CAPÍTULO 03
EL VIAJE fue menos problemático de
lo que en un principio parecía que iba a ser.
Cuando llegaron al avión privado, Jaejoong
tuvo que hacer un esfuerzo para caminar hasta las escaleras de abordaje. Lo
consiguió gracias a los empujones que recibía de Yunho. Miró a su alrededor. No
sabía ni dónde estaba ni si todavía seguía en Corea. ¿Era aquel el primer avión
que tomaban?
Ya en el confortable avión, Yunho le
hizo sentar a su lado alejado de los otros tres, que le echaban miradas
lascivas y furtivas. Jaejoong se cubría el torso como podía, pero el brazo
lisiado le dolía tanto que apenas podía levantarlo. Se hizo un ovillo y volvió
a darle la espalda a Yunho, mientras tiritaba. El aire acondicionado del avión
estaba demasiado fuerte. Pero antes de cerrar los ojos, tuvo que aguantar cómo Jong
Hyun le sacaba la lengua varias veces y la movía haciendo círculos. No podía
dormirse. Lo intentaba, pero no podía. ¿Y si lo hacía y se encontraba con que
lo habían desnudado y...?
No, eso no. Fingiría que dormía, por
si acaso. Era mejor cerrar los ojos que verles las caras. Todavía esperaba que
esos seres demostraran algo de compasión. Si luchaban por los suyos, y vengaban
a los que habían matado, eso significaba que tenían corazón, ¿verdad?
Y si tenían corazón, todavía había
esperanza para él. O tal vez no. Cuando llegaron, dos Cayenne como los que
había visto en su casa les esperaban en el aeropuerto. Entraron en los coches y
se dirigieron a algún lugar en particular.
Intentando averiguar dónde se
encontraban, Jaejoong dio una cabezada. Los ojos empezaban a cerrársele,
ignorando sus esfuerzos por mantenerlos abiertos.
El coche paró en seco. Jaejoong miró
hacia atrás y vio las luces del otro Cayenne que se apagaban, al igual que
ambos motores.
Dios mío. Ya había llegado.
Quiso parecer sereno y digno, pero
no pudo. Cuando Yunho lo sacó del coche, sus rodillas parecían gelatina y no
podía andar. Tiritaba sin control y seguramente tendría muy mal aspecto.
Yunho lo miró de arriba abajo,
despreciando cada centímetro de su cuerpo.
—Vamos.
Lo tomó del codo y empezaron a
andar.
Los alrededores eran tan oscuros... Sin
embargo, sabía que donde estaba había mucha vegetación. Lo sabía porque olía
igual que su jardín cuando estaba húmedo después de regarlo. Se acongojó al
recordar su casa. ¿Y Brave? ¿Estaría bien? Alguien tenía que cuidarlo. No tenía
más de tres meses, todavía era un cachorro, su cachorro.
Lo llevaron por unas escaleras que
descendían a unos túneles subterráneos. Jaejoong no podía ver nada, pero ellos
parecían tener visión nocturna o a lo mejor se dejaban guiar por el sonido como
los murciélagos. No se imaginaba a ninguno de ellos convirtiéndose en un
murciélago.
Abrieron una puerta y se hizo la
luz. Ante ellos aparecieron un montón de pasadizos con las paredes de piedra y
con símbolos grabados en ellas con una belleza inusual y mística. Los techos
tenían cornisas de oro macizo, con cenefas e incrustaciones de piedras
preciosas. El suelo era de mármol, un mármol claro y pulido, que hacía sonar
los tacones de las botas militares, que sólo ellos llevaban, con gran
elegancia.
Jaejoong miró hacia abajo. Sus pies
seguían descalzos y con rasguños. Puede que se cortara con el asfalto o que
alguna piedra se le clavara en la planta del pie.
Se adentraron por un pasillo más
ancho y largo que los anteriores. Al final del pasillo había una puerta de
madera de roble con las empuñaduras de oro en forma de garras.
Yunho puso la mano sobre la
empuñadura, no sin antes darle una última mirada a Jaejoong. Jaejoong agachó la
cabeza, no quería mirarlo. Yunho abrió la puerta y apareció el lujo.
Era un salón circular tan grande que
de pie podrían caber hasta dos mil personas. Algo impensable de encontrar en un
subterráneo. Sin embargo, aquel lugar era bonito y fastuoso, aunque Jaejoong pensaba
que lo que sobraban eran los seres góticos que había en ella. En el centro del
salón, se encontraban seis butacas elegantes y grandes con motivos celtas. En
ellas estaban sentados cuatro hombres y dos mujeres, vestidos con capuchas y
sotanas púrpuras, y alrededor una gran multitud de gente con copas de cristal
de bohemia en las manos. Jaejoong advirtió que eran copas vacías.
Los hombres que allí se encontraban
eran grandes y robustos. Peligrosos y amenazadores. Fríos e...
irresistiblemente hermosos, pensó Jaejoong. Y todos, sin excepción, lo miraban
a él con ojos hambrientos.
Las mujeres eran elegantes y de
belleza etérea. Parecían diosas. Eran tan guapas... De igual modo lo miraban a
él. Con curiosidad, sí, pero con hambre y odio también.
En el salón sólo había silencio.
Toda la atención recaía sobre Jaejoong, y él hacía lo posible por no echarse a
llorar.
