CAPÍTULO 06
JAEJOONG NO sabía cuánto tiempo
llevaba corriendo, pero lo hacía sin rumbo, alejándose de esa casa, de esos
monstruos, de esa extraña realidad en la que se había vuelto inmiscuido.
Arrastraba los pies porque ni fuerzas tenía para levantar las rodillas. La
gravedad tiraba de él. En unas horas, el sol se pondría y ellos vendrían a
buscarlo, estaba seguro. Eran vampiros. Los vampiros tenían colmillos y
chupaban sangre. Ellos hacían eso.
Estaba en Inglaterra. Eso sí que lo
sabía. Había leído los carteles de las autopistas cuando lo trajeron en los
coches. Semidesnudo. Malditos bastardos.
Bajó la vista a sus pies. Llevaba
zapatos, téjanos y una camiseta. ¿No pensarían que por pedirle perdón y darle
ropa él iba a olvidarlo todo?, ¿no?
Resbaló y a punto estuvo de caer. La
zona en la que se hallaba era un prado verde bastante extenso. Al horizonte, se
erguía una zona industrial. Las chimeneas de las fábricas sacaban humo espeso y
negro.
Jaejoong pensó que había demasiada
polución allí. Por suerte, hacía sol, pero era consciente que Inglaterra tenía
fama de ser la tierra de las nubes y las lluvias.
Si las fábricas soltaban esos humos tan
espesos, seguramente, ayudarían a formar una capa oscura sobre toda la zona.
No conocía nada de aquella tierra.
Sólo Londres, por un viaje de siete días que hizo con el instituto. Pero no
visitaron ningún pueblo de los alrededores. Al menos, su inglés era perfecto y
no tendría ningún problema para comunicarse. Menudo consuelo... Después de todo
lo que le había pasado... Le entraron ganas de reír.
Miró al cielo. Bueno, no era un
lugar feo. Sólo hacía falta conocer sus puntos fuertes, pensó.
Tarareaba canciones para ignorar el
estado de nervios en el que se encontraba desde ayer. Lo habían secuestrado,
habían matado a su padre delante de sus narices. Le habían arrancado la ropa,
le habían pegado y tocado sin ningún respeto, insultado y, además, atado a una
cama con un cinturón como si fuera un actor porno al que le gustara el
sadomasoquismo. Dejó de cantar.
Yunho le había robado la virginidad
como una hiena carroñera.
Porque él no había consentido. Había
sido rudo y un auténtico animal al principio, pero luego... Luego algo había
cambiado, en el mismo momento en el que se había dado cuenta de que él era
virgen todavía.
Entonces lo había tocado para
excitarlo, para que él encontrara el placer y, además, empezó a moverse de un
modo más suave. Profundo, pero suave. Y él había encontrado placer, sin duda.
Dos veces (sin contar la del coche) hasta que sintió la boca de Yunho en el
cuello. Sabía que tenía que sentirse ofendido y humillado. Y una gran parte de
él se sentía así. Sin embargo, la intimidad con el vanirio le había dejado
huella.
Se paró en seco y abrió los ojos.
Puso su mano izquierda sobre la zona de su garganta que Yunho había chupado. Lo
había mordido. El muy canalla... Le había clavado los colmillos, lamido y
bebido como si él fuera la solución a su sed.
Al recordarlo, el cuello y una zona
que estaba mucho más abajo le empezó a palpitar y a Jaejoong se le erizó el
bello de los brazos.
¿Acaso le había gustado? No, Jaejoong...
¿Cómo puedes siquiera pensarlo? Se enfado consigo mismo.
Cuando Yunho lo mordió, empezó a ver
estrellitas blancas que le nublaban la vista. Sentía que flotaba, que volaba
sobre la cama, con los brazos de Yunho como fortalezas de hierros candentes,
alrededor de su cintura, y con sus manos, apretadas y tensas sobre sus nalgas.
Sin rumbo de nuevo, fue consciente
de que cada paso le resultaba doloroso. Había partes del cuerpo que le
escocían. Zonas íntimas. El trasero, por ejemplo.
No tenía mucha noción del tiempo que
llevaba corriendo, pero estaba convencido de que eran más de tres horas.
¿Con quién podría hablar de lo que
le estaba pasando? No tenía dinero para llamar por cobrar a Corea. Si hablaba con
los policías, se reirían de él. ¿Quién iba a creerle? ¿Quién creía en vampiros,
por el amor de Dios?
Lo que estaba claro era que habían
matado a su padre. Su padre estaba muerto. ¿Por qué no podía soltar una mísera
lágrima por él?
No
hay nada por lo que llorar,
se respondió a sí mismo. Ni un recuerdo ni un gesto cariñoso ni una palabra
afectuosa. Nada. Era tan extraño haber visto morir a tu padre y quedarte tan
vacío. Vacío de recuerdos amables o de palabras cariñosas. Vacío de gestos
cómplices o de abrazos llenos de calor. Le dolía más ese vacío emocional que el
hecho de que él hubiera fallecido.
¿Sería verdad? ¿Sería verdad que
Newscientists estaba involucrada en la caza de los vanirios? Pero eso era algo
sobrenatural. No podía ser. ¿O sí?
Se estaba volviendo loco. ¿Si
hablaba con Changmin y Heechul, ellos le creerían?
Tenía que encontrar el modo de
volver a Corea. Los necesitaba. Necesitaba a la gente que lo quería, que le
daba calor. Ellos estarían preguntándose dónde estaba. Se llamaban cada día por
la mañana. Debería extrañarles no saber nada de él.
¿Y lo de su diabetes, qué? Goon iría
hoy por la noche a su casa y le administraría la insulina. ¿Y si no era
insulina como había dicho Yunho? De todos modos, él no iba a estar allí cuando Goon
fuese a verlo. Ni tampoco su padre.
Min Ki estaba muerto. Madre del amor
hermoso... ¿qué iba a hacer?
Una cabina. Una cabina y una buena
persona que le prestara dinero para llamar a cualquiera de los tres, eso era lo
que necesitaba.
Tendrían que viajar hasta Londres
para ir a buscarlo, pero él encontraría el modo de llegar a la capital.
Sin embargo, todavía no se había
encontrado con nadie.
Corrió y corrió hasta llegar a aquel
lugar industrializado. Tardó media hora más en llegar.
Era una urbanización. El centro de
una ciudad. Había casas a los lados de las calles y un cartel que indicaba el
nombre de ese recinto en el que se hallaba.
Las casas que había eran del más
puro estilo inglés. De ladrillo rojo, apareadas y de ventanas blancas. Algunas
con brezo en las entradas y los coches aparcados enfrente. Si tocaba el timbre
de alguna de ellas, seguramente nadie le abriría. No con esas pintas. Así que
desestimó la idea.
Un grupo de chicos jóvenes hablando
animadamente y riendo, ajenos a la pesadilla que él estaba viviendo, se
cruzaron con Jaejoong. No debería llamarles la atención, no tendría porque
fijarse en ellos a excepción de porque necesitaba ayuda y de porque uno de
ellos, un chico alto y enorme, de mejillas rosadas y pelo rubio, llevaba una
camiseta amarilla que ponía en inglés:
Conoce
a los hombres de Wolverhampton.
Se le cerraron los pulmones. No
podía tomar aire. Había un banco en la calle para sentarse y se sentó para
intentar relajarse. Cuando la sangre regó de nuevo su cerebro, empezó a
recordar el sueño que había tenido.
Papá
y mamá hemos dejado dos regalos para ti. Están enterrados en la piedra mágica
bajo el puente ¿Te acuerdas de la piedra, cielo mío? ¿Recuerdas Wolverhampton?
Jaejoong apoyó los codos en las
rodillas y la cabeza sobre las manos. Se masajeaba el cuero cabelludo con las
yemas de los dedos.
Ese sueño... ¿Era él el niño al que
hablaban aquellas dos personas? Pero... ¿cómo podía ser? Él no recordaba nada
de aquello.
Alzó la cabeza y miró hacia todas
direcciones. Toda la gente que pasaba lo miraba extrañada. Qué pinta debería de
tener... sudado y magullado.
