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La proposición


Capítulo 25

La pierna de Jaejoong estaba rígida y dolorida, obligándolo a aferrarse a la barandilla mientras se aliviaba bajando las escaleras en la oscuridad de la madrugada. No era aún las cuatro a.m. todavía, y Yunho no se había movido cuando Jaejoong salió de la cama, o cuando dejó la nota en su mesita de noche. Casi lo despierta para despedirse, pero estaba agotado, probablemente del jet lag. Y de anoche.
El calor recorrió su piel con ese pensamiento. Ellos no habían tenido solo sexo. Ambos dejaron caer la barrera haciendo que sea mucho más. Más profundo. Emocionante.
Llegó a la planta baja y silenciosamente salió de la casa. Una vez en el auto, miró el portavasos vacío en la consola central. Realmente quería café, debería haber tomado dos minutos para hacer una taza para llevar con él.
Al final del camino de entrada, miró su reloj. Tres cincuenta y siete. Maldita sea, no conocía un Starbucks que abriera tan temprano.  
Mala suerte, debía estar pronto en el trabajo.
Estallidos de luz brillantes explotaron, quemando sus córneas. Jaejoong clavó los frenos tan fuertes que el cinturón de seguridad se bloqueó. Levantando sus brazos, se cubrió los ojos.
¿Qué paso?
Thump. Thump.
Giró su cabeza. Oh Dios, un hombre en su ventana.
Otro flash.  
Gritando, apretó los ojos. Estrellas estallaron bajo sus párpados. El corazón acelerado, el pulso elevado, no podía tomar aire. El terror se apoderó de su pecho.
No entres en pánico. Conduce.
Entrecerrando los ojos para filtrar los flashes, agarró el volante. Una furgoneta estaba estacionada en el lado de la carretera. Reporteros.
Thump. Thump.
Se encogió lejos del hombre golpeando la ventana. Atrapado. El miedo lo golpeó sin piedad.
Solo conduce. Hazlo.
La puerta se abrió de golpe.
Un grito salió de su pecho.
—Jaejoong, soy yo.
Su voz se cortó a través de su terror. Yunho, vistiendo pantalones de chándal y un aire de amenaza. Se inclinó, empujó el auto en el aparcamiento, desabrochó el cinturón de seguridad y la levantó en sus brazos. Instintivamente, se aferró a él.
Kang Joon, vistiendo pantalones cortos y la misma alborotada y enojada expresión, se deslizó dentro de su auto.
Yunho acechó a través de las puertas cuando los flashes se fueron.
Jaejoong luchó por orientarse.
—¿Qué…?
—Tranquilo.
La mañana estaba fría y húmeda, pero la piel de Yunho irradiaba calor. Un músculo palpitó en su mandíbula. Los faros del auto de Jaejoong los reflectaron mientras Kang Joon sacaba el auto dentro de la línea de propiedad. Podía oír los engranajes del cierre de la puerta. El camino de entrada de Yunho era largo, probablemente de un kilómetro.
—Puedo caminar.
Ignorándolo, siguió su camino, con los pies descalzos casi silenciosos en el cemento.  
Ahora que se había calmado, sabía lo que había sucedido. Los medios de comunicación habían estado esperando y lo cogieron por sorpresa. Lo más inteligente hubiera sido seguir conduciendo. Pero los flashes lo habían desorientado. Probablemente no quería saber lo que Yunho le había hecho al hombre con la cámara que había estado golpeando en la ventana. Yunho había estado allí, luego desapareció repentinamente.
Yunho entró por la puerta principal que estaba abierta y siguió su camino hasta llegar a la sala de estar. Sentándolo en el sillón reclinable que Young Jae había usado la noche anterior, Yunho apoyó las manos en sus brazos y se inclinó sobre Jaejoong.
—¿Estás bien?
—Estás loco. —Fue un comentario tan ridículo, quería golpearse a sí mismo.
—Tropezaste con la alarma cuando abriste la puerta principal. Alertó a mi teléfono y los monitores de los dormitorios así como a Kang Joon en la casa de huéspedes. Jesús, Jaejoong, cuando no estabas a mi lado... —Empujó la silla e irrumpió en la cocina. Su espalda se agitó con fuerza. —No sé quién coño se metió en mi casa. Si alguien te hubiera...
