Capítulo 27
EL domingo, a
pesar de haber negado su asistencia al encuentro que habían organizado sus
alumnos egresados de la universidad, Yunho se encontró conduciendo su automóvil
rumbo a la casa quinta donde le habían indicado que se reunirían.
Sorprendió a
todos con su llegada y los chicos lo sorprendieron a él, porque ni bien dos o
tres de ellos lo vieron acercarse por el camino de tierra después de haber dejado
el coche a cierta distancia, corrieron a saludarlo. Casi todos los profesores
invitados habían aceptado el encuentro, él había sido uno de los pocos en decir
que no concurriría, y fue el único en deshacer esa palabra.
Yunho había
comprendido que nada en la vida era estático, nada era predecible ni debía ser
tan categórico. La ingeniería no siempre servía para el corazón. La combinación
perfecta era razón y arte, él mismo lo había asegurado, razón y pasión.
— ¡Qué bueno
que haya venido! —exclamó uno de los alumnos que se le había acercado.
Yunho le
devolvió la amabilidad con una sonrisa. Lo quería. Quería a sus alumnos, hasta
ese día no se había dado cuenta.
—Mira, mamá
—habló una chica al oído de su madre —. Ese que ves ahí era mi profesor de
Estructuras.
La madre alzó
ambas cejas.
—Mmm… ¡Qué
lindo! —exclamó.
— ¡Mamá! —la
regañó la hija.
—Dime que tú
nunca lo pensaste.
La hija rió
antes de hacer su propia confesión.
—Todo el
tiempo.
* * *
Muchos Alumnos
se acercaron a Yunho con sus padres, querían que lo conocieran. Yunho casi no
parecía el mismo que había sido para ellos todo el curso, se mostraba tímido y
retraído ante los halagos que todos le proferían, humilde, callado.
Entre esos
chicos y sus familias, también quería acercarse Hyun Joong junto a su padre,
pero Yunho no le dio tiempo porque fue él quien se aproximó a ellos.
—Hyun Joong —lo
llamó a su espalda. El chico volteó, pálido de nervios.
—S… Señor Jung —murmuró.
Luego abrió la ronda para que su familia viera a Yunho —. Papá, este es mi profesor
de Estructuras, el Ingeniero Jung Yunho.
El padre de Hyun Joong, un sujeto alto y fuerte, extendió la mano
hacia Yunho, quien la estrechó.
—Es un orgullo
para nosotros que un hombre como usted haya sido profesor de nuestro hijo
—manifestó con genuino agradecimiento—. Él nos habló mucho de usted.
Yunho miró de
inmediato a Hyun Joong, que se moría de vergüenza
por lo que le parecía una metida de pata de su padre. Claro que no tenía idea
de la dimensión que esas palabras habían cobrado para su profesor.
Yunho se quedó
callado, estudiando los ojos de Hyun Joong. No lo había sabido hasta ese
instante, pero sin dudas la vida de Hyun Joong tampoco había sido fácil. Se
hacía evidente que provenía de una familia que habría hecho mucho sacrificio para
que él estudiara, y eso lo desarmó.
Ese chico lo
admiraba, lo supo enseguida, y se preguntó cómo se le habían pasado por alto
tantas miradas iguales que había recibido a lo largo de su carrera.
«Porque
yo lo escucho… Le presto atención», recordó que le había dicho Hyun
Joong. Un extraño en representación de muchos otros que le habían expresado
pensamientos similares. Otros alumnos, los repartidores de la pizzería, los
miembros del gobierno cuando presentó su proyecto del puente, colegas,
clientes.
Le pareció la
gloria. Había esperado escuchar esas palabras de boca de su padre treinta y
cuatro años, sin darse cuenta de que a falta de un admirador, tenía cientos.
Ese tipo de halagos tenían el mismo o más valor si partían desde la honestidad
que llevaba a un desconocido a manifestar semejantes sentimientos hacia otro
extraño que si partían de la boca de alguien que nunca lo había valorado. Quizás
él jamás había formado siquiera parte de los deseos de su padre.
Y con la única
razón de la mirada y las palabras de aquel alumno, Yunho perdonó.
«No
vivas pidiendo explicaciones a la vida. No guardes rencor en tu corazón, porque
eso amargará tus días», recordó. Como en todo, su madre había
tenido razón. Podía perdonar a Kyung por no haber sabido comunicarse, por no
haberlo deseado. Podía hacerlo él.
¿Qué ejemplo
daba a sus alumnos, que eran como sus hijos postizos? ¿Qué ejemplo les daría a
partir de ahora?
—El orgullo es
mío —replicó al padre de Hyun Joong, y le dio al chico una palmada en el
hombro, como habría hecho con un hijo suyo—. Estoy seguro de que será un
arquitecto brillante porque fue un alumno excelente.
Oír que su
profesor más admirado decía eso de él y el hecho de que el pecho de su padre se
hinchiera de orgullo, emocionó a Hyun Joong, que en ese momento no pudo evitar sonreír,
todavía un poco colorado.
—Mi hijo es
arquitecto… —comentó el padre del chico con orgullo—. Y yo apenas soy un
obrero.
Yunho le
sonrió.