Sin pensarlo dos veces paró a los
jóvenes y se dirigió al chico de la camiseta.
—Necesito ayuda, me he perdido —dijo
hablando lo más calmado posible.
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó
el chico seriamente preocupado. Echó un vistazo a las magulladuras de la cara.
— ¿Lo dices por esto? — Jaejoong se
señaló la cara y la muñeca. —Me lo hice anteayer. Me... caí de una moto.
Los chicos se miraron un tanto
desconfiados.
—Necesito ir hasta Wolverhampton.
Vengo con un grupo de amigos de Corea. Estábamos visitando, pero me despisté y
los perdí de vista. El autocar que nos trajo hasta aquí, ya se habrá ido.
Nuestro lugar de encuentro es Wolverhampton. Debo llegar antes de las siete de
la tarde. Pero no puedo llegar porque... porque uno de mis amigos lleva mi
bolso con el móvil y con mi cartera. Ahora no los puedo localizar ni tengo
dinero para ir hacia allí — ¿De dónde le salía tanta habilidad para mentir?
El chico sonrió y se miró la
camiseta.
—Entonces sabrás que soy un hombre
de Wolverhampton, ¿verdad? —señaló las letras y el logotipo en forma de cara
lobuna que había dibujado en el pecho.
—Bueno —dijo Jaejoong dándole una
espléndida sonrisa que lo dejó cautivado a él y a sus amigos, —eso parece
indicar tu camiseta. ¿Me podrías decir cómo llegar hasta allí?
—Podemos acompañarte si quieres —le
dijo él. —Yo vivo allí y, además, he traído coche. No pensarías ir andando,
¿verdad?
—Pues... sí.
—Bueno, no queda muy lejos si vas
con cuatro ruedas. Andando tienes como unas cuatro horas y media.
—Vaya —miró sus zapatos. No iba a
poder caminar mucho más. Todavía le escocían las heridas de los pies.
El chico miro su calzado y lo animó.
—No te dé vergüenza... —esperó a que
le dijera su nombre.
—Eh... Jaejoong —le dio la mano y él
se la cogió.
—Yo soy Bob. Encantado de conocerte.
—Igualmente.
— ¿Entonces te llevo?
Jaejoong dudó un segundo.
—No te preocupes. Si quieres,
nosotros también podemos acompañarte —dijo otro del grupillo, más alto y
delgado que Bob. Intentaba convencerlo. —Bob es muy peligroso con los chicos
bonitos como tú.
Jaejoong fingió que no lo había
oído. Lo último que necesitaba era más ego masculino. Había tenido una buena
dosis con el monstruo de Yunho. Y aun así, no sabía si fiarse de ellos. Pero
pensó que no todo el mundo tenía que ser malvado.
—No quiero importunarlos —dijo Jaejoong
mordiéndose el labio.
—Tranquilo, no te preocupes. Yo ya
iba hacia allí —le dijo Bob. No. Ese chico no le haría daño. Parecía ser buena
persona. —Llegaremos en veinte minutos, ya verás —insistió.
— ¿Qué hora es ahora? —le preguntó Jaejoong.
—Son las cinco y media.
Había corrido y caminado más de lo
que creía. El miedo puede inyectar grandes dosis de adrenalina.
—Está bien, Bob. Me fío de ti.
Una vez sentado en el asiento del
copiloto de un New Beatle rojo, se ensimismó recordando el sueño. No entendía
por qué había decidido hacerle caso ni por qué le urgía llegar. Su plan previo
había sido localizar una cabina, conseguir dinero, llamar a Corea y que lo
vinieran a buscar. Pero su idea se desvaneció al llegar al pueblo y al cruzarse
con esos chicos.
¿Y si era una señal? Bien, ahora lo
sabría.
—Debiste ponerte muy nervioso cuando
te encontraste solo sin tus amigos en un país desconocido y sin dinero...
Jaejoong se aclaró la garganta y
miró a Bob. Por fin se había encontrado a alguien bueno. Alguien educado y
amable que estaba dispuesto a ayudarlo gratuitamente. Era un chico joven, de no
más de treinta años.
—Sí, me asusté un poco —contestó
algo avergonzado, sin mentir del todo.
—Yo también me asustaría.
Jaejoong lo miró de arriba abajo.
Era un auténtico tanque. Grande, corpulento y con unos brazos de levantador de
pesas que intimidarían a muchos.
—Sí, seguro —le dijo Jaejoong intentando
sonreír. —Claro que no —él se echó a reír.
Cómo estaba cambiando su vida,
pensaba mientras miraba por la ventana. Sentado en un coche, con un chico al
que no conocía, guiado sólo por su intuición que le decía que Bob no era malo.
Yendo de cabeza a perseguir un sueño. El primero que había tenido desde los
siete años.
—Yo quiero ir a Corea algún día.
Tengo conocidos que han visitado tu país y han regresado contando maravillas de
el.
—Bueno, es un país realmente bonito
y lleno de cultura —dijo Jaejoong obligándose a hablar con su salvador. —Casi
siempre hace sol, las playas son espectaculares y las noches, cálidas y llenas
de ambiente jovial. La comida es excelente.
— ¿Te gusta el deporte, Jaejoong?
—Me gusta mucho. Todo tipo de
deporte, pero sobre todo me gusta el fútbol.
—Bueno, no te discutiré, pero el
mejor equipo aquí es el de los Wolves. Así que te daré dos entradas para que
vayas a verlos al torneo de verano que organizan. ¿Hasta cuándo estarás aquí?
No lo sabía. Dependía de si volvía a
encontrarlo Yunho y los suyos.
—Me iré pronto —respondió Jaejoong con
la esperanza de que sus palabras fueran ciertas.
—Bien. Entonces yo te doy las
entradas y tú decides si puedes ir o no a verlos antes de que te vayas, ¿ok?
—abrió la guantera con la mano izquierda y cogió las dos entradas. Se las
ofreció.
Jaejoong las tomó, asintió con la
cabeza y volvió a mirar por la ventana. Lo último que quería era ir a ver un
partido de fútbol y muchísimo menos entablar conversación con nadie. Estaba a
punto de desmoronarse y llorar por lo que había vivido.
Llegaron a una ciudad llena de vida,
comercios y mucho, mucho ambiente. Pasaron por delante de una preciosa iglesia.
Jaejoong la admiró.
—Es Saint Peter's Church. Bonita,
¿verdad? —le indicó él. —Tienes de todo para ver aquí. Galerías de arte,
teatro, tiendas, parques... Y a partir del uno de julio se convertirá en una
ciudad sin malos humos —puso dos dedos abiertos sobre los labios e hizo como si
fumara y se ahogara.
— ¿Prohíben el tabaco
definitivamente?
—Sí. No se podrá fumar en ningún
lugar público. Es genial.
—Sí. Fumar mata —musitó con sorna.
Después de la pesadilla que había vivido, lo de fumar o no fumar le parecía
ridículo.
Bob asintió. Puso el indicador de
dirección a la derecha. Bob parecía uno de esos hombres ingleses. Muy educados,
muy caballerosos y también muy niño de papá. Pero era bueno de corazón y
completamente inofensivo.
— ¿Has visto algo más de la ciudad?
—le preguntó mirando por el retrovisor y desviando el coche hacia el mismo
lado.
—Algo —como odiaba mentirle.
—Tienes la oficina de turismo cerca.
Les darán unas guías espléndidas.
— ¿Tú vives por aquí? —preguntó. No
estaría mal tener a alguien con quien contactar, por si acaso.
—Vivo cerca del Cineworld. La sala
de multicines de Wolverhampton.
Paró el coche. Estaban justo
enfrente de un inmenso parque de césped verde, muy pulido y bien cuidado, con
árboles por doquier y adorables caminitos que seguir que se perdían entre la
vegetación.
—Bueno, aquí es.
Jaejoong asintió con la cabeza y
frunció los labios en un gesto nervioso. ¿Cómo iba a agradecerle lo que había
hecho por él?
—Bob, no te imaginas el favor que me
has hecho trayéndome hasta aquí.
—Compénsamelo viniendo al torneo —le
sonrió agrandando los ojos.
