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La proposición


Capítulo 39

 Yunho apiló los platos en el lavavajillas mientras Jaejoong guardaba las sobras de la cena.
—Me sorprende que no tengas una empleada que cocine para ti.
—Contraté a un nutricionista y un cocinero para Young Jae, pero él lo odiaba. —Yunho cerró el lavavajillas, después sacó el vino y sirvió dos copas. Entregando una a Jaejoong, lo guió de vuelta a la terraza donde acababan de cenar. El traje de verano que Jaejoong se había puesto después de ducharse flotaba en sus muslos mientras Jaejoong se acomodaba en la mecedora para observar la puesta de sol—. ¿Te gustaría que contratara a alguien para que cocinara para nosotros?
—¿A mí? — Jaejoong se giró hacia Yunho, el sol atrapando los sexis reflejos rosas de su cabello—. No. Quería decir para ti.
—Para nosotros. Ahora viajo muy poco y no voy a eventos. Quiero estar aquí. —Miró de nuevo hacia la casa donde Young Jae estaba durmiendo—. No suelo estar en casa mucho para cenar. Generalmente tengo negocios o… —Cállate, idiota.
—Acompañantes a los que impresionar.
Yunho se volvió hacia Jaejoong.
—Tú eres el único, Jaejoong. Eres al único al que quiero impresionar.
—No tienes que impresionarme.
Yunho vaciló ante el comentario. ¿Odiaba preparar la cena juntos y limpiar? Yunho tenía personal de limpieza que se encargaba de la casa y de la colada, pero lavar los platos no era un problema para Yunho. Sin embargo, tenía que ser un trabajo más pesado para Jaejoong. Trabajaba en una cocina desde la mañana temprano hasta la tarde. No lo había llevado a sitios agradables ni había presumido de Jaejoong.
—Quiero salir contigo, pero es complicado ahora mismo. ¿Te importa mucho? —Si le importaba, encontraría la forma de llevarlo a un restaurante de cinco estrellas o a cualquier otro lugar al que deseara ir.  
Jaejoong negó.
—Esto es mejor. No tengo que preocuparme por tropezar o tener un ataque de pánico. Esto es bueno para mí, simplemente relajarme en tu terraza, comer un salteado, ser capaz de tomar un poco de vino y no preocuparme por avergonzarte.
Eso… Mierda. ¿Cómo podía preocuparse todavía por eso? Pensó Yunho en el domingo por la noche, cuando regresó a casa para encontrarlo cuidando de Young Jae, encargándose de una situación desagradable que habría llevado a cualquier otro hombre a salir corriendo. No a Jaejoong. Y esa misma tarde, cuando Yunho había estado desquiciado por la ira y el dolor, Jaejoong estaba ahí, dejando que lo tuviera de la forma en que Yunho lo había necesitado.
La forma en que Jaejoong se había entregado completamente a Yunho todavía le quitaba el aliento y hacía que su polla palpitara. Jaejoong había confiado en Yunho incluso cuando él no había estado seguro de que pudiera confiar en sí mismo. Esas eran las cosas que amaba de Jaejoong.
—Tú nunca me avergüenzas.
Jaejoong le dirigió una pequeña sonrisa y se volvió hacia las olas.
¿Le creía? Yunho se estiró, tomando su mano.
—Vamos a pasarlo bien en la casa de Junsu el sábado por la noche. ¿Vas a necesitar ayuda para mover la tarta?
—No. La madre de Junsu, Sunny y yo vamos a hacer la tarta juntos. Si necesitamos ayuda, su padre nos echará una mano. — Jaejoong le sonrió—. No se lo digas a Junsu. Su madre ha tenido el diseño todo este tiempo. Trabajamos juntos en él, pero ella lo guardaba.
—¿Así que habéis estado torturando a Su solo por diversión?
Jaejoong alzó el vaso de vino en un simulacro de brindis.
—Cada vez que podíamos.
Yunho se echó a reír.
Jaejoong bebió un poco de vino antes de girarse hacia Yunho.
—Le dije a Ana hoy que siguiera adelante y enviara los videos a los tres programas de repostería. También hemos subido el tráiler a mi página web.  
Eso le sorprendió.
—Han pasado tantas cosas, realmente no hemos hablado de ello. ¿No son las cosas un poco caóticas ahora?
