Capítulo 37
Yunho se detuvo en seco. El
gilipollas sostenía algo… ¿una navaja?... condenadamente cerca de la garganta
de Jaejoong. Rápidamente calculó la distancia entre ellos.
Menos de dos metros.
Completamente factible. El
cabrón estaba muerto.
—Yunho.
La voz de Jaejoong vibró. Yunho
no apartó los ojos de la cuchilla, pero pudo oír la mezcla de miedo e ira
hirviendo en esa sola palabra.
—Estoy aquí mismo. No te
muevas. —Yunho mantuvo su voz baja y tranquilizadora. Tenía que confiar en él,
dejarle trabajar alrededor para que Jaejoong no saliese herido.
—No voy a dar ningún
golpecito.
El peso de Jaejoong cambió
ligeramente, lo suficiente para alertar a Yunho de que él estaba realineando su
cuerpo exactamente como Yunho lo había enseñado. Una poderosa sensación le
golpeó directamente. No necesitaba palabras, sabía lo que Jaejoong quería.
Defenderse por sí mismo.
Cada célula que tenía gritaba:
¡No! ¡Joder, no! La adrenalina corría volcando más fuerza en sus
músculos y huesos. Todo en Yunho le empujaba a atacar. Para rescatar a su chico.
Mantenerlo a salvo y matar al gilipollas.
—Por favor.
La suave súplica le desarmó. Jaejoong
necesitaba defenderse y Yunho lo entendía en el alma. Era como su necesidad de
matar a Lee Foster.
—Si te hace daño, está muerto.
—¡Cállate! —Ryu Jin se
balanceó sobre sus pies, moviendo la cuchilla jodidamente cerca de la garganta
de Jaejoong.
Yunho oyó el alboroto detrás
de él. Los padres de Jaejoong salían de la casa.
—Ryu Jin, ¿qué diablos estás
haciendo? —Bramó Jin Mo Kim.
Ryu Jin desvió la mirada,
aflojando el brazo alrededor del cuello de Jaejoong.
En ese mismo momento Jaejoong
unió sus manos y empujó por debajo de los brazos de Ryu Jin, lanzando el arma
lejos de él. La cuchilla rebotó en el camino de entrada.
Yunho dio un salto adelante
para ayudarlo pero se detuvo en seco, completamente extasiado. Una feroz
determinación cruzó por el rostro de Jaejoong. Jaejoong lo tenía y era
jodidamente hermoso ver a su gatito transformarse en un león.
Jaejoong se giró a un lado,
golpeando a Ryu Jin en las costillas con su codo izquierdo.
—¡Uf!
Sin interrupción, siguió ese
movimiento de un empujón con la palma de la otra mano en la base de su nariz.
El impacto hizo chocar a Ryu
Jin contra el auto con un satisfactorio ruido sordo.
Jaejoong tropezó por el
impulso. Yunho lo agarró por los brazos, estabilizándolo.
Ryu Jin se llevó las manos a
la nariz y se enroscó sobre sus rodillas dobladas.
—Me golpeaste.
—Me amenazaste con un bisturí.
— Jaejoong saltó de puntillas.
—No iba a cortarte. —Él agarró
la punta de su bata de laboratorio y la apretó contra sus fosas nasales que
chorreaban—. Me rompiste la nariz.
—¿Qué diablos estabas
haciendo? —Jin Mo miró fijamente a Ryu Jin como a una criatura extraña que se
había atrevido a deslizarse sobre su camino de entrada—. Te vi con ese bisturí
en la garganta de mi hijo.
—Yo no… ¿Qué está pasando? —Hye
Ok miró a Ryu Jin y Jaejoong, con los ojos vidriosos por la conmoción.
Yunho estaba harto de esto.
—El gilipollas atacó a Jaejoong
y él se defendió. —Tirando de Jaejoong hacia su pecho, bajó la mirada a su
cara—. Precioso, gatito. Exactamente como entrenamos.
Jaejoong se apoyó en Yunho,
inclinando la cabeza hacia arriba.
—Él me soltó. Cuando Finn y
sus matones aparecieron aquella noche, Ryu Jin agarró mi brazo. Pero cuando
Finn aplicó presión en su muñeca, me soltó. Dejó que me agarraran. Supongo que
una parte de mí siempre recordaba que él no luchó por mí y me entraba el pánico
cuando me tocaba.
Yunho cerró los brazos
alrededor de Jaejoong para mantener el control, pero volvió la mirada hacia Ryu
Jin.