—Haré lo posible —se reclinó y le
dio un beso amistoso en la mejilla. Se lo merecía por haber sido su caballero.
—Vaya —se había sonrojado. —Espera
—lo detuvo antes de que saliera por la puerta. Sacó su cartera y le dio cinco
libras. Apuntó su teléfono en un papel con un boli y también se lo dio. —Puedes
utilizar este dinero para lo que tú creas conveniente. Si me necesitas, llámame
a este número. Y si no encuentras a tus amigos, utiliza el dinero para
llamarlos a ellos y localizarlos. Te prestaría mi móvil, pero no lo llevo.
—Bob, si no nos vemos más —le dio la
mano y la apretó agradecido, —guardaré este número para llamarte y asegurarme
que cuando vengas a Corea, yo te pueda enseñar la ciudad.
—Jaejoong, conozco las marcas que
dejan los puñetazos —le dijo en voz baja. —Yo mismo soy boxeador. Por favor, si
necesitas ayuda, no dudes en llamarme.
Jaejoong se quedó blanco al oír
aquel sincero ofrecimiento y lo mucho que había acertado. Cómo me gustaría explicárselo a alguien.
Bob le sonrió y Jaejoong, a su vez,
le sonrió con tristeza. Así se despidieron.
Había gente buena en el mundo. Gente
muy buena en Inglaterra, en Wolverhampton. No todo iba a ser malo, ¿no? Estaba
convencido de que volvería a ver a Bob.
De repente se encontró solo frente al
parque que le hacía sentirse pequeño no sólo de estatura, sino de edad. Curiosa
sensación, pensó.
Se adentró por los caminos y sintió
cómo se le ponía la piel de gallina. Parecía recordar el lugar. Pero era
imposible, porque él no había estado allí, jamás. Olía a hierba mojada, a
verano y a dulce, a nube dulce. A mano derecha, un río serpenteaba y pasaba por
debajo de un puente.
Se le paró el corazón. Un puente.
Las manos le empezaron a sudar y
tuvo que inclinarse y apoyarse sobre sus rodillas para volver a tomar aire. No
era buen momento para un ataque de pánico.
La gente paseaba por su lado como si
fuese un día normal. Pero aquel no era un día normal. Jaejoong lo sabía
perfectamente. Un grupo de vampiros psicópatas lo habían tomado con él y había
tenido un sueño en el que recordaba la vida de una pareja y su hijo. Además
había perdido a su padre y, para colmo, también la virginidad. Ahora tampoco le
daba mucha importancia al hecho de haberla perdido, pero sí al modo en que lo
había hecho. Tenía que dejar de pensar en ello y centrarse en su sueño.
El lugar. Aquellas personas. El
puente.
Salió del camino y se tumbó en la
hierba. Había catarinas revoloteando por el césped y mariposas cerca del agua
del río. Cayó de culo y se cogió las piernas.
Todos los instintos le decían que
estaba en el sitio y en el momento correcto. Que hacía mucho tiempo alguien
escondió un regalo bajo ese puente, en una piedra mágica. Un puente no muy
grande, pero dotado de un especial encanto.
Una imagen atravesó su mente. Él en
brazos del hombre y de la mujer. De noche, en pleno verano. El día de su
cumpleaños. Un ladrillo del puente abierto y algo que introducían en el
interior. Luego colocaron el ladrillo de nuevo.
Sacudió la cabeza y se la agarró
entre temblores.
Estaba enfermo. No había otra
explicación. Aquella visión era una alucinación.
No. No era ninguna alucinación.
Joder, Jaejoong, despierta... Lo había mordido el hombre más increíblemente
hermoso y malvado que había visto en la vida. Lo había mordido con sus
colmillos. Había caminado por subterráneos y conocido a los llamados vanirios.
Había soñado con otra vida que, a lo mejor y sin lograr entenderlo, le había
pertenecido alguna vez. ¿Qué había de sus recuerdos antes de los cinco años?
¿Dónde estaban?
El niño del sueño se llamaba Jaejoong.
Era su nombre exacto.
Yunho estaba en lo cierto. Su
diabetes estaba perfectamente controlada, nunca había tenido ningún problema.
¿Cuándo se la diagnosticaron? A los siete años. ¿Qué le pasó? ¿Recordaba
haberse sentido mal o haberse desmayado para que le diagnosticaran esa
enfermedad? No. De hecho, no recordaba nada antes de eso.
Yunho estaba en lo cierto. Cuando Goon
lo pinchaba, no tardaba más de diez minutos en caer en la inconsciencia hasta
el día siguiente. Después de la diabetes, dejó de soñar. Entonces, ¿antes
soñaba?
Fuese lo que fuese, estaba vivo
todavía y tenía la oportunidad de saber si ese sueño había sido o no la visión
de una vida que había perdido en los retazos de su memoria.
Hacía sol, pero a la luz del día no
podía colocarse bajo el puente. Los guardias forestales del parque le llamarían
la atención. Esperaría a que no hubiese casi nadie para hacerlo, aunque se
arriesgaría a que llegara la oscuridad y con ella, Yunho y su clan.
Se estiró y sin quererlo ni creerlo,
se relajó.
A las doce de la noche, cumpliría
veintidós años. Ya no sería el mismo Jaejoong. ¿Cómo podría serlo?
Pensó en los planes de futuro que
tenía: en el proyecto de formación de pedagogos en Londres, en el deseo de
poder ayudar a la sociedad a través de un nuevo método de educación. Ya no
podría seguir su sueño.
A duras penas, se mantenía cuerdo en
aquel momento como para ser capaz de enseñar nada a nadie. Esa gente se lo
había robado todo, pero no iba a quedarse de brazos cruzados.
Primero intentaría averiguar qué le
estaba pasando y por qué lo asaltaban esos recuerdos ajenos. Y luego,
averiguaría cuáles eran los procedimientos reales de la empresa en la que
trabajaba y que dirigía su fallecido padre. Si lo que decía Yuhno era verdad,
no podía permitirse algo así. Estaban matando a seres que tenían sus propios
hijos. Niños que eran diferentes y que sufrían viendo cómo mataban a sus
padres. Un niño era un niño fuese de la naturaleza que fuese.
Jaejoong había visto morir a su
padre. ¿Por qué no sentía su muerte? ¿Por qué?
Apretó los puños y golpeó el suelo
mullido de verde. Sintió que algo le mojaba la sien. Lo apartó con la mano y
descubrió que era una lágrima y que estaba llorando.
—Basta, basta de llorar... —se
incorporó y quedó sentado de nuevo con las piernas cruzadas.
Jaejoong no había pedido nada de
eso. No había elegido descubrir lo que había descubierto. Estaba metido hasta
el fondo en algo que no había reclamado, en una guerra que no era suya. Pero lo
habían involucrado. Pues, ya era suficiente...
No tenía nada. Estaba solo. ¿Qué
podía perder? No era ningún cobarde. Ni tampoco de ese tipo de personas que se
echan la manta a la cabeza para olvidarse del mundo.
Un mundo de noche, sangre y clanes
lo había sacado de su vida acomodada y agradable. Ahora que todos cargaran con
las consecuencias.
Yunho, el primero. ¿Por qué no podía
dejar de pensar en él? Se frotó las muñecas con la mirada perdida.
Se levantó. Miró a un lado y al otro
y, sin pensárselo dos veces, bajó la cuesta que llevaba a la orilla del río.
Vigilando que nadie lo viera, introdujo los pies en el río. El agua estaba
fría, pero agradeció el cambio de temperatura, porque le hizo tomar contacto
con la realidad. Sobre la superficie había pequeños mosquitos. Dio gracias a
que el río no llevase mucha agua. Estaba casi vacío. Con toda la rapidez de la
que fue capaz, se ocultó debajo del puente de piedra y empezó a palpar los
ladrillos que conformaban el arco del puente.
Había un ladrillo, casi oculto por
el agua, que tenía unas letras escritas. Jaejoong se agachó y lo palpó
intentando leer la inscripción.
J J S FOREVER.
¿J J S para siempre?
Jaejoong vigiló que nadie lo viera.
Estaba oscureciendo y la gente ya no paseaba. Introdujo los dedos por los
laterales del ladrillo. Parecía estar hueco. Y... se movía...
