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Nada mas que una noche: Capitulo 28

Capítulo 28


JUNSU se sentó en el sofá, junto a su marido. Dobló las rodillas, alzó los pies y se acurrucó en su costado con la cabeza apoyada sobre su pecho. Siempre veían juntos la programación de las once, que a veces empezaba a las once y cuarto. Todavía no terminaba el programa de juegos anterior al que esperaban cuando, debajo y en letra pequeña, apareció algo que llamó la atención del hombre al punto de hacerlo bajar los pies del sofá e inclinarse hacia adelante para leer mejor.
«Quiero que el mundo entero sepa que sueño contigo de noche y de día, dormido o despierto. Quiero que el mundo sepa que eres mi luz al final del túnel, ¿te acuerdas de eso? Quiero que el mundo sepa que no hay vida sin ti, que vivo para amarte. Señor J» —leyó en susurros. Luego miró a su marido—. ¡Oh, por Dios! ¿Qué fue eso? ¡Qué romántico! —exclamó con ensoñación. Suspiró. Llevaba en el rostro la excitación que las palabras le habían producido —. ¿Serías capaz de hacer una cosa así por mí?
—Si tuviera el dinero que debe estar invirtiendo ese tipo en publicar ese mensaje, haría lo que fuera por ti… —respondió—. Menos eso.
Junsu lo golpeó con suavidad en el pecho mientras reía con su broma y después se recostó sobre su hombro.
Pero él no fue el único que notó los mensajes. Millones de personas se hicieron fanáticas del misterioso Señor J con el que suspiraban, soñaban, se divertían; adictos a sus mensajes de amor.
«Soy tu Eneas y vengo del mar para llevarte lejos, al reino donde las mariposas susurran y no existe el viento, dispuesto a derrotar a cualquier Turno que se atreva a hacerte pensar que no nacimos para estar juntos».
«Tú das los puntos y yo las líneas, y con ellas vamos trazando la vida que nos espera al final de la cuesta, en la cima donde el sol nace para disecar las espinas y sanar las heridas que estas puedan habernos ocasionado. Esas que, en comparación con nuestra felicidad, tendrán que consolarse con haber sido nada más que rasguños».
«No existen las tinieblas cuando estás, puro y lleno de luz, a mi lado. No existe la soledad cuando tu alma me acompaña, porque contigo estoy en el paraíso y una sola mirada tuya tiene el poder de aniquilar la muerte».
Circulaban todos esos mensajes por radios, páginas de Internet, periódicos, publicidades, pasacalles y canales de televisión, todos firmados por el misterioso Señor J a quien ya hasta le dedicaban columnas en los programas porque era toda una curiosidad.
Las mujeres y hombres lo amaban, otros lo admiraban, algunos esposos lo hubieran asesinado. ¡Desnudar así los sentimientos, para cualquiera, para todo el mundo, solo porque una persona lo hacía sentir fuerte! Esos gestos ponían a sus prejas exigentes.

