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Bajo el rojo sangre de la Luna: Capitulo 15

Capítulo 15


Jaejoong se arrastró escaleras abajo, con los pies descalzos para no hacer ruido, y entró en la biblioteca. Era humillante darse cuenta de que el miedo le impedía dormir.
Había soñado con un monstruo con aspecto de perro que buscaba su sangre y, por mucho que había tratado de librarse del rabioso animal, al final lo capturaba. Y cuando sus dientes estaban a punto de clavarse en su cuello, había despertado. Después, ya no pudo conciliar el sueño.
Llegó hasta el asiento de la ventana que se había convertido en su favorito y apartó las cortinas para ver la casa que había al otro lado del jardín.
A los pocos minutos suspiró. Por mucho que miraba, no veía a nadie patrullando los jardines, aunque sabía que estaban allí. Siwon le había hablado aquella tarde de los vampiros que vigilaban la casa, probablemente para disuadirlo de cualquier idea de fuga.
No era probable que escapara, pero Siwon siempre era muy cauto.
— ¿Jaejoong?
Oyó la suave voz de Yunho en el salón a oscuras. No entendía por qué para él era importante no comprender que estaba asustado, pero lo estaba.
— ¿Sí? —respondió resueltamente, irguiendo la espalda. No sabía por qué lo había obligado a dejar la cena, pero al llegar a casa su ira había cedido. Tampoco tenía un interés especial por quedarse. Por lo único que estaba resentido era por su actitud.
Jaejoong se dio la vuelta al acercarse Yunho. El camisón rozó sus pies, recordándole que estaba a medio vestir. Su primer impulso fue cubrirse, pero eso solo serviría para llamar su atención sobre zonas que no quería que él mirase. En cualquier caso, era ridículo molestarse por su indumentaria cuando el blanco camisón la cubría de pies a cabeza.
— ¿Qué haces fuera de la cama? —preguntó Yunho al llegar a su altura, mirando el asiento vacío que había a su lado.
Viendo la dirección de su mirada, Jaejoong lo señaló.
—Adelante. No podía dormir, eso es todo. ¿Por qué estás despierto tú?
Yunho miró por la ventana al vampiro que estaba al lado de un viejo roble.
—No suelo dormir mucho —respondió por fin, mirando el camisón de arriba abajo y luego volviendo a mirar por la ventana.
Jaejoong asintió con la cabeza, aceptando sin problemas lo que unos días antes lo habría sorprendido.
— ¿Piensas decirme por qué me has hecho abandonar la cena?
—Desafiaste a aquel hombre y te convertiste en objetivo de su violencia —dijo Yunho sin inmutarse, aunque en su voz se notaba la irritación.
— ¡Él fue quien me desafió! —protestó Jaejoong.
—No deberías haber discrepado.
Jaejoong se puso en pie, indignado de nuevo.
—Se merecía que lo machacaran, Yunho, y tú lo sabes.
—Le sacaste de sus casillas hasta el punto de que estuvo pensando seriamente en hacerte daño, Jaejoong —dijo Yunho sin dejar de mirar por la ventana. Su calma lo hizo irritarse aún más.
— ¡Que se hubiera atrevido!
Jaejoong se quedó paralizado al ver la expresión de Yunho.
—Si lo hubiera hecho, tendría que haberlo matado.
Hablaba en serio. Jaejoong supo que lo habría hecho y por eso se había enfadado. Yunho debió de leer los pensamientos de Lord Soon y había visto que le deseaba hacer daño de verdad. Estaba enfadado porque él había estado a punto de provocar que un hombre le hiciese daño.
Jaejoong se sentó lentamente.
— ¿Iba a hacerme daño?
—Lo planeaba.
—Quieres decir, después de salir de allí…
—Hice un trato con él —dijo Yunho con sequedad. Jaejoong no lo dudó ni un minuto.
— ¿Fuiste tras él? —susurró.
Yunho se puso en pie y le ofreció la mano para que lo siguiera. Jaejoong vaciló apenas un momento antes de darle la mano. Sabía que Yunho no le habría hecho daño a Lord Soon. Él era el guardián de las leyes de los vampiros y no podía saltárselas. Habría disuadido a Lord Soon de alguna otra forma.
—Es hora de que te vayas a dormir.
Se ruborizó al oír aquello. Revivió el recuerdo de su beso, pero lo alejó con un gran esfuerzo de voluntad.
Yunho se detuvo al píe de las escaleras y esperó a que él subiese. Cuando Jaejoong llegó a la puerta de su dormitorio, se desvaneció tan silenciosamente como había llegado.
Tras atravesar el dormitorio y meterse en la cama, se preguntó qué haría Yunho durante las horas en que la mayoría de los humanos dormía.
No se iba a dormir, de eso estaba seguro. ¿Bajaría a la biblioteca a leer?
Acurrucándose entre las sábanas, se propuso dejar de pensar y tratar de dormir. Cerró los ojos e imaginó un rebaño de ovejas en un prado. Unas pacían y otras correteaban por la colina que imaginaba con claridad. El sol lucía y Jaejoong se relajó bajo las mantas.
Quizá después de todo iba a dormir, pensó, mientras veía las ovejas lanudas recostadas al sol. Empezaba a adormilarse cuando de pronto apareció el lobo enseñando los colmillos.
Se incorporó en la cama respirando agitadamente, mirando todos los rincones del dormitorio como si esperase que el lobo se materializara en cualquier momento.
— ¡Esto no funciona!
Apartando las frazadas, se dirigió al armario y rebuscó entre las ropas hasta que encontró un vestido. Iría a la biblioteca a coger un libro, pero completamente vestido, por si se encontraba con Yunho.
— ¿Qué haces? —La profunda voz de Yunho resonó en la puerta.
Sorprendido, Jaejoong dio un grito y dejó caer el vestido que había elegido.
— ¿Estás loco? ¿A quién se le ocurre aparecer de esa manera precisamente esta noche? — dijo, irritado.
Yunho no parecía en absoluto arrepentido de sus acciones, antes bien se acercó a él y se inclinó para recoger el vestido del suelo.
— ¿Pensabas ir a alguna parte? —preguntó con suspicacia.
Jaejoong le arrebató el vestido.
—A la biblioteca, por si te interesa. No te lo he dicho antes, pero tengo pesadillas. Cada vez que cierro los ojos para contar ovejas, aparece un lobo que se las quiere comer.
Sabía que parecía ridículo, incluso infantil, pero no podía evitarlo. Miró a Yunho preparada para enfrentarse a su mirada implacable, pero se quedó con la boca abierta.
