Capítulo
45
— Yunho.
Yunho se despertó de golpe en
el sillón reclinable de la habitación de Young Jae y se puso en pie.
Jaejoong estaba dormido en la
cama al lado del hombre mayor.
Habían estado despiertos casi
toda la noche con él.
Hoy habían visto una multitud
de gente, incluyendo a los padres de Jaejoong, su hermano y su prometido, Junsu
y Yoochun, que estaban preocupados por Jaejoong.
Luego Siwon, Heechul y unos
cuantos chicos habían venido a decir adiós a Young Jae.
Durante veinticuatro horas
había estado a la deriva, a merced de las circunstancias, mayormente durmiendo
si no inconsciente. Una hora o dos atrás, Siwon había enviado a todo el mundo.
Él y Heechul habían tenido su
momento privado con Young Jae luego se fueron. Kang Joon tuvo su momento
también y se fue a la casa de huéspedes, dando a Yunho y Jaejoong estas últimas
horas con Young Jae.
Pero ahora, Young Jae había
despertado y Yunho miró sus ojos azules sorprendentemente claros.
—Pensé que dormirías un poco
más.
Jaejoong se despertó,
confundido.
—¿Qué sucede?
Young Jae le tomó la mano,
pero mantuvo sus ojos fijos en Yunho mientras dijo:
—Me gustaría ver el océano. —Jaejoong
miró el reloj—. Es casi la puesta del sol. Tendrás frío.
Una pequeña sonrisa apareció.
—No me importa.
Yunho cerró los ojos ante el
peso de esas palabras. Young Jae se iba. Un dolor insoportable golpeaba su
pecho. La mano de Jaejoong tocó la suya.
—¿Podemos moverlo?
Abriendo sus ojos, fijó su
mirada en la de Jaejoong. No hace mucho tiempo Jaejoong habría corrido a sus
brazos aterrorizado, dejando que Yunho sea su fuerza por un rato. Ahora Jaejoong
era la suya.
—Yo lo llevaré.
—Tu brazo. — Jaejoong echó un
vistazo al vendaje sobre los puntos de sutura.
Nada importaba excepto darle a
Young Jae sus últimos momentos. Él quería ver el océano, Yunho lo haría
posible.
—Está bien. Consigue una
manta.
Jaejoong se deslizó fuera de
la cama.
Yunho se inclinó y tomó el
tubo de oxígeno de la cara de Young Jae. Deslizando sus brazos por debajo de
él, levantó al hombre y lo llevó fuera a la terraza, bajando las escaleras y
cruzando la arena a la orilla del mar.
Se sentó y apoyó la espalda de
Young Jae contra su pecho. Young Jae había tomado un chico furioso, sufriendo, en
duelo y lo había moldeado en un hombre.
Yunho luchó para decirle lo
que eso había significado para él.
—Gracias, Young Jae. Has sido
un padre para mí. Tú eres el hombre que espero ser.
Young Jae puso su mano sobre
el brazo de Yunho.
—Tú eres el hijo que yo elegí.
El dolor en el pecho de Yunho
se intensificó y sus ojos ardían mientras Jaejoong se aproximaba a ellos
cuidadosamente por su pierna en la arena.
Jaejoong colocó con cuidado la
manta alrededor de Young Jae, luego vaciló.
Al ver su incertidumbre, Yunho
lo empujó hacia ellos, acomodándolo contra el costado de Young Jae y extendió
la manta sobre todos ellos.
—Quédate con nosotros. —No
podía hacerlo sin Jaejoong. Jaejoong pertenecía a él, en este momento y
siempre. Jaejoong acunó la mano de Young Jae en la suya—. Nunca te olvidaré.
—Su voz se quebró y se rompió—. Tú eres mi amigo.
La garganta de Yunho le dolía.
El dolor que les inundaba era tan vasto y profundo como el océano.
Young Jae giró su cabeza
lentamente.
—Mi ordenador portátil.
Jaejoong inclinó la cabeza más
cerca para oír su susurro áspero.
—¿Qué hay acerca de ello?
Young Jae tragó, luchando para
tratar de sacar las palabras.
Las lágrimas brotaron de sus
ojos, derramándose por su rostro.
—No te he olvidado.
—¿Una carta para mí?
Young Jae inclinó su barbilla
en un guiño.
El corazón de Yunho se llenó
de mucho dolor y amor por ambos. Young Jae, el hombre que salvó a un
atormentado, niño enojado y Jaejoong quien enseñó al hombre a amar.
Young Jae descansaba sobre el
pecho de Yunho mientras Jaejoong sostenía la mano del hombre mayor. Las olas se
elevaban y caían mientras que el sol se sumergía en el océano, cubriendo la
oscuridad un manto suave sobre ellos.
