Capítulo
36
Jaejoong se sentó en la silla
junto a la cama de Kang Joon, con su mente dando vueltas. Las cosas estaban
encajando tan rápidamente que apenas podía respirar.
Yunho preguntó:
—¿Los fabricaría en SiriX?
—No. Tal vez hace años, pero
ahora no. SiriX ha crecido demasiado y tiene muchos controles en el lugar. O lo
está haciendo en otra parte o les está asesorando sobre cómo hacerlo. —
Jaejoong frunció el ceño, pensando—. Necesito mi vieja memoria USB.
—¿Dónde está y por qué?
—En el armario de mi
habitación en la casa de mis padres. —Su pulso se aceleró y saltó—. Trabajé en…
—Las implicaciones eran alucinantes—. ¡Jesús! Voy a matarlo. —Él lo había
utilizado y Jaejoong había sido demasiado estúpido, había estado demasiado
deslumbrado por él para darse cuenta.
—¿Qué?
Jaejoong respiró.
—Se ha demostrado que la hormona
del crecimiento humano ralentiza la pérdida de memoria en las primeras fases
del Alzheimer, mientras que los esteroides anabólicos aceleran su progresión.
Trabajé en las pruebas con ambos cuando estaba en el equipo de Ryu Jin. —Jaejoong
se levantó y caminó de un lado a otro a lo largo de la cama de Kang Joon. El
joven parecía cansado, pero Jaejoong tenía que saberlo—. Mezclaste los esteroides,
¿verdad?
—Sí, tomé pastillas orales e
inyecciones en un programa preestablecido y después paré completamente durante
un tiempo.
Jaejoong asintió y se giró
hacia Yunho. Oh sí, todo estaba volviendo a él.
—Ryu Jin me tuvo haciendo
pruebas en un protocolo de ciclos y amontonamiento de esteroides anabólicos que
aceleraban la progresión en la degeneración de las células del cerebro en casos
de Alzheimer. Después en un segundo grupo de pruebas, incluimos un agente de
bloqueo que él desarrolló como parte del ciclo. La teoría de Ryu Jin era que si
podía desarrollar un fármaco que bloqueara con éxito la destrucción de las
células sanas del cerebro por el uso prolongado de esteroides, entonces podría
también bloquear la destrucción causada por el Alzheimer.
Yunho se quedó quieto, pero
sus músculos se contrajeron como si estuviera listo para saltar.
—¿Lo hizo?
—No. Todo lo que hizo fue
producir orina limpia. — Jaejoong había sido tan estúpido. Tan ingenuo —. No me
di cuenta de lo que estaba haciendo en realidad, que era descubrir cómo superar
un test de esteroides.
—¡Jesús! —Yunho se pasó la
mano por el cabello—. Eso valdría una fortuna. Y definitivamente merecería la
pena ir detrás de ti si el gilipollas intentó joder a Finn y Finn quería
mantenerle a raya.
—Consecuencias, Dr. Lim. Eso
es lo que dijo Finn. Porque Ryu Jin les estaba jodiendo.
—Tal vez pidiéndoles más
dinero. Amenazándoles. Quién sabe. —Bajó la voz hasta un susurro letal—. Lo que
sé es que tú pagaste el precio y eso no va a suceder otra vez. —Cruzó los
brazos—. ¿Qué pasó con los resultados de las pruebas?
—Fueron destruidos.
Yunho entrecerró los ojos.
—Entonces, ¿qué hay en tu
armario en la casa de tus padres?
Había hecho una cosa bien. Una
extraña combinación de orgullo y vergüenza se mezcló con su furia hacia Ryu Jin
y hacia sí mismo por ser tan tonto.
—Ryu Jin era tan brillante, le
admiraba como las chicas admiran a las estrellas del rock. Guardé su fórmula
porque creí que podría ser importante para otro de sus proyectos algún día.