— ¡Y qué
arquitecto! —exclamó—. Es más, tengo una oferta laboral para él —soltó, ahora
muy serio. Ya había pensado antes en esa idea, pero se le ocurrió que ese era
el momento indicado para hacérsela saber. Hyun Joong no cabía en su asombro y
tampoco su padre—. Claro que todo dependerá de su interés en trabajar conmigo.
Yunho decía «trabajar conmigo», nunca «trabajar para mí». Además pensaba que
podía ayudar a otros, como alguna vez habían hecho Bin y Yoochun con él.
—Sí… —contestó Hyun
Joong con la voz atrapada en un sueño. Yunho supo que el chico no podía hablar,
no porque no tuviera nada que decir, sino porque estaba tan emocionado que se
le había olvidado el vocabulario.
—En ese caso,
llamá a mi oficina mañana —indicó entregándole una tarjeta—. O cuando estés
disponible. Mi secretaria te asignará una entrevista.
—Gracias —dijo
el padre.
—Oh, sí,
gracias, señor Jung —replicaron la madre y Hyun Joong casi al unísono.
—No tienen que
darme las gracias —respondió Yunho —. Su hijo se lo supo ganar.
Después de
decir eso, se alejó. Aunque pronto fue incluido en otra rueda de conversación,
no pudo dejar de abstraerse de aquella realidad, todavía prendado de la otra.
Hyun Joong y su
padre miraban la tarjeta que él acababa de entregarles y leían sus datos con la
boca un poco abierta, con los ojos todavía redondos y mojados.
—Tengo trabajo,
papá —supo que Hyun Joong decía. El padre, hinchado de orgullo, le dio un
abrazo.
La satisfacción
que experimentó Yunho ante esa escena lo dejó perplejo, acobardado. Hacía
tiempo que no se sentía de ese modo.
Yunho descubrió
que no todos los padres eran como el suyo, que él no tenía que ser como Kyung,
que podía ser feliz si llevaba esa felicidad a otros padres y a otros hijos cuya
relación fuese distinta de la que él había tenido con su padre. Este jamás lo
había abrazado ni se había sentido orgulloso de él. Nunca le había dicho una
sola palabra de aliento o de admiración, sin embargo, ya no le hacían falta. No
todos los muchachos sufrían lo mismo que él, y eso le bastaba. Sus hijos no
sufrirían lo mismo que él, y eso lo complacía.
¿Cómo
no abrazar a una criatura con los ojos negros de Jaejoong, o a una nenita con
su cabello negro? ¿Cómo no imaginarse llevándolo o llevándola sobre los hombros
a recorrer la casa linda y grande que les compraría? ¿Cómo no imaginarse dando
una merecida reprimenda a un adolescente que en lugar de estudiar matemáticas
se la pasara jugando a la pelota?
¿Cómo
no querer hijos con Jaejoong, si él le llenaba el alma de esa felicidad que
jamás pensó que le estaba destinada? Él, el que no
podía o no sabía ser feliz, ahora se sentía dichoso solo con observar el abrazo
de un hijo y un padre mientras en su mente se tejía la fantasía de dar un abrazo
propio. No como hijo, sino como padre.
— ¿Piensa
aceptar la cátedra en el posgrado, señor Jung? —le preguntó una de las
jovencitas que lo rodeaban.
—Sí, supongo
que sí —respondió Yunho abandonando sus pensamientos—. Solo porque se trata de superestructuras,
porque bien saben que jamás podría haber enseñado algo relacionado con
seguridad e higiene.
Los chicos
rieron con la broma tan típica de su profesor; todos sabían de los resultados
desastrosos que arrojaban las inspecciones que hacían a sus obras. Por más esfuerzo
que él pusiera en hacerlo bien, había algo que lo ataba a esa desgracia eterna
que era la seguridad en el trabajo, aunque jamás ningún empleado suyo hubiera sufrido
un rasguño. Quizás no lo hacía tan mal, después de todo. Quizás los inspectores
a veces se la agarraban con su punto débil.
—En ese caso,
nos vamos a volver a ver —expresó uno de los chicos que lo rodeaban—. No
pensábamos cursar esa materia si usted no tomaba esa cátedra.
Yunho se lo
quedó mirando. No podía creer que tanto reconocimiento siempre hubiera estado
ahí y él lo hubiera pasado por alto. Atreverse a aceptarlo lo llenaba de
orgullo, lo hacía sentir vivo. Él transmitía saberes, pero sentía que estaba en
deuda con sus alumnos, porque estos le habían dado mucho más. Le otorgaban paz,
energía, felicidad. Cuando estaba frente a la clase, era fiel a sí mismo.
Se hacía
evidente que no solo era bueno para construir, sino también para enseñar,
siempre lo había sido. De chico aprendía algo en la escuela y ya quería
explicárselo a su madre, que siempre lo escuchaba atenta y amorosa.
«Cuando
sea grande, te voy a llevar a dar una vuelta en uno de estos», le
había prometido Yunho señalando un lindo barco que había pegado en la carpeta
de Ciencias Naturales. Tenía que explicar cómo flotaba en el agua. Ella le
había revuelto el cabello y le había sonreído.
Él siempre la
llevaba a dar una vuelta en su barco. La llevaba en el alma.
* * *
En la cocina de
Young, Jaejoong batía huevos en una cubeta mientras su madre untaba un molde.
— ¿Me vas a
contar qué pasó con el ingeniero ese con el que salías en las revistas?
