Capítulo 4
Yunho
no era capaz de imaginar qué le había pasado. ¿Qué hacía prestando atención a aquel
joven? Ese joven que vestía de mujer porque así se les dictaba a aquellos
chicos que pudieran tener hijos además de que leía su mente, así que obviamente
era un vampiro, pero no le habían informado de su presencia. Yoochun le había
dado una lista con todos los miembros, las ciudades en las que residían y
quiénes solían estar en otros territorios del clan. Aquel vampiro tenía que ser
un visitante.
¡Maldita
sea! Un asesino andaba suelto intentando comenzar una nueva era de exterminadores
de vampiros, no tenía tiempo para hacer nuevas amistades… aunque fuesen bellezas
morenas.
Yunho
miró el atestado salón de baile y frunció el entrecejo. Hacía tiempo que se
habían ido los confidentes con los que había coincidido, y su información había
sido de lo más insuficiente. No tenían ninguna pista, aunque la policía estaba
haciendo más preguntas que nunca.
Al
día siguiente se reuniría con los miembros del clan que tenían contactos con la
policía. Yunho no esperaba mucha ayuda de los investigadores humanos; le
preocupaba más que los humanos empezaran a tener ideas extrañas sobre el
asesino en serie al que estaban persiguiendo.
Era
hora de dejar el baile. Seong Min tenía que saber que estaban tras su pista,
sobre todo desde que había eliminado a dos vampiros enviados para acabar con él
hacía unas semanas. La lógica decía que no era probable que se presentara en
una reunión social, así que no tenía sentido que se quedara en aquella molesta
celebración.
Yunho
reflexionaba sobre el asunto mientras se abría paso entre invitados y gorrones.
Todas
las víctimas eran mujeres, casi todas normales y corrientes. Seong Min elegía a
sus víctimas en los barrios bajos o en los bosques de los alrededores, y luego
las dejaba a la vista de todos. Y por último, en el cuello de todas habían
encontrado un collar de granates.
Yunho
esperaba que esto último fuera la perdición de Seong Min. A menos que el
vampiro lo hubiera planeado con mucha antelación, lo que Yunho dudaba, sería
relativamente fácil encontrar la tienda o tiendas en las que los había
comprado.
¿Cuántas
tiendas dentro y en los alrededores venderían collares de granates?
—
¿Príncipe Jung?
Yunho
miró con impaciencia al humano que se le había acercado. La rubia tenía un aspecto
que había visto un millón de veces, un aspecto que sólo le producía
aburrimiento.
—
¿La conozco, señora?
La
mujer sonrió y sus ojos brillaron con un destello de invitación.
Yunho
leyó rápidamente su mente. Era una zorra viciosa que disfrutaba recibiendo dolor
tanto como infligiéndolo. No tenía recuerdos de Seong Min.
—Llamadme
Chung, por favor.
Yunho
sabía que la mujer esperaba que le dijese su nombre de pila. Sabía que quería terminar
en su cama. Sabía que nunca la habían rechazado hasta la fecha. Pero a él le
importaba un comino.
—Señora,
no estoy interesado en lo que tiene usted que ofrecerme.
Chung
se erizó como un gato y sus ojos se convirtieron en dos ranuras mientras lo miraban
con hostilidad manifiesta. Parecía dispuesta a soltarle un desaire, pero si era
así, se contuvo y lo miró intrigada.
—No
le interesa una mujer.
No
era una pregunta; Chung había pensado en la única razón posible que podía
motivar un rechazo. En cierto sentido tenía razón, pensó Yunho, pues no le
había tentado una mujer desde hacía mucho, mucho tiempo.
Y
no le había atraído nadie hasta que vio al joven de pelo negro.
Volvió
los ojos al rincón del salón donde estaba él de espaldas. Chung debía de estar observándole
atentamente, pues maldijo con ganas.
—
¡Siempre ese puto! Todos los hombres del salón corren tras él como perrillos
falderos. ¡Le sacaría los ojos!
Yunho
se volvió hacia Chung.
—No
lo hará; ni siquiera se acercará a él. Le gusta a usted.
En
sus ojos resplandecía un fuego vivo y la sorprendida Chung asintió con la
cabeza.
—Ahora
márchese y olvide que hemos hablado.
