Capítulo 31
¿Dónde estaba
el pequeño repostero? Yunho había visto su auto en el camino de entrada. ¿Qué
demonios estaba Jaejoong haciendo aquí? Dejando caer su bolsa de gimnasio en el
suelo, no lo vio en la cocina ni en la sala de estar. Oh, mierda, ¿y si estaba
en su dormitorio empaquetando la ropa que tenía aquí? Yunho agarró el borde de
la encimera. Le había costado todo lo que tenía decirle que se fuera la noche
anterior. Dejarlo ir era lo correcto para Jaejoong. Ya le había hecho
suficiente daño. Pero, ¿y si no lo estaba dejando? ¿Y si Jaejoong era un hombre
de los que se quedan, incluso cuando la mierda era real? Podía estar esperando
por él.
¿Y si estaba
en su cama?
¿Jaejoong haría eso? Dios, si
lo encontraba en su cama, estaba perdido. Ido. Nunca tendría la fuerza para
resistirse a Jaejoong. El encanto de Jaejoong lo atraía tan fuerte y tan cerca
que estaba tentado a abandonar el recuerdo de su hermana.
¿Cómo lo
había abandonado Ah Hyun? ¿Vas a deshacerte del recuerdo de Mi Ja como si fuera
basura?
Yunho tomó aliento. No solo le
debía esto a Mi Ja, sino que ahora Jaejoong estaba en peligro. Ese video de Yunho
rescatándolo de los reporteros estaba publicado online. Cuando Yunho lo había
comprobado por última vez, tenía sobre ochocientas mil visitas. Prácticamente
le había enviado un mapa a Foster de cómo destruirle.
Ir tras Jaejoong.
Cerró las manos en puños. No
dejaría que ocurriera. Jaejoong tenía que mantener su seguridad y permanecer
jodidamente lejos de él.
Una suave voz penetró en sus
pensamientos.
—Cada sábado, él compraba dos
brownies de chocolate y caramelo; uno para su amante y otro para su mujer. La
mujer sospechó, se apostó en mi pastelería y lo siguió hasta la casa de la
amante.
—¿Cómo te enteraste?
Jaejoong se rio y el sonido se
clavó directo atravesando el pecho de Yunho.
—Hizo un pedido de una tarta
con forma de mono que decía: “me divorcio de tu culo mentiroso” y me
hizo enviárselo a su oficina.
La risa en voz baja de Young
Jae asaltó a Yunho en oleadas agridulces. ¿Cuántas risas le quedaban a su
mentor antes de que fueran silenciadas para siempre?
—Le regalé media docena de
galletas con trocitos de chocolate. Me imaginé que estaba harta de los
brownies.
—Y de los maridos mentirosos.
Jaejoong se rio.
—Espero que sí. De cualquier
forma, es la única tarta de divorcio que he hecho hasta ahora.
Yunho apenas podía respirar
mientras el remordimiento y la pérdida se clavaban en la profunda soledad. La
sencilla camaradería entre Young Jae y Jaejoong succionaban la médula de sus
huesos. Las dos personas que más apreciaba en el mundo se habían convertido en
amigos rápidamente. Sin una decisión consciente, entró a zancadas en el
vestíbulo y se detuvo en la entrada de una de las dos suites de invitados de
ese lado de la casa. Young Jae yacía sobre su estómago, desnudo hasta la
cintura y un brazo curvado hacia arriba alrededor de su cabeza. Solo débiles
ecos permanecían de los músculos, una vez poderosos, de su brazo, hombro y
espalda.
Pero lo que lo golpeó como un
puñetazo en el pecho fue Jaejoong arrodillado cerca de Young Jae en la gran
cama ajustable, sus manos suavemente masajeándolo. La imagen era tan dulce,
tierna y bella, que su corazón se saltó un latido. Jaejoong estaba en su hogar,
cuidando de su mentor cuando Yunho había hecho todo por echarlo la noche
anterior.
Éste hombre
no podía ser real.
Entrando en la habitación,
dijo:
—No deberías estar sobre tu
rodilla así. —Rodeó la cama, lo levantó y lo giró para situarlo en el sillón
reclinable de la esquina. Después de arrodillarse, puso el pie de Jaejoong en
su regazo, levantó la pernera de su pantalón y empezó a masajear, intentando
aumentar el flujo de sangre para reducir la hinchazón y prevenir los espasmos
que Jaejoong tenía de vez en cuando.