El hombre se estremeció,
tratando de ponerse en pie.
—Adelante. Corre. —La amenaza
brotó de su boca disfrazada de palabras—. Dame una excusa para no romperte los
huesos exactamente como les dejaste que rompieran los de Jaejoong. Hazlo.
Ryu Jin se desplomó en el
suelo.
—No fue un atraco. —Hye Ok
envolvió los brazos alrededor de su cintura.
Por encima de la cabeza de Jaejoong,
Yunho miró a Ryu Jin.
—Cuéntales todo. Ahora. La
verdad.
Ryu Jin tenía un tic en el
ojo.
—Cuando estaba trabajando en
mi doctorado, las becas y ayudas se estaban agotando. Necesitaba dinero.
—Cambió de posición, gimiendo—. Finn se acercó a mí para que ayudase a sus
clientes a superar un test de esteroides. El reto captó mi interés y el dinero
era suficiente para terminar la universidad. Así que empecé a trabajar con él.
—Dinero. ¿Todo esto es por
dinero? —La voz de Jaejoong se hizo más aguda.
—¿Qué sabes tú del dinero, Jaejoongie?
Creciste con él, te lo dieron todo hecho.
Yunho había pensado eso
también una vez. Ese recuerdo le avergonzaba ahora. Jaejoong había nacido en la
riqueza, pero tenía un corazón más grande que cualquier otra persona que él
conociera. Entrelazó sus dedos con los de Jaejoong y besó su cabello con mechas
rosas.
—¿Me odiabas por eso?
—No. Te quería. Eras tan
hermoso entonces. Tan elegante y encantador con una necesidad de complacer. Me
mirabas como si tuviera todas las respuestas a tus preguntas. Cuando te llevaba
a algún evento, estaba tan orgulloso. Y después cuando bailabas… todos
comentaban lo bello que eras. Nunca fue mi intención que te hicieran daño.
Nunca.
Jaejoong se tensó.
—¿Por qué vinieron a por mí?
Ryu Jin inclinó su cabeza
contra el auto. La sangre goteaba de su boca y barbilla.
—Cuando te pedí que te casaras
conmigo, le dije a Finn que había terminado. Había conseguido lo que quería, a
ti y con nuestro matrimonio, conseguiría un porcentaje de SiriX. Ese fue el
encuentro con Finn que interrumpiste aquella noche cuando me llevaste la cena.
—Ryu Jin se pasó el dorso de la mano por la cara, manchándose de sangre—. Finn
descubrió quién eras.
Un nuevo arrebato de ira
asesina recorrió la espina dorsal de Yunho.
—Él lanzó amenazas contra Jaejoong,
¿no es así?
—Pensé que era un farol.
—Salió un gemido nasal—. Entonces aparecieron aquella noche y fueron a por ti.
—Ryu Jin bajó la mirada al cemento bajo sus piernas dobladas—. Cuando
terminaron, pensé que estabas muerto. No podía soportar verte allí desplomado,
con la pierna torcida en un mal ángulo, la cara magullada… todo lo que amaba de
ti destruido. —Él tragó saliva con dificultad—. Pero cuando te quité el anillo,
vi que estabas respirando. Me entró el pánico, así que escondí el anillo y
después me encerré en el auto y llamé a la policía.
—Confiamos en ti. —La voz de Hye
Ok era ronca mientras que el rostro de su marido se había teñido de rojo
oscuro.
Ryu Jin desvió la mirada hacia
la madre de Jaejoong.
—Lo mantuve con vida. Fue pura
suerte que Jaejoong no recordara el ataque. Volví a trabajar para Finn, creando
cada vez mejores esteroides de diseño para evitar que terminara el trabajo con Jaejoongie.
Y todo funcionó… hasta que Jaejoong se lió con Jung. —Ryu Jin suspiró
profundamente mientras alzaba la mirada hacia Jaejoong—. ¿Por qué no pudiste
dejarlo como estaba? Finn iba a matarte una vez que pasara el escándalo de los
esteroides. Te convertiste en una carga excesiva.
—Él no conseguirá acercarse a Jaejoong.
—Yunho se aseguraría de ello.
Por primera vez, Ryu Jin lo
miró directamente.
—No, no lo hará. Estaba
decidido a matarlo, así que lo detuve.
Yunho oyó los jadeos de
asombro. Sintió la sacudida involuntaria de Jaejoong en sus brazos. Pero su
atención estaba en el gilipollas.
—¿Qué hiciste?