Envuelto en una renovada curiosidad,
intentó desencajar el ladrillo. Le costó bastante. Sólo un poco más y... zas...
El ladrillo salió y quedó reposado en sus manos. Sonrió y miró el agujero negro
que había en la pared. Introdujo la mano palpando con cuidado. ¿Habría ratas?
No pienses en eso.
Tocó barro húmedo, pared rugosa y
algo envuelto en un paño. Introdujo medio brazo para alcanzarlo y amarrarlo con
fuerza.
Papá
y mamá hemos dejado dos regalos para ti. Están enterrados en la piedra mágica
bajo el puente ¿Te acuerdas de la piedra, cielo mío?
¿Era verdad? Logró sacar el paño con
lo que envolvía. Era algo rectangular, un poco grueso y pesado. Dios mío, todo
aquello era real.
Salió del río corriendo como si
estuviese poseído. Amarraba ese tesoro como si le fuese la vida en ello. Miró
al cielo, el sol se estaba poniendo. Malas noticias.
Con los pantalones téjanos mojados,
los pies húmedos y las manos temblorosas, buscó el cobijo de algún lugar del
parque. Bajo un árbol, tras un matorral, detrás de un muro, cualquier lugar
sería bueno para estudiar lo que llevaba con el.
Encontró un grupo de árboles que
parecían dibujar la forma de un arco. Se colocó detrás de ellos y quedó
cubierto por los troncos. Cayó de rodillas y dejó el tesoro sobre el césped.
Quitó el paño mugriento. Aquellos regalos estaban cubiertos por un plástico
aislante de la humedad. Lo quitó también y entonces sus ojos descubrieron por
primera vez lo que el tiempo había escondido bajo el puente.
Un libro. Tenía las tapas duras
cubiertas de minúsculas piedras preciosas verdes. En el centro, con topacios
más oscuros, había escrito:
JADE.
Entre el plástico aislante se
divisaba otro objeto enrollado de un modo menos cuidadoso. Un cuchillo de
valiosa y excelente manufactura. La empuñadura, en forma de oso levantado sobre
las dos patas traseras, parecía ser de marfil blanco y pulido. El oso tenía
dibujado en la panza un símbolo que él conocía muy bien. Un símbolo celta
llamado triskel. Jaejoong sabía que significaba la interacción entre el cuerpo,
la mente y el alma. Lo había leído en uno de los libros sobre mitología y
simbología ancestral que tenía Changmin en su casa. A Changmin le encantaban.
Jaejoong acarició la empuñadura y
giró el cuchillo para admirar la hoja. Todavía cortaba y el acero brillaba
refulgentemente.
Acercó la hoja a sus ojos y divisó
una inscripción.
«An
Duine Táirneánach».
¿Qué quería decir? Y... ¿en qué
idioma estaba escrita? Tratando de recordar el sueño, entendió que había
palabras que, aunque a él le sonaban, no las había escuchado nunca antes y
estaba seguro de que eran palabras antiguas. Jaejoong sabía bastantes idiomas
como para diferenciar las etimologías y las diferencias entre lenguas modernas
y antiguas.
Esa lengua ya no se hablaba. Pondría
la mano en el fuego.
Cubrió la hoja del puñal con parte
del plástico y se lo guardó en la parte de atrás del pantalón. No en el
bolsillo, sino entre la ropa interior y...
¿Ropa interior? Jaejoong tiró con
los pulgares del tejano y vio que llevaba bóxers amarillos. Había salido tan rápido
de esa casa que ni se había parado a pensar en lo que llevaba puesto. Si
hubiera estado desnudo, también habría huido del mismo modo. Pero bueno, ¿quién
lo había cambiado de ropa? ¿Habría sido Junsu?
Se acomodó bien el puñal. Lo colocó
con cuidado de modo que no sufriera riesgo de cortarse. Sólo le faltaba eso...
Apoyó la espalda en el tronco del
árbol más curvado y tomó el libro. Lo acarició sutilmente.
Hizo inspiraciones lentas y
profundas recordando las clases de yoga que había hecho en el gimnasio. Tenía
los pelos como escarpias y estaba convencido de que empezaba a tener fiebre.
Sus manos frías y temblorosas acogieron las tapas y las abrieron. Eran hojas un
tanto amarillentas, pero bastante gruesas.
Las primeras hojas estaban escritas
en símbolos que no logró entender. Y parecían, además, símbolos quemados sobre
el papel. Cómo le disgustaba desconocer algunas cosas. Irritado, pasó las
páginas rápidamente hasta llegar, por fin, a palabras escritas a mano en
inglés. Un inglés que parecía actual.
Mi
querido Jaejoong, éste es mi regalo más preciado para ti. Me gustaría poder
dártelo en mano pero, sin embargo, creo que cuando lo tengas querrá decir que
yo ya no estaré contigo para poder explicarte todas aquellas cosas que tú
desees saber.
Con
él me recordarás siempre, y aprenderás todo lo necesario respecto a ti y
respecto a lo que eres y a quién eres.
Es
un diario como ya te habrás imaginado. Nunca tuve nada especial que explicar
hasta que conocí a tu padre. Luego llegaste tú.
Tendrás
muchas preguntas respecto a lo que te pasa o a por qué te sientes diferente al
resto. Confío en que este libro te sirva de guía, mi estrella.
Te
quiero con todo mi corazón.
Mamá.
Tragó saliva y cerró los ojos.
Parecía que la tierra daba vueltas bajo sus pies. Se sentía mareado y
desorientado. Siguió leyendo.
De
donde yo vengo, cuando nacen niños y niñas como nosotros se celebran fiestas
por tan dichoso evento. Los que pueden procrear son venerados y respetados,
porque son la cuna y el corazón del futuro de nuestro clan.
Cuando
cumplí los dieciocho años, me regalaron este libro. En él debía escribir, si
así lo deseaba, todo aquello que pasara en mi vida.
Supongo
que lo que me ha sucedido hoy, a la edad de 22 años, es lo primero que
escribiré.
Ha
llegado mi conversión. He pasado de ser una humana a convertirme en una
berserker. Ha sido extraño y doloroso, pero parece que ya he hecho la mutación.
A los 22 años, tal y como nos manda la tradición.
Y
creo que es una locura, porque desde entonces tengo una cola de berserkers
machos esperando a que les escoja como pareja. El clan cree que soy la mujer
más bonita que ha existido entre ellos. Dicen que soy especial y me apodaron
princesa Jade.
Estoy
cohibida y ebria de tanta adoración.
Jaejoong no dejaba de sudar. Se le
había secado la lengua y oía un pequeño zumbido en los oídos.
El
libro ha estado vacío de palabras importantes hasta esta noche. Hoy he conocido
al hombre más increíblemente hermoso y apuesto que he visto en toda mi vida.
No
sé cómo ha sucedido, pero lo he encontrado mirándome entre los setos cerca del puente.
Vigilándome y acechándome. Cuidándome y, a la vez, amenazándome. Así es cómo me
siento. El es una amenaza.
Hoy
lo he vuelto a ver, pero esta vez he procurado estar acompañada de los machos
del clan. Ellos me siguen allá donde voy como perros en celo. Son tan
adorables.
He
sentido sus ojos sobre mi nuca, sobre mi cuello y juraría que me ha hablado
mentalmente. Ha exigido que me apartara de ellos y que fuera hacia él, que
volviera a él. Si lo ha hecho, no puedo acercarme. Si su voz era real, debo
apartarme. El es nuestro enemigo.
Hoy
me interné con el clan. Tenían ganas de acción y sabían que allí la
encontrarían. Nada mejor que abrir antiguas rencillas entre ellos y los
chupasangres. No me gustan las peleas, las odio, no sé por qué me han llevado,
pero el ego masculino es así.
El
estaba allí. Se reía de nosotros, mordía a los chicos con la mirada y me
devoraba a mí con los ojos. Me miraba. Me estudiaba. Me asusta y me quema por
dentro. Al final no ha habido pelea. Demasiados humanos de por medio.