Ryu Jin lo empujó y cayó de rodillas
sobre el círculo con un pentágono dentro que había dibujado en oro grabado
sobre el suelo. ¿Acaso no era eso el símbolo de la brujería y de la magia?
Delante de Jaejoong las seis butacas que dibujaban un semicírculo a su alrededor.
Jaejoong miró hacia atrás con el gesto furioso e irritado. Estaba harto de que
aquellos cerdos lo maltrataran así.
Yunho lo miró desde lo alto con
gesto impasible.
— ¿Dónde está su padre? —preguntó
uno de los encapuchados. A tenor de la voz varonil que había mostrado, era un
hombre.
—Baja en la operación, Rey Cha Don —contestó Yunho.
— ¿Baja?
—Ryu Jin perdió los estribos
—contestó mirándolo de reojo. Jong Hyun y Yoochun asintieron para apoyar a Yunho.
— ¿Ryu Jin? —el hombre sacó una mano
robusta para invitarle a que se explicara. —Explícate.
Jaejoong miró a los seis en una
ojeada relámpago. No se les veía el rostro a ninguno de ellos, sólo los labios,
sensuales tanto los de las mujeres como los de los hombres.
—Seong Hun era mi hermano, Rey —explicó
Ryu Jin. —Sabes tan bien como yo qué tipo de procedimientos utilizan los
humanos cazadores contra nosotros —lo explicaba con gesto indiferente como si
realmente no le importara lo que dijeran los demás. —No me merecía compasión
ninguna. Y cuando lo tuve en mis manos... lo maté.
—Hum... pero no podías
matarlo—contestó la mujer que había al lado del que había hablado. — ¿Debemos
entender que desobedeciste las órdenes de Yunho por voluntad propia?
Ryu Jin pareció incómodo ante la
acusación.
—No fue por voluntad propia, Majestad Ji Hye.
— ¿Ah, no? —insistió ella. —Entonces
lo que quieres decir es que no estuviste a la altura de las circunstancias. ¿Es
eso? Tropezaste y sin querer le clavaste los colmillos.
Ante el tono recriminatorio que Ji
Hye estaba utilizando con Ryu Jin, era evidente que no esperaba contestación,
sino asentimiento y silencio por parte de él.
Ryu Jin apretó los dientes y asintió
con la cabeza dejando que su pelo le cubriera cara. Jaejoong estaba convencido
de que no se sentía avergonzado, pero necesitaba una excusa para mirar a esa
mujer con todo el odio que parecía sentir en ese momento y su pelo lo cubriría
bien. Por lo visto Ryu Jin era un hombre que no soportaba las órdenes.
— ¿Estás arrepentido, Ryu Jin?
—volvió a preguntar ella.
—No, no lo estoy, y creo que de
tener la oportunidad de nuevo, lo volvería a hacer, Majestad.
—Es una falta de respeto hacia
nosotros, hacia Yunho. Llevaba tiempo estudiando cómo proceder en esta
operación. Nos encargaremos de ti más tarde, Ryu Jin. Serás encerrado en la
habitación del hambre —sentenció Ji Hye. —Sabes cómo se pagan los actos de
indisciplina. No lo vamos a pasar por alto.
Ryu Jin asintió solemnemente.
—Yunho —prosiguió Cha Don. — ¿Este
es el asesino?
Jaejoong no podía verle la cara,
pero sentía el poder de la mirada de ese hombre sobre su persona.
—Así es, Rey —contestó él con
frialdad.
— ¿Has entrado en su mente? ¿Es
realmente un ser sin escrúpulos? — Yunho alzó la barbilla y asintió con la
cabeza.
—Lo es, no tengo ninguna duda, pero
todavía no me lo ha mostrado, Rey Cha Don. Min Ki lo ha educado muy bien. Está
mentalmente adiestrado y no permite que se metan en su cabeza.
—Pediste ante el Consejo Wicca que tú y Ryu Jin —añadió Ji Hye, —por
haber estado íntimamente ligados a Seong Hun, fueran los únicos responsables de
la captura de estos dos individuos. ¿Debo de entender que a ti también se te
fue de las manos? ¿Acaso no controlaste la operación? Sólo has vuelto con uno
de ellos.
Jaejoong sonrió ante el tono
autoritario e inflexible de aquella misteriosa mujer. ¿Lo matarían si dijese
que el despiste de Yunho con Ryu Jin se debía a que Yunho se entretuvo
demasiado con él toqueteándolo y asustándolo en su habitación? ¿O si lo decía
arrancarían todos en aplausos sonoros y humillantes tratándolo a Yunho como un
héroe?
Yunho miró el cuerpo magullado de Jaejoong
y se reprochó a sí mismo el tiempo que había perdido con él en la planta de
arriba. Pero, es que sencillamente no lo había podido evitar. Su cuerpo lo
llamaba como el imán al metal.
—Bien —prosiguió la mujer ante su
silencio. — ¿Crees que todavía puedes hacerte cargo de él? ¿Crees que realmente
nos puede ser útil para nuestras investigaciones y para desarmar a la sociedad
de cazadores?
—Creo que hasta que no lo doblegue,
no podré sacar nada más de él. Pero sí que nos es útil, y mucho. Él tiene toda
la agenda de contactos de su padre, sabe todos los procedimientos que siguen.
Una vez tengamos localizados a todos los implicados, sólo nos hará falta
desplegarnos para dar con ellos y detenerlos.