Jaejoong se encogió de hombros.
—Me imagino que no sabré nada durante unas semanas. Ryu Jin ya no es una amenaza. Junsu está empezando en un nuevo trabajo y se mudó a su casa con Yoochun. —La brisa se apoderó de su cabello, arrastrándolo hacia su cara. Jaejoong atrapó el mechón rebelde —. Supongo que albergaba la ridícula fantasía de que si conseguía que Ryu Jin contara la verdad, las cosas cambiarían con mis padres. Los llamé hoy y dejé un mensaje. No me han devuelto la llamada.
No podía arreglar eso por Jaejoong. Yunho odiaba no ser capaz de darle a Jaejoong unos padres que lo valoraran por el hombre que era.
—Ellos no te merecen.
Jaejoong metió el cabello detrás de la oreja.
—Está bien, me estaba asegurando. Tú no tenías realmente familia después de perder a Mi Ja así que construiste SLAM. El trabajo y el entrenamiento son tu vida. Sugar Dancer es la mía. Pase lo que pase, tendré Sugar Dancer.
Su corazón se recubrió de hielo.
—¿Pase lo que pase? ¿Estás hablando de nosotros?
Los dedos de Jaejoong se tensaron.
—Un poco.
—Vi la forma en que miraste a Ryu Jin después de descubrir que había matado a Finn. —Yunho tenía que saberlo—. ¿Me mirarás a mí de la misma forma cuando mate a Foster? —La única cosa peor que eso sería encontrar a Jaejoong violado y asesinado como había encontrado a Mi Ja.
Jaejoong tomó aliento y después negó.
—Eres un buen hombre. Nunca has mentido sobre tus creencias o que piensas que la violencia es una parte muy real de la vida. Ryu Jin es un hipócrita que dejó que el miedo y la obsesión lo llevaran al acto cobarde de matar con una inyección letal. Nunca te miraré como lo miré a él.
¿Había una posibilidad de que Jaejoong se quedara con él?  
—No voy a hacer lo que hizo Ryu Jin y acercarme sigilosamente a un hombre con una jeringuilla. Le voy a dar a Foster la oportunidad de defenderse. —¿Significaba eso algo para Jaejoong? ¿Podía entender que tenía que hacer esto, tenía que tomar partido por Mi Ja cuando todo el sistema la había mirado como si fuera desechable?
Jaejoong posó la mirada en Yunho.
—Si él te mata, no creo que yo pueda sobrevivir. Dijiste que él te culpa de arruinar su vida y te odia tanto como tú le odias a él.
Yunho sostuvo su mano con más fuerza.
—No pienses en eso. No me matará. Confié en ti anoche cuando Ryu Jin sujetaba un bisturí contra ti. Confía en mí en esto, no perderé.
—¿Y si él se rinde?
No le mentiría.
—Él no le dio la oportunidad de rendirse a Mi Ja.
Jaejoong tomó un sorbo de su vino.
—Después de enfrentarme a Ryu Jin, entiendo que necesitas enfrentarte a él. Foster se ha convertido en lo más importante para ti.
La ansiedad le retorció las tripas.
—¿Crees que es más importante que tú? —Jaejoong lo era todo para Yunho. Parte de la razón por la que quería matar a Foster era para mantener a Jaejoong a salvo de él.
Jaejoong le apretó la mano.
—Me has hecho sentir importante Yunho. Nadie me ha hecho sentir como tú. Te quiero.
Pero ¿le amaba lo suficiente para perdonarle? Yunho tenía que saber.
—¿Te marcharás si lo mato? —¿Sí? ¿Cuándo empezó a pensar en si en vez de cuándo?
Jaejoong se acercó inclinándose sobre los brazos de las dos sillas, con el cabello derramándose sobre los hombros desnudos y los ojos rebosando sinceridad.
—No tomes esta decisión por mí, Mi Ja, Young Jae o tu madre. Tiene que ser por ti. Entra en esa jaula y haz lo que tú decidas, nadie más.
Confundido, preguntó:
—¿Es una prueba? — Jaejoong había estado tan molesto cuando se enteró de todo esto por su madre. Le dijo que no podría hacerlo. ¿Qué había cambiado? ¿Tenía que demostrar su amor por Jaejoong? ¿Hacer una elección?
Jaejoong le acarició el brazo.