— ¿Has sonreído? —preguntó asombrado. Había abierto unos ojos como platos al ver curvarse los labios de Yunho, y si no se equivocaba, ¡se le formaba un hoyuelo en la mejilla derecha!
—No —dijo Yunho fríamente, impasible el ademán, como siempre; pero Jaejoong  no pensaba rendirse. Había buscado algo en que pensar y aquella era la válvula de escape perfecta para su mente sobrecargada.
— ¡Creo que tienes un hoyuelo! —dijo echándose a reír. Alargó la mano y le tocó la mejilla derecha antes de que él apartara el rostro.
— ¡Basta, Jaejoong! —ordenó el hombre con vehemencia.
Jaejoong se burló de él con buen humor.
—No hasta que admitas que has sonreído.
Las cejas de Yunho se convirtieron en una sola.
—No pienso hacer nada semejante. Y ahora vuelve a la cama.
— ¡Oh, vamos! —dijo Jaejoong con voz zalamera—. Sólo una sonrisa.
Sujetando las manos que habían emprendido el camino hacia su rostro, Yunho trató de intimidarlo con una mirada fría, pero fracasó miserablemente.
—Así no se sonríe, Yunho —dijo, soltándose las manos y tocándole las comisuras de la boca para levantarlas—. Se hace así. —Su voz se suavizó al sentir el impacto de su presencia física. Era tan fuerte, tan vital, tan viril…
Yunho dio un paso atrás y se aclaró la garganta.
—Necesitas descansar. Si te tranquiliza, me sentaré en esa silla que hay al lado de la ventana hasta que te duermas.
Jaejoong asintió en silencio, tratando de no mostrar cuánto le hería su rechazo. Tenía razón, por supuesto, pero le escocía que pudiera ser tan imparcial cuando él le deseaba tanto.
Eso, Kim Jaejoong, es una bendición, se dijo. Volvió a la cama, cerró los ojos y le oyó moverse por la habitación hasta que se sentó, como había prometido.
Respira despacio, piensa en ovejas… A los diez minutos de esforzarse por dormir, Jaejoong cayó en la cuenta de que no podía olvidar las sensaciones que le daban vueltas en el estómago.
— ¿Yunho? —murmuró. Él calló tanto rato que Jaejoong pensó que no respondería. Le oyó suspirar y finalmente respondió.
— ¿Sí?
Jaejoong se acarició los brazos con las manos, pensando que incluso su voz la hacía temblar.
—No puedo dormir.
Le oyó moverse hasta que notó un movimiento en el colchón; se había sentado a su lado. Se volvió y le miró la cara, que estaba en sombras.
— ¿Todavía tienes miedo?
—No —respondió el joven con franqueza.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—Yo… — Jaejoong cerró los ojos y se preguntó cómo había llegado a meterse en aquel enredo. Aunque sabía que era ridículo esconder sus pensamientos a aquel hombre. Él le había enseñado a bloquearlos, lo había salvado de convertirse en presa de la ley de los vampiros, y había hecho Dios sabía qué para asegurarse de que no iba a sufrir ningún daño de manos de Lord Soon.
—Ya sé que no me quieres, pero no puedo dejar de pensar… bueno, en los besos.
— ¿Besos? —repitió Yunho lentamente. Incluso en la oscuridad, Jaejoong intuyó sus cejas enarcadas.
—Sí. —Había admitido la mitad, así que se figuró que no le perjudicaría añadir el resto—. Besos contigo.
Yunho se quedó en silencio durante un largo rato y Jaejoong comenzaba a preguntarse si diría algo cuando sintió los dedos de Yunho en la parte de su pierna que había quedado destapada.
Tenía una mano dura y áspera que producía escalofríos en toda su piel mientras la subía por la pierna, arrastrando el camisón en su avance.
Antes de que supiera cómo había pasado, Yunho había levantado las sábanas y estaba tendido a su lado.
No dijo nada. No quería romper el hechizo que se había formado.
Yunho, apoyado en el codo, continuó levantándole el camisón hasta que los faldones estuvieron a la altura de su cintura y sus ropa interior de algodón blanco quedaron a plena vista.
Aunque cada movimiento la llenaba de éxtasis, Jaejoong sintió la necesidad de cubrirse.
Yunho le cogió la mano.
—No lo hagas —dijo suavemente, besándole los dedos—. Eres muy hermoso.
Continuó el pausado recorrido de los dedos y pronto llegaron insoportablemente cerca de sus sensibles pezones.
—Yunho —susurró Jaejoong.
Yunho se inclinó sobre él, atrayendo su cuerpo y besándolo hasta que Jaejoong dejó de pensar. Jaejoong se dejó arrastrar por las sensaciones que estremecían su cuerpo de placer. Todo él era duro como una roca… era su protector.
De repente le molestaron las ropas de Yunho. Quería sentir su piel como él sentía la suya.
Jaejoong manipulaba el sexto botón de la camisa cuando Yunho se detuvo. Dejó de besarlo y se irguió para escuchar.
— ¿Qué…?
—Silencio —ordenó Yunho, escuchando. Jaejoong sólo oía el rumor de las ramas movidas por el viento.
—Hay un vampiro acercándose a la casa —dijo Yunho, bajando del lecho.
Jaejoong recordó al vampiro que Yunho andaba buscando y miró hacia la ventana con expresión preocupada.
— ¿Amigo?
—Sí.
Jaejoong se incorporó en la cama y se sujetó las sábanas contra el pecho mientras él se dirigía a la puerta.
—No pensarás irte, ¿verdad? —Su voz traicionó el miedo que aún sentía.
—Volveré enseguida, no te preocupes.
Jaejoong asintió y volvió a acostarse. Miró al techo y empezó a contar.
Había llegado a sesenta y cuatro cuando volvió Yunho.
— ¿Va todo bien? —preguntó con voz vacilante. El miedo con el que se había familiarizado en las últimas horas estaba desapareciendo, dejando agotamiento en su estela.
—Todo va bien.
Yunho fue a la cama, se tendió a su lado y lo rodeó con el brazo.
—Ahora duerme. Yo velaré.
Jaejoong aceptó su protección con la misma facilidad que había aceptado sus caricias. Se acurrucó contra él y cerró los ojos; de repente se le ocurrió una extraña idea. Jung Yunho era el único hombre que le daba seguridad.
— ¿Yunho? —dijo abriendo los ojos a la oscuridad de la camisa de Yunho.
— ¿Mmmm?
— ¿Qué harás cuando termines tu trabajo?
—Volver a casa.
Jaejoong respiró hondo y encajó la repentina tensión que invadió su pecho. Cuando el sufrimiento se convirtió en un dolor apagado, cerró los ojos una vez más.
Hasta que lo venció el sueño.