—Pero todos podemos beber de él y
descubrir qué es lo que nos oculta y qué sabe. ¿No es así? —preguntó Ryu Jin mirando
a Yunho de reojo.
Yunho lo desafió con la mirada. Ryu
Jin no podía tocar un sólo pelo de Jaejoong, mataría a Jaejoong. Ese vanir
estaba fuera de control por su afán de venganza. ¿Estaría él igual respecto a Jaejoong?
¿Perdería el control cuando estuviera con Jaejoong? Nada más de pensar lo que
iba a disfrutar de su cuerpo se ponía tieso de nuevo.
—Ryu Jin —dijo Cha Don. —Tú has
desobedecido el código de conducta vanir. Tu opinión ahora no cuenta.
Yunho sonrió para sus adentros. Jódete,
cabrón.
—Jódete, cabrón —dijo Jaejoong entre
dientes.
Los seis se irguieron a la vez en
sus sillas al oír la contestación de Jaejoong. A Ryu Jin la sangre se le fue a
los ojos y enrojecieron por completo.
—Tranquilo, Ryu Jin —dijo Yunho deteniéndolo
con una mano. ¿Le habría leído el pensamiento? Curvó los labios en una media
sonrisa. —El humano tiene la lengua muy larga... —explicó al Consejo con gesto
nervioso. No tenía porqué justificarlo, pero lo estaba haciendo.
—Ya lo vemos —observó Rey Cha Don. —Y
cuéntanos, Yunho, ¿cómo lo castigarás?
—Para un humano como él —explicó Yunho
con tono afilado y despótico, —el convertirse en lo que ha odiado y ha ayudado
a exterminar hasta ahora será el primer golpe. Puesto que sus barreras están
bien ancladas, necesito que parte de esa energía en mantenerlas se disperse.
Los miembros de la sala seguían con
expectación la explicación de Yunho.
—Lo tomaré como mi concubino.
La multitud allí reunida se echó a
reír y a aplaudir.
—Vaya, Jaejoong —dijo la mujer
llamada Ji Hye. —Eso sí que tiene que dolerte, ¿no? Acostarte con tu peor
enemigo, convertirte en su igual y para colmo traicionar a los tuyos. Yo no lo
podría soportar —dijo con sinceridad. —Pero creo que a nadie aquí reunido nos
das pena.
Jaejoong alzó la mirada hacia ella
con ojos desafiantes.
—Concubino... —dijo Cha Don meditativo.
—Es un hombre orgulloso, Rey. Eso lo
humillará lo suficiente y me servirá para reducir sus defensas mentales —aclaró
Yunho. —Quiero saber qué piensan de nosotros, no sólo lo que ha hecho. Con la
sangre, sólo puedo descubrir sus acciones. Con su mente: sus patrones, sus
ideales, sus futuras acciones como organización.
— ¿Y luego? —preguntó Ji Hye todavía
mirando a Jaejoong. — ¿Qué harás con él cuando ya no te sirva?
—Bueno —contestó Yunho con franqueza
encogiéndose de hombros. —Es un puto, los putos siempre nos sirven, ¿no? No veo
por qué tendríamos que matarlo.
Los hombres se echaron a reír a
carcajadas.
Jaejoong lo miró de reojo y supo
que, aunque Yunho lo había protegido de los otros tres, Yunho iba a ser el que
le infligiría el peor de los castigos. Todavía no entendía por qué, pero había
visto algo distinto en Yunho. Distinto al menos de los otros tres. Se había
equivocado.
—Sí, déjamelo a mí —gritó una voz
entre la multitud.
—O a mí —exclamó otra.
— ¿Por qué no a todos? —sugirió Yunho
viendo cómo Jaejoong tensaba los músculos de su espalda. —Él ha hecho mucho
daño a los vanirios. Que todos los vanirios se desahoguen con él, entonces.
Más, yo seré el primero.
La sala rompió en aplausos y vítores
de todo tipo. Yunho parecía un héroe de verdad. Tal y como Jaejoong sospechaba.
—Silencio — Ji Hye alzó la mano y
todos obedecieron. — Jaejoong, ¿qué te parece lo que ha deparado para ti Yunho?
Jaejoong agachó la cabeza y se echó
a llorar en silencio. ¿Todavía le quedaban lágrimas? Toda la gente lo miraba
disfrutando de verlo derrotado. Ni uno compasivo.
Jaejoong alzó el mentón y dejó que
todos vieran cómo las lágrimas caían por sus mejillas.
— ¿Qué te parecería a ti, Ji Hye?
—le preguntó con tanto valor que más de uno se quedó asombrado. —Te llamas así,
¿no? —le dijo con el mismo desdén. —Lo que nos diferencia a los humanos de
ustedes es que podemos ser compasivos hasta con nuestros enemigos. Está en
nuestra naturaleza. ¿No te compadeces de mí? ¿Ninguno de aquí lo hace?
Ji Hye tomó aire, se levantó de la
silla y caminó hacia él. Hubo un murmullo entre los asistentes.
La vaniria se agachó para quedar a
su misma altura y le tomó de la barbilla para mirarlo a los ojos. Dejó caer su
capucha y mostró su innegable belleza ante Jaejoong.
— ¿Se compadecieron de mis dos hijos
cuando los secuestraron y los mataron? ¿Dos niños inocentes? —le preguntó sin
inflexiones en la voz. Jaejoong sintió que se le desgarraba el corazón.