Young Jae expiró
pacíficamente, simplemente dejándose llevar.
Yunho sujetó su brazo
alrededor de él, tratando instintivamente de retener el único padre que había
conocido.
Jaejoong se limpió la cara con
la manta y luego se puso de rodillas y besó la mejilla de Young Jae.
—Siente la música Young Jae.
Eres libre ahora.
Cuando Jaejoong desvió la
mirada hacia Yunho, su rostro estaba ultrajado por lágrimas y pérdida y sin
embargo había tanto amor allí también, que Yunho perdió por completo el
control.
Young Jae se había ido.
La horrible realidad lo tomó
por el cuello, rasgando a través de su corazón.
Tiró de Jaejoong hacia él
mientras la tormenta emocional hacía estragos en su interior.
Finalmente, Jaejoong dijo:
—Haré la llamada.
Tenían que llamar al médico de
Young Jae. Pero no podía hacerlo, no todavía.
—Aún no estoy listo para
dejarlo ir.
El peso de Young Jae
desplomado contra Yunho era uno que él llevaba voluntariamente. El hombre había
confiado en él para sostenerlo mientras moría. Se ahogo nuevamente.
Necesitaba un minuto más.
Jaejoong pasó la mano por su
rostro, empujando su mirada hacia él.
—Tómate todo el tiempo que
necesites. Tú eres su hijo del corazón para siempre.
Sus ojos brillaban con
entendimiento y eso le alivió. Nadie alejaría a Young Jae de Yunho. Ellos
esperarían hasta que estuviese listo para dejarlo ir.
Jaejoong presionó sus labios
contra la sien de Yunho, luego se apoyó en su hombro para levantarse y se
dirigió a la casa.
No sabía cuánto tiempo estuvo
sentado allí mientras el dolor tallaba profundamente en su alma.
Las olas se agitaban en un ritmo
constante, la luna se elevó y Yunho se dio cuenta que estaba listo para dejarlo
ir.
Young Jae estaba libre de
dolor y en paz, pero su legado de mentoría para chicos de la calle viviría.
Yunho se aseguraría de ello.
* * * *
Diez días después.
Jaejoong terminó de dar
vueltas en la piscina climatizada de Yunho. El frondoso jardín era su lugar
favorito. Yunho había tenido razón en traerlos aquí para darles oportunidad de
descansar y recuperarse.
Los padres de Junsu estaban
cuidando de su pastelería y por primera vez desde que había comprado Sugar
Dancer, Jaejoong realmente tenía un descanso del trabajo. Al llegar a la
escalinata, empezó a salir. Unas manos grandes lo alcanzaron, levantándolo del
agua y hacia los brazos de Yunho.
—Hice margaritas.
Llevaba pantalones cortos y
unas pocas arrugas alrededor de los ojos. Entre el ataque y la pérdida de Young
Jae, ambos tenían pesadillas y malos momentos.
Pero se tenían el uno al otro
y eso hizo todo soportable. Jaejoong envolvió sus piernas alrededor de Yunho,
sabiendo que lo sostendría.
—¿Cuándo empezaste a beber
margaritas? —Solo le había visto beber una cerveza o una copa de vino.
Incluso después de que Young
Jae murió, Yunho no había bebido más de una o dos cervezas.
—Cuando veníamos en auto hasta
aquí, mencionaste lo mucho que te gustaron las que hizo Heechul
mientras yo estaba en Brasil y los dos pasabais tiempo con Young Jae.
Jaejoong cerró los ojos,
disfrutando la forma en que Yunho había oído su comentario espontaneo y había
hecho algo tan dulce.
—No quiero llorar más.
—¿Las margaritas te hacen
llorar?
Abrió sus ojos.
—Tú lo haces con el modo en
que me amas.
Era más fácil decirlo ahora,
más fácil de creer. Había visto de primera mano cómo Yunho amaba a su hermana y
Young Jae. El amor de Yunho era poderoso y duradero. Yunho lo abrazó con más
fuerza mientras lo llevaba al patio que daba al precioso jardín bordeado de
árboles. Yunho metió una toalla gruesa alrededor de su espalda y luego se
acostó en un enorme y reclinable sillón con Jaejoong cubierto sobre él. Tiró de
su cabello, dirigiendo sus ojos hacia Yunho.
—Cometí un error y estuve
demasiado cerca de perderte. Ese día, cuando entré y te vi parada delante de Young
Jae frente a Foster... esa imagen me perseguirá para siempre. Elegí una pelea con
un maldito asesino sobre vosotros. —Tomó aliento—. Una margarita no compensa
eso.
Ellos habían estado haciendo
esto, repasando una y otra vez eso, tratando de obtener el control de sus
horribles recuerdos, arrepentimientos y miedos. Odiaba que Yunho se culpara a
sí mismo.