* * *

Jaejoong, ocupado como estaba con la confección de camisas para la marca que finalmente había contratado su taller para el trabajo y con los diseños que ya había comenzado a coser para Seung, ni tiempo tenía de encender el viejo televisor que ocupaba espacio en su living. Apenas escuchaba la radio, pero no prestaba mucha atención y siempre a la noche oía la programación automática.
Una de esas largas jornadas de trabajo, se cansó de las mismas canciones de siempre y decidió que podía destinar un minuto de su ocupada vida a cambiar el dial. Se puso de pie, llegó a la radio y movió la perilla.
«No existen las tinieblas cuando estás…», se escuchó al pasar, pero siguió cambiando. «El poder de aniquilar la muerte», escuchó por otro lado, pero seguía moviendo la perilla hasta dar con una canción que deseara escuchar.
Al detenerse en la emisora que pasaba música electrónica, supo con claridad que nunca le había atraído ese tipo de música, pero se la quedaba oyendo solo porque así sentía a Yunho un poco más cerca.
Habían pasado dos semanas desde la última vez que lo había visto. Se preguntó qué sería de su vida, si ya estaría planeando su segunda boda con Heechul, y el corazón se le estrujó un momento.
«No existen las tinieblas…» interrumpió la canción, pero Jaejoong ya había apagado la radio en busca de olvido.
Del mismo modo, uno de esos días había pasado debajo de un pasacalles en el que se leía un simpático: «Te espera un encuentro con la fortuna, dios romano. No te resistas. Señor J», pero él no lo había visto. Iba pensando en lo difícil que le estaba resultando conseguir la puntilla que buscaba para el pantalón diseñado para Seung.
A las seis de la mañana, después de haber pasado la noche sin dormir por trabajar en las camisas, supo que solo jamás daría abasto con todo lo que tenía que terminar esa semana.
— ¿Junsi? —llamó a su amigo.
— ¡Jaejoong! —lo recibió este, feliz—. Justo estaba por  ir a la cafetería.
Cuando había cerrado Ensueños, Junsu había conseguido trabajo como camarero. A Jaejoong le avergonzaba ofrecerle de nuevo trabajo con él, siendo que tenía tanta mala suerte y cualquiera de esos golpes de fortuna que al parecer había recibido podía durar lo que un suspiro. Pero, como se sentía agradecido y en deuda con su amigo, quería que este supiera que la primera persona en la que pensaba cuando las cosas iban mejor, era en él.
—Lo imaginaba, sé que tu turno comienza temprano — respondió Jaejoong antes de tomar aire para decir lo más lindo y a la vez más difícil—, Me da vergüenza, Junsu, y miedo, pero quería preguntarte algo.
— ¡Ay, amigo! —exclamó el otro—. No me hagas poner nervioso. ¿Qué pasó?
—No es algo malo —sonrió Jaejoong —. Es muy bueno, en realidad.
— ¡Sueltalo rápido entonces! —reclamó Junsu.
— ¿Te acuerdas de las muestras que me ayudaste a coser cuando tenía la mano lastimada?
—Claro.
—Finalmente me dieron el trabajo para ese modelo de camisa.
— ¡Oh, es genial! —Junsu saltó literalmente de alegría.
—Eso no es todo.
— ¿Todavía hay más?
—Un representante de una marca de ropa reconocida me pidió muestras de diseños creados por mí sobre la base de lo que quiere para su próxima colección.
— ¿Es broma o te fumaste algo?
Jaejoong rió con la expresión de asombro de Junsu.
—Al parecer algo me sale bien después de mucho tiempo —reflexionó—. No sé si los dioses que me castigaban vaya a saber por qué pecado de mis antepasados se quedaron dormidos o fueron derrotados por… algo más fuerte —siguió. Junsu no entendió nada de la referencia que Jaejoong hizo al pecado de hybris griego, a ese algo más fuerte que era Yunho y a otros conceptos que poco importaban para esa conversación—. En fin, sé que lo que pueda ofrecerte no será algo fijo, ya me conoces, no sabemos en qué momento Poseidón o Eolo se pueden enojar y tirarme todo por la borda, pero quería que supieras que pienso en ti como mi primer empleado. Como mi socio para el taller —se corrigió—, o colaborador para el diseño.
— ¡Oh, amigo! —se enterneció Junsu, que era tan dulce como Jaejoong —. Me pone muy feliz que comience a irte tan bien, te lo mereces. Y me encantaría trabajar para ti. No puedo renunciar tan rápido a mi nuevo trabajo…
—Ya lo sé, lo sé —se apresuró a reponer Jaejoong.
—…pero si necesitas mi ayuda, en mis horas libres puedo ir a tu casa a coser, a cortar, o lo que necesites.
Jaejoong sonrió con agradecimiento.
—Me vendría muy bien una ayudita esta semana — asintió—. Solo no puedo terminar con todo.
—Claro, ahí estaré —prometió Junsu —. ¡Todo porque mi amigo se convierta en el mejor diseñador de Corea! —bromeó. Jaejoong rió y se despidieron.