—Yo soy inocente —susurró Jaejoong,
—pero aunque me quieran hacer daño, todavía tengo suficiente corazón como para
compadecerme de lo que dices que le hicieron a tus hijos. Nadie debería vivir
algo así.
Ji Hye apretó la mandíbula y toda la
frialdad se reflejó en su mirada.
— ¿Ves las copas vacías? —le
preguntó en un tono neutro.
Jaejoong las miró y asintió.
—Iban a llenarse todas de tu sangre.
Te íbamos a abrir y a dejar que te desangraras. Sí, íbamos a beber de ti e ibas
a morir después de que nos lo hubieras revelado todo. Era el plan inicial.
—Pues entonces, mátenme —replicó Jaejoong
contundentemente.
—Pero no podemos decidirlo nosotros.
Yunho es tu propietario —lo miró entornando los ojos— y, por lo visto, te
quiere sólo para él. Una pena —chasqueó la lengua. — ¿No le agradeces que te
perdone la vida?
— ¿La vida? —preguntó Jaejoong con
sorna. —Si a su modo de sobrevivir le llaman vida, entonces pido que si hay
algún dios allí arriba, me mate ahora mismo. No los conozco pero por lo poco
que sé los vanirios son crueles y abusivos. Me dan asco. No seré el puto de
nadie y ninguno de ustedes me pondrá nunca una mano encima. Nunca... —se apoyó
en una mano y se levantó para mirarla desde lo alto. —Dicen que hay personas
que los persiguen y que los matan sin escrúpulos. Yo he visto cómo ese vampiro
de ahí —señaló enfurecido a Ryu Jin, —ha matado a mi padre y a mi guardaespaldas
sin ningún escrúpulo tampoco. Dos personas humanas —recalcó con los dos dedos
de la mano en alto. —Sus vidas por las de tus hijos. Vamos dos a dos. ¿No es lo
justo? Ahora son iguales que esa gente a las que llaman cazadores. Ya están en
paz.
¿Lo creía de verdad? Por supuesto
que sí. Su padre y su guardaespaldas eran inocentes. Igual que los dos niños de
Ji Hye. Por cierto... ¿Los vampiros podían tener hijos? Puede que Ji Hye los
tuviera antes de que la convirtieran...
El ambiente en el salón se espesó.
Los vanirios endurecieron sus rasgos y Jaejoong pensó que estaban haciendo un
sobreesfuerzo para no abalanzarse sobre él y descuartizarlo. Pero se aguantaban
por respeto a Yunho. Yunho tenía cierto rango entre ellos.
Ji Hye se levantó con la gracilidad
de una serpiente y sonrió.
—Tienes muchas agallas, pequeño maldito
—susurró a un centímetro de su garganta. —Y, además, eres muy buen actor. Aquí
no hay ningún vampiro, tú lo sabes muy bien. Somos vanirios y fuimos creados por
los dioses para defender a la humanidad de los nosferátums y de los humanos
como tú. Es una pena que decidieras decantarte por ser un asesino, Jaejoong —lo
miró con sincero respeto. —Con la energía de guerrero que desprendes, creo que
cualquier vanirio estaría dispuesto a que lo montaras por la eternidad. Más de
uno te reclamaría para que te unieras a nosotros. Sin embargo, eres víctima de
tus decisiones. Además —arqueó las cejas y sonrió con desdén mirándolo a los
ojos, —ya no importa porque... te van a montar de todos modos. De una forma u
otra, hoy morirás.
Todos arrancaron en aplausos y Jaejoong
se apretó más el pecho con el antebrazo para entrar en calor. Esa gente estaba
obsesionada con el sexo. Debería sentirse intimidado, pero sólo sentía rabia
por la impotencia de no poder demostrar su verdad. ¿Qué diferencia había entre
los vampiros y ellos?
Ji Hye dio media vuelta, caminó
hacia su butaca y se sentó cubriéndose la cabeza de nuevo.
El Consejo miró a Yunho y movieron
sus cabezas de arriba abajo. Le estaban dando el beneplácito para que se lo
llevara de allí, para que por fin hiciera con Jaejoong lo que le viniera en
gana.
Yunho tomó a Jaejoong del codo y lo
obligó a darse la vuelta. Jaejoong apenas tenía fuerzas para caminar. Por
primera vez, Yunho se dio cuenta de lo duro que lo habían tratado. Tenía el
pómulo hinchado y amoratado, y el labio inferior, ese labio inferior delicioso,
también tenía una ligera inflamación. Su muñeca estaba rota. Había lidiado con
el dolor sin quejarse, sin mostrar debilidad. Un guerrero.
Un malo guerrero.
Un cruel, malo y asesino guerrero.
No podía permitirse sentir
arrepentimiento por nada de lo que le había hecho.
No, no lo iba a sentir.
—Vamos —le dio un tirón para que
caminara junto a él.
— ¿Adonde me llevas?
—Según muchos, te llevo al mismísimo
cielo. Pero para ti puede que sea el purgatorio.
Cuando Yunho le sonrió, juraría que
había visto cómo le enseñaba los colmillos. Jaejoong agachó la cabeza y
arrastró los pies hasta su purgatorio particular. Le dolía todo el cuerpo. Iba
a necesitar mucha fuerza para soportar a Yunho.