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—Me alegra de veras que no te importe. Cuando Siwon me trajo la nota de Hyun Joong esta mañana, no pude pensar en otra cosa que en pedirte que vinieras. —Jaejoong debía de haber hablado muy deprisa, pues se había quedado sin aliento. En busca de algo de dignidad, irguió los hombros, cogió su taza de té y bebió.
—Jaejoong, está bien que recibas visitas aquí y no voy a hacer que te sientas mal por eso. Mi casa es tu casa, querido, y tu Hyun Joong es aquí bien recibido —dijo Junsu con la boca llena de panecillo tostado—. ¿Y por qué crees que es tan urgente que tenga que verte hoy?
Jaejoong dejó la taza sobre la mesa y observó el mensaje que había recibido.
—Quizá tenga algo que ver con su madre. Creo que está muy enferma, así que es posible que quiera contarme personalmente que tiene que ausentarse durante un tiempo.
—Suena razonable —dijo Junsu.
Probablemente esa era la razón de que Hyun Joong quisiera verlo, y Jaejoong habría deseado sentir más pena por su marcha. A aquellas alturas debería estar decepcionada porque él no lo cortejara con más aire; después de todo tenía que casarse a toda prisa. Pero ni aun así podía sentir la tristeza que de él se requería.
Oh, sí, se sentía triste, pero no por lo que mandaban las apariencias. Desde que había despertado aquella mañana, sólo podía pensar en Yunho. Acabaría por irse, y eso hacía que el corazón le doliera inexplicablemente.
Eres tonto, ¿no es hora ya de que lo admitas? ¡Estás enamorado de él!
—Jaejoong, ¿me escuchas? —dijo Junsu mirándolo fijamente.
—Yo, no… estaba pensando…
La risa de Junsu llenó la habitación y ayudó a Jaejoong a relajarse. ¿Cuándo se había puesto tan rígido?
—Sí, ya veo que no has oído una palabra de lo que he dicho. Pero no importa. Mientras estabas perdido en tus pensamientos, yo me he dedicado a esos deliciosos pasteles —dijo riendo—. ¡Este diablillo me da mucha hambre!
Jaejoong vio a Junsu poniéndose la mano con aire protector en el vientre y se preguntó si él tendría un hijo alguna vez.
—Los vampiros recién nacidos ¿se parecen a los humanos?
Junsu sonrió.
—Son iguales —dijo—. Nuestros niños no sólo se parecen a los humanos, sino que son exactamente iguales.
— ¿A qué te refieres? —preguntó Jaejoong, confuso.
Junsu puso el pie descalzo sobre el sofá. Siempre había sentido afecto por aquella habitación de la casa de Yoochun y le alegraba que Jaejoong hubiera querido verlo. Altos techos, altas ventanas y grandes sofás. Cuando estaba en aquella biblioteca se sentía como si estuviera al aire libre.
—Me refiero a que nuestros jóvenes no necesitan sangre ni tienen ninguna de las habilidades de nuestra especie. Esto comienza cuando llegan a la pubertad…
—Pero ¿cómo…? —preguntó Jaejoong con expresión sorprendida.,
—Un momento —lo interrumpió Junsu levantando la mano. Jaejoong miró a Junsu, que cerró los ojos. Pasaron los segundos, pero no dio ninguna explicación.
—Excelencia, ¿os encontráis bien?
Junsu abrió los ojos y asintió con la cabeza.
—Te dije que me tutearas y me llamaras Junsu; y sí, me encuentro bien; se trataba de Yoochun.
— ¿Qué?
—Estaba hablando con Yoochun. Está en camino.
Jaejoong siguió mirando a Junsu sin entender nada, hasta que Junsu cayó en la cuenta de que era necesaria una explicación.
—Perdóname, querida, olvidé que no eres de los nuestros. Verás, cuando dos vampiros están en sintonía, la distancia se vuelve insignificante. Podemos comunicarnos a pesar de todo.
— ¿Así que puedes hablar con otros vampiros en cualquier momento?
—No, me temo que no —dijo Junsu con pesar—. Estar… en sintonía supone tener un vínculo muy fuerte. La mayoría sólo tiene ese vínculo con la familia y, por supuesto, con su cónyuge, en el caso de que se tenga la suerte de encontrar uno.
— ¿Cónyuge? —Era como si Junsu estuviera hablando en un idioma extranjero. Cada explicación suscitaba más preguntas.
—Supongo que es la expresión de los vampiros para referirse al amor verdadero.
Jaejoong recordó que Changmin había oído su llamada en el teatro.
— ¿Es posible que yo pueda comunicarme de esa manera?
Junsu reflexionó un momento.
—Nunca he oído hablar de un humano que pudiera hacerlo —dijo—, pero con tu mente, ¿quién sabe?
— ¿Excelencia? —dijo el mayordomo desde la puerta, interrumpiendo en seco la conversación.
— ¿Sí? —inquirió Junsu.
—Ha llegado Lord Hyun Joong. Está esperando en el recibidor.
—Oh, sí, por supuesto. Gracias.
Jaejoong notó un extraño revuelo en el estomago al levantarse para ir con Hyun Joong.
—Volveré enseguida.
Junsu le indicó con la mano que saliera y sonrió.
—Ve, ve. Luego vuelve y cuéntamelo todo.
Jaejoong asintió y se dirigió a la sala donde esperaba Hyun Joong.