Los
ojos de Yunho recuperaron el color normal cuando Chung se alejó lentamente. No causará más problemas, pensó con satisfacción. Entonces se preguntó por qué
había utilizado sus poderes mentales en aquella mujer por una causa tan nimia,
pero se dijo así protegía a los suyos de cualquier peligro. Habría hecho lo
mismo por cualquier vampiro… ¿o no?
Irritado
por haber olvidado momentáneamente el asunto que tenía entre manos para ponerse
a pensar en aquel joven, Yunho inspeccionó la sala de baile por vigésima vez
aquella noche y se fijó en Siwon. Estaba hablando con una mujer pelirroja que
llevaba un vestido plateado, Heechul.
Debía de ser el vampiro que Yoochun y él habían encontrado con Siwon en aquel castillo,
hacía mucho tiempo. Los dos vampiros tendrían mucho de qué hablar… o quizá no.
Yunho decidió conceder unos momentos a Siwon.
Dispuesto
a esperar, algo que le resultaba muy difícil, dio un suspiro. Una morena con
unos pendientes de artesanía le dirigió una mirada ardiente. Yunho se
desentendió de la descarada invitación.
¡Maldita
sea! Había esperado recabar más información, pero la noche estaba resultando infructuosa.
Tendría que estar fuera, vagando por las calles y no atascado en aquel salón de
aire cargado.
Sus
pensamientos volvieron a dirigirse hacia el joven de azul. Sólo había conocido
dos vampiros capaces de leer mentes con la facilidad que tenía él, y ambos eran
ya ancianos. No era probable que él fuera tan viejo. Conocía a todos los
ancianos, y a él jamás lo había visto.
—
¡Mi querido príncipe Jung!
Al
oír una voz conocida, Yunho bloqueó todos los pensamientos de su mente y se volvió,
encontrándose ante un pomposo hombrecillo que le hacía una extravagante
reverencia.
Al
recordar que tenía muchas entradas en el cabello, Lord Soon se irguió rápidamente y se
arregló unos mechones errantes sobre su brillante calva. Las regordetas manos le
temblaban al enderezar la espalda y sonreía como un tonto, poniendo al
descubierto el hueco que tenía entre los incisivos, que destacaba aún más
debido a los restos de chocolate que se le habían quedado en las encías.
—Es
ciertamente un gran honor que usted se haya dignado asistir a nuestro baile,
príncipe Yunho. Mi esposa se siente muy complacida, sí, sí, sí, así es. Y
cuando se siente muy complacida, Dios mío, prepara platos exquisitos para… —Los
ojos del hombre estaban iluminados por el placer mientras dejaba la frase sin
terminar. Sus dedos regordetes, engalanados con sortijas de diamantes, se
retorcieron como si estuviera jugando con unas llaves invisibles.
Yunho
se sentía muy incómodo al ver que le regalaban tantas sonrisas. ¿Por qué aquel hombre
estaba tan contento? No tardaría mucho en descubrirlo.
—Pastelillos,
tartas y frutas exóticas, sí, sí, sí. —La voz de Lord Soon subía una octava con
cada exclamación, haciendo que varias parejas que estaban bailando tropezaran y
se detuvieran a observar el espectáculo que estaba organizando el hombrecillo.
Ajeno
a todo, el lord volteó la mano enguantada en el aire y exhaló un sonido que
habría parecido una carcajada si no hubiera sido tan ensordecedor.
—Dos
príncipes en una celebración, mi mujer me hará pastel, sí, sí, sí, lo hará. ¡Y chocolate!
Dios mío, hará que le lleven el chocolate más delicioso. —Nada más decirlo, el hombrecillo
cayó en un respetuoso silencio, con la mirada cada vez más perdida.
Sorprendido
al ver su mano en el aire, Lord Soon la bajó y la apoyó en su redondeado vientre.
Yunho
no sabía qué clase de respuesta se esperaba de él. Apenas tenía tiempo para escuchar
toda la charla insulsa con la que le castigaban, pero despreciar al hombre que
había organizado el baile era algo que no podía permitirse. Consideró la
posibilidad de introducir un pensamiento en la mente del hombre para hacerle
partir, pero le preocupaba que Lord Soon no fuera un hombre muy equilibrado. No
quería arriesgarse a causar un daño, o mejor dicho, más daño del que ya sufría,
en la mente de aquel hombre.
