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La proposición


Capítulo 32

 Yunho sirvió un poco de café recién hecho y se dirigió de vuelta a la cocina de la pastelería de Jaejoong. Sugar Dancer no abriría hasta dentro de otra hora. Jaejoong tenía su iPod sonando, su culo meciéndose en los pantalones vaqueros apretados mientras estiraba y cortaba la masa.
Era tan condenadamente sexy que su polla se hinchó, pero Yunho lo ignoró. Jaejoong estaba trabajando. En cambio, colocó el café dentro del alcance de Jaejoong y se instaló frente a su ordenador portátil en el otro extremo de su mesa de trabajo.
Una vez que Jaejoong deslizó los pasteles en el horno, Yunho dijo en voz baja:
—Toma la unidad flash y ven aquí.
Se lavó las manos y agarró la memoria del pequeño escritorio apoyado contra la pared.
—La fotografía es fuerte.
—Dijiste eso ayer por la noche. —Entonces Jaejoong no había querido mostrársela. Tiró de Jaejoong entre sus piernas y estudió sus ojos. Acariciando con sus pulgares sus caderas, trató de entender su vacilación—. El único momento en que pierdo el control de mi mismo es cuando te tengo solo y desnudo.
Los ojos de Jaejoong se agitaron.
—Es que...
—¿Te preocupa que pierda la paciencia y vaya tras Ryu Jin o el tipo de la foto?
—Un poco, pero es más que eso.
—Está bien, cuéntame. —Yunho casi podía sentir su lucha. Había dejado pasar esto anoche porque sus ojos se estaban cayendo por la fatiga. No le hacía falta ser un genio para saber que él le había hecho tanto daño que no había dormido bien la noche anterior. Pero ahora necesitaban enfrentarse a lo que le molestaba porque Yunho iba a ver la imagen. No podía protegerlo si no conocía la amenaza.
—Cuando fui a tu casa después de la visita de tu madre, estabas en el gimnasio haciendo tu rutina de Tae Kwon Do. —Sus ojos brillaban con un oscuro muy vivo—. Estabas increíble, tan hermoso. Nunca te había visto así.
Frunció el ceño tratando de seguir su argumento. Sabía que Yunho hacía artes marciales, así que ¿por qué iba molestarle verlo haciendo eso?
—¿Hermoso? —Una extraña elección de palabras.
—Increíblemente poderoso. — Jaejoong se retorció las manos—. Nunca había visto toda tu fuerza así. Estás tan lejos de mi liga que no sé por qué aceptaste trabajar conmigo.
Mierda. Ahora lo entendía. Pensaba que su foto tan malherido iba a cambiar su punto de vista de Jaejoong.
Tomando sus manos, entrelazó sus dedos y le dijo la verdad.
—Eso es lo que siento yo cuando te veo hacer tus ejercicios de yoga. Te pones los auriculares y te deslizas hacia la zona donde están tú y tu cuerpo ejercitando con la música. Cada vez que mantienes el equilibrio sobre una pierna, mi corazón se acelera. Tengo miedo por ti. Es una batalla quedarme donde estoy y no ir a sujetarte. Pero al mismo tiempo, estoy fascinado por tu valentía y tenacidad. No vas a dejar que la pierna te derrote. He visto a combatientes resistentes como el acero ser derrotados por sus lesiones. Pero no tú.
Sus dedos se apretaron alrededor de Yunho y el pulso en su garganta se agitó.
—¿Eso es lo que ves?
—Tú eres un superviviente. Mi precioso sobreviviente. Una foto no va a cambiar eso.
Un rubor expulsó la tensión en su rostro. Jaejoong se inclinó y le besó.
Yunho inhaló su aroma cálido y dulce. Dios, nunca tendría suficiente de Jaejoong. Una vez que Jaejoong rompió el beso, le dijo otra verdad.
—Tú me has visto y has sentido toda mi fuerza cuando estoy empujando duro y profundo dentro de ti. No me contengo contigo cuando estamos juntos. No podría aunque quisiera. — Jaejoong lo desarmaba cada maldita vez.