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— ¡Jaejoong! —dijo Hyun Joong, adelantándose para llevarse su mano a los labios. Parecía algo aturullado, pero era comprensible si su madre corría peligro.
— ¿Cómo está tu madre? —dijo, acompañándolo hasta un sofá y sentándose a su lado.
—Mejor, gracias, aunque me temo que no está totalmente bien.
Jaejoong vio encenderse y apagarse un destello de preocupación en su atractivo rostro. Hyun Joong se arrellanó y lo miró cálidamente.
—Estás precioso, como siempre. Pensaba que eras demasiado inteligente para pensar que un color tan infantil como el rosa te sentaría bien, pero por increíble que parezca te queda fantástico.
Jaejoong arqueó una ceja.
—Es un color que llaman carne de doncella, no tiene nada que ver con el rosa.
Hyun Joong se echó a reír y él se hizo eco de su alegría. Después de todo, era un hombre tan divertido que quizá hasta le echara de menos.
—Debes de estar intrigado por la urgencia de esta visita.
Jaejoong vio que se había puesto muy serio.
—Sí, desde luego.
Cogiéndole de nuevo la mano, Hyun Joong asintió solemnemente.
—Entonces supongo que no debo hacerte esperar más. Jaejoong, cuando esta mañana me levanté, supe que para mí no habría nadie más en el mundo.
Jaejoong se lo quedó mirando mientras se arrodillaba al lado del sofá y la miraba con una sonrisa medio burlona.
—Ni siquiera hablar con tu hermano esta mañana me resultó difícil… ¿quién iba a decir que un día estaría deseando hacer una cosa así?
Jaejoong recuperó por fin el habla y lo miró.
— ¿Hacer qué, exactamente?
Hyun Joong se echó a reír, aunque no era la risa sincera y jovial a la que se había acostumbrado. Había inseguridad en él, y esperanza.
—Te estoy pidiendo que seas mi esposo, Jaejoong.

