Capítulo 27
Jaejoong estaba
almacenando en el enorme refrigerador el pastel que había terminado. El primero
que había hecho con un tema de ménage a trois. Definitivamente Jaejoong debería
unirse al club de lectura que había pedido el pastel. Hablando de pasárselo
bien. Cerró la nevera y se puso a trabajar lavando sus herramientas.
—Hola.
—Junsu. —Cerró el grifo del
agua y tomó una toalla—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Estoy aburrido. Quiero
empezar mi nuevo trabajo ya.
Apoyando su cadera contra el
mostrador, echó a un lado la toalla.
—Quejica. Sólo te queda poco
más de una semana antes de que el médico te dé el alta para trabajar para SLAM.
—Tenía que admitir que Junsu lucía bien para haber sido apuñalado hacía unas
semanas—. ¿Así que estás aquí para quejarte?
—Nop. Ana me llamó. Dijo que
no le has dado la imagen final para los trailers.
—Mierda. Pretendía hacerlo.
—¿La idea de ver las fotos te
molesta?
—No. —Ya no—. Pero no quiero
que Yunho las vea. Y he estado pasando tanto tiempo con él, que lo he estado
posponiendo. —Jaejoong sirvió un poco de café y lo llevó a la mesa de trabajo
de acero inoxidable. Encaramado en su taburete, apoyó la pierna mala en el
peldaño más bajo de la mesa.
—¿Crees que Yunho reaccionaría
mal a ver las fotos? —Junsu agarró su portátil desde el pequeño escritorio,
arrastró un taburete y se sentó.
—¿Mal? —Puso los ojos en
blanco—. ¿Has notado que tengo un nuevo repertorio de guardaespaldas?
—Es difícil pasarlo por alto,
ya que insisten en revisar el apartamento antes de entrar en el interior.
También vi a la chica que está leyendo un libro en la mesa de la parte
delantera.
—Esa es Whitney, una ex
policía tratando de aparentar que es un cliente. —A Jaejoong le gustaba. Ella
era muy amable, pero se mantenía fuera de su camino.
—Se camufla bastante bien. Me
fijé en ella ya que no hay nadie más en la tienda en este momento. La calma de
la tarde.
Gracias a Dios por eso.
—¿Así que Ana de verdad te
llamó para chismorrear sobre mí? —La culpa lo atosigaba. Ana estaba dejándose
el culo trabajando. Jaejoong había accedido a esto y no estaba cumpliendo su
palabra.
Metió la mano en el bolsillo
de su camisa y sacó la unidad flash.
—Llamó porque le preocupaba
que esté empujándote a hacer algo que no estás dispuesto a hacer. No quería que
estuvieras solo cuando vieras las fotos.
—Viniste a verlas conmigo.
—¿Cuando su vida se había vuelto tan rica con amigos? ¿Tan llena de color? Oh,
había sabido que podía contar con Junsu. ¿Pero Ana preocupándose lo suficiente
como para llamar a Junsu? Y ahora tenía a Yunho, y él le había presentado a Young
Jae, Heechul, Siwon y sus hijos. En cierto modo, Yunho también lo había
inspirado a hacer las paces con su hermano. Él le había dado el valor para
asumir riesgos y vivir de nuevo. Una nueva alegría dio un tirón a su corazón.
—¿Por qué tienes una sonrisa
de loco idiota en la cara? Quítatela.
Jaejoong se echó a reír.
—Gracias, Su.
Él chocó su hombro contra el
suyo.
—Cuando quieras. —Cargó la
unidad flash y luego movió el ordenador hacia Jaejoong —. Hagamos esto.
Jaejoong utilizó el touchpad
para abrir la primera imagen.
Su se estremeció.
—Es duro.
Uno de sus ojos estaba cerrado
por la hinchazón, su cara era una masa de moretones, y las costras se
incrustaban en sus labios. Una oleada de compasión presionaba contra su pecho,
al igual que Jaejoong sentiría hacia cualquier persona en esa condición. Jaejoong
siguió el yeso en su brazo y el aparato ortopédico en su pierna.
—La pierna está en tracción,
por lo que es de antes de la primera cirugía para estabilizar el hueso.
—¿Te acuerdas mucho de ese
tiempo?
—Parte del tiempo es vago por
los medicamentos y la conmoción cerebral. —Principalmente recordaba el dolor y
la confusión.
—Te dieron una paliza
tremenda. —Sus ojos hervían por la ira.