Jaejoong negó con la cabeza.
—Me estás haciendo amarte demasiado.
—Estoy ahí mismo contigo chico repostero. Ahora muéstrame la foto antes de que decida violar todos los códigos de sanidad y te folle encima de esta mesa. — Yunho golpeó una mano sobre la parte superior de acero inoxidable—. Parece lo suficientemente resistente como para soportarnos en plena tarea.
Jaejoong se estremeció y se volvió en sus brazos para cargar la memoria flash en su ordenador portátil.
Yunho se inclinó hacia su oído.
—¿No quieres saber si estaba bromeando?
Jaejoong miró hacia atrás.
—Mi empleada y el personal de seguridad estarán aquí pronto.
—¿Y? Puedes tirarles un par de magdalenas por la puerta y decirles que esperen.
Jaejoong puso los ojos en blanco, se volvió e hizo clic en el título de la fotografía. La imagen se materializó en la pantalla.
Sus pulmones se quedaron sin aire.
—Jesucristo.
Había pensado que estaba listo. Pensó que podía manejarlo.
Estaba tan jodidamente equivocado.
Jaejoong estaba en la cama del hospital, con la cara hinchada y amoratada de azul intenso y púrpura. Sangre seca en su cabello enmarañado. Su brazo estaba en un yeso, su pierna en tracción. La rabia desgarró sus entrañas como un reguero de pólvora. Su sangre bombeaba con violencia.
Lo que le habían hecho. Con un bate.
Sus dedos intensificaron su agarre sobre sus caderas.
—Céntrate en el hombre de pie junto a la puerta.  
Yunho obligó a sus manos a relajarse antes de que lo lastimara mientras estudiaba al hombre. Altura media y bien musculado. En la foto parecía tener alrededor de treinta años y eso fue hace seis años. Usaba pantalones vaqueros y una camiseta, se cernía en la puerta, mirando a Jaejoong con ojos severos. Ninguna simpatía suavizaba su expresión.
—¿Lo conoces?
Yunho dejó escapar el aliento.
—No. —Estiró el brazo alrededor de Jaejoong y guardó la imagen en su disco duro—. Pero voy a averiguar su identidad.
—¿Cómo?
Yunho lo miró.
—Tengo investigadores contratados. Son los que me buscan los antecedentes de los empleados, los clientes, los enemigos. Recortaré la imagen para que no aparezcas en ella, se la enviaré a ellos y veremos qué aparece. Tu nombre no se involucrará.
—Supongo que eso podría funcionar.
—Confía en mí. —Cerró el archivo para trabajar en él más tarde, manteniendo su respiración constante, tratando de protegerlo de la furia que hervía en su estómago y su pecho.
—Tu cicatriz está blanca.
Mierda.
—No sé por qué me molesto en tratar de ocultarte mis sentimientos. —Jaejoong lo veía, lo conocía. Algunas personas nunca penetraban en su cara de póquer, pero Jaejoong lo hacía. Porque a Jaejoong le importaba lo suficiente como para mirar más profundamente. Ese pensamiento disparó un profundo terror en el que no quería pensar. Jaejoong podía ver mucho de Yunho un día y al igual que su madre, podría llegar a odiarlo y temerlo. Pero Jaejoong no era su madre. Jaejoong nunca abandonaría a su hijo. Ni siquiera dejaría a Young Jae, se había arriesgado a que Yunho lo rechazara y humillara por venir a su casa y pasar el rato con Young Jae.
Con un suspiro, envolvió sus brazos alrededor de Jaejoong y lo atrajo contra su pecho.  
—Esto ayuda. Sentirte cálido y seguro. —Era suyo. Nadie iba a hacerle daño de nuevo.
No ese cabrón de la imagen, no Ryu Jin el Imbécil y no Foster.
La puerta de la pastelería se abrió. Yunho puso a Jaejoong a un lado y se levantó.