—¿Qué estás haciendo?
Yunho levantó la vista ante su
voz asombrada.
—Has estado sobre está pierna
todo el puto día en el trabajo. Tu rodilla te duele de la ostia a estas alturas
de la noche y estabas arrodillado sobre ella. —Tiernamente trabajó sobre los
músculos y tendones, deseando que pudiera llegar lo suficientemente hondo como
para remodelar la articulación para que Jaejoong no tuviera que sufrir así.
—Estaba sobre el colchón. —Le
palmeó la mejilla—. No me importaba.
Su caricia suave y sus dulces
palabras lo torturaron. No quería dejar de tocarlo, o de cuidarlo. Hacer esto
por Jaejoong lo alimentaba, probando que era más que un luchador, un billonario
y pronto, un asesino. Le hacía querer ser mucho más que simplemente vengativo.
—Gatito, me estás matando. —Si
tan solo pudiera creer que Jaejoong estaba usando a Young Jae, pero no lo
hacía. El tipo de vínculo entre ellos no podía ser fingido, ni Young Jae podía
ser engañado fácilmente.
Jaejoong se inclinó hacia
delante con ambas manos sujetándole la cara.
—No puedo dejar de preocuparme
por ti o por Young Jae. No estoy hecho así. Pero si el hecho de que esté aquí
te molesta, te mandaré un mensaje de texto cuando sea mi noche de quedarme con Young
Jae. Todo lo que tienes que hacer es escribirme cuando dejes el gimnasio o
dónde sea que estés y me habré ido para cuándo llegues a casa. — Jaejoong lo
soltó, movió su pierna soltándola de su agarre y se puso en pie.
Sería tan simple. Yunho podría
tratar a Jaejoong cómo hacían sus padres, apartándolo lejos de su vista y fuera
de su mente. Su cuerpo vibró en una reacción furiosa. Jaejoong ayudó a Young
Jae a ponerse la camisa y a acomodarse contra las almohadas. Le besó la
mejilla.
—Te llamaré mañana para ver cómo
estás. Duerme algo. —Miró de nuevo a Yunho, sus increíbles ojos eran pozos
infinitos de dolor. Un segundo después, apartó la mirada y se fue.
Los músculos se sacudieron y
crujieron, su corazón aporreaba y un zumbido rugía en sus oídos. Sus manos
ansiaban sostenerlo, su cuerpo gritaba por acunarlo contra él, incluso su polla
latía. Yunho había entrenado su cuerpo para ser una máquina letal y fieramente controlada,
pero una mirada de Jaejoong -una–simple-mirada y Jaejoong rasgaba en tiras su
control y lo poseía totalmente.
Volvió su mirada hacia Young
Jae.
—Ve.
Su control se quebró y fue
tras Jaejoong. Yunho lo encontró alcanzando agarrar el pomo de la puerta
principal. Palmeó con sus manos contra la puerta, enjaulándolo entre sus
bíceps.
—No te vayas. Por Dios, no me
dejes. —Cubrió las manos de Jaejoong con las suyas, presionando su frente
contra su espalda, ansiando su tacto. Su cálida y dulce esencia lo rodeó.
—Tú eres el que me dijo que me
fuera. Yo quería quedarme y luchar por ti y por nosotros. —Su voz cayó hasta
ser un susurro—. Tú solo querías que me fuera.
Yunho cerró los ojos,
absorbiendo ese golpe. Le había hecho daño y aun así Jaejoong había vuelto.
Incluso ahora, evitaba que saliera corriendo por la puerta y Jaejoong le dejaba
seguir tocándolo. Yunho levantó sus manos de la madera, encajando la espalda de
Jaejoong contra su frente y sujetándolo contra él.
—Nunca me he sentido así, nene.
Nunca me preocupé tanto o deseé a nadie así. —Hundiendo su rostro en su suave
cabello, dijo—: No sé cómo hacer esto. Tengo que terminar el trabajo con
Foster, pero no quiero perderte. — Jaejoong se inclinó contra Yunho.