No
sé cómo ha sucedido, pero tres hombres vestidos de negro han intentado abusar
de mí en las montañas de Wolverhampton. Eran humanos. Por suerte, él me ha
salvado. Creo que los ha dejado inconscientes, si no los ha matado, porque
nunca había visto a nadie luchar con tanta furia.
Me
ha abrazado y me ha cogido en brazos como si fuera una desvalida. Y me ha dicho
que yo era suya, que me prohibía que me apartara de él. Me he enfadado. Me he
enfadado tanto... Nadie me da órdenes y ese hombre parece que es un dominante y
un abusón. Los vanirios son unos prepotentes. Siempre fueron así. Me tocó y me
sobó como si fuera realmente algo de su propiedad, sin tener en cuenta si yo lo
deseaba o no. Me da miedo.
Me
da miedo, pero... me gusta. Despierta en mí algo primitivo que se encontraba
dormido en mi interior. No me quiere decir su nombre todavía.
No
puede hacerlo. No puede hacerlo... Pero, ¿qué se ha creído? Esta noche me ha
secuestrado y me ha llevado a su casa. Una casa preciosa rodeada de jardines y
flores silvestres. Me ha dicho que me deseaba y yo he querido forcejear con él,
he querido liberarme de sus fuertes brazos, de su calor, de su atracción y de
su boca que me lamía el cuello y arrasaba mis labios y mi lengua. Debería estar
prohibido besar de ese modo. Aun así sigue asustándome. Me asusta su
intensidad, su modo de querer dominarme y someterme a él como si fuésemos
fieras salvajes. Soy una berserker, soy una fiera por naturaleza, pero él es
mucho más salvaje que yo. Y no sé si estoy preparada, porque él,
definitivamente, no es como yo. Después de discutirnos, me ha dejado de nuevo
en Wolverhampton y se ha ido sin despedirse.
Hoy
me ha vencido y ha derribado todo mi autocontrol. No sé cómo ha pasado. Debió
de ser la luna llena y él, ese insoportable y endiabladamente sexy vanirio, se
ha metido en mi mente y no me quiere liberar de sus cadenas.
Lo
he encontrado hablando con una chica rubia y de tetas enormes (mi padre me
cortaría la lengua por hablar así). Me han entrado ganas de arrancarle los ojos
y de cortarle ese bonito pelo ondulado que tiene y que mueve de un modo
presumido y seductor. Creo que él, cuando me ha visto, ha sonreído y
desafilándome con la mirada se ha acercado más a la rubia y... La ha
acariciado...
Se
me ha hecho un nudo en el estómago y he sentido que quería reírse de mí, que
eso es lo que había estado haciendo desde que me vio. He salido de allí
corriendo como alma que lleva el diablo, pero me ha detenido a medio camino,
porque ha aparecido en el bosque como si también fuera de él. Le he exigido una
explicación y me he convertido en lo que dicen que son las mujeres y hombres
berserkers: guerreros celosos y posesivos de sus hombres. Menudo espectáculo.
El
me ha agarrado del pelo y me ha hecho callar con sus labios. Y yo he perdido el
norte. No es justo. No puede quitarme el conocimiento de ese modo. Me ha dicho
que quería saber hasta qué punto yo sentía algo por él, que por eso se ha
comportado así. Me ha culpado de ser fría, de no dejarme llevar, de no ir a él
cuando lo pedía. Le he dado una bofetada y le he dicho que no podía obligar a
los demás a comportarse del modo en que él quería que lo hicieran, pero después
de todo el berrinche, me arrepentí de haberle pegado. Estaba furioso y su
rostro parecía estar cortado por los mismos patrones que las esculturas
griegas. Me cogió como un saco inanimado, me colgó de su hombro y sentí que nos
elevábamos por los árboles y el bosque y que aterrizábamos en el jardín de su
casa. Yo estaba asustada, tenía miedo. No de él, sino de ese fuego abrasador
que reflejaban sus ojos. Me desgarró la ropa y me tumbó en la cama de su
habitación. No he logrado entender cómo llegamos hasta allí, pero llegamos
seguro. Me ha anclado a la cama y me ha separado las piernas. Le he gritado y
le he pegado todo lo que he podido pero él no me ha hecho ni caso. Se había
quitado la ropa y estaba desnudo, de rodillas entre mis piernas. Yo temblaba.
El me dijo, que no me resistiera a él, que no intentara alejarlo, que lo dejara
entrar y tomar libremente lo que quería. Nunca lo había visto así, los ojos
rojos y las pupilas negras, los dientes largos y lacerantes. Me dijo que me
haría daño, que no lo quería, pero que me lo iba a hacer porque no podía
controlar a la bestia que había en él. Que esa bestia se despertaba sólo
conmigo, pero que iba a intentar regresar. La primera vez iba a dolerme y, a lo
mejor, a asustarme. Después de superar ese trance, las demás veces iban a ser
frenéticas y rozarían el éxtasis, me aseguró. Eso me había dicho. ¿Cómo podía
creerlo?
Yo
no podía estar más asustada de lo que ya estaba.
Se
cernió sobre mí, encajó las caderas entre las mías y, sufriendo el dolor más
ardoroso e irritante que había sentido hasta entonces, me penetró de una sola
embestida. Luego fueron más hasta que mi útero lo dejó entrar por completo.
Era
un animal. Me había arañado la piel, sentía que yo estaba sangrando entre las
piernas, oía mis sollozos, mis súplicas de que parara, pero no lo hizo. Nada
podía detenerlo. Me clavó los colmillos y bebió hasta que perdí el conocimiento.
Aun así, creo que ni entonces se detuvo.
Cuando
volví a despertarme, tenía un regusto a hierro en la boca. Salté de un brinco
de la cama y busqué la puerta más cercana para salir de allí. El me daba miedo.
Estaba aterrorizada, enfurecida y dolida por su comportamiento.
Me
detuvo cerniéndose sobre mí y aplastándome contra la pared de espaldas a él.
Seguía siendo demasiado agresivo. A través de la ventana podía ver la luna
pálida y brillante en el cielo, más grande que nunca. Yo no quería volver a
unirme a él, no quería ese tipo de relación. Además, él era un vanirio y yo una
berserker. No nos caemos bien, nos repelemos.
Me
abrazó, esta vez sin violencia, sólo con ternura y algo de posesividad y hundió
la cara en mi cuello. Con un hilo de voz, me rogó que no lo abandonara, que ese
tipo de unión se daba sólo la primera vez, con la verdadera pareja. Yo era su
cáraid, me dijo, su pareja eterna. Me dijo que yo era suya y él era mío, y me
suplicó que le dejara amarme otra vez como él sabía hacerlo. No sé por qué me
acongojé después de aquellas palabras, sobre todo después de cómo me había
tratado, pero quise confiar en él. Volvió a tomarme en brazos y a dejarme sobre
la cama. Con sus manos y sus besos, calmó mis temblores y mis miedos. Con su
lengua, lamió y chupó mis heridas y también las que no se veían. Se colocó
entre mi entrepierna y yo me cubrí, me dolía y no quería que volviera a tocarme
ahí.
Cuando
me pidió que le dejara curarme, parecí verle los ojos humedecidos y muy
arrepentidos por lo que había pasado. Me enternecí, no lo pude evitar. Aparté
las manos, él me las tomó y me besó uno a uno los dedos de las dos. Luego se
acomodó entre mis piernas y me las separó con los hombros.
Posó
su boca y su lengua ahí abajo y yo me envaré. Aquello era increíble. Me chupó y
me chupó hasta que casi me saltaron las lágrimas pero esta vez de placer y,
después de llevarme al éxtasis tres veces seguidas, se acomodó entre mis
piernas y se hundió en mí. Yo creía que iba a enloquecer de gozo. No había
imaginado nada parecido entre parejas. Pero él, me lo había enseñado. Valió la
pena el sufrimiento inicial para luego recibir el placer más sublime.
Bueno,
pues ya no soy virgen. Ahora soy una mujer enamorada de un hombre llamado Seong
Hun. Jade, la princesa berserker, y Seong Hun, el guerrero vanirio. Menuda
pareja.