—¡Buenos días!
—Es Ana. —Jaejoong enarcó las cejas con diversión y luego gritó—: En la cocina.
—Hay periodistas afuera y... Yunho está dentro. —Ana levantó el ordenador entre sus manos—. Y aquí yo que trabajé casi toda la noche y llegué temprano para animarte.
Yunho frunció el ceño, atrapado en la idea de los paparazzi molestando a Jaejoong.
—No había periodistas cuando llegamos aquí.
—Acaban de llegar. De AfterBurn.
Una furia helada congeló sus venas. Odiaba ese programa.
—Ese video de ti rescatando a Jaejoong de la prensa tiene más de ochocientos mil visitantes. Quieren más de eso.
Jaejoong le puso la mano en el brazo.
—No se lo des Yunho. Ignóralos. —Mirando a Ana, preguntó—: ¿Cómo sabes el número de visitas que tiene el video?
—He estado investigando para mi proyecto, que... —le dedicó una enorme sonrisa— …está listo.
Los dedos de Jaejoong se hundieron en el brazo de Yunho.
—¿En serio? ¿Puedo verlo?
—Ahora mismo. —Ana preparó su equipo en la mesa.
Yunho se movió detrás de Jaejoong mientras él se sentaba en un taburete junto a Ana. Podía sentir la tensión y la emoción contraer sus hombros y espalda.
—Tengo el video de la biografía más largo preparado para reproducirlo en primer lugar. —Ana miró a Jaejoong—. Júrame que no me besaras ni nombrarás a tu primogénito en mi honor una vez que veas esto. Porque eso sería vergonzoso. —Sus ojos brillaban detrás de sus gafas—. Sobre todo si tu primogénito es un niño.
—De acuerdo, pero me reservo el derecho de nombrar a cualquier reptil que tenga con tu nombre.
—Cantarás una melodía diferente una vez que veas esto.
Jaejoong arqueó una ceja.
—¿Será para hoy? ¿O el próximo año?
Ana rebotó en su asiento.
—Tienes suerte de que esté tan emocionada o te haría esperar. —Apretó el botón de reproducir.
La diversión de Yunho ante las bromas de los chicos cambió a una concentración total sobre la pantalla. Una música fluía suavemente mientras Jaejoong aparecía a la vista sentado en una de las mesas en el frente de su pastelería.
Hay personas que piensan que la mejor parte de mí murió la noche en que unos matones con un bate de béisbol me rompieron los huesos.
Yunho estaba enganchado allí. Jaejoong llevaba el delantal de Sugar Dancer sobre unos pantalones negros y una camisa. La iluminación capturaba las mechas rosas en el cabello. Le encantaba ese toque de desafío en él. Pero eran sus ojos mirando directamente a la cámara con una autenticidad asombrosa lo que le hacía contener la respiración a la espera de ver qué diría a continuación.
Después de un solo latido, Jaejoong se puso de pie en el video y caminó con su leve pero distintiva cojera hacia las vitrinas que mostraban una gran variedad de pasteles, bizcochos, magdalenas y galletas. Se volvió hacia la cámara, un hombre imperfecto enmarcado por todas esas perfectas creaciones dulces.
Pero creo que la mejor parte de mí se despertó en el hospital y me di cuenta de que ésta es mi vida. La única que voy a conseguir. Y voy a vivirla a mi manera.
Una breve pausa mientras la música crecía en el fondo y la cámara se centraba en su rostro.
—Mi nombre es Jaejoong Kim. Esta es la historia de cómo reconstruí mi destrozada vida y creé la Pastelería Sugar Dancer.
Yunho se mantuvo paralizado mientras las tomas cambiaban, mostrando una de Jaejoong en el hospital. Hizo una mueca ante la breve pero eficaz imagen a pesar de que la había visto solo unos pocos minutos antes. Había dos fotos más rápidas de su lucha por caminar con muletas y luego con un bastón, una prueba clara de su progreso. El resto de las fotos o clips de vídeo eran de Jaejoong con sus postres y sus clientes, todos llenos de sonrisas. En esas tomas, la pasión y la alegría de Jaejoong brillaba.