—preguntó la mujer.
—Ya no salgo
con él, te lo dije —respondió Jaejoong después de dudar.
— ¿Fue por Lee?
—interrogó Young a continuación —. Si fue por Lee, Jaejoong, no deberías…
—No —se
apresuró a responder él. Su madre parecía dispuesta a enfrentar otra vez a ese
mal hombre porque él volviera con Yunho, eso lo sorprendió—. No fue por Lee —explicó—.
Lo que pasó con él me hizo tomar la determinación más rápido, pero la verdad es
que yo ya sabía que iba a tener que dejar a Yunho. ¿Ya está bien de batido? — pretendió
cambiar de conversación inclinando la cubeta hacia su madre.
—Falta un poco
más —dijo la mujer—. ¿Te engañó?
—No.
—Quiérase o no,
fue mejor que lo dejaras.
Young dejó
quieta la cuchara y lo miró.
— ¿Por qué lo
dices? —se interesó. Young se encogió de hombros.
—Los hombres
como esos tienen una sola intención con las mujeres u hombres como nosotros
—aseguró Young mientras hacía la manteca a un ladeo y asentaba la fuente sobre
la mesada—. Los ricos se burlan de los muchachos pobres.
Jaejoong alcanzó
a vislumbrar la raíz de muchos prejuicios injustos que había sostenido hacia Yunho
y pensó que quizás esos mismos pensamientos eran los que no le habían permitido
comprenderlo a pesar de lo veladas que siempre resultaban sus confesiones. De
todos modos, no podía culpar de ello a su madre. Desde pequeña se había criado
en un barrio en el que los ricos se veían como seres de otro planeta.
—No —respondió
con seguridad, haciendo alarde de una envidiable convicción. Se sentía tranquilo,
seguro—. Se burlaba de muchos hombres, pero de mí no. Yunho elegía muy bien con
quien dormir, yo fui un accidente en sus cálculos, algo que se escapó de su
control, pero por suerte para él, ya terminó. No hablemos más, por favor.
¿Vuelco la mezcla en el molde?
Young lo
respetó.
—No —respondió.
Hablaba de la masa—. El secreto de que mis bizcochuelos salgan tan altos es que
siempre los bato un poco más. Me lo enseñó tu abuela.
* * *
El lunes, Yunho
entró a la oficina temprano y saludó a Bin con una sonrisa radiante. La mujer
lo notó de inmediato. No era para menos, nunca lo había visto así desde que era
un chico.
— ¿Pero qué te
tiene de tan buen humor esta mañana? —preguntó. Se hacía evidente que Yunho presentaba
un buen humor sincero, no como el que mostraba desde hacía tanto tiempo.
—Muchas cosas
—generalizó él—. Entre ellas, que estoy a punto de cumplir un pequeño sueño a
una de las personas más importantes de mi vida.
Si algo privó a
Bin de mascullar un insulto pensando en que la persona a la que se refería Yunho
era Heechul, fue el hecho de que, de haber sido así, presentía que él no habría
lucido tan transparente. Se notaba en el aire que Yunho se sentía satisfecho.
Bin tragó con
fuerza, lo que arrancó otra sonrisa a su jefe quien, a diferencia de ella,
hablaba como el hombre más tranquilo del mundo.
—Me refiero a ti
—aclaró tras haberle leído la mente.
— ¡Oh! —se
sorprendió Bin con una mano en el pecho, tanto por la apertura con la que Yunho
le manifestaba un sentimiento como por la intriga. ¿Cuál podía ser ese sueño de
ella que él ansiaba cumplir, si ya la había mandado decenas de veces al crucero
y otros viajes?
Yunho no la
hizo esperar para decírselo. Extrajo del bolsillo un papel y lo asentó sobre el
escritorio.
—Bloquea estos
números, por favor. Serán los últimos que bloquees en tu vida —se alejó antes
de que Bin pudiera leer el papel que le había entregado—. Que lo disfrutes.
Al encontrarse
con los teléfonos de Heechul, Bin se sintió tan feliz que gritó entre risas. De
verdad acababa de cumplir un sueño.
Desde ese
momento en adelante, la mañana se presentó agitada. Con Yoochun recién llegado
de su segunda luna de miel y la promesa de que había tomado en cuenta el pedido
de Yunho acerca de un ahijado, las cosas podrían haberse aliviado un poco, pero
eso no sucedió.
En primera
instancia, porque el representante que le habia dado la información acerca del
robo del proyecto volvió a llamar a Yunho para pasarle el parte de ciertos
avances en su proyecto. Aunque continuaba trabajando, se lo notaba desanimado.
Sabía que si el proyecto se cancelaba, se perdía un gran trabajo, pero no
servía para mentir, y menos a Yunho, que siempre había sido tan buen empleador.
—No entiendo
para qué seguimos con esto si Choi ya debe estar planeando la presentación
oficial de nuestra idea, pero con su marca —dijo a modo de lamento.
—No me voy a
retirar —le respondió Yunho—. Jamás lo hice en ninguna cosa que me haya propuesto
en la vida, y tampoco lo pienso hacer ahora. Llegaremos hasta el final, cueste
lo que cueste. — su interlocutor no se sentía tan entusiasmado como él.
—Sé que nos
envias todo lo que puedes, pero sin el dinero de los japoneses la cosa se hace
cuesta arriba — replicó.