—Inyección letal. No lo vio
venir.
* * * *
—¿Lo mataste a sangre fría? —Jaejoong
había estado enamorado de Ryu Jin, había tenido relaciones sexuales con él,
planeaba casarse con él. No había pensado que fuera capaz de utilizar sus
conocimientos farmacéuticos para cometer un asesinato.
Ryu Jin estiró una mano
ensangrentada hacia Jaejoong.
—Él te habría matado.
—¿Esa es tu excusa? —Se soltó
de las manos de Yunho y dio un paso más hacia el hombre caído en el suelo contra
su todoterreno. Haciendo caso omiso de Yunho que permanecía pegado a su lado,
miró hacia Ryu Jin—. No lo mataste por mí. Si estuvieras preocupado por mí,
habrías contado la verdad cuando fuimos atacados. Finn habría sido detenido y
yo estaría a salvo. Pero mentiste para mantener tu implicación en el asunto de
los esteroides en secreto. Lo mataste por esa razón también. O tal vez temías
que fuera a por ti.
El ojo de Ryu Jin parpadeaba
sin control.
—Nadie más tiene que saberlo.
Todavía podemos arreglarlo. Finn está muerto. No quieres destruir SiriX y todo
el trabajo de tus padres, ¿verdad? O el trabajo de Changmin con el fármaco
contra el Lupus.
—¿Debería ignorar lo que has
hecho? ¿Qué estás involucrado en el asunto de los esteroides que arruinaron la
carrera de un joven y le dejaron con daño permanente en el corazón? ¿Qué
mataste a Finn? —Los temblores empezaron en su pecho y se propagaron hacia afuera.
¿Ira o una reacción a la subida de adrenalina que había tenido cuando Ryu Jin lo
sorprendió?
—Ellos no importan. Tenemos
que proteger SiriX.
¿No importan?
Eso
es lo que Ryu Jin creía. A Jaejoong no le importaba que Finn estuviera muerto,
salvo que Ryu Jin no tenía derecho a matarlo. Pero Jaejoong se preocupaba por Kang
Joon.
—Kang Joon es más hombre de lo
que tú serás nunca. Cometió un error y cuando le pillaron, lo admitió
directamente sin excusas. Pensó que Yunho iba a echarle a la calle, pero lo
aceptó también como su castigo. Mientras que tú lloriqueas y…
—Destruiste todo. —La voz
helada de su madre interrumpió el resto de la diatriba de Jaejoong—. Todos los
años de investigación y trabajo, todo se ha perdido.
Su madre tenía los brazos
alrededor de su estómago, su rostro palideció mientras miraba hacia ellos con
odio.
Un viejo temor se deslizó por
la piel de Jaejoong.
—¿Me estás culpando a mí? ¿O a
Ryu Jin?
Hye Ok bajó los brazos.
—A Ryu Jin. Pero estoy segura
de que te sientes reivindicado ahora, Jaejoong. Tenías razón y nosotros
estábamos equivocados. Estaremos arruinados por el escándalo y puedes decir que
ya nos lo dijiste. —Se giró y se dirigió hacia la casa.
—Maldita sea, Hye Ok. —Su
padre explotó—. Lo estás empeorando.
Su madre se dio la vuelta.
—¿Cuánto peor puede llegar a
ser?
Él se movió de un lado a otro
con agitación.
—Jaejoongie podría haber sido
asesinado. O hace seis años o ahora. Y si sigues tratándolo como el enemigo, vamos
a perderlo para siempre. Jaejoong ya no nos necesita.
Hye Ok cerró los ojos, los
hombros hundidos.
—Voy a llamar a la policía.
Su padre alcanzó a Jaejoong
con un par de zancadas, los ojos tristes.
—No nos odies. No lo sabíamos.
Fuiste herido tan gravemente y después los ataques de pánico… ¿Nos perdonarás?
Su voz ronca y desesperada le
llegó al corazón. Hubo un tiempo en que sus padres le habían parecido tan
poderosos, brillantes y con éxito, mientras que Jaejoong era solo una persona
corriente. Pero esta noche eran demasiado humanos y frágiles. No quería
herirles más, pero tampoco iba a seguir siendo el viejo Jaejoongie que estaba
desesperado por una migaja de aprobación o señal de amor.
—No te odio papá. Nunca te he
odiado ni a ti ni a mamá. Los quiero a los dos, tanto que intenté ser el hijo
que queríais durante veintidós años, pero no pude hacerlo más durante los
últimos seis años. No soy él. Nunca lo seré. —Su voz se quebró.