Al final del video, Jaejoong lo resumió.
—El baile era la pasión de mi abuela y me enseñó a bailar desde el momento en que empecé a caminar. Mientras estaba en el hospital, la recuerdo sosteniendo mi mano y murmurando una y otra vez: “Vas a bailar otra vez Jaejoongie. Sentirás la música.”
La sonrisa de Jaejoong fluyó hacia algo tan poderosamente conmovedor, que Yunho no podía respirar.
—Ella estaba en lo cierto. Todos los días aquí en Sugar Dancer, siento la música mientras que hago lo que amo, hornear creaciones especiales para compartir con personas que celebran sus mejores momentos: bodas, cumpleaños, graduaciones, etc. Llego a compartir su alegría. Algunas personas bailan con sus piernas, yo bailo con el azúcar.
El vídeo se apagó y terminó. Todo lo que Yunho oía era el zumbido del ordenador portátil y el latido en sus oídos.
—¿Estaba en lo cierto? Te dije que confiaras en mí. —Ana miró a Jaejoong.
Jaejoong suspiró, sus hombros expandiéndose contra su caja torácica. El momento se mantuvo tenso.
Ana rebotó en su silla con creciente agitación.
—Lo odias.
—Todo lo que voy a decir... —Jaejoong parecía tener problemas para apartar la mirada de la pantalla. Finalmente, ladeó la cabeza hacia Ana— ...es que espero que mi primer hijo no sea un niño. Porque eso sería totalmente vergonzoso.
El rostro de la joven se quedó en blanco, a continuación, se transformó en risa.  
—Me has asustado.
—Es justo, porque creo que puedes haber dejado al descubierto un pedazo de mi alma en ese video. No estoy seguro de que esté lista para eso, incluso aunque creo que quedó genial.
Yunho se inclinó hacia abajo, envolviendo sus brazos alrededor de Jaejoong sujetándolo contra él.
—Si ese video llegara a mi escritorio, te tendría en el teléfono tratando de firmar antes de que la música terminara. Tú no estás expuesto, Jaejoong. Eres real y eres dueño de lo que eres, un hombre muy talentoso, guapo, sexy e imperfecto al que le encanta cocinar.
Su sonrisa se abrió camino a través de la duda en su rostro, irradiando su felicidad.
Durante años se había escondido, tanto detrás de las cicatrices como en su pastelería. Pero en ese video, se revelaba como un hombre fuerte con vulnerabilidades.
—Me estremeció. —Se dirigió a Ana—. Excelente trabajo. Has captado las luchas y los triunfos de Jaejoong y lo mostraste como el rostro de Sugar Dancer: el hombre que baila con azúcar en lugar de sus piernas. —Volviendo la mirada hacia Jaejoong, dijo—: Esa última frase atraerá a la gente para ver lo que puedes hacer con el azúcar.
Ana se sonrojó, sus ojos chispeando detrás de sus gafas.
—Gracias.
—Jaejoong dice que tienes un plan de marketing para él.
—Lo tengo. Completo con líneas de negocio. El avance promocional también es bueno. —Lo preparó y apretó el botón play.
Este comercial duraba menos de sesenta segundos, llegando a los puntos altos de Sugar Dancer y Jaejoong. Ritmo rápido y potente, era bueno.
Jaejoong sonrió.
—Me gusta.
Yunho no pudo contener su creciente excitación.
—Funciona, pero ese video de la biografía es oro. Creo que deberíamos mirar por encima el plan de Ana, luego le darás el visto bueno para enviar los paquetes a los programas de cocina. Mi única petición es que lleves al equipo de seguridad contigo en todo momento. —La seguridad de Jaejoong venía primero, pero sabía lo mucho que él quería que Sugar Dancer creciera como una franquicia.