—No importa
cuánto tiempo nos lleve —le recordó Yunho —. Y si Choi sale al mercado con la
que había sido nuestra idea, ya se me ocurrirá algo más que nos diferencie,
algo que nos haga mejores. No quiero que pienses en esas cosas, sigue adelante
como veníamos que yo me ocupo de lo demás.
El otro no sonó
tan convencido ni optimista como Yunho, pero asintió.
—Está bien, sí.
Se hará lo que digas. Eres el jefe, ¿no?
Yunho entrecerró
los ojos. Se preguntaba si convenía remover algo ya enterrado en el pasado,
pero le pareció que si deseaba cerrar un círculo, tenía que hacerlo por completo,
sin dejar grietas. De modo que decidió corroborar sus sospechas.
—Dime una cosa
—pidió—. Cuando los japoneses se comunicaron contigo para anunciarte que se
retiraban del proyecto, ¿no te dijeron nada más?
— ¿Algo que no
te hayan dicho cuando te llamaron a ti? —quiso aclarar el hombre, confundido.
—Sí, algo más,
lo que sea.
—N… no —dudó. Yunho
casi podía ver cómo se encogía de hombros del otro lado de la línea.
—Algo acerca de
cómo pudo haberse filtrado nuestra información —explicó Yunho para limitar las
posibilidades —. Tengo una sospecha y…
— ¡Ah, sí, eso
sí! —lo interrumpió el otro—. Me dijeron que les pareció muy deshonesto de tu
parte no haberles advertido que el hombre con el que conversaban tenía algo que
ver con Choi.
—El hombre con
el que… conversaban —repitió Yunho, sacudido por la confirmación de su
sospecha, pero no asombrado. No entendía cómo no se había interesado por esa
información antes.
—Sí, «el que vestía
siempre de rojo» — repitió la información que le habían dicho los japoneses y
luego guardó silencio.
Yunho tampoco
habló. Siempre lo supo en su interior: Jaejoong posiblemente no hablara japones
y para comunicarse con los japoneses era necesario hacerlo. Por eso desde el primer
momento había sospechado de Heechul. Era Heechul quien más cerca estaba de Choi
y quien podía gozar arruinando un negocio ajeno; si arruinaba vidas, ¡qué más daba
un negocio! Lo arruinaría solo por sentirse poderoso, solo por diversión. Pero
que los japoneses no hubieran sabido guardar un secreto corporativo se le hacía
imposible. Excepto, claro, que Heechul… se hubiera acostado con alguno de
ellos.
Yunho rió. ¡Qué
puto!, pensó después. Y esa fue la última vez que Heechul se cruzó por su mente
fuera de su voluntad.
Una hora más
tarde, recibió otro llamado que le anunció Bin, un hombre que era el
responsable de una marca de ropa que pisaba fuerte en el mercado local.
—Me preguntaba
si pudiera contactarme con su novio, el diseñador —explicó el hombre—. Nos
gustó el modelo que lució en la fiesta en la que nos vimos y queremos ver más
material de él.
Una sonrisa
luminosa embelleció el rostro juvenil de Yunho. Asintió en silencio antes de
responder.
—En este
momento se encuentra en un viaje de negocios —mintió. A medias—. Pero nos vamos
a reencontrar pronto. En cuanto lo vea, le doy su número.
—Vamos a estar
agradecidos.
Después de
tomar nota del número del sujeto, Yunho se respaldó en el asiento, puso los
brazos detrás de la nuca y con una sonrisa vaga en los labios supo que era
tiempo de dar el siguiente paso. ¿Qué estaba esperando? Tendría que
acostumbrarse a un esposo muy solicitado en el ambiente de la moda y que dejara
desperdigados por la casa retazos de tela, tijeras, alfileres. Arte. Arte puro
en una vida rígida y racional como la de un ingeniero.
La
pareja perfecta, pensó.
Bin dio dos
golpecitos a la puerta y entró a la oficina de Yunho sin esperar su permiso.
Estaba apresurada. Se acercó al escritorio con dos carpetas marrones y un papel
amarillo, esos en los que tomaba nota de los mensajes que dejaba la gente cuyo
llamado no accedía a su jefe.
—Este es el
contrato del proyecto —comenzó a explicar al tiempo que asentaba la primera
carpeta sobre el escritorio—. Quieren que lo revises y le anotes qué agregados
o modificaciones requieres — los mandaba el abogado que se ocupaba de esos
asuntos. Yunho solo escuchó el nombre, porque al resto no le prestó nada de atención.
—Bin —dijo.
—Esta otra
carpeta contiene… —siguió ella, pero él la interrumpió de nuevo.
— ¡Bin!
Ella por fin se
calló y lo miró, expectante.
— ¿Qué?
—preguntó.
—Necesito que
me ayudes.
La serenidad de
Yunho abrumó a la secretaria. A él le brillaban los ojos, no se le borraba la
sonrisa de la cara. Sin embargo, el tema Heechul todavía lograba atemorizar a
la mujer. Tenía miedo de que su jefe se hubiera arrepentido de bloquear los
números de esa harpía y que el ida y vuelta entre ellos volviera a empezar. Siempre
empezaba.