—Si esto va a molestarte, ve a
tomar un brownie y pasa el rato con Whitney en la parte delantera. Puedo lidiar
con esto. —No quería que él reviviera sus recuerdos de una relación abusiva.
—Por favor, he estado en una
pelea con cuchillos. Soy tan duro como el que más.
—Eso sería más impresionante
si tú hubieras tenido un cuchillo o, ya sabes, hubieras peleado. —En lugar de
eso, había sido atacado por sorpresa... Jaejoong se sacudió ese pensamiento. Su
se estaba recuperando, la vida era buena.
Junsu puso su brazo alrededor
de Jaejoong.
—Cállate y haz clic.
Después de la primera foto, se
hizo más fácil ojear las demás. Una vez que las hubo visto, se frotó los ojos.
—No sé si quiero alguna de
estas en el video. Lucir como una víctima no inspira confianza.
—Estás pasando por alto lo
importante. Si muestras una de esas primeras imágenes y luego la contrastas con
cómo estás ahora, demostrarás que sobreviviste y triunfaste. Te hará parecer
fuerte. Como que pudiste superar la adversidad y los problemas, cosa que todas
las empresas quieren.
Jaejoong absorbió sus palabras
como si tuviera hambre de ellas.
—¿Crees que van a verlo de esa
manera?
Él señalo al portátil.
—Vuelve al principio. La
primera es bastante potente. Vamos a etiquetar las que crean impacto.
Después de etiquetar dos, Jaejoong
hizo clic a la siguiente.
—Espera. —Retiró la mano del
touchpad. Una extraña sensación lo desorientó. La imagen fue tomada desde los
pies de la cama del hospital. Pero Jaejoong tenía la cabeza vuelta hacia la
puerta. ¿Qué había estado mirando?
Ahí está. Un hombre estaba de
pie en el borde del marco de la imagen. Jaejoong no había prestado atención
antes ya que había estado buscando una foto de él, pero ahora los pelos de la
nuca se le erizaron. La bilis le quemaba la garganta. Envolviendo sus brazos
alrededor de su estómago, trató de recuperar el control de sí mismo.
—Ese hombre. —Su voz sonaba
muy lejos.
Su se acercó más a la
pantalla.
—¿Qué pasa con él? No lo
reconozco.
—No encaja ahí. No debería
estar ahí. —El sudor hacía cosquillas por su espalda—. Ryu Jin lo conocía. Yo
no. ¿Por qué estaba allí?
Su cerró el portátil y giró su
taburete para mirarlo.
—¿Qué pasa con él?
Jaejoong tomó aire y miró
alrededor. La cocina de su pastelería era tan familiar y reconfortante como Junsu.
En segundos, su pulso se estabilizó y se tranquilizó. Sus pensamientos se
aclararon.
—Fue antes del supuesto
asalto. No estoy seguro de cuánto tiempo antes, tal vez una semana más o menos.
—Hacía años, su noción del tiempo podía equivocarse—. Ryu Jin trabajaba hasta
tarde. Le llevé la cena a Sirix e interrumpí algún tipo de discusión entre Ryu
Jin y el tipo de la foto. Ryu Jin perdió el control, arrastrándome hacia fuera
y sacudiéndome casi con furia. Me dijo que nunca volviera a entrar en su despacho
de esa manera otra vez.
Junsu asintió.
—Estoy contigo hasta el
momento. ¿Nunca habías visto este tipo antes de eso?
—No. Y Ryu Jin no me dijo su
nombre. Sólo dijo que lo conocía de la universidad y que el tipo sólo quería
pedirle dinero prestado. —Los recuerdos bailaban fuera de su alcance—. No
escuché lo que decían, pero su voz...
Consecuencias,
Dr. Lim.
Jaejoong puso la espalda
recta.
—¡Oh, Dios mío, su voz!
—Agarró el borde de la mesa, al oír esa frase una y otra vez en su cabeza al
igual que en sus recuerdos. Era la única cosa clara que recordaba.
Junsu le tomó las manos.
—¿Qué ocurre con su voz?
—Él estaba allí la noche del
ataque. Agarró los brazos de Ryu Jin y le dijo: "Consecuencias, Dr. Lim”.
—¿Estás seguro?
Esa voz resonó en su cabeza de
nuevo. En todos sus recuerdos, esa voz lo había molestado, pero no sabía por
qué. Ahora lo sabía.
—Completamente. —El alivio
fluía a través de años de inseguridad, de no saber si estaba tan dañado y roto
como Ryu Jin le hacía pensar. En cuanto a Junsu, le apretó las manos—. No estoy
loco. Ryu Jin mintió.