—Yo tampoco sé. Pero creo que
estar enamorados significa que tenemos que buscar la forma de superar esto
juntos.
Sus palabras lo asombraron.
Como la forma en que Jaejoong le entregaba su peso, sabiendo que lo sujetaría.
Su repostero había confiado en el hombre equivocado y había acabado malherido.
Pero confiaba en él cada maldita vez. Una caliente intensidad lo abrasó.
Girándolo entre sus brazos, bajó la mirada y sintió el mismo golpe de siempre
cuando sus miradas se encontraban.
—La jodí y tú no te fuiste.
—Todavía no podía creerlo. Los ojos de Jaejoong brillaron con la vulnerable
verdad.
—Estoy aquí a menos que ya no
me desees más.
Yunho perdió el aliento. Jaejoong
tenía miedo, pero se había arriesgado a que Yunho lo rechazara, lastimándolo y
humillándolo, para apoyarle y amarle. Yunho había luchado contra los
competidores más fieros en la jaula y en la sala de juntas, pero ninguno jamás
lo había hecho sentir esta ráfaga de loca adrenalina, miedo y profunda y
caliente posesividad que Jaejoong le hacía sentir. Jaejoong lo era todo para
él. Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, acunó su cara con su palma.
—Te deseo demasiado. —¿Se
estaba volviendo cómo su madre? ¿Persiguiendo un maldito sueño y justo cuando
pensaba que lo tenía, se quebraría y destrozaría todo en su camino? Pero no
podría dejarlo ir—. Gatito. —La palabra salió de Yunho mientras se hundía en su
boca, desesperado por saborear al hombre que le había dado tanto. Yunho no
sabía si su amor por Yunho podría sobrevivir a lo que él tenía que hacer.
Simplemente
no podía dejarlo ir.
Jaejoong se abrió para Yunho,
su cálido y dulce sabor alimentando un ansia de más. Yunho acarició su
mandíbula mientras rozaba su lengua con la de él. El ritmo de su corazón se elevó
por su sabor y su esencia. Necesitaba más, necesitaba darle más. Rompiendo el
beso, lo levantó en brazos y se dirigió arriba por las escaleras.
—Te mostraré cuanto te deseo.
El rostro de Jaejoong se
sonrojó y su respiración se aceleró. Yunho los encerró en su dormitorio y movió
a Jaejoong de forma que estuvieran cara a cara, sus piernas abrazando su
cintura. La luz de la luna que fluía se derramaba a través de las puertas
francesas y brillaba sobre Jaejoong.
—Tan condenadamente precioso.
—Necesidad febril crepitaba bajando hacia su polla con un abrupto y primitivo
impulso de reclamarlo. Lo sujetó contra la pared y rozó con su boca sobre sus
labios.
Jaejoong se ablandó y se
rindió, inclinándose hacia arriba para darle acceso. Yunho lo aprovechó, deslizándose
su boca a lo largo de su mandíbula, deteniéndose en cada centímetro para lamer
y saborear. El sabor de su piel satinada lo provocó hasta que cerró su boca
encima de ese delicado punto donde está el pulso, en la base de su garganta y
succionó. Los muslos de Jaejoong se abrazaron alrededor de sus caderas y un
gemido susurrado vibró bajo sus labios.
—No pares. — Jaejoong se
retorcía, frotándose contra Yunho.
El pulso de Jaejoong latía más
rápido y más fuerte bajo su lengua, volviéndolo loco. Retirando su cabeza hacia
atrás, pasó su pulgar sobre esa marca roja en su garganta. Demasiado agresivo.
—Dejé una marca. —Quería amarlo,
no hacerle daño.
—Quiero tu marca sobre mí.
Quiero verla y saber que me deseabas tanto.
Levantó la cabeza de golpe. La
vulnerabilidad y el deseo nadando en sus ojos lo golpearon con posesividad.
—¿Quieres estar marcado por
mí, nene? ¿Quieres saber cuánto ardo por ti cada maldito segundo?
Jaejoong hundió sus blancos
dientes en el labio inferior y lo liberó.
—Sí.
—Empezaremos aquí. —Se
abalanzó en picado, capturando ese delicioso labio y delineándolo con lentas
lamidas.