* * *

Al terminar el desayuno, Junsu soltó la taza, que se tambaleó sobre el plato al haber sido abandonada en el aire. Luego recogió sus cosas, besó a su marido y se fue.
Pasó una hora desde que llegó al trabajo hasta que se levantó de una mesa el abuelito que siempre desayunaba en ese lugar y secuestraba todos los diarios. Recogió el material, colgó cada ejemplar en el exhibidor y se quedó con uno para hojearlo mientras no lo llamara algún cliente.
Pasó páginas y páginas hasta dar sin querer con algo que le arrancó una sonrisa. Otra vez el Señor J dejaba un mensaje, solo que esta vez, a diferencia de las anteriores, ocupaba una página entera del diario, como una publicidad de un supermercado. El fondo negro, las letras blancas y un excelente dibujo en el que se apreciaba un superhéroe de ojos castaños y traje oscuro, componían la página. En el pecho, una J.
«El tiempo se agota, pero lo haré eterno. Nunca me rindo y no me detendré hasta que vuelvas a mí, aunque la próxima vez tenga que ocupar todo el diario o una hora entera de televisión», leyó Junsu. Soltó una risita.
«Apareciste en mi vida con la sonrisa de un ángel después de que los demonios me habían consumido en el infierno. Me hiciste revivir, me devolviste la luz, y todavía tengo el descaro de pedirte algo más: otra oportunidad, la de hacerte el hombre más feliz del reino —ya eres el más hermoso, aunque la mitología diga lo contrario —porque estoy seguro de que el lugar al que perteneces es a mi lado, no importa dónde».
— ¡Oooh! —suspiró Junsu con el codo apoyado en el mostrador y la barbilla sobre la mano. Ya lo habían llamado con gestos de dos mesas, pero él se había abstraído del mundo.
«No me alcanzará la vida para compensarte tanto, pero si me perdonas, estaré en el puerto el sábado a las seis de la tarde para que juntos…»
Los labios de Junsu se abrieron tanto que casi parecía que nunca se iban a cerrar. Se quitó el delantal que formaba parte del uniforme, sujetó el diario contra el pecho y anunció a los gritos:
— ¡Me tengo que ir! ¡Cubreme! — Le dijo a una amiga — ¡Tengo que salir corriendo!
Todos se le quedaron mirando.

