Mi lista de blogs

La proposición


Capítulo 30

 Jaejoong deslizó la bandeja de magdalenas de calabacín en la cesta de panadería y se volvió.
Ana levantó una taza de café humeante.
—Tómate un descanso, Jaejoong.
—Estoy bien, pero gracias. —Tenía que seguir adelante. Había sido una mañana de viernes atareada que no le había dado tiempo para pensar en su destrozada vida amorosa.
Vete a casa.
Su estómago se retorció ante las palabras de Yunho de la noche anterior. Yunho no había querido tratar de encontrar un punto intermedio o una forma de mantener lo que tenían. En cambio, había querido que se fuera.
Oh supéralo.
Sobreviviría. Eventualmente conseguiría llegar hasta el punto de respirar sin dolor. Pero lo que no podía soportar era lo que Yunho iba a hacer. No era un asesino. Jaejoong tenía que pensar en una manera de convencer a Yunho de eso. No lo quería a él, muy bien, eran adultos y podrían dejar eso de lado. Pero no iba a abandonar a Yunho como amigo.
—Cierto. Lo estás llevando tan bien que estás mirando a la pared con la taza a medio camino de tu boca.
Jaejoong se recompuso y miró a su empleada.
—Lo siento, solo estaba pensando.
Ana puso una mano en el hombro de Jaejoong.
—¿Quieres hablar de ello? ¿O debería preparar algunas galletas de chocolate hechas con laxantes para enviárselas al imbécil?
Jaejoong intentó forzar una sonrisa en sus labios. No le había dicho nada a Ana, pero la muchacha había adivinado que entre él y Yunho las cosas habían terminado.
—Se nos han acabado los laxantes. —Sorbió su café, mientras examinaba la tienda. Había unos pocos clientes relajándose y Whitney su guardaespaldas.
—Nuevo tema. —Ana derramó un poco de agua caliente sobre una bolsa de té para él—. Vi una edición preliminar de los dos videos esta mañana. Esa imagen que me enviaste es de gran alcance, además Junsu me envió un par de ti durante tu recuperación. Jaejoong, prepárate, vas a ser una estrella. Tanto el trailer como el trozo de la biografía pega realmente duro, me sorprende que la pantalla del ordenador no se agrietara.
—¿Tan rápido? Te envié la imagen ayer. —Mientras esperaba que Yunho se presentara en su tienda.
—Todo lo que teníamos que hacer era poner la imagen dentro, así que sí, ya está listo. Vamos a terminar de editarlo el fin de semana. —Ana bajó su té y puso su mano sobre el brazo de Jaejoong—. Es muy bueno, bastante impresionante. Sales muy auténtico y real. La gente se sentirá conectada contigo y eso significa que va a sentirse conectada con Sugar Dancer.
El resplandor en el rostro de Ana era imposible de resistir. A pesar de su tristeza y fatiga, una chispa del entusiasmo se mantuvo encendida en Jaejoong.
—Vas a dejar que envíe los vídeos a los programas de cocina. Ya verás.
Abrió la boca para recordar a Ana sobre sus ataques de pánico cuando el timbre de la puerta sonó anunciando la llegada de un nuevo cliente. Junsu entraba sosteniendo una gran caja de pizza.
—Hola, chicos. He traído el almuerzo, pepperoni y aceitunas.
—¿Trajiste mi favorita? —Normalmente Jaejoong tenía que ganar una apuesta para salirse con la suya en cuestiones de pizza con Su.
—Sí. —Se dirigió a la cocina, dejando caer la caja en la mesa de trabajo de acero inoxidable.
El estómago de Jaejoong gruñó, recordándole que no había comido la noche anterior o en todo el día de hoy.
—¿Se les había acabado el jamón y la piña?
Junsu se detuvo a su lado, llevando algunos platos de papel.
—Pregunta equivocada, Jaejoong.
—¿Cuál es la correcta?
Él puso su brazo alrededor de su hombro.
—¿Tengo que renunciar a mi nuevo trabajo? Porque no trabajaré para un hombre que te haya tratado mal. Puedo encontrar otro trabajo.
Su garganta se apretó. Se había confirmado sus sospechas de que había venido a ver cómo estaba él. Dios, amaba a Su.
—No, por supuesto que no.
Sus ojos se estrecharon.