La mirada de Yunho se clavó en
Jaejoong mientras acortaba la distancia entre ellos. Su intensidad hacía que
saltaran chispas a lo largo de sus terminaciones nerviosas hasta que estaban
solo ellos dos en la habitación. Una sonrisa curvó su boca mientras Yunho
deslizaba los dedos a lo largo de su mandíbula, provocando que lo recorriera un
estremecimiento de arriba a abajo.
—Eres muchísimo más
inteligente de lo que ha reconocido tu familia o el gilipollas. No importa lo
que suceda ahora, no lo olvides.
Yunho estaba orgulloso de él.
Lo llamó inteligente.
Lo amaba.
Se aferró a esa gloriosa y
embriagadora sensación durante unos segundos inestimables.
Después tensó la espalda
cuando la realidad lo embargó.
—Tengo que decírselo a mis
padres. Avisarles. Enseñarles lo que tengo.
Yunho ahuecó las manos sobre
su cara.
—Eres mejor que ellos. No
estuvieron a tu lado.
Jaejoong se aferró a su
muñeca.
—Ellos estaban en medio.
Cuidaron de mí cuando estaba herido. Solo que no me creyeron. No podían.
—Todavía dolía—. Ryu Jin era la clave para el futuro de SiriX mientras que yo
era su mediocre y problemático hijo.
Un músculo en la mejilla de Yunho
se tensó.
Jaejoong tenía que hacérselo
entender.
—No somos nuestros padres. No
voy a ignorar las señales de que podrían estar en problemas. Al igual que tú
proteges a tu madre incluso cuando ella no te protegió ni a ti ni a Mi Ja
cuando eráis niños. Eso es lo que somos. —Pero si Ah Hyun entrara en la
pastelería de Jaejoong otra vez y llamara asesino a Yunho, la cara de la mujer
tendría un duro aterrizaje en la vitrina de cristal de la pastelería de Jaejoong.
El rostro de Yunho se suavizó
y apoyó su frente contra la de Jaejoong.
—Lo entiendo. Voy a ir
contigo.
—Lo sé.
Su boca se curvó.
—Tengo que hablar con los
investigadores que envió Liza y ocuparme de la seguridad de Kang Joon. Haré que
alguien lleve mi auto a casa e iremos en el tuyo a la casa de tus padres.
* * * *
Jaejoong caminaba por la casa
con Yunho a su lado y sus padres siguiéndolo. Le había llevado menos de cinco
minutos darse cuenta de que las palabras eran inútiles. Ellos no le creían, así
que tenía que demostrárselo.
Su padre lo tomó del brazo
cuando se dirigió hacia las escaleras de la casa de su infancia.
—Cariño, tuviste un accidente
de auto hace solo unos días. Los moretones en la cara demuestran que te
golpeaste la cabeza otra vez. Con tu historial de problemas emocionales
relacionados con una conmoción cerebral, esta obsesión no es buena para ti. —Su
padre le lanzó una oscura mirada a Yunho que se cernía amenazante al lado de Jaejoong.
Jaejoong ignoró el comentario
sobre la obsesión.
—Esto no es culpa de Yunho.
—Estabas calmándote antes de
conocerlo. Está teniendo un efecto negativo en ti. Ahora de repente eres
reservado y más paranoico.
Jaejoong se estremeció.
—¿Reservado?
Yunho puso su brazo alrededor
de Jaejoong, una cálida y sólida presencia contra su costado.
—No nos dijiste que tuviste un
accidente. —La ira prendió en la mirada de su madre—. Tuvimos que enterarnos
por las noticias. Después SiriX fue relacionado con su… —Ella inclinó la cabeza
hacia Yunho—. Escándalo de dopaje.
—No os llamé porque estaba
bien. Los médicos me dieron el alta. Y los medios hicieron la conexión, no Yunho.
—Enderezó la espalda—. Pero creo que hay una relación. Ryu Jin está involucrado
en la fabricación de esteroides de diseño para el hombre del que os hablé,
Finn. Os enseñé la foto. Él estaba allí en el hospital. Ji Hyo también lo vio.