Se había olvidado de la alarma. Estúpido de él. Saltando, se acercó a Yunho y puso su mano en su espalda.
—No lo pensé, lo siento. Estabas cansado, y tenía que ir a trabajar. —Todavía tenía que ir, pero después de que Yunho se calme.
Se dio la vuelta y tiró de Jaejoong con fuerza contra su pecho.
—No estoy enojado contigo. Es que... Joder, me asusté, Jaejoong. Entonces conseguí salir allí y vi tu cara, tan condenadamente pálida. Solo tenía que conseguir alejarte de ellos.
Su admisión hizo que su corazón se hinchara con ternura. Sosteniéndolo, susurró:
—Estoy bien, estoy seguro. —Le importaba. Lo protegía. ¿Puede el corazón de una persona estallar con demasiados sentimientos?
Metió su mano debajo de su camisa, extendiendo sus dedos posesivamente sobre su piel desnuda.
—Te llevaré a casa, puedes ducharte y te llevaré al trabajo. Kang Joon me puede recoger allí. —Pero Jaejoong no podía dejar que haga eso.
— No.  
Jaejoong lo miró a la cara.
—Estás agotado, has estado viajando durante toda la semana. Es por eso que no te he despertado. Ahora estoy preparado, puedo soportarlo.
Yunho alzó la mano para acunar su cara.
—Podría ser un poco más complicado que eso. Nosotros les dimos un espectáculo. Además del fotógrafo, había un cámara. Si ese material sale en las noticias, mierda. —Sus dedos se clavaron en su espalda.
Preocupado enderezó su espalda.
—¿Qué no me estás diciendo?
—Los medios de comunicación han estado acosándome, tratando de hacerme hablar sobre Foster.
—Y traer a tu madre para hablar. —Lo recordaba.
Una vena de su sien le palpitaba.
—Le pagué para que guarde silencio.
—Yunho, simplemente suéltalo. No me gustan los secretos. —El secreto de Ryu Jin casi lo había matado.
—Yo soy la razón por la que Foster fue a la cárcel.
La inquietud se apoderó de sus músculos.
—¿Vas a decírmelo? ¿O lo mantendrás en la oscuridad?
—Cuando encontré a Mi Ja, Foster se había escondido en la casa y trató de escaparse. Lo atrapé. Lo habría matado, pero Young Jae llegó allí y me paro. —Hizo una pausa centrándose en Jaejoong —. Declaré en su contra. Hizo algunas amenazas.
Se hundió lentamente. Amenazas. Yunho nunca había tenido un novio o esposo, las veces que él le había dicho que sería mejor para Jaejoong si él lo dejara ir... todo se alineaba en un patrón de protección.
—¿Crees que podría venir después por mí? —O a cualquier mujer u hombre que a él le preocupara.
Las manchas de color ámbar en sus ojos se volvieron hielo.
—Han pasado más de trece años, pero no voy a tomar riesgos. No contigo. — Yunho se relajó y tomó su rostro—. Nunca pretendí hacer esto. Me hice saber que solo haría el asunto de acompañante. Ninguna mujer u hombre ha pasado la noche en mi casa. Si pasábamos una noche juntos, era en un hotel o resort. Era solo sexo. Nada más.
Hasta Jaejoong. Yunho había vivido como una isla, negándose a poner en peligro a una pareja. En ese segundo, nada más le importaba sino la sensación posesiva de su mano en su espalda, y la forma en que lo miraba como si fuera algo precioso y especial.
Nunca nadie le había hecho sentir eso. Con Ryu Jin, se había sentido agradecido. Como que quizás si él lo amaba, entonces sus padres lo considerarían lo suficientemente bueno.
¿Pero Yunho lo está mirando fijamente? Eso invocó ardiente energía y demoledora vulnerabilidad. El corazón se le subió hasta la garganta.
—No somos solo sexo.
—Ayer por la noche cuando entraste en casa, nunca había sentido eso. Nunca. —Tragó saliva, su nuez de Adán deslizándose en su larga garganta.
—¿Qué?
Los colores en sus ojos se calentaron y se mezclaron con el caramelo.
