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La proposición


Capítulo 37

Yunho se detuvo en seco. El gilipollas sostenía algo… ¿una navaja?... condenadamente cerca de la garganta de Jaejoong. Rápidamente calculó la distancia entre ellos.
Menos de dos metros.
Completamente factible. El cabrón estaba muerto.
—Yunho.
La voz de Jaejoong vibró. Yunho no apartó los ojos de la cuchilla, pero pudo oír la mezcla de miedo e ira hirviendo en esa sola palabra.
—Estoy aquí mismo. No te muevas. —Yunho mantuvo su voz baja y tranquilizadora. Tenía que confiar en él, dejarle trabajar alrededor para que Jaejoong no saliese herido.
—No voy a dar ningún golpecito.
El peso de Jaejoong cambió ligeramente, lo suficiente para alertar a Yunho de que él estaba realineando su cuerpo exactamente como Yunho lo había enseñado. Una poderosa sensación le golpeó directamente. No necesitaba palabras, sabía lo que Jaejoong quería.
Defenderse por sí mismo.
Cada célula que tenía gritaba: ¡No! ¡Joder, no! La adrenalina corría volcando más fuerza en sus músculos y huesos. Todo en Yunho le empujaba a atacar. Para rescatar a su chico. Mantenerlo a salvo y matar al gilipollas.
—Por favor.
La suave súplica le desarmó. Jaejoong necesitaba defenderse y Yunho lo entendía en el alma. Era como su necesidad de matar a Lee Foster.
—Si te hace daño, está muerto.
—¡Cállate! —Ryu Jin se balanceó sobre sus pies, moviendo la cuchilla jodidamente cerca de la garganta de Jaejoong.  
Yunho oyó el alboroto detrás de él. Los padres de Jaejoong salían de la casa.
—Ryu Jin, ¿qué diablos estás haciendo? —Bramó Jin Mo Kim.
Ryu Jin desvió la mirada, aflojando el brazo alrededor del cuello de Jaejoong.
En ese mismo momento Jaejoong unió sus manos y empujó por debajo de los brazos de Ryu Jin, lanzando el arma lejos de él. La cuchilla rebotó en el camino de entrada.
Yunho dio un salto adelante para ayudarlo pero se detuvo en seco, completamente extasiado. Una feroz determinación cruzó por el rostro de Jaejoong. Jaejoong lo tenía y era jodidamente hermoso ver a su gatito transformarse en un león.
Jaejoong se giró a un lado, golpeando a Ryu Jin en las costillas con su codo izquierdo.
—¡Uf!
Sin interrupción, siguió ese movimiento de un empujón con la palma de la otra mano en la base de su nariz.
El impacto hizo chocar a Ryu Jin contra el auto con un satisfactorio ruido sordo.
Jaejoong tropezó por el impulso. Yunho lo agarró por los brazos, estabilizándolo.
Ryu Jin se llevó las manos a la nariz y se enroscó sobre sus rodillas dobladas.
—Me golpeaste.
—Me amenazaste con un bisturí. — Jaejoong saltó de puntillas.
—No iba a cortarte. —Él agarró la punta de su bata de laboratorio y la apretó contra sus fosas nasales que chorreaban—. Me rompiste la nariz.
—¿Qué diablos estabas haciendo? —Jin Mo miró fijamente a Ryu Jin como a una criatura extraña que se había atrevido a deslizarse sobre su camino de entrada—. Te vi con ese bisturí en la garganta de mi hijo.
—Yo no… ¿Qué está pasando? —Hye Ok miró a Ryu Jin y Jaejoong, con los ojos vidriosos por la conmoción.
Yunho estaba harto de esto.  
—El gilipollas atacó a Jaejoong y él se defendió. —Tirando de Jaejoong hacia su pecho, bajó la mirada a su cara—. Precioso, gatito. Exactamente como entrenamos.
Jaejoong se apoyó en Yunho, inclinando la cabeza hacia arriba.
—Él me soltó. Cuando Finn y sus matones aparecieron aquella noche, Ryu Jin agarró mi brazo. Pero cuando Finn aplicó presión en su muñeca, me soltó. Dejó que me agarraran. Supongo que una parte de mí siempre recordaba que él no luchó por mí y me entraba el pánico cuando me tocaba.
Yunho cerró los brazos alrededor de Jaejoong para mantener el control, pero volvió la mirada hacia Ryu Jin.