Caminaron por un pasillo tan y tan
largo que parecía interminable. Cuando creía que ya habían llegado, unas
escaleras de por lo menos doscientos peldaños ascendentes cortaron su camino.
Jaejoong ya no podía dar un paso
más. Las heridas de los pies le dolían demasiado, así que se apoyó en la pared
justo debajo de una antorcha y cerró los ojos.
— ¿Y ahora qué te pasa? —le preguntó
disgustado.
—Ya no puedo caminar.
Yunho deslizó la vista por sus
increíbles piernas hasta detenerlas en sus pies. Tenía rojeces y heridas entre
los dedos y algunas heriditas, hinchadas por la infección, a la altura de los
talones.
—Continúa —le dijo Yunho.
Jaejoong abrió los ojos y lo miró
como si estuviera vacío.
—Te he dicho que no puedo, hijo
de...
En un abrir y cerrar de ojos, Yunho le
puso un brazo por debajo de sus rodillas y con el otro le rodeó la cintura y
parte de la espalda. Lo había cogido en brazos y levantado como si no pesara
más que un saco de plumas.
—Como nuestra primera noche de bodas
—dijo Yunho de modo cínico.
—Sólo que yo nunca seré tuyo —se
tensó Jaejoong.
—No quiero que seas mío. No querría
a alguien como tú jamás —lo miró de reojo. —Sólo quiero follarte.
Jaejoong estaba sorprendido por
muchas razones. Sus palabras crudas no cuadraban con el modo en que lo había
alzado. Lo había tomado con suavidad, no del modo bruto e insensible que
estaban utilizando con él. Su cuerpo era caliente. Caliente era poco. Era una
hoguera, por Dios bendito... Inconscientemente se acurrucó contra Yunho y
contra todos sus principios.
Así que lo iba a tomar, quisiera o
no. De repente sintió mucho frío. Estaba tan destemplado que necesitaba una
manta para empezar a calentarse, y a falta de ella, estaba el cuerpo musculoso,
duro y ardiente de Yunho.
Pero no estaba sorprendido por
aquellas superficialidades, sino porque cada vez que Yunho lo tocaba, sentía
una extraña sensación de cobijo. ¿Cómo era posible? Yunho iba a aprovecharse de
él. Yunho creía que él era su enemigo, que era un asesino. Le había hecho daño
físicamente. ¿Lo trataría así de estar en otro contexto? ¿De darse otro tipo de
situación completamente distinta a la que estaban viviendo? ¿Cómo podía pensar
en esto estando en su situación?
Jaejoong no quería olerle. No quería
rozar su garganta con la nariz... Oh, qué bien olía. Olía a bosque y a algo
parecido a un delicioso perfume. Y a hombre. A hombre de verdad.
Jaejoong no quería cerrar los ojos
ni apoyar su cabeza en su hombro, pero lo hizo. Y lo hizo además sintiéndose
plenamente relajado contra Yunho. ¿Eran sus poderes? ¿Yunho no podía leerle la
mente pero sí que podía incitarlo a hacer lo que quisiera? ¿Era eso?
— ¿Me estás induciendo a que me
comporte así? —le preguntó Jaejoong sin poder despegarse de Yunho. Le había
puesto los brazos alrededor del cuello y hablaba con los labios pegados al lado
derecho de su garganta.
Yunho la tenía tan dura que en
cualquier momento podía matar a alguien con el botón del pantalón. El joven era
dulce y provocativo a la vez. Lo hacía a propósito.
— ¿Te golpeó Ryu Jin en la cabeza y
yo no me di cuenta? —le contestó Yunho con una sonrisa.
¿Había sido eso una broma? ¿Estaba
bromeando con Jaejoong? Qué surrealista parecía todo.
—De hecho, me han hecho muchas
cosas, pero de momento todavía no me han bateado el cráneo —replicó Jaejoong. —Viendo
lo brutos que son, tarde o temprano lo harán.
—Si sigues contestando a todo el
mundo así, pronto alguien lo hará, no lo dudes. Tienes la lengua muy larga.
—Me están tratando muy mal y están siendo
injustos conmigo —se le quebró la voz. —Tengo que defenderme...
Yunho tensó la espalda y se apresuró
a subir los escalones. Cuanto antes llegara y antes lo soltara en la cama,
mucho mejor. Si seguía así con Jaejoong, lo apretaría contra él y acabaría
pidiéndole perdón por todo y lo peor era que no tenía ninguna razón para
hacerlo. Jaejoong no era inocente.
— ¿Por qué no lo dejas ya?
Jaejoong apartó la cabeza de su
hombro y lo miró a los ojos frunciendo el ceño.
— ¿Qué quieres que deje?
—Deja de fingir. Deja de mentir.
Asume lo que has hecho y paga por ello con toda la dignidad que te sea posible,
la misma que hace que levantes la barbilla ante todos los demás. Si sigues
aparentando que no has hecho nada, te muestras entonces como un maldito cobarde.
Los vanirios detestan la cobardía. Prefiero verte como un puto descarado y
valiente —lo miró a los ojos y alzó los hombros. —Merecerás más respeto y,
además, me la pone más dura.
Jaejoong lo observó sin pestañear y
replicó con voz fría y dura.