Su padre se quitó las gafas y
se frotó los ojos.
—Piensa, Jaejoongie. Ni una
sola vez mencionaste nada sobre Ryu Jin y los esteroides, no hasta el accidente
cuando descubriste que el conductor había tomado esteroides. Estás
precipitándote haciendo conexiones que no están ahí.
—Jaejoong no tiene daño
cerebral ni está delirando, está intentando ayudaros. —La voz de Yunho cortó de
raíz la creciente tensión—. Sin embargo, estáis aquí de pie tratando de convencerlo
de que está loco en lugar de correr a su habitación para ver qué hay en sus
archivos. Así que me pregunto, ¿aquí quién tiene realmente miedo de la verdad?
La indignación salpicó de
color las mejillas de su padre.
—No te atrevas…
—Jin Mo. —Su madre lo
interrumpió—. Todos estamos cansados y estresados. Vamos a terminar con esto.
—Se puso delante de Jaejoong—. Después de esto, Jaejoong, tú y yo vamos a
hablar. Este disparate ha ido demasiado lejos. Tienes a Changmin medio creyendo
tus delirios. Tiene que acabar.
Jaejoong miró fijamente a los
mismos ojos que veía cada día en el espejo. Las dos se parecían y sin embargo
eran tan diferentes.
—Cuando era pequeño, quería
tanto ser como tú. Te observaba cuando te preparabas para ir al trabajo cada
mañana y soñaba que algún día yo también lo haría.
La sorpresa suavizó los duros
bordes de la cara de su madre en una belleza que Jaejoong no había visto en
ella en mucho tiempo.
—Pero no era como tú, mamá. Y
no sé quién estaba más decepcionado por ello, si tú o yo. —Volviéndose, se
dirigió a su habitación y se dio cuenta de que la última parte no era verdad. Jaejoong
había aprendido a gustarse a sí mismo, a gustarle el hombre que estaba
esforzándose por ser. En gran parte por verse a sí mismo a través de los ojos
de Yunho y lo amaba por ese regalo.
Una vez en su habitación, Jaejoong
dejó su portátil en la cama y luego encontró la caja en el armario. Yunho se
estiró por encima de su cabeza, bajándola por Jaejoong. Al levantar la tapa,
fue golpeado inesperadamente por la nostalgia y una vieja tristeza. Suavemente
sacó la caja de música con el corazón rosa en la parte superior. Cuando abrió
la tapa, la bailarina apareció. Un nudo se formó en su garganta.
Yunho presionó su cuerpo
contra el de él.
—¿Estás bien?
Jaejoong tocó la figurita.
—Mi abuela me la dio después
de mi primer recital en su escuela de música. Dijo que yo era tan bonito como
esta bailarina. —Había significado mucho para Jaejoong ya que sus propios
padres habían estado demasiado ocupados para ir a ver sus infantiles intentos
de bailar.
Yunho se inclinó, estudiando
la pequeña bailarina.
—Es bonita. —Al enderezarse, lo
miró a los ojos—. Pero tú eres precioso.
Una tensión sexual surgió
entre ellos, haciendo que su piel se erizara en respuesta y causando que el
aire alrededor de ellos zumbara. Sus padres rondaban por la entrada,
probablemente sintiendo el ardor del deseo que fluía entre Jaejoong y Yunho.
—Gracias. Cuando todo se calme,
voy a llevármela a mi apartamento. La voy a poner en mi habitación.
Yunho le acarició el cabello,
deslizando sus dedos a lo largo.
—Trae la caja de música con
nosotros esta noche. Ponla en la habitación o dónde quieras. Estará segura
allí.
Jaejoong no podía apartar la
mirada de sus ojos. La idea de poner sus cosas especiales en su casa, el lugar
al que no había llevado a sus otros acompañantes… Jaejoong estaba
involucrándose demasiado, viviendo con la esperanza de que lo que tenían ahora
fuera lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a la prueba de si Yunho
mataba o no a Foster.