El hombre se estremeció, tratando de ponerse en pie.
—Adelante. Corre. —La amenaza brotó de su boca disfrazada de palabras—. Dame una excusa para no romperte los huesos exactamente como les dejaste que rompieran los de Jaejoong. Hazlo.
Ryu Jin se desplomó en el suelo.
—No fue un atraco. —Hye Ok envolvió los brazos alrededor de su cintura.
Por encima de la cabeza de Jaejoong, Yunho miró a Ryu Jin.
—Cuéntales todo. Ahora. La verdad.
Ryu Jin tenía un tic en el ojo.
—Cuando estaba trabajando en mi doctorado, las becas y ayudas se estaban agotando. Necesitaba dinero. —Cambió de posición, gimiendo—. Finn se acercó a mí para que ayudase a sus clientes a superar un test de esteroides. El reto captó mi interés y el dinero era suficiente para terminar la universidad. Así que empecé a trabajar con él.
—Dinero. ¿Todo esto es por dinero? —La voz de Jaejoong se hizo más aguda.
—¿Qué sabes tú del dinero, Jaejoongie? Creciste con él, te lo dieron todo hecho.
Yunho había pensado eso también una vez. Ese recuerdo le avergonzaba ahora. Jaejoong había nacido en la riqueza, pero tenía un corazón más grande que cualquier otra persona que él conociera. Entrelazó sus dedos con los de Jaejoong y besó su cabello con mechas rosas.  
—¿Me odiabas por eso?
—No. Te quería. Eras tan hermoso entonces. Tan elegante y encantador con una necesidad de complacer. Me mirabas como si tuviera todas las respuestas a tus preguntas. Cuando te llevaba a algún evento, estaba tan orgulloso. Y después cuando bailabas… todos comentaban lo bello que eras. Nunca fue mi intención que te hicieran daño. Nunca.
Jaejoong se tensó.
—¿Por qué vinieron a por mí?
Ryu Jin inclinó su cabeza contra el auto. La sangre goteaba de su boca y barbilla.
—Cuando te pedí que te casaras conmigo, le dije a Finn que había terminado. Había conseguido lo que quería, a ti y con nuestro matrimonio, conseguiría un porcentaje de SiriX. Ese fue el encuentro con Finn que interrumpiste aquella noche cuando me llevaste la cena. —Ryu Jin se pasó el dorso de la mano por la cara, manchándose de sangre—. Finn descubrió quién eras.
Un nuevo arrebato de ira asesina recorrió la espina dorsal de Yunho.
—Él lanzó amenazas contra Jaejoong, ¿no es así?
—Pensé que era un farol. —Salió un gemido nasal—. Entonces aparecieron aquella noche y fueron a por ti. —Ryu Jin bajó la mirada al cemento bajo sus piernas dobladas—. Cuando terminaron, pensé que estabas muerto. No podía soportar verte allí desplomado, con la pierna torcida en un mal ángulo, la cara magullada… todo lo que amaba de ti destruido. —Él tragó saliva con dificultad—. Pero cuando te quité el anillo, vi que estabas respirando. Me entró el pánico, así que escondí el anillo y después me encerré en el auto y llamé a la policía.
—Confiamos en ti. —La voz de Hye Ok era ronca mientras que el rostro de su marido se había teñido de rojo oscuro.
Ryu Jin desvió la mirada hacia la madre de Jaejoong.
—Lo mantuve con vida. Fue pura suerte que Jaejoong no recordara el ataque. Volví a trabajar para Finn, creando cada vez mejores esteroides de diseño para evitar que terminara el trabajo con Jaejoongie. Y todo funcionó… hasta que Jaejoong se lió con Jung. —Ryu Jin suspiró profundamente mientras alzaba la mirada hacia Jaejoong—. ¿Por qué no pudiste dejarlo como estaba? Finn iba a matarte una vez que pasara el escándalo de los esteroides. Te convertiste en una carga excesiva.
—Él no conseguirá acercarse a Jaejoong. —Yunho se aseguraría de ello.
Por primera vez, Ryu Jin lo miró directamente.
—No, no lo hará. Estaba decidido a matarlo, así que lo detuve.
Yunho oyó los jadeos de asombro. Sintió la sacudida involuntaria de Jaejoong en sus brazos. Pero su atención estaba en el gilipollas.