Yunho colocó el brazo sobre
sus hombros.
Su apoyo silencioso fluyó en Jaejoong,
como si Yunho pudiera sostener su corazón cuando era demasiado pesado para su
pecho. La noche había exprimido sus emociones, desde la euforia de enfrentarse
a Ryu Jin, hasta después escuchar la verdad de lo que había sucedido hacía
tantos años, la fría ira de su madre hacia él y ahora la súplica desesperada de
su padre. Una parte de Jaejoong quería retractarse, pero otra parte sabía que
ya era hora de defender su postura.
—Supongo que lo que tenemos
que averiguar con el tiempo es si podéis amarme y aceptarme por lo que soy
ahora.
Su padre respiró profundamente
y asintió despacio.
—Te queremos. Créelo y
resolveremos el resto. —Él miró hacia la casa—. Ahora será mejor que vaya a
comprobar cómo está tu madre.
Yunho le alzó la barbilla, sus
ojos irradiaban calidez y preocupación.
—¿Estás bien?
¿Lo estaba? Jaejoong deseó
poder tener a Yunho así para siempre. No sabía si ellos realmente tenían un
futuro juntos o si eran solo dos personas que ahora se necesitaban la una a la
otra. Sin embargo, Yunho le había dado el tremendo regalo de ser él mismo,
enseñándole autodefensa y apoyándolo. Y esta noche se había enfrentado a Ryu
Jin, a sus ataques de pánico y a sus padres.
Se inclinó hacia Yunho.
—Lo estaré.
* * * *
Jaejoong estaba demasiado
nervioso para dormir. Ni siquiera la ducha caliente lo había calmado. Al ver la
luz encendida en la habitación de Young Jae, entró allí, sorprendido de verle
trabajando en su ordenador portátil.
—¿Por qué estás todavía
despierto? —Eran más de las diez.
—No podía dormir.
Jaejoong se sentó en la cama.
—¿Tienes demasiado dolor?
¿Puedo traerte algo?
—Estoy bien. —Cerró el
portátil y tomó su mano—. Estoy más preocupado por ti. Yunho me contó lo que ha
pasado. —Se movió hacia un lado y dio una palmadita en la cama—. Ven a hablar
conmigo.
Jaejoong se sentó a su lado.
—¿Tampoco podías dormir?
Jaejoong estudió sus piernas
desnudas. ¿Cuándo había empezado a caminar alrededor en pantalones cortos de
dormir sin pensar en sus cicatrices?
—Estaba esperando a que Yunho
viniera a la cama. Tenía que hacer algunas llamadas y otras cosas. —No estaba
preparado para estar solo ahora. ¿Eso lo hacía débil?
—Yo siempre estaba nervioso
después de una pelea. La descarga de adrenalina puede mantenerte excitado
durante horas. Después te derrumbarás.
Jaejoong levantó la mano, estudiándola.
—Todavía no puedo creer que lo
hice. —Se había defendido y había ganado.
—Le rompiste la nariz, según Yunho.
Él dijo y cito: Fue jodidamente hermoso.
Una sonrisa de idiota lo
sorprendió.
—¡Vaya poeta!
—Habría pagado por verlo. Ese
cabrón se lo merecía.
Tomó la mano de Jaejoong entre
las suyas, deslizando los dedos por su muñeca.
Jaejoong puso los ojos en
blanco.
—Yunho ya ha comprobado mi
mano. Está bien. No me duele.
—Probablemente te dolerá
mañana.
—No me importa. Valió la pena.
Ryu Jin estaba tan asombrado. Él dijo: Me golpeaste.
—¡Qué imbécil! Te puso un
bisturí en la garganta. —Young Jae posó sus manos unidas entre ellos en la
cama—. ¿Qué sentiste cuándo lo desarmaste?
Se recostó sobre las almohadas
que Young Jae había apilado.
—Un gran alivio. No solo por
defenderme, sino también por averiguar la verdad al fin. Durante todos estos
años era tan frustrante no poder recordar lo que había sucedido. Todavía no
puedo recordarlo por completo y probablemente nunca podré. Pero sabía que el
ataque no había ocurrido cómo Ryu Jin contaba y nadie me creía.
—Te sientes reivindicado.
Jaejoong se estremeció al oír
la palabra.
—Mi madre dijo eso mismo, solo
que sonó como una acusación. —Volviendo la cabeza, miró a Young Jae—. Pero ella
tenía razón, me siento reivindicado.