—Yunho…
—comenzó a hablar. Iba a excusarse si el asunto se trataba de Heechul, con
quien Yunho iba y venía todo el tiempo, pero él la interrumpió otra vez. No
quería que Bin sufriera incertidumbre, por eso soltó las palabras como le
vinieron a la mente, con naturalidad, sin cálculos ni premeditación.
—Quiero a Jaejoong
conmigo.
El corazón de Bin
dio un salto. Abrió la boca sorprendida y al fin respiró.
— ¡Claro, Yunho!
—replicó. Arrojó la carpeta marrón y el papel amarillo sobre el escritorio sin
prestar demasiada atención, solo podía mirar a Yunho, que en ese momento sacaba
los brazos de detrás de la nuca y se incorporaba en el asiento—. Tú dirás
—continuó. Él todavía sonreía.
—Quiero que
consigas un espacio en todos los diarios —indico apresurado—. También quiero un
contrato con las páginas de Internet más importantes para que aparezca un mensaje
cuando carguen sus direcciones. Y llama al letrista; cuando lo ubiques, pasame
el llamado.
— ¿Vas a pintar
las paredes? —reía Bin.
—Algo mucho
mejor —prometió él—. También necesito que me contactes con radios y canales de televisión.
Todos los que puedas conseguir.
— ¡Yunho!
—gritó ella. Él se inquietó.
— ¿Qué?
—preguntó todavía con ese tono tranquilo pero definitorio; fruncía el ceño
preocupado—. ¿Creés que sea demasiado exagerado?
— ¿Por qué no
solo compras un lindo ramo de flores y vas hasta su casa?
Yunho volvió a
relajarse y sonreír, esta vez con incredulidad. ¿Cómo Bin iba a sugerir algo
tan insustancial?
—Porque eso
sería muy poco —argumentó—. Demasiado ordinario, no señalaría diferencia alguna
con otras personas, no nos definiría.
—Y… —sugirió Bin
con entusiasmo.
—Y porque sabes
que a mí me gusta hacer todo a lo grande. Y porque Jaejoong es especial —la
mirada de Yunho se iluminó, también su sonrisa—. Es importante y yo me porte
muy mal con él. No puedo comenzar a resarcir todo ese daño con apenas un ramo
de flores.
—Y… —insistió Bin
con los nervios de punta. Yunho soltó la carcajada que se aguantaba desde que
había dicho eso de que Jaejoong era especial, momento en el que el rostro de Bin
se había transformado en una mueca de reclamo.
—Está bien
—consintió—. Supongo que, después de todo, siempre te enteras primero de todas
mis cosas —dijo recordando el proyecto del puente. Después agregó las palabras
esperadas sin siquiera pestañear, iluminado su rostro por una sonrisa
radiante—. Y porque lo amo, Bin — dijo con un tono juvenil, completamente
renovado—. Lo amo más que a nada en el mundo.
— ¡Oh, Yunho!
—exclamó ella con alegría desmedida. Si no le hubieran dolido las rodillas por
la edad, habría dado un salto—. ¡Ese es mi muchacho!
—Ni siquiera
tienes miedo de que me rechace — bromeó él. Ya no sentía el temor de esforzarse
para acabar indiferente ante el triunfo. Presentía que, de obtener a Jaejoong de
vuelta, su vida jamás volvería a ser la misma. Era Jaejoong, estaba seguro. Era
Jaejoong ese futuro que le había sido prometido, la interminable felicidad
predestinada.
— ¡Claro que
no! —Exclamó Bin, segura como nunca antes lo había estado de nada—. Jaejoong te
ama.
—Y además sabes
que no me detendré por nada del mundo —le recordó él—, que siempre llego hasta
las últimas consecuencias aunque me desangre en el intento, ¿cierto? — Bin
serenó su espíritu, que saltaba en lugar de sus piernas, y asintió.
—Supongo que
eres un luchador después de todo —dijo —. Solo que tienes una forma muy extraña
de luchar — Yunho le sonrió como gesto de asentimiento—. Yo me encargo de todo
—aseguró ella, feliz.
—Está bien, la
radio y la televisión te las dejo a ti, del resto me ocuparé personalmente
cuando consigas comunicarme con sus encargados —decidió para tener todo bajo
control—. Quiero que a las once de la noche, todas las noches, aparezca en el
pie de la pantalla de todos los canales de televisión que podamos conseguir y
que digan en la radio un mensaje que yo te voy a dar. Para los periódicos y las
páginas de Internet, pensé algo mejor. ¿Podrás explicarles eso? Diles que les
voy a pagar lo que sea.
—Claro, Yunho
—dijo ella—. Sabes que yo también consigo lo que sea.
—Por algo eres
mi mano derecha —le recordó Yunho en su afán por hacer sentir importante a cada
persona que lo rodeaba, porque en realidad lo eran—. Ahora dime, ¿qué era eso
otro que me traías?
Bin miró la
carpeta y el papel amarillo con indiferencia.
—Ah, frente a
lo que acabas de decir, no tienen importancia —replicó.
—No importa, dímelo.
—Lo de la
carpeta es la autorización para el nuevo trayecto del Paradise,
que por fin llegó para dentro de tres semanas.
Era una gran
noticia. Una noticia que no podía llegar en mejor momento.
— ¿Y el papel
amarillo? —interrogó él. Si se trataba de otra noticia como la del barco,
estaba en uno de sus días de suerte.
—Un mensaje.