—
¿Habéis hablado de otro príncipe? —Dijo Yunho, fingiendo interés—. Entonces creo
que debo excusarme para ir a buscarlo.
Aún
no se había alejado dos pasos cuando la voz de Lord Soon le detuvo en seco.
—Un
momento, ahí está.
Irradiando
inconfundible energía nerviosa, la cabeza de un hombre apareció entre la multitud
mientras Yunho se detenía con irritación apenas disimulada.
Cerró
brevemente los ojos y se pellizcó el puente de la nariz. Estaba resultando una
velada endiabladamente larga.
—Mi
querido príncipe, le presento al príncipe Jung Yunho. —Lord Soon se acercó tirando
de un joven de aspecto nervioso—. Príncipe Shim, el príncipe Jung. —Hizo una reverencia
y se alejó para alivio de los dos hombres.
—Parece
mentira la cantidad de problemas que puede causar un hombre de su tamaño — gruñó
Changmin al ver al hombrecillo agitar las puñetas de las mangas mientras
hablaba con animación con otros invitados.
Yunho
escrutó detenidamente la mente de Changmin en busca de recuerdos de Seong Min y
luego asintió con la cabeza para indicar que estaba de acuerdo.
—Debería
estar satisfecho ahora que nos ha presentado. Sin duda su esposa le dará mucho chocolate
por eso. —El seco comentario que salió de sus labios sorprendió a Yunho, aunque
siguió impertérrito. ¿Cuándo había dicho una gracia por última vez?
Changmin
tendió la mano y sonrió.
—Sí,
sí, sí, mucho chocolate.
Yunho
frunció la comisura de la boca para esbozar una sonrisa al estrecharle la mano
al otro. No se le había ocurrido hasta entonces, pero hacía muchos años que no
sonreía. Le costaba creer que hubiera recuperado el sentido del humor, pero
¿por qué no? Sentía casi todo lo demás.
Al
contrario que con el deseo que había sentido al encontrarse con el joven de
pelo negro, aquel redescubrimiento del humor no molestó a Yunho. De hecho, casi
había olvidado lo agradable que era la sensación de encontrar algo divertido.
Al
darse cuenta de que había estado silencioso un largo rato, Yunho volvió a
prestar atención al príncipe.
—Creo
que no nos conocíamos, pero su apellido me resulta familiar.
Changmin
inclinó la cabeza para saludar a un conocido que pasaba.
—Es
posible que haya oído hablar de mi padre, Shim Nae Sang.
—Ah,
sí. — Yunho recordaba el apellido y la tragedia a la que estaba ligado. Recordó
al zar hablando de Shim Nae Sang durante una de las visitas regulares de Yunho a
palacio—. El trabajo de vuestro padre para mejorar las relaciones entre los
países y el donaire de vuestra madre fueron tema de conversación durante muchos
años. Su muerte fue una pérdida para todos nosotros.
Changmin
asintió con la cabeza.
—
¿Acaba de llega?
—Hace
unos días, sí.
—Permitidme
que os lleve al club. Hay algunos pasatiempos bastante agradables si se sabe
adónde ir.
Yunho
meditó la inesperada oferta de hospitalidad. Por lo que deducía de las
constantes sonrisas y saludos que recibía Shim Changmin, era un hombre conocido
que podía facilitarle la entrada en toda clase de celebraciones y fiestas.
Yoochun era una buena llave maestra para entrar en la sociedad, pero ir
acompañado por el príncipe Shim podía resultar muy productivo para su búsqueda.
—Me
encantaría, príncipe Shim.
Changmin
esbozó una sonrisa encantadora.
—Tendrá
que llamarme Changmin si vamos a pasar juntos más tiempo. Tanto «príncipe» se me
sube a la cabeza, y mi hermano le contará que la idea que tengo de mí mismo ya
está bastante inflada.
Yunho
asintió con la cabeza. Changmin tenía sentido del humor, y apreciaba su
franqueza. Aunque un vistazo a los pensamientos del joven le revelaron que una
de las razones por las que el joven deseaba su amistad era su hermano. Por qué
insensata razón Changmin se había convertido en casamentero era algo que se le
escapaba, pero tampoco le parecía importante.