—No estoy seguro de creerte. Yoochun y yo hablamos sobre ello esta mañana. No sé qué pasó, pero estabas molesto después de que la madre de Yunho viniera aquí. Debí haber escuchado a hurtadillas, maldita sea. La única vez que no fisgoneo, algo malo sucede.
Jaejoong lo abrazó. Por mucho que odiaba lo que Yunho pensaba que tenía que hacer, Jaejoong no podía traicionarlo contándole a Su lo que Ah Hyun le había dicho. Además, todavía tenía la esperanza de detener a Yunho de alguna manera. Pero en este momento, tenía que tranquilizar a su amigo.
—Nada de esto tiene que ver contigo o tu trabajo. No renuncies. Lo digo en serio. Tienes la oportunidad de tu vida con SLAM. —Por un breve segundo, Jaejoong se preguntó si Yunho haría que Siwon despidiera a Junsu para cortar todos los lazos. Pero lo conocía mejor que eso. Yunho no actuaba de esa manera. Recomponiéndose, tomó los platos de su mano—. Era solo algo temporal y ahora hemos terminado.
Poniendo una rebanada de pizza en el plato, Su dijo:
—¿Qué pasó entre tú y Yunho?
Hundiéndose en un taburete, miró hacia el suelo de la panadería, Ana estaba ocupada ayudando a un cliente.
—Me interpuse en el camino de uno de sus objetivos. Ahora estoy fuera del camino. —La pizza olía muy bien, pero ahora tenía el estómago cerrado.  
Junsu lo tomó de la mano.
—Eso es mentira. He visto la forma en que Yunho te mira y no te ve como un obstáculo. La cuestión es: ¿estás mintiéndome a mí o a ti mismo?
Jaejoong tomó una aceituna de su porción.
—Me dolió, ¿de acuerdo? Me dijo que me fuera. —Las lágrimas ardían en sus ojos, y parpadeó para retenerlas—. Estoy muy cansado de ser dejado de lado.
—Entonces deja de ser un felpudo. Sé ese hombre que vino y me recogió del hospital la última vez que Brian me dio una paliza. ¿Te acuerdas de él?
Sorprendido, Jaejoong miró hacia arriba.
—¿Qué tenía él de valiente?
—Yo no quería que me llevaras a casa de mis padres. Estaba muy avergonzado y no quería que lo supieran. Pero me dijiste que me tenía que joder, que me ibas a llevar a casa, donde estaría a salvo y con la gente que me amaba.
—Tenía razón. — Su había estado muy asustado de que sus padres de alguna manera pensaran mal de él por haberse dejado golpear. En lugar de eso, habían ayudado a Su a obtener una orden de restricción contra su ex abusivo y lo apoyaron emocionalmente. También habían abrazado a Jaejoong un millón de veces por traerlo a casa—. Pero eso fue diferente. Trabajaba cuatro días a la semana aquí con tus padres. Sabía lo mucho que te amaban. Tú eres su mundo.
—También te alzaste contra mí cuando lo necesité. Tal vez Yunho necesita que te enfrentes a él.
Exactamente lo que había estado pensando, pero su miedo al rechazo seguía interponiéndose en el camino de hacer algo al respecto. ¿Era eso lo que quería hacer, volver a ser el hombre pasivo que se oculta en su pastelería para evitar el dolor emocional?
Por supuesto que no. Prefería luchar por lo que él y Yunho tenían juntos y arriesgarse al dolor del rechazo antes que rendirse sin intentarlo. Una energía nerviosa zumbaba en sus músculos cuando una idea tomó forma.  
—Tenía que ir a pasar el rato con Young Jae esta noche. Sus enfermeras, Jane y Zack, rotan durante el día, pero se van a casa por la noche. Yunho trabaja a menudo por la noche, por lo que Heechul, Siwon y yo tomamos turnos. Voy a llamar a Young Jae y ver si está de acuerdo con eso.
—Bien, porque ese look felpudo es de la temporada pasada. Pero sigue usando las mechas, te quedan geniales.
Jaejoong sonrió por primera vez desde que Ah Hyun había entrado en su tienda. Yunho amaba las mechas color lavanda de su cabello.
¿Pero amaba a Jaejoong tanto como él esperaba que lo hiciera?
* * * *
Los números de su portátil se volvieron borrosos. Jaejoong parpadeó, frotándose los ojos y haciendo rodar su cabeza para estirar los músculos del cuello. Hacer la contabilidad de Sugar Dancer no era su cosa favorita. Dejando el ordenador a un lado, se levantó y miró a Young Jae.