— ¿Qué va a pasar cuando descubras que
no tengo nada que ver con lo que me explican? ¿Cómo vas a proceder cuando se
demuestre que es la primera vez que los veo, que no sé de ustedes y que ni mi
padre ni yo estamos involucrados en cazas de nada ni de nadie? Nunca he matado
a nada en mi vida. Jamás. No me gusta la violencia ni la extorsión ni las
injusticias...
—No te cansas nunca ¿a qué no? —su
pregunta no esperaba contestación.
Jaejoong apretó los labios y volvió
a esconder su cara en su hombro, antes de ver cómo le volvía a temblar la
barbilla por enésima vez. Era imposible. Abrazado a Yunho, tal y como estaba,
sentía asco de sí mismo. Parecía que se estaba vendiendo. Pero su cuerpo
actuaba por instinto. Necesitaba acoplarse al de Yuhno. Y lo odiaba.
—Y no. No te estoy induciendo a que
te comportes así —susurró Yunho. —No me interesa que te sientas cómodo conmigo.
De hecho, creo que estás intentando seducirme. Te estás vendiendo a mí, para
que sea más gentil contigo, ¿verdad?
Jaejoong volvió a tensarse, pero no
se movió. La bilis se le removió en la boca del estómago. ¿Qué le importaba a Jaejoong
si era gentil o no? Su vida ya no valía nada. Lo había perdido todo en unas
horas. Su padre, su casa, su perro... el control sobre su vida.
Llegaban al final de la escalera,
por fin. El olor embriagador de Jaejoong, le estaba nublando la razón. Abrió la
puerta y palpó la pared hasta darle a un interruptor. Era el interior de la
casa más sofisticada y de diseño que él jamás había visto. Pero no era de
habitaciones cuadradas, sino circulares. ¿Por qué? El techo tenía grandes ojos
de buey y estaba pintado de color rojo. El suelo era de parqué oscuro y
contrastaba con las paredes blancas de aquel salón. A mano izquierda, una
cocina americana de última generación, de las inteligentes. Toda de marca,
negra y metalizada. La nevera era inmensa.
A mano derecha, se extendía un salón
tan amplio que sobraba espacio por todos lados. O tal vez porque sobraba
espacio, parecía amplio. Una televisión plana de 56 pulgadas , con Home
Cinema, delimitaba la sala de estar. Alrededor, sofás de piel blanca con sus
respectivos reposapiés. Y sobre los sofás, cojines negros y otros con rayas
horizontales rojas y blancas. A mano derecha de la sala de estar, casi a un
metro de distancia, había una chimenea de estilo moderno. A Yunho parecía
gustarle bastante la tecnología y los coches caros como los Cayenne que había
visto.
Los amplios ventanales que había en
la casa eran negros completamente y a través ellos no se veía el exterior.
Yunho tuvo ganas de explicarle cosas
de la casa como, por ejemplo, por qué todas las salas que iba a ver eran
circulares. Pero Jaejoong no era un invitado ni tampoco era bienvenido, sino un
rehén a punto de ser esclavizado para la eternidad.
Entre la cocina y la sala de estar,
unas amplias escaleras subían a la planta de arriba. Y al final de la escalera
había un hombre. Las escaleras eran de madera de... Un momento. ¿Un hombre?
—Junsu, ¿qué haces aquí? —preguntó Yunho
sonrojado.
Jaejoong lo miró. ¿Yunho podía
sonrojarse? ¿Quién era él? Repasó al hombre de arriba abajo. Era precioso y se
parecía a Yunho. Morena, y con los ojos, como los de Yunho.
— ¿Es él? —dijo el chico con una voz
dulce y seductora.
—Aha —asintió Yunho.
Junsu bajó las escaleras con la
elegancia de alguien que se sabe hermoso y se paró enfrente de Jaejoong.
—Ahórrate los comentarios —le dijo Jaejoong.
—Sé que me vas a decir que soy escoria, que te doy asco, que merezco que me
torturen, me arranquen las uñas y me tiren de los pelos... Pero no soy quién
creen y, además, el sentimiento es recíproco.
Junsu dirigió la mirada a Yunho, con
sorpresa.
—Ponle un bozal —sugirió Junsu levantando
una ceja.
—Créeme. Lo haré —contestó Yunho. —
¿Va todo bien, hermanito? — Sí, Jaejoong estaba en lo cierto. Se parecían
porque eran hermanos. Junsu inspiró profundamente y exhaló con brusquedad.
—Vengo a decirte que no apruebo lo
que vas a hacer —le mantuvo la mirada sin ningún tipo de respeto.
— ¿No lo apruebas? —dijo Yunho sonriendo.
— ¿Y qué?
— ¿Recuerdas a mama?
Yunho palideció al oír las palabras
de su hermano.
—Si la recordaras —continuó Junsu, —no
harías lo que tienes pensado hacer y lo que es peor: si lo mantienes a tu lado
contra su voluntad, será un peligro para todos nosotros.
—No hay ningún peligro que temer. No
saldrá nunca de nuestros condominios, Junsu.
—Es un hombre —cruzó los brazos y lo
revisó de pies a cabeza. —Nunca subestimes a un hombre humillado.
—Oh, por favor...
—El caso no es ése —resopló. — ¿Quieres
revivir lo que vivió mamá? ¿Vas a hacer el papel de Gall?
Un pesaroso recuerdo cayó sobre Yunho.
Sin quererlo, su mente se desplazó en el tiempo, cuando él todavía era humano y
sólo tenía siete años.
