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La proposición


Capítulo 38

El miércoles por la tarde, Yunho se situó en el extremo de la cama de Young Jae, con los brazos cruzados y luchando por su preocupación impaciente mientras el médico hacía el examen.
Young Jae lo miró.
—Zack no tenía que llamarte ni a ti ni al médico.
—Lo tenía que hacer si quería mantener su trabajo como una de tus enfermeras.
Yunho no estaba jugando sobre esto. La enfermera le había llamado por teléfono y le dijo que Young Jae tenía un poco de fiebre, por lo que Yunho dejó todo y volvió a casa.
El médico presionó el estetoscopio en la espalda de Young Jae.
—Tosa, Sr. Chan.
La tos áspera provocó que Young Jae hiciera una mueca de dolor.
Finalmente, el médico cerró la maleta.
—Vamos a hacer una inyección intravenosa con antibióticos y fluidos.
—No quiero una inyección intravenosa.
Yunho no podía estar quieto por más tiempo. Agarró la camisa del extremo de la cama y la dejó caer sobre la cabeza de Young Jae, luego lo sentó y lo recostó. Ignoró el mal humor. Yunho estaría cabreado también si su cuerpo lo traicionara progresivamente, cada día más sin piedad, metódicamente quitando una capa tras otra de su dignidad e independencia.
—Hazte la inyección intravenosa. Sin hospitales, sin medidas extremas. Te escucho, lo entiendo.
Le gustara o no, tenía que honrar eso. Young Jae estaba cansado.
Yunho podía ver la muerte correr más lejos en los ojos del hombre cada jodido día. Pero no iba a enviar a la muerte una invitación grabada dejando que una infección se hiciera un hueco sin darlo todo.
—¿Si no lo hago? ¿Estás pensando en obligarme?
Yunho golpeó su mano profundamente en el colchón. Podía hacerlo y ambos lo sabían. Yunho estaba listo y dispuesto a luchar como el infierno para mantener a Young Jae con él.
Pero esa no era su elección.
Pasaron los segundos mientras luchaba con la mandíbula cerrada y los cuchillos tratando de cortar su pecho. Estaba perdiendo el control de todo en su vida. Young Jae se estaba muriendo. Kang Joon había tenido un ataque al corazón. El hijo de puta de Foster rondaba a Mi Ja en su tumba. Tuvo que contenerse de la protección de Jaejoong cuando Ryu Jin lo amenazó con el bisturí.
Y si mataba a Foster, perdería a Jaejoong. ¿Cómo elegir? Pero esta elección sobre la inyección intravenosa no era suya.
—No. —Se obligó a abrir la mano y agarró el hombro de Young Jae—. Pero te estoy pidiendo que lo hagas. Por favor.
Young Jae mantuvo su mirada y luego asintió.
Dos horas más tarde, Young Jae dormía y la frustración montó a Yunho duro, llevándolo a su estudio. Vestido solo con pantalones cortos y cintas en las manos, subió la música, fue a través de su estiramiento de calentamiento y luego se dirigió al saco pesado.
Al mismo tiempo, en su cabeza, oyó el tictac del reloj hacia la muerte de Young Jae y la elección de Yunho. ¿Dejar a Foster vivo, dando la espalda a la memoria de Mi Ja y vivir cada momento con el temor de encontrar a Jaejoong violado y asesinado como Mi Ja?
¿O matar a Foster y ver morir el amor de Jaejoong?
* * * *
Jaejoong abrió la puerta al estudio del garaje. Un oscuro y palpitante ritmo golpeaba desde los altavoces, pausado solo por el intenso ruido.  
Intensidad crepitó en sus venas y su aliento salió con fuerza al ver a Yunho. Vistiendo solo pantalones cortos, se movía con velocidad cegadora mientras atacaba el saco a patadas y puñetazos.