Di-os mí-o. Se le cayó el libro de
las manos. Estaba ardiendo y sentía la piel rebosante de sudor. No supo cuándo
empezaron los dolores, pero su estómago empezó a retorcerse y a quemarle como
si tuviera un incendio interno. Se encogió y apretó el libro contra su barriga.
¿Qué le estaba pasando? El dolor remitió poco a poco. Volvió a apoyarse en el
tronco del árbol, respirando con dificultad, ligeramente mareado y se dispuso a
continuar con el libro.
Seong Hun. ¿Sería el mismo amigo de Yunho?
Estaba convencido de que así era. Repasó las hojas siguientes que contenían las
descripciones explícitas de sus encuentros sexuales. Por lo visto, habían
disfrutado mucho el uno del otro.
Jade se había enamorado perdidamente
de Seong Hun y Seong Hun de ella. Parecían dos perros en celo, persiguiéndose
por las noches, practicando todas las posturas, unas veces de modo tierno,
otras veces rudo y violento, en función siempre del momento y el calor de la
pasión. Ambos eran apasionados, sin duda.
Luego había otros resúmenes extensos
sobre cómo eran los vanirios. Sobre la necesidad de su cáraid, sus parejas...
Parecía interesante, pero lo pasó de largo.
Llegó a otra parte del diario más
informativo.
Nos
hemos convertido en amantes fugitivos. Somos conscientes de que las diferencias
entre berserkers y vanirios son completamente insalvables. Si decimos que
estamos juntos, habrá una guerra de nuevo. O peor, nos matarán por haber
cometido desacato. Pero estamos enamorados y queremos disfrutar de nuestro amor
todo el tiempo que nos regale la vida.
Así
que hemos decidido irnos de Inglaterra. No podemos ocultarnos por más tiempo.
Debemos encontrar un sitio ideal para nuestras características. Creemos que
Rumania es una buena opción.
Seung
Hun está un poco apenado por dejar su clan y a su mejor amigo Yunho, pero está
todavía más afligido por las diferencias que han distanciado a las dos razas
hasta el punto de matar por matar, de perseguir por perseguir, o de prohibir
por prohibir. Yo estoy apenada por no poder despedirme de mi padre, As. Pero es
lo que nos toca vivir ahora a Seong Hun y a mí. Es lo que arrastra la historia
de los vanirios y los berserkers. Ambos somos seres mágicos de linajes
ancestrales y, sin embargo, eso es lo único que tenemos en común, por lo visto.
Los
Balcanes tienen su encanto. La gente aquí es cálida y aunque hay berserkers y
vanirios, increíblemente, parece que se soportan mejor que en Inglaterra o al
menos... ésa es la impresión. Algunos humanos conocen de nuestra existencia,
pero seguimos entre los mitos y las leyendas. En realidad no quieren creerle.
No nos hemos querido relacionar con ningún clan. No sabemos hasta qué punto
podrían volar las noticias hasta las islas y, aunque sabemos que al parecer no
hay mucha relación entre los clanes alrededor del mundo, tampoco queremos
arriesgarnos.
Estoy
embarazada. Seong Hun y yo hemos hecho nuestro pequeño milagro. Los berserkers
tenemos camadas, pero yo no estoy segura de que vayan a ser más de uno, sobre
todo al ser el padre un vanirio, pero Seong Hun desea que así sea. Dice que
quiere réplicas nuestras en miniatura. Yo me he echado a reír. Es tan tonto...
Sorpresa
inesperada la de hoy. Ryu Jin nos ha encontrado. No sabemos muy bien cómo, pero
ha asegurado que el vínculo entre hermanos es tan fuerte que al final pudo
encontrarlo. Nadie sabía que Seong Hun y yo nos habíamos fugado juntos. Ahora Ryu
Jin lo sabe, pero no sabe que estoy embarazada. Hemos decidido no decirle nada.
Por lo visto, no se va a quedar, pero sí que le ha exigido a Seong Hun que esté
en contacto con él, al menos. Para no preocuparse innecesariamente. Seong Hun ha
accedido.
Hoy
ha nacido nuestro bebé. Es un niño increíblemente hermoso y rodeado del aura de
luz más pura y bonita que hayamos visto jamás. Seong Hun se ha echado a llorar
de la emoción y yo también. Me hubiera gustado que mi padre conociera a mi hijo,
pero no sé cómo reaccionarían al saber que es hijo de un vanirio. Y Seong Hun deseaba
que en un día tan especial sus amigos, Yunho y Junsu, así como Yoochun y Hong
Hyun, estuvieran presentes, sobre todo Yunho que, aunque no son hermanos de
sangre, sí que lo son de alma y corazón.
Seong
Hun está afectado por eso. Cree que está traicionando a su amigo pero, al igual
que yo, prefiere no decir que se ha enamorado, casado y creado una familia con
una berserker y no porque nos avergüence, sino porque podría haber represalias
indeseadas en ambos bandos. Por lo demás, hoy es nuestro día más feliz. No
hemos tenido ningún problema para escoger el nombre. Se llamará Jaejoong.
Jaejoong se enjuagó las lágrimas. El
dolor aparecía a intervalos cada vez más cortos y seguidos. El libro lo ayudaba
a mantener la atención alejándolo del foco del dolor, pero cada vez le costaba
más.
Jaejoong. Qué bonito.
Hay
unos hombres muy extraños merodeando por las montañas. En el pueblo, se están
dando varias muertes en circunstancias un tanto peculiares. La gente señala a
los bosques como la procedencia de los que se hacen llamar nosferátums,
vampiros que matan a los humanos y se beben sus almas.
Estos
hombres extraños dicen buscar a los nosferátums. No sé qué pensar.
Jaejoong
ya tiene un año. Es un bebé sano y precioso. Puede salir al sol sin quemarse,
bebe leche de mi pecho y tiene unos ojos enormes y rasgados de color oscuro. El
color de los ojos de su padre antes de que los Dioses le convirtieran en
vanirio. Ahora son de un color lila que quita el sentido.
No
lo entiendo, cuanto más tiempo pasa, más nos necesitamos el uno al otro. Más
necesito de su contacto y de su cuerpo. Es como una enfermedad. Bendita
enfermedad...
He
empezado a comprender lo que significa ser su cáraid. El también es el mío. No
puedo vivir sin él y él tampoco sin mí.
Seong
Hun está inquieto y yo también. Las muertes se suceden aprovechando las guerras
de los Balcanes. Unos mueren por las balas o las bombas, otros por el hambre y
otros están muriendo porque los vampiros los están asesinando. Y no sólo ellos.
Últimamente parece que están siendo atacados por lobos. No quiero imaginar que
los lobeznos estén por aquí. Algo tengo muy seguro: ni los berserkers ni los
vanirios somos responsables de esas muertes.
Jaejoong
ya ha cumplido dos años.
Nuestras
dudas se han confirmado. Están tomando a vanirios y berserkers por igual. Nos
vigilan y nos persiguen. No buscan nosferátums. Nos buscan a nosotros. Hay una
organización de hombres humanos que cogen a la gente de las montañas y luego no
los devuelven. Esas desapariciones son la excusa perfecta para culparnos e ir a
nuestra búsqueda. Nos quieren responsabilizar, pero no es verdad.
Nuestro
pequeño Jaejoong... Puede que no esté seguro aquí.
Seong
Hun y un grupo de vanirios, junto con unos cuantos berserkers, han formado un
grupo de protección de clanes. Hay que barrer la zona e investigar a fondo a
estos cazadores.
Hoy
han matado a otro vanirio. Su cáraid está en shock. Intentamos prestarle ayuda,
pero creemos que ha caído en una gran depresión.
Hoy
Anna, la cáraid de Kerzhakov, se ha entregado voluntariamente al sol. Ha
muerto.
Seong
Hun y los demás han descubierto la organización y a sus cabecillas. El
principal instigador se llama Min Ki. Hay otros dos hombres. Ellos son la
cúspide de la organización.
Hoy
Seong Hun le ha dicho a Jaejoong que tenía un amigo muy guapo para él para
cuando fuera grande. Se trata de su mejor amigo, Yunho. Yo no lo he llegado a
ver, pero seguro que si es parecido a él, tiene que ser arrebatador.
