Capítulo 43
Para cuando llegó la tarde del
sábado, el nudo de plomo en su pecho había crecido hasta el tamaño de un
ladrillo. Vertió agua caliente sobre una bolsa de té para Young Jae y luego se
sirvió un vaso de agua con gas.
En unas pocas horas, Yunho se
enfrentaría a Lee Foster en la jaula del evento de SLAM llamado Profesionales
contra Amateurs.
Jaejoong había cerrado Sugar
Dancer temprano para volver a casa y quedarse con Young Jae esa noche.
—¿Jaejoong? —La preocupación
se notaba en la voz de Young Jae.
Mierda, Jaejoong estaba de pie
en el mostrador, mirando al vacío.
—Voy. —Sacudiendo su niebla,
cogió la taza y se dirigió hacia su silla. Él estaba teniendo un mejor día hoy,
lo que no lo sorprendió. Amaba a Yunho lo suficiente como para combatir los
estragos de su enfermedad una última vez. Bajando el té, miró la manta para
asegurarse de que estaba cubierto.
—¿Tienes suficiente calor?
Él había querido las puertas
abiertas para poder sentir la brisa y escuchar el mar, pero ahora estaba muy
frío.
—Sí.
Jaejoong miró el nivel de
oxígeno en la cisterna portátil que se alzaba sobre la mesita. Seguía siendo
bueno. Se dirigió a buscar el agua cuando vio a Yunho entrar vestido con un
traje totalmente negro, con el cabello oscuro peinado hacia atrás y una bolsa
de deporte en el hombro.
El ladrillo de plomo creció
más pesado, pero forzó una sonrisa.
—¿Tienes todo listo? —Cogió su
agua para tener algo que hacer con sus manos.
Yunho dejó caer la bolsa de
deporte en el taburete de camino a Jaejoong. Una vez allí, instaló sus cálidas
manos sobre sus caderas.
—¿Vas a estar bien aquí con Young
Jae?
—Por supuesto y Zack no
tardará en llegar. —Su dominio sobre sus caderas lo estabilizaba, aliviando el
peso en su pecho.
Yunho miró el reloj del
microondas.
—Zack ya debería estar aquí.
Estirando el brazo hacia
atrás, cambió su vaso de agua por su teléfono.
—Voy a mandarle un mensaje, no
habrá ningún problema. Tú solo céntrate en lo que tienes que hacer. —Terminó de
escribir el texto, pulsó enviar y miró hacia arriba.
—No te voy a dejar solo con Young
Jae. No lo puedes levantar.
Jaejoong puso los ojos en
blanco. Yunho todavía no había dejado pasar eso. A pesar de que tenía un punto
de razón, ya que Young Jae no podía levantarse sin ayuda y no podía caminar más
de unos pocos pasos. Anteriormente, Yunho le había llevado a la silla.
—No voy a levantarlo. Zack
siempre aparece. Y si no lo hace por alguna razón, llamaré a Junsu o Yoochun.
—O Yunho podría quedarse en
casa.
Jaejoong soltó un suspiro ante
la declaración contundente de Young Jae.
—Young Jae, sabes que no
puede. Todas esas personas esperan que Yunho esté allí esta noche. —Incluso
aunque no sabían que iba a luchar, sabían que estaría presentando todo el
espectáculo. Yunho le había dicho que se habían recaudado más de dos millones
de dólares para el programa De Luchadores a Mentores.
Yunho se acercó a la silla de Young
Jae y se agachó.
—¿Necesitas que me quede en
casa?
El anciano negó con la cabeza,
sus ojos yendo a Jaejoong y de nuevo a Yunho.
—No por mí. Por Jaejoong. No
seas un idiota. Elíjelo a él, Yunho. Ponlo primero.
El ladrillo de plomo en su
pecho se movió dolorosamente. Así no era cómo funcionaba.