—Jaejoong, pensé que tenías
algo que enseñarnos.
La voz condescendiente de su
madre rompió el momento. Jaejoong abrió el pequeño cajón en la parte inferior
de la caja de música y sacó la memoria USB. Después de colocar con cuidado la
caja de música, conectó la unidad flash en su ordenador y se centró en escanear
la lista de nombres de los datos y fórmulas que había copiado.
Ah, ahí estaba.
—Bloqueador EAA.
—Esteroides
anabólicos-androgénicos. —Su madre empujó la caja a un lado y se sentó junto a Jaejoong—.
¿Y qué?
—Uno de los experimentos en
que trabajé con Ryu Jin formaba parte de los estudios que demostraban que el
uso prolongado de esteroides anabólicos puede acelerar la progresión del
Alzheimer.
—SiriX hizo algunos de esos,
sí.
Jaejoong tenía la atención de
su madre. Incluso su padre se acercó más. La esperanza creció en pequeñas y
frágiles burbujas. Tal vez lo escucharían.
—Ryu Jin probó formas de
bloquear la progresión del daño cerebral causado por los esteroides anabólicos,
teorizando que podrían conducir a encontrar un modo de bloquear la destrucción
de células cerebrales causada por el Alzheimer.
Los ojos de Hye Ok se
entrecerraron, haciendo que se formaran líneas alrededor de sus ojos.
—Él nunca me habló de esto. No
suena a las teorías de Ryu Jin.
—Le creí. —Picó el anzuelo—.
Hicimos las pruebas usando su formulación, pero falló. Sin embargo, descubrimos
como efecto secundario que el agente de bloqueo evitaba que los esteroides se
mostrasen en la orina. —Jaejoong hizo clic en el archivo, abriendo la fórmula.
Deslizó el ordenador en el regazo de su madre—. Si le doy esto al laboratorio
que Yunho está utilizando para probar el kit de esteroides de Kang Joon,
apuesto a que uno de los productos coincidirá.
Cuando su madre empezó a leer,
Jaejoong se levantó, caminando hacia la puerta.
—Ryu Jin vendió esa fórmula o
está utilizándola.
—Estás haciendo de esto más de
lo que es.
El rechazo de su padre tocó un
nervio, el que había soportado una vida de no ser tomado en serio. Jaejoong se
giró y se enfrentó a su padre con media habitación entre ellos.
Parecían kilómetros más que
metros. Jaejoong inspiró tratando de calmarse.
—¿Y si estoy en lo cierto?
Todo esto se está desmoronando. Ryu Jin ha estado mintiendo durante años, y no
solo a mí. —Una ira renovada bombeó a través de Jaejoong —. Está poniendo en
peligro todo vuestro trabajo y a todos en SiriX. Peor aún, Finn hizo que unos
matones me golpearan con un bate de beisbol y después apareció en mi habitación
del hospital. ¿Quién dice que no os hará daño a vosotros o a alguien más por
desesperación? —Amaba a sus padres. Lo mataría si alguno de ellos fuera herido.
—O puede ir detrás de Jaejoong
de nuevo. Sabe que Jaejoong se acuerda de él ahora. —Los brazos de Yunho se
hincharon debajo de su camisa de vestir—. Nadie va a hacerte daño otra vez.
Desde el otro lado de la
habitación, el contacto de sus ojos y la sensación de sus palabras lo envolvieron
como una caricia.
—No puedo creerlo. —El rostro
de su madre palideció—. Es un error. Ryu Jin no haría esto. Él se ha
comprometido a mejorar la calidad de la vida humana con la terapéutica. —Se
puso en pie, el color manchando sus pálidas mejillas—. ¿Por qué estás haciendo
esto? Estamos tan cerca de nuestro objetivo con SiriX y quieres destruirlo
todo… décadas de mi trabajo y de Ryu Jin, la familia… ¿Por qué? ¿Qué te hace
odiarnos tanto?
Jaejoong se quedó helado ante
el rencor de su madre.