Su espalda hinchada y liberada, sus brazos poderosamente flexionados y cuando saltó y giró en una patada voladora, la fuerza de Yunho atravesando el aire creó una brisa. Aterrizó en cuclillas, sus muslos y pantorrillas estallando con sus músculos bajo su piel bronceada.
Casi podía sentir su dolor en el aire.
—Jaejoong.
Él se acercó a Yunho.
—Estoy aquí.
Se puso de pie frente a la pesada bolsa, las manos hacia abajo, la cabeza caída.
—Se está muriendo.
Sus ojos estaban borrosos, pero Jaejoong parpadeó eso lejos. Por mucho que le dolía la pérdida de Young Jae, lo que Yunho estaba sufriendo era un millón de veces peor.
—Hoy no.
Lo había dicho Young Jae. Le dijo que estaba decidido a vivir hasta que Yunho se enfrentara al asesino de su hermana y que por eso había estado de acuerdo con la inyección intravenosa que odiaba. Luego le había dicho a Jaejoong que fuera a buscar a Yunho.
Yunho se giró, su mirada deslizándose sobre su rostro y hacia abajo a su ropa de entrenamiento y a sus pies desnudos. Luego volvió la mirada hacia arriba.
—¿Por qué estás vestido para entrenar?
—Pensé que podrías necesitar un compañero de entrenamiento para quemar algo de tu tensión. Mi turno para hacer una pregunta. ¿Por qué están tus manos vendadas?
—Protejo mis nudillos y el hueso de la muñeca cuando golpeo. — Yunho caminó en su espacio, virutas de oro brillando en sus ojos—. Y no hay una jodida manera de que entrenemos. Estoy demasiado nervioso y tú todavía estas un poco dolorido.
La sangre de Jaejoong hirvió en el segundo en que Yunho se puso frente a su cara.
—Es bueno saberlo si alguna vez tomo boxeo. —Entonces Jaejoong sonrió—. Y el combate estaba ocurriendo.
—Lo digo en serio, Jaejoong. Ve adentro. Ya fue suficientemente malo contenerme ayer y dejar que desarmaras al idiota. No puedo contenerme ahora.
Su olor lo inundó, jabón, sudor y una agitación profunda que lo sacudió hasta sus dedos del pie, su cálido aliento rozó su cara.
—Entonces realmente va a apestar para ti.
Las cuerdas en su cuello sobresalían.
—¿Qué?
—Si no te defiendes. — Jaejoong dirigió un golpe hacia su cara.
Yunho bloqueó con su antebrazo como si estuviera cepillando a una mosca.
—Basta.
Mierda, era como golpear cemento.
—No va a pasar campeón. ¿Sabes por qué?
Jaejoong da un paso atrás y se deja caer en su posición de combate.
Yunho lo miró.
—¿Por qué?
—Porque así no es quienes somos nosotros. Nosotros no nos contenemos el uno con el otro. Ayer por la noche necesitabas un poco de espacio, te lo di. Esta noche, tu suerte se agotó.
Equilibrándose sobre su pierna mala, clavó su pierna izquierda en un rodillazo.
Yunho saltó hacia atrás, sus ojos se estrecharon mientras rebotaba sobre las puntas de sus pies.
—Gatito, tienes una oportunidad. Aléjate. O voy a por ti.
Poco a poco, empezó a tirar de la cinta de una de sus manos.  
La forma en que a propósito desenrolló esa larga tira de cinta, secó su boca. Hormigueos saltaron en su piel, despertando sus pezones.
—¿Y?
Yunho enrolló la primera tira de la cinta alrededor de su cuello como una toalla y comenzó a desenvolver la segunda mano.
—Te llevaré a la colchoneta, arrancaré tu ropa y te daré toda la fuerza de mí mientras te follo. —Yunho arrojó la segunda tira lejos y fijó su dura mirada en Jaejoong —. Corre.