—Young Jae no lo hagas. —Dios,
tratar de hacerlo elegir entre él y su objetivo—. Esto no se trata de mí. —La
conversación dolorosa con Yunho después de que Jaejoong había averiguado sobre
su plan había dejado muy claras sus prioridades: Yunho elegiría matar a Foster
sobre él. Pero ese no era el punto. Yunho necesitaba escoger por sí mismo,
nadie más podía hacerlo.
Yunho se levantó, sus ojos
clavándose en los suyos. Un músculo palpitó a lo largo de su mandíbula
cuadrada.
Tenía que arreglar esto. Amaba
a Young Jae, pero ahora mismo, con la mirada láser de Yunho sobre Jaejoong,
quería golpearlo por hacer que Yunho se preocupe. Y por hacerlo estremecerse.
—Zack vendrá… —El teléfono
sonó con un mensaje de texto. Aliviado de tener una excusa para romper el
contacto visual brutal y penetrante, leyó el mensaje de texto de Zack.
Lo siento,
llegaré tarde. Estaré ahí en 20 minutos.
Levantó el teléfono como un
trofeo.
—¿Ves? Zack estará aquí dentro
de veinte minutos. No te preocupes. —Su corazón latía con fuerza y tenía los
nervios enredados—. Yunho, ve a la pelea. Concéntrate en lo que tienes que
hacer, estaremos bien.
Cubrió la distancia entre
ellos antes de que Jaejoong bajara el teléfono.
—Puedes llamarme si necesitas
algo.
Su aroma, a jabón y a ese rico
almizcle teñido de roble envejecido, la inundó con un anhelo que no pudo
identificar. O tal vez era que no quería admitir el deseo egoísta de ser más
importante para Yunho que su vendetta o que Young Jae. Pero eso era una
tontería.
—Lo haré.
Rozó su boca sobre la de Jaejoong.
—Eres importante para mí, pero
tengo que hacer esto esta noche.
Se contuvo de inclinarse hacia
ese breve beso. Todo en Jaejoong pedía a gritos uno más profundo, más largo,
una conexión más íntima. No sexual, sino un beso de unión que le mostrara
cuánto le importaba.
Pero Yunho no tenía necesidad
de eso en este momento, necesitaba que se tranquilizara y lo apoyara.
—Lo sé. —Solo esperaba que
tomara la decisión correcta cuando se enfrentara a Foster en la jaula.
—¿Yunho? —Kang Joon salió de
su habitación—. ¿Estás listo?
Jaejoong reparó en el traje
que Kang Joon llevaba. Estaba un poco más delgado y se cansaba con facilidad,
pero aun así era difícil de creer que solo habían pasado tres semanas desde su
ataque al corazón.
—¿Estás seguro de que estás
listo para ir a ver la pelea?
Él sonrió con indulgencia
hacia Jaejoong.
—Sí.
—Estará bien. —Yunho le tocó
la cara con calidez tranquilizadora—. Lo traeré a casa si se cansa.
Yunho no dejaría que algo le
pasara al joven. Y que Kang Joon estuviera allí esa noche sería otra razón para
que Yunho no matara a Foster. Encarando al hombre que amaba tanto, dijo:
—Ten cuidado y te veré cuando
vuelvas esta noche.
La tensión blanqueaba la
cicatriz de su boca y luego dejó caer la mano de Jaejoong, cogió su bolsa y se
dirigió hacia la puerta con Kang Joon.
Con el calor de Yunho
desvanecido, Jaejoong se estremeció a pesar de la suave brisa que entraba.
Involuntariamente cambió su mirada para supervisar el teclado de la alarma
junto a la puerta del garaje. Una luz roja parpadeó cuando la puerta se abrió y
el oscuro Mercedes de Yunho se deslizó a través de la luz del sol brillante de
la tarde.
Se fue.
Cogió el agua olvidada y se
dirigió al sofá. Sentado, le frunció el ceño al hombre frágil en la silla.
—¿En serio? ¿Quedarse en casa
por mí? ¿Elegirme a mí? ¿Qué demonios fue eso? —Gruñir a su amigo moribundo
probablemente no era su mejor momento.