Jaejoong reprimió una arcada. Estaba
literalmente tirado en el suelo. Su cuerpo sólo respondía al dolor. Leía el
libro de lado e intentó mantener los ojos abiertos. Si alguien lo encontraba en
esa posición, ¿qué iba a hacer?
Yunho. No podía ser él. Se negaba a
crees que fuera él.
Le dolía la cabeza, las sienes le
iban a estallar, los ojos iban a salirle de órbita. Le dolían los dientes y el
pecho. Tenía la sensación de que los huesos se le estaban congelando y le
crujían con cada movimiento.
Min Ki. Maldita sea. Él estaba en el
ajo.
Hemos
decidido regresar a las islas y alertar los clanes sobre estas organizaciones.
No sabemos cómo alcanzan a los vanirios ni a los berserkers, pero creemos que
trabajan en conjunto con los vampiros y con los lobeznos. Es la única respuesta
que se nos ocurre. Ellos tienen el poder mental para captarnos. ¿Por qué nos
persiguen estos humanos? Yo una vez creí que se aliarían con nosotros, no que
irían en contra. No les hemos hecho nada. Somos buenos, defendemos a los
humanos. Y, sin embargo, estos cazadores trabajan con los vampiros para darnos
caza.
Creemos
que están intentando extraer algo de nuestros cuerpos, algo que los vampiros
anhelan o que incluso los humanos desean y, aunque no sabemos con exactitud qué
es, tiene que estar relacionado con mutaciones genéticas de algún tipo.
Jaejoong
tiene cuatro increíbles y tiernos años. Nos tiene cautivados.
Desde
ayer, estos asesinos nos persiguen. Hemos regresado para alertar a los
vanirios, pero creemos que los cazadores ya tienen gente que trabaja para ellos
justo aquí. No podemos movernos sin levantar sospechas, y creemos que nos
siguen. No podemos llevarles ni hasta los vanirios ni hasta los berserkers.
Quisiera poder avisar a papá. Así que esperamos que Ryu Jin se encargue de
alertarlos a todos. A nosotros nos persiguen casi en manadas. Me da miedo
pensarlo, pero creo que saben que somos una pareja de razas distintas y que de
esa unión ha nacido alguien como Jaejoong. Temo por él... Creo que les interesa
mucho. Estas personas se han organizado y se han distribuido por aquellos
lugares de la tierra donde existen nuestras razas y se están aprovechando de
nuestra poca comunicación.
Jaejoong pasó la siguiente página,
pero ya no había nada más escrito. Se estaba poniendo el sol, se acercaba la
oscuridad, la noche. Empezaba a perder el conocimiento cuando su cuerpo se
tensó para amortiguar otra convulsión que le sacudió las entrañas y lo dejó a
cuatro patas. Quiso vomitar, pero no tenía nada en el estómago, sólo bilis. La
bilis se le quedaba en la garganta y la amargaba.
Otra convulsión. Cada vez más
seguidas, más fuertes.
¿Era él ese Jaejoong?
Las preguntas se le amontonaban sin
resuello y el maldito dolor acompañado de temblorosos espasmos no le daba
tregua.
Jade... Jade se había transformado a
la edad de 22 años. A partir de las doce de la noche, él cumpliría la misma
edad. No podían darse tantas casualidades...
No, por favor. El sol se había ido.
Sintió aullar un perro y miró a los alrededores del parque. Estaba solo de
verdad.
La siguiente convulsión le hizo caer
de lado y quedarse como un ovillo. Gruñó hundiendo la cara en la hierba y
apretó el libro contra él.
Se estaba muriendo y no iba a
aguantar eso mucho más.
Una convulsión más. Ésta lo dejó
boqueando, desesperado por respirar, por obtener aire. Las lágrimas le nublaban
la vista. Ya no podía moverse. La mirada a ras de suelo.
Dos pares de sandalias se pararon
enfrente de Jaejoong. Los pies grandes con dedos de uñas bien cortadas y pelos
de hombre.
No podía alzar la mirada para
verles.
—Eh, mira —dijo uno de ellos. —El
olor viene de él.
—Joder, a este chico se lo ha tirado
un colmillos —dijo el otro con desprecio.
Sintió que una cara de facciones
anguladas y morena, se agachaba para mirarlo a los ojos. Tenía el pelo muy
corto.
—Creo que está mutando —lo miró a la
cara y le puso la mano en la frente. —Está ardiendo.
Sintió cómo le ponía un brazo bajo
las piernas y otro bajo los hombros y lo levantaba sin ninguna dificultad.
Jaejoong no soltaba el libro.
—Bestia-Lobo —dijo Jaejoong sin
fuerzas. Recordó las palabras de Seong Hun, en el sueño. Wolverhampton... Los Bestia-Lobo.
— ¿Ha dicho lo que creo que ha
dicho? —preguntó el otro chico.
— ¿Nos buscabas, pequeño? —preguntó
el que lo tenía en brazos. —Dime, ¿quién te ha hecho esto?
Otra convulsión y ganas de vomitar.
Esta vez devolvió sangre sobre la camiseta del chico.
—Vamos a llevarte a un lugar más
cómodo —afirmó él sin alterarse. —Tu cuerpo está cambiando, cariño.
Jaejoong se agarró a la camiseta del
chico y hundió su cara en el ancho hombro del joven. Ya no aguantaba más y no
le importó que lo cargaran en brazos.
*
* *
Yunho estaba alterado. Surcaba los
cielos en dirección al centro. Jaejoong tenía que estar por ahí, no podía haber
ido muy lejos. Desde que había dejado de verlo, su cuerpo se había resentido y
se le había formado un agujero hueco a la altura del estómago. Jaejoong le
había devuelto el olor y el sabor. Saciaba su hambre insatisfecha desde hacia
milenios.
No quería creer que Jaejoong fuera
su cáraid, pero su corazón, su cuerpo y su miembro le decían que sí lo era. Era
increíble, una broma del destino.
¿Quién era Jaejoong? ¿Por qué Min Ki
lo había estado drogando? Se detuvo sobre el tejado de una de las casas del
pueblo.
No había mucho movimiento en las
calles. Sin embargo, algunas personas paseaban sus perros.
Yunho intentó establecer
comunicación telepática con Jaejoong. Ya había bebido de su sangre, ahora ya
podía hablar con Jaejoong, pero su señal era débil. Antes, estando Jaejoong bajo
la luz del sol, no podían comunicarse. El reflejo de la luz en la mente de Jaejoong
se lo impedía. Ahora ya era de noche y habían salido todos en estampida para
buscarlo, pero sólo él podía controlarlo de ese modo.
Jaejoong...
¿dónde estás?
Esperó respuesta. Frunció el ceño y
volvió a intentarlo.
Jaejoong
sé que estás débil. Ven a mí y yo te cuidaré. Todo esto pasará. Ya lo verás.
Escuchó un gemido desgarrado de
dolor. Todo su cuerpo se tensó y temió por él. Jaejoong estaba sufriendo
físicamente.
Ángel,
indícame dónde estás.
Vete
a la mierda.
Bien. Su guerrero todavía tenía
fuerzas para encararse a él. Pero estaba muy débil y sentía una gran agonía.
Intentó entrar en su cabeza, averiguar dónde estaba.
Ni
se te ocurra, monstruo.
Le advirtió con un hilo de voz.
Yunho volvió a tomar impulso y
sobrevoló. Se guiaba más por la intuición que por otra cosa. Había conseguido
ver una imagen del centro. ¿Habría podido llegar Jaejoong hasta ahí?
¿Dónde
estás? Le preguntó
tensando la mandíbula. Quería encontrarlo desesperadamente y encerrarlo en su
casa para pedirle perdón a su manera.
Tranquilo,
chico, te pondrás bien. Ahora sólo aguanta un poco más...
¿Qué era esa voz de hombre? ¿Qué
había sido eso? ¿Con quién estaba Jaejoong?
Era un varón. Jaejoong estaba con un
varón y él cuidaba de Jaejoong. Maldita sea... Un sentimiento completamente
ajeno a él, le recorrió las entrañas y le puso en tensión todos los músculos
del cuerpo. Jaejoong había sido suyo hacía unas horas. Sólo suyo. ¿Con quién
diablos estaba ahora? Soltó un rugido de rabia y un deseo incontrolable de
arrancarle la cabeza al hombre que estaba con Jaejoong se apoderó de él.