Jaejoong le clavó los dedos en
sus bíceps. Yunho succionó el labio con su boca, arañando con sus dientes sobre
la tierna carne, luego trazó esas diminutas marchas con su lengua hasta que Jaejoong
gimió y se retorció. Giró la cabeza lo suficiente como para sumergirse en su
boca caliente. Dios, sabía tan condenadamente bien. Rodeó sus muslos con las
manos, sujetándolo allí dónde deseaba que estuviera. A través de sus pantalones
vaqueros, el calor de su entrada fluía hacia su engrosada polla. No lo
suficiente. Con Jaejoong, nunca era suficiente. Jaejoong quería su marca, Yunho
se la daría. Rompiendo el beso, contempló sus ojos entrecerrados.
—Voy a besar y a marcar tus
pezones, bajar hasta tu vientre, luego separar tus muslos para besar tu miembro
con lentos y penetrantes trazos. No me detendré, no importa cuántas veces te
corras o cuantas veces grites, hasta que tenga memorizado tu sabor y esté
seguro de que estás marcado con la sensación de mi boca sobre ti. —Aspiró aire
hacia sus pulmones—. Luego pondré mi polla exactamente dónde pertenece,
enterrada dentro de ti. Tan profundo que sabrás que eres mío.
* * * *
Un calor feroz ardió sobre la
piel de Jaejoong. La intensidad de Yunho aceleró su pulso y le provocó ansias.
Dejando que lo sujetara, se sacó los zapatos a puntapiés y se quitó de un tirón
la camisa. Luego enmarcó su cara.
—Me tienes. No me voy a ir a
ninguna parte. —Había estado tan asustado de que lo apartara de su lado. Que lo
empujara lejos porque no lo deseaba lo suficiente como para que resolvieran sus
problemas juntos. Las motas de color ámbar de los ojos de Yunho ardían. Lo
sujeto con una mano por la espalda y arrastró su áspera lengua sobre su pezón.
Jaejoong jadeó ante la húmeda
fricción.
Yunho se dio cuenta y tiró más
fuerte, cada estirón atravesando rápida y directamente hacia su núcleo.
Cambiando de lado, prodigó su marca de sensual tortura en su otro pezón,
calentándolo hasta que se fundió de necesidad. El cabello espeso de Yunho se le
derramaba entre los dedos mientras se colgaba de él, incapaz de hacer nada
excepto agarrarse a la sensación. Yunho asentó su polla contra Jaejoong a
través de sus ropas. Su miembro se inflamó y cada caricia lo hacía gemir. Yunho
capturó su pezón con sus dientes, mordiendo ligeramente. Ese pequeño destello
de dolor alejó todo, pero una ardiente necesidad lo golpeó muy hondo entre sus
piernas. Aferró sus muslos alrededor de Yunho.
—Yunho.
Yunho levantó la cabeza,
revelando el hambre en sus ojos.
—No hemos llegado ahí aún.
Bésame. —Tomó su boca cómo si estuviera famélico por ella.
La firme y demandante presión
de sus labios incitó su indomable ansia de saborear, tomar y poseerle por
completo. Girando su cabeza ligeramente, Jaejoong abrió los labios bajo su
asalto. Yunho arrasó con su lengua hacia dentro, deslizándose contra la de Jaejoong
con abrasadora fricción. Su sabor lo inundó. Cómo el pecaminoso chocolate, el
sabor provocó que tuviera ansias de Yunho. Su camiseta se frotaba contra sus
sensibles pezones. Demasiado suave, el material no era lo que deseaba que se
frotara contra él. Agarró la camiseta y tiró de Jaejoong hacia arriba.
Yunho lo colocó sobre sus pies
y se quitó la camiseta y los pantalones cortos. Jaejoong se bajó los pantalones
y la tanga. Cuando se incorporó wow. Los ojos de Yunho resplandecían en
su abruptamente bello rostro. La fuerte columna de su garganta se desplegaba en
unos robustos hombros y brazos. Su pecho se propagaba hasta unos genialmente
esculpidos abdominales y su oscuro vello púbico enmarcaba su dura y gruesa
polla. Mientras lo observaba, una gota de fluido se formó en la punta.