—
¿Mamá, adonde te llevan estos hombres? —preguntó Yunho mientras observaba a los
hombres ataviados con faldas rojas, sandalias, escudos y chalecos de metal.
Junsu
estaba cogida a su mano con los ojos llorosos y la cara manchada. Junsu sólo
tenía cuatro años.
—No
te preocupes por mí, cariño —le contestó ella. —Esté donde esté, siempre
cuidaré de vosotros. Siempre los querré con todo mi corazón.
Se
agachó y los abrazó a los dos a la vez. Tras ella, muchas otras mujeres hacían
lo mismo con sus pequeños.
Un
hombre alto, de largas barbas se acercó por la espalda de su madre.
—Vamos
—le dijo mientras la agarraba posesivamente del brazo.
—Déjame
despedirme de ellos —rogó ella.
—Dejas
de ser madre, dejas de ser esposa, ahora mismo sólo eres mi esclava —le espetó
él mientras la miraba con lujuria.
—Gall,
eres un cerdo traidor —dijo Yunho con su dulce voz de niño y los ojos llenos de
lágrimas de odio.
—Tu
madre es mi recompensa, por haber sido listo y ponerme del lado de los más
poderosos, Yunho —lo miró de pies a cabeza. —Pronto servirás a sus tropas, y tu
hermanito de aquí a unos años...
—Déjalos
en paz —gritó su madre.
Gall
le dio una bofetada y la tiró al suelo.
Yunho
se le echó al cuello y lo golpeó varias veces en el cráneo. Pero Gall era un
hombre muy grande, y las pequeñas manos de Yunho, aunque le pegaban con furia,
no le hacían nada. Gall lo agarró del pelo y lo tiró delante de él haciendo que
su cuerpo de niño diera una voltereta por los aires.
—Mañana
vendrán a por vosotros —dijo Gall mientras se llevaba a rastras a su madre.
—Mamá...
No... Mamá...
Con
estas palabras, ese hombre apartó a su madre de él y de su hermano, la subió a
un carro mugriento y sucio y se la llevó al campamento romano.
La niebla del pasado se disipó y Yunho
recuperó la noción del presente. Sacudió la cabeza queriendo hacer desaparecer
el doloroso pasado detrás de él. Pero había cosas que siempre le perseguirían.
Yunho miró a Jaejoong y pareció meditar
las palabras de su hermano.
Jaejoong le aguantó la mirada.
Sentía curiosidad por saber dónde había ido Yunho en los últimos tres minutos
que había permanecido con la mirada perdida.
—Vete, Junsu —le pidió él.
—No está bien. Ese comportamiento
ensucia los valores de los vanirios —le recriminó dándole con el dedo índice en
el hombro. —Castígalo si quieres, pero no lo ates a nosotros. Dale su merecido,
mátalo o déjalo libre, pero no...
— ¿Por qué no? —le preguntó Yunho apretando
los dientes.
—Porque si te acuestas con él y lo
transformas, no podrás vivir sabiendo que dependerá de ti eternamente. ¿Y qué
pasará cuando encuentres a tu cáraid (pareja)?
Sabes muy bien cuál es el tipo de relación que hay entre las parejas Vanirias. Él
no lo soportaría, y al final se convertiría en...
—Basta, Junsu —la mirada que le
dirigió podía partir un muro de hormigón. —Eso es decisión mía.
—No tienes por qué sacrificarte así
—le susurró Junsu mirándolo con tristeza. —Tú sabes que lo que vas a hacer no
está bien. Tu corazón, ya no sólo el vanirio, así te lo dice. ¿Acaso quieres
hacer penitencia por ello? ¿Quieres auto flagelarte para sentirte mejor?
—No. Sólo quiero vengar a Seong Hun.
—Yo lo quería tanto como tú. Era
como un hermano para mí y lo sabes. Pero puedes vengarte sin necesidad de
cargar con la culpa y sin necesidad de cargar con él. Tarde o temprano nos
traicionaría. Entrégalo al Consejo y ellos decidirán. Sólo hay que beber de él
y todo se revelará.
—Lo matarán —dijo Yunho mirando a Jaejoong
de reojo. —En el momento en que lo prueben, lo matarán.
—Y se supone que con eso pagaría,
¿no? —preguntó Junsu confundido. — ¿No quieres que muera? Es lo mejor. Es un
asesino.
—Convéncelo —le rogó Jaejoong a Junsu.
—Mátenme. Por favor, mátenme.
Junsu alzó las cejas sonriendo a Yunho.
— ¿Acaso eres el único que no ve lo
que todos ven con claridad? Y tú, maldito —le dijo a Jaejoong con desprecio. —
¿No vas a pelear por tu vida?
—No puedo pelear por algo que no
controlo —contestó Jaejoong con severidad. —Y no puedo luchar cuando nadie me
cree ni cuando estoy en inferioridad de condiciones. Por lo visto, ustedes ya
han dictado sentencia, incluso antes de conocerme.
—Cállate ya —le dijo Yunho. — Junsu,
vete.
—Yunho, no lo hagas —le pidió Junsu.
—He dicho que te vayas.
Junsu se dirigió a la puerta
malhumorado. La abrió y Jaejoong notó un fuerte olor a tierra mojada. A noche.
¿Estaban a pie de calle? ¿Qué hora debía de ser? ¿Las cinco o las seis de la
madrugada?