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Jaejoong estaba en silencio, con los pies apoyados en un escabel y el grueso volumen de Criaturas míticas en el regazo. Estaba abierto por una página con imágenes de murciélagos y el dibujo de un hombre con largos colmillos y los ojos inyectados en sangre, pero Jaejoong no leía el artículo sobre vampiros rumanos, sino que miraba por la ventana de la biblioteca.
No era consciente de la lluvia ni de la oscuridad del día. Lo único que veía era el rostro del hombre que la había besado la noche anterior, el hombre que probablemente nunca volvería a besarlo.
No entendía por qué esta idea lo ponía melancólico; después de todo, ¿cómo iba a querer que lo besara un vampiro? En cualquier caso, ¿qué tenía de especial Jung Yunho?
Era atractivo, sí, pero también lo eran muchos hombres que había conocido últimamente. Era poderoso, pero eso también era un rasgo que tenía en común con otros. Carecía totalmente de sentido del humor, lo que definitivamente no era un buen detalle.
Mientras hacía la lista mentalmente, comenzó a animarse. No se perdía nada por no interesar a aquel insidioso, porque no tenía ningún elemento positivo.
— ¡Ja! —Su voz rebotó de estantería en estantería, aterrizando por fin en sus oídos.
Bueno, quizá la preocupación por su gente sí sea un elemento positivo, pensó sin tenerlas todas consigo. Y estaba también el hecho de que le había salvado la vida, aunque, eso sí, de una forma poco tradicional.
Quizá su preocupación por su seguridad y el que hubiera dado la cara por él frente al arrogante Lord Soon pudieran considerarse ejemplos de sus buenas cualidades…
¡Maldito fuera aquel hombre! ¿¡Por qué tenía que ser amable y atento, y cariñoso y poderoso, y atractivo y misterioso y tan completamente insoportable!?
— ¡Es un vampiro! —dijo, como si oír las palabras en voz alta pudiera cambiar sus sentimientos. Pero no cambiaron. —De todas formas, ya no importa —gruñó, olvidando toda pretensión de leer el libro y dejándolo en el suelo.
— ¿Jaejoong? —preguntó Siwon desde la puerta de la biblioteca, con una bandeja de plata en la mano.
— ¿Ha vuelto Yunho? —dijo Jaejoong, sin poder evitarlo. Tras la partida de Hyun Joong, había querido volver a casa y desde entonces había estado esperando a Yunho.
—No, el príncipe no está aquí —respondió Siwon con su habitual laconismo—. La cocinera acaba de prepararme té y me preguntaba si le gustaría tomar un poco.
Jaejoong, sorprendido y encantado, miró la bandeja que llevaba Siwon y sonrió.
—Pues sí, muchas gracias, Siwon. Eres muy amable.
—De nada —dijo Siwon, encogiéndose de hombros, aunque Jaejoong notó cierto enrojecimiento en sus mejillas. Entró y antes de que él pudiera levantarse, puso la taza de té al lado de donde estaba sentado.
—Gracias, Siwon.
Siwon ya estaba en la puerta y parecía a punto de salir sin decir nada más cuando se detuvo.
—Es un placer, sobre todo porque le he causado problemas últimamente.
¿Problemas últimamente? Jaejoong entendió lo que quería decir y se quedó atónito. Si se trataba de una excusa por haberlo puesto a las puertas de la muerte cuando impidió su huida aquella noche fatídica, era más bien insuficiente. Pero no era probable que Siwon se disculpara por hacer algo que él creía que estaba bien. Sencillamente, le estaba diciendo que se sentía mal por lo que había pasado por cumplir con su deber.
—Gracias —respondió otra vez, y cuando estaba saliendo, Jaejoong le detuvo—. Espera. Me preguntaba si podrías responderme a una pregunta.
—Puedo intentarlo —dijo Siwon asintiendo con la cabeza y, volviendo a la habitación, se sentó a su lado.
—Es sobre el poema que hay al principio de vuestro Libro de la Ley —dijo Jaejoong y, recordándolo, lo recitó—: «Un vampiro vive sin ser conocido, con su dolorosa sed. / Vive, pero no deja huellas, así debe ser».
Siwon prosiguió con mirada ausente:
—«Un día saldrá de la oscuridad, no más sed. / Los Elegidos traerán la luz.»
— ¿Qué significa? —preguntó Jaejoong, arrellanándose en el asiento, lleno de curiosidad mientras Siwon se removía en su silla.
—Ya sabe que nosotros los vampiros no podemos vivir sin sangre. —Aunque no era una pregunta, Siwon esperó a que él asintiera con la cabeza antes de continuar—. El poema habla de la sed que sentimos hasta el final de nuestra vida. La cantidad de sangre que necesitamos cambia según lo que hagamos. Un vampiro puede pasar un par de días sin sangre, si no hace un esfuerzo excesivo, o si no resulta herido de alguna manera. En todo caso, sin sangre, morimos al igual que vosotros cuando os falta la comida.
—Sí, ya veo. ¿Y que «no deja huellas» se refiere al hecho de que nosotros, los humanos, no sabemos de vuestra existencia?
—Supongo que sí —dijo Siwon, encogiéndose de hombros.
— ¿Y los Elegidos? ¿A qué se refiere?
— ¿Los Elegidos? — Siwon se echó a reír—. Eso procede de una antigua profecía y lo más probable es que sea una fábula.
—Cuéntamela de todas formas —insistió Jaejoong. Se había estado preguntando por los Elegidos desde el mismo día en que Yunho le había dado a leer el Libro de la Ley.
—Habrá oído decir que para los vampiros es muy difícil procrear —dijo con un suspiro—. No somos compatibles con los humanos para ese fin y la mayor parte de nuestra gente muere antes de alcanzar la edad fértil. Bien, pues se dice que es posible que haya una línea de sangre humana compatible con la nuestra. Los hijos de esa unión serían los Elegidos. Serían los que vagarían por la Tierra siendo mitad vampiros, mitad humanos. No tendrían la sed que tenemos nosotros, no necesitarían sangre.
Jaejoong se quedó pensativo un momento, pero no se le ocurría cómo los Elegidos podían llevar «la luz» a la raza de los vampiros.
— ¿Qué diferencia habría entre los Elegidos y los humanos, Siwon? ¿Por qué son tan importantes?
Siwon esbozó una sonrisa irónica.
—Me ha entendido mal. Los Elegidos son vampiros, pero no tienen nuestra debilidad. No necesitan sangre, pero si son heridos, un pequeño sorbo los curaría. Al no necesitar sangre, envejecen más rápidamente que nosotros, por tanto también maduran antes. Los Elegidos no vivirían tanto como un vampiro normal, pero madurarían como un humano. Una mujer podría quedar embarazada antes de los veinte años, y un hombre podría inseminar después de los veinte. Si llegaran los Elegidos, nacería una nueva raza de vampiros; una que no tendría que esconderse del resto del mundo. Y en opinión de muchos vampiros, terminaría con la desesperanza que sentimos.
Desesperanza. A Jaejoong no le parecía que los hombres y mujeres que había conocido últimamente estuvieran desesperados. Era imposible imaginar a Yunho desesperado. Aunque en parte entendía el precio que suponía el tener que esconder al mundo lo que uno es.
La habilidad de leer mentes había empujado a Jaejoong a buscar refugio entre cuatro paredes. Había buscado su piano y había leído cientos de libros en voz alta, como si los hombres y mujeres muertos tiempo atrás pudieran dialogar con él. Había implorado la compañía de las páginas de papel y hasta ese preciso momento no había caído en la cuenta de que había estado escondiéndose porque no había sabido qué otra cosa podía hacer.
Sólo tenía veintiún años y casi había renunciado al mundo. ¿Cómo sería sentirse así durante cientos de años?
Yunho. Su nombre le vino a la cabeza con fuerza. No había cantidad de tiempo ni de tensión que pudiera con él, y ahora comprendía con más claridad la actitud reverente con que lo trataban.
Jaejoong había oído que era el vampiro vivo más fuerte, pero por mucha fuerza física que poseyera, su verdadero poder radicaba en su mente.
Y él le había enseñado a ser fuerte. Le había dado el control de sí mismo y, quizá sin siquiera proponérselo, lo había sacado de su escondite.
—He de retirarme —dijo Siwon, sacando a Jaejoong de su ensimismamiento.
—Por supuesto, Siwon, muchas gracias —dijo, sonriendo.
—No hay de qué —dijo el otro, haciendo una inclinación y saliendo de la habitación tan silenciosamente como había llegado.
Jaejoong  se reclinó en su asiento y cogió la taza de té. Era una revelación ver que ya no se enfadaba por todo lo que aquello suponía. En honor a la verdad, tenía que admitir que era más sincero y se sentía más cómodo con sus nuevos amigos vampiros que con otras personas que había conocido antes.
Seguía lloviendo, la última gota de té se había consumido y el tictac del reloj acunó a Jaejoong hasta que se durmió.