—Siempre y cuando pueda verte, tocarte, entonces podemos cerrar la puerta y dejar fuera toda la otra mierda. Simplemente estar bien juntos.
—Tienes el poder de romper mi corazón. —Las palabras salieron de su boca. Lo que asustó a su alma al sentirse de esta manera. Ya se había equivocado una vez.
Dejó caer su frente en la de Jaejoong.
—Te dejaré ir si eso es lo que quieres.
¿Quería? ¿Terminar ahora mientras Jaejoong tal vez podría ser capaz de recuperarse? ¿O es que voy ir a por ello y vivir, sentir, experimentar y luego pagar el precio cuando todo termine? La imagen de Yunho anoche lo consumió. Lo forma en que Yunho había tomado sus manos uniendo sus dedos y sus cuerpos, que no había sido solo sexo. Ellos habían estado haciendo el amor, y cuando sus emociones salieron de Jaejoong en lágrimas, Yunho lo besó y le dijo que se aferrara a él. Había mantenido su corazón a salvo mientras hacía el amor con Jaejoong. Eso era más poderoso que las palabras.
Poniendo su mano sobre su pecho, sintió el latido regular de su corazón.  
—No dejes que me vaya.
Después de trabajar el domingo, Jaejoong aparcó el auto delante de la casa de Yunho. Ya un poco tarde para la barbacoa, se bajó del auto y entró en la casa.
Voces llamaron su atención en la cubierta. Yunho llevaba unas bermudas negras y giraba las hamburguesas mientras que los chicos adolescentes descansaban a su alrededor.
—Oh, Jaejoong, ahí estás. —Heechul entró en la casa, vistiendo un traje de baño negro —. Estamos a punto de comer. Consigue tu traje de baño y únete a nosotros. ¿Quieres una cerveza?
—No he traído traje de baño. —Heechul luciendo tan fresco solo enfatizaba el estado cansado y sucio de Jaejoong. Había trabajado desde las cuatro y media y no había tenido tiempo para ir a casa para una ducha y cambiarse.
—Yunho tiene una selección de trajes de baño para ti. Ve a ver, están en su habitación.
—¿Qué? ¿Cuándo ha tenido tiempo para ir de compras? ¿O saber mi talla? —¿Y por qué? Jaejoong no quería que comprara sus cosas.
Heechul se echó a reír.
—Yunho no va de compras. Tiene gente cayendo sobre sí mismos llevándole selecciones de lo que sea que quiera. Hay como dos estantes de trajes y trajes de baño esperando para que elijas lo que quieras. Lo sé porque fui a mirar y cogí este. No encajaría en ti. Soy más grande que tú.
Jaejoong dejó ese comentario ir porque era tristemente cierto.
—Yunho tenía un personal shopper llevando bikinis. —¿Quién hace eso?
—Ropa de verano, sombreros y zapatos.  
Por él. Pero no usaba traje de baño, no desde que había aterrorizado a una niña con sus cicatrices poco después de su primera cirugía.
—¿Jaejoong? ¿No traías el postre?
—¿Qué? Oh, sí. Lo dejé en el auto. Tenía dos entregas de camino. Voy a traerlo. —Se volvió, huyendo por la puerta que acababa de entrar.
El aire sofocante fue cortado con la brisa fresca del mar. Después de abrir la puerta del auto, comenzó a inclinarse para coger las dos cajas fuera del asiento de atrás cuando unas manos calientes atraparon sus caderas tirando de él hacia atrás.
Yunho. Reconoció su toque y le dejó envolver sus brazos alrededor de él. Olía a sol caliente, a mar salado y el olor más rico que era Yunho. Apoyándose contra el pecho caliente, alzó la vista hasta su cara, pero sus ojos estaban cubiertos de sombras.
—¿Compraste dos estantes de ropa?
—Nop. Solo pago lo que guardamos. Y Marla, los servicios de mi personal shopper. —Pasó sus nudillos por el lado de su cara.  —Necesitas algunos trajes de baño aquí. Y un par más para tu casa si lo deseas. Escoge lo que quieras.
—No me pongo trajes de baño.