— ¿De quién?
—De Choi Siwon.
* * *
Yunho entró en
el casino, se dirigió al empleado de seguridad que le había sido indicado y se
presentó, tal como habían acordado. Después de que el hombre se comunicara por
transmisor con alguien, un sujeto de traje apareció para escoltarlo al cuartito
escondido en el fondo. Un sitio oscuro, impregnado de olor a cigarrillo, apenas
iluminado por el foco de una lámpara de pie.
Choi Siwon lo
esperaba sentado a la mesa octogonal en la que había jugado y perdido todo más
de un hombre. Ellos también tenían una parada que disputar y varios asuntos
sobre los que contender.
Choi se puso de
pie para recibirlo. Los contrastes entre ambos se hacían evidentes, sobre todo
en cuanto a la edad. Yunho avanzó hasta la silla que estaba frente a la que
ocupaba su enemigo y apenas lo saludó con un leve movimiento de la cabeza.
Ninguna expresión permitía adivinar un sentimiento en su rostro magnífico. Los
ojos de hierro de Yunho permanecían entrecerrados, ocultando sus pensamientos.
Después de que Choi
también respondiera con una inclinación de la cabeza, procedieron a tomar
asiento.
El dilema de
quién diría la primera palabra tardó en resolverse. Ambos se estudiaban en
silencio, como dos duelistas midiéndose en el perímetro. Un guardaespaldas que
les proveía el casino vigilaba la silenciosa contienda, de pie junto a la
puerta cerrada.
—Es justo que
yo inicie esta conversación, dado que lo he citado —decidió hablar Choi—. Fue
una coincidencia muy conveniente que tuviéramos este amigo en común para que
nos prestara este espacio.
Se refería al
gerente de aquel lugar de juego, quien había cedido un sitio neutral para el
encuentro.
—Sí, lo fue
—asintió Yunho con la voz dura, midiendo cada palabra. Se produjo otro instante
de silencio, porque Choi también medía las suyas.
—Nos debemos
una conversación —dijo por fin—. Y yo le debo una disculpa.
Yunho parpadeó.
Estudió la expresión de su contrincante, tan sincero como jamás hubiera
apostado que podía ser. ¿Acaso pensaba disculparse por haberle quitado a su esposo?
Yunho siempre había pensado que si alguna vez Siwon hacía eso se sentiría
furioso, pero como Heechul le importaba un carajo, le resultó indiferente.
—Puede seguir
con su proyecto —continuó diciendo Siwon. Respondía así la duda de Yunho sin
que este la hubiera manifestado. Quizás había cometido el error de que se
trasluciera en sus ojos—. Sigue siendo secreto.
— ¿Disculpe?
—intervino Yunho cuando le pareció que el otro se callaría. No le iba a
permitir que dejara una confesión abierta, apenas insinuada.
—Lo que salió
en las revistas no fue más que una farsa —explico Siwon con sinceridad. Yunho no
lo demostraba, pero no podía creerlo—, Una fachada para la prensa. ¡Mierda, Jung!
Usted sí que es todo un misterio, tiene tan bien escondido ese sistema suyo que
jamás pude acceder a un solo dato al respecto. Por eso me valí de la ingenuidad
de su esposo —pronuncio con un dejo de desesperanza que no pasó desapercibido
para Yunho.
—El suyo
—repuso él muy firme, casi parecía que si alguien intentaba adosarle de nuevo a
Heechul podría renunciar antes a la vida. Choi enarcó las cejas oscuras,
asombrado por esa falta de interés de Yunho en Heechul.
—Yo se lo quité
primero —reconoció.
—En ese caso,
yo también le debo una disculpa —soltó Yunho sin pensar si hacía bien o no en
confesarse como estaba haciendo el otro—. Yo se lo quité sin una razón
valedera. Si lo amé alguna vez fue a mis veinte años, después ya no.
Choi dejó escapar
una sonrisa indescifrable. Sacó un cigarrillo de un paquete importado y ofreció
uno a Yunho.
—No, gracias
—contestó este. Choi se tomó su tiempo para responder la disculpa de Jung.
Encendió el cigarrillo y dio una fumada.
—Los dos
sabemos que Heechul va y viene solo —dijo con aire melancólico—. Pero algo de
lo que ha dicho es cierto: si yo se lo quité, fue porque lo amaba.
Algo se rompió
en Yunho, un mito que lo había mantenido alerta todos esos años. Comprobaba,
como había sospechado hacía poco tiempo, que Choi no era lo que él había creído
en un principio, cuando el rencor por haber perdido a Heechul le nublaba la
razón. Ese fragmento resquebrajado se transmitió en su mirada; en Heechul se
rompía también un trozo de ese hielo que lo revestía.
—Él volverá a
usted —lo consoló—. Yo ya no lo quiero más, y se lo dejé muy en claro.
Choi dejó
escapar una risa muda.