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— ¿Quién eres?
Jaejoong abrió los ojos pero no vio nada hasta que se acostumbró a la oscuridad de la estancia. Cuando por fin consiguió enfocar al muchacho, lo reconoció al instante.
— ¡Eres el chico de la ceremonia!
El muchacho se acercó a Jaejoong y lo miró con el entrecejo fruncido.
— ¡No eres un vampiro! —exclamó el joven con orgullo. Jaejoong trató de despejarse y miró a su alrededor.
— ¿Cómo lo sabes?
Won Hong se dejó caer en una silla que había delante de él.
—Porque estás durmiendo. Los vampiros dormimos muy poco, bueno, cuando somos algo más viejos. Yo todavía duermo más horas que la mayoría de vampiros porque todavía no tengo todos los poderes.
Jaejoong almacenó aquella información y asintió.
— ¿Así que aún estás desarrollando tus poderes?
—Sí —contestó él sonriendo—. ¡Me sometí a la iniciación hace tan solo una semana! Oh, un momento. He oído hablar de ti, eres la lectora de mentes, ¿verdad?
—Supongo que sí —dijo Jaejoong, agradecido—, aunque puedes llamarme Jaejoong, si quieres.
Won Hong se arrellanó en la silla con mirada de curiosidad.
—Dicen que eres un telépata tan potente que ningún vampiro puede entrar en tu mente. ¡Ni siquiera el príncipe!
— ¿Eso dicen? — Jaejoong se preguntó quién andaría hablando de él en tales términos.
—Bueno, en realidad me lo dijo mi padre, inmediatamente antes de decirme que no debía contárselo a nadie —dijo y su expresión se volvió recelosa—. ¿Por qué estás en la casa del príncipe?
—Yunho se ocupa de él —dijo Siwon, entrando en aquel preciso momento. Jaejoong no habría sabido responder a aquella pregunta tan peliaguda.
— ¿Te has presentado, Won Hong? —preguntó Siwon, acercándose al muchacho.
Won Hong se ruborizó y negó con la cabeza. Tras un breve ademán de Siwon, se puso en pie y se acercó a Jaejoong.
—Siento haber sido tan grosero. Soy Won Hong.
Jaejoong pensó que era increíblemente dulce, y tan joven…
—Si he de llamarte Won Hong, tú me llamarás Jaejoong.
—Muy bien, Jaejoong —dijo Won Hong sonriendo y olvidando su anterior bochorno. Luego señaló la habitación con entusiasmo infantil—. ¿Verdad que es grande la casa del príncipe? Y él te está protegiendo, eso es fantástico. A mí también me ayudó, ¿sabes? Durante la ceremonia, y también después.
Era fácil ver que Won Hong adoraba a Yunho, y compadecía al muchacho, de veras que sí.
—Es un hombre muy bondadoso, quiero decir un vampiro muy bondadoso.
— ¡Es el vampiro más fuerte del mundo! —Corrigió Won Hong —. Mi padre dice que si me porto bien puede que algún día…
Un agudo grito interrumpió las palabras de Won Hong y Siwon corrió hacia la puerta.
— ¿Siwon? —dijo Jaejoong, levantándose de su asiento.
—Viene de la calle. Los guardias no están y tengo que ir a ver lo que pasa. Quedaos aquí.
Y tras decir esto, se fue. Jaejoong y Won Hong se miraron.
— ¿Quién crees que ha gritado? —El miedo del muchacho era palpable, así que Jaejoong volvió a sentarse y se encogió de hombros como si no estuviera preocupado por nada.
—Probablemente alguna tonta que ha visto un ratón o algo parecido —dijo, sabiendo que había dicho lo que debía al ver que Won Hong reía y volvía a sentarse.
—Eres muy guapo para ser humano.
Jaejoong se frotó los brazos al sentir una fría brisa en la piel. ¿De dónde procedía aquella corriente de aire?
—Bueno, muchas gracias amable caballero, tú tampoco estás mal para ser… ¿qué demontres…? —Dijo Jaejoong con incredulidad al ver una sombra oscura saltando desde las largas cortinas—. ¡Aparta, Won Hong!
Jaejoong cogió el brazo del muchacho y tiró de él en el momento en que la figura envuelta en una capa oscura clavaba un cuchillo en el blando tejido del sillón.
No había tiempo para pensar. En el tiempo que tardó el atacante en recuperarse de la sorpresa, Jaejoong se arrojó sobre el arma.
— ¡Busca ayuda! —gritó mientras se aferraba a la empuñadura de la daga con todas sus fuerzas. Won Hong salió corriendo de la habitación en el momento en que una bota propinaba a Jaejoong una patada en el estómago. Sintió que la bilis le subía a la garganta, pero se la tragó y, falta de equilibrio, se lanzó sobre el cuchillo de nuevo.
Una mano enguantada la agarró del pelo y se lo retorció, forzándolo a agacharse hasta quedar a la altura de las rodillas del atacante. Jaejoong hizo una mueca cuando recibió un rodillazo en las costillas. El dolor fue insoportable.
Jaejoong cayó doblado por el dolor y trató de mirar hacia arriba. Vio que el cuchillo se acercaba y durante unos momentos el miedo venció al dolor. La figura oscura de su agresor estaba erguida, probablemente pensando qué hacer.
Un instante después, las botas negras se dirigieron hacia la puerta y Jaejoong supo que el asesino había decidido no perder el tiempo con él.
— ¡No! —gritó, agarrando los pies con todas sus fuerzas mientras las costillas protestaban con agudos aguijonazos de dolor.
— ¡Maldita sea! —El ponzoñoso silbido le perforó los tímpanos un momento antes de que un objeto duro se estrellara contra su cabeza.
Oscuridad. Todo se quedó sin color mientras perdía el conocimiento.