—Siempre te creí. Ahora tienes
algo concreto. —Junsu frunció el ceño, pensativo—. Pero, ¿cómo saber quién es
el tipo?
—¿Un vendedor de drogas? —Le
había contado a Junsu la posible teoría de Yunho y suya.
Junsu abrió el portátil y
despertó la pantalla.
—Podría ser.
—¿Jaejoong? —Whitney asomó la
cabeza por la puerta—. Tienes un cliente. No parece ser de ningún medio de
comunicación.
—Gracias. —Todavía sintiéndose
aturdido, se puso de pie.
—¿Quieres que atienda al
cliente por ti? —preguntó Su.
—No, gracias. —Se había pasado
suficientes años atrapado por el miedo. Ahora estaba liberándose. Encontrando
respuestas—. Mientras lo hago, ¿puedes ojear las otras fotos y ver si ese tipo
aparece de nuevo?
—¿Qué vas a hacer? ¿Alguna
idea?
—Hablaré con Changmin. Quizá
sepa algo. —Nunca se podía saber con su hermano—. Gracias, Su.
Salió y encontró a la clienta
esperando junto a las vitrinas. El pelo negro de la mujer caía en un corte caro
alrededor de su cara. Más corto que Jaejoong, llevaba unos pantalones de lino
color crema y una camisa de seda. Sus ojos marrones le dieron una sensación de
familiaridad.
—Hola. ¿Qué puedo hacer por
usted? —¿La habría visto en un evento en el que hubiera entregado un pastel?
Terminaba por conseguir muchos nuevos negocios de esta manera.
Colocando su bolso de mano en
el mostrador, la mujer dijo:
—¿Eres Jaejoong Kim?
Bueno, tal vez el hombre de la
foto lo había agitado más de lo que pensaba, porque una inquietud se deslizó
por su espalda. No pierdas la calma. Echó un vistazo a Whitney. La
guardaespaldas levantó la vista del libro que estaba leyendo, entrecerrando los
ojos. Sin reaccionar exageradamente.
Volviendo su atención a la
mujer, Jaejoong juzgó que tendría alrededor de cincuenta años. Esa sensación
molesta de familiaridad se mantenía persistente. Su día parecía haberse subido
al tren equivocado.
—¿Necesita algo?
—Sí. —La mujer se inclinó
hacia delante, presionando sus caderas contra el mostrador—. Necesito que te mantengas
fuera del camino de mi hijo.
Un sonido como de diapasón
sonó en la cabeza de Jaejoong y comenzó a propagarse. Sus ojos... Oh sí, ahora
ya sabía a quién estaba mirando. Jaejoong caminó alrededor de los mostradores y
se enfrentó a la mujer.
—¿Quién es su hijo?
—Yunho Jung.
Whitney se puso de pie.
Jaejoong negó con la cabeza
hacia la guardaespaldas. Quería saber lo que traía a la madre de Yunho, a su
tienda. Frente a la mujer tuvo que cruzarse de brazos para evitar abofetearla
por cuestión de principios.
—¿Sabe Yunho que estás aquí, Ah
Hyun?
Ella se estremeció
ligeramente.
—Sabes mi nombre.
—Yunho te mencionó. —Razón por
la cual quería golpear a la mujer. Pero, ¿qué estaba haciendo allí? ¿Por qué
había venido a ver a Jaejoong? No tenía sentido.
La mujer negó con la cabeza.
—Si Yunho lo supiera, trataría
de impedirme que te contara la verdad sobre él. —Suspiró, dejando caer sus
delgados hombros—. Hice lo correcto manteniendo a esos niños, tratando de
criarlos sola como madre soltera. Mi Ja era una buena chica, pero Yunho era un
ingrato. Lo destruyó todo. —Levantó la barbilla y miró a Jaejoong—. Es hora que
él arregle esto. Una vez que la pelea de beneficencia termine, podré vivir en
paz.
La necesidad de hacer daño a Ah
Hyun le subió por el estómago. Jaejoong hundió los dedos en sus brazos.
—¿Qué quieres? —¿Y por qué la
pelea de beneficencia tenía algo que ver con ello?
Ah Hyun alzó las cejas.
—Debes de ir tras su dinero.
¿Cuánto hará falta para deshacerse de ti?
¿Eso era lo que quería? ¿A Jaejoong
fuera de la vida de Yunho? ¿Por qué? Daba igual, no importaba.
—Yo no estoy en venta, a
diferencia de ti. —Malicioso sí, pero cierto—. Yunho te paga para guardar
silencio, por lo que te sugiero que hagas exactamente eso. Cállate y vete.