—¿Qué hiciste?
—Inyección letal. No lo vio venir.
* * * *
—¿Lo mataste a sangre fría? —Jaejoong había estado enamorado de Ryu Jin, había tenido relaciones sexuales con él, planeaba casarse con él. No había pensado que fuera capaz de utilizar sus conocimientos farmacéuticos para cometer un asesinato.
Ryu Jin estiró una mano ensangrentada hacia Jaejoong.
—Él te habría matado.
—¿Esa es tu excusa? —Se soltó de las manos de Yunho y dio un paso más hacia el hombre caído en el suelo contra su todoterreno. Haciendo caso omiso de Yunho que permanecía pegado a su lado, miró hacia Ryu Jin—. No lo mataste por mí. Si estuvieras preocupado por mí, habrías contado la verdad cuando fuimos atacados. Finn habría sido detenido y yo estaría a salvo. Pero mentiste para mantener tu implicación en el asunto de los esteroides en secreto. Lo mataste por esa razón también. O tal vez temías que fuera a por ti.
El ojo de Ryu Jin parpadeaba sin control.
—Nadie más tiene que saberlo. Todavía podemos arreglarlo. Finn está muerto. No quieres destruir SiriX y todo el trabajo de tus padres, ¿verdad? O el trabajo de Changmin con el fármaco contra el Lupus.
—¿Debería ignorar lo que has hecho? ¿Qué estás involucrado en el asunto de los esteroides que arruinaron la carrera de un joven y le dejaron con daño permanente en el corazón? ¿Qué mataste a Finn? —Los temblores empezaron en su pecho y se propagaron hacia afuera. ¿Ira o una reacción a la subida de adrenalina que había tenido cuando Ryu Jin lo sorprendió?
—Ellos no importan. Tenemos que proteger SiriX.
¿No importan? Eso es lo que Ryu Jin creía. A Jaejoong no le importaba que Finn estuviera muerto, salvo que Ryu Jin no tenía derecho a matarlo. Pero Jaejoong se preocupaba por Kang Joon.
—Kang Joon es más hombre de lo que tú serás nunca. Cometió un error y cuando le pillaron, lo admitió directamente sin excusas. Pensó que Yunho iba a echarle a la calle, pero lo aceptó también como su castigo. Mientras que tú lloriqueas y…
—Destruiste todo. —La voz helada de su madre interrumpió el resto de la diatriba de Jaejoong—. Todos los años de investigación y trabajo, todo se ha perdido.
Su madre tenía los brazos alrededor de su estómago, su rostro palideció mientras miraba hacia ellos con odio.
Un viejo temor se deslizó por la piel de Jaejoong.
—¿Me estás culpando a mí? ¿O a Ryu Jin?
Hye Ok bajó los brazos.
—A Ryu Jin. Pero estoy segura de que te sientes reivindicado ahora, Jaejoong. Tenías razón y nosotros estábamos equivocados. Estaremos arruinados por el escándalo y puedes decir que ya nos lo dijiste. —Se giró y se dirigió hacia la casa.
—Maldita sea, Hye Ok. —Su padre explotó—. Lo estás empeorando.
Su madre se dio la vuelta.
—¿Cuánto peor puede llegar a ser?
Él se movió de un lado a otro con agitación.
—Jaejoongie podría haber sido asesinado. O hace seis años o ahora. Y si sigues tratándolo como el enemigo, vamos a perderlo para siempre. Jaejoong ya no nos necesita.
Hye Ok cerró los ojos, los hombros hundidos.
—Voy a llamar a la policía.
Su padre alcanzó a Jaejoong con un par de zancadas, los ojos tristes.
—No nos odies. No lo sabíamos. Fuiste herido tan gravemente y después los ataques de pánico… ¿Nos perdonarás?
Su voz ronca y desesperada le llegó al corazón. Hubo un tiempo en que sus padres le habían parecido tan poderosos, brillantes y con éxito, mientras que Jaejoong era solo una persona corriente. Pero esta noche eran demasiado humanos y frágiles. No quería herirles más, pero tampoco iba a seguir siendo el viejo Jaejoongie que estaba desesperado por una migaja de aprobación o señal de amor.
—No te odio papá. Nunca te he odiado ni a ti ni a mamá. Los quiero a los dos, tanto que intenté ser el hijo que queríais durante veintidós años, pero no pude hacerlo más durante los últimos seis años. No soy él. Nunca lo seré. —Su voz se quebró.