—Tu elección cuando estamos con otras personas. Hay algunos trajes de verano largos que cubren la pierna si quieres estar más cómodo. Con ellos van a estar más fresco. — Yunho besó su cabello y añadió—: Pero elige un par de trajes de baño para cuando estemos solos y estemos en el jacuzzi.
Jaejoong se volvió en sus brazos, se acercó y se quitó las gafas de sol.
—Haces que sea tan fácil.
—Es una barbacoa, se supone que debe ser fácil y divertido. Te ves caliente no importa lo que lleves. Ve a ponerte cómodo.
Lo soltó, recolocándose sus gafas de sol en el rostro. Después de que Yunho cogiera las cajas de galletas y pastelitos, caminaron juntos.
—La cena está casi lista. Ve. —Presionó sus manos entre sus omóplatos, instándolo hacia las escaleras.
Dos estantes era quedarse corto. La cama estaba cubierta de más ropa, montones de ropa para dormir, algunas batas, tangas y equipo de entrenamiento. Chanclas, sandalias y zapatos deportivos descansaban sobre mesas plegables de exposición.  Girando en círculos, no sabía qué hacer. Sería más fácil quedarse en su ropa de trabajo. Pero Yunho había terminado con todo ese problema.
Jaejoong fue al estante de los trajes. Exactamente como había prometido, había una selección de largos. Un traje destacaba, blanco con remolinos rojos. Cubriría su pierna, y aun así se vería de barbacoa veraniega. Lo sacó del estante y se dirigió al cuarto de baño.
La barra de color rojo capturo su mirada. Un traje de baño rojo, recordándole el que había tenido en la universidad. Nostalgia recorrió por su pecho. Acarició la suave tela.  Rojo. Un color tan potente. Jaejoong quería más rojo en su vida de nuevo. Ir abajo en un traje de baño era más para lo que estaba preparado. Incluso con una envoltura. Pero podía usarlo debajo de la ropa. Y tal vez después de que todos se fueran, se lo mostraría a Yunho. Decidiendo a intentarlo, entro en el baño.
—No hay manera. —Aturdido, Jaejoong observó el baño hecho en ricos colores de chocolate y arena. El segundo tocador tenía lociones, cepillos, secador de cabello. Incluso desodorante—. Es una locura. —O tal vez lo era. Tal vez sus padres tenían razón y él había sufrido un daño permanente desde la conmoción cerebral. Ahora vive en una realidad alternativa donde un chico caliente, obscenamente rico compró sus cosas.
Un golpe en la puerta lo sobresaltó.
—¿Jaejoong? —gritó Heechul—. Yunho me envió aquí para sacarte a comer.
—Apuesto a que sí. —Se quitó los zapatos y se desnudó.
—Me dijo que si venía él mismo, no bajaríais por un tiempo.
Rodando los ojos, Jaejoong se puso el traje de baño. El material rojo estaba sexy. La camiseta sin mangas. Se miró en el espejo.
—También mencionó que si no bajas ahora, vendría aquí.  
—Las amenazas son una gran manera de seducir a un chico.
—¿Estás vestido?
—No exactamente. —Se quedó mirando su imagen, agradecido de que no hubiera un espejo de cuerpo entero en el baño. Sin ver su pierna, por unos segundos, podía fingir…
La puerta se abrió, y Heechul se acercó:
—Oh infierno sí. Rompes con ese traje de baño.
Jaejoong levantó una ceja.
—Vamos, entra. —Él alcanzó el traje y lo dejó caer sobre su cabeza.
—Me haces sentir mal vestido.
Se cepilló el cabello y miró a Heechul en el espejo.
—Tienes que trabajar en esa inseguridad.
Riendo, Heechul agarró el brazo de Jaejoong.
—Te ves muy bien, vamos. —Él sacó a Jaejoong del cuarto de baño.
—¿Los zapatos?
—Cariño, hay cinco adolescentes ahí fuera, dos grandes ex-luchadores y mis dos niños. Ellos abrirán paso a través de toda la comida y nos dejarán una hoja de lechuga para dividir si no nos movemos. Olvídate de los zapatos.
Y Heechul tenía un maldito agarre fuerte en su brazo. Siguiéndolo, Jaejoong vio el tatuaje de un escudo en la parte baja de su espalda.