* * *

— ¡Jaejoong! —gritaba Junsu dando golpes a la puerta —. ¡Abre rápido, tonto!
Jaejoong abrió la puerta desencajado. Su amigo nunca lo había insultado, pensó que le ocurría algo grave.
— ¿Estás bien? —le preguntó cuando lo tuvo delante, apretándole los brazos contra el cuerpo.
— ¡Tienes que leer esto! —Junsu avanzó con pasos largos y ágiles hasta la mesa. Jaejoong lo siguió lento, con los ojos muy abiertos, sin entender nada—. Te sugiero que te sientes —indicó su amigo—. O te vas a caer redondo al piso.
Ahora era Jaejoong el que tenía la boca entreabierta. Todavía aturdido por la velocidad que llevaba su mejor amigo, se sentó a la mesa y el otro hizo lo mismo frente a él.
— ¿Sabes quién creo que es el misterioso Señor J? — preguntó Junsu con la voz velada en el misterio y el asombro. Jaejoong frunció el ceño.
— ¿Quién? —interrogó con el entrecejo fruncido. No tenía idea de qué le estaba hablando su amigo, pero el seudónimo le heló la sangre. Según Bin, era el que Yunho usaba en un superhéroe que había creado cuando era adolescente—. ¿No deberías estar en la cafetería? ¿No…?
— ¡Silencio! —Le gritó Junsu —. ¿En serio no viste ni oíste nada sobre el Señor J? ¡No hay persona en este país que no esté hablando de él!
Jaejoong tragó con fuerza. Todavía no tenía idea de lo que le hablaba Junsu, pero que hubiera repetido el seudónimo no le dejaba dudas respecto de que no había escuchado mal ni se trataba de una fantasía: Junsu había pronunciado bien clarito y dos veces «Señor J».
— ¿No leíste ninguno de sus mensajes? ¿No escuchaste nada? —siguió preguntando Junsu. Jaejoong negó con la cabeza—. ¡Ay, eran muy hermosos, tan románticos! Creo que descubrí su identidad. Y no sé por qué me parece que tú la vas a descubrir también…
Extendió el periodico y lo abrió en la página treinta y nueve. Lo primero que Jaejoong vio fue el dibujo, que lo dejó paralizado.
— ¡Lee! —lo instó su amigo.
Jaejoong tragó con fuerza, pero se le había formado un nudo en la garganta tan cerrado que le dolió. No sabía de qué iba todo eso, pero presentía algo grande. Demasiado para lo que podría siquiera soñar.
Alzó, tembloroso, una mano y acarició la figura de capa y antifaz que con los brazos en la cadera exhibía sus poderes ante el mundo. Después volvió los ojos hacia las letras.
«El tiempo se agota, pero lo haré eterno. Nunca me rindo y no me detendré hasta que vuelvas a mí, aunque la próxima vez tenga que ocupar todo el diario o una hora entera de televisión» —leyó en susurros. Se le hacía difícil hablar, respirar y leer con los ojos nublados de lágrimas.
— ¡Sigue! —lo instó Junsu ante el silencio.
«Apareciste en mi vida con la sonrisa de un ángel después de que los demonios me habían consumido en el infierno» — Jaejoong se humedeció los labios, por su mejilla rodaba una lágrima—. «Me hiciste revivir, me devolviste la luz, y todavía tengo el descaro de pedirte algo más: otra oportunidad» —se cubrió la boca con una mano, de su garganta estrangulada escapó un sollozo—, «la de hacerte el hombre más feliz del reino —ya eres el más hermoso, aunque la mitología diga lo contrario» — Jaejoong rió entre lágrimas—, «porque estoy seguro de que el lugar al que perteneces es a mi lado, no importa dónde». Oh, Dios mío… —masculló. De solo pensar que Yunho desnudaba su interior al mundo por él se sintió amado, aunque él se esforzara por negarlo, ocultarlo o lo que sea que pretendiera hacer con sus sentimientos, y quería salir corriendo hacia él sin importar nada.
— ¡Lee, Jaejoong, lee! —reclamó Junsu.
—No puedo seguir… —lloró acongojado—. No puedo…
— ¡Sigue!
Con la voz transformada por el llanto e intercalando palabras con sollozos, Jaejoong siguió leyendo para su amigo y para él mismo.
«No me alcanzará la vida para compensarte tanto, pero si me perdonas, estaré en el puerto el sábado a las seis de la tarde para que juntos…» —alzó la mirada, se pasó el dorso de la mano por la nariz mojada, volvió al papel—. «…para que juntos, Jaejoong mío, no contemplemos, sino que vayamos hasta las estrellas, donde prometo llevarte cada vez que alces la mirada y sean mis ojos los que te admiren. Te amo con el cuerpo y con el alma, más de lo que alguna vez creí que era capaz de amar. Señor J».
Jaejoong volvió a alzar la mirada enrojecida y húmeda hacia su amigo, incapaz de creer lo que acababan de pronunciar sus labios. Temblaba de emoción. Dos sencillas palabras resonaban en su mente por sobre las otras, que también eran maravillosas, y no se cansaban de retumbar: «Te amo». «Te amo». Era la primera vez que se enteraba abiertamente de que Yunho lo amaba, y sucedía por escrito. ¡Vaya forma de enterarse!
— ¿Para mí? —interrogó llevándose una mano al pecho.
— ¡Y todavía lo preguntas! — Replicó su amigo, fuera de sí—. Tienes que ir, Jaejoong —lo instó tomándolo de las muñecas—. ¡Tienes que llegar a donde te va a estar esperando!
—No puedo —respondió Jaejoong con pesar—. Eso es muy lejos, necesitaría un pasaje de avión. Y si es por lo que pienso, él tenía pensado hacer llegar su crucero hasta el puerto de otro país. Yo no tengo visas, ni siquiera un pasaporte, y según lo que dice el diario, la partida es en tres días. ¡Tres días! Dime cómo hago para conseguir todas esas cosas en tan poco tiempo y sin dinero. Necesito plata para pasaporte, visas, un pasaje de avión.