—No te odio. —Las palabras se
atascaron en su garganta.
—Ryu Jin es un buen hombre. Ha
dedicado su vida a SiriX, tratando de ayudar a las personas, mientras que tú
renunciaste para poder vender diabetes y enfermedades del corazón en un bonito
paquete.
Jaejoong se tambaleó hacia
atrás, desesperado por escapar del dolor que lo perforaba con cada palabra.
—Hye Ok, basta. —Su padre tiró
del brazo de su madre—. Jaejoongie…
—¿Eso es lo que tú crees
también? ¿Que mi pastelería no es nada? ¿Que yo no soy nada? —Un negro vacío se
abrió y Jaejoong se asustó.
No quería sentir esta
desolación. No podía hacerlo. Era más fácil retraerse emocionalmente y dejar
que la gris apatía lo envolviera.
—No dije eso. Cálmate…
—Eso es mentira. —Yunho
alcanzó a Jaejoong con un par de zancadas. Apoyando las manos sobre sus
hombros, se inclinó hasta que su imagen llenó su vista. Su rostro brutalmente
cuadrado dominaba su visión, su mirada atrayendo la suya—. ¿No eres nada, Jaejoong?
El hombre que se recuperó de una lesión devastadora, que está superando sus
ataques de pánico y construyendo Sugar Dancer, ¿no es nada? Y el hombre que
salvó a unos niños aterrorizados de morir o resultar gravemente heridos en un accidente
de auto, ¿no es nada? O el hombre que se arrojó a mis brazos para consolarme.
Sus demandas hicieron
retroceder lo gris, despertando su resistencia. Todavía dolía y Jaejoong
sospechaba que siempre dolería saber que sus padres creían que él era un
inútil. Pero estaba construyendo su propia vida, llenando su mundo con gente
que se preocupaba por él y a los que amaba.
—No, soy alguien.
Los ojos de Yunho, que hacía
tan solo unos segundos brillaban con una apenas controlada ira, se suavizaron
hasta que juró que podía ver motas de pura luz solar bailando en las
profundidades de color marrón.
—Tú eres mi maldito todo. Y
quien diga otra cosa es un tonto patético.
En el reflejo de su mirada, se
vio a sí mismo. Había hecho su mejor esfuerzo para llegar a sus padres, pero no
tenía que quedarse allí para que le dijeran que era un inútil.
—Vámonos a casa. —En la casa
de Yunho, Jaejoong se sentía valorado. Allí era dónde quería estar.
Pero tenía algo más que hacer
y se volvió hacia sus padres.
—Supongo que siempre supe que
si tuvierais que elegir entre Ryu Jin y yo, elegiríais a Ryu Jin porque él
tenía más para contribuir al verdadero niño de vuestros ojos… SiriX.
—Eso es ridículo. Te criamos,
te amamos…
Jaejoong levantó la mano,
interrumpiendo a su padre. Iban a oír lo que tenía que decir.
—Espero que escuchéis esto. Ryu
Jin es una amenaza para SiriX. Averiguad lo que está haciendo y proteged lo que
podáis de SiriX, así como a todas las personas que trabajan en la empresa y las
que dependen de la terapéutica descubierta y producida por ella. —Había
terminado. Jaejoong tomó la mano de Yunho, dirigiéndose escaleras abajo y
después afuera hacia la amplia y curvada entrada.
A mitad de camino de su auto,
hizo una mueca.
—¡Mierda! Me dejé el portátil.
No se me dan bien las salidas dramáticas.
Yunho se detuvo, entregándole
las llaves.
—Sube al auto, voy a recuperar
tu ordenador.
Jaejoong trató de agarrar su
brazo, pero ya estaba fuera de su alcance.
—Yunho, no. —Nada bueno
sucedería si Yunho volvía a esa casa con sus padres.
Demasiado tarde, Yunho había
desaparecido por la puerta principal, sin molestarse en llamar.
¿Debería ir detrás de Yunho?