—Entonces
supongo que tendrás que llamarme Yunho, aunque he de decirte que me encanta el
«principeo».
Changmin
se echó a reír.
—Será
mejor que me vaya. Unos amigos quieren ir mañana al club. Es el paraíso de los jugadores,
y el club de caballeros más exclusivo de la ciudad, así que no se permite la
entrada a los irritantes jovenzuelos a la moda. Te conseguiré un pase de
invitado. ¿Qué te parece si nos vemos al mediodía?
—De
acuerdo —dijo Yunho, asintiendo con la cabeza a su compañero, que se alejó inmediatamente.
—
¿Príncipe?
Yunho
oyó el incómodo timbre de la voz de Siwon y al volverse lo vio al lado de Heechul.
—
¿Sí?
—Acaba
de llegar un mensaje de la casa de Heechul. Uno de sus contactos en el cuerpo
de policía ha comunicado que ha habido otro asesinato. La policía comprobó que
se había desangrado a la víctima, pero curiosamente no se ha encontrado ni
rastro de su sangre.
Yunho
entrecerró los ojos para meditar la noticia. Seong Min acababa de cometer su
mayor error.
—
¿Dónde han encontrado el cuerpo?
Fue
Heechul quien respondió.
—Aquí
en la ciudad.
—Heechul,
quiero que todos los vampiros acudan a mi residencia esta noche, ¿podrás
organizarlo?
—Sí,
príncipe Jung, lo haré.
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Changmin asió la mano de su hermano al ver la tensión reflejada en
su rostro. Temía que aquella reunión hubiera estado demasiado concurrida para
su categoría. Maldita sea, debería haber hecho caso de su intuición y
mantenerlo lejos de las grandes concentraciones.
—
¿Te encuentras bien, Jae?
Jaejoong
intentó en vano esbozar una sonrisa y miró angustiada hacia Lady Yoon Joon. Reprimió
un suspiro cuando se dio cuenta de que la robusta señora estaba enfrascada
charlando con sus chismosas amigas. Lo último que Jaejoong quería era que Lady
Yoon Joon se preocupara por él.
—Changmin,
creo que es muy posible que me haya vuelto loco —dijo Jaejoong en voz baja.
Changmin
se echó a reír, aunque sus ojos conservaron la seriedad cuando observó a su hermano.
—Sinceramente,
lo dudo, querido hermano. Tú no permitirías que algo así ocurriera, y mucho
menos teniendo un concepto tan alto de tu mente como tienes.
Temblando
ligeramente, Jaejoong trató de adoptar un aire jovial.
—Bueno,
querido, tengo una noticia para ti. Creo que he visto a alguien que es como yo.
La
sonrisa de su hermano se desvaneció rápidamente al oír aquella revelación.
Recorrió el salón con la mirada como si fuera capaz de ver a alguien con el don
de Jaejoong, y luego cerró los ojos con fuerza.
—
¿Quién? ¿Dónde? ¿Estás seguro?
Jaejoong
asintió con pesar.
—Sí,
estoy seguro, aunque no sé cómo se puede estar seguro de algo así.
Antes
de que Changmin pudiera responderle, Lady Yoon Joon le golpeó el hombro con el abanico.
—Príncipe
Shim, creo que ya es hora de irse a casa.
Changmin
miró a Jaejoong antes de asentir cortésmente.
—Por
supuesto, mí querida señora. Creo que estaba empezando a sufrir un ataque de hastío.
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Cuando
todo el mundo se fue a dormir, Jaejoong salió de su dormitorio y bajó las
escaleras de puntillas y descalzo. El sueño escapa a aquellos que tienen algo
en su mente y Jaejoong tenía la suya llena.
Llegó
a la planta baja y giró a la derecha, en dirección hacia la parte trasera de la
casa, a la sala donde estaba el piano de cola. Si hubiera estado en el campo,
habría cabalgado hasta que se le hubiera despejado la cabeza. Echaba mucho de
menos su caballo, el terreno que rodeaba su campo. Aquí en la ciudad incluso un
simple paseo quedaba fuera de cuestión cuando el cielo se oscurecía.