—Eres humano.
—Me siento mal por lo que van
a tener que afrontar en los próximos días, semanas… podría llevarles años
recuperarse de esto. Ryu Jin nos engañó a todos. La única razón por la que me
di cuenta fue porque Finn fue a por mí para que Ryu Jin siguiera trabajando
para él. —Frunció el ceño, recordando la reacción de Changmin—. Mi hermano
estaba investigando sobre Ryu Jin. Cuando llegó allí esta noche, nos dijo que Ji
Hyo y él habían hackeado el ordenador de Ryu Jin en el trabajo y habían
encontrado un flujo de ingresos que no procedía de SiriX. Ellos suponen que Ryu
Jin estaba vendiendo fórmulas patentadas de SiriX a Finn, que estaba fabricando
fármacos falsificados para vender online y están examinando su ordenador en
busca de pruebas. Esa clase de piratería es habitual en la farmacéutica.
—¿Encontraron alguna prueba?
Jaejoong negó con la cabeza.
—No y Ryu Jin lo niega. Aunque
parezca extraño, le creo. El dinero que Ryu Jin hizo con los esteroides era un
medio para conseguir la vida que anhelaba… ser un científico rico y reconocido,
casarse conmigo y poseer una parte de SiriX. A su retorcida manera, estaba
protegiendo SiriX y supongo que a mí también. Tanto es así que mató a Finn. Él
dijo la verdad acerca de eso también. La policía encontró el cadáver de Finn
exactamente como Ryu Jin confesó. —Fue todo tan surrealista—. Ryu Jin matando a
Finn con una inyección letal está tan alejado del hombre que pensé que conocía.
Una sabiduría fruto de la
experiencia brilló en los ojos de Young Jae
—Matar no es tan difícil como
parece. Es vivir con ello después lo que puede quebrar a un hombre.
Jaejoong nunca imaginó que
estaría aquí… sentado en la cama con un hombre que había matado a alguien.
Había sido criado con la idea de que solo las formas más bajas de humanidad
cometían actos de violencia.
Y sin embargo, este hombre con
el que estaba sentado ahora, en su opinión, había cambiado incontables vidas
para mejor. Sus padres creaban fármacos para mejorar vidas y eso era
importante. Pero Young Jae daba esperanza y orientación a chicos perdidos y eso
no tenía precio. En muchos sentidos, él tenía una compasión y humanidad más
auténticas que sus padres. Cada vez que respiraba contenía una nota de pesar
por un único momento de su vida.
Jaejoong le apretó suavemente
la mano.
—No te quebró a ti. En cambio
lo utilizaste como guía para ser un hombre mejor. —Un hombre al que había
llegado a querer de una forma especial—. Ryu Jin estaba desmoronándose bajo la
presión de sus secretos y la culpa que se negaba a aceptar. Cuando le dije que
los esteroides habían llevado a Kang Joon a tener un ataque al corazón, dijo que
Kang Joon no era importante. — Jaejoong se inclinó, abrazándolo—. Tú no eres
como Ryu Jin.
Los ojos de Young Jae
adquirieron un brillo.
—Creo que me ayudaste a
encontrar algunas de las palabras que necesitaba.
Jaejoong se recostó contra las
almohadas.
—¿Para qué?
—Para escribir cartas a las
personas que me importan. Cuando me haya ido, quiero que sepan lo importantes
que eran en mi vida.
Oh Dios, eso
dolía.
Trató de imaginar a Yunho leyendo una carta de Young Jae después de…
desgarrador y, sin embargo, tendría algo a lo que aferrarse. Mi Ja le había
sido arrebatada sin una despedida o un te quiero. Sin conclusión. Jaejoong no
sabía que decir, excepto:
—Vas a dejarles una
inestimable parte de ti. Eso significará todo para ellos. —Maldita sea, no iba
a llorar.
—Tal vez para algunos, pero
esta carta es para Evie. —Tocó el portátil cerrado que descansaba sobre sus
piernas con tanta suavidad como Jaejoong lo imaginaba acariciando el rostro de
su amor perdido—. Quiero que sepa que lo siento. La amaba y aunque se suponía
que debía protegerla, no tenía ningún derecho a quitarle a su padre. Espero
encontrar las palabras que necesito a tiempo.