Yunho colocó el brazo sobre sus hombros.
Su apoyo silencioso fluyó en Jaejoong, como si Yunho pudiera sostener su corazón cuando era demasiado pesado para su pecho. La noche había exprimido sus emociones, desde la euforia de enfrentarse a Ryu Jin, hasta después escuchar la verdad de lo que había sucedido hacía tantos años, la fría ira de su madre hacia él y ahora la súplica desesperada de su padre. Una parte de Jaejoong quería retractarse, pero otra parte sabía que ya era hora de defender su postura.
—Supongo que lo que tenemos que averiguar con el tiempo es si podéis amarme y aceptarme por lo que soy ahora.
Su padre respiró profundamente y asintió despacio.
—Te queremos. Créelo y resolveremos el resto. —Él miró hacia la casa—. Ahora será mejor que vaya a comprobar cómo está tu madre.
Yunho le alzó la barbilla, sus ojos irradiaban calidez y preocupación.
—¿Estás bien?
¿Lo estaba? Jaejoong deseó poder tener a Yunho así para siempre. No sabía si ellos realmente tenían un futuro juntos o si eran solo dos personas que ahora se necesitaban la una a la otra. Sin embargo, Yunho le había dado el tremendo regalo de ser él mismo, enseñándole autodefensa y apoyándolo. Y esta noche se había enfrentado a Ryu Jin, a sus ataques de pánico y a sus padres.  
Se inclinó hacia Yunho.
—Lo estaré.
* * * *
Jaejoong estaba demasiado nervioso para dormir. Ni siquiera la ducha caliente lo había calmado. Al ver la luz encendida en la habitación de Young Jae, entró allí, sorprendido de verle trabajando en su ordenador portátil.
—¿Por qué estás todavía despierto? —Eran más de las diez.
—No podía dormir.
Jaejoong se sentó en la cama.
—¿Tienes demasiado dolor? ¿Puedo traerte algo?
—Estoy bien. —Cerró el portátil y tomó su mano—. Estoy más preocupado por ti. Yunho me contó lo que ha pasado. —Se movió hacia un lado y dio una palmadita en la cama—. Ven a hablar conmigo.
Jaejoong se sentó a su lado.
—¿Tampoco podías dormir?
Jaejoong estudió sus piernas desnudas. ¿Cuándo había empezado a caminar alrededor en pantalones cortos de dormir sin pensar en sus cicatrices?
—Estaba esperando a que Yunho viniera a la cama. Tenía que hacer algunas llamadas y otras cosas. —No estaba preparado para estar solo ahora. ¿Eso lo hacía débil?
—Yo siempre estaba nervioso después de una pelea. La descarga de adrenalina puede mantenerte excitado durante horas. Después te derrumbarás.
Jaejoong levantó la mano, estudiándola.
—Todavía no puedo creer que lo hice. —Se había defendido y había ganado.
—Le rompiste la nariz, según Yunho. Él dijo y cito: Fue jodidamente hermoso.  
Una sonrisa de idiota lo sorprendió.
—¡Vaya poeta!
—Habría pagado por verlo. Ese cabrón se lo merecía.
Tomó la mano de Jaejoong entre las suyas, deslizando los dedos por su muñeca.
Jaejoong puso los ojos en blanco.
—Yunho ya ha comprobado mi mano. Está bien. No me duele.
—Probablemente te dolerá mañana.
—No me importa. Valió la pena. Ryu Jin estaba tan asombrado. Él dijo: Me golpeaste.
—¡Qué imbécil! Te puso un bisturí en la garganta. —Young Jae posó sus manos unidas entre ellos en la cama—. ¿Qué sentiste cuándo lo desarmaste?
Se recostó sobre las almohadas que Young Jae había apilado.
—Un gran alivio. No solo por defenderme, sino también por averiguar la verdad al fin. Durante todos estos años era tan frustrante no poder recordar lo que había sucedido. Todavía no puedo recordarlo por completo y probablemente nunca podré. Pero sabía que el ataque no había ocurrido cómo Ryu Jin contaba y nadie me creía.
—Te sientes reivindicado.
Jaejoong se estremeció al oír la palabra.
—Mi madre dijo eso mismo, solo que sonó como una acusación. —Volviendo la cabeza, miró a Young Jae—. Pero ella tenía razón, me siento reivindicado.
