones. Tomó un móvil
de última generación y salió de la habitación. Presionó con el índice la
pantalla táctil y buscó uno de los teléfonos que había en la agenda de
contactos.
Llegó al salón, se dirigió al sofá,
puso una mano bajo la cabeza de Jaejoong, la alzó y se sentó él debajo para
hacerle de cojín. Jaejoong seguía inconsciente y con una anemia excesiva.
— ¿Yunho? —preguntó una voz al otro
lado del móvil. — ¿Qué haces llamando? Tendrías que estar tirándote a ese
bellezón malvado que...
—Basta, Jong Hyun —le cortó Yunho. —Escúchame
bien. Nos hemos equivocado con él.
Jong Hyun se quedó en silencio unos
segundos.
— ¿Qué quieres decir?
—Jaejoong no tenía nada que ver con
los procedimientos de Newscientists. No sabía lo que hacía su padre, no se
conocían apenas. Min Ki lo ignoraba, no lo quería como un padre debería querer
a su hijo.
— ¿De qué hablas?
—Hablo de que la hemos cagado... La
he cagado... Jaejoong es inocente.
—No me jodas, Yunho.
—Te necesito, Jong Hyun. He estado a
punto de matarlo.
— ¿No le has dado de beber todavía?
—No lo voy a hacer.
—Hazlo.
—No puedo.
— ¿Tienes remordimientos ahora?
Hazlo y luego todos le pediremos perdón y a él se le pasará todo —gruñó
nervioso. —No hay marcha atrás, no lo va a olvidar. O lo haces de los nuestros
o...
—Créeme —lo miró angustiado. —Lo sé,
pero no puedo hacérselo.
Jong Hyun resopló malhumorado.
—No es momento para principios, Yunho.
— ¿Crees que no lo sé?
—Vaya mierda... ¿Qué quieres que
haga?
—Ven a mi casa. Necesito que me
ayudes a averiguar algo.
—Estaré ahí en unos minutos.
—Y avisa a Yoochun. Necesito que me
traiga sangre para hacerle transfusiones.
Hubo un silencio.
—Cuenta con ello.
—Gracias, hermano.
—De nada. Oye... ¿te encuentras
bien?
Yunho pensó en todas las cosas
horribles que le había hecho al ángel que yacía sobre sus piernas y contestó:
—Creo que acabo de firmar mi
sentencia de muerte — ¿y si Jaejoong era su cáraid de verdad? ¿El Freyja
destinado a pertenecerle en cuerpo, mente y alma? Ahora que sabía la verdad,
que se había acostado con Jaejoong, que lo había bebido... tenía una erección
constante y una sensación de vacío, pesar y temor por... ¿dejar de verlo?
¿Perderlo? Era frustrante no saber lo que le sucedía.
—No digas eso. Voy para allá
corriendo.
Yunho colgó y bajó la mirada al rostro
agraciado y hermoso que los vanirios, su raza, habían maltratado. Repasó sus
ojeras con los dedos y apartó algunos mechones de pelo negro que le caían por
el rostro.
—Lo siento mucho —susurró
afectado.
mrdaaa yunho despues de q lo violo
ResponderEliminarse viene a dar cuenta de q es inocente joder ><
ahhh se esta poniendo muy interesante
gracias x la actu :) espero el sig con ansias *-*
Yunho fue demasiado cruel Con jae y ahora parece q el es su amante de x vida, pero jaejoong obviamente lodetesta sera una relacion de odio y amor
ResponderEliminarTal vez un amor unilateral??
es qur ya muy tarde se dio cuenta q el decia la verdad debio creerle desde un jodido principio
Que hara jaejoong ahora cuandp despierte y recuerde lo q paso en la noche, donde yunho lo desvirgino sin piedad y lo hizo correrse a chorros xD???!