—Tú no me tienes que compensar
por nada, volviste. Nos elegiste a nosotros, a Young Jae y a mí. Eso es lo que
importa.
Yunho no sabía que estaban en
peligro. Foster había drogado a los dos investigadores que le seguían el
rastro, entonces todo el mundo asumió que estaba en su camino a la lucha.
—Te hice daño ese día. Me
aleje sin que tú supieras que eras mi todo. Es por eso que volví. Tenía que
decirte que te amo y que tú venías primero. Y pienso que... —Yunho desvió su
mirada en la distancia— …tal vez deseaba que Young Jae estuviese orgulloso de
mí.
—Él te dijo cuan orgulloso
estaba de ti en la carta.
Jaejoong había llorado leyendo
cuánto Young Jae había llegado a amar y respetar a Yunho y cuán orgulloso
estaba de él. Young Jae consideraba a todos los chicos de los que había sido
mentor importantes pero había llamado a Yunho su verdadera familia. Yunho
volvió su mirada hacia Jaejoong y asintió lentamente.
—No sé quién es mi donante de
esperma, pero Young Jae es mi padre en todo lo que importa. —Yunho curvo su
boca y tocó un mechón de su cabello—. Y él te amó.
Su garganta se estrechó ante
el pensamiento de la carta que Young Jae le había dejado. Jaejoong la había
leído la noche que Young Jae murió mientras Yunho estaba sentado en la playa y
había memorizado cada palabra.
Queridísimo Jaejoong,
Cuando
finalmente llegué a aceptar la realidad de que no iba a vencer a este cáncer,
sabía que iba a morir sin el consuelo de una mujer. Ninguna esposa, amante,
hija, ni siquiera una sobrina. Eso me jodía, pero me preocupaba más acerca de Yunho.
Se negaba a dejar que una mujer u hombre se acercase emocionalmente a él (¡ya
conoces a su madre!) Y temí que ese chico que amo tanto terminaría solo como
yo.
Entonces tú
llegaste a nuestras vidas y nos salvaste a los dos. Me diste tu amistad,
llenando las últimas semanas de mi vida con un amor luminoso, cálido confort y
risa sanadora. Y le diste a Yunho tu corazón, enseñándole que es digno de ser
amado. Al verlo enamorarse de ti y convertirse en un hombre mejor (y ya era un
maldito buen hombre) es una de las mayores alegrías de mi vida. Confía en su
amor. Él no te fallará.
Jaejoong,
eres un hombre fuerte con un corazón hermoso. Gracias por ser mi amigo cuando
más te necesitaba. He llegado a amarte como una parte valiosa de mi familia.
Quiero que sepas que estoy en paz dejando a Yunho contigo.
Vive, ama y
se feliz hasta que nos encontremos de nuevo.
Con amor, Young
Jae.
Una oleada de dolor y de amor
llenó el corazón de Jaejoong.
—Él no me olvidó.
Los ojos de Yunho se
suavizaron.
—Eres un hombre difícil de
olvidar, bebé. Young Jae no mentía, dijo la verdad. Los dos teníais un vínculo
especial que hizo sus últimas semanas y días más tranquilos.
—Mi peor arrepentimiento es no
haber detenido a Foster de herir a Young Jae. Me quedé helado, presa del pánico
y ese bastardo corto a un moribundo indefenso. —Su estómago se revolvía cada
vez que pensaba en ello.
—Cariño. —Su voz se engrosó—.
Se suponía que tenías que correr, no proteger a Young Jae. ¿No sabes que él
habría muerto voluntariamente por ti?
Maldición. Iba a llorar
otra vez y parpadeó con determinación en contra de las lágrimas.
—No podía dejarlo. Ryu Jin me
abandonó cuando fuimos atacados, me dejó. No le haría eso a Young Jae. —¿Cuán
trágico hubiera sido si Yunho no hubiera tenido esos últimos momentos
dolorosamente bellos con Young Jae?
Yunho le frotó la espalda por
debajo de la toalla.
—Hubiera sido más fácil si me
hubiera enamorado de un cobarde, pero en su lugar me enamoré de ti, mi valiente
gatito Ahora voy a pasar el resto de mi vida muerto de miedo de que te maten
protegiendo a alguien que no puede protegerse él o ella a sí mismo.
Jaejoong puso su cabeza sobre
el pecho de Yunho. Con su ataque seis años atrás, no había tenido alguien con
quien realmente hablar. Pero ahora tenía a Yunho y juntos estaban procesando
lentamente sus emociones.
—Young Jae me enseñó más sobre
la compasión que nadie que yo haya conocido. Cometió un error, pero se hizo
cargo y trató de hacer las cosas mejor. Lo que yo hice no fue valiente. Eso fue
ser amigo de Young Jae.