—Tu tatuaje es una versión más pequeña que la de Siwon. Está bien. —Sus manos le picaban por trazarlo, conocer las líneas para poder replicarlo sobre un pastel.
Heechul miró hacia atrás, con los ojos llenos de amor.
—Él lo tiene en la espalda. No importa donde yo esté, lo que esté haciendo, Siwon me cubrirá.
Fue tan conmovedor, que no tenía palabras. Jaejoong se limitó a asentir y reducir sus pasos mientras se acercaban a la cubierta. Las enormes puertas de cristal se abrieron, creando un espacio desde el interior al exterior. Yunho tenía un jacuzzi en uno de los extremos, asientos y mesas en el medio, y una zona de cocina barbacoa incorporada y dividida por una barra.
En este momento, Siwon y Yunho estaban rodeados por una media docena de niños sosteniendo platos mientras los dos hombres pasaban las hamburguesas y perritos calientes a la parrilla. La mayoría de los niños parecían estar en la adolescencia, pero un chico joven y una chica estaban en la mezcla.
—Será mejor que rescate a Kylie.
—¿Ese pedazo de chica empujando a los chicos alrededor para llegar a ser la primera?
Heechul sonrió.
—Esa es mi hija.
—Eh, nunca lo habría adivinado. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que Yunho y Siwon están acumulando en su plato, va a necesitar algo de ayuda para llevarlo. —Mirando a su alrededor, vio a Young Jae tendido en una tumbona acolchada. Mientras Heechul fue a ayudar a su hija, Jaejoong se acercó a él.
—Hola, Jaejoong. Estás muy guapo.
Él se veía mejor en la actualidad. Arrastró una silla y se sentó.
—¿Quieres algo de comer?
—Quiero una cerveza. Yunho también está siendo un mariquita sobre eso.
—¿Sí? —Echó un vistazo para ver que la manada de niños estaban adelgazando—. Te diré algo. Come un poco y estaré de acuerdo con eso, voy a compartir una cerveza contigo.
Young Jae se quitó sus gafas de sol.
—¿Es un acuerdo?
—Sip. A menos que Yunho me atrape, y luego me mate y tire mi cuerpo en el océano. Que pondría fin a nuestro acuerdo.
—¿Qué acuerdo? —Una mano cálida se estableció en su hombro.
—¿En serio? —Jaejoong espetó a Young Jae—. ¿No me podías avisar de que estaba acercándose sigilosamente?
Su boca se torció.
—Podía, pero la mirada de asombro en su cara cuando mencionaste atrapándote y matándote, ha valido la pena.
—¿Qué estáis tramando?
Jaejoong lo miró.
—Estamos teniendo una negociación seria. Vete.
—Por supuesto que no. La última vez que negociaste con él, terminé viendo un espectáculo de danza. En mi casa, en mi televisor. No se puede confiar en vosotros dos.
Encogiéndose de hombros, se puso de pie.
—Iré a traer un par de platos de comida.
—Te ayudaré. —Yunho la siguió—. Por cierto, gatito, te ves sexy con ese traje.
—Aun así no te lo diré. —Cogió dos platos e inspeccionó la comida. Hamburguesas y perritos calientes pueden ser muy difíciles de digerir. Entonces vio las pechugas de pollo sin hueso. Young Jae estaba probablemente harto de aves de corral pero era más fácil en un estómago sensible que la carne vacuna. Casi se sentía culpable de tomar una hamburguesa para él, pero se moría de hambre.
Detrás de él, Yunho acarició la correa de su ropa.
—Estás usando un traje de baño debajo de esto. —Temblores corrieron por Jaejoong.
—Sí. —Jaejoong se sorprendió de lo sexy que se sentía solo por el hecho de saber lo que él llevaba puesto.
Dándose la vuelta, alzo la vista.
—Gracias, fue encantador que hicieras esto. Pero no puedo aceptar más.
—Lo harás. —Llegó a su alrededor y apiló dos hamburguesas y un perrito caliente en un plato.
Jaejoong rodó sus ojos.
—¿Hambre?
Yunho se acercó más.  
—Hambriento por ver ese traje de baño en ti, y entonces arrancarlo. Puesto que soy el único que estará destruyendo tu ropa, voy estar comprando para ti. —Cogió su plato y el de Jaejoong, dejando el de Young Jae para que Jaejoong lo lleve.