Una ráfaga de ardiente deseo se apoderó de su corazón. Yunho necesitaba esto, necesitaba algún tipo de liberación que fuera más profundo que la lucha o un revolcón.
—No huiré de ti. — Jaejoong apuntó un golpe directo a su plexo solar.
Yunho tomó su mano, atrapando su antebrazo, y tiró.
—No puedes vencerme.
La tira de la cinta atlética colgando de su cuello colgaba entre ellos, burlándose de Jaejoong. ¿Por qué se había lanzado a un lado y se mantuvo el otro? ¿Quería saberlo?
Claro que sí.
Jaejoong amplió su postura, se inclinó, empujando su codo para forzar la muñeca de Yunho en una curva poco natural y aflojar su apretón, luego empujó su brazo hacia arriba, rompiendo el agarre.
—Tengo ventaja. Tienes miedo de hacerme daño.
Yunho avanzó hacia Jaejoong, bloqueando cada golpe con una facilidad ridícula. Antes de que Jaejoong pudiera planear un movimiento, Yunho se abalanzó, curvando un brazo detrás de su hombro y barriendo sus piernas con el otro brazo. Cayó de rodillas y lo acomodó en la colchoneta. Aturdido, Jaejoong trató de rodar lejos.
Yunho pasó una pierna sobre Jaejoong, montado sobre sus caderas, le cogió las manos. Jesús, era rápido. Escuchó su propio jadeo sobre el ritmo de la música.
Yunho apretó sus muñecas a la colchoneta y se inclinó.
—No vuelvas a pedirme estar allí y no hacer nada mientras luchas contra un hombre sosteniendo una cuchilla en ti otra vez.  
Jaejoong dejó de luchar, fascinado por el hombre sujetándolo contra el suelo. Furia irradiaba de Yunho.
—¿Estás enojado conmigo?
—Estoy tan jodidamente orgulloso de ti que apenas puedo respirar. —Un latido pasó—. Pero eres mío. Protejo lo que es mío. Tuve que observar con impotencia cuando estuviste en esa limusina fuera de control y luego simplemente quedarme allí de pie anoche. —Su mandíbula se apretó, sus hombros sobresalían, sus venas explotaban y aun así Yunho deslizo un dedo tiernamente a lo largo del moretón de su cara.
—Estoy bien.
—Eres mío. —Salió un rugido—. Estás en mi estudio, tengo el control ahora. —Soltando sus muñecas, atrapó el extremo de su camisa y lo desvistió. Lo lanzó a un lado.
El aire acondicionado golpeó su piel expuesta, enfrentándose con el calor. Todo lo que Jaejoong llevaba ahora eran sus pantalones medio bajados y a Yunho sobre él a horcajadas.
Yunho arrastró un dedo por su garganta a la curva de su pecho para burlar su pezón.
Jaejoong siseó, conmocionado por el caliente rayo de fuego que se disparaba derecho hacia abajo. Demasiado, demasiado rápido. Era toda la emoción turbulenta entre ellos inflamando su deseo. La necesidad de ser llenado y reclamado por Yunho aumentó, robándole su aliento con esa intensidad.
Jaejoong le agarró la muñeca, tratando de aferrarse a su sensación de poder. No quería dárselo sin luchar.
Quería tomarlo.
Su mirada fijó la suya.
—Demasiado tarde, nene. Tengo el control.
Lo miró a los ojos, midiendo lo que necesitaba, lo que ambos tenían juntos. No contenerse. Eso es lo que tenían.
—¿Crees que soy tan débil, tan fácil de vencer? —Dejó caer su mano como rindiéndose.  
Se retorció sobre su vientre, escarbando para deslizarse por debajo de Yunho. Se levantó unos centímetros antes de que lo agarrara por la cintura y lo levantara sobre sus rodillas tirando de su espalda contra su pecho. Uno de sus brazos abrazó fuertemente sus costillas.