Yunho acarició con su gran
mano a través de su piel, su cuerpo cálido y sólido estaba debajo de Jaejoong.
—No importa qué título le des.
Estabas allí para él.
Jaejoong sonrió suavemente.
—Y tú estabas allí para
nosotros.
—Gracias a Dios.
—Desearía que hubiésemos
podido salvar a Zack también.
Habían ido al funeral del
enfermero y Yunho se hizo cargo de todos los gastos, pero no era suficiente.
Zack había sido asesinado por Foster, luego su auto fue usado para conseguir
entrar a la propiedad de Yunho.
Su muerte les había golpeado
duro. Los ojos de Yunho reflejaban su pesar.
—Estaba seguro que había
provocado a Foster lo suficiente para venir tras de mí en esa pelea.
Jaejoong levantó la cabeza.
—¿Lo habrías matado?
La mano de Yunho quedó inmóvil
sobre su espalda y se puso tenso.
—No lo sé. Desearía poder
decirte que no, pero pienso que no habría parado si no hubieras estado allí.
—Había sido honesto con Jaejoong, así que Jaejoong hizo la pregunta que le preocupaba.
—¿Te arrepientes de no haberlo
matado?
Foster estaba vivo en un
hospital de la prisión. Si sobrevivía a sus heridas, sería juzgado por el
asesinato de Zack y el ataque contra Jaejoong y Young Jae.
Le daba igual si vivía o moría,
pero no quería que el hecho de que Jaejoong había detenido a Yunho de matarlo
se enquistase, emponzoñase entre ellos.
Yunho apartó el cabello húmedo
de su rostro.
—No. Tú me necesitabas y tú
eres lo primero.
Jaejoong abrió la boca para
decirle lo mucho que lo amaba cuando sonó su móvil. Yunho lo agarró de la mesa
de al lado y se lo entregó a Jaejoong.
Echó un vistazo a la pantalla
sorprendido. Cambiando mentalmente de tema, respondió:
—Hola, Ana, ¿qué sucede?
Era alrededor de las cuatro de
la tarde, ¿había algo mal en la pastelería?
—Hola, Jaejoong. No te
molestaría en tu viaje, pero estoy demasiado excitado para esperar a que
regreses.
La curiosidad se despertó en Jaejoong.
—¿Acerca de qué?
—Dos de los shows a los que
remitimos el material de los videos llamaron. Ambos quieren asegurarte para uno
de sus segmentos. Son grandes noticias. Lo logramos.
—¿Dos? —Dos shows lo querían.
Una sensación como de mariposas extendiendo sus alas revoloteaban en su estómago.
Los nervios, miedo y alegría se mezclaban. Jaejoong miró a Yunho.
—Dos shows me quieren.
Ese rostro que amaba, tan
brutal, a veces, se deslizó en una sonrisa que hacía sus ojos bailar.
—Di que sí. Reserva esos
shows. Este es tu momento de brillar, chico pastelero. —Dios lo amaba. No había
ningún sentimiento como este—. Ana, reservemos.
Ana rió, su felicidad era
contagiosa.
—Uf, eso es bueno, porque ya
lo hice. Dile a Yunho hola y hablaremos cuando vuelvas. —Colgó.
—Estoy orgulloso de ti, Jaejoong.
Tan jodidamente orgulloso.
Calor circuló a través de
Jaejoong. Dejando caer su teléfono sobre la mesa al lado de las dos margaritas,
dijo:
—Estoy un poco asustado. ¿Qué
pasa si lo arruino? ¿O tengo un ataque de pánico?
Yunho se tomó un momento para
contestar.
—Voy a estar allí cuando grabes.
Su puede estar allí también. Conozco a su jefe, va a darle el día libre. No vas
a fallar cariño. Sabes lo que haces.
—Tal vez entre en pánico.
Yunho asintió.
—¿Y? Tú no te estás ocultando
nunca más. Si entras en pánico, estaré allí para ayudarte a superarlo. Entonces
horneas cualquiera que sea el jodido postre que estés haciendo.
Jaejoong parpadeó y luego se
echó a reír con tanta fuerza que se ahogó. Dios, se sentía tan bien reír de nuevo.
La perdida y el trauma no desaparecen como una tormenta de verano, pero ser
capaz de reírse era una señal de que estaban vivos y comenzando a sanar.
Yunho lo movió para estar
reclinado a su lado y luego le entregó una margarita ligeramente derretida y
tomó otra para sí mismo.
—Por el éxito bebé. Vas a
triunfar y ser mi estrella.
Jaejoong miró a los ojos del
hombre que lo amaba tal y como era, mientras apoyaba sus esfuerzos por crecer.
—Ya he triunfado. Te tengo a
ti.
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