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— ¿Se encuentra bien?
Yunho cerró la puerta de la biblioteca y se volvió hacia Yoochun, que estaba esperando en el pasillo.
—El médico está ahora con él. El golpe lo dejó inconsciente y probablemente aturdido, pero no hay por qué preocuparse. Tiene golpes en la espalda, pero ninguna costilla rota. El doctor dice que pronto recuperará la conciencia.
Yoochun asintió con la cabeza y miró el pasillo.
—He enviado a Won Hong a casa con su padre y una escolta de cuatro hombres. Quería quedarse con Jaejoong. Dice que le salvó la vida.
Yunho ya había hablado con Won Hong y sabía lo que había ocurrido. ¿Es que Jaejoong no estaba bien de la cabeza? ¿A quién se le ocurría arrojarse sobre el asesino como él había hecho? ¡Podía haberlo matado! ¡Maldita sea, podía haber muerto!
—Tenemos que analizar todo esto. ¿Por qué el asesino atacó a Won Hong? ¿Y cómo consiguió encontrar al muchacho en tu casa el único día que tus guardias no estaban en sus puestos?
La ira amenazaba con devorarle, pero Yunho respondió.
—El muy bastardo envió un mensaje a Won Hong haciéndose pasar por mí, diciéndole que viniera. Sabía que los guardias no estarían en sus puestos. La mujer que gritó debía de estar pagada por él. Todo estaba perfectamente planeado. Lo sabía todo.
—Menos que Jaejoong estaría aquí. Cuando llegué a casa, Junsu me dijo que Jaejoong se había marchado pronto por alguna razón. Me dijo que no se encontraba muy bien.
Yunho soltó una maldición. Jaejoong estaba bajo su protección y había resultado herido. Si Siwon no hubiera vuelto habría podido morir.
—Yunho —dijo Yoochun, mirándolo fijamente—. No ha sido culpa tuya. Él está bien.
El médico salió de la habitación y ambos hombres lo miraron.
— ¿Sigue durmiendo?
El médico asintió con la cabeza.
—Pero no hay nada que temer. Ha recuperado la conciencia unos momentos, lo justo para preguntar por un joven. No sé de quién estaba hablando, pero le dije que estaba bien y luego preguntó si usted estaba aquí. Cuando le aseguré que sí, se durmió de nuevo.
—Gracias, doctor —dijo Yunho.
—Creo que mi trabajo aquí ha terminado —dijo el médico sonriendo—. ¿Sería tan amable de pedirme un coche?
— ¡Ni hablar! Por favor, permítame que lo acompañe a casa, doctor —dijo Yoochun—. Hablaré contigo más tarde, Yunho.
Yunho les vio marchar y volvió a la biblioteca. Siwon lo había acostado en uno de los sofás más grandes y aún seguía allí, durmiendo tan pacíficamente como un bebé.
Pero había estado cerca, muy cerca de morir y todo por su culpa. Tenía que protegerlo y había cometido un fallo.
Con el corazón dolorido, se acercó y se arrodilló a su lado. Jaejoong, hermoso Jaejoong, valiente Jaejoong. Era especial, diferente… le había emocionado más que nadie.
—Despierta, cariño. —Dijo con suavidad estas palabras que incluso para él eran un enigma. No reconocía a aquel hombre que sólo deseaba abrazar con fuerza a Jaejoong y besarlo hasta que los dos fueran uno.
—Jaejoong, despierta.
El joven no se movió.
—Jaejoong, por favor. —La desgarradora súplica le brotó del pecho. Tenía que despertar. No soportaba estar sin él ni un momento más.
Yunho le cogió la cabeza entre las manos, bajó sus labios hacia los suyos y lo besó con suavidad.
—Despierta.
Volvió a besarlo mientras enredaba los dedos en su exquisito cabello negro.
—Despierta.
Notó que su cuerpo empezaba a moverse mientras le besaba las mejillas, los ojos, la nariz y de nuevo la boca. Jaejoong movió los labios bajo los suyos y entonces se apartó para contemplar aquellos ojos oscuros que tan dulcemente lo miraban. Volvió a besarlo, y no tardó él en estremecerse debajo de Yunho, exigiendo la satisfacción que sólo él podía darle.
—Espera, Yunho —dijo volviendo la cara y poniéndose la mano en el pecho para poder respirar.
— ¿Qué te ocurre, amor mío, te he hecho daño? Dime dónde te duele.
Jaejoong lo miró con sonrisa triste.
—No, estoy bien, yo… ¿Won Hong?
—Está bien.
—Y, y el…
—El asesino —dijo Yunho, ayudándolo a terminar la frase, ya que era probable que no supiera aún a quién se había enfrentado.
— ¡Dios mío! —dijo al recordar los sucesos de la noche, y cerró los ojos.
—No, Jaejoong. Se acabó. Estás ileso.
Jaejoong se abrazó a su cuello y se quedó así mientras se convulsionaba sacudido por el llanto. Yunho lo levantó con cuidado y lo acunó en sus rodillas.
—Ya ha pasado, amor mío. Te has comportado muy bien.
Jaejoong levantó el rostro hacia él mientras las lágrimas cesaban. Yunho se las enjugó con el dedo.
— ¿Mejor?
—Sí —dijo Jaejoong con voz ronca, mirándole los labios con una intensidad que hacía imposible para Yunho resistir la tentación.
—Voy a besarte, Jaejoong. —Era de justicia avisarlo, porque Yunho sabía que esta vez no sería capaz de detenerse si él se lo pedía.
Jaejoong no dijo nada y él le levantó el rostro y lo obligó a mirarlo.
—Esta vez no seré capaz de parar.
Jaejoong tragó saliva visiblemente.
—Yunho.
— ¿Sí? —No podía creer que aquel hombre lo tuviera en la palma de su mano.
—Yo… estoy prometido.