—Pero... —Los hombros de Jaejoong se desinflaron lo suficiente para que Yunho comprendiera su preocupación.
Yunho le puso la mano debajo de la barbilla.
—Nuevo plan. Si te llaman para ir a un programa, iré contigo a las grabaciones como tu seguridad. Juntos podemos lidiar con tus ataques de pánico. Y Ana puede venir como tu directora de publicidad y ayudante de cocina.
Jaejoong se levantó y se paró frente a Yunho.
—No vas a tirar de ningún hilo para meterme en un programa, ¿verdad?
Por un cegador segundo de tentación, Yunho quiso hacerlo y obligarlo a estar en deuda con él. Si Yunho tuviera su futuro en sus manos, ¿podría mantener su amor?
¿Incluso después de que él matara?
Pero el hombre que amaba tenía muchas ganas de hacer esto por su cuenta con el equipo que estaba construyendo.
—Tú y tu equipo... —asintió con la cabeza hacia Ana— ...tienen esto cubierto.
Su radiante sonrisa iluminó su interior.
* * * *
El domingo por la tarde, Yunho se apoyó contra la nevera industrial en la cocina de Sugar Dancer, observando mientras Jaejoong le mostraba a Tae Yang como dibujar una calavera en la galleta del chico. Cinco niños y Kang Joon lo miraban con interés, absortos mientras Kylie fruncía el ceño un poco.
—Las calaveras son feas. Yo quiero flores en la mía.
Jaejoong la miró.  
—¿Sí? ¿Qué tal un poni con flores en la melena?
El estridente grito de placer de Kylie hizo que Yunho hiciera una mueca de dolor.
—Maldita sea.
—Prueba con cuatro o cinco niñas invadiendo mi casa o fuera en la piscina. Mis oídos sangran. —Siwon mordió una magdalena—. Estas son realmente buenas.
—Deben serlo, ya te has comido una media docena. —Trató de mantener el orgullo fuera de su voz.
—Te vi engullendo esas magdalenas de limón.
—Estaba siendo educado. —Habría dado un puñetazo a quien le tocara esos increíbles cupcakes. A Yunho le encantaba esa cosa cremosa de limón que tenían en el centro. Jaejoong lo llamaba cuajada de limón.
Siwon resopló.
—Sí, eres todo buenos modales y todo eso.
Haciendo caso omiso de eso, señaló con la cabeza en dirección a su chofer y luchador en formación, inclinado sobre una galleta con aspecto de concentración.
—Kang Joon se está divirtiendo tanto como los niños.
—Deberíamos tomar una foto y mostrársela a los otros combatientes.
—Subirla a YouTube.
—Y ponerla en la página web de SLAM.
Yunho se rió a pesar de que nunca lo harían. Kang Joon había sido uno de sus chicos desde que lo habían encontrado a los dieciséis años. Había llevado mucho tiempo ganarse su confianza. La mierda por la que ese chico había pasado... sí, verlo reír y decorar las galletas era condenadamente bueno.
—Francamente, me alegro de verle participando. Ha estado un poco retraído alrededor de los chicos.
Yunho había notado eso también, pero atribuyó algo de eso a la enfermedad de Young Jae. Que estaba drenándolos a todos ellos.
—¿Cómo va su formación?  
Siwon tiró el envoltorio a la basura.
—Perfecta. Trabaja tan duro como cualquiera de los otros. Todavía deja que su temperamento se lleve lo mejor de él en combate, pero está trabajando en ello.
El autocontrol y la cabeza clara eran claves para ganar una pelea. A los veintiún años, Kang Joon tenía que dominar eso.
—Encontrémonos mañana después de llevar a Jaejoong a trabajar. Voy a entrenar con Kang Joon. —Yunho había acordado trabajar con él cuando el tiempo lo permitiera, pero entre su formación propia, el trabajo, Young Jae y Jaejoong, nunca había tiempo. Eso tenía que cambiar.