—Voy por un poco de agua, ¿quieres algo?
—¿Dos dedos de whisky?
—Que sea agua —se dirigió a la cocina de Yunho, agarró dos botellas y luego regresó y se sentó en el brazo del sillón—. Bébetela.
Él tomó un sorbo y luego la dejó.
—Te ves cansado. ¿Has dormido algo en toda la noche?
La fatiga hacía que su piel se sintiera demasiado pesada. Pero eso no era nada comparado con lo que Young Jae sufría.
—Dormí unas pocas horas.
—Es un idiota. Y también se lo dije a él.
Jaejoong sintió su estómago encogerse.
—No me quiere aquí. —Entonces, ¿qué estaba haciendo? Era más tarde de las nueve y Yunho probablemente estaría en casa pronto. No tenía por qué estar aquí ahora. Kang Joon podría venir desde la casa de invitados y quedarse con Young Jae. Pero a Jaejoong le gustaba pasar el rato con Young Jae, incluso si solo veían una película mientras Jaejoong repasaba su contabilidad.
—Él te quiere. —Young Jae puso su mano sobre su pierna—. No te atrevas a dejar que te asuste para que te vayas.
La ansiedad lo carcomía. Yunho era inteligente y hábil. ¿Cómo iba a arriesgar todo lo que había construido por venganza?
—No es un asesino. ¿Por qué no puede verlo?
—Es mi culpa. —Young Jae deslizó la mano apartándola de su pierna y dejó caer la cabeza hacia atrás—. La noche del asesinato de Mi Ja, después de todo el interrogatorio por parte de la policía, el muchacho estaba vibrando con rabia y culpa. Lo arrastré al gimnasio e hice que descargara su furia. —Young Jae cerró los ojos como si tratara de escapar de ese recuerdo.
Jaejoong le sostuvo la mano, sosteniéndola con fuerza entre las suyas.
—No tienes que hablar de esto. No es tu culpa. —¿Cómo puede serlo? No tenía sentido.
Cuando levantó los párpados, sombras de arrepentimiento convertían el azul en un color ahumado.
—Él era un niño en el cuerpo de un hombre con la capacidad de hacer algo que lamentaría por siempre. —La voz de Young Jae se espesó—. Estaba intentando ahorrarle el hacer algo estúpido como matar a Foster antes del juicio o encontrar una manera de matarlo una vez que estuviera en la cárcel —sus dedos se crisparon en su mano—. En cambio, creo que lo destruí.
—No. —Se acercó más, necesitaba escucharla—. No lo hiciste. Tú lo salvaste y él te ama. —Tanto era así que Yunho había llevado a Young Jae a su casa y cuidaba de él a pesar de que le dolía ver a Young Jae marchitarse.
Young Jae suspiró.
—Una vez que Yunho estuvo agotado y se dejó caer sobre la colchoneta, de frente a su cara y le dije que si iba a conseguir su venganza, que entonces tendría que hacer las cosas bien. Volverse inteligente y entrenar. Estaba intentando darle una razón para vivir, para concentrarse y mantenerse lejos de los problemas.
Jaejoong sintió eso justo en la boca de su estómago. Había estado tratando de dirigir todo ese talento en bruto, la rabia y el poder absoluto de un muchacho de dieciséis años salvaje, enojado y herido. Un muchacho sin padre y que tenía una madre horrible. Una receta para el desastre.
—Probablemente ahora estaría en la cárcel sin ti. O muerto.
Él le dio la vuelta a su mano para cerrarse sobre la de Jaejoong. Por un segundo, un eco de su antigua fuerza alimentó su agarre.
—Lo estoy abandonando, Jaejoong. No quiero hacerlo. Amo a ese chico, lo es todo para mí. Pero lo estoy abandonando. Te necesita. Le enseñé a luchar y a sobrevivir, pero tú le estás enseñando a amar.
—Oh, Young Jae. —Un nudo de emoción espesó su voz. ¿Estaba llorando? No le importaba. Abrazó a Young Jae contra él —. No lo entiendes, tú le enseñaste a amar. Le enseñaste a ser fuerte y fiero, pero es amable conmigo. Amoroso. —Pensó en todas las veces en que se había reído con Yunho o se había derrumbado en sus brazos. Yunho le había dado a Jaejoong la seguridad que había necesitado para comenzar a crecer, curarse y permitirse sentir de nuevo. Y Dios, cuánto estaba sintiendo ahora—. Tú moldeaste su corazón, desde ser un chico peligroso a ser un hombre digno. —¿Cómo podía no saberlo?