8 comentarios:

  1. que que !!!!!!! noooooooo porq JJ
    le tuvo q decir q si a hyun joong ash lo mato ><
    waaaa porq porq ahora q yunho se estaba portando todo
    tierno con el abuu asdadsa gracias x la actuu !! espero el sig con ansias :3

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  2. Hay que mal justo cuando Yunho por fin se dió cuenta q Jae le interesaba, éste acepta el compromiso con Hyun, bueno en fin creo que Jae tampoco creía que fuera a pasar algo con Yunho, quisiera saber cual es el objetivo del asesino, me encanto los capis, ya que me leí los cuatro de corrido, muy buena adaptación, continuala pronto, gracias por las adaptaciones...... Las adaptaciones que haces son historias realmente interesantes, me parece muy bien el cuidado que pones al realizar los cambien ya que te salen casi sin errores, te felicito y gracias por hacerlas.

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  3. que !!!!!! dios no!!!!! porque jaejoong tuviste que arruinar el momento!! .. justo cuando la atmosfera y palabras estaban en su punto .. ay santo cielo este fic me va a matar .. quiero mas quiero mas siii ... unnie gracias por las actus ... y a esperar impacientemente la siguiente ah!!!
    ----> misa chan

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  4. NOOOOOOOOOO!!! como le haces eso a Yunho? porque? justo cuando todo parecia mejorar y seguie su curso Jae le sale con eso.
    Pero si no lo ama, como se puede casar con él, tiene que reaccionar solo debe estar con yunho..
    Ahora con mas ansias leeré la continuacion.

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  5. No no pero Jae ... Como como? Por qué? Por qué aceptaste?
    Ahh pobre Yunho....
    Quien es el asesino ... Me dejo tan intrigada

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  6. Hay no jae cuando yunho te dice es. Tan lindo y sales con ello es enserio?/???







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  7. Estos siempre se encuentran a media noche xD
    Ahhhh los atacaron, gracias a Dios JJ esta bien y sólo fue el shock, fue muy valiente al intentar proteger a

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  8. En lo que se decidio decir por lo que lo ama, Jae acepto a KHJ como futuro esposo, espero pronto se arrepienta de aceptarlo y que haga lo que quiera con Yunho, jajaja...

    Gracias!!!

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Thief: Capítulo 16

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