Yunho se acercó sigilosamente
a Jaejoong, el calor saliendo por sus poros. Arrastrando su mirada hacia
arriba, de pronto estaba inseguro. Yunho lo deseaba físicamente, pero ¿era solo
química sexual y nada más? Lo había apartado a un lado en el momento en que Jaejoong
se había interpuesto en su camino.
—¿Yunho?
—En la cama, nene. —Lo movió
con cuidado hacia abajo hasta que Yunho se aproximó encima de él. — El sexo
nunca ha sido así para mí. Hasta que llegaste tú.
El hambre se desperezaba
dolorosamente en su pecho, un ansia tan grande y tan amplia, que Jaejoong se
agarró al edredón para no caer dentro de ella. La desesperación por ser más que
el correcto conjunto de partes anatómicas en el momento adecuado, escarbaba muy
hondo en su corazón.
—¿Qué?
Yunho le acunó la cara con la
palma de la mano, sus ojos fundiéndose con los suyos con cruda honestidad.
—La forma en la que puedo
mostrarte como me siento. Antes de ti, el sexo era solo una liberación.
Ahora... es cómo te amo. No contenemos nada. Levanta tus rodillas a mí
alrededor y abre las piernas. Muéstrame lo que no compartirías con nadie más.
Dios, las cosas que le hacía.
Absorbió sus palabras, dejándolas que suavizaran y llenaran su anhelo de ser
amado. La mirada de Yunho permaneció en la suya mientras su cuerpo se hundía en
calor y emociones mezcladas. Yunho solo había tenido caricias y comodidad durante
el sexo. Era todo lo que Yunho había conocido y le estaba danto todo eso a Jaejoong
con su amor. Arrastró sus piernas hacia arriba a través de sus costados,
dejando sus rodillas caer abiertas. Acunándole el rostro, dijo:
—Solo para ti.
Los ojos de Yunho destellaron,
las pupilas dilatándose. Con sencilla elegancia, se deslizó hacia abajo sobre
su cuerpo, tomándose tiempo para humedecer y lamer a través de sus costillas,
dispersando diminutos mordiscos bajando por su vientre, hasta que Jaejoong tembló
con la necesidad. Finalmente Yunho se asentó en el suelo entre sus muslos
abiertos. Dobló sus enormes manos bajo su trasero, inclinándose hacia delante y
trazando con su lengua sus pliegues, rodeando su miembro.
Luego se aferró al pequeño
brote, frotando y succionando. Chispas calientes abrasaron a través de Jaejoong.
La tensión creció, tirando tan fuerte que gritó.
Yunho se movió, introduciendo
dos dedos muy dentro de Jaejoong. La completa sensación reforzó su feroz ansia.
Lo cabalgó, inclinando sus caderas, yendo demasiado fuerte y demasiado rápido.
Como un balón demasiado inflado, estaba a punto de explotar. Embistió con sus
dedos, alcanzando el punto de puro placer mientras succionaba su miembro. Subió
en espiral dentro de Jaejoong, mucho más alto a una velocidad de vértigo. Jaejoong
apenas se mantenía, cabalgando la cresta sin liberación cuando Yunho arrastró
su pulgar entre las nalgas de su culo y presionó contra una zona erógena
desconocida. Un nuevo conjunto de nervios ardió y prendió mecha. Su vientre se
oprimió y el orgasmo estallo sobre Jaejoong.
—¡Yunho! —Oyó el grito pero no
le importó. Las oleadas de placer expandiéndose se adueñaron de Jaejoong.
Yunho se irguió y se cernió
sobre Jaejoong.
—Tengo tu sabor. Es mío. Tú
eres mío. —Se sumergió dentro de Jaejoong, duro y profundo.
Bajando su pecho hacia el de Jaejoong,
capturó su boca, llenándolo con sus sabores mezclados. Apoyándose en un codo,
le levantó las caderas y se dirigió hasta el fondo dentro de su cuerpo,
llenándolo tanto que lo dejó sin respiración. Retirándose del beso salvaje,
tomó aliento.
—Tómame. Todo de mí. —Fijo sus
ojos en los de Jaejoong, metiéndose dentro. Golpeando un lugar que era suyo,
solo suyo.