¿Era eso lo que mantenía a Young
Jae despierto tan tarde? ¿Viejos remordimientos? ¿La necesidad de hacer las
cosas bien? Jaejoong aferró la mano de Young Jae entre las suyas. Quería darle
la absolución, pero no podía. Jaejoong no había estado allí aquel día. No sabía
realmente si Young Jae había ido demasiado lejos. La realidad era que Young Jae
creía que lo había hecho. La vida de un hombre estaba en su conciencia, al
igual que el dolor de Evie.
—Dile a ella lo que me has
dicho a mí… la verdad. Y después dile que te ha convertido en un hombre mejor,
que aprendiste de ese error y que esperas que sepa que aprendiste a amar…
incluso si no podía ser ella.
Young Jae miró al ordenador y
después alzó los ojos hacia Jaejoong.
—Yunho es un hombre con
suerte.
Jaejoong era el afortunado.
—Nunca habría encontrado el
coraje para enfrentarme a todo lo que pasó esta noche sin Yunho. Incluso ahora,
no quiero ir a dormir sin él. —Bueno, Young Jae probablemente no necesitaba
saber eso.
Young Jae puso el ordenador a
un lado y levantó el mando a distancia.
—Vamos a ver la televisión
hasta que Yunho descubra que has desaparecido.
* * * *
La sangre de Yunho hervía con
violencia. Ver al gilipollas poniendo un bisturí en la garganta de Jaejoong
había encendido una posesividad que iba más allá de la cordura.
Había estado dispuesto a matar
al hijo de puta.
Jaejoong le había retenido con
una simple súplica. Después había desarmado al gilipollas y un fiero orgullo
había agarrado a Yunho por las pelotas.
Lo deseaba, lo necesitaba con
un filo de violencia… Sí, había dejado que se fuera a la cama sin él. No podía
confiar en sí mismo para meterse en la maldita cama con Jaejoong y no
arrancarle la ropa.
Jaejoong no necesitaba ese
lado animal de él. Todavía estaba curándose del accidente de auto y tratando de
procesar todo lo que había pasado esa noche. No necesitaba que Yunho perdiera
el control y lo follara duro. Profundo. Hasta que supiera que Jaejoong estaba vivo
y era suyo.
Mierda. Yunho había
hecho sus llamadas, revisado el video del entrenamiento de Foster y ahora
caminaba de un lado a otro de su despacho.
Echó un vistazo a su reloj.
Cerca de la medianoche. Jaejoong tenía que estar dormido a esta hora. Se deslizaría
en la cama y tiraría de Jaejoong hacia él. Eso le calmaría. Mientras Jaejoong estuviera
dormido, mantendría el control. Salió de su despacho.
Un minuto más tarde Yunho miró
confundido la cama vacía. ¿Dónde estaba Jaejoong? Pero solo había un lugar al
que iría. Se dirigió al piso de abajo y se detuvo en la puerta de la habitación
de Young Jae.
—Se quedó dormido esperándote.
Su corazón se hinchó al verlo
acurrucada junto a Young Jae. Su cabello desparramado sobre un lado de la cama.
Tenía la mano de Young Jae apretada entre las suyas. Se acercó más, incapaz de
apartar la mirada de Jaejoong.
—Parece que la descarga de
adrenalina le pasó factura.
—Se apagó como una luz. No
quería estar solo.
Esperó la punzada de culpa por
dejarlo solo, pero no llegó. Jaejoong le había estado dando espacio como Yunho
se lo había dado a él después de que hubieran discutido la otra noche. En
cambio, había ido a Young Jae, encontrando su propia forma de conseguir el
consuelo que necesitaba. O tal vez Jaejoong estaba consolando a Young Jae.
Probablemente un poco de ambos, a juzgar por la mirada satisfecha en los ojos
de Young Jae.
—¿Voy a tener que luchar
contigo por mi chico?
Su boca se curvó.
—¿Crees que eres lo
suficientemente bueno?
—¿Para luchar contigo? Cuando
quieras. ¿Para Jaejoong? —Yunho trazó uno de sus mechones de color rosa. —No.
—¿Cómo podía alguien como él ser lo suficientemente bueno para Jaejoong?
—Sé lo suficientemente bueno, Yunho.
Un hombre como Jaejoong solo viene una vez en la vida.
Yunho no tenía una respuesta a
eso. ¿Por qué sentía que sin importar la elección que tomara, iba a tener una
consecuencia insoportable? Si dejaba vivir a Foster, ese hijo de puta iría
detrás de lo que Yunho amaba. Si mataba a Foster, Jaejoong le miraría como
había mirado a Ryu Jin esa noche.
Era una elección imposible.
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