—Ya volvió
—contó—. ¿Pero de qué me sirve que regrese a mí solo porque usted ya no lo
quiere? Para que esté a mi lado por comodidad, yo tampoco lo quiero, aunque lo ame — Heechul pasaba de una boca a la otra
como iba y venía de las camas, como lo que siempre había sido, como lo que
acababa siendo para todos los hombres: nada más que un objeto. Siwon se encogió
de hombros—. ¿Qué importancia tiene? —dijo—. Estoy viejo y ya no tengo que dar
vueltas en busca de un hombre que me quiera. Me dedicaré a mis hijos, a los que
por él había descuidado, comenzaré a pedir un nieto…
Yunho ya no
entrecerraba los ojos por desconfianza, sino por empatía. Choi estaba pasando,
gracias a Heechul, por lo que él ya había superado. El hombre que hasta ese momento
había creído su peor enemigo acababa de confesarse, y él no sentía satisfacción
alguna por eso, ni tampoco indiferencia. Se sentía agradecido. Tanto que, con cuanto
le costaba, resquebrajó otro trozo de su propio hielo. Se inclinó levemente
hacia adelante como gesto de confianza.
—No se dé por
vencido, Choi —sugirió con tono bajo y pausado—. Su vida no está acabada. Yo
también me creí muerto durante muchos años.
— ¡Pero tú eres
joven! —exclamó Siwon con honesta indignación, como si el ser joven no diera
derecho a uno a sentirse muerto. Ninguno de los dos reparó en que lo había tuteado,
como si con ello hiciera caso de la confianza que Yunho le demostraba con sus palabras.
—A veces no nos
sentimos jóvenes en nuestro interior —repuso Yunho con la certeza de que él
mismo lo había padecido. Luego inspiró hondo y se largó a hablar desde el corazón—.
La mayoría de las veces no mostramos quienes en verdad somos. A la larga nos
convertimos en personajes y representamos la obra de teatro de otra persona, creyendo
que somos fuertes. Pero solo estamos vacíos y ansiamos llenarnos de nosotros
mismos. Nada se extraña más que el alma cuando la hemos dejado de lado. No sea estúpido
como he sido yo; no deje morir la suya.
Choi enarcó las
cejas, sorprendido por los sentimientos que las palabras de Jung le despertaban
y por lo profundo que él le parecía. Se preguntaba dónde había quedado el
soltero hombreriego y vicioso que creía que había sido. El hijo de puta de los
negocios, el idiota engreído de las fiestas. Esas ideas sobre Yunho se
esfumaron en su mente, casi parecía que jamás habían existido, el mito se había
roto. Entonces descubrió que sí había valido la pena tener un enemigo como ese.
—Usted es
inteligente —iba a comenzar un discurso, pero lo interrumpió para contar una
anécdota—. Qué curioso, Heechul me dijo que usted era muchas cosas, pero al
parecer jamás se percató de eso. Que usted era atractivo, joven, fuerte,
poderoso y no sé cuántas cosas más, pero de su inteligencia, ni noticias. Por
algo será — Yunho sofocó una risa ante la referencia a un Heechul vacío y poco avispado,
capaz para las matemáticas pero inútil para la vida. Demostró que el comentario
le había hecho gracia curvando sus labios—. Volviendo al punto, siendo usted
tan listo, no entiendo por qué continúa comportándose como un idiota. Con todo
respeto, tal como usted me llamó estúpido —repuso enseguida. Yunho frunció el
ceño.
—Creo que no lo
comprendo —murmuró. No se sentía ofendido ni insultado, alcanzaba a distinguir
una cuota de recriminación en lo que Choi le decía, casi parecía que lo
regañaba como un padre.
—Le hablo de Jaejoong,
Jung —se esforzó por aclarar Siwon. Yunho respiró aliviado—. Sepa que esa entrada
al hotel con él también fue una mentira mía.
—Ya lo sé
—asintió Yunho, todavía cabizbajo.
— ¡Qué hombre!
—reflexionó Siwon sin prestar atención a lo que Yunho le decía—. Si un muchacho
así se hubiera enamorado de mí, yo jamás lo dejaría ir.
De solo recordar
a Jaejoong, Yunho sonrió. Bajó la cabeza para ocultar el brillo que tomaba su
mirada cada vez que se acordaba de él, lo vulnerable que se volvía cuando lo imaginaba,
y replicó:
—No se
preocupe. Yo tampoco lo voy a dejar ir.
Choi asintió en
silencio, a punto de sonreír, mueca que disimuló muy bien. Yunho alzó la cabeza
y le extendió una mano.
—Fue un buen
encuentro —concluyó. Choi estrechó la mano que él le ofrecía con firmeza, la
apretó fuerte.
—Así lo creo
también —asintió.
Choi pensó que
estaba estrechando la mano que había toqueteado a su hijo y por un instante
sintió el impulso de echárselo en cara a Jung. Sin embargo, el deseo se diluyó
muy pronto. Jung no era lo que había pensado, y casi podía afirmar que era una
lástima que su hijo tampoco fuese un muchacho muy seriecito que digamos. De
haberlo sido, hasta le habría gustado que su yerno fuera como el hombre del que
se despedía.
Mientras duraba
el apretón de manos, Yunho pensó en el hijo de Choi. Minho, así se llamaba, y
él le había hecho el amor en dos oportunidades. Pensó en pedir disculpas al
padre por eso, pero guardó silencio. Tampoco había abusado de él, Minho no era
ningún santo y lo había pasado muy bien. Además, él no había conocido su verdadera
identidad hasta que ya se habían besado y se correspondían para el sexo. Por
añadidura, de haber podido elegir un suegro, no le hubiera disgustado que fuese
como Choi.