—Empeñamos ese televisor viejo y feo que tienes siempre apagado y la radio — Jaejoong se sintió un poco ofendido por el pobre televisor y sabía cuánto le costaría deshacerse de la radio, pero tampoco vio muchos objetos más que pudiese empeñar ni otras formas de conseguir dinero—. Yo te doy lo poco que me quedó de la boda…
—Oh, no, eso no —replicó Jaejoong —. Me sentiría muy mal de…
— ¿De qué? — el interrumpió el otro—. ¡Si me lo vas a devolver! — Algunos golpes a la puerta interrumpieron la conversación. Como Jaejoong estaba inmóvil por el llanto, que solo había mermado un poco desde que comenzara, Junsu fue quien abrió la puerta. Karam entró con las botas rojas, el short negro, y una playera que apenas cubria algo de su piel que también era roja. Llevaba el cabello abultado, los ojos más bellos que nunca. No dijo nada. Solo asentó unos cuantos billetes arrugados sobre la mesa y se quedó mirando a su hermano, que en lugar de correr, estaba detenido.
— ¿Qué estás esperando? — le espetó. Jaejoong miraba los billetes, congelado.
— ¿De qué hablas? —alcanzó a murmurar.
— ¡De Yunho! —reclamó el otro—. ¿Qué estás esperando? ¡Casi parece que no te hubieras dado cuenta hasta esta mañana de que esos mensajes del famoso Señor J eran para ti!
—P… pero… —balbuceó Jaejoong.
—Ahí tienes — su hermano señaló el dinero—. Seguro lo que te retenía era el dinero, pero ahora no. Cómprate un pasaje o algo que te lleve a donde dice que te va a estar esperando.
—No puedo —contestó Jaejoong —. ¿De dónde sacaste ese dinero? ¿Cómo…?
—Son mis ahorros —replicó Karam —. No te ibas a creer que le daba todo a Lee —agregó orgulloso —. Mamá también aportó lo poco que tenía —rió—. Y Changmin.
— ¿Changmin? — Jaejoong alzó la cabeza, incapaz de pensar siquiera en aceptar ese dinero que su hermano le ofrecía. Karam rió.
—Sí, tenía diez pesos escondidos en un zapato viejo, pero no dudó en sacarlos cuando comentamos con mamá que seguro dejabas pasar la oportunidad porque no tienes dónde caerte muerto —dijo con ternura incierta en él, novedosa para Jaejoong, que no lo había conocido nunca de ese modo. Jaejoong también sonrió. Seguro esos eran los diez pesos que le había dado Yunho.
—No puedo aceptarlo —dijo—. No puedo. Mejor lo llamo por teléfono y listo.
Karam apoyó las manos sobre la mesa. Las pulseras plásticas que se ponía chocaron contra la fórmica; con eso hizo ruido a propósito, pretendía parecer peligroso. Apuntó a Jaejoong con un dedo índice largo y decorado por un anillo con una enorme piedra azul.
— ¿Estás loco? —reclamó—. Él se desvive para hacer de su reconciliación algo especial y tú estás pensando en arruinarlo con algo tan ordinario como un llamado telefónico —se ofuscó—. Además, quiero ese cuñado. Si no me traes a ese cuñado, no te pienso dejar salir con otro.
—Karam… —suplicó Jaejoong.
— ¡Tiene un crucero! —exclamó el otro alzando las manos en gesto impaciente—. ¿Creés que no te permitirá devolverme los pocos pesos que ahora te estoy prestando?
Jaejoong frunció el ceño. Se daba cuenta de que su hermano no hacía referencia al crucero o al dinero de Yunho por interés propio, sino para tranquilizarlo a él respecto del préstamo que no se atrevía a tomar. Aun así, no tenía idea de cómo Karam había llegado a esa información.
— ¿Y tú cómo sabes eso? —indagó preocupado.
— ¡Todo el mundo lo sabe! — Replicó Karam —. Internet es un barullo de información, Jaejoong, deberías actualizarte un poquito. Ni teléfono celular tienes, ¡vives en las cavernas, con esa tele vieja que hasta debe ser en blanco y negro!
Jaejoong miró su pobre y vapuleado televisor de catorce pulgadas contra el que todos parecían habérsela agarrado ese día y hasta se sintió culpable de haber pensado en empeñarlo. Se humedeció los labios y volvió a mirar a su hermano porque este seguía hablando.
—Invadió todas las páginas de Internet importantes con esos mensajes para ti —contó. Jaejoong abrió la boca sorprendido, tenía el ceño fruncido.
— ¿También en Internet? —exclamó.
—En todas partes —contó Karam. Junsu asentía con la cabeza. Comenzó a enumerar con los dedos—. He visto sus mensajes en Internet, en televisión, en diarios, revistas, pasacalles, carteles publicitarios, colectivos… ¡y hasta escuché que leían algo suyo en la radio!
Jaejoong no lo podía creer. Ahora resultaba que todo el mundo estaba al tanto de los mensajes de Yunho, menos él.
— ¿Y si no es para mí? —temió.
— ¡Ah, sí, porque en nuestro país sobran los Jaejoong! — ironizó Karam.
Jaejoong tragó con fuerza. Se limpió las mejillas húmedas con las manos y tomó aire para serenar su corazón alborotado. Luego se tomó la frente con las manos.
—Está loco —susurró mientras negaba con la cabeza —. Se volvió loco.
—Loco de amor por ti —repuso Junsu con una sonrisa. Jaejoong suspiró.
—Está bien —dijo—. Tengo que hacerlo, debo arriesgarme, ¿no? El que no arriesga, no gana.
Junsu y Karam gritaron y saltaron de alegría.