—¿Sientes lo que has hecho conmigo? —Presionó su polla hinchada contra su espalda. Yunho pasó la mano por su vientre, debajo de sus pantalones. Gruesos dedos se burlaban de su unión, cepillando hacia atrás y adelante. Lamió la hendidura de su oreja y luego exigió con voz grave:
—Abre las piernas.
Jaejoong quería. Oh Dios, quería más del éxtasis helado-caliente que su toque invocaba. Incluso su aliento en su cuello lo hizo estremecerse de placer. Solo Yunho lo hacía sentir así, tan malditamente vivo y bien para ser él mismo. Podía aguantar una pelea sabiendo que estaba a salvo con él.
—No.
—¿Quieres que gane, gatito? ¿Obligarte a que te entregues a mí? —Pasó la yema de su dedo a lo largo de su hendidura, haciendo que le doliera el miembro de necesidad. Era todo lo que Jaejoong podía hacer para no mover sus caderas contra Yunho —. ¿Quieres sentir lo que es cuando giro tu control y le doy a tu culo lo que anhela?
Oh, lo quería, tanto que debería estar asustado. No emocionado con el corazón palpitante. Yunho le hacía esto, desnudándolo hasta dejarle con esta básica y real necesidad que crepitaba entre ellos.
—Dímelo. — Yunho pellizcó su pezón, lo suficiente para llamar su atención, mientras su dedo mantenía esa caricia enloquecedora a lo largo de sus pliegues—. Puedo sentir tu entrada diciendo caliente, resbaladiza y muy húmeda, fóllame ahora, sí. —Metió un dedo en sus profundidades—. ¿Cuál es tu respuesta?
—Sí. —La palabra se disparó de su pecho. Era todo lo que podía hacer para no presionar hacia abajo en su dedo, montarle. Su bajo vientre se estremeció, tratando de hacerlo apretar a su alrededor.
Abrió su boca caliente sobre su cuello, lamiendo y mordiendo mientras lentamente deslizaba su dedo dentro y fuera. No era suficiente. Lo que llevó su frustración hasta la ebullición. Movió su boca de nuevo a su oído.  
—Una vez más, abre tus piernas y llegaré fácil en ti.
Nunca. Jaejoong no quería que fuera fácil, quería empujar a Yunho como él lo empujó. Jaejoong estiró su cuerpo hacia arriba, fuera de su dedo penetrante. Haciendo caso omiso de la punzada en su pierna, se lanzó hacia adelante, golpeando sus manos en la colchoneta.
Antes de que pudiera escapar, Yunho estaba en Jaejoong, con sus muslos sujetándolo alrededor de sus caderas. Aún de rodillas, Yunho lo forzó abajo hasta sus codos, su cuerpo cubriendo su espalda.
Su gruesa erección palpitaba contra su trasero.
Yunho se rió entre dientes, el rico sonido rodando sobre sus terminaciones nerviosas. Con una mano sosteniendo sus muñecas clavadas, señaló la larga tira de cinta alrededor de su cuello.
Jaejoong abrió mucho los ojos. Para eso era la cinta. Trató de resistirse, intentó liberarse, pero Yunho lo sostuvo inmovilizado debajo de él. Observó fascinado con entusiasmo como enrolló la cinta alrededor de sus muñecas, cubriéndolas.
—No golpees, chico pastelero. Estás atrapado donde quiero. Como te quiero. Permaneciendo en tus antebrazos manteniendo la presión sobre tus rodillas.
Yunho se movió hacia atrás y arrastró sus pantalones. Dejándolo de rodillas con el culo al aire. El aire frío golpeó sus pliegues sobrecalentados, haciéndolo dolorosamente consciente de que estaba expuesto, vulnerable. Pero tenía razón, había muy poca presión en la rodilla.
Entonces Yunho cayó sobre él, su piel caliente abrasando la suya, fundiendo su incertidumbre, dejando esa necesidad de ser llenado por él.
Yunho puso su boca contra su oído.