—No. Soy yo amándote y apoyándote. Como tú hiciste por mí.
No lo era… ¡Jesús! Yunho lo agarró por el brazo, alzándolo hasta ponerlo sobre su regazo. Rodeándolo con los brazos, Yunho luchó contra el nudo que tenía en la garganta. Esto era lo que se sentía al ser amado. Ponía a un hombre de rodillas.
* * * *
—Espléndido Sunny. No has perdido tu toque. —Jaejoong rodeó la tarta que habían llamado «Escalera al amor». Habían usado una base cuadrada apilada, creando peldaños de pasta de azúcar que subían hasta la última capa que tenía la forma y decoración de una casa. Cada paso representaba un hito en las vidas de Yoochun y Junsu hasta el momento. Había llevado una semana formar todas las piezas, pero Sunny había hecho la mayor parte del trabajo en la casa. Era realmente asombroso.
—Gracias. —Sunny se dejó caer en una silla—. Fue divertido. Espero que les guste.
Jaejoong cogió un par de botellas de agua y entregó una a la mujer.
—Será mejor que les guste o no habrá más galletas ni brownies para ellos.
—Ese es mi chico. —Sunny se rió—. A Yoochun le encantan tus galletas.
—Por favor, el hombre no ha conocido una galleta con la que no quisiera casarse. Él es una puta de las galletas.
—Cierto. Pero…
—Jaejoong, umm, siento interrumpir. —Ana vaciló en la puerta.
—¿Pasa algo? —Se puso de pie.
—Tu madre está aquí preguntando por ti. Bueno, dijo que es tu madre y se parece a ti.
—¿Mi madre? —¿Aquí en Sugar Dancer? Sería la primera vez. Sus padres no habían devuelto sus llamadas. Jaejoong había hablado con Changmin varias veces, pero no sabía nada de sus viejos.
Ana se encogió de hombros.
—Podría decirle que saliste a hacer una entrega.
Esa era la razón por la que Ana estaba tan incómoda, no estaba segura de si Jaejoong quería ver a su madre.
—Está bien. Saldré en un minuto. —Forzando una sonrisa, añadió—: Gracias.
Ana asintió y salió.
—Puedes manejar la situación.
Jaejoong miró a Sunny.
—Nunca ha venido aquí antes. Ni siquiera cuando fue la inauguración. —¿Había pasado algo más? ¿Tal vez con su padre?
—Ella está aquí ahora. ¿Quieres que vaya contigo?
Sunny lo haría. Ella y Doug habían protegido a Jaejoong cuando trabajaba para ellos, dejando que se escondiera en esta misma cocina mientras luchaba contra su miedo y sus ataques de pánico. Pero Jaejoong ya no era ese chico y Sunny tenía razón, podía manejarlo.
—Gracias, pero lo tengo controlado.
La mujer mayor sonrió.
—Ya lo sé. Estoy aquí mismo si me necesitas.
Tomó aliento y se dirigió hacia la parte delantera. Su madre estaba al otro lado del mostrador de la pastelería. Llevaba unos pantalones de color crema y un top que combinaba con sus ojos. En su mano había una bolsa de color dorado con asas.
—¿Mamá? ¿Va todo bien?
Hye Ok se giró hacia Jaejoong, dando a Jaejoong una vista de cerca del cansancio grabado en su delicada piel.  
—Ha sido una semana difícil. La FDA rechazó completamente el fármaco para el Alzheimer, SiriX está siendo investigada y la policía tenía órdenes judiciales para el despacho de Ryu Jin, el laboratorio y los ordenadores. Es un desastre.
Todo lo que sus padres habían construido estaba ahora bajo escrutinio.
—Lo siento, mamá.
—Changmin está furioso.
Jaejoong bajó la vista a sus manos.
—He hablado con él. No parecía enfadado conmigo.
—No contigo Jaejoong, con tu padre y conmigo. Quiere que demos un paso atrás y él asumirá el control de SiriX para que la empresa consiga superar esta dura experiencia.
Jaejoong levantó la cabeza.
—¿Changmin dijo eso?
—En una reunión, ayer. Nos cogió por sorpresa también a nosotros.