—Eres humano.
—Me siento mal por lo que van a tener que afrontar en los próximos días, semanas… podría llevarles años recuperarse de esto. Ryu Jin nos engañó a todos. La única razón por la que me di cuenta fue porque Finn fue a por mí para que Ryu Jin siguiera trabajando para él. —Frunció el ceño, recordando la reacción de Changmin—. Mi hermano estaba investigando sobre Ryu Jin. Cuando llegó allí esta noche, nos dijo que Ji Hyo y él habían hackeado el ordenador de Ryu Jin en el trabajo y habían encontrado un flujo de ingresos que no procedía de SiriX. Ellos suponen que Ryu Jin estaba vendiendo fórmulas patentadas de SiriX a Finn, que estaba fabricando fármacos falsificados para vender online y están examinando su ordenador en busca de pruebas. Esa clase de piratería es habitual en la farmacéutica.
—¿Encontraron alguna prueba?
Jaejoong negó con la cabeza.
—No y Ryu Jin lo niega. Aunque parezca extraño, le creo. El dinero que Ryu Jin hizo con los esteroides era un medio para conseguir la vida que anhelaba… ser un científico rico y reconocido, casarse conmigo y poseer una parte de SiriX. A su retorcida manera, estaba protegiendo SiriX y supongo que a mí también. Tanto es así que mató a Finn. Él dijo la verdad acerca de eso también. La policía encontró el cadáver de Finn exactamente como Ryu Jin confesó. —Fue todo tan surrealista—. Ryu Jin matando a Finn con una inyección letal está tan alejado del hombre que pensé que conocía.
Una sabiduría fruto de la experiencia brilló en los ojos de Young Jae
—Matar no es tan difícil como parece. Es vivir con ello después lo que puede quebrar a un hombre.
Jaejoong nunca imaginó que estaría aquí… sentado en la cama con un hombre que había matado a alguien. Había sido criado con la idea de que solo las formas más bajas de humanidad cometían actos de violencia.
Y sin embargo, este hombre con el que estaba sentado ahora, en su opinión, había cambiado incontables vidas para mejor. Sus padres creaban fármacos para mejorar vidas y eso era importante. Pero Young Jae daba esperanza y orientación a chicos perdidos y eso no tenía precio. En muchos sentidos, él tenía una compasión y humanidad más auténticas que sus padres. Cada vez que respiraba contenía una nota de pesar por un único momento de su vida.
Jaejoong le apretó suavemente la mano.
—No te quebró a ti. En cambio lo utilizaste como guía para ser un hombre mejor. —Un hombre al que había llegado a querer de una forma especial—. Ryu Jin estaba desmoronándose bajo la presión de sus secretos y la culpa que se negaba a aceptar. Cuando le dije que los esteroides habían llevado a Kang Joon a tener un ataque al corazón, dijo que Kang Joon no era importante. — Jaejoong se inclinó, abrazándolo—. Tú no eres como Ryu Jin.
Los ojos de Young Jae adquirieron un brillo.  
—Creo que me ayudaste a encontrar algunas de las palabras que necesitaba.
Jaejoong se recostó contra las almohadas.
—¿Para qué?
—Para escribir cartas a las personas que me importan. Cuando me haya ido, quiero que sepan lo importantes que eran en mi vida.
Oh Dios, eso dolía. Trató de imaginar a Yunho leyendo una carta de Young Jae después de… desgarrador y, sin embargo, tendría algo a lo que aferrarse. Mi Ja le había sido arrebatada sin una despedida o un te quiero. Sin conclusión. Jaejoong no sabía que decir, excepto:
—Vas a dejarles una inestimable parte de ti. Eso significará todo para ellos. —Maldita sea, no iba a llorar.
—Tal vez para algunos, pero esta carta es para Evie. —Tocó el portátil cerrado que descansaba sobre sus piernas con tanta suavidad como Jaejoong lo imaginaba acariciando el rostro de su amor perdido—. Quiero que sepa que lo siento. La amaba y aunque se suponía que debía protegerla, no tenía ningún derecho a quitarle a su padre. Espero encontrar las palabras que necesito a tiempo.