ahora si verdad aaaaaaa tengo ganas de darle unas cachetadas a Yunho por ser tan ciego aaaaaaaaaaaaaaaaq
ResponderEliminaraggg enserio esta vez yunho la fregó bien hasta el fondo ... pero que era esa niebla espesa que jae tenia que a yunho no lo dejaba ver sus pensamiento ah!! este fic esta muy bueno ... gracias por tu actu unnie
ResponderEliminar----> misa chan
NO,NO, NO! temía que pasará algo así, descubrir que era inocente luego de pasar por todo y herirlo de esa manera ;_;, porque?? ojala a pesar de todo puedan estar juntos, aunque ahora temo por la reacción de Jaejoong y lo que pasará , ah entro en desesperación, gracias por compartir esta historia es magnifica, espero con muchas ansías el próximo capítulo!
ResponderEliminarLo termine de leer y quiero más capítulos!!!!!
ResponderEliminarYunHo porque fuiste tan bruto???
no solo lo golpeó sino que le dijo palabras muy feas lo ofendió hasta tal punto que ahora Jaejoong lo odia u.u
Para la mala suerte de YunHo parece que Jaejoong es su pareja uhmmm no se como le hará para darle cara a Jaejoong cuando se despierte u.u
yunho ahora arrepentidose ,cuando todo esta hecho, cuando ya violo,maltrato y humillo a jae sin q lo mereciera, pero q bueno q lo sepa. ahora q haran ? esta buenisiiiiimo
ResponderEliminarYH waaa como se te ocurre pobre JJ T,,,T y JJ lo odia ??? T,T y ahora YH lo ama ??? T,,,,T
ResponderEliminarOh dios...mlo sabía sabía q Yunho lo iba a lamentar...
ResponderEliminarMi modal.. A ver como reacciona Jae con esto :/... Pobre Jae :(
ToT yunho tonto...!
ResponderEliminarpor que tubo que pasar todas esas cosas para que recién se diera cuenta que estaba equivocado ToT
ahora pues yunho vas a sufrir la conciencia no te va a dejar tranquilo :(
jaejoong recuperate pronto y ojala no odies a yunho después de todo :(
yunho estupido, lamentaras mucho lo que le hiciste al pobre de jaeboo....
ResponderEliminarjaeboo porfavor no odies a el tonto de yunho ;(
Señor, no tengo palabras para describir lo que siento.
ResponderEliminareste capítulo fue un subi baja de emociones.
lo violó finalmente, para darse cuenta, tarde, que era lo más inocente del mundo.
y ahora resulta que es su pareja eterna.
mi Dios, ahora qué pasará???
me voy al otro capi corriendo. gracias
Pinche YH eres un animal!!! Una Bestia ó.ó!!! Te pasaste de la raya u.ú!!!
ResponderEliminarY para colmo después de que JJ estuvo instante e insiste en que lo escucharás, haces tu gracias y ahorita si vienes a darte cuenta de la bestialidad que hiciste o.ó!!!
No creo que JJ te perdoné fácilmente lo que acabas de hacerle >_>....
Oh Yunho, por que siempre eres tan tonto y no crees en mi bombon, te va a costar conseguir su perdon, bueno veremos que pasa .gracias
ResponderEliminarYunho la cagaste!! Ya no vale llorar sobre la leche derramada que haras ahora para remediarlo ... por lo menos no lo convirtio y lo obligo a atarlo por siempre a el ... Yunho morira si Jae lo rechaza wawww ahora quien tiene ka posicion en desventaja Yunho ves lo que pasa cuando tonas juicios precipitados
ResponderEliminarYunho la regaste, pero ahora a poner bien a Jae, haber como reacciona, aunque Jae sintió algo por Yunho, ojala sea mas fuerte para que lo perdone.
ResponderEliminarGracias!!!
Maldito yunho hijo de tu....aishhh... ahora que la cagaste quiero ver como intentas remediarlo!!!! Le hicieron mucho daño al pobre!!
ResponderEliminarOhh, YH, que hiciste? Ya conviértelo de una vez, de esa manera estarán unidos por siempre y tendrás una eternidad para ganarte su a,or.
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