—Estás
aquí, para bien o para mal, y será mejor que te acostumbres.
La
voz de Jaejoong resonó en la gran sala de música. Sus pies descalzos lo
llevaron hasta la ventana, en cuyo alféizar tomó asiento, dando gracias en
silencio todo el rato por la alfombra turca que ofrecía una semblanza de
calidez.
Volvió
a recordar al hombre del baile. ¿Sería el que había hablado con él? ¿Podía oír
los pensamientos ajenos? ¿Había oído los suyos?
Había
tantas preguntas que hacer… aunque la posibilidad de conseguir respuestas, más
que emocionarlo, lo asustaba.
Lo
que más le interesaba saber era por qué no había sospechado hasta entonces que
algo así fuera posible. ¿Por qué no se le había ocurrido que existieran otros
seres como él?
La
idea lo aturdía; ¿y cómo iba a encontrar a esa persona? Podría estar en cualquier
parte del mundo. ¿Y si se habían cruzado sin enterarse?
Las
infinitas posibilidades giraban en su cabeza, haciéndolo sentirse más desolado
que nunca. Tenía que detener aquellos pensamientos locos antes de que lo
arrastraran a un auténtico frenesí. Siempre se había sentido orgulloso de su
carácter realista. Ahora más que nunca necesitaba agarrarse a esa sensatez. No
podía soñar despierto, no podía permitírselo. Los sueños se tienen durmiendo.
—
¿Jaejoong?
Jaejoong
levantó los ojos y vio a Changmin, vestido todavía formalmente y mirándolo con
aire intrigado. Tenía que haber estado muy enfrascado en sus pensamientos para
no haber oído la puerta principal al abrirse.
—
¿Una velada placentera? —preguntó con actitud zumbona. Siempre le había hecho mucha
gracia que su hermano no fuera capaz de hablar con él sobre asuntos de
naturaleza sexual. Ambos sabían dónde había estado Changmin, aunque él nunca lo
admitiría.
Changmin
atravesó la habitación en penumbra aclarándose la garganta y se sentó a su
lado, en el alféizar.
—Muy
placentera, sí. ¿Qué estás haciendo aquí?
Jaejoong
estaba seguro de que, si hubiera habido luz, habría visto rubor en las mejillas
de Changmin.
Se
encogió de hombros y recitó uno de sus poemas preferidos, de Charlotte Brontë:
—Amo
las horas silenciosas de la noche, pues en ellas surgen los sueños dichosos, revelando
a mi vista embelesada lo que mis ojos despiertos no percibirían.
Changmin
frunció el entrecejo.
—Creo
que Brontë se refería a los bellos sueños que se tienen mientras se duerme,
querido hermano —dijo, levantándose y tendiéndole una mano para ayudarlo—.
Vamos, te acompañaré a tu cuarto.
Jaejoong
levantó el rostro hacia su hermano.
—Debería
olvidarlo, ¿no crees?
Changmin
lo pensó un momento y alargó los brazos para estrecharlo entre ellos.
—Sería lo mejor, Jae.
Waaa otoke?? estoy hechizada con este fic XD
ResponderEliminarcuando se volverá a encontrar el yunjae XD ojala que yunho encuentre pronto al asesino
Oh oh... Cada vez más genial ...
ResponderEliminar^^
Jj no sabe si creer . No la verdad ver que alguien mas tenga ese don #*# ya quiero que se encuentren ^_^
ResponderEliminarAún sin saber muy bien que onda con JJ, YH lo defiende >\\<
ResponderEliminarMe dio risa lo del hombrecillo del chocolate xD
YH, preséntate y ayuda a JJ con su problema antes q lo vuelvan loquita T-T
kyaaaa Adore como Yunho protegió a Jae sin conocerlo bien :D Ya quiero que se encuentren!!! Por lo menos Yunho hablo con Changmin, tal vez a través de él tengan un encuentro ^ ^
ResponderEliminarya quiero que se encuentren y asi ver la atracción que se tienen. muy interesante este fic. gracias
ResponderEliminarSe encontró el YunJae pero no se reconocieron, ojalá pronto se vuelvan a ver, además Changmin ya le echo el ojo para su hermano.
ResponderEliminarGracias!!!