Young Jae se removió en su
silla.
—Es la verdad. No debería
dejarte atrás.
—Increíble. —Tomó un sorbo de
agua. Completamente. Dios, que iba a ser una larga noche.
—Lo siento, no era mi
intención hacerte sentir mal. Él te ama. —Apoyó la cabeza contra el sillón.
Sí, se sentía tremendamente
querido. Pero eso no era culpa de Young Jae. Estaba preocupado por Yunho e hizo
un torpe intento de evitar que el hombre que amaba como a un hijo hiciera una
mala elección. Young Jae realmente quería que Yunho lo eligiera a él e hiciera
una vida con Jaejoong. Quería morir seguro de que Yunho tendría el amor que él
se había perdido. Era comprensible y el remordimiento por su ataque mezquino se
apoderó de Jaejoong.
—Olvídalo, no me siento mal.
Estaba sorprendido. ¿Qué tal si vemos una película? Algo divertido. —Ambos
podrían aprovecharse de la distracción. Young Jae lo más probable era que se
quedase dormido. Ahora dormía más horas de las que estaba despierto.
—Beethoven.
Sonriendo por su elección,
miró para ver si la película estaba en la selección.
—¿Alguna vez tuviste un perro?
—Sí, un perro callejero con
grandes orejas. Lo llamé Radar. Lo echo de menos.
Después de localizar la
película, pulsó reproducir.
—¿Cómo conseguiste a Radar?
—Llevé a una mujer a cenar una
noche. Cuando nos íbamos del restaurante, Radar intentó arrebatarle la bolsa con
las sobras. Era un perro callejero, sarnoso y flaco. Mi cita gritó de sorpresa
y casi mató del susto al pobre perro. Se dejó caer al suelo y se acurrucó.
Jaejoong había visto fotos de Young
Jae cuando había estado sano. El hombre había sido enorme e intimidante. Habría
asustado Jaejoong en ese entonces, sin embargo, adoptó un perro asustado y
hambriento.
—¿Y luego?
—Le dimos las sobras al perro
y se convirtió en mío. Iba conmigo a todas partes. No todas las mujeres aceptaban
eso.
El parpadeo en la pantalla de
la puerta del garaje le llamó la atención. Zack había llegado y estaba llegando
a la puerta. Entraría por sí mismo en la casa. Volviendo su atención a Young
Jae, dijo:
—Así que, ¿qué pasaba si a la
mujer no le gustaba Radar?
Él la miró con ojos cansados.
—Encontrábamos a una nueva
mujer.
Jaejoong le lanzó una sonrisa
a Young Jae, luego frunció el ceño por la irritación roja en su cara donde
rozaba el tubo de oxígeno. Poniéndose de pie le entregó el mando a distancia.
—Voy a conseguir el ungüento.
—Una vez en la habitación de Young Jae, uso rápidamente su cuarto de baño y
luego cogió el tubo y salió.
Destapando el tubo, Jaejoong dijo,
—Esto debería ayudar…
Jaejoong se quedó inmóvil, la
pomada cayéndose de sus dedos repentinamente débiles. El sillón de Young Jae
estaba vacío a excepción de la manta y el tubo de oxígeno.
El miedo y el horror chocaron.
En el centro de la habitación, un hombre corpulento con el cabello corto al
estilo militar sostenía a Young Jae frente a él, con un tremendo cuchillo de
color oscuro en su garganta. No era Zack.
Jaejoong trató de
comprenderlo. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Quién era? ¿Por qué no estaba Zack aquí?
Se quedó mirando el puño alrededor del cuchillo, notando una cicatriz gruesa en
la parte posterior de su mano.
Cicatriz. Esa palabra
desencadenó un recuerdo, algo que Yunho había dicho.
...tiene una
cicatriz de quemadura en el dorso de la mano izquierda...
Oh, Dios.
—Lee Foster.
Wow, wow, wow… nooooo, YH, regresa por favor, te necesitan.
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