¿Era eso lo que mantenía a Young Jae despierto tan tarde? ¿Viejos remordimientos? ¿La necesidad de hacer las cosas bien? Jaejoong aferró la mano de Young Jae entre las suyas. Quería darle la absolución, pero no podía. Jaejoong no había estado allí aquel día. No sabía realmente si Young Jae había ido demasiado lejos. La realidad era que Young Jae creía que lo había hecho. La vida de un hombre estaba en su conciencia, al igual que el dolor de Evie.
—Dile a ella lo que me has dicho a mí… la verdad. Y después dile que te ha convertido en un hombre mejor, que aprendiste de ese error y que esperas que sepa que aprendiste a amar… incluso si no podía ser ella.
Young Jae miró al ordenador y después alzó los ojos hacia Jaejoong.
—Yunho es un hombre con suerte.
Jaejoong era el afortunado.
—Nunca habría encontrado el coraje para enfrentarme a todo lo que pasó esta noche sin Yunho. Incluso ahora, no quiero ir a dormir sin él. —Bueno, Young Jae probablemente no necesitaba saber eso.  
Young Jae puso el ordenador a un lado y levantó el mando a distancia.
—Vamos a ver la televisión hasta que Yunho descubra que has desaparecido.
* * * *
La sangre de Yunho hervía con violencia. Ver al gilipollas poniendo un bisturí en la garganta de Jaejoong había encendido una posesividad que iba más allá de la cordura.
Había estado dispuesto a matar al hijo de puta.
Jaejoong le había retenido con una simple súplica. Después había desarmado al gilipollas y un fiero orgullo había agarrado a Yunho por las pelotas.
Lo deseaba, lo necesitaba con un filo de violencia… Sí, había dejado que se fuera a la cama sin él. No podía confiar en sí mismo para meterse en la maldita cama con Jaejoong y no arrancarle la ropa.
Jaejoong no necesitaba ese lado animal de él. Todavía estaba curándose del accidente de auto y tratando de procesar todo lo que había pasado esa noche. No necesitaba que Yunho perdiera el control y lo follara duro. Profundo. Hasta que supiera que Jaejoong estaba vivo y era suyo.
Mierda. Yunho había hecho sus llamadas, revisado el video del entrenamiento de Foster y ahora caminaba de un lado a otro de su despacho.
Echó un vistazo a su reloj. Cerca de la medianoche. Jaejoong tenía que estar dormido a esta hora. Se deslizaría en la cama y tiraría de Jaejoong hacia él. Eso le calmaría. Mientras Jaejoong estuviera dormido, mantendría el control. Salió de su despacho.
Un minuto más tarde Yunho miró confundido la cama vacía. ¿Dónde estaba Jaejoong? Pero solo había un lugar al que iría. Se dirigió al piso de abajo y se detuvo en la puerta de la habitación de Young Jae.
—Se quedó dormido esperándote.
Su corazón se hinchó al verlo acurrucada junto a Young Jae. Su cabello desparramado sobre un lado de la cama. Tenía la mano de Young Jae apretada entre las suyas. Se acercó más, incapaz de apartar la mirada de Jaejoong.
—Parece que la descarga de adrenalina le pasó factura.
—Se apagó como una luz. No quería estar solo.
Esperó la punzada de culpa por dejarlo solo, pero no llegó. Jaejoong le había estado dando espacio como Yunho se lo había dado a él después de que hubieran discutido la otra noche. En cambio, había ido a Young Jae, encontrando su propia forma de conseguir el consuelo que necesitaba. O tal vez Jaejoong estaba consolando a Young Jae. Probablemente un poco de ambos, a juzgar por la mirada satisfecha en los ojos de Young Jae.
—¿Voy a tener que luchar contigo por mi chico?
Su boca se curvó.
—¿Crees que eres lo suficientemente bueno?
—¿Para luchar contigo? Cuando quieras. ¿Para Jaejoong? —Yunho trazó uno de sus mechones de color rosa. —No. —¿Cómo podía alguien como él ser lo suficientemente bueno para Jaejoong?
—Sé lo suficientemente bueno, Yunho. Un hombre como Jaejoong solo viene una vez en la vida.
Yunho no tenía una respuesta a eso. ¿Por qué sentía que sin importar la elección que tomara, iba a tener una consecuencia insoportable? Si dejaba vivir a Foster, ese hijo de puta iría detrás de lo que Yunho amaba. Si mataba a Foster, Jaejoong le miraría como había mirado a Ryu Jin esa noche.
Era una elección imposible.

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