¿Detenerlo? Unos pocos segundos pasaron mientras permanecía en el lugar
aferrando las llaves del auto. Yunho no perdería los estribos con sus padres
sin importar cuánto le provocaran. Su autocontrol era formidable.
Sin embargo había perdido la
paciencia con él, gritándole cuando había entrado para encontrarlo ayudando a Young
Jae después de que hubiera vomitado. Sus labios se curvaron ante el recuerdo de
Yunho vociferando y él respondiéndole cara a cara. Porque Jaejoong había
confiado en Yunho entonces.
Y confiaba en Yunho ahora para
manejar la recuperación de su portátil sin empeorar las cosas con sus padres.
Al darse cuenta de que no
había necesidad de quedarse allí como una estatua, se dirigió hacia su auto
mientras hacía clic para abrir las cerraduras.
Por más que le dolía la
reacción de sus padres, eso no quería decir que tuviera que rendirse por
completo. Abriendo la puerta, decidió que le enviaría por email a Changmin el
archivo con la fórmula de Ryu Jin y hablaría con él.
Al oír la suave caída de unos
pasos, sintió alivio. Yunho ya estaba de vuelta.
—¿Conseguiste…?
—Jaejoongie, soy yo.
Se le erizó el vello de los
brazos. No era Yunho, sino Ryu Jin. Jaejoong se dio la vuelta para encarar al
hombre que rodeaba la parte delantera del auto. ¿Por qué llevaba puesta su bata
de laboratorio? Olvídate de eso, no le quería demasiado cerca.
—Détente. —Rápidamente miró
hacia la puerta principal. Calculando la distancia de unos nueve metros.
Nunca lo lograría con su
maldita pierna.
Él dudó a unos sesenta
centímetros.
—Necesito hablar contigo y con
tus padres. Lo arreglé.
La iluminación baja de las
macetas alcanzó las lentes de sus gafas, aumentando el tic en su ojo izquierdo.
La bata de laboratorio le colgaba de los hombros.
—¿Qué arreglaste? —Todo lo que
tenía que hacer era entretenerle para ganar tiempo. Yunho saldría en cualquier
momento.
Se movió hacia delante y lo
agarró por el brazo.
—Lo explicaré dentro.
Jaejoong tiró del brazo.
—No me toques. —Pero él lo
sujetaba firmemente. La sensación de estar atrapado envió un ramalazo de pánico
a través de su pecho. Su pulso latió salvajemente al recuperar la memoria.
Un auto
deslizándose hasta pararse, alguien sosteniendo la puerta abierta. Finn salió.
Los dedos de Ryu
Jin se cerraron alrededor del brazo de Jaejoong. El miedo y la confusión lo
embargaron. ¿Por qué estaba temblando Ryu Jin? Jaejoong miró hacia abajo.
Los gruesos
dedos de Finn se cerraron alrededor de la muñeca de Ryu Jin, después lentamente
se volvieron blancos cuando apretaron.
Ryu Jin lo
soltó. Los otros hombres lo agarraron…
El sonido de una puerta
abriéndose interrumpió el recuerdo. Una vieja ira brotó de su memoria celular.
Ignorando la puerta que se abría, miró hacia Ryu Jin.
—Tú me soltaste. Dejaste que
me atraparan. —Apenas le habían torcido la muñeca, no se la rompieron.
Él parpadeó frenéticamente,
clavándole los dedos en el brazo.
—Pensé que solo estaban
asustándome.
Durante todo este tiempo no
sabía por qué su contacto disparaba algo en Jaejoong. Ahora lo sabía.
Un grito de rabia resonó en la
noche. Yunho se acercó a ellos con la velocidad letal de una pantera.
Ryu Jin saltó detrás de Jaejoong
y puso el brazo debajo de su barbilla, forzándolo a levantar la cabeza. Las
luces del patio se reflejaron en el bisturí que sujetaba firmemente entre sus
dedos.
—¡Atrás! ¡Lo cortaré!
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