Jaejoong se aferró a sus
hombros, sus músculos marcados cubiertos de piel caliente y resbaladiza por el
sudor.
—Dámelo todo.
Su rostro se volvió severo,
los ojos ardientes, la mandíbula sobresaliendo, los tendones de su cuello
resaltando mientras se impulsaba dentro de Jaejoong. Le dio todo mientras lo
llenaba, llevándolo a alturas de necesidad que no podía expresar ni podía
controlar. Jaejoong se retorció hasta que su poderoso hombro, resbaladizo de
sudor, se flexionó sobre su boca. La intensa necesidad de marcar su piel
mientras Yunho tenía la de Jaejoong tomó el control. Jaejoong se giró y pasó su
boca y sus dientes sobre los marcados bíceps de Yunho. A pesar de que un
pequeño susurro le decía que no lo hiciera, mordió el intenso músculo.
Su sabor lo atravesó con calor
agrio mientras su polla alcanzó la meta muy dentro de Jaejoong. Alguna diminuta
parte de Jaejoong intentaba salir a la superficie con indignación antes sus
acciones: Lo estaba mordiendo.
—Oh, joder, nene. Hazlo más
fuerte.
Su brazo creció mientras Jaejoong
lo restringía. Los dedos de Yunho se clavaron en sus caderas. Ráfagas de placer
se retorcían y tensaban. Su cuerpo se arqueaba mientras lo follaba. Tan cerca,
tan...
—Más. — Yunho movió para
apoyarse en un brazo, acunando su nuca y apoyándola contra su hombro—. Márcame.
Su erótica orden desgarró
cualquier atisbo de resistencia y mordió con firmeza. Su feroz gruñido de
aprobación lo abrasó, sacando hacia fuera su candente orgasmo. El violento
placer obligó a sacar su boca de su hombro para jadear en busca de aire. Yunho
golpeó hacia dentro y tiró fuerte, empujándolo a través de la cama mientras se
liberaba dentro de Jaejoong, su polla marcándolo tan completamente como sus
dientes lo habían marcado a Yunho.
Minutos más tarde, Jaejoong
estaba sin fuerzas mientras Yunho lo besaba tiernamente.
—Me marcaste. —Se miró el
hombro.
La leve impresión de sus
dientes rayaba su piel. Había perdido el control, quizás le había hecho daño.
Un rayo de vergüenza lo molestaba.
—No tenía intención de
hacerlo.
Los ojos de Yunho penetraron
los suyos.
—Tus labios y tus dientes sobre
mí eran tan jodidamente sexys. —Su polla embestía dentro de Jaejoong, probando
que lo decía en serio—. Quería tu marca, te dije que mordieras fuerte. Cuando
tus dientes se aferraron, te follé atravesando la cama. Me corrí tan fuerte que
pensé que iba a morir del inmenso placer. —Entrelazó sus dedos con los de
Jaejoong —. Me marcaste, nene. Soy tuyo.
La calidez lo inundó, ahogando
la punzada de preocupación acerca del futuro. Ahora lo tenían y era
condenadamente especial. Jaejoong trazó la cicatriz que enmarcaba un lado de su
boca y luego la otra junto a su ojo.
—Yo... —Su teléfono sonó,
interrumpiendo sus palabras. Cambiando su mentalidad, dijo—: Es el tono de
llamada de Changmin. —¿Por qué estaba llamando su hermano?
Yunho se apartó de Jaejoong, se
inclinó sobre el borde de la cama para agarrar los pantalones de Jaejoong y le
entregó el teléfono. Lo tomó, se apoyó contra el cabecero de la cama y
contestó:
—Hola, Changmin.
—Hola Jaejoongie, siento
llamar tan tarde. Ésta es la primera oportunidad que he tenido de llamar. Hablé
con Ryu Jin acerca de la fotografía.
La fotografía.
Con todo lo que había pasado,
se le había ido de la mente. Se le secó la boca.
—¿Qué dijo?
—Que no reconoce al tipo que
está en tu habitación del hospital y dijo que el tipo probablemente entró en la
habitación equivocada.
—Está mintiendo. —Jaejoong
elevó su pierna buena, abrazándola contra su pecho.
El brazo pesado de Yunho se
asentó a su alrededor, arrastrándolo hacia su costado.