¿Quién
es él?
Oh,
Dios...
¿Qué?
¿Qué te sucede?
Sintió el dolor de Jaejoong. Algo lo
estaba desgarrando entero. Jaejoong gritó con todas sus fuerzas. No dejaba de
sudar y tampoco podía abrir los ojos. La última vez que lo había hecho, una luz
potente lo había cegado.
Yunho se estremeció.
Jaejoong
voy por ti ahora mismo. Indícame dónde estás.
¿Jaejoong?
No contestó y la comunicación mental
quedó descolgada. Inmediatamente Yunho, que sobrevolaba la zona, perdió todas
sus fuerzas y cayó al suelo y se quedó sin respiración.
—No, Jaejoong...
Ya no lo detectaba, no lo sentía. No
podía haber muerto. Ese chico no podía haber muerto. Era fuerte como ningún
otro que había conocido. No, sonrió aliviado. No estaba muerto. Lo percibía.
Era el dolor por Jaejoong, la
empatía que corroía su conciencia y su corazón, en milenios dormido, lo que había
provocado que a Yunho se le fueran las fuerzas.
¿Era Jaejoong su cáraid?
¿Podría su cáraid odiarlo tanto?
¿Podría perdonarlo?
Rememorándolo todo, seguro
que no.
Jae!!! Pobre ahora recién descubre que es una cruza, que Yunho es a quien su padre quería de yerno, que horror que se haya comportado así con él, aunque parece que la historia se repite al principio, conclusión: los vanirios son unas bestias a la hora de robar la virginidad.
ResponderEliminarPD. Espero que Jae encuentre ayuda en el Bstia-Lobo.
PD2. Me esta encantado esta adaptación!!!!
en serio esta historia tambn deja mucho que desear es tan genial y cada vez mas interesante... ,rayos pero asi que yunho se metio con el hijo de su amigo... que dilema pero aunque este arrepentido por lo que le hizo a jae no es facil olvidar... tambn el cap dice 9 pense que no habia leido los demas capis xDDD
ResponderEliminaro por dios, que sorpresa, o por dios
ResponderEliminarHola;
ResponderEliminarWOW,ese capitulo esta demasiado bueno!!Perfecto!!
Ya estoy loca por la próxima actualizacion,"El libro de Jade" és óptima!
Encontrome adicta en esa su adptacion.
Un abrazo y matta ne.
Hanajima-san.
PD:És cierto,dice capitulo 9 en lo titulo ?_?.
esperaba ansiosa q actualizaras y valió la pena, me dejo totalmente impresionada, la madre de jae en ese diario prácticamente le contó todo a jae, su procedencia, quien e y q su padre queria casarlo con su amigo, pero aun asi sigue rechazando a yunho pero es comprensible ya q es difil olvidar q su primera vez fue traumante, lo violaron :( y como decía en el diario, su madre a los 22 se convirtió osea jae también esta convirtiéndose ahora. me encantooo. muchas gracias por actualizar
ResponderEliminarPrimero todas esas cosas que le suceden a jaejoong no pueden ser coincidiencia, es demasiado obvio.
ResponderEliminarQue cosa tan loca su madre le deja un diario y le escribe cmo fue penetrada agresivamente, casi como yunho lo hizo con el, todo lo que le ocurrio a diablos madre igual fue con Jaejoong
Deja vu??
ahora esto es raro... ese seung hun es su papa?, o reencarnacion o no se acuerdan que paso?, esta confusa esa parte...
Y Yunho parece ser su pareja de por vida...
Ahora nose que pasara con jae, rgresara a Yunho?, imagino que lo encontrara y le pedira perdon... esto es tan loco, jae dbe aceptar el destino que le toco
Gracias
waaa ... demasiado intenso este capitulo, aunque ya me imaginaba que jae no era normal ; pero en lo que se esta transaformando jae es en un.. berserkers? aunque se me hace difícil creer ya que el debería transformarse en algo ... mas fuerte que los dos? por ser el hijo de la unión de estas dos especies ... y hablando de eso XD jae es el hijo del mejor amigo de yunho, quien lo ha violado prácticamente ... y cuando el padre de jae aun estaba vivo .. lo quería juntar con yunho kkk que cosas del destino ... aunque aun tengo dudas se que se resolverán mientras avance el fic gracias unnie por tu publicación
ResponderEliminar-----> misa-chan <3
OMGSUN! este capítulo estuvo con todo, poco a poco se van hilando las cosas, y se va descubriendo la realidad detras de todo, así que jaejoong es una mezcla y su padre lo quería para pareja de yunho, mira que como es el destino que de una u otra forma hace que las cosas que tienen que ser ocurran, aunque aún quedan muchas dudas y misterios espero pronto se vayan dando a conocer, y ojala yunho encuentra a JJ y las cosas mejoren, gracias por este cap, por actualizar y dedicarnos un poco de tu tiempo ^^
ResponderEliminarIncreíble *0*
ResponderEliminartodo va cobrando sentido con respecto al pasado de Jaejoong.
todo esta muy emocionante!!!!!
quiero leer mas.
muchas gracias por adaptarlo *-*
waaaaaa se esta poniendo mas y mas interesante !!
ResponderEliminarpoco a poco se va descubriendo el pasado de JJ y la razon
por la q min ki lo drogaba e__e
adsadasd ademas el y yunho estaban destinados conocerse *--------*
me pregunto q hara yunho cuando se entere de q jejung es el hijo de su mejor amigo ><
y quieres seran los q rescataron a JJ o_o omg
gracias x la actu !! esta genial espero el sig con ansias :)
ojala que JJ este bien ><
ResponderEliminarque todo vaya mejorando y que YH haga meritos para que JJ lo perdone T,T
Oh por dios este fic me encanta...
ResponderEliminarJae es hijo del mejor amigo de Yunho y es el caraid de Yunho...
Jae es una mezcla de razas...
Continuaré leyendo
waaa los sueños resultaron ser de verdad
ResponderEliminaren ese libro relata cosas muy sorprendentes jade y Seong Hun son los verdaderos padres de jaejoong y son de diferentes razas (?) *O*
que expresión tendrá yunho al enterarse de que jaejoong es el hijo de su mejor amigo Seong Hun , se va quedar muy asombrando y culpable .!!
que le estará pasando a jaejoong por que estará sintiendo tanto dolor T^T ojala no sea nada malo T^T
esto es demasiado,no doy más de tantas cosas que pasan
ResponderEliminarahora Jae se está transformando no se en qué pero duele horrores.
y quiénes son esos hombres que se llevaron a Jae?? son buenos o no??
me voy al otro capítulo
aquí es de madrugada y no puedo despegar los ojos de esta historia.
es fascinante.
gracias
Por un momento temo que ese grandulón se quisiera violar a JJ >.< gracias a Dios resulto buena onda xD
ResponderEliminarSiiii, sabía que Minki no podría ser el padre de JJ >_> !!!
Que le esta pasando a JJ o.O?
Todo esta relacionado Yunho era amigo del padre de Jae ... y todo lo que le paso fue porque querian vengar a su padre ... Dios!! Yunho no solo era inocente era el hijo de tu amigo la recagaste!!!
ResponderEliminarCasualidades del destino, a Jae sus padres lo querían con Yunho, pero ante este acontecimiento haber que pasa. Jae es un hombre lobo.
ResponderEliminarGracias!!!
Diablos señorita, el libro es demasiado explicito !! Demm!!! Jaejoong es un hibrido ...y ahora esta mutandoo
ResponderEliminarWow, El cumpleaños 22 de JJ esta lleno de eventos, YH lo forzó, se escapó, descubrió quienes son sus verdaderos padres y para colmo que su padres era el mejor amigo de YH. Su tío me da mala espina, no se porque.. lo bueno es que esas personas que lo encontraron parece que son amigos y lo van a proteger. Tanta información en un día volvería medio loco a cualquiera. YH va a tener que luchar arduamente para obtener el perdón de JJ.
ResponderEliminar