Nota: Se que a veces es difícil comentar, y me agrada la idea de que encuentren un tiempo para hacer un bello comentario, ya que comentar es una forma de estar en contacto con quien publica, y una manera de expresarse.
gracias por el capi, al parecer ya todo se va poniendo en su lugar, espero que jae disculpe a Yunho, y que ya no pase algo que pueda separarlos, ojala Yunho le prepare una bonita sorpresa a jae, gracias nuevamente por el capítulo.
ResponderEliminarWooow!!!! De verdad esta historia, llevada al YunJae me fascina!!!! Estoy sumemente feliz porque Yunho por fin, por fin abrió los ojos!!!!!!! Dios me siento tan feliz x eso que quiero brincar XD.
ResponderEliminarDisculpa si no he tenido oportunidad de comentar todas las publicaciones, se como autor, que los comentarios ayudan mucho y sobretodo dan ánimos para continuar!
Continua por favor! Me gustan tus adaptaciones y tus fics originales como "under the moonlight" aunque me haga llorar demasiado.
Dios emoción y gran satisfacción siento en estos momentos xfin ....xfin las cosas ya se están arreglando siiii ... ahora solo queda esperar a ver que reacción que tendrá jaejoong ...
ResponderEliminarunnie por el momento no podre comentar por mi blog ... pero siempre tendras un comentario mio con mi firma jiji ... u.u siento no haber podido comentar el anterior capitulo y agradesco que me hayas contestado sobre Under the moonlight .... y esperare pacientemente por ello ... como siempre gracias por todo tu esfuerzo .. ......... misa chan <3
No lo puedo creer ;_; ame este capítulo, es que es hermoso, ver que las cosas ya estan tomando el rumbo que se debe, al que yunho se había negado antes pro sus pensamientos absurdos, ver que ahora ha decidido dejar atrás todo eso y simplemente ser Yunho, el yunho que era antes de pasar por todo eso, y lo que quiere hacer con respecto a jaejoong, ya quiero que suceda, y quiero saber de igual forma cuál sera la reacción de Jaejoong, espero y ansío que se den la oportunidad, que Jaejoong regrese a él y puedan ser felices juntos y disfrutar de lo que han perdido y se merece, amo esta historia creo que siempre lo digo, peor no esta de más recalcarlo je, gracias por tu esfuerzo, dedicación por compartir esta historia con nosotras, y gracias por la actualización, espero el sig capítulo con ansía, ^^
ResponderEliminarEste capitulo!!! waa ya quiero el reecuentro yunjae
ResponderEliminarcomo reaccionara jaejoong??
que hara yunho para que vuelvan a estr juntos??
Tendran hijos pronto??
como cambiara la vida de jaejoong con sus abuelos, su madre y los trabajos de diseñador que se esta consiguiendo??
waa este fic esta genial
Geacias por tu entrega al publicarlo aqui
rescuentro!! ya lo exijo, me desespero aunque ya lo lei, pero espero entiendas que es por que me encanta poder sacar todo lo que me dejo un buen fic adaptado como estes
ResponderEliminarme gusta que ya le este yendo mejor a JJ se lo merece mas que nadie
gracias gracias
por permitirme leerlo, es tan bueno, me voy al otro juju
Kyaaaaa me encanto este capitulo, no espero por el siguiente rapido me voy a leer la continuacion, al fin Yunho va a recuperar a Jae y de seguro que sera de una forma genial como lo es el jajajaj.
ResponderEliminarAl fin podran estar juntos, espero que tengan un gran reencuentro.
Este capítulo me gustó mucho mucho...
ResponderEliminarQue detallado el de Yunho ahh ^^...
Por fin siento que todo irá bien...
Espero q Jae lo perdone rápido Hihi
mmmmmmm....
ResponderEliminarveremos que pasa
gracias por el capitulo
Que emoción con todo lo acontecido, ahora a esperar que es lo que va a publicar Yunho en todos los medios de comunicación y la reacción de Jae, lo espero con ansia. Gracias.
ResponderEliminaryunho y siwon limaron asperezas me alegro :D
ResponderEliminaryunho puede seguir adelante con su proyecto que bueno :3
yunho ama a jaejoong aww.. ♥♥
cual sera su reacción de jaejoong cuando yunho aparezca con todos los medios de prensa (?) *w*
Debería dr proponerle a Siwon invertir en el proyecto así le terminarían de dar en la torre al Heechul!! :p
ResponderEliminarPerdón la tardanza en comentar, está re bueno el asunto que me seguía de largo ademá aprovechaba cuando tenía internet para cargar la pag y ya!!! :p
wooo me encanta el rumbo que tomo la historia. Es bueno saber que Yun y Siwon arreglarán un poco las perezas. Al fin Jung se dío cuenta o mejor dicho, acepto que ama a Jae, ahora va a tener que hacer meritos jajaja
ResponderEliminarGracias por compartir.
Gracias de verdad gracias x tomarte el tiempo de llenarnos de gozo con estas historias sean adaptaciones o tuyas de verdad gracias
ResponderEliminarGracias de verdad gracias x tomarte el tiempo de llenarnos de gozo con estas historias sean adaptaciones o tuyas de verdad gracias
ResponderEliminarTodo se va aclarando, me gusta el desenlace que va teniendo la historia, me he pasado mala noche leyéndola, pero no he podido parar de leerla. Esta buenísima.
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