Young Jae puso su delgado brazo alrededor de Jaejoong.
—Es tuyo ahora. Cuida de él.
Esto no era justo.
—No podemos perderte. —Las palabras salieron en un susurro.
Young Jae lo miró.
—Escúchame. Yunho se negó a creer en mi diagnóstico desde el principio. Trajo a especialistas de todo el mundo hasta que finalmente le dije que todo había terminado. Ahora está empezando a afrontarlo. Tiene que aceptarlo y tú también.
Recordó la agonía seca en los ojos de Yunho cuando le había dicho que Young Jae lo había salvado a él y a otros como él, pero que no había una maldita cosa que él pudiera hacer ahora para salvar a Young Jae. Lo odiaba, pero Young Jae tenía razón. Tenían que hacer frente a la verdad. Recuperando el aliento, se secó los ojos.
—¿No estás enfadado? —Porque Jaejoong lo estaba. Había estado enfadado cuando perdió a su abuela por el cáncer y estaba enfadado ahora.
—Por un tiempo. Y Yunho estuvo allí, ayudándome a luchar. Pero el cáncer me está ganando y hay un momento en que hay que aceptar la derrota. Quiero aguantar hasta que Yunho se meta en la jaula con Foster.
Jaejoong sacudió la cabeza, interrumpiéndolo.
—No podemos dejar que lo haga.
La resignación se posó en sus huesudos hombros como un peso invisible.
—Ya ha ido demasiado lejos para eso. Tiene que enfrentarse al hombre que mató a su hermana. Ese momento atormenta a Yunho —desvió la mirada hacia las ventanas oscuras que retenían la noche—. Vino a vivir conmigo después de eso. Estaba teniendo pesadillas en las cuales escuchaba a Mi Ja gritando para que él la ayudara. Yunho podía desmantelar su habitación, buscándola en su sueño, tratando de salvarla.
—Era solo un niño —se frotó el feroz y punzante dolor en su pecho—. Un chico. Necesitaba ayuda.
—Sí. Ah Hyun decía que tenía miedo de él.
Una furia caliente lo empujó a ponerse de pie y girar en redondo.
—Esa perra. ¿Cómo demonios podía pensar su madre que Yunho le haría daño? —Ah Hyun también había hecho acusaciones brutales en la tienda de Jaejoong, culpando a todo el mundo menos a sí misma. El corazón de Jaejoong sangraba por Mi Ja y Yunho por crecer con una madre así—. Él nunca le haría daño a una mujer. Ni siquiera a ella.
—Necesitaba que Yunho fuera el villano. Ah Hyun no puede vivir con la verdad, que era una madre de mierda que se libró de sus hijos, así que se metió esas mentiras en la cabeza. Y Yunho no puede dejar que Ah Hyun salga lastimada o eso le daría la razón. —Young Jae inclinó la cabeza hacia atrás, mirando al techo—. Me las arreglé para conseguir la tutela temporal de Yunho. Nunca habría podido hablar con un terapeuta, así que lo dirigí hacia la lucha —su mirada se centró en Jaejoong —. Tiene que entrar en esa jaula y enfrentarse a sus demonios. Lo odio, pero puedo entenderlo. Tenemos que tener la esperanza de que él sea el hombre que yo creo que es. Uno mejor que yo.
—¿Tú? —Jaejoong estaba tratando de seguir el hilo—. Tú iniciaste De Luchadores a Mentores. Todos esos chicos que ayudaste o los otros luchadores que conseguiste que ayudaran... —Se interrumpió, confundido.
—Expiación. Estaba tratando de ayudar a los parias para que nunca cometan el mismo error que yo.
La boca de Jaejoong se le secó.
—¿Qué error?
La mirada de Young Jae nunca vaciló.
—Maté a un hombre. Vivir con eso es un infierno mucho más difícil que este cáncer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Thief: Capítulo 16

Capítulo 16 Presente   Dejo a Jaejoong en su oficina. En el camino hacia allí, apenas me dice dos palabras. Después de lo que acababa ...