—Pero… —Por lo que Jaejoong sabía, su hermano nunca había estado interesado en dirigir SiriX, él solo quería hacer su investigación. Pero, Changmin tenía capas, profundidades ocultas. ¿Y Jaejoong le había preguntado alguna vez cuáles eran sus metas? Hablaría con Changmin más tarde—. Mamá, ¿por qué me estás contando esto? Ya no poseo ni una parte de SiriX. No hay nada que pueda hacer para ayudar. —Ellos le habían quitado su porcentaje cuando renunció. Además, respaldaría a su hermano sin dudarlo.
Su madre miró a su alrededor.
—Esto es bonito.
Jaejoong no sabía lo que estaba pasando. Hacía menos de una semana, Hye Ok se había referido a su pastelería como diabetes y enfermedades del corazón en un bonito paquete.
—¿Quieres algo de beber? Tengo café y refrescos o agua.
—En otra ocasión. Solo vine para traerte esto. —Dejó la bolsa dorada en el mostrador.
Jaejoong no conseguía orientarse.
—¿Qué es?
—Es la caja de música que la abuela te dio. Dijiste que la querías, así que te la traje.
Jaejoong metió la mano en la bolsa y sacó la caja cuidadosamente envuelta. Una vez que la tuvo libre del papel, su corazón se hinchó.
Hye Ok lo había hecho por él. Tal vez había esperanza para ellos.
—Gracias.
Ella apretó los labios.
—Mi madre me dio una cuando yo era pequeña. Me dio igual. Yo quería un juego de química y una muñeca de anatomía humana.
Jaejoong podía verlo totalmente y sonrió. Él no había querido los juguetes educativos que sus padres le compraban.
—Ahora desearía haberla conservado. —Su madre puso las manos en la parte superior del cristal—. No somos tan diferentes, tú y yo. Los dos rechazamos lo que nuestras madres querían para nosotras.
Su madre lo estaba intentando.
—Probablemente no. —Excepto que su abuela había estado orgullosa de Hye Ok. Pero su madre había dado un gran paso al traerle la caja de música—. Trabajo muchas horas como tú y me estoy volviendo cada vez más ambicioso a medida que me hago más fuerte.
Un esbozo de sonrisa alivió un poco la tensión en la cara de su madre, después desapareció.
—He estado pensando durante días en lo que debía decirte. Todavía no lo sé. —Ella encogió los hombros—. No entiendo cómo podía estar tan equivocada sobre tantas cosas.
Jaejoong vio la encrucijada que se abría delante de él. Podía aferrarse a la ira y tomar el camino de la amargura o podía girar hacia un camino que podría conducir a algún tipo de relación.
—Yo también estaba equivocado. Durante mucho tiempo estuve intentando ser alguien que no era. Y no creo que alguna vez haya amado realmente a Ryu Jin. —No como amaba a Yunho—. Pero mentí a todos, incluyéndome a mí mismo, tratando de amarlo. Tratando de ser lo que pensaba que debía ser en vez de lo que soy. —A Jaejoong no le entusiasmaba tener esta conversación donde los clientes que quedaban, empleados y guardaespaldas podían oírlo, pero al menos él y su madre estaban hablando.
Su madre lo estudió durante un largo segundo.
—Solía estar celosa de cómo hablabas con la abuela y de cómo los dos reíais juntos. Yo quería eso mismo pero no sabía cómo conseguirlo. Cómo llegar hasta ti. No parecía que tuviéramos nada en común. Podía hablar con Changmin, pero no sabía de qué hablar contigo. Cuando empezaste a salir con Ryu Jin y te prometiste, teníamos algo en común.
Jaejoong casi dejó caer la caja de música por el shock.
—Mamá… —No sabía qué decir. Su madre era tan inteligente. ¿Cómo era posible que no supiera cómo hablar con su propio hijo? Pero Hye Ok era más que un coeficiente intelectual. Era humana con defectos como cualquier otra persona.
—No es culpa tuya. Es mía. —Ella señaló con la cabeza hacia la mano de Jaejoong—. Quería que tuvieras la caja de música. Y quería que supieras que lo siento. —Ella se dio la vuelta y salió.
Después de meter cuidadosamente la caja en la bolsa, Jaejoong la llevó a la cocina.
Sunny estaba sentada al lado de la mesa de trabajo, con los ojos llenos de curiosidad.
—¿Y bien? ¿Qué fue eso?
Sintiéndose más ligero de lo que había estado en mucho tiempo, Jaejoong dijo:
—Creo que fue un comienzo.

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