—Responde a Jaejoong. Él fue el que lo convenció de participar en la decoración de las galletas.
Una posesión caliente se envolvió alrededor de su pecho. A sus amigos les gustaba Jaejoong y de alguna manera Jaejoong sabía perfectamente como formar parte de ellos.
Al igual que ofrecerse para que los niños vinieran hoy, después de que su pastelería cerrara, a decorar unas galletas para llevar a casa. Yunho no podía apartar los ojos de Jaejoong con su sonrisa fácil e instrucciones amables. Le encantaba compartir su pastelería con estos niños.
Ningún otro hombre con el que hubiera hecho el arreglo de ser acompañantes mostró alguna vez algún interés en los niños. Eran inadaptados. La mayoría de las mujeres u hombres mucho habían donado dinero al programa De Luchadores a Mentores y lo hacían para llamar la atención de Yunho.
El dinero era fácil cuando lo tenías. ¿Pero el tiempo y el interés? ¿Preocuparte de verdad lo suficiente como para compartir tus pasiones con niños en desventaja? Eso era real y no tenía precio.
Se frotó el pecho mientras grietas de miedo penetraban ese calor. Yunho no quería perder a Jaejoong, pero no sabía cómo mantenerlo. Las cosas habían sido más simples, cuando solo tenía hombres como acompañantes, no esta relación emocional que los dejaba a ambos vulnerables. Empujándose fuera de la nevera, le dio una palmada en el hombro a Siwon.
—Te comiste sus cupcakes, puedes ayudar a lavar los platos. Vamos.
Jaejoong le sonrió mientras formaba rápidamente cajas cuadradas con la pila de cartones sobre la mesa.  
—¿Qué pasa?
Yunho le limpió una mancha de glaseado de la mejilla.
—Ya has hecho bastante. Siéntate y diviértete. Nosotros limpiaremos.
Jaejoong arqueó las cejas.
—Casi todo es glaseado de crema de mantequilla, que es grasiento. Es difícil de lavar.
Yunho frunció ceño.
—¿Estás cuestionando mi capacidad como lavaplatos? Tengo experiencia, ya lo sabes. —Era lavaplatos la primera vez que vio a Jaejoong en la fiesta de sus dulces dieciséis. Ese chico había invocado un complejo hervidero de emociones en Yunho, mientras que el hombre delante de Yunho ahora era su dueño completamente.
Escepticismo enmascaraba su rostro.
—Tienes un personal invisible que limpia tu casa y te llena el refrigerador.
—Trabajé como lavaplatos en algunos de los mejores hoteles y en el club de campo. Prepárate para ser sorprendido. —Puso sus manos en su cintura y lo levantó sobre un taburete junto a Kylie—. Siéntate aquí y observa. —Necesitaba descansar su pierna, pero no era tan tonto como para decírselo frente a un grupo de personas. En su lugar, empleó un arma secreta—. Kylie, vigila a Jaejoong y asegúrate de que no trata de ayudar. Él hizo todo esto por nosotros, por lo que es justo que limpiemos, ¿verdad?
Kylie lo consideró y asintió solemnemente, con los ojos enormes y serios.
—Haced un buen trabajo por Jaejoong.
Yunho no pudo evitar sonreír.
—Por supuesto. —Se volvió hacia los chicos—. Llevad los platos al fregadero, chicos. Vamos a demostrar a los chicos lo que podemos hacer.
* * * *
Jaejoong estiró su pierna dolorida en la parte posterior de la limusina. Los chicos se habían sentado a ver una película que se reproducía en las dos pantallas, mientras Kylie le enseñaba a Jaejoong el bar.
—Estos son mis cajas de zumo favoritas. Me gusta la cereza.
—Papá dijo que solo puedes tomar agua. Ya tomaste suficientes chucherías hoy.
Kylie le hizo una mueca a su hermano.
—Solo estaba enseñándoselo a Jaejoong. —Volvió a meter el zumo en la nevera.
Ben miró a su hermana pequeña.