—Y una mierda que lo haré. Ese
chico me arruinó la vida. Me debe esto, y no voy a dejar que un pastelero caza
fortunas le impida arreglarlo.
Jaejoong había estado dispuesto
a hacerle una seña a Whitney y dejarla que sacara a empujones a la mujer por la
puerta. Pero una curiosidad escalofriante y oscura burbujeó en sus entrañas
cuando Ah Hyun repitió por segunda vez que Yunho tenía que arreglarlo.
—¿Arreglar qué? ¿Y cómo va a
hacer eso exactamente?
—Yunho me puso una diana en la
espalda por testificar en contra de ese animal que mató a mi bebé. Le dije que
no lo hiciera. Ya había hecho suficiente. La policía me miró como si estuviera
descuidando a mis hijos cuando yo estaba tratando de darles una vida mejor.
La necesidad de hacerle daño
tenía a Jaejoong balanceándose sobre los dedos de sus pies. Nunca había sentido
este nivel de rabia violenta desollando sus nervios que realmente hacía que se
retorciera. Forzando su voz para sonar calmada, dijo:
—¿Dejándolos en un hogar de
acogida?
Ella miró frunciendo la nariz.
—Era una madre soltera de dos
hijos adolescentes. Mi Ja era tranquila, pero Yunho era un demonio y estaba
completamente fuera de control. Era a él al que estaba tratando de salvar
buscando una fuerte influencia masculina.
—Yo no soy una madre soltera,
así que aclárame esto. —Oh mira, su voz se suavizaba mortalmente como lo hacía
la de Yunho cuando estaba furioso—. Para conseguir una vida mejor para tus
hijos adolescentes, los arrojaste lejos como si fueran basura y metiste en tu
casa al hombre. ¿Es eso correcto?
Los ojos de Ah Hyun se
estrecharon con odio.
—Veo que Yunho ha retorcido la
verdad de nuevo. ¿Supongo que no te dijo que él no podía ser molestado para que
cuidara de su hermana, porque todo lo que a él le importaba era él mismo?
Jaejoong había abrazado a Yunho
mientras le contaba cómo había encontrado a Mi Ja. Su castigo, la culpa y el
dolor habían sido tan reales y vivos, que le habían atravesado el alma.
Esta mujer negaba toda
responsabilidad, mientras volvía la culpabilidad de Yunho en algo aterrador.
Algo que hizo que Jaejoong quisiera correr y esconderse de ello.
No quería saberlo. Pero él ya
había estado una vez con un hombre que guardaba secretos. Ese secreto casi lo
había matado, y lo había dejado con una cojera y dolor permanentes.
Tenía que saberlo.
Moviéndose con fría precisión,
asegurándose bien de que su pierna no lo abandonara ahora, Jaejoong fue directo
a la cara de la mujer.
—¿Qué se supone que debe hacer
Yunho para arreglar esto?
Ah Hyun miró a su alrededor en
la tienda, vacía a excepción de Whitney. Frente a Jaejoong, bajó la voz.
—Matar a Lee Foster. Entonces
estaré segura y el mundo sabrá la verdad.
No. La palabra
golpeó su cerebro una y otra vez hasta que quiso gritar de agonía.
—Todos los años, voy a la
tumba de Mi Ja para llorarla. Para decirle lo mucho que siento que su hermano
la decepcionara. Y para prometerle que él hará las cosas bien. Este año, voy a
ser capaz de decirle que lo ha hecho.
—Estás loca. No puedes dejar
que haga esto. Tienes que detenerlo.
Las ventanas de la nariz de la
mujer se dilataron.
—Me lo debe. Le dijo a los
policías que yo los abandoné. A mis propios hijos. Luego declaró, como si fuera
el héroe, sin importarle que me pusiera en peligro.
Jaejoong luchaba por
mantenerse en pie, pero su tienda comenzó a inclinarse y girar.
Ah Hyun tomó su bolso.
—Él no es capaz de amar. Pero
es totalmente capaz de asesinar. Mantente alejado de mi hijo. —Entonces se fue.
El estómago de Jaejoong dio un
vuelco, y la voz de Yunho explotó en su cabeza.
Pero esto es
lo que sé. Voy a joderlo todo y a perderte. Porque aunque quiero negarlo, soy
el hijo de mi madre.
Jaejoong abrió los ojos y no
vio nada más que la verdad.
Yunho tenía la intención de
matar a Lee Foster.
No hay comentarios:
Publicar un comentario