—¿Quieres que siga adelante? ¿Obligarte a tomar mi polla? —Rozó sus labios sobre su cuello, sus dedos jugando con sus pezones—. ¿Quieres que te folle tan duro, que gritarás cuando te corras?
El hormigueo corría y bailaba, lo que lo hizo retorcerse. Las lágrimas picaban en sus ojos por la desesperante rabia construyéndose en su interior. Ya no necesitaba la capacidad de golpearlo fuera, no cuando Jaejoong estaba con Yunho, el hombre al que amaba y confiaba.
—Yunho.  
—Dilo. Di que vas a entregarte.
Calor estalló sobre Yunho, con la voz áspera por la necesidad. Si lo dijera, lo último de su control se rompería. Todo en Jaejoong está apretado con anticipación mientras Yunho tomaba una mano, la mano que usaría para guiar su polla dentro de Jaejoong.
Si dijera sí.
Solo entonces.
Jaejoong había pensado que él quería tomar el poder y el control, pero esto era mucho más sexy. Voluntariamente dejándole atarlo, desnudarlo, se abrió para su placer. Tan caliente que casi sollozó su respuesta.
—Me entrego. Solo a ti. Siempre.
La música construyó un ritmo palpitante mientras Yunho empujaba su polla dentro de Jaejoong, estirándolo y llenándolo. La deliciosa quemadura encendió sus nervios en llamas.
Yunho se irguió, colocando sus manos alrededor de sus caderas, tirando de Jaejoong hacia arriba y hacia atrás contra su empuje. Su polla golpeó tan profundo que Jaejoong gritó. ¿Dolor? ¿Placer? No sabía, sus sensores estaban confusos. Solo lo necesitaba. Tenía que tener esa intensa sensación una vez más. Tenía las manos atadas, pero arañó la colchoneta.
—Otra vez.
—Joder. —Salió un gemido torturado mientras volvió a hacerlo. Golpeando en Jaejoong, deslizándose más allá de sus nervios, luego golpeando una y otra vez esa carga sensorial, conduciéndola tan alta que no podía dejarlo ir.
—Yunho. Por favor. —Los estremecimientos lo sacudieron. Su pene creció, palpitó. Cada respiración se burlaba de Jaejoong sin piedad. Su miembro palpitaba.
Todo en Jaejoong se apretó demasiado.
Yunho lo echó hacia atrás sobre sus rodillas, empujando profundamente. Apoderándose de su cabello, giró su cabeza, besando a lo largo de su mejilla.
—Te tengo. —Cepillando dos dedos sobre sus labios, dijo:
—Chupa. Mójalos para mí.
Abrió su boca tomando sus dedos, chupándolos, saboreando su piel y a Jaejoong mismo. Codicioso por más de Yunho, de ellos, enrolló su lengua alrededor de sus dedos.
—Jesús, gatito, lo que me haces. —Salió un bajo gruñido que vibró contra su espalda. Yunho sacó sus dedos y luego los deslizó por su vientre hasta acariciar su miembro.
Espigas del calor ardieron. Jaejoong jadeó, meciéndose en su polla y luego hacia abajo en sus dedos. Lo persiguió, lo necesitaba, quería lo que solo Yunho podía darle.
—Ahora. Déjame sentir tu culo exprimir mi polla. — masajeo su miembro y se estrelló contra Jaejoong.
—Oh, oh… —Se desplomó, llegando tan duro que un sonido chillón salió de su garganta.
Yunho le pasó un brazo alrededor de su cintura, abrazándolo con fuerza.
—Sí, Dios, Jaejoong. ¡Joder! —Cada empuje desigual seguía aumentando su placer. Yunho estaba llegando, chorreando contra sus paredes sensibilizadas, jadeando con dureza contra su cabello.
Jaejoong le había hecho esto, lo impulsó a perder completamente el control y lo impulsó a él con Yunho.

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