* * *

Agotado el dinero del que disponía, Heechul supo que ya no podía vivir en un hotel de lujo y decidió ir a casa de su hermano, que había mudado la constructora que alguna vez había liderado su padre en Corea. A Heechul también le pertenecía parte de esa herencia, pero nunca se había acordado de ella porque tenía otros sitios mejores donde conseguir dinero: su marido y sus amantes.
Había visto los mensajes que invadían los medios de comunicación, esos que su ex marido le dedicaba al costurero. Cada vez que aparecía uno sentía que podía reventar de rabia. Pero no hacía nada. Lo único que le importaba era volver a salir en las revistas, del brazo de alguien importante, resguardado en la fantasía de que Yunho iba a buscar toda imagen en la que él apareciera para seguirle los pasos. Todavía quería engañarse pensando que Yunho lo extrañaba, aunque muy dentro de sí supiera que eso no era cierto.
La noche de su llegada a casa de su hermano, un viejo amigo de la familia cayó a cenar. A Heechul ni siquiera le gustaba, pero no quería sentir que vivía de la caridad de su hermano y que habitaba una casa en la que no tenía ningún poder, donde su cuñada lo miraba con recelo y sus sobrinos no le llevaban el apunte. Una casa donde él era un cuadro molesto que decoraba para mal una pared.
Quería salir de allí y ese hombre podía ser su puerta de escape. Por eso aprovechó una breve ausencia del resto de los integrantes de la mesa para estirar una pierna y acariciar con el pie la del hombre, que lo miró sin sobresalto.
— ¿Quieres que te muestre el jardín? —ofreció Heechul, pero lo que en realidad hacía era ofrecerse él mismo. El hombre retiró la pierna y la silla un poco más atrás, cuestión que Heechul no lo rozara.
—Me gustan los hombres más jóvenes —replicó sin piedad—. Lo lamento, pero usted ya está un poco viejo para estas cosas, ¿no le parece? Alguien tiene que hacérselo notar si no se da cuenta por sí mismo.

Heechul abrió desmesuradamente los ojos y la boca, eso era lo peor que alguien podía haberle dicho. Se disponía a contestar, pero haberlo hecho habría significado ponerse en evidencia, ya que los demás habían retornado y se servían el postre que él no iba a comer. Había sido herido en su ego, en lo más profundo.

13 comentarios:

  1. Ah yunho, ese hombre, lo que hace el amor la transformación que ha hecho en él, el detalle de publicar esos mensajes por doquier, declarandolé y haciéndole saber así a Jaejoong cuanto es que lo ama, fue hermoso , aunque este tardó un poco en captar el mensaje jaja,pero gracias al cielo junsu quién estuvo al pendiente y se lo hizo saber a este para que se diera cuenta, y karam que le dio el dinero para que vaya al encuentro con Yunho ah, es que simplemete ellos están destinados a estar juntos, ya quiero saber como será su reencuentro, las palabras que se dirán y todo, en cuanto a heechul pues ya todo le va saliendo mal, es lo que ha cosechado y ahora le dan lo que merece, ah gracias por la actualización, cada vez amo más esta historia, gracias por tu dedicación y empeño , espero con ansías desmedidas el siguiente capítulo! *-¨*

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  2. muy buen capitulo, me pareció muy romántico los detalles de Yunho, solo espero que Jae pueda llegar a tiempo y no le sucedan mas inconvenientes, Karam por fin hizo algo bueno, y por fin Heechul recibió su merecido.