—¿Qué está pasando?
—¿Ese es Yunho?
—Sí. No cuelgues Changmin.
—Una vez que Yunho estuvo de acuerdo, apartó el teléfono de su oreja, lo puso
en silencio y se encontró con la mirada de Yunho. Habían pasado muchas cosas en
los últimos dos días. ¿Pero quería Yunho ser arrastrado de nuevo hacia esto?
—Resolveremos las cosas
juntos. ¿No es eso lo que me dijiste?
Lo escuchó cuando le habló.
Más seguro, asintió.
—Eché un vistazo a las
fotografías de cuando estuve en el hospital en la memoria que mi padre me dio.
—Las motas ambarinas de sus ojos color castaño claro se endurecieron.
—Encontraste algo.
La preocupación recorrió su
columna vertebral. ¿Qué haría él? Yunho era extremadamente protector.
—Sí. En una de las fotos
estaba en la cama del hospital mirando hacia la puerta. Había un hombre de pie
allí. —Sus manos se humedecieron, y se las limpió en la sabana—. Lo reconocí.
Era el hombre que dijo “Consecuencias, Dr. Lim” cuando fui atacado.
Los músculos se endurecieron
en su pecho y en el brazo que lo rodeaba por los hombros.
—¿Por qué demonios no me lo
contaste?
—Tu madre llegó justo cuando
la encontré. Me distrajo. —Un corazón destrozado era jodidamente distractor. No
quería llegar a la parte en la que mientras Jaejoong había estado esperando y
deseando que Yunho viniera a hablar con él, se había mantenido ocupado
enviándole a Changmin la fotografía para que le preguntara a Ryu Jin acerca de
ella.
Yunho respiró hondo.
—Pon a Changmin a través del
altavoz.
Jaejoong tecleó en el
teléfono.
—¿Puedes oírme?
—Sí. Le mostré a Ji Hyo la
fotografía.
—Ji Hyo. —Yunho acariciaba con
sus dedos sobre su brazo desnudo—. ¿Esa es la amiga con la que solías trabajar
en SiriX?
Lo recordaba. Ese había
sido su primer evento juntos como acompañantes y un desastre colosal.
—Sí. Trabajábamos juntos en el
equipo de Ryu Jin y ella todavía lo hace. —Nerviosismo y ansiedad se anudaban
en su estómago. Le preguntó a Changmin—. ¿Ella lo reconoció? ¿Sabe quién es?
—No sabe quién es, pero lo ha
visto.
Jaejoong frotó con su pulgar
sobre el empeine de su pie mientras una esperanza apremiante brotaba dentro de él.
¿Iba a conseguir respuestas al fin?
—¿Con Ryu Jin?
—Han pasado seis años, pero
está bastante segura de que vio a Ryu Jin y a éste tipo discutiendo en el
estacionamiento del hospital. Recuerda que fue la mañana después del ataque
porque estaba de camino al hospital para verte. La hora encaja. En la
fotografía tu pierna todavía estaba suspendida en tracción. No tuviste la
intervención hasta la mañana siguiente.
El alivio fluyó atravesándolo.
—Yo también lo vi discutiendo con
Ryu Jin. Fue una semana o dos antes del robo o ataque o lo que demonios fuera.
—¿Qué había ocurrido realmente aquella noche?
—Estoy trabajando en averiguar
más —añadió Changmin—. Te lo conté para que estuvieras alerta y tuvieras
cuidado. Mantente lejos de Ryu Jin.
Jaejoong puso los ojos en
blanco.
—¿Hola? Ese ha sido mi
objetivo durante cinco años. Yo no soy quién lo ha escogido cómo padrino de mi
boda.
—Estuviste comprometido con
él, chico de la casa de cristal.
—Nah, ese fue el viejo Jaejoongie.
—¿Sí? ¿Y qué va a hacer este
nuevo Jaejoongie?
—Patearle el culo y obligarle
a decir la verdad. Hablaremos luego. —Colgó antes de que él repitiera su sermón
acerca de alejarse de Ryu Jin. Ese era su plan, pero Ryu Jin tenía por
costumbre aparecer y desencadenar su pánico.
No iba a volver a ocurrir.
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