—Tienes que salirte con la tuya en todo. Hiciste que Jaejoong viniera en la limusina.
—No lo hice.
—Si lo hiciste.
—No lo hice.
Jaejoong comenzó a ver por qué Siwon no había querido dejarlo solo con los niños. Bueno, no estaba solo, Kang Joon estaba conduciendo con el separador de compartimentos bajado, manteniendo un ojo en todo. Yunho y Siwon los seguían detrás en su auto. Kylie había suplicado a Jaejoong para que fuera con ella y Jaejoong no supo decir que no. Tratando de cambiar de tema, le preguntó:
—Ben, ¿os habéis divertido en el partido de béisbol de hoy?
Los ojos del chico se iluminaron.
—¡Sip! Yunho nos llevó a conocer a algunos de los jugadores antes del partido. Llevábamos estas gorras y algunos de los chicos los autografiaron. —Se quitó la gorra y se la tendió.
Jaejoong lo tomó, estudiando cada autógrafo.
—Oh, genial, tienes firmas de…  
El auto se desvió a la izquierda. Jaejoong alzó su mano, sujetándose al asiento para evitar golpear a Ben.
Kang Joon debía de haber maniobrado para esquivar algo en el camino. Abrió la boca cuando fueron sacudidos por otro discordante cambio de dirección.
—¡Jaejoong! —gritó Kylie, lanzándose hacia él.
El vehículo se sacudió violentamente. El corazón de Jaejoong se atascó en su garganta. Su pulso se parecía a una corriente nuclear.
—¡Kang Joon!
No hubo respuesta.
—¡Kang Joon no se mueve! —Robert, un chico mayor, se arrodilló en el asiento hacia la parte delantera del auto. Su rostro estaba pálido de terror.
Mierda. Esto era malo. El miedo lo recorrió, intentando colapsar sus pulmones, cuando el auto zigzagueó. Se iban a estrellar.
Unos sollozos cortaron su miedo. Kylie miraba fijamente a Jaejoong, gruesas lágrimas rodaban por su rostro.
—Quiero a mi papá.
El miedo de la niña puso a Jaejoong en acción. Agarró a Kylie, empujándola al suelo.
—Todo el mundo abajo. Agarraos fuerte y cubríos la cabeza.
Los niños se apresuraron hacia abajo.
El chillido de los frenos atravesó el interior normalmente silencioso. Pero la limusina no estaba aminorando. Jaejoong se lanzó al frente para buscar a través de la ventana de privacidad abierta. Volaban hacia una intersección. Los chillidos de frenos eran de otros autos para evitarlos.
Apartó la mirada hacia Kang Joon.
—Oh, Dios. —Estaba desplomado contra el cinturón de seguridad, inconsciente o muerto.
¡Haz algo! Trepa a través de la ventana, alcanza la parte delantera. Detén el auto. Jaejoong se agarró a los bordes para pasar cuando levantó la vista.  
Demasiado tarde, se dirigían en diagonal hacia una pared de bloques. Desesperado, Jaejoong agarró el hombro de Kang Joon, sacudiéndolo fuerte.
—¡Kang Joon!
El hombre se dejó caer más profundamente en el cinturón de seguridad, y el auto comenzó a desacelerar. Su pie se deslizó fuera del acelerador, pero no lo desvió lo suficiente para evitar la pared por completo. ¡No había tiempo!
Jaejoong se retorció y se lanzó al suelo, cubriendo la mayor cantidad de niños como pudo.
Segundos después, horribles sonidos de crujidos y roces explotó en la cabina. Chirridos metálicos y gritos llenos de dolor repercutieron en su cabeza mientras rebotaban impotentes por todas partes entre los asientos. La mejilla derecha de Jaejoong se estrelló contra algo, mareándolo.
Luego se hizo un espeluznante silencio, excepto por los niños sollozando y su propia respiración entrecortada.
Estaba vivo, pero ¿y los niños? ¿Kang Joon? ¿Qué demonios había pasado?  

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