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  3. aaahhh justo este capi terminó en el posible final feliz, buchi quiero saber que pasará, jae merece ser feliz osea después de tantas penas y sufrimientos mínimo se quede con yunho, tenga miles de hijos y sea el mejor diseñador del mundo y q sea mino por siempre asjas XD, por fín haechul tiene su merecido, todavía me pregunto como siwon y yunho pueden ser tan tontos por haberse fijado en él... te cuento que llevo años leyendo fics yunjae y casi nunca dejo comentarios ( soy muy mala XD)pero decidí dejarte este para decirte que aunque no te dejen muchos comentarios, siempre hay alguien que lee tus fics, así que no desanimes y sigue con esta adaptación y con las otras y también con tus originales..me leí los capis de este fic en un ratito ahora iré por los demás fics de tu blog, agradezco tu trabajo y te insto a q sigas haciéndolo ^^ ESPERO ACTUALIZACIÓN CON DESESPERO.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ajaja lo que le pasa a Heechul se lo merece!!
    por fin todo se esta arreglando XD
    Aww me da tanta ternura Jae, no tiene grandes cosas materiales y el se siente afortunado, y el Señor J Yunho se lucio con todos esoso promocionales que esta poniendo en internet y demas medios de comunicacion, parece que por fin el universo conspira a favor del yunjae, estoy ansiosa por sabes que va a hacer Yunho cuando se encuentre con jae, y ue bueno que la familia de Jaejoong ests contenta con la relacion que tiene, incluso Karam y Changmin y su madre quieren que estén juntos.
    Espero la continuación de este fic y nuevamente gracias por traerlo aqui XD
    una cosita mas XD estoy muy interesada en seguir leyendo tus adaptaciones y fics originales, asi que me podrias mandar una invitación a tu blog donde publicaras mas fics por favor? mi correo es: s_akura19@hotmail.com espero recibir respuesta y que continúes rápido este fic ansío saber en que se acaba, saludos :D

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  6. ahhhhhhhhhhhhhhh si al fin justicia, HEECHUL estas viejo!!! jaja
    me encanta me reenanta
    que ahora si Jaejoong se de cuenta de l averdad que ahora si quiera ir con el, que lo ama, sii gracias Junsu, tu y Karam si que ayudaron, Karam espero algo mejor para ti, lo mereces, Casi lloro con lo de MInnie, lo juro que lindo,
    ame esto, de verdad
    gracias gracias

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  7. WAAAAA!!! que genial fue Yunho, me encanto como tratar de reecuperar a Jae, fue tan romantico pero el despistado de Jae casi y n cuenta se da sino fuera por Karam y Junsu.

    Realmente me gusto la forma de Yunho para acercarse a Jae, ahora solo queda esperar el ansiado reencuentro, que espero que sea intenso

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  8. Que detallé dios ...
    Yo no dudaría en ir corriendo a los brazos de Yunho sin dudarlo eso tiene que hacer Jae sin dudarlo correr a sus brazos y no dejarlo ir y empezar a ser feliz ^^...
    El caso de heechul me da lástima pero ni modo .... Eso es karma /:

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  9. chul eso pasa cuando no guardas dinero para el futuro...

    yunho todavía te falta mucho, yo no me convenzo

    solo quiero que jae sea feliz..el lo merece todo.

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  10. Super emocionante lo que pasa a Jae y ni siquiera se daba cuenta. Y a Heechul que le pase todo lo malo. Gracias.

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  11. ahh..!! que romántico fue yunho por Dios.!
    y jaejoong ni enterado jajaj XD!
    junsu y karam apoyando a jaejoong para que se baya :D
    que emoción.. *w*
    jajaja le dijeron a heechul viejo jajaj XD! sovate heechul ><

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  12. Auch!! Eso dolío verdad Heechul!! XDDD

    Awww!!! Jae tan lindo y despistado!!! Quiero ver!!!!

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  13. ♥.♥ Como no morir de amor por ese hombre ... Yun si que se esperó jajaja Jae cuando no de despistado, menos mal que Su se dío cuenta. Me gusta como ponen a karam, es la primera vez que lo leo como un hermano y bueno(?), en vez de rival y fastidioso. Al fin alguien le puso el alto a la diva ese(?), ojala que ahora si aprenda la lección.
    Gracias por compartir.

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