Junsu giró la cabeza hacia ellos y
le dijo:
—No tienes por qué hacerlo. Adiós.
Yunho no se giró para verlo. Oyó un
portazo y empezó a subir las escaleras que llevaban a la parte de arriba.
A Jaejoong se le aceleró el pulso.
Dios mío, iba a pasar. Jaejoong, Jaejoong... era virgen todavía y, como había
dicho Yunho, Yunho iba a acostarse con él. Sin miramientos. Sin cuidados. Sin
preliminares.
Las manos se le enfriaron y le
empezaron a sudar. ¿Era un bajón de azúcar? Por favor, ésa era su única
salvación. Y además no tenía insulina. Si se desmayaba a lo mejor Yunho no haría
nada con él.
Yunho caminaba con Jaejoong en
brazos, impasible. Frío como el granito. Se paró enfrente de una puerta
metálica. Puso la mano sobre una pantalla de TFT pequeña que había al lado
derecho y la puerta metálica se abrió. Entraron en una habitación completamente
oscura. La puerta se cerró tras ellos, dejando la habitación absolutamente
sellada y en penumbra.
Yunho susurró algo en algún
idioma antiguo y pequeñas antorchas que estaban colgadas en la pared hicieron
combustión e iluminaron toda la habitación. Era otra habitación circular e
increíblemente grande. Con una gran cama colocada en el centro, de sábanas y
cubrecamas negros, con cojines blancos y, bajo la cama, una alfombra gruesa de
color rojo. Sólo había esa cama, esa grandiosa cama. Si había algo más en la
habitación, Jaejoong no lo advirtió.
waaaaaaaa noo yunho esta actuando mal
ResponderEliminarporq diablos no le creen ><
los demas estan actuando como unos malditos
ojala yunho se de cuentra pronto q JJ no tiene nada q ver
con la caza de su raza S:
asdada gracias x compartir espero el sig con ansias :)
Oh! Pobre Jae, lo tratan como basura, poer que basura y el pobre ni siquiera sabe porque, ni los negocios en los que su padre estaba metido.
ResponderEliminarEn verdad esta muy buena esta historia!
Waaaaaa junsu qiso hacer entrar en razon a su hermano pero nose q pretende yunho, lo qiere solo para el y lo odia, pero no deja que lomaten es extrano
ResponderEliminarNose que pasaea pero jae la esta pasando mal y no creo que perdone a yunho facilmente
Cuando la verdad salga a la luz y le haga ver a yunho q el tenia razonq
Me desespero, la forma en que tratan a Jaejoong, yunho que no le cree, me pregunto que hará luego de saber que Jaejoong no tenía conocimiento de todo lo que se le acusa, junsu queriéndolo hacer entrar en razón y esperemos a ver que pasa, ojala mejoren las cosas, realmente es una historia muy buena e interesante, muchas gracias por actualizar, espero con ansías el siguiente capítulo ><
ResponderEliminarT,,,,,,T JJ es inocente T,,,,T ojala que no sea muy tarde cuando YH lo descubra T,T
ResponderEliminarNo entiendo a Yunho realmente... Su actitud es muy mala ...
ResponderEliminarPobre Jae todos lo juzgan sin siquiera saber las cosas ni nada :-
todos son muy injustos.! juzgaron a jaejoong sin tener pruebas claras o contundentes que mal...
ResponderEliminarpor lo menos junsu trata de convencer a yunho ojala le siga insistiendo hasta que yunho pueda abrir sus ojos que están cegados por la colera :(
uyyy lo violará???
ResponderEliminarsigo diciendo pobrecito Jae, qué momento está pasando.
nadie lo escucha
cómo puede hacer para que lo escuchen y demostrar su inocencia??
Yunho se arrepentirá de lo que está haciendo.
mucha gracias
Ante horrible experiencia tuvo jJi Hye con sus niños T-T
ResponderEliminarOjalá que a Ryu Jin lo castiguen como se merece >_>
YH, en serio pobre de ti que llegues a lastimar más a JJ >_> te arrepentirías por siempre si llegaras a lastimar lo más de lo que ya lo haz lastimado u.ú y voy a deseas castrarte >_>
Muy mal yun aish date cuenta de una vez por todas plisss no es posible que sigas asi con jae u.u -se va a leer el siguiente capo-
ResponderEliminarMe pone muy nerviosa que no quieran escuchar a Jae, que va a pasar con su glucemia,con su alma siempre le toca sufrir a mi bombon, lo unico que me consuela es que Yunho comenzo a quererlo,buenisima la historia ,gracias.
ResponderEliminarAsi no tiene que suceder Jae no merece eso!! Cuando Yunho se de cuente de la verdad y sepa que a lastimado a un inocente .... No lo hagas Yunho!!
ResponderEliminarDeclarado injustamente culpable, solo espero que el "castigo" que Yunho le impondrá, sea con cuidado, con cariño, para que de esa manera Jae no lo odie mas y Yunho cuando se de cuenta de la verdad no se ponga loco de arrepentimiento.
ResponderEliminarGracias!!!
Me da mucha impotencia por jaejoong, nadie le cree ni hace el minimo esfuerzo por hacerlo, solo lo quieren ver sufrir :c
ResponderEliminarPobrecito JJ, que mas le van a hacer? ojalá y YH le lea la mente y se arrepienta del mal que le va a a hacer.
ResponderEliminar