Agarrando una cerveza y agua, Jaejoong se unió a los otros. Algunos chicos adolescentes vistiendo bermudas al igual que Yunho y Siwon sacaron las sillas. Con el tiempo clasificó a los niños. Ben, el más joven de los chicos, era hijo de Siwon y Heechul. Los otros cinco chicos, que van desde alrededor de los doce a dieciséis, eran niños que Yunho, Siwon y Young Jae enseñaban. Los chicos estaban hablando sobre estar fuera en el barco de Yunho ese mismo día. Y estaban tratando de conseguir un partido de voleibol después de comer.
Jaejoong observó la zona de voleibol creada en la arena justo al final de las escaleras de la cubierta. Arena y un montón de chicos adolescentes tratando de demostrar su valía a un par de ex luchadores de UFC sonaba como una receta para el dolor de él. ¿Ahora, si solo fuera Jaejoong y Yunho? Podría distraerlo con su traje de baño.
Se levantó, encontró un vaso de papel y se sirvió un poco de cerveza en él mientras todos discutían sobre los equipos. Después de regresar a su asiento, se giró para entregar el vaso de Young Jae, mientras todos estaban ocupados.
—Las pálidas cicatrices en tu pierna. ¿Cómo te las has hecho?
Young Jae agarró el vaso cuando Jaejoong casi derramó la cerveza. Sacudiendo su cabeza, miró al chico que había hablado. Jaejoong pensaba que su nombre era Ryan, pero no estaba seguro. Todo el mundo dejó de hablar. La mirada de Yunho se asentó en Jaejoong, cálida y de apoyo, pero no dijo nada.
De repente, no fue un gran problema. El chico había hecho una pregunta. Jaejoong se encogió de hombros y tiró de su ropa, dejando al descubierto su pierna.
—Un bate de béisbol rompió mi tibia. Lo que llevó a tener dos placas y un puñado de tornillos para mantenerlo todo junto.
—Genial.
—Increíble.
Kylie se deslizó a su lado, grandes ojos azules.
—¿Te dolió mucho?
Se veía tan preocupada. Jaejoong quería abrazarla. Lamentando que él había mencionado un bate de béisbol, trató de tranquilizar a la niña.
—Estaba en el hospital. Cuidaban de mí y me dieron la medicina, así que estaba bien.
—¿Te duele ahora? ¿Puedo tocarla?
—Kylie. —Heechul se puso de pie.
Jaejoong sacudió la cabeza ante Heechul.
—Claro, puedes tocarla. Solo duele un poco cuando lo hago demasiado.
Kylie se inclinó, rozando las cicatrices con toques suaves.
—Es un poco irregular.
Los chicos comenzaron a reunirse.
—Podrías conseguir un poco de tinta. Eso sería justo.
—Oh. —Kylie se puso de pie—. Flores bonitas creciendo fuera de las cicatrices. Eso estaría bien, ¿verdad, mamá?
—Por supuesto, cariño, —estuvo de acuerdo Heechul—. Si eso es lo que quiere Jaejoong. Es su pierna.
Yunho dijo:
—¡Vamos a limpiar y poner en marcha el juego. El equipo que gane obtiene la primera selección de los pastelitos y galletas que trajo Jaejoong.
Cuando el momento había llegado a su fin. Todo el mundo se levantó, limpiando los platos y recogiendo los restos de comida. Jaejoong comenzó a levantarse.
Yunho se inclinó sobre él.
—Tu no. Estás en tiempo de espera por colar cerveza a Young Jae. Ahora tienes que sentarte ahí y relajarte con Young Jae.
—Eso apesta.
Yunho sonrió, se apoderó de su barbilla y lo besó.
—Eres increíble. Lo manejaste tan bien. ¿Cómo te sientes?
Su elogio hizo agitar su corazón.  
—Bastante bien. —Liberado, en realidad. Como si algo dentro de él se hubiera desbloqueado en los brazos de Yunho la noche del viernes.
—Si mi equipo gana, pierdes la ropa y te mostraré el jacuzzi. ¿De acuerdo?
Con Yunho tan cerca de él, la valentía cantaba a través de